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Opinión

Lester L. López O.

Apreciación de la situación política # 110

El asesinato de un joven estudiante por parte de un efectivo de la policía aérea de la base Francisco de Miranda con un arma larga y prácticamente a quema ropa lo justificó el ministro de relaciones interiores que fue como consecuencia del asedio a la que está sometida la base aérea por estos estudiantes desde hace algunos días. Es lamentable que este señor general no tenga claro, al menos en términos militares, lo que significa asedio, según la RAE: Cercar un lugar fortificado, para impedir que salga quienes están en el o que reciban socorro de fuera. Como podemos apreciar, difícilmente estos jóvenes estaban, ni están, en la capacidad de realizar semejante acción y la razón es muy sencilla: se carece de un mínimo de control, dirección y planificación previa para realizarla.

El puro voluntarismo y la valentía demostrada por estos jóvenes, no será suficiente para doblegar al régimen, sí para incrementar las víctimas, que nadie desea. El plan propuesto por la dirigencia nacional el pasado lunes 19 habla “de calle y más calle” hasta lograr el objetivo que es sacar el gobierno e impedir la fraudulenta constituyente, pero es evidente que estas acciones tienden a anarquizarse cada día más, precisamente por falta de control y dirección.

No se puede convocar a un plantón o trancazo para el siguiente día a las 10 pm de la noche previa y a través del Twitter, como está ocurriendo hasta ahora. Aspirar un paro general exitoso con este tipo de deficiencias de planificación y de control de los participantes es una quimera y principalmente, desmotivante para algunos participantes que aún no están convencidos de participar. La dirigencia opositora, la situación del país y las amenazas del régimen, que si tienen dirección y control, no están para seguir cayendo en estas carencias.

Es urgente, si se quiere impedir la constituyente fraudulenta y cambiar al régimen, establecer, crear, desarrollar o hasta comprar (pagar por) un órgano único capaz de planificar un cronograma coherente de acciones que incluya un sistema de comunicaciones eficiente (cada día el internet está más lento e intervenido y las redes sociales más colapsadas) que permita transmitir las instrucciones y verificar en tiempo real que las acciones planificadas se están ejecutando. Eso, entre otras muchas cosas.

Concentrarse todos los días en el mismo sitio, a la misma hora, para “asediar” una base aérea que no tiene mayor valor como objetivo político, no tiene mucho sentido y como hasta ahora lo ha demostrado, poca eficacia política.

Si se quiere impedir que se materialice la fraudulenta constituyente y cambiar al régimen, es necesario comenzar a jugar en serio al asedio desde ahora, aún hay tiempo. Lo otro es esperar que algo fortuito acontezca y se produzcan los cambios, pero eso es para los creyentes de míster popo celestial y eso no garantiza nada.

@lesterllopezo

 2 min


Jess Márquez Gaspar

Es sólo natural que pensemos en los inicios cuando nos encontramos ante un final. Desde el instante en la madrugada del miércoles en que mi papá, Iván Márquez, me avisó que mi abuelo Pompeyo había fallecido, los recuerdos han llovido sobre mí. El luto ha sido una tormenta, un huracán de memorias que duelen inmensamente por la consciencia, aún no plena, de que esos momentos no volverán repetirse. Esto, mis amigos, es un homenaje y un adiós.

Sobre el seibó de la casa donde crecí estuvo siempre una foto. Es la inmortalización de mi primer recuerdo con mi abuelo. Tengo cinco años. Papá me lleva de la mano y entramos en un edificio inmenso: Palacio Blanco. Nos piden la identificación. Vamos a ver al Ministro Márquez. Subimos unas escaleras enormes, y caminamos por un corredor de pulidos pisos. Me escapo y logro deslizarme por ellos, en mis jeans, y luego corro y entro por la puerta entreabierta del despacho del Ministerio de Fronteras. Luego, vamos a otra sala y ahí nos toman la foto: mi abuelo, alto, imponente, mi papá con lentes, mi hermano menor, más pequeño que yo, y cuatro tortas de crema con fresas. Su favorita… y la mía también. Era su cumpleaños.

Durante mi infancia me era imposible comprender, a ciencia cierta, quién era mi abuelo. Sí sentía que era diferente a otros. A veces era un Marco Polo moderno, que visitaba constantemente a países exóticos, y regresaba con regalos increíbles como una sombrilla china o una caja de creyones de miles de colores. Otras, era un explorador como Robinson Crusoe o Gulliver, que viajaba a los rincones más recónditos de Venezuela, y volvía cargado de piedras de cuarzo que brillaban o de sombreros de los Guajiros de colores brillantes.

Pocas sensaciones de esa época se comparaban a la emoción de saber que el abuelo había llegado. Lo encontrábamos en su hermosa pero modesta casa de San Bernardino, con sus maletas de tesoros, sus historias de viajes extraordinarios -por las que había que pagar con una “rascadita de cabeza” (de la calva)-, y un abrazo dulce y cálido siempre listo.

Las Navidades de esos tiempos eran fiestas de la familia y amigos, llenas de regalos, pero nunca de opulencia y sobre todo de amor. En ellas había muchos rostros que, luego, comprendería eran los de grandes hombres como él.
El final de la infancia supone siempre el comprender el mundo más allá de la inocencia. A mis 12 años encontré su nombre en los libros de historia y entendí que no era sólo mi abuelo. Cumplió 80 años en el 2002 y le hicimos un homenaje en la Biblioteca Nacional, en cuyo primer piso se exhibía una exposición de objetos de su vida, los cuales, sin embargo, no podían resumir su historia.

Él estaba feliz pero nervioso. Preocupado porque haber abandonado el partido que había creado, el MAS (Movimiento al Socialismo) y haber pasado a ser uno de los líderes de la oposición en contra de Hugo Chávez no había sido suficiente para evitar que sus terribles vaticinios empezaran a hacerse realidad.

Un quijote de pobladas cejas

Mi abuelo era un Quijote, cuyas banderas fueron siempre la Libertad, la Democracia y la Justicia Social. Y mi querido papá fue siempre su Sancho Panza, acompañándolo en cada proeza. Cuando aquel terrible 11 de abril del 2002, ambos desaparecieron por varios días, sin saber qué sucedería, temimos por sus vidas y por las nuestras. Los teléfonos de la casa estaban intervenidos: al levantar el auricular podía escuchar estornudos, toses, cuchicheos, y siempre parecía que alguien había dejado otro descolgado. Papá llamó de un número desconocido y yo atendí, me dijo que estaban bien. Fue entonces que comprendí el rol tan importante que jugaba en la política de aquel entonces.

Los siguientes años son una sucesión de contrastes. Pompeyo Márquez daba declaraciones en televisión, dirigía la Coordinadora Democrática, era mencionado con respeto por la oposición, y amenazado e insultado por el gobierno, incluso por el mismo Chávez.

Mi abuelo, encontraba tiempo en su apretada agenda de reuniones y actividades para asistir a los cumpleaños y a las reuniones familiares de los domingos, y encontrarse con sus hijos, nietos y bisnietos. Se sentaba en la cabecera de la mesa, y mientras comía nos iba preguntando a todos cómo estábamos, cómo iban nuestros estudios o el trabajo, y luego, inevitablemente, alguien le preguntaba: “¿Cómo ves la situación del país?”.

Era entonces que fruncía las cejas, enormes y pobladas, hasta que se juntaban, sus ojos oscuros se llenaban de llamas, y juntaba las manos, encontrando las yemas de sus dedos, para explicar con absoluta seriedad y una capacidad de expresión oral pasmosa su perspectiva sobre el escenario político, las circunstancias económicas o los cambios sociales y culturales.

Terminada su respuesta, bajaba las manos, y se dedicaba a jugar con los más pequeños de la familia, sonriendo feliz. Luego, ellos se volvían sus cómplices porque, al ser los primeros en comer, tenían que esperar a que los demás lo hiciéramos por turnos, pero él era impaciente y, usando los cubiertos, comenzaba a golpear la mesa bajo la consigna “¡Queremos postre, queremos postre!”. La protesta funcionaba y él y sus secuaces celebraban cuando veían los platos acercarse, hasta que descubría que no podía comer torta o helado o gelatina, porque era diabético, y sus postres no tenían azúcar, y muchas veces eran frutas con yogurt. No lo despreciaba, pero comía refunfuñando por debajo del poblado bigote, hasta el punto que era imposible diferenciarlo de los niños que le rodeaban.

Cada cumpleaños mío, él y yo teníamos nuestra tradición. Con mi papá, y muchas veces mi tía Tania Márquez, me recogían del colegio para llevarme a almorzar. Entrar a un restaurante con él es lo más cerca que he estado de acompañar a una celebridad. Nos tomaba diez minutos llegar a la mesa por el recibimiento y, durante toda la comida, llegarían personas a felicitarlo con orgullo y admiración. Uno de sus favoritos fue siempre la Pensión Ana, en Maripérez, donde era siempre recibido como un VIP.

Antes o después, en mis últimos años del colegio, empezamos a complementar esta tradición con asistir a la reunión del Día del Periodista: causalmente, nací el 27 de junio. Él era miembro honorario porque, aunque nunca estudió Comunicación Social, fue director de múltiples medios, en especial de Tribuna Popular, el órgano informativo del Partido Comunista de Venezuela (PCV), trabajó en El Nacional, en el Departamento de Distribución, y fue articulista hasta casi su último aliento.

Fueron su ejemplo y el de mi papá, como amantes del periodismo, las artes gráficas, la producción audiovisual y las palabras, que me llevaron a seguir sus pasos y estudiar Comunicación Social en la Universidad Central de Venezuela (UCV).

Mis años en la universidad fueron convulsos. Desde el primer semestre hubo grupos de choque que producían tiroteos, lanzaban bombas lacrimógenas, y explotaban niples. En algún momento se corrió el rumor de que el nieto de Pompeyo Márquez había entrado en la Escuela y me pidieron que me uniera al Centro de Estudiantes, junto a Miguel Pizarro, ahora Diputado, y Carlos Julio Rojas.

Varios semestres después acepté y se lo conté a mi abuelo. Sentados en su apartamento de Santa Fe, me habló de sus luchas estudiantiles. Tenía sólo 14 años cuando comenzó a repartir volantes contra la dictadura de Pérez Jiménez, y fue arrestado por hacerlo. La política como lucha se convirtió desde ese instante en su pasión, y también en su batalla mientras ascendía en el Partido Comunista. De pronto, también era la mía. Una vez lo descubrí hablando de mí con amigos suyos, diciendo orgulloso “¡mi nieto es Presidente Adjunto del Centro de Estudiantes de Comunicación Social!”.

Ocupé ese, y otros cargos, siempre pensando en lo que me había enseñado: como él, yo era un servidor público, alguien que se debía a quiénes le habían elegido y tenía la responsabilidad de hacer todo lo que estuviera en sus manos para resolver sus problemas y mejorar su vida. Siendo ministro creó un poblado, Ciudad Sucre (llamada cariñosamente Ciudad Pompeyo), yo atendí a mis compañeros estudiantes, defendí nuestros votos, huí de motorizados que nos disparaban y creé el grupo de Teatro. En mi pequeño mundo, éramos iguales.

La guerrilla y el Pacto de Punto Fijo

Para Historia de Venezuela me tocó hacer una exposición y, casualmente, fue sobre la Guerrilla. Comencé mi investigación sentándome horas con él en su despacho de la Fundación Gual y España, que fundó y presidió durante más de 25 años. Me narró cómo, luego de haber asumido la dirección del Partido Comunista ante su ilegalización, tuvo que luchar para acabar con la dictadura de Marcos Pérez Jiménez desde la clandestinidad. Fue entonces que se transformó en aquel personaje: Santos Yorme.

Comiendo galletas a escondidas me explicó que, luego de asumir el poder Rómulo Betancourt, sucedió el Pacto de Punto Fijo en el que no se incluyó al PCV. Fue entonces que tomaron la decisión de imitar a Fidel Castro y comenzar una lucha armada. Él se mantenía en la política pública, mientras dirigía las acciones de los grupos en las montañas y en las ciudades. Fue Senador de la República hasta que, un día, su inmunidad parlamentaria fue allanada y no le quedó otra opción sino esconderse. Una llamada telefónica a la persona incorrecta alertó a la Seguridad Nacional, lo encontraron en la casa de la familia, en Los Chorros, y se lo llevaron preso.

No tuvo que narrarme la historia de su famosa huida porque mi papá me la contó desde mi más tierna infancia. Al dormirme, habían dos opciones de historias: el Gato con Botas, y cómo se escapó mi abuelo del Cuartel San Carlos. Siempre preferí la segunda.

Fue también en la UCV donde nos encontramos por otras razones. Solía decir que era un graduado de la Universidad de las Prisiones y la Vida. Había estado preso o en la clandestinidad más veces de las que podía contar por su disidencia política, y había aprovechado cada época para leer, escribir y hablar con grandes pensadores que compartieron la falta de libertad con él, pero nunca pudo ir a la Universidad. A sus 80 y pico de años, decidió que quería hacer un Diplomado en la Casa que vence las Sombras y se inscribió. Salíamos entonces ambos de clases y nos encontrábamos bajo el reloj, donde compartíamos una chicha y conversábamos.

Desde que comencé a hacer periodismo me leía. Le preguntaba a mi papá por mis textos y luego me llamaba para darme sus impresiones. Para mí era un abuelo orgulloso, pero cuando entré como Pasante en El Nacional, ya no con Miguel Otero Silva, como él, sino con su hijo, le contó a Javier Conde que yo era su nieto. Casi muero del susto cuando él, entonces Jefe de Cierre, llegó a buscarme a mi pequeño puesto en la sección de Escenas para saludarme. Ahí comprendí que era además un hombre brillante que me hacía correcciones de estilo.

A corazón abierto

Estos años vi el país deteriorarse, a él estar cada vez más cansado y angustiado por nuestro futuro, y también poco a poco más enfermo. Terminé las materias en la universidad y, cuando me disponía a hacer la tesis, recibí una llamada de mi papá que me paralizó. Habían intentado operar al abuelo y no había salido bien. Tenía una arteria tapada y su corazón estaba en peligro. Corrí a la Clínica Ávila y lo encontré en su habitación, aún bajo los efectos de la anestesia. Aquella noche nos reunimos como familia porque teníamos que tomar la difícil decisión de si le haríamos una operación a corazón abierto. Agotados, finalmente todos fueron regresando a sus casas pero yo decidí quedarme para hacerle compañía a mi papá, que sería su cuidador esa noche. Él era Sancho Panza y yo su fiel escudero.

Papá fue a cenar y yo me quedé acompañándolo. Tenía los ojos abiertos y me tomó mi pequeña mano con las suyas enormes pero delicadas, con la mirada perdida. De pronto, me miró a los ojos y vi la sombra y el miedo en su mirada: le estaba dando un paro respiratorio, que le causó un infarto. Corrí gritando hasta la puerta de la habitación, llegaron simultáneamente las enfermeras y mi papá, que me escuchó desde el final del pasillo.

Esa noche no lo perdimos, pero pasamos los siguientes dos meses batallando a su lado, mientras entraba y salía de Terapia Intensiva, sobreviviendo un segundo infarto y varios paros respiratorios. Hubo un momento en que se hizo público lo que le había sucedido. Recordé entonces que Pompeyo Márquez también estaba en el hospital, y me dediqué a coordinar las declaraciones a Globovisión y a otros medios sobre su salud, y a recopilar lo que la prensa escribía sobre él. Durante el día, dormía, trabajaba en la tesis, y cumplía con mi trabajo como Representante Estudiantil, durante la noche hacía las guardias para vigilar que no le diera un Paro mientras dormía.

Aunque fue una época terrible nos dio la oportunidad de reencontrarnos, ya como el nieto adulto y el Abuelo. Las horas se pasan infinitas, en el insomnio de ambos por el miedo a la muerte. Me sentaba a su lado con un libro y luego de tomar varias tazas de café yo creía que dormía, pero siempre abría los ojos y empezaba a hablarme, me dictaba sus artículos de opinión, me contaba de su vida. Fue en aquella época que me habló de su infancia en el Estado Bolívar, la muerte de su papá, que lo marcó para siempre, y su llegada a Caracas con su mamá y su hermana, Luz Márquez, a vivir en una habitación de vecindad en el Guarataro.

Le hicimos una operación a corazón abierto que sobrevivió, y lo acompañamos en su recuperación. Su primer día de vuelta en casa, fuimos todos a visitarlo. Reíamos a su alrededor, felices de tenerlo aún con nosotros, y me hizo acercarme para decirme algo. Fue entonces que me dio la lección más importante de mi vida, al decirme: “Esto es lo más importante: ustedes, mi familia, son mi mayor tesoro”, afirmó mientras sus ojos se llenaban de lágrimas. Celebramos sus 90 años con una fiesta sin precedentes, por la enorme alegría que nos llenaba.

Helados, hamaca y odalisca

Terminé mi tesis y con ella mi carrera, mientras compartía con él en su lenta recuperación. Desde entonces, empecé a visitarlo con frecuencia, y me sentaba a su lado para leerle los periódicos o el libro de turno, usando mi mejor voz de locución. En un momento a solas me hizo una confesión: “Mi mayor pena es haberme pasado la vida para darles un mejor país y no haberlo logrado”.

Afortunadamente se fortaleció y en noviembre de ese año pudo estar presente en mi graduación, sentadito de primero frente al escenario, me vio recibir mi título bajo las Nubes de Calder. En medio de un Aula Magna llena a reventar, yo sólo busqué la mirada de mi papá y mi Tía Tania, y luego la suya, acompañada de una sonrisa enorme.

Durante el siguiente año me hice aún más la mano derecha de mi papá en su lucha quijotesca. Empecé a colaborar editando sus artículos de opinión, y también sus prólogos y otros textos. Además, fui embajador para que muchos compañeros, y luego estudiantes, cuando empecé a dar clases en la UCV, fueran a visitarlo y entrevistarlo.

En 2014 diversas circunstancias me trajeron a Costa Rica, mi plan no era quedarme pero al final así sucedió. Durante aquel año, hablé con él por teléfono y Skype, y lo extrañé horrores. En diciembre, tras muchos esfuerzos, pude ir a pasar Navidad en Caracas. Recuerdo haber llegado a su apartamento, donde parecía que el tiempo no había pasado. Los libros, el cuadro de Zapata y el de la Odalisca con Pantalón Rojo de Matisse, su hamaca en el balcón, su perro Mafia, un schnauzer de bigotes tan poblados como el suyo, estaban ahí, y en el medio estaba él en su butaca, leyendo. Sus ojos se abrieron y su rostro se iluminó al verme.

Me quedé casi tres semanas en que lo visité muchas veces. Pasamos el 24 y el 31 de diciembre juntos, y lo vi robarse una copa de vino mientras celebrábamos el año nuevo. El 4 de enero fui a verlo para despedirme. Aguantando las lágrimas, le leí como siempre, hablé con él, lo abracé, y me fui luego de varias horas. Sabiendo que me iba al día siguiente, sintió miedo y me dijo “¿Ya te vas? ¿Cuándo te veo de nuevo?”. Y yo le dije: “Me voy mañana, pero vengo primero a despedirme, no te preocupes”, lo tranquilicé. Lo vi a los ojos, y me dio un beso en la cabeza. No lo hice, pero al menos no tuvo la angustia de la despedida.

Durante el largo viaje de regreso a Costa Rica, primero en avión a Ciudad de Panamá, y luego por tierra en autobús hasta San José, repetí esa escena en mi mente mil veces, y lloré mucho, con esta terrible certeza de que no volvería a verlo en persona.

Conversé con él muchas veces en sus últimos años, cuando asumí la dirección de el periódico El Venezolano de Costa Rica, se emocionó mucho y comencé a publicar sus artículos en él. Conseguía cómo enviarle los ejemplares para que me leyera, y él, como había hecho siempre, me felicitaba por cada número que salía.
Dimos como familia una dura lucha para brindarle una buena calidad de vida mientras su salud, deteriorada desde el episodio del 2012, se hacía cada vez más precaria. Buscamos medicinas por el planeta completo, yo mismo envíe paquetes por courier y con amigos, y una vez hice viajar a un colega con insulina refrigerada en un cooler con hielo. Sufrí cada vez que tuvo recaídas y fue al hospital, y empecé a vivir con el miedo de que muriera sin volvernos a ver.

Él escribía sus artículos de opinión, recibía homenajes, iba a la diálisis y leía como fuera, aunque tuviera que usar una lupa, daba entrevistas y recibía a personalidades en su apartamento. Decía que no podía morirse todavía porque tenía que ver el final de esta época tan oscura para el país.

El Día del Padre de este año, 2017, hablé con él por Skype. Aunque su visión y su audición estaban muy deterioradas, logramos conversar, le conté de mi trabajo y mis proyectos, le dije que estaba bien.

No tuve nunca el valor de decirle que soy un hombre trans, y que había dejado de ser su nieta para ser su nieto, pero no importó. Años antes, salí del closet por primera vez como una mujer lesbiana y, cuando lo supo, me invitó a su casa, me miró a los ojos y me dijo “Yo te amo y te acepto por quién eres”. Con esa frase me dio paz.

De pronto, mientras me remordía la consciencia por mi cobardía, le desee feliz Día del Padre y él, en un momento de claridad absoluta, me miró a los ojos y me dijo: “yo estoy muy cansado y no estoy bien, me queda poco tiempo. Tengo muchos recuerdos bellos contigo y los recuerdo con mucho cariño, te extraño, te quiero mucho y estoy orgulloso de ti”. Conteniendo las lágrimas, le respondí: “Yo también te quiero y te extraño mucho, y te recuerdo y te recordaré siempre”.

Cuando sonó la llamada de WhatsApp 24 horas después, a las 11 pm, y mi papá me dio la noticia de su fallecimiento, sentí un golpe inmenso en el pecho. Llorando, reviví esa conversación y comprendí que había sido su despedida. Esa madrugada escribí el Comunicado con el que anunciamos públicamente su partida a la mañana siguiente.

Estos días no he dejado un instante de llorar, junto a todos ustedes Venezuela, a Santos Yorme, pero en la intimidad reproduzco estos recuerdos una y otra vez, rememoro su gusto por el helado, su sonrisa cálida, su voz dulce, y reconozco que fue un pilar fundamental en mi vida, una persona que dejó una huella imborrable, me dio un legado y me dejó una misión: ser un hombre digno de llevar su apellido y a la altura de su trascendencia.

Hoy y por mucho tiempo, estaré haciendo dos lutos. Lloraré por la leyenda, pero sobre todo por el hombre, porque mi abuelo fue Pompeyo Márquez. Y a ambos los extrañaré y los recordaré siempre.

http://efectococuyo.com/principales/mi-abuelo-es-pompeyo-marquez

 16 min


Mucho se habla de la gran cantidad de superficie que tiene Venezuela para dedicarla a la agricultura, pero es conveniente señalar que sobre la base de la información edafológica nacional, 32% del territorio tiene como primera limitante para la agricultura una baja fertilidad. En este caso se refiere básicamente a una pobre fertilidad química, dentro de la cual podemos incluir la capacidad de los suelos para suministrar nutrientes esenciales, así como dos propiedades físico químicas que influyen profundamente en la fertilidad del suelo como son el pH y la capacidad de intercambio catiónico.

Los mejores suelos del país ya están incorporados a la producción agrícola o han sido inutilizados al ser ocupados por desarrollos urbanos, viales o industriales. Ésta es una superficie estimada originalmente en cuatro millones de hectáreas, las cuales al principio eran suficientemente fértiles pero al explotarlas permanentemente, extrayéndoles los nutrientes con sucesivas cosechas, en la actualidad requieren de la aplicación de fertilizantes para restituirles su riqueza. Los suelos adicionales a ésos, que se incorporen a la agricultura, tienen limitaciones en su capacidad para suministrar nutrientes a las plantas cultivadas, por lo que es imprescindible aplicar fertilizantes.

Supongamos que para mejorar la seguridad alimentaria de la población venezolana debemos sembrar cuatro millones de hectáreas entre cereales, caña de azúcar y oleaginosas, y estimemos que debemos aplicar en promedio unos 120 kg de nitrógeno (N)/ha, unos 100 kg de fósforo (P) como P2O5/ha y unos 120 kg de potasio (K) como K2O/ha. Esto representa un requerimiento de 480.000 toneladas de N, 400.000 toneladas de P y 480.000 toneladas de K; los cuales llevados a los fertilizantes más comunes representan 1.043.478 toneladas de urea, 800.000 toneladas de DAP y 800.000 toneladas de KCl, para un total de 2.643.478 toneladas de fertilizantes en estos rubros.

Si a los rubros anteriores le adicionamos 500.000 hectáreas de hortalizas a las cuales debemos aplicar un promedio de 200 kg de N/ha, más 200 kg de P/ha, más 300 kg de K/ha, resulta en un requerimiento de 100.000 toneladas de N, 100.000 toneladas de P y 150.000 toneladas de K; que llevados a los fertilizantes más comunes representan 217.391 toneladas de urea, 200.00 toneladas de DAP y 300.000 toneladas de K2SO4, para un total de 717.391 toneladas de fertilizantes en estos rubros. Haciendo las mismas operaciones para fertilizar unas 2.000.000 de hectáreas de pastizales, aplicando 120 kg de N/ha, más 60 kg de P/ha, más 60 kg de K/ha, resulta en 521.739 toneladas de urea, 240.000 toneladas de DAP y 200.000 toneladas de KCl; para un total de 961.739 toneladas de fertilizantes.

Sin incluir frutales, textiles, café, cacao, raíces y tubérculos y otros, y sin incluir la necesidad de otros nutrientes más allá de N-P-K, para mejorar el suministro de alimentos a la población con producción interna, necesitamos unas 4.300.000 toneladas de fertilizantes.

Quizás se puede aseverar que en los pasados cinco años, en Venezuela se ha comercializado aproximadamente 800.000 toneladas de fertilizantes por año, de los cuales se ha importado el 40%, es decir se ha producido 480.000 toneladas en la industria nacional de fertilizantes. Aceptando que esa es la capacidad operativa de nuestra industria, tendríamos que importar 3.820.000 toneladas de fertilizantes anualmente. Ésa es una inmensa cantidad de fertilizantes, que requiere de una planificación a tiempo y una gran organización para que ese fertilizante llegue a tiempo a las unidades de producción, dispersas en todo el territorio nacional.

Por supuesto, con la incuria y la ignorancia con que este régimen socialista del siglo XXI ha tratado a la agricultura durante tantos años, no se puede esperar que aseguren un adecuado suministro de fertilizantes a nuestros agricultores. Por eso el reclamo constante por la falta de insumos en general, por eso lo poco que se ha sembrado muestra signos severos de deficiencias nutritivas y consecuentemente resultará en pobres rendimientos, y quizás la quiebra de muchos productores. Por eso nos embarga una profunda ira cuando algún representante del gobierno habla de que vamos a exportar tal o cual producto agrícola. Qué desfachatez cuando la población de nuestro país muere o se muestra desnutrida por la falta de alimentos.

Sin fertilizantes es imposible producir la cantidad de alimentos que necesitamos para satisfacer los requerimientos de la población.

Junio de 2017

pedroraulsolorzano@yahoo.com

www.pedroraulsolorzanoperaza.blogspot.com

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José Rosario Delgado

Con ese título pensé escribir un artículo cuando el hoy fallecido periodista Pompeyo Márquez (qepd) cumplió sus 95 años, pero lo que se deja para después nunca se hace. Pompeyo, amén de su eterna lucha política de 81 años, como él lo decía, fue esencialmente periodista y así se mantuvo, en este oficio, hasta el último día de su vida, pues estaba muy activo en la red social Twitter, eventualmente en “Tal-Cual” y una vez a la semana en la esmirriada ¡Últimas Noticias!

Como afortunado venezolano que aprendí a leer muy temprano, gracias a abuelos y tíos, pude desde bastante carajito meterme en la lectura de periódicos y revistas, los cuales adquiría en la Plaza Pérez Almarza, Sastrería “El Gallo”, de Don Martín Hernández (qepd), vecino de El Limón, siendo yo apenas un adolescente estudiante de la ETI-Maracay. Don Martín decía que yo era “el único muchacho” que compraba el periódico para mí; o sea, que no era un “mandado”.

Bueno, además de “El Nacional”, mi diario preferido, Don Martín me guardaba clandestinamente la “Tribuna Popular”, que era un periódico de exquisita y atrevida lectura, pues estaba prohibido en los primeros años de la verdadera Democracia venezolana. Metido por dentro de los pantalones, muy emocionado, traía mi ejemplar y algún encargo que me hacía el sastre para sus amigos o clientes de El Limón.

Todo su contenido era interesante por lo secreto, pero los artículos de “Santos Yorme” estaban revestidos de un gran atractivo por la riqueza en estrategias de lucha social y el encanto de la prosa de Pompeyo, a quien luego conoceríamos personalmente durante las reuniones previas a la fundación del Movimiento Al Socialismo (MAS), en las huelgas textileras donde siempre estuvo de cuerpo y pensamiento presente y, por supuesto, en el ejercicio profesional.

Si bien es cierto, repetimos, que la lucha política fue su fuerte durante toda su Larga y fructífera vida, rescato y reivindico su trabajo periodístico que nunca abandonó y todo lo que pensaba lo escribía para su beneplácito y satisfacción de los lectores, en oficio que desplegó también en el Diario “Punto”, a comienzo de los ’70, donde contribuyó a la formación de una gran cantidad de aguerridos periodistas egresados universitarios, aunque algunos de ellos, desgraciadamente, apoyaron y apoyan a este esperpento de “revolución” y a su malparía prostituyente.

Alguien debería darse una paseadita por la trayectoria de Pompeyo Márquez periodista y poner ante los ojos de las nuevas generaciones de comunicadores el objetivo de la Comunicación Social, que no es sólo repetir y repetir transcriptivamente lo que otros dicen y desdicen para coger cámara y centimetraje sin dejarle nada al periodista ni mucho menos a la mente del destinatario del instrumento de lucha, la artillería del pensamiento.

En los últimos días de Pompeyo podíamos leer en sus artículos que un hombre como él, formado y forjado para la lucha por la libertad y la democracia, ya en las postrimería de su vida quería vivir y morir en libertad y en democracia, por lo cual es necesario reforzar las protestas y las manifestaciones en contra de este gobierno forajido, malandro.

Honor y Gloria a Don Pompeyo Márquez, “Santos Yorme”. Paz a su noble alma…

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Juan Luis Sosa

1.- ¿Quién esta legitimado para solicitar el antejuicio?

La Sala Plena del TSJ no debió ni siquiera considerar, mucho menos admitir el escrito del Dip. Carreño (un solo diputado) donde se solicita el antejuicio a la Fiscal LOD, entre otras razones, porque un diputado no tiene legitimidad para presentar dicha solicitud:

i. Ningún ciudadano, así como ningún diputado tiene la cualidad o la legitimidad necesaria para acusar y solicitar el antejuicio contra los altos funcionarios de los Poderes Públicos. En el proceso de remoción de las altas autoridades, deben NECESARIAMENTE intervenir varios órganos y entes de varios Poderes del Poder Público. En todo caso, siempre participan el Poder Ciudadano, el TSJ y la Asamblea Nacional.

El Diputado Carreño introdujo un escrito que sólo puede entenderse hecho como un ciudadano y no en su carácter de diputado, ya que un solo diputado no compromete la voluntad del Poder Legislativo, mucho menos cuando el propio TSJ tiene limitadas las funciones de la Asamblea Nacional por un –supuesto- desacato. Entonces, ¿la voluntad general de la AN no se configura legalmente, pero un solo diputado puede accionar un procedimiento de este tipo sustituyendo un Poder Público?.

ii. La legitimidad puede recaer en quien ejerza el cargo de Vicefiscal, como lo señala la Ley Orgánica del Ministerio Público en su artículo 25 (5): “(…)Cuando el acusado o acusada sea el propio o la propia Fiscal General de la República, la representación del Ministerio Público será ejercida por el Vicefiscal o la Vicefiscal General de la República o, en su defecto, a quien designe la Asamblea Nacional por la mayoría absoluta de sus integrantes”.

iii. La legitimidad pudiera recaer en el Consejo Moral Republicano como órgano de expresión del Poder Ciudadano. Para lo cual se requiere que el asunto haya sido tratado por dicho órgano, debiendo hacerse previo a cualquier decisión, un procedimiento que garantice el derecho a la defensa y donde se escuchen las partes y los alegatos. Sólo después de esto pudiera el CMR elevar una solicitud de antejuicio ante la SP del TSJ.

2.- ¿Quién tiene la competencia de remover a la Fiscal LOD?:

La Asamblea Nacional es la única habilitada constitucional y legalmente para remover a las máximas autoridades de los órganos que componen el Poder Ciudadano. Veamos que dicen las normas:

i. El artículo 279 constitucional TAXATIVAMENTE señala: "(...) Los y las integrantes del Poder Ciudadano serán removidos o removidas por la

Asamblea Nacional, previo pronunciamiento del TSJ, de acuerdo con lo establecido en la ley".

ii. El artículo 22 de la Ley Orgánica del Poder Ciudadano establece: “Los integrantes del Consejo Moral Republicano serán removidos o removidas de sus cargos por la Asamblea Nacional, previo pronunciamiento del TSJ en sala Plena, que declare que hay mérito para su enjuiciamiento”.

iii. El artículo 22 de la Ley Orgánica del Ministerio Público indica: “Remoción - El Fiscal o la Fiscal General de la República podrá ser removido o removida por la Asamblea Nacional, con el voto favorable de la mayoría absoluta de sus integrantes, previo pronunciamiento del Tribunal Supremo de Justicia en Sala Plena, conforme a lo dispuesto en la Ley Orgánica del Poder Ciudadano”.

3.- Algunas consideraciones:

i. La Sala Plena sólo debe pronunciarse –previamente- sobre si hay o no méritos para el enjuiciamiento de las altas autoridades de los Poderes Públicos, en este caso de la Fiscal General LOD.

ii. Está suficientemente claro, que la acusación no corresponde a una persona, ciudadano o diputado, sino a la actuación de un órgano o ente del Poder Público Nacional, que tenga la competencia para ejercer dicha pretensión o solicitud.

iii. Es la ASAMBLEA NACIONAL quien puede determinar la remoción o destitución de la Fiscal General LOD.

iv. En el procedimiento en sala plena DEBEN INHIBIRSE de conocer de la causa los magistrados de la sala constitucional y los magistrados de otras salas conocidos como los magistrados express, nombrados por la AN saliente a finales de dic de 2015; ya que la Fiscal solicito la nulidad del acto por el cual fueron nombrados. Y en el caso de los magistrados de la SC, por la solicitud presentada por la FG LOD ante el Consejo Moral Republicano para solicitar su remoción. Entre otras actuaciones y decisiones que dejan claro que estos magistrados no son imparciales respecto a LOD.

v. ¿Por qué lo hacen? ¿Qué buscan?

El TSJ busca pagarse y darse el vuelto nuevamente. Es decir, la verdadera intención es salir “a como de lugar” de la FG LOD, por sus actuaciones contrarias al TSJ y al Ejecutivo. Por ello, admiten una solicitud sin legitimidad y dan curso a un procedimiento a todas luces inconstitucional.

Está claro que lo que buscan es utilizar nuevamente a la Sala Constitucional, para que una vez la Sala Plena diga que si hay méritos para enjuiciar a LOD, entonces, la SC disponga nuevamente que ellos TOMARÁN las competencias de la Asamblea Nacional y resolverán la remoción de la Fiscal LOD, aduciendo el desacato de la AN.

Es decir, los propios magistrados mal designados, esos mismos que no tienen las credenciales mínimas necesarias para ser magistrados, los que han roto el sistema constitucional con sus sentencias, los que vulneran la forma de Estado y de Gobierno establecida en la Constitución, los que atentan contra la democracia y están al servicio del ejecutivo, esos son los que quieren a LOD fuera de sus funciones, ya que ella representa un grito en defensa de la Constitución, y la fuerza del pueblo de Venezuela que quiere Paz y Democracia.

Luego, la propia sala constitucional podría decir que al estar en desacato la AN, ellos declaran la omisión legislativa y directamente nombran a un nuevo o nueva Fiscal General, quien renunciará el día antes a su militancia en el PSUV. O quizás dejen ese nombramiento a la Asamblea Constituyente que quieren instaurar sin consultarle al EPueblo y con un método electoral inconstitucional e ilegitimo.

Esto no es Chavismo es Madurismo, e insiste en cerrar toda posible salida de la crisis democrática e institucional.

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Luis Manuel Aguana

En realidad esta era la nota que iba a publicar cuando se atravesó la MUD con lo del 333 y el 350. Tuve que apartarla por considerar prioritario publicar mi anterior nota (http://ticsddhh.blogspot.com/2017/06/y- … l-350.html) y aportar para crear opinión en relación a ese tema porque, aunque ustedes no lo crean, aun existe mucha confusión, en especial en aquellos que tienen la responsabilidad de indicarnos el camino. Y cuando ellos por flojera o incompetencia -más de lo segundo que de lo primero, salpicado con mucho de colaboracionismo- deciden en favor de lo que grita la galería, este barco donde vamos todos va directo al precipicio. Y eso es lo que creo que también nos está pasando con el caso de la Fiscal Luisa Ortega Díaz.

La primera impresión que tuvimos todos cuando la Fiscal declaró la ruptura del hilo constitucional con las famosas sentencias 155 y 156 de la Sala Inconstitucional del TSJ, fue que era una trampa del régimen. Pero en la medida que fueron pasando los días y los pronunciamientos adicionales del Ministerio Público, se fue poco a poco develando otra cosa que podría cambiar el curso político del país.

Es claro que la Fiscal no está descubriendo el agua tibia con las irregularidades de este régimen delincuente, en especial cuando la titular de la acción penal anda suelta por su cuenta, con todos los años de mora que solo puede tener un régimen que se ha enriquecido a costa del hambre y la muerte de los venezolanos. ¿Cuántos secretos y expedientes tendrá Luisa Ortega Díaz por cada alto funcionario del régimen en las gavetas de su escritorio? Eso me hace recordar el caso del primer Director del FBI norteamericano, J Edgar Hoover, quien sabía los secretos a todos los políticos de Estados Unidos, lo que lo hacía un hombre muy poderoso y sumamente peligroso. Este sorpresivo giro de la gestión de la Fiscal tiene un indudable objetivo político que el régimen difícilmente le va a tolerar. Pero es un riesgo que vale la pena correr si en ello se juega el Poder.

Luisa Ortega Díaz parece ser la cabeza visible de un movimiento que esta “rescatando” las banderas olvidadas -pero no muertas- de lo que pudiéramos denominar el “chavismo originario”, algo que en algún momento se calificó como el “chavismo sin Chávez”, que está aprovechando una oportunidad única que les está dando el régimen para reagruparse alrededor de una bandera: la defensa del “legado” del Comandante Eterno y Galáctico Hugo Chávez Frías, la Constitución de 1999. Como extraordinario beneficio colateral están obteniendo el apoyo de la ciudadanía opositora que se niega a vivir en comunismo, esto es, prácticamente todo el país.

En una jugada política muy audaz, la Fiscal coloca al régimen contra las cuerdas favoreciendo las posturas opositoras, causando que la MUD apoye su reciente “conversión”, lo que la transforma de la noche a la mañana en un factor político aglutinante de los dos polos que se disputan el poder en contra del régimen, poniendo sobre la mesa a su favor algo que la oposición oficial no tiene: el apoyo de factores militares afectos al chavismo originario “cuatrofebrerista”.

Esta movida está dejando sin piso político a los presuntos precandidatos opositores, quienes muy a su pesar no les ha quedado otra que apoyar las acciones de esta funcionaria, que en la práctica es la responsable directa de todos los presos políticos que existen en el país, en especial el primero de ellos, Leopoldo López.

Pero también le ha dado nombre al “chavismo originario”, quienes se encontraban en vías de extinción frente a los talibanes castristas del régimen, adoradores de Cuba, y cuya existencia terminaría con la eventual aprobación de una nueva constitución.

Esta división en las filas del PSUV en la práctica aumenta la oposición a las pretensiones del régimen de aprobar una nueva constitución pero también crea una situación inesperada: la viabilidad de una transición conjunta oposición-chavismo que saque fuera del juego a Maduro y a los castrocomunistas, con un interés de negociación común: la preservación de la Constitución de 1999.

En la coyuntura tan desesperada en que se halla el país, nos encontramos en la situación absurda de que es preferible defender lo indefendible, que es una constitución que hace inviable el desarrollo como lo es la de 1999, sostenida por aquellos que nos llevaron al caos del chavismo en 1998, aliados con quienes lo protagonizaron, para salir de la delincuencia organizada que tiene secuestrado el gobierno y todas las instituciones del Estado. En otras palabras, decidir entre el menor de los dos males.

Ante el cuadro dramático que nos dibuja Evan Ellis, profesor del Instituto de Estudios Estratégicos (SSI) del Army War College de Estados Unidos, especializado en la investigación del acontecer latinoamericano, en reciente entrevista con Deutsche Welle, “lo que ocurre en Venezuela no es una cuestión de política o de relaciones internacionales, sino un golpe del crimen organizado de gran escala: un grupo de criminales ha tomado control del Estado y asaltado su tesorería.” (ver http://m.dw.com/es/evan-ellis-venezuela … a-38722778), al parecer tendremos que transitar por caminos que nunca hubiéramos considerado posible (recuerden esta frase que he mencionado antes en el blog: “politics makes strange bedfellows”).

Los próximos días serán cruciales para la definición del rumbo político del país. No queda duda que Ellis tiene razón al indicar en esa entrevista que la “gobernanza y el orden globales exigen que, independientemente de lo que pase, los funcionarios del Ejecutivo de Maduro sean procesados judicialmente con toda la dureza de la ley por haber saqueado las arcas del Estado, por haber violado los derechos humanos de su población y por haber pisoteado la Constitución Nacional.”. No se van a ir lisos pero tampoco sin llevarse a mucha gente por el medio. Es por eso que la Fiscal jugará un papel tan importante como lo jugó Vladimiro Montesinos en la salida de Alberto Fujimori del Perú.

Soy de la idea de sostener –por ahora- la constitución de 1999 en aras de la salida del crimen organizado que nos desgobierna, pero de ninguna manera a que esta sea la plataforma que sostenga un nuevo “establishment” de poder entre lo viejo cuarto-quinto-republicano y una nueva República. Esa nueva plataforma nos tocará construirla a los venezolanos después que despertemos de esta pesadilla.

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Soledad Morillo Belloso

A la larga ristra de penares que soportamos hay que sumar dos datos no menores: lo de la Fiscal y, como ya es titular en Radio Pasillo, un descontento perturbador en la oficialidad de las FANB.

Hay funcionarios importantes muy disgustados. La Fiscal habla. Activa. Procede. La rebotan. Insiste. Tiene apoyos. Su accionar puso en estado de shock hasta al mismo Diosdado, quien entra en ecolalia severísima y se desgañita advirtiendo a la señora que le quedan "diitas" en el cargo, porque la Constituyente plenipotenciaria "se la va a raspar". Lo dice con ese verbo de albañal que le es tan natural. Para más INRI, Carreño canta, desafinado, que "Luisa Ortega es una mujer que está loca de remate" porque salió del escaparate. Ella tiene más cartas para jugar. Las saca "despacito". Ella no es un ciudadano común. Es la Fiscal General. Jaque a la estructura madurista. Al rebelarse da oxígeno a la nación, vitaminas contra la anomia. Si matan el Derecho matan a la República. De las frases más cáusticas de estos tenebrosos días.

Lo de los militares es críptico. Entre ellos se entienden. De seguro, Sebastiana, Hernán y Rocío saben leer mejor que yo ese mundo y entender los ruidos de sables. Yo creo que comienzan a alisar el camino de los "salvadores de la patria", a saber, el de los que "un día de estos" van a poner orden en el batiburrillo, si toca. Es tal el desespero de la gente que parte de la esperanza está aún cifrada en los uniformes, aunque ellos hayan sido hasta ahora los malucos. Pero, a destacar, bien se han cuidado el Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea de no mover una bota, un bote o un ala en este reguero de represión y violación de derechos humanos. Que quede claro que ellos no son "milicianos", ni "colectivos", ni "pacos", ni "paracos", ni "guaruras". Ni "milicos" ni "gorilas". Son los de los uniformes pulcros sin una arruga, los de los cuerpos con rigor en el entrenamiento físico y los zapatos que brillan de lustre, los "herederos de las glorias de los ejércitos libertadores". Ellos, los "de estirpe", no son los que pisotean el precepto bolivariano según el cual "maldito el soldado que usa las armas de la República contra su pueblo".

Pero lo anterior, por colorido que luzca en medios y redes, no es lo más importante. Lo crucial es el escenario político dividido en tres definidos grupos: el madurismo, el chavismo y la oposición en unidad democrática. Muchos piensan que madurismo y chavismo es lo mismo. No. Para los genuinos chavistas, los maduristas son traidores a la revolución, sátrapas que se infiltraron y engañaron hasta a Chávez (aprovechándose de su enfermedad), una manga de corruptos traficantes del poder a quienes se les dejó ir demasiado lejos. Ese chavismo se abstuvo o votó en contra en las elecciones presidenciales sobrevenidas post-deceso. En las parlamentarias le sacaron la alfombra a Maduro, con todo y flecos. Ese chavismo sabe que puede sobrevivir (y recuperarse) en un escenario democrático, no en una tiranía como la que quiere montar el madurismo. Claro, el asunto no es tan fácil de "patronar". Pero hay pistas. Hay que escuchar y leer a los líderes de ese chavismo que se descose del madurismo; quieren jugar en el tablero democrático, hacer de la política la guerra sin armas. ¿Hay que coincidir con sus postulados? No. Nunca voté por el chavismo y me le opongo activamente desde 1992. No concuerdo con su visión política, ni con su ejecutoria social y de políticas públicas. Pero en democracia no se trata de pensar todos igual. En democracia cabe todo aquel que respete las reglas, reglas que están en la Constitución de 1999 refrendada en 2007. Ella marca que la soberanía la tiene el pueblo, que sólo él decide quién gobierna. No autoriza a que la soberanía se la chupen mandones.

Para el madurismo el chavismo es el "coco", la oposición es lluvia radioactiva y el pueblo la marabunta. El pavor le llega al madurismo hasta los tuétanos aunque se paseen por sus canales de televisión dándoselas de guerreros caníbales. Están a punta de loperam intravenoso. Ahora se enfrentan a enemigos poderosos y complejos, que clavan aguijones: la AN, la Fiscal General + el Ministerio Público y el Pueblo (con P mayúscula). Por ahora. Al régimen le queda el Poder Ejecutivo (con divisiones internas), el TSJ (coso que se va deshilachando y con un presidente que dice que en ciertos áreas del país "no hay ley"), el Defensor del Pueblo aterrado, aferrado al puesto y gagueando y el más gris Contralor. Y ahí están los uniformados, arqueando cejas y juntándose para "evaluar". En Miraflores le tiemblan a las tijeras de Fuerte Tiuna, no al revés.

Hay puntos a sopesar. Maduro tiene poca plata y tijeras romas. Malo eso. Los modistas políticos del mundo lo ven feo. Malo eso. En los talleres de costura económicos internacionales no le creen ni el bostezo. Malo eso. Los patronadores purpurados ya le pusieron sello de pecador y le muestran el camino al confesionario. Malo eso. Pdvsa no puede ya tapar que se quedó sin hilos, sin botones, sin cierres, sin telas. Malo eso. Dietrich escribe y sus palabras, que destrozan al madurismo, retumban en la intelectualidad de la izquierda mundial. Malo eso. Y si a Maduro se le hubiera ocurrido ir al desfile de la Vinotinto en el estadio olímpico de la UCV, la pita se hubiera escuchado en las antípodas. Malo eso.

Un bigotón calvito es el diseñador de la constituyente-corsé hecha a medida para vestir los placeres sórdidos del régimen. Es un desastre en Economía y Finanzas pero de cálculos electorales sabe. No dibujó el balurdo modelito constituyente. Eso lo hizo otra "persona" muy cercana a Maduro. Al gordito bigotón la idea se le planteó como dilema actuarial. Y armó el "PQC", el "pa' que cuadre". Tantos constituyentes, tantas curules territoriales y sectoriales. Nada de preguntar antes de montar el patrón de la patraña. Si el pueblo habla, no hay vida. El modelito se le manda al CNE, como una orden. El triunfo tracaleado está cantado; la comadre podrá obsequiarle al país en horitas un "resultado irreversible". Pero al traje se le ven el mal corte y las costuras; nadie compra la copia mal hecha. El 85% de rechazo al producto no hay cómo ocultarlo.

Comienzan a estructurarse los rebeldes rojos, a enhebrar agujas, a coserse. Más es lo que no se ve que lo que se ve. Las fuerzas de Unidad Democrática se visten juntas. El pueblo protesta trajeado de bandera. Todos defienden la Constitución. ¡Dedal de oro tricolor!

Mucha tela aún por cortar y coser. No se crea que Miraflores está perdido. No es así. Le quedan decretos, sentencias, bombas, balas, activos por empeñar a prestamistas del bajo mundo. Tiene miedo pero tiene poder. Y cuando no hay escrúpulos el poder es destructivo. Falta mucho para el desenlace. Es tiempo entre descosturas y costuras.

soledadmorillobelloso@gmail.com
@solmorillob

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