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Opinión

Ramón Cardozo Álvarez

En los últimos años ha disminuido la cantidad de jóvenes que asisten a la escuela, al tiempo que han aumentado la mortalidad infantil y la desnutrición. El Estado parece incapaz de enfrentar estos acuciantes problemas.

El 12 de agosto pasado, durante la celebración del Día Internacional de la Juventud, la vicepresidenta Ejecutiva de Venezuela, Delcy Rodríguez, afirmó: "Nicolás Maduro Moros cuida a la juventud como su joya más preciada". Sin embargo, la cruda realidad de la juventud venezolana—invisibilizada en las estadísticas y reportes oficiales—es otra. Múltiples investigaciones de expertos y organizaciones civiles demuestran que los segmentos más vulnerables de la población venezolana son la niñez, la adolescencia y la juventud. Estos grupos carecen de protección y, en gran medida, son víctimas de diversas formas de violencia.

En mayo de 2023, el Laboratorio de Ciencias Sociales (LACSO), junto con el Observatorio Venezolano de Violencia (OVV), presentaron un conjunto de investigaciones agrupadas bajo el título "Violencia contra la niñez y la juventud en Venezuela". Allí aparece como un tema transversal la violencia estructural, la cual ha generado, durante la última década y de manera sistemática y duradera, un impacto muy negativo en la juventud venezolana.

Según la investigadora Gloria Perdomo, compiladora del informe de LACSO, la violencia estructural se refiere a aquellas "condiciones que se imponen, privando a las personas de sus garantías de derechos humanos, como el derecho a la vida, a un nivel de vida adecuado, a la salud y a la protección inmediata en caso de daño y afectaciones". Estas condiciones reducen significativamente la capacidad de la población para enfrentar sus desafíos de manera autónoma y satisfacer sus necesidades humanas básicas.

En Venezuela, la violencia estructural ha sido consecuencia directa del sistema económico, social, político e institucional que ha prevalecido en el país durante las últimas dos décadas. Según Perdomo, las principales manifestaciones de esta imposición han sido la inseguridad alimentaria, las continuas privaciones a las que la población ha sido sometida, el empobrecimiento acelerado y repentino de las familias, la merma de los ingresos y la negación de libertades. La investigadora agrega a estos factores la omisión y, al mismo tiempo, la represión y arbitrariedad como respuestas del Estado ante las demandas de la comunidad.

Pobreza, marginación y exclusión de la juventud

Desde el año 2015, Venezuela ha estado sumida en una profunda crisis económica, política y social sin precedentes en su historia republicana. Esta crisis ha sido categorizada por diversas organizaciones internacionales, incluyendo a la ONU, la FAO, la OEA y la Cruz Roja Internacional, como una "crisis humanitaria compleja”. HumVenezuela, una plataforma independiente compuesta por organizaciones de la sociedad civil que vigila la emergencia humanitaria en el país, estima que, en la actualidad, de una población de 28,7 millones de personas en Venezuela, alrededor de 19 millones (66 por ciento) enfrentan necesidades humanitarias, y cerca de 18,7 millones (65 por ciento) han sufrido la pérdida o el agotamiento irreversible de sus medios de subsistencia, cayendo en la pobreza. Esta catástrofe humanitaria que afecta a toda la población del país tiene en niños, niñas y adolescentes sus principales víctimas, de acuerdo con el estudio de LACSO.

Susana Raffalli, reconocida experta en protección y asistencia humanitaria, destaca que, en la actualidad, aproximadamente 4,8 millones de niños, niñas y adolescentes enfrentan una situación de inseguridad alimentaria severa o moderada, mientras que otros 9 millones están en riesgo de caer en esa condición. Esta problemática es especialmente crítica en el grupo de los niños, ya que en este segmento las repercusiones no solo son inmediatas, sino que también se proyectan hacia el futuro. Según Raffalli, entre un 9 y un 12 por ciento de los niños en Venezuela (lo que equivale a unos 450 mil) padecen desnutrición aguda, y cerca de 600 mil están afectados por desnutrición crónica.

Otro indicador que evidencia los efectos de esta violencia estructural en la niñez venezolana es la Tasa de Mortalidad Infantil (TMi), índice que cuantifica el número de defunciones de niños menores de un año por cada mil nacimientos vivos. Durante el período 2015-2020, la TMi en Venezuela promedió 26,8, lo que representa un crecimiento superior al 70 por ciento en comparación con el período anterior (2010-2015), cuando la TMi fue de 15,4. Estas cifras reflejan un retroceso de 30 años en los avances logrados por el sistema de salud del país para prevenir las muertes prematuras, según lo destaca Gustavo A. Páez, especialista en análisis demográfico, en su estudio 'Mortalidad infantil en Venezuela” (2023).

Respecto a los efectos de la violencia estructural sobre los jóvenes venezolanos, la Encuesta Nacional sobre Juventud de la UCAB 2021, encontró que casi la mitad de los jóvenes con edades comprendidas entre 15 y 29 años forman parte de los dos quintiles más pobres del país. Esta encuesta también puso de manifiesto que entre el 2013 y 2021 el fenómeno de la "doble exclusión” entre los jóvenes sufrió un aumento, al pasar de 23 a 37 por ciento el número de venezolanos entre 15 y 29 años que no estaban inscritos en algún centro educativo ni tampoco insertos en el mercado laboral. Entre el 2015 y el 2020, 880 mil jóvenes entre 20 y 24 años "no continuaron su formación” y 821 mil jóvenes, entre 15 y 19 años, dejaron los estudios.

Muertes violentas de niños, adolescentes y jóvenes

Venezuela viene experimentado durante las dos últimas décadas los más altos niveles de criminalidad de su historia, convirtiéndose en uno de los países más peligrosos de la región y del mundo. Dentro de este contexto ha crecido y se ha socializado una generación de jóvenes venezolanos, con edades comprendidas entre diez y treinta años, que no solo han sido testigos y víctimas de esta extrema violencia criminal, sino que incluso han sido partícipes de ella.

Según los datos proporcionados por el Observatorio Venezolano de Violencia (OVV) y citados por el sociólogo Roberto Briceño-León en su estudio "Las múltiples victimizaciones de los jóvenes y la policía”, entre los años 2019 y 2021 se registraron 6.917 muertes violentas de niños, adolescentes y jóvenes venezolanos. Dentro de esta trágica cifra, 4.265 de las defunciones correspondieron a homicidios, mientras que 2.652 fueron muertes catalogadas como enfrentamientos con la autoridad. A estas escandalosas cifras habría que agregar las 4.446 muertes o desapariciones de niños y jóvenes que no han sido esclarecidas o resueltas y que se catalogan como "muertes en averiguación”. De este grupo, 2.129 (48 por ciento) son niños menores de 11 años.

Según los autores del estudio de LACSO, el impactante número de muertes de jóvenes a causa de enfrentamientos con la autoridad está directamente vinculado con la violencia estructural que afecta a la juventud venezolana. En muchas regiones del país, la pobreza, la marginación y la exclusión social han creado un ambiente propicio para que menores de edad sean reclutados por bandas delictivas armadas y sean introducidos al delito. Como destaca la investigadora Carla Serrano en su contribución al libro, "los símbolos de prestigio que definen su identidad generacional, como los teléfonos celulares, la vestimenta y las redes sociales, no son considerados alcanzables a través del estudio o el trabajo. Esto lleva a que algunos jóvenes sueñen con emigrar, mientras que otros se exponen a las bandas delincuenciales locales o, peor aún, a las redes del crimen organizado. Estas últimas les pueden ofrecer comida, entretenimiento, teléfonos e incluso la tentadora promesa de obtener respeto y poder de manera inmediata, sin necesidad de esperar por un futuro mejor".

Frente a esta tragedia, el Estado venezolano, corresponsable de esta situación, y careciendo de un auténtico plan nacional de protección para la niñez y la juventud, ha optado por una política estatal represiva que se dirige especialmente a los estratos de bajos ingresos del país. Durante el período de 2019 a 2021, los operativos militarizados de seguridad ciudadana arrojaron como trágico saldo la muerte de 2.652 jóvenes, muchos de los cuales han sido denunciados como víctimas de ejecuciones extrajudiciales estatales por parte de organizaciones defensoras de derechos humanos.

Esta sintética radiografía de la realidad de la juventud venezolana permite comprender mejor una de las razones primordiales por las que, entre los años 2017 y 2022, el 50,5 por ciento de las personas que salieron de Venezuela tienen edades que oscilan entre 15 y 29 años (ENCOVI 2022), y por qué esta sangría aún se mantiene en el país.

22 de agosto 2023

https://www.dw.com/es/el-drama-de-ser-joven-en-venezuela/a-66600559?

 6 min


Jaime Rubio Hancock

La Segunda Guerra Mundial planteó un dilema a muchos pacifistas. Por ejemplo, al filósofo Bertrand Russell. El británico se opuso a la Primera Guerra Mundial e incluso pasó seis meses en la cárcel en 1918 por sus opiniones. Pero, como escribió en su Autobiografía, la Alemania de Hitler suponía un riesgo diferente: la alternativa a la guerra no era negociar un acuerdo de paz, sino que el dictador nazi invadiera Europa: “Decidí que debía apoyar lo que fuera necesario para la victoria en la Segunda Guerra Mundial, por difícil que fuera alcanzarla y por dolorosas que fueran las consecuencias”.

Muchos pacifistas han pasado por el mismo dilema desde entonces: ¿se puede ser pacifista siempre? ¿Hay guerras inevitables o incluso justas? Y, en el caso de la invasión de Ucrania, ¿se puede responder a Putin desde el pacifismo?

Solo una paz fría podrá frenar la Nueva Guerra Fría en la que estamos inmersos

Una guerra lleva a otra

El pacifismo parece ingenuo cuando Rusia ha invadido Ucrania y ha amenazado con las armas nucleares. Pero a José Ángel Ruiz Jiménez, director del Instituto Universitario de la Paz y los Conflictos de la Universidad de Granada, esta acusación le parece injusta. Ruiz Jiménez recuerda que el pacifismo va encaminado, sobre todo, a evitar las guerras. Preguntar ahora qué ofrece el pacifismo le parece comparable a la actitud de un paciente que no hace caso a su médico cuando le recomienda que deje de fumar y luego se queja porque tiene cáncer de pulmón.

Andrew Fiala, profesor de Filosofía en la Universidad Estatal de California en Fresno, coincide en que una vez comienza el conflicto “es tarde para proporcionar una solución coherente”. Pero también añade que la crítica a la guerra “no se refiere a ninguna guerra en concreto”, sino “a la estupidez y a la tragedia de todas las guerras”.

En su libro Can War Be Justified? A Debate (¿Puede justificarse una guerra?, sin publicar en español), Fiala sostiene que las guerras “no proporcionan una solución estable a los problemas morales, culturales, políticos e ideológicos subyacentes” y por eso a menudo dan paso a nuevos conflictos: del nacionalismo y colonialismo surgió la Primera Guerra Mundial, que provocó la segunda y que dio inicio a la Guerra Fría, donde está el origen de la invasión rusa de Ucrania. Este filósofo estadounidense defiende la importancia de promover y defender “la resistencia no violenta en Rusia”, que podría ayudar a detener la agresión de Putin y a prevenir la escalada del conflicto. Coincide Ruiz Jiménez, que añade que estas protestas no tienen el éxito asegurado y presentan riesgos, “incluida la cárcel”. Pero “la opción militar tampoco resuelve el problema”.

Hay pacifistas que apuestan por una solución diplomática, como la filósofa Donatella Di Cesare, autora de El complot en el poder: “Es hipócrita enviar armas a Ucrania. O se lucha junto a ellos, enviando tropas, o (y esta es mi línea pacifista) se ayuda al pueblo ucranio a encontrar un acuerdo con Rusia. Lo antes posible”. Di Cesare se definía en una entrevista para Ideas como “pacifista de izquierdas”. Según detalla por correo electrónico, este pacifismo consiste “en el rechazo de una necropolítica”, es decir, “una política que exige la muerte como solución a los conflictos”. En su opinión, “el pacifismo no es una palabra abstracta, sino la necesidad de una política concreta de mediación”.

¿Hay guerras justas?

El pacifismo no siempre es absoluto, como hemos visto en el caso de Russell y como vemos, hoy, en el de Noam Chomsky: el lingüista y activista ha mostrado su oposición a conflictos bélicos desde la guerra de Vietnam hasta la de Ucrania, y critica tanto la invasión rusa como la subordinación de Europa a la OTAN. Aun así, en más de una ocasión ha afirmado que el recurso a las armas puede ser legítimo.

¿Cómo podemos saber si lo es? En las últimas décadas, ha cobrado atención la teoría de la guerra justa gracias al filósofo estadounidense Michael Walzer, que publicó Guerras justas e injustas (1977), dos años después de que terminara la de Vietnam. No es casual: Walzer, igual que Chomsky, procede de los movimientos pacifistas que se opusieron a este conflicto.

Esta teoría “ocupa un lugar central en la reflexión sobre la guerra”, explica por videollamada Alejandro Chehtman, decano de la Escuela de Derecho de la Universidad Torcuato Di Tella de Buenos Aires. Su objetivo es el de evaluar cuándo tenemos derecho a defendernos o a luchar por nuestros valores, y tiene antecedentes en pensadores como Agustín de Hipona, Immanuel Kant y Jeremy Bentham. En resumen, explica Helen Frowe, directora del Centro para la Ética de la Guerra y la Paz de Estocolmo, se considera que el uso de la fuerza ha de ser “proporcionado, necesario y debe contar con probabilidades razonables de éxito”, a lo que se suele añadir la necesidad de distinguir entre militares y civiles.

Los criterios de la guerra justa proporcionan un marco para analizar los conflictos bélicos y pueden ser compatibles con algunos pacifismos. Un ejemplo es el pacifismo contingente, que defiende que “la guerra no está justificada nunca, excepto en circunstancias muy específicas”, explica por correo electrónico Cécile Fabre, filósofa del All Souls College de Oxford. Fabre añade que la reflexión sobre el pacifismo y la teoría de la guerra justa pueden ayudarnos a analizar “cómo debería terminar la guerra de Ucrania” y cuáles son “los términos de paz que podemos considerar razonables”.

Aunque Andrew Fiala considera que esta teoría nos ha dado “un vocabulario moral” para hablar de los conflictos bélicos, también recuerda que es muy difícil que, en la práctica, una guerra respete los principios de la guerra justa. Por ejemplo y a pesar de que la Segunda Guerra Mundial tenía una causa más que justificada, aún seguimos debatiendo sobre si Estados Unidos necesitaba recurrir a las armas nucleares en Hiroshima y Nagasaki. De hecho, Di Cesare apunta, en línea con muchos pacifistas, que “no hay guerra justa en el siglo XXI, en el contexto de un gravísimo peligro nuclear”, ya que no hay distinción posible entre objetivos civiles y militares.

Fiala propone que no nos preguntemos solo si una guerra en concreto es o no justa, sino también “por qué sigue habiendo guerras” y “cómo construir las condiciones para evitarlas”. Si hacemos caso a Steven Pinker, hay motivos para el optimismo. Según explica el psicólogo en libros como Los ángeles que llevamos dentro, vivimos en el momento menos violento en la historia de la humanidad. Quizás no alcancemos nunca la paz perpetua de la que hablaba Kant, pero pueden ayudar la reflexión sobre la guerra y la consideración, cada vez más extendida, de que pocas veces están justificadas.

También ayuda el ejemplo de pensadores como el propio Russell, que continuó defendiendo la paz después de la Segunda Guerra Mundial en libros como La guerra nuclear ante el sentido común (Altamarea). En 1961, él y su esposa, Edith Finch, fueron arrestados durante una manifestación en Londres contra las armas nucleares y se les condenó a una semana de cárcel. Ella tenía 61 años, y él, 89. Durante el proceso, el juez le preguntó si podía comprometerse a un buen comportamiento. Russell contestó: “No, no lo haré”.

23 de agosto 2023

El País

https://elpais.com/ideas/2023-04-24/se-puede-responder-a-putin-desde-el-...

 5 min


Michael Beckley

Xi Jinping y Vladimir Putin tienen 70 años, algo que resulta esperanzador para quienes se sienten preocupados por sus intentos agresivos de reconfigurar el orden mundial. Es probable que la siguiente década o dos traigan cambios en el liderazgo de China y Rusia que podrían influir en volver a establecer relaciones con Occidente.

Pero en el futuro próximo, Estados Unidos y sus aliados enfrentarán una amenaza apremiante: un eje de líderes que envejecen, tienen armas nucleares y a los que se les acaba el tiempo para lograr sus ambiciones grandilocuentes. Si algo ha dejado claro la desventura de Putin en Ucrania es que los líderes autócratas no siempre se desvanecen de manera pacífica.

Los dictadores que envejecen tienen menos tiempo para reconfigurar el mundo y también más recuerdos de ser obedecidos en sus países y ser mal vistos en el extranjero por sus acciones. A medida que el poder se les sube a la cabeza, se vuelven cada vez más represivos y agresivos. Rodeados de aduladores, toman decisiones desastrosas una y otra vez. Empiezan a reflexionar sobre su legado y a preguntarse por qué no han recibido el respeto mundial que creen merecer ni han alcanzado la gloria que pondría sus nombres entre los grandes de la historia. Puede que decidan que no quieren pasar a la historia como una figura meramente transitoria. Estamos ante una combinación volátil: un autócrata con exceso de confianza, ofendido y con prisa.

En sus primeros años en el poder en China, Mao Zedong preveía que sus planes para superar a las potencias capitalistas podrían tomar entre 50 y 75 años. Pero cuando tenía sesenta y tantos años, fue acortando ese plazo y en 1958 inició el Gran Salto Adelante, un plan equivocado para convertir a toda prisa a China en un gigante industrial. Al menos 45 millones de personas murieron de hambre o por otras causas, ya que se descuidó la agricultura en el frenesí por cumplir con sus objetivos. En parte para movilizar a la nación, provocó una crisis internacional al bombardear las islas de Taiwán en manos del gobierno nacionalista chino. De 1966 a 1976, el último intento del envejecido Mao por salvaguardar su gobierno y su legado desembocó en el caos de la Revolución Cultural.

Kim Il-sung de Corea del Norte fue otro líder que actuó con agresividad en sus últimos años. Envalentonado por el desastre estadounidense en Vietnam y su posterior retirada militar de Asia, pasó su tercera y cuarta décadas en el poder yendo de una provocación a otra. De 1968 a 1988, su régimen secuestró un buque de inteligencia estadounidense y a su tripulación; disparó contra una aeronave estadounidense de reconocimiento y mató a sus 31 tripulantes; trató de asesinar al presidente surcoreano en varias ocasiones; asesinó a decenas de funcionarios surcoreanos, así como a la primera dama; bombardeó un avión de pasajeros surcoreano, cuyos 115 tripulantes murieron; y cavó túneles que pudieron recorrer 30.000 soldados por hora para invadir Corea del Sur.

Los dictadores mayores rara vez se apaciguan, ni siquiera están afianzados en el poder. Iósif Stalin salió victorioso de la Segunda Guerra Mundial a los sesenta y tantos años. Sin embargo, en lugar de trabajar con sus aliados durante la guerra, trató de dominar Eurasia y envió una nueva oleada de prisioneros al gulag. Al llegar al poder, Leonid Brézhnev buscó la distensión con Occidente. Pero, tras caer enfermo durante su segunda década en el poder, adoptó una postura más hostil: promovió revoluciones comunistas en todo el mundo, invadió Afganistán en 1979 y desplegó misiles nucleares avanzados contra Europa Occidental, mientras se otorgaba a sí mismo un montón de medallas.

Los autócratas que envejecen no suelen cambiar el rumbo a menos que se vean obligados a hacerlo. Mao no trató de acercarse a Estados Unidos sino hasta después de que el conflicto fronterizo chino-soviético de 1969 hizo evidente que China necesitaba la ayuda de Estados Unidos para contrarrestar a Moscú. El coronel Muamar el Gadafi renunció a sus armas de destrucción masiva en 2003 debido a diversos factores, entre ellos la presión de Estados Unidos. El generalísimo nacionalista chino Chiang Kai-shek reprimió su anhelo de conquistar China continental y el autócrata surcoreano Syngman Rhee renunció a regañadientes a tomar el resto de la península coreana en parte porque temían que Estados Unidos los abandonara.

Lo cual nos trae de vuelta a Xi y Putin.

En lugar de relajarse antes de su jubilación, ambos están decididos a recuperar por la fuerza vastas extensiones territoriales, ordenaron movilizaciones militares masivas, estrecharon lazos con regímenes antiliberales como Corea del Norte e Irán y forjaron sus cultos a la personalidad. Tras invadir Ucrania, Putin se comparó de forma explícita con Pedro el Grande, el conquistador modernizador que fundó el Imperio ruso. La propaganda comunista china describe a Xi como la culminación de una gloriosa trinidad: con Mao, China se levantó; con Deng Xiaoping, China se enriqueció, y con Xi, China será la nación más poderosa.

Ambos han dejado claras sus ambiciones de redibujar el mapa de Eurasia. Putin afirma que Ucrania no existe como un país independiente y da a entender que Moscú debería reunir “el mundo ruso”, un área que, a grandes rasgos, traza un mapa de las antiguas fronteras soviéticas. Las reivindicaciones chinas incluyen Taiwán, la mayor parte del mar de China Meridional y el mar de China Oriental, así como parte del territorio que también reclama India. “No podemos perder ni un centímetro del territorio que dejaron nuestros antepasados”, declaró Xi en 2018.

La diplomacia no logró disuadir a Putin de invadir Ucrania y es poco probable que cambie en algo la obsesión de Xi por absorber Taiwán, que considera esencial para llevar a cabo “el gran rejuvenecimiento de la nación china”. Los dictadores revanchistas no suelen responder por las buenas. Deben ser frenados mediante alianzas de ejércitos poderosos y economías resistentes.

Con este objetivo en mente, Estados Unidos y sus aliados deben acelerar las transferencias de armas a naciones en la primera línea del enfrentamiento, como Ucrania y Taiwán, y forjar un bloque económico y de seguridad para almacenar municiones y recursos críticos y así proteger las aguas internacionales y el territorio aliado. Occidente debe unirse para privar a Pekín y Moscú de cualquier esperanza de guerras de conquista fáciles.

Durante la Guerra Fría, la contención se concibió para frustrar la expansión soviética hasta que la descomposición interna obligara a Moscú a reducir sus ambiciones. Ese debería ser el objetivo actual y puede que no haga falta medio siglo para conseguirlo. Rusia ya está en declive, el ascenso de China se ha estancado y ambos países han despertado la desconfianza de sus vecinos. Estados Unidos y sus aliados no necesitan contener a Rusia y China para siempre, solo hasta que las tendencias actuales corran su curso. Con el tiempo, los sueños de dominio de sus líderes empezarán a parecer fantasiosos y sus sucesores podrían optar por rectificar los predicamentos económicos y estratégicos de sus naciones mediante la moderación geopolítica y la reforma interna.

Hasta entonces, contener a dos dictadores que envejecen no será fácil, pero es la mejor esperanza para limitar los trastornos que causan hasta que queden relegados a los libros de historia.

Michael Beckley es politólogo de la Universidad de Tufts, miembro sénior del American Enterprise Institute y director del programa de Asia del Foreign Policy Research Institute.

21 de agosto 2023

NY Times

https://www.nytimes.com/es/2023/08/21/espanol/opinion/china-rusia-dictad...

 5 min


Humberto García Larralde

Si se ha abusado tanto de la fábula del escorpión que se ahoga por aguijonear a la rana sobre la cual cruzaba el río --“porque está en su naturaleza”--, es porque ilustra lo terco e irracional de ciertos comportamientos humanos. En una situación en la cual la permanencia del régimen depende de su capacidad de simular elecciones creíbles para que le levanten las sanciones en su contra, pero buscando que éstas no pongan en peligro su control del poder, uno esperaría una conducta menos intemperante, que despertara menos ronchas que la mostrada en estos días. Claro, el dilema que enfrenta es, en realidad, insoluble.

Sin embargo, en el pasado, el chavo-madurismo sorteaba disyuntivas parecidas asumiendo posturas de víctima o fingiendo, gracias a la censura y su control de los medios, que estaba cumpliendo con las expectativas que había levantado acerca de sí. Desde esta óptica, por tanto, lucen inconducentes la agresión gratuita del comandante de la Guardia Nacional a factores de oposición, refrendada por el eterno ministro de la defensa, Padrino López, la invitación a sacar a María Corina Machado del estado Trujillo “a coñazos”, proferida por su gobernador, como los ataques violentos de bandas fascistas a partidarios de Henrique Capriles y de la propia María Corina en distintos estados del interior, en ocasión de su gira electoral por las primarias de la oposición.

Ello nos pone en guardia acerca de la ilusión de que, actuando con prudencia, pero pisando firme, la oposición podría forjar un ambiente político que convenciera a Maduro de lo razonable que sería un acuerdo que abriese las puertas al cambio. Se pasa por alto que, para las fuerzas que hoy ocupan de manera excluyente el poder, la “razón” como determinante de su conducta política --en un contexto de reglas de juego compartidas—no es lo suyo.

No podemos perder de vista los fuertes condicionantes de esta conducta, que las han llevado a violentar las normas del Estado de derecho y a ultrajar las garantías del ordenamiento constitucional. Resaltan los intereses económicos que desnudan los análisis de economía política, que ponen de manifiesto el compromiso de factores centrales de poder con el régimen de expoliación en que ha degenerado la “revolución bolivariana”. ¿Cómo explicar las fortunas y ostentosos estilos de vida de tantos “revolucionarios”, en un país en el que las mayorías pasan hambre?

Pero, más allá de la depredación cómplice de los recursos públicos, la extorsión, el saqueo mineral de Guayana y/o el narcotráfico, solemos relativizar el fuerte condicionamiento ideológico con base en el cual también se sustenta tal conducta. Quizás lo hemos desestimado por lo disparatado de muchas de sus ideas, su falta de sintonía con la realidad y su atraso. Es decir, lo despachamos con base en criterios de racionalidad, según los cuales la retórica “revolucionaria” es incongruente y divorciada de la realidad.

Es menester recordar, empero, que una de las funciones básicas de la ideología es la tergiversación de la realidad con interpretaciones sesgadas de las cosas, capaces de refrendar las acciones de quienes se erigen ante las masas como sus grandes salvadores. Incluso la pretensión científica del marxismo se ha visto desmontada, tanto por las inconsistencias y determinismos pétreos de su formulación teórica, como por su permanente reacomodo, ex post facto, donde gobernaba el estalinismo, para que sus acciones fuesen siempre refrendadas por la teoría y ésta no fuese desmentida.

Esta inconsistencia es, por supuesto, notoria en los constructos ideológicos de los que se valió el fascismo. Como bien lo explicó Umberto Eco, en absoluto se fundamentaban en una teoría coherente que sirviese de plataforma a experiencias similares. El fascismo, según él, fue un movimiento oportunista, ecléctico, que se valía de cualquier circunstancia que pudiera ser provechosa para ampliar su poder. Apelaba, como es bien sabido, a lo emocional, a despertar las pasiones a su favor mediante una simbología maniquea que sonsacaba resentimientos y odios invernados para invocar una lucha entre “nosotros”, portadores del bien –la reparación y la venganza--, contra el mal, representada por los “otros” que nos habían agraviado.

Chávez, por supuesto, fue un maestro en esta manipulación. Encontró en el culto a Bolívar, las ilusiones frustradas del rentismo al caer los precios del petróleo, y la percepción clara por parte de las mayorías de que habían desmejorado sus condiciones de vida, elementos para construir esa simbología de confrontación: identificó a un enemigo, responsable de que sus expectativas no hubieren fructificado, y logró erigirse a sí mismo como el redentor que los llevaría a la tierra prometida. Invocó la épica emancipadora con una retórica patriotera que llamaba a reemprender de nuevo la guerra del Pueblo (con mayúscula) contra sus opresores.

Bajo la tutoría de Fidel Castro, reforzó sus discursos de odio con categorías cultivadas por la mitología comunista para “justificar” el desmantelamiento del Estado de derecho “burgués” y aprovechar los recursos del poder para aplastar a quienes, por no asentir sus disparates, eran enemigos contrarrevolucionarios. Maduro no ha hecho sino continuar con esa visión de la política como una guerra, en la que la prosecución de un fin superior –la “revolución”, así sea para revertir las condiciones de vida de la población a las de principios del siglo XX—, justifica los medios (inhumanos) para ello, registrados en los informes de las misiones de observación de los hechos de la ONU y las indagaciones de la Corte Penal Internacional.

Lo insólito es que esta manipulación ideológica pretende hacer de la militarización del país, la violación de derechos básicos y la aplicación del terrorismo de Estado para someter a la población, expresiones de un proyecto supuestamente “redentor” de los pobres y “humanista” (¡!). El fascismo del siglo XXI ataviado ahora de progreso, de “izquierda”.

Por supuesto que son pocos los que todavía creen en semejante absurdo. Podría afirmarse que la repetición incesante de clichés como referente para blindar el apoyo de sus seguidores, resultó en la conformación de una reducida secta que se refugia en una burbuja ideológica cada vez más aislada de la realidad. Pero esa pequeña secta tiene las armas y manipula los tribunales de (in)justicia para absolver sus atropellos, criminalizar las protestas e inculpar a los luchadores sociales de “terroristas”.

Escuchar al comandante de la Guardia Nacional fabricar a una oposición propensa a la violencia, aliada con el crimen organizado como enemigo a combatir y a la que tilda de “ultraderecha” (¡!), nos da una idea del resentimiento extremo, los odios y las perversiones de quienes temen perder el control excluyente –con todas sus prerrogativas—que han disfrutado del país. Y conseguir a su compañero de caverna (Con el mazo dando), Diosdado Cabello, apelando al calificativo de “fascista” para identificar a los que luchan contra la dictadura, nos traslada al mundo de la novela, 1984, admirablemente descrito por Orwell, donde las palabras –producto de la Neolengua impuesta--, significan lo contrario de su acepción original. Proyección de trogloditas, podrá decirse, pero, ojo, ¡”revolucionarios”!

Pero en Venezuela nos enfrentamos a un fascismo de nuevo cuño, que comparte sus prácticas depredadoras con bandas delincuenciales, se alía con gobiernos gansteriles a nivel mundial --del signo ideológico que sean-- para evadir sus compromisos internacionales (entre ellos, la observación de los derechos humanos), y hace un uso extensivo de consignas y categorías discursivas de izquierda para cultivar cierto apoyo “progresista” y cerrar, así, el vulnerable flanco que significaría ser retratados como “reaccionarios”. Las dictaduras, cuando son de “izquierda”, pasan por debajo de la mesa.

En lo que sí no se distingue del fascismo clásico es en su indeclinable vocación de imponerse por medio de la violencia, aupada por discursos de odio en contra de sus detractores, “enemigos de la patria”. “Está en su naturaleza”. Igualmente, solo se pliegan ante una fuerza que los obligue a hacerlo, la única “razón” que reconocen. De manera que la verdad de Perogrullo en la que tanto insisten los analistas es que las fuerzas democráticas no van a ningún lado si no son capaces de construir una fuerza que obligue al chavo-madurismo a “entrar en razón”. Para eso debe servir la movilización política en torno a las primarias y la conexión con las luchas de tantos por reclamar sus derechos a una vida digna.

Pero, además, el discurso democrático tiene que también abrirse a quienes, dentro de las filas oficialistas buscan sustraerse de las influencias suicidas de tanto fascista encapuchado de izquierdoso.

Economista, profesor (j), Universidad Central de Venezuela

humgarl@gmail.com

 6 min


Edgar Benarroch

EL “NUEVO” CONSEJO NACIONAL ELECTORAL

La dirección del Consejo Nacional Electoral (CNE) recién designado, lo único que tiene de nuevo son los nombres, el régimen tiene, de los cinco integrantes, tres que le son incondicionales rodilla en tierra. Esa correlación no es nueva, viene ocurriendo en los últimos veinticuatro años. Lo sensato y deseado sería escoger cinco venezolanos insignes, respetables, idóneos, capacitados y si es posible probados.

Pero bien, es bueno recordar que con esos CNE hemos ganado importantes gobernaciones de Estado y Alcaldías. En el año 2015 ganamos con más de dos tercios de sus integrantes la Asamblea Nacional. Así que esa composición mayoritaria del régimen para nada debe amilanarnos, hemos superado cuestas mucho más altas, y al contrario debe ser incentivo para intensificar la lucha y estar muy atentos.

Una montaña gigantesca de votos no puede ser desconocida por nadie ni por ente alguno y con plena seguridad afirmo que en las próximas elecciones del año que viene inmediatamente, por lo menos la oposición triplicará los votos del régimen y ello será el despertar de un nuevo día cargado de esperanza y optimismo.

El meollo de todo esto, ganar y cobrar, consiste en estar muy bien representado en la totalidad de las mesas electorales del país con gente insobornable y de una sola pieza que tenga en el alma la convicción que la Patria deposita en él la esperanza de un futuro inmediato muy distinto y mucho mejor. Donde estemos bien representados no pasará nunca la trampa, ella ocurre por nuestra ausencia o complicidad ganada de manera inmoral. Por ello mucho ojo con quienes nos representarán en las mesas. Desde ya debemos encargarnos de la selección y adiestramiento del personal que en nombre de todos estará en las mesas electorales y en todos los organismos electorales.

Si estamos atentos y vigilantes, el fraude no pasa y cobramos. Sino estamos nos hacemos cómplice de todas las maniobras sucias del régimen. Tenemos suficientes meses para hacer el trabajo, pero no nos extrañe que el régimen mueva el tiempo de las elecciones, por ello la tarea hay que cumplirla desde ya.

26 de agosto 2023

UN AUDIO

Recibí hace muy pocos días un audio, grabación de una conversación entre generales cubanos, que por la conversación que realizan, estaba Chávez aún con vida, aunque ya muy afectado por la enfermedad que lo llevó a su fallecimiento.

En esa reunión el punto a tratar fue Chávez, Venezuela y Cuba. Uno de los asistentes expresó que era necesario definir si Chávez todavía les era útil y si aún les serviría. La respuesta no se hizo esperar y uno de los generales respondió: creo que Chávez está montado en un plan que llama bolivariano que es muy distinto al de nuestro comandante Fidel; él quiere una suerte de Gran Colombia y nosotros queremos que Venezuela y Nicaragua giren en nuestra órbita y dependan de nuestras decisiones y para ello es necesario manejar la Fuerza Armada y medios de comunicación social de ambos países para luego dominar a esos pueblos y tenerlos bajo nuestra tutela, es un plan “Transoceánico”.

Continuó diciendo, además de Chávez no ser útil para nuestro proyecto, está afectado por una seria enfermedad y por lo tanto propongo traernos para acá y tenerlo en el CIMEG (Centro de Investigaciones Médico Quirúrgicas de La Habana), hablar con los médicos que lo atenderán y ponernos de acuerdo con ellos para resolver lo conducente; y en cuanto a quién después de Chávez, pienso que el que más nos conviene, por lo dócil y fiel obediente, es Nicolás Maduro y se hace necesario apartar del camino a Diosdado Cabello y a Capriles, para lo cual es fundamental que Chávez, en cadena nacional de medios de comunicación, informe al país que en caso de un desenlace fatal de su enfermedad, su sucesor debe ser Maduro.

Todos los asistentes a la reunión estuvieron de acuerdo con lo expuesto y pidieron actuar cuanto antes en consecuencia. Hasta aquí parte de la grabación que entiendo permitirá a todos llegar a algunas deducciones y conclusiones.

Supongo que la referida grabación que recoge la conversación señalada, aparece ahora por las declaraciones del General Hugo “El pollo” Carvajal, suministradas a los servicios de inteligencia de los Estados Unidos, que se corresponde a la letra con lo dicho por él : “Fidel, su hermano Raúl y Maduro saben de la muerte de Chávez”. Además, el General Carvajal presentó documentos, grabaciones, filmaciones y otros elementos con fuerza probatoria.

Lo dicho y acordado por los generales cubanos, especialmente lo referente a Maduro, “dócil y fiel obediente”, será objeto de otra nota. Entre tanto, cada quien llegará a algunas conclusiones y meditará sobre ellas.

22 de agosto 2023

QUISIERA VOLVER A LO QUE ÉRAMOS

Me encontré con un antiguo amigo que teníamos tiempo sin vernos, nos tomamos un café cada uno y empezamos a conversar, para variar, de política. Me preguntó cómo veía la situación y le expresé mi parecer, él me dijo, estoy profundamente arrepentido y adolorido porque voté dos veces por Chávez, pensando que con él venía un verdadero cambio integral del país con progreso nacional y bienestar colectivo y me equivoqué de palmo a palmo, de manera muy irresponsable y eso me tiene desde entonces muy perturbado y ese malestar se agrava con esta gestión catastrófica de Maduro. Ahora quisiera volver a lo que éramos que, con todas las dificultades e inconvenientes de entonces, se vivía mucho mejor y no había persecución por diferencias políticas. Le pregunté a mi amigo si él había analizado, antes de votar, quien era Chávez y que representaba, me respondió que no, solo quería un cambio y pensó que ese era el camino correcto.

Esto le ocurrió a mucha gente que se aventuró a votar por Chávez sin saber quién era, solo por el único afán de buscar un cambio de gobierno y le agregué al amigo, el solo hecho que supieras que era militar ha debido ser suficiente para no votar por él; el militar está hecho y formado para defender y resguardar la Republica, nunca para gobernarla.

Mucha gente pensó en la enfermedad, que ahora sabemos y nos damos cuenta que no era tan grave, y sin ningún análisis y estudio tomó el remedio que le vendieron como útil y adecuado. Nos presentaron un fármaco como bueno para la salud que, sin más consideración, nos consumimos y fue peor, mucho peor, el remedio que la enfermedad.

Siempre debemos pensar y analizar la solución, buscar a la gente preparada, bien equipada, idónea y capaz con un inmenso sentido y convicción de servicio y más en esta honda crisis que confrontamos que es creación exclusiva de este totalitario y déspota régimen que aún tenemos.

El arrepentimiento se felicita porque es una corrección, pero debemos tener muy presente que no podemos vivir de arrepentimiento en arrepentimiento y es necesario depositar confianza en lo probado, en la inteligencia y en la capacidad, como también tener seguridad de un desempeño limitado por la ética y la moral.

Vamos el próximo año, como lo indica la Constitución, a un proceso electoral para elegir un nuevo Presidente, que aspiramos sea NUEVO de verdad, Dios quiera no nos dé razones para el arrepentimiento. Si analizamos bien y votamos bien seguro nos irá bien.

19 de agosto 2023

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Eddie A. Ramírez S.

La semana pasada se conmemoraron 106 años del inicio de operaciones de la refinería de San Lorenzo, en el Zulia. Ese 17 de agosto de 1917 marcó un hito que evidenció el interés de la empresa Shell de consolidarse en Venezuela, después del éxito de la producción de los pozos Zumaque I en el 2014 y del Barroso II en 1922. La misma fue el inicio de un sistema de refinación desarrollado por varias transnacionales, mejorado e internacionalizado por la Pdvsa meritocrática en el período 1976-2002 y arruinado por la Pdvsa roja. Hoy, los venezolanos tenemos que apoyar las gestiones que realiza el equipo de Horacio Medina, presidente ad hoc de Pdvsa, para intentar salvar el complejo de refinación de Citgo, ubicado en los Estados Unidos, que está a punto de perderse por la irresponsabilidad de Hugo Chávez, Nicolás Maduro, Rafael Ramírez y otros.

Después de construir la refinería de San Lorenzo, las transnacionales estuvieron reacias a establecer otras de gran capacidad en nuestro país. En 1918, la Shell construyó una en Curazao y en 1928 otra en Aruba. En esta última, la Standard (Creole) construyó una en 1929. Al respecto, Rómulo Betancourt en su libro Venezuela, Política y Petróleo narra que Ludwell Denny escribió que “temiendo que pueda llegar al poder un gobierno radical cuando muera el dictador Gómez, las compañías británicas y americanas vacilan para invertir sus capitales en refinerías dentro del país”. Sin embargo, en 1931 la Standard (Creole) inauguró una en Caripito

La Ley de Hidrocarburos de 1943 obligó a las compañías a construir refinerías en Venezuela. En 1949, inició operaciones la refinería de Cardón, construida por la Shell, en 1950 la de Amuay, por la Creole, y la de Puerto La Cruz, construida por la Mene Grande. En 1952, la de San Roque por la Phillips, y en 1956 la de Bajo Grande, por la Standard de California; en 1960 la de El Palito, por la Socony. Hubo varias otras pequeñas, entre ellas la de El Toreño, en Barinas y una en Tucupita.

Por otra parte, la producción de petróleo llegó a un máximo histórico de 3.705.000 barriles por día en 1970. Está demostrado que las transnacionales cumplieron una labor positiva No solo realizaron un trabajo eficiente en la producción y refinación, sino en la formación de recursos humanos y actividades de responsabilidad social con las comunidades. Desde luego, en la etapa inicial tienen el pecado de que no respetaron los derechos de la población indígena, de evasión de impuestos y no dieron un trato justo a sus trabajadores.

A partir de 1976, es decir después de la estatización y hasta el 2002, nuestra industria petrolera acondicionó las refinerías para que elaboraran productos de mayor valor y cerró aquellas que no eran rentables. Quedaron operando las agrupadas en el Centro de Refinación de Paraguaná, que incluye las de Cardón, Amuay y Bajo Grande; El Palito, Puerto la Cruz, y San Roque. Para el año 2002, la capacidad total de refinación era de 1.303.000 barriles por día. Hoy, tal y como informan los pocos medios de comunicación independientes que luchan por sobrevivir los embates del régimen, esas refinerías tienen frecuentes accidentes laborales, ocurren incendios y explosiones, y paradas no programadas de las plantas por mala operación y falta de mantenimiento. Hasta el 2002, Venezuela exportaba gasolina y otros productos. Ahora debe importarlos. Pdvsa no presenta su Informe Anual desde el 2016. Desde luego, nunca se construyeron las ofrecidas para Barinas, Cabrutas y Caripito. Tampoco las de Brasil, Vietnam, Nicaragua, Siria y China.

La Pdvsa meritocrática adquirió total o parcialmente 17 refinerías en Europa y en Estados Unidos para garantizar la colocación de nuestros crudos pesados a medida que aumentara la producción, además del alquiler de una en Curazao. Llegamos a tener la posibilidad de refinar en el exterior 1.897.000 barriles por día. Lamentablemente, Rafael Ramírez consideró, torpemente, que no era negocio, ni tenían valor estratégico, por lo que vendió nuestra participación a precio de gallina flaca. Además, por razones políticas ajenas a nuestros intereses, decidió que era mejor tener participación en las de Cuba, República Dominicana y Jamaica, las cuales perdimos.

Hoy solo nos quedan tres refinerías en el exterior, concretamente en Estados Unidos, que pertenecen a Citgo, pero Chávez puso en gran riesgo al expropiar ilegalmente empresas en Venezuela, cuyos accionistas han demandado a Citgo, y Maduro hipotecó porque no le importaba se perdieran. Es decir que perdimos 1.148.000 barriles por día de capacidad de refinación en el exterior.

Salvar a Citgo de los acreedores que existen por culpa de Chávez y Maduro es importante para la recuperación de nuestra economía. Nos permitiría colocar parte de nuestra producción de petróleo e importar combustibles mientras se normaliza la producción interna. La deuda de Citgo llega a unos 22.000 millones de dólares, la mayor parte no achacable a la empresa. La misma está actualmente operando eficientemente y dando ganancias. Liquidarla perjudica a todos los relacionados. Hacemos un llamado a los candidatos inscritos en la Primaria para que redacten un documento dirigido al presidente Biden, al pueblo estadounidense y a los acreedores, en el que expresen que reconocen la deuda mal habida contraída por Chávez y Maduro y que solicitan se posterguen las acciones legales para dar tiempo a que se puedan pagar las deudas correspondientes a la empresa y las de la República.

Como (había) en botica:

Es justo recordar y reconocer el esfuerzo realizado por los empresarios encabezados por Manuel Antonio Pulido y Pedro Rincones, quienes en 1878 establecieron la Petrolia del Táchira, que llegó a extraer petróleo y a elaborar quince barriles por día de kerosén, parte del cual se exportaba a Colombia. Operó hasta 1934.

Mañana 23 de agosto cumple noventa años un venezolano excepcional. Es de los predican, practica y defiende a capa y espada los principios y valores de nuestra civilización. Por ello renunció a cargos importantes y escribe diariamente fustigando la corrupción y realiza campañas para formar buenos ciudadanos. Mi reconocimiento al querido geólogo Gustavo Coronel.

¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

eddiearamirez@hotmail.com

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Patricia Esteban

La nueva edad de oro de los viajeros del espacio encierra un negocio multimillonario: la explotación de los recursos celestes. Un estudio de 2018, citado por la Agencia Espacial Europea (ESA) en el documento ESA Space Resources Strategy, augura ingresos de entre 73.000 y 170.000 millones de euros hasta el año 2045. En un futuro más cercano, la NASA quiere que el hombre y, esta vez, la mujer vuelvan a pisar la Luna en 2025. Después, el agua de los polos lunares y otros minerales serán imprescindibles para las bases permanentes. Más adelante, la tecnología podría abrir una nueva ruta de la seda para comercializar con tesoros como el helio-3 (componente estrella de la fusión nuclear). Estados Unidos, por un lado, y Rusia y China, por otro, lideran una carrera más veloz que la regulación internacional. Los expertos advierten: sin un orden, la galaxia puede convertirse en el salvaje Oeste.

La primera duda legal sobre el aprovechamiento de estos recursos es la de si los Estados o las compañías privadas pueden adueñarse de ellos. Los tratados internacionales en vigor (aprobados en plena Guerra Fría) prohíben la apropiación nacional del espacio ultraterrestre, de la Luna y de otros cuerpos celestes. Según el Tratado del Espacio de 1967 (el marco internacional básico), explica Víctor Barrio, asociado sénior en Hogan Lovells, “no pertenecen a nadie”.

Sin embargo, esto no implica necesariamente que esté prohibida la explotación de sus recursos naturales. Rafael Harillo, abogado especialista en derecho espacial, define así la situación: “El mar es de todos y los peces de quien los pesca”. Una visión que no es del todo pacífica. Como expone Efrén Díaz, responsable de las áreas de tecnología y de derecho espacial del Bufete Mas y Calvet, el espacio exterior es de incumbencia de toda la humanidad, pero habrá que ver hasta qué punto los tratados internacionales permiten la patrimonialización de todo o parte de este y de sus astros “pues sigue en vigor el principio de no apropiación”.

Los problemas surgen cuando se pasa de la teoría a la realidad: “Y eso va a suceder enseguida”, augura Harillo. Tanto la NASA como China planean levantar hogares permanentes en la Luna para los que se necesitarán agua, minerales (como el regolito para la construcción) y fuentes de energía como el helio-3. Para amparar la minería de asteroides, los países mejor posicionados se han lanzado a legalizarla unilateralmente. Estados Unidos rompió el hielo en 2015 con la aprobación de la conocida como Asteroid Act, que permite a sus nacionales obtener licencias para comerciar con estos recursos. Siguiendo su estela, Luxemburgo blindó por ley estas actividades en 2017. Más tarde, se han sumado otros países como Emiratos Árabes Unidos y Japón. España, pese a ser un actor destacado en la industria, carece de una ley espacial nacional. Un hándicap que, según la presidenta de la Asociación Española de Derecho Aeronáutico y Espacial (AEDAE), Elisa González, debe solventar la recién creada Agencia Espacial Española.

Acuerdos bilaterales

El espaldarazo definitivo a esta corriente más liberal, opina Víctor Barrio, “ha venido por los acuerdos bilaterales Artemisa” [diosa helena de la caza y hermana melliza de Apolo] que la NASA ha firmado ya con casi una treintena de socios internacionales para que participen en las próximas misiones a la Luna. Los pactos, que son una clase de guía sobre la cooperación en la exploración del espacio, contemplan y justifican la extracción de recursos por no constituir “intrínsecamente apropiación nacional”, indica el experto. España se convirtió el pasado mes de mayo en el vigésimo quinto país en unirse al bloque.

Y es que, agrega Harillo, esta regulación consensuada “está sumando más voluntades que el Tratado de la Luna de 1979″. Dicho acuerdo, indica Elisa González, fue ratificado apenas por una veintena de países y dejó sin resolver el régimen de uso de los recursos en el satélite terrestre, que el citado instrumento considera patrimonio común de la humanidad. De él huyeron las grandes potencias espaciales porque prevé la “participación equitativa” de todos los firmantes en los beneficios obtenidos con su explotación, razona. “¿Es justa esta participación cuando hay un Estado, organización o entidad privada que arriesga mucho capital?”, deja caer la experta.

El bum de la economía espacial está en el horizonte. Ya hay varias compañías pioneras que están apostando fuerte. Algunas han explorado la posibilidad de extraer recursos de asteroides ricos en minerales, como el platino, el oro y otros metales valiosos. Ocurre que son proyectos para los que “siendo optimista” habrá que esperar 20 años, apostilla Víctor Barrio. Lo que sí resulta más cercano, avanza, es la explotación de la Luna, que puede despegar con la próxima década. Entre las múltiples iniciativas enumeradas por los expertos llama la atención la de Green Moon Project, una empresa española que busca desarrollar la agricultura lunar.

El germen de la economía cislunar abre múltiples interrogantes para los que, de momento, no hay una respuesta clara. Uno de los debates más intensos es el de si se debería compensar y cómo a los países sin hueco en este negocio. Víctor Barrio es partidario de crear una tasa destinada a los programas de desarrollo tecnológico que resarza a estas naciones. Una fórmula que rechaza Elisa González: “Toda la humanidad se está beneficiando desde hace años de la tecnología desarrollada por Estados espacialmente activos”.

Mientras se alumbra una nueva norma internacional, Efrén Díaz subraya la importancia de garantizar un uso responsable y sostenible del cosmos, y apunta: “La insuficiencia de recursos fósiles terrestres puede ser un referente a aplicar en la utilización de recursos minerales espaciales”.

Patrimonio espacial

A medida que la exploración espacial avanza se descubren y alcanzan lugares en otros cuerpos celestes de interés histórico y científico, como la Luna y Marte. Por ejemplo, Base Tranquilidad, el sitio donde alunizó la mítica misión Apolo 11. El suelo conservaría aún los vestigios de las primeras huellas humanas impresas por los astronautas Neil Armstrong y Buzz Aldrin hace más de medio siglo, según atestiguó la sonda Lunar Reconnaissance Orbiter (LRO) en julio de 2009. La protección del patrimonio espacial, apunta Efrén Díaz, abogado del Bufete Mas y Calvet, plantea desafíos legales sobre cómo preservar y salvaguardar estos sitios y objetos, “y garantizar que las actividades humanas no los dañen irreversiblemente”.

El País

https://elpais.com/economia/negocios/2023-08-20/fiebre-del-oro-en-el-esp...

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