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Opinión

Paulina Gamus

El diccionario de la RAE define Genocidio como: «Aniquilación o exterminio sistemático y deliberado de un grupo social por motivos raciales, políticos o religiosos». Para no remontarnos a la historia lejana recordemos a los mayores genocidas del siglo XX cuyas motivaciones encajaron en esta definición: Adolfo Hitler asesinó a millones de seres humanos, incluso niños, por ser judíos, eslavos, gitanos, homosexuales o comunistas. Iosif Stalin y Mao Zedong prefirieron acabar con la vida de millones de sus compatriotas con un método mucho menos sofisticado: el hambre. En el siglo XXI el genocida que se nos viene a la mente es Slodoban Milosevic, dictador serbio entregado por la justicia de su país al Tribunal Penal Internacional de La Haya, acusado de crímenes contra la humanidad en la guerra en Kosovo.

A la luz de lo ocurrido con el terremoto del 20 de febrero de este año 2023, que asoló varias ciudades de Turquía y de Siria y que acabó con las vidas de decenas de miles de personas (quizá nunca se sepa el número exacto) habría que agregar un nuevo concepto a la definición de Genocidio: «asesinato masivo indirecto como resultado de la corrupción y de la indolencia». Tal es el caso del presidente Recep Tayyip Erdogan, el dictador y fundamentalista islámico que gobierna a Turquía desde 2014. En el caso del dictador sirio Bashar al-Asad, se trata solo de agregar una nota más en su carrera de crímenes de lesa humanidad. Si la pérdida de vidas humanas en Turquía por causa del terremoto son imposibles de determinar, en el caso de Siria se parecen a la caja negra perdida de un avión siniestrado.

Parte de la condición genocida del régimen de Erdogan ha sido no enviar ayuda a las ciudades que no lo votaron. En países que no han sufrido un autoritarismo tan cruel y vengativo resulta difícil comprender que un Gobierno pueda mostrar tamaña animosidad hacia su pueblo como ocurrió con la negación de ayuda a la ciudad de Hatay, disidente del régimen. Por añadidura, en un país altamente sismico, el presupuesto de la Presidencia (de Erdogan) para Desastres y Gestión de Emergencias, es 14 veces menor que el de la Dirección de Asuntos Religiosos.

Pero lo más grave e imperdonable ha sido el relajamiento de las normas de construcción antisísmicas. La periodista y escritora Ece Temelkuran nos revela que «en el cuarto de siglo de hegemonía del partido AKP, de Erdogan, centenares de miles de edificios recibieron la convalidación legal desde 2018, con una amnistía urbanística que produjo sustanciosos ingresos a la Administración». Con el pago de una multa, los constructores se saltaban a la torera las normas de construcción antisísmica.

La indignación en la población turca es de tal calibre que, según Temelkuran, «será difícil que el Gobierno y el presidente puedan eludir las responsabilidades que ya se les demandan desde la oposición». Erdogan utilizó la promesa de la amnistía urbanística en este mismo año 2023, con miras a las elecciones de junio próximo. Esperemos que la indignación del pueblo turco ante su descaro criminal acabe con ese régimen oprobioso.

Otro caso indignante ha sido el destierro que el aberrado Daniel Ortega, el führer de Nicaragua y la bruja Rosario que lo manipula en papel de esposa, les aplicó a 222 presos políticos a quienes además del exilio forzoso, privó de su nacionalidad. A eso se sumó la privación de nacionalidad de otros 92 nicaragüenses, entre ellos figuras intelectuales de trascendencia internacional como Sergio Ramírez y Gioconda Belli. Como no le pareció suficiente, los despojó también de sus viviendas y pertenencias. Gioconda Belli, poeta, ha escrito: «No tengo donde vivir. Escogí las palabras…Queda mi ropa yerta en el ropero. Mis zapatos, mis paisajes del día y de la noche. El sofá donde escribo. Las ventanas…».

No menos indignante ha sido el silencio cómplice de la mayoría de los mandatarios latinoamericanos con la respetable excepción de Gabriel Boric quien ha denunciado la aberrante decisión de Ortega y ha ofrecido nacionalidad chilena a los desnacionalizados.

Igual gesto ha tenido España. En este caso viene a mi mente el recuerdo del 12 de octubre de 2016 cuando una turba chavista derrumbó la estatua de Cristóbal Colón ubicada en la plaza del mismo nombre en Maripérez, Caracas. El exabrupto ha sido imitado luego en distintos países y ciudades como parte de esa estupidez de moda que es la cultura de la cancelación. ¡Bravo por España que conserva dignamente sus vínculos con la América que una vez conquistó y colonizó cuando todos los países de Europa que podían hacerlo, conquistaban y colonizaban! ¡Y bravo por la conciencia democrática de Gabriel Boric!

Twitter: @Paugamus

Paulina Gamus es abogada, parlamentaria de la democracia.

 3 min


Fernando Mires

El personaje central de la novela Nosotros de Manuel Vilas (Premio Nadal 2023) es una mujer enamorada de un hombre muerto. De su marido: un hombre que ya no existe más allá de las remembranzas, la mayoría de ellas imaginadas por la viuda. En las palabras de Manuel Vilas, Irene es un ángel del amor. Vive del amor, vive para el amor.

1.

Según Vilas los ángeles existen: son las representaciones humanas del amor. Como todo ángel, Irene es parte de una religión. Una religión no oficial, creada por ella misma, con sus propios rituales y cultos. Una religión en la que el dios es el hombre ausente y como todo dios es invisible pero a la vez está en todas partes, adónde ella vaya, incluso en las escaleras en donde ese dios, su marido muerto, su dios-fantasma, la mira fornicar con otros hombres que actúan en el lugar del amor que no está, algo así como el pan en la liturgia cristiana, representando al cuerpo del sacrificado, y el vino, a su sangre.

Los orgasmos de Irene con sus ocasionales amantes son rituales consagrados al amor perdido, sacrificios de placer ofrendados ante el altar invisible del difunto. O como decía Agustín, a cuyas palabras Vilas recurre a veces: «Dios aparece solo cuando recordamos a Dios». En este caso, es el dios-Marcelo, o Marce como le decía ella. O su marido, como remarcaba, no su pareja como dicen hoy tantos.

La diferencia es importante: la pareja suele ser circunstancial, una relación flexible. El marido en cambio es el hombre consagrado como hombre de una mujer ante la ley judicial y-o religiosa, vínculo valido para todos los tiempos de una vida: en el pasado imaginado sobre una base existente, en el futuro, donde su amor la espera después de la valla de la muerte, y en el presente, tierra de expiación, goce y agonía.

De los tres tiempos, «el presente es el misterio» –dice Vilas– «porque el misterio del tiempo pasado es que fue tiempo presente, y el misterio del futuro es el que vendrá en tiempo presente». Ese tiempo revivido en la memoria, tiempo tan agustino, es el tiempo de Dios o de los dioses. Un tiempo en presente rodeado por un pasado que ya no existe y un futuro que todavía no existe. Un tiempo en ningún caso cronológico ya que es recreado e interferido por el presente al mismo tiempo que el presente actúa como una prolongación del pasado, sea este verdadero o imaginado. Ese es el tiempo del amor. Un tiempo que, para la viuda Irene, solo podía ser vivido como religión pues, si ese no es el tiempo de Dios, es el que más se le parece.

2.

Amor como religión. Ese «como» es importante. No quiere decir que el amor sea una religión. Solo significa que, en algunos casos, puede ser vivido como religión cuyo dios no aparece nunca como sí mismo sino en sus múltiples formas y modos de representación. Un Dios ausente de las cosas y a la vez presente en cada cosa. O todavía más: un Dios que solo se hace presente en su ausencia.

Sin la ausencia de Dios, en efecto, no existe el llamado de Dios. Como el amor, el dios de Irene aparece como un medio para enfrentar la ausencia de un sujeto del amor. El amor, para ella, es el recuerdo revivido pues solo recordamos lo que no está. De otra manera no rendiríamos culto a Dios. Mediante el culto, revivimos la presencia del dios. Y el culto en la vida de Irene está formado por objetos, ornamentos. Pueden ser relojes Cartier o Rolex, nunca Casios («los relojes de oro miden el tiempo de los dioses, los relojes de plástico miden el tiempo de los sirvientes», dice Irene), muebles carísimos, nunca Ikea, lujos exorbitantes y, por cierto, peregrinajes a lugares sagrados: en el caso de Irene a las playas mediterráneas, las que en su imaginación de viuda amante ocupan el lugar de la Tierra Santa de los cruzados, de Santiago de Compostela para los peregrinos, de Roma para los papistas, de la Mekka para los islamistas.

Allí, en esos hoteles donde estuvo (a veces solo en la imaginación) con su marido, lleva a cabo Irene sus lujuriosos ritos de amor, donde los hombres (y cuando faltan, las mujeres) son vestales de las que se sirve para conmemorar el amor al difunto. Así fue como en esa orgía de ritos millonarios me fue inevitable no recordar el siempre sugerente ensayo de Walter Benjamin titulado Capitalismo como religión.

En los símbolos del capital, los billetes impresos con personajes famosos, en los bancos que parecen templos, en la propaganda que incita el clamor de los sentidos, descubrió Benjamin que la razón del éxito del capitalismo no residía solo en su capacidad para explotar la fuerza de trabajo, sino en su simbología, en su exaltación del lujo, en la conversión del tener, en poder, y del poder, en objetos simbólicos de poder a los cuales rendimos cultos que, sin darnos cuenta, practicamos a diario, aunque sea yendo de shopping, o vitrineando por las calles, mirando objetos de consumo como si fueran obras de arte.

Irene, hija de millonarios, también honra al capitalismo, pero no lo convierte en religión. Más bien lo pone al servicio de su dios personal, el marido que murió en un accidente. No sé si Vilas leyó a Benjamin, pero hay en su novela palabras que podrían ser del atormentado filósofo. Por ejemplo: «El lujo es una forma de protección contra la estupidez de la vida social, contra el vacío de todas las ideologías de la historia».

El lujo de las vestimentas, de los zapatos, de los relojes, de las joyas, de los muebles, de las habitaciones de hotel, protegía a Irene de la atroz desnudez de su vida. Su locura que, como descubrió su inteligente psiquiatra, era una forma, un medio para protegerse de otra locura: la peor de todas: la locura de no ser nada. «Estás enamorada de la fantasía de vivir, mi muchachita valiente», le explica el médico. Una forma elegante de decir: la fantasía de la vida te salva de la fantasía de la muerte. Por eso también el psiquiatra la nombra como a «mi Quijota». Podría haberle dicho también, mi santa Teresita de Jesús, quien desde la oscuridad de su convento escribía versos profanos a su amor que era Dios y a su Dios que era su amor:

Vida, ¿qué puedo yo darle

a mi Dios, que vive en mí,
si no es el perderte a ti
para mejor a Él gozarle?
Quiero muriendo alcanzarle,
pues tanto a mi Amado quiero,
que muero porque no muero.

3.

Irene amaba de verdad a «su hombre», como Teresa a su Dios. Escribo «su hombre» entre comillas, porque ese hombre, su hombre, no era exactamente el hombre con el que había vivido, sino más bien una recreación artística que tenía muy poco que ver con el hombre existente y real que había sido Marce. Más que una idealización en extremo, Marce era, o llegó a ser, una invención personal e inconsciente de Irene, un resultado del abismo al que había sido llevada «gracias» a la muerte súbita de Marce. Ese resultado era el sustituto, no de Marce, sino del amor, no a Marce, sino del amor del que Marce también había sido solo una simple representación del mismo modo como los amantes hoteleros de Irene, eran la simple representación de Marce. Podría haber sido otro. O algo otro. Lo importante es que tanto en cuerpo como en alma, Irene percibía que sin ese «amor constante, más allá de la muerte» (según los versos de Quevedo) no podemos vivir.

Sin amor no somos nada. No es la existencia la que da sentido al amor sino el amor es el que da sentido a la existencia. O como dice Vilas: «No basta con saber que el amor existe. Hay que creer en él. Mucha gente no cree en el amor porque el amor exige un reino de destrucción, de miedo y de pánico». Como en toda religión, en la del amor, el amor puede ser también un dios muy cruel. Pero a la vez, ese era el razonamiento de Irene, de una crueldad sin la cual no podemos vivir, aunque ese amor esté situado, según Quevedo, «más allá de la muerte».

Más allá de la vida sería la frase exacta. Ese amor a la vida que según Vilas es el amor atávico, disolvente, primitivo. El amor del Ello, no del Yo, diría Freud. Ese amor que «se lleva por delante toda construcción humana, incluso la justicia, que es la construcción humana más solemne y menos agria». Razón mediante la cual Irene, al construir la memoria de Marce, la deconstruye. El breve lapso que vivieron juntos lo transforma en largos años, y el accidente que le quitó la vida, lo convierte en larga agonía, es decir en vida, porque la vida será siempre agonía. Si lo miramos bien, no tanto una locura sino una estrategia mental muy racional. Creo que debo explicar lo que he dicho.

Todos, unos más, otros menos, somos tributarios del pasado. En algunos casos, ese pasado es, o lo vemos, como amenazante, incluso tortuoso, de modo que para vivir en presente tenemos que «defendernos» del pasado. En esa línea defensiva hay tres alternativas: la primera, lo enfrentamos, con el peligro de ser derrotados y así padecer bajo su peso. La segunda, lo olvidamos, lo damos por inexistente, pero con ello nos convertimos en fantasmas (zombis) ya que un ser sin pasado no puede transitar sobre el pavimento del presente. La tercera posibilidad es la de modificar al pasado, aun sabiendo en nuestro fuero interno, que eso es absolutamente imposible. Esta última fue la estrategia de la razón de Irene.

En cierto modo Irene pone orden sobre el caos de lo fortuito, de lo accidental. De esa infamia del destino que le impidió envejecer junto a su Marce. Aunque envejecer no era el verbo adecuado para Vilas. Lo sustituye por el de morir. Vista así, la vejez no existe ni para Irene ni para Vilas. Solo existen las cercanías y las lejanías de la muerte. Estar cerca de la muerte es plena vida pues mediante el recuerdo, pensamos en la juventud que sin la muerte cercana es imposible percibir.

Solo piensan en la juventud los que ya no la viven, opina Vilas en uno de sus tantos arranques filosóficos. En fórmula cartesiana podría haber dicho: «muero, luego soy». Y bien, de ese morir-viviendo habían sido privados Irene y Marce. Fue así que, mediante un gesto profundamente religioso, Irene reconstruye la vida de Marce. A su modo lo resucita. Amor genial el suyo, al transformar la defunción en resurrección. Esa es también “la genialidad del cristianismo”.

El cuerpo de Marce ya no existía. Su recuerdo, vale decir, su alma, continuaba viviendo en el cuerpo envejecido de Irene, resucitado y transformado, convertido en amor propio. En amor a sí misma, a su vida y a su muerte. Fenomenología transformada en literatura e incluso en poesía por el escritor español, procedimiento que le permitirá percibir la mismisidad del amor. Ese amor que no es tanto amor al otro, sino a la vida, y como la vida es vivida por uno, a la propia vida.

El amor, bajo la forma del amor al otro, más que amor al otro, es el centro de gravedad (textual) que necesitamos para ser nos-otros. «Nosotros, que nos queremos tanto, debemos separarnos» y al separarnos dejamos de ser nosotros, y nos convertimos en simplemente otros, aún frente a nosotros mismos, como sucedía por momentos a Irene. Por eso ella necesitaba un otro para volver a ser sí misma, un otro que si no regresaba en su cuerpo, lo hacía al menos en la imaginación. «Misión de la imaginación de las viudas es prolongar el pasado, agigantarlo, recrearlo, y si no se puede, porque duró poco, inventarlo». Así dice un enunciado de Vilas. Otro nos dice, «necesitamos del otro porque sin ese otro, nos morimos en vida».

En palabras más racionales, en el amor hay una relación de intercambio donde mediante tu presencia en mi alma entiendo mi presencia en la vida, hecho que a la vez te permite, a través de la vida mía, vivir la tuya. En cierto modo, el amor reposa sobre una relación de interés y de conveniencia como la hay en toda religión.

Un contrato tácito si se quiere, y que más o menos dice así: «Dios, yo creo en ti y tú me proteges del peligro de ser solo yo mismo». Luego, opina Vilas, no es necesario que el otro te comprenda, del mismo modo como tampoco es necesario que yo te comprenda a ti. Basta que yo me comprenda a través de ti y que tú te comprendas a través de mí (¿no es ese también el secreto religioso de toda relación psicoanalítica?) El amor, desde esa perspectiva, será siempre egoísta, pero bajo la condición de que sea asociativo. Expresión de esa asociación es para Vilas el cuadro de Magritte, «los amantes». Ambos se besan, pero no se ven. O se ven solo a sí mismos, hacia adentro, en el beso del otro.

Sin ese otro, mi ego se derrumba y sin ese ego no puedo ni siquiera ser egoísta. A su modo, trastocando su imaginación, Irene rescataba la imagen del otro, la que le permitía volver a ser sí misma, aún al precio de entrar en esa habitación que llamamos locura y que no es más que la protección frente a otra locura: la de la soledad radical del ser frente a sí. «Dormir juntos es una lucha común en contra de la oscuridad de la especie», piensa con su lúcida locura, Irene.

Amor, en sentido platónico es la luz: la luz de la vida. Amor es amar a la vida a través de otro (real, imaginario o simbólico, no importa aquí) que concentra en sí mismo, para ti y para mí, a todo lo viviente que hay en este mundo.

Sobre la literatura de Manuel Vilas he escrito también:

Fernando Mires – VILAS, ELOGIO A LA VIDA

Fernando Mires – MANUEL VILAS, EL SER Y EL TODO

Fernando Mires – AMOR EN TIEMPOS DE PANDEMIA

Twitter: @FernandoMiresOl

Fernando Mires es (Prof. Dr.), Historiador y Cientista Político, Escritor, con incursiones en literatura, filosofía y fútbol. Fundador de la revista POLIS.

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Carlos Raúl Hernández

Joseph Schumpeter es un pensador austríaco que conjuga una perspectiva socialista suave con enorme sentido de la realidad económica, como lo revela su gran obra Capitalismo, socialismo y democracia, útil pese a su olvido (1942). Conjuga economía, ciencia política, derecho, y entre sus grandes aportes, que solemos utilizar sin saber que son suyos, se cuentan la aplicación de la teoría económica a la política, la reflexión sistemática sobre la “destrucción creativa” como factor esencial en la sociedad abierta, la interpretación del emprendimiento y del papel político de las clases medias. Entiende la tecnología como prolongación de nuestros cuerpos que hace milagros, fuerza que destruye y crea puestos de trabajo, factor de conflictos políticos y guerra entre los países, útil aún hoy cuando creíamos que eso pertenecía a la historia. Decía que el “capitalismo no sobreviviría frente al avance del socialismo” aunque no logramos interpretar esa misteriosa, en él, frase de esfinge, que no corresponde en nada con su análisis de entonces ni con la realidad de hoy.

El fundamento del “capitalismo” es la destrucción creativa que incesantemente demuele lo anterior y crea lo nuevo, desbarranca el pasado y por eso es difícil mantenerse al día. Hoy la vigencia de una laptop, por ejemplo, es de menos de dos años, y eso porque las empresas no apresuran el mercado. Se liquida toda una rama de la economía, otra la sustituye, prospera, crea puestos de trabajo, hasta que también cae. Por eso pocas afirmaciones tan insustentables como que “la automatización elimina empleos”. La revolución industrial fue un asombroso proceso de innovación-destrucción masiva de trabajo servil, que en apenas un siglo cambio acabó el antiguo régimen y llevó la expectativa de vida de veintidós años a más de cuarenta. La “revolución tecnológica” de Clinton y Al Gore creó 20 millones de empleos en EE.UU. La tecnología es también factor esencial de la globalización, porque países y regiones relegados se ponen a la vanguardia y superan a los antes predominantes, como vemos hoy con el milagro asiático.

Quienes pasan la vida jugando perinola, sucumben, caso Latinoamérica con políticas telarañosas, valetudinarias y camina como un ciego en la oscuridad. En dos siglos, pasamos del uso del hielo para conservar los alimentos, a la refrigeración; del telégrafo al smartphone, de la lámpara de gas al bombillo incandescente y ahora a las lámparas LED. La televisión pasa de los tubos de vacío al chip. Del disco de vinilo se pasó al CD, desaparecen, y del motor de hélice a la turbina. De la máquina de escribir al procesador de texto. De minitel a la internet, de la fotografía química y el reloj mecánico a los digitales, y luego al inteligente. Schumpeter también aporta como pocos para comprender la función social de los sectores medios, siempre “una variable incontrolable” en política, que desde el siglo XIX hasta hoy asumieron por igual acciones antisistema de izquierda o de derecha, no valoran demasiado la democracia y cambian de un momento a otro a la catástrofe. Mientras los estamentos populares suelen ser pragmáticos en sus decisiones políticas, utilitarios, al decir de Jeremy Bentham, las clases medias operan movidas por criterios moralinos, generalmente irreales, ilusorios.

Por ejemplo, en Venezuela, cambiaron desde posiciones de extrema izquierda irracional antipolítica en 1998 a la extrema derecha irracional antipolítica hoy, y respaldaron procesos autoritarios desequilibrados, locuras de ambos signos consecutivamente, con lo que se autoeliminaron como grupo social y como alternativa. Me producía asombro como defendían y defienden posiciones ingenuas con igual fanatismo e irracionalidad y se arrojaban por el barranco de caudillos para castigar los vicios de la democracia; pero aún más su incapacidad para aprender de la experiencia Schumpeter las estudia sociológicamente. Profesionales, empresarios, profesores, técnicos, intelectuales, burócratas, son los factores más dinámicos de la sociedad, los mejor formados académicamente, motores de los procesos de desarrollo. Son también síntoma de éxito económico, porque significan que la mano de obra se tecnifica y eleva su status. Resultan por lo tanto enormemente valiosos, pero es un error dar crédito a sus opiniones políticas, más ahora gracias a las redes sociales.

La opinión de un insigne neurocirujano sobre geofísica, vale tanto como la de este o de un político sobre medicina y viceversa. Al carecer de experiencia y conocimientos especializados, también carecen de sentido sabio en la disciplina, “piensan políticamente como niños”, dice Schumpeter. Su opinión es emocional, moralina, simple, confrontacional, porque carecen de know how. Aspiran a ser dirigentes porque la política les apasiona y transitan por ella sin saber siquiera como tratar con un mesonero, sin la más remota idea sobre que se debe hacer para ganar una elección, ni enfrentar adversarios avezados, astutos, intencionados, en síntesis, políticos. Sus pretendidos liderazgos, -pienso en Mauricio Macri, Ivan Duque, Guillermo Lasso-, equivale a designar una monjita para administrar un casino en las Vegas. Twitter es el sicoanálisis colectivo de los sectores medios. La inexperiencia aflora intolerancia, impericia, conflictividad, dificultades para rectificar, sordera a argumentos contrarios, para buscar soluciones transadas, no confrontadas, demonización del adversario.

El debate sobre las elecciones automatizadas daría como prueba. Después de veinte años asombra que la bandera de lucha sea regresar a las elecciones manuales, un arcaísmo equivalente a volver al teléfono de disco o pedir que los bancos y las universidades prescindan de las computadoras, porque pueden trampear clientes y estudiantes, con el prejuicio del “fraude tecnológico”. Un “experto” afirma rotundamente y “con plena responsabilidad” que “en ningún país democrático hay voto electrónico”, aunque existe en EEUU, la India, Brasil, Filipinas, Bélgica, Francia, Argentina, Perú, México, Canadá, Holanda, Alemania, Reino Unido, Italia, Bolivia, Ecuador, Colombia, Panamá, Bulgaria, Parlamento Europeo, Estonia, Emiratos (en muchos se implanta parcial o progresivamente). Casi 40% de los electores del planeta votan con máquinas. Cómo respuesta, la ingenuidad vivaracha, el sombrero de copa: “eso es bueno allá, pero no aquí porque el gobierno es tramposo”. Parecieran creer que el fraude apareció en el mundo con los sistemas automatizados. La Ilíada de los secuestros electorales latinoamericanos se escribió con sistemas manuales en México, “la dictadura más perfecta”, por 70 años el arquetipo, sin máquinas de votación. El fraude republicano en Florida contra Al Gore en 2000, fue posible gracias al conteo manual, como se demuestra porque en las mesas adulteradas se contó “con las manos” ¡qué casualidad!

En los países democráticos se vota de las dos maneras. Y para terminar de “calzarse las ideas al revés”, diría Moliere, arrojan “sospechas” sobre quien argumenta lo contrario, vinculaciones oscuras, marañas, sin darse cuenta que patean un aguijón. Para que voten los venezolanos de la diáspora es indispensable que lo organice el CNE en virtud de un acuerdo con el Estado venezolano, porque nadie va aceptar resultados proclamados por una caimanera caótica. Y eso implica derogar sanciones y el no reconocimiento. Las elecciones automatizadas en Venezuela son la mejor noticia para sectores opositores que nunca tuvieron fuerza ni organización para cubrir las mesas electorales, porque la “gracia” abstencionista, los privó de aparato de poder frente a la maquinaria y los recursos del adversario. Gracias a la digitalización, la disidencia obtuvo repetidas victorias, porque los resultados no se pueden cambiar. Piden “un CNE equilibrado” que ya existe, y lo mismo ocurre con las condiciones electorales, pese a que la sumatoria de votos declarada por el CNE les dio victorias, pero han perdido los cargos por no entender la política. Se invocan ilusorias truculencias del CNE y las máquinas para una cosa, pero se aceptará para concurrir a las elecciones nacionales. La insensatez de la postura es tal que parece tratarse de una operación para declarar fraude. De otra manera no se puede entender.

@carlosraulher

 6 min


Ismael Pérez Vigil

Hace unos días circuló un video, que rápidamente se difundió por las redes sociales en grupos de WhatsApp o chats, en el cual, de una manera clara y bastante didáctica, el politólogo John Magdaleno expone sus puntos de vista y las conclusiones de sus trabajos e investigaciones sobre el papel de los procesos electorales en los cambios de regímenes políticos y las transiciones hacia la democracia.

Enfoque de Magdaleno.

El trabajo de Magdaleno en esta materia es intenso y tiene más de nueve años desarrollándose, por ello me dirigí al autor para que me facilitara las referencias de algunos de sus trabajos y les trascribo a continuación el vínculo a uno de ellos: "Una breve introducción a las transiciones hacia la democracia: elecciones tentativas de ciento dos casos de transiciones a la democracia en el mundo". En Democracia y Libre Empresa. Caracas: Fedecámaras (disponible en: https://bit.ly/3y9cNa5)

El video, rápidamente también, reabrió una polémica entre colegas politólogos, que ya tiene, como el tema mismo, algún tiempo discutiéndose de manera académica. No es mi intención involucrarme en la polémica, pero si utilizar la ocasión del video de Magdaleno y la polémica que suscitó, para resaltar algunos aspectos de la situación política actual.

Problemas de una elección.

Fijada la fecha para la realización de la elección primaria que seleccionará al candidato, unitario, de la oposición democrática que participará en las elecciones presidenciales de 2024, la Comisión Nacional de Primaria (CP), además de resolver problemas de técnica electoral para que los venezolanos, que queremos un cambio político en el país nos podamos expresar, tendrá que enfrentar algunos problemas que caracterizan a la situación política actual y que no son tan fáciles de resolver, como paradójicamente, podrían ser los electorales.

Me refiero a la desmotivación política general y la abstención de indiferencia que desde hace años esta enquistada en el país. Agruparé ambos fenómenos en uno solo, asumiendo que la desmotivación −cuyas razones las doy por discutidas y no repetiré− es una de las causas que motoriza a la perniciosa abstención. No es la primera vez que escribo sobre este tema, es una discusión cíclica, como ya he dicho otras veces y por eso no me preocupa volver sobre argumentos y cosas que se han dicho o que he escrito, en ocasiones anteriores, así que me disculpo de antemano con aquellos que tengan memoria suficiente, por repetir algunas ideas.

La abstención.

El de la abstención, como ya he recordado en otras ocasiones, es uno de los fenómenos políticos que menos se ha estudiado a nivel mundial y, particularmente, en Venezuela, donde, además, durante muchos años, no fue un evento significativo. Hoy lo es. Cada vez que se aproxima un proceso electoral surge ese fantasma, que es algo más que un fantasma, es una realidad que comprende desde 1998, más del 30% del electorado, que se ha convertido en una masa inerte, un peso muerto, que puede disminuir levemente en algunas ocasiones o incrementarse cuando la oposición la invoca por razones políticas.

En todo caso, es un fenómeno poco estudiado y en aquellos lugares en los que se ha estudiado, se dice que una de las causas principales para la abstención son los problemas administrativos; es decir, las dificultades organizativas para votar. De allí que en todas partes se hagan considerables esfuerzos para aligerar el proceso. Primero, para procurar que todos los que están en capacidad de hacerlo, que cumplan los requisitos legales, estén registrados, y por eso tanta insistencia en que los padrones electorales, el Registro Electoral (RE) como nosotros lo denominamos, sean lo más exactos posibles y que la gente se registre. Y después, obviamente, facilitar el proceso electoral como tal para que la población ejerza ese derecho: número de centros y mesas asequibles y seguras, material electoral suficiente y fácil de manejar por el elector, sistemas de escrutinio rápidos que reduzcan la incertidumbre, etc.

Vencer la abstención.

Dado lo anterior como resuelto, comienzan a considerarse, en todas partes, sin ninguna excepción, otras dos razones importantes para reducir la abstención o llevar la gente a votar: Primero, tener candidatos y propuestas por las cuales valga la pena movilizarse; y segundo, que la gente confié en que los votos van a ser asignados al candidato y a las propuestas que cada quien decidió. Pero ambas razones, debemos reconocerlo, en el fondo, son razones eminentemente subjetivas. Qué duda cabe que el candidato o la propuesta por la cual se vota o vale la pena hacerlo, es algo meramente subjetivo; pero también es meramente subjetivo el sentimiento de confianza en el proceso. Por eso, por ser subjetivos ambos factores, tienen que tener basamentos empíricos, cosas objetivas que demuestren que vale la pena votar; por ejemplo, un proceso organizado, pero transparente en el que se tenga confianza.

En ese sentido en Venezuela estamos en el peor de los mundos; a pesar de que existen sobradas razones teóricas y políticas para moverse a votar, al evaluar las consideraciones anteriores, hay muchas razones que crean incertidumbre a la hora de movilizarse para hacerlo, sobre todo en una elección primaria, en la cual por definición, estaría motivada a votar solo aquella parte de la población que quiere ese cambio político en el país y ve en la posibilidad de escoger un candidato unitario de la oposición democrática, una oportunidad para hacerlo.

Razones para abstenerse.

Salvado ese primer escollo, entran a jugar las razones de tipo administrativo, que han plagado los procesos electorales en Venezuela; cosas como la alteración del registro, la desconfianza en el órgano electoral, la falta de candidatos o propuestas por los que valga la pena movilizarse, e incluso, perdida de facilidades para votar por cambios de centros, reducciones de los mismos, ubicación en sitios remotos o peligrosos, etc.; por lo tanto, muchas personas, antes de evaluar qué cosas han cambiado en el actual proceso de primaria y esperar por otros cambios que serán anunciados, se preparan para inhibirse de participar.

De allí también que convertir la abstención en una política que sea movilizadora y se distinga inequívocamente de la simple indiferencia, requiere de un esfuerzo mayor y mucho más sostenido que participar. En el caso de la abstención, ese esfuerzo por convertirlo en una política movilizadora, nunca lo hemos visto hacer de manera sostenida, concreta, por parte de aquellos que preconizan o promueven este tipo de políticas, que se pueden hacer prácticamente por rutina.

Indiferencia y abstención.

La indiferencia y la abstención se pueden matizar y analizar de diversas maneras. Por ejemplo, en países desarrollados se trata de justificarla diciendo que la gente se abstiene porque no siente que hay cosas por las que valga la pena movilizarse, que no hay mayores diferencias entre los candidatos; que las opciones y sus políticas son tan similares que, gane uno o gane otro, no habrá mayores diferencias, no hay nada verdaderamente importante en juego en los procesos electorales. Esa afirmación, que es hoy algo discutible en todo el mundo, ¿Es el caso de Venezuela? ¿No hay aquí razones de fondo, realmente importantes, por las cuales valga la pena votar? Desde luego que sí y no las repetiré ahora.

Conclusión.

En los procesos electorales en Venezuela la desconfianza persiste y mina la credibilidad de todos ellos. Ahora nos toca vencer esas resistencias que en parte nosotros mismos creamos y que seguimos alimentando con diversas actitudes, en las que pareciera que solo hay interés en presentar las dificultades obvias, que nos colocan en posición de desventaja frente a quienes controlan todos los poderes, que tiene gigantescos recursos, que lucen todo poderosos y que son el verdadero rival a vencer. No podemos persistir en ese empeño de mirar hacia los lados para encontrar a los culpables de nuestros errores, como conjunto.

https://ismaelperezvigil.wordpress.com/

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Alonso Moleiro

Después de años al margen de la estrategia de la oposición, la política del ala más radical de la derecha encabeza los primeros sondeos de las primarias

María Corina Machado llevaba un tiempo al margen de la estrategia de la oposición venezolana. La política del ala más radical de la derecha se había convertido en una de las voces más críticas contra los movimientos de las fuerzas democráticas en los últimos años. Esa posición a la contra podría beneficiarle ahora. La crisis en la que se encuentra la oposición, aún más desnortada tras el fin del llamado gobierno interino en diciembre, ha colocado a Machado en cabeza de las encuestas para las primarias que se celebrarán en octubre. Una cita clave de la que saldrá el candidato que se enfrentará a Nicolás Maduro en las presidenciales de 2024.

La fundadora del partido Vente Venezuela ha sido en estos años la cabeza más visible del sector más intransigente del antichavismo. Se ha negado a entablar negociaciones políticas con la plana dirigente bolivariana; no ha querido formalizar alianzas con sectores específicos de la oposición argumentando reservas éticas; y ha mantenido un irreductible discurso en defensa de la propiedad privada. Suele llamar “delincuentes” a los miembros de la clase política oficialista y parece convencida de que será imposible concretar un regreso a la legalidad democrática sin que en algún momento haya que recurrir a la fuerza.

El chavismo, como es de suponer, la detesta con especial encono (le ha levantado varios expedientes legales y le impuso la prohibición de salir del país), si bien Nicolás Maduro ha decidido ignorarla en los últimos años. Para el militante chavista de base, Machado es la embajadora de los intereses estadounidenses y las clases altas. También colecciona antagonismos en los sectores más blandos de la oposición, en su mayoría proclives a negociar algunas demandas con Maduro a cambio de ciertas mejoras y estabilidad. Sin embargo, un discurso coherente en el tiempo se ha ganado ahora la simpatía de muchas personas.

María Corina Machado (Caracas, 1967) es ingeniero industrial y tiene una especialización en Finanzas en el Instituto de Estudios Superiores de Administración, IESA, la escuela de negocios más importante del país. La mayor de cuatro hermanas, está divorciada y tiene tres hijos, que viven en el exterior. Mantiene una relación sentimental con el abogado Gerardo Fernández. Pertenece a una familia de mucho abolengo local. Su padre, Henrique Machado Zuloaga, que acaba de fallecer, fue un importante empresario del sector metalúrgico, y su familia fue fundadora de la antigua Electricidad de Caracas, una de las grandes corporaciones de capital nacional del siglo XX. Las empresas de la familia Machado, particularmente las siderúrgicas Sivensa y Sidetur, han sido expropiadas y destruidas por la administración chavista. Su madre, Corina Parisca, conocida y apreciada en la sociedad civil, es psicóloga.

Machado ha sido una de las políticas venezolanas que ha cultivado con mayor método un discurso abiertamente anticomunista. Eso le ha permitido captar muchos seguidores de la diáspora venezolana. En las redes sociales, sus posturas son defendidas por las expresiones asilvestradas de la derecha nacional, los llamados “Magazolanos”. En 2012 fundó un partido, Vente Venezuela, e intentó darle fundamentos programáticos: economía de mercado, Estado mínimo, garantías sociales, privatización, protagonismo empresarial, con un discurso nacionalista que está muy arraigado en las clases altas de tradición en el país.

Caracterizada en ocasiones como la expresión de “la ultraderecha venezolana”, el discurso de Machado no tiene sesgo religioso, ni fomenta prejuicios, ni estigmatiza minorías o levanta argumentos conservadores en el terreno social. Aunque sea verdad que algunos de sus seguidores sí lo hacen. “No le gusta mucho que le lleven la contraria”, afirma una fuente que la trató de cerca. “Tiene mucho magnetismo y encantos personales en la conversación. Es muy disciplinada, exigente, pero respetuosa. Está rodeada de un grupo de activistas que la admira mucho. Dirigentes jóvenes que han consumido íntegros sus postulados.”

En los últimos tiempos ha ido desprendiéndose de su elegante vestir para andar casi permanentemente en vaqueros y tenis, con una camiseta con el logotipo de su partido, visitando pueblos y barriadas populares. Tiene una sonrisa muy amplia, habitual en sus conversaciones privadas. Detrás de sus modales educados hay un epicentro férreo, una especie de licuado de acero: una persona con un carácter muy fuerte, rígida en sus interpretaciones, con una visión predestinada de sí misma, que privilegia el valor personal como un atributo. Una persona a la que le cuesta mucho ceder en sus posiciones y negociar.

Machado tiene unas relaciones deterioradas con la mayoría de los dirigentes importantes de la oposición venezolana actual. Sus críticos la acusan de enredar los acuerdos unitarios haciendo planteamientos imposibles de ejecutar y de minar la confianza popular en el voto en provecho propio. En 2010, fue electa diputada con una alta votación.

En 2004, fundó Súmate, una instancia que significó su ingreso a la vida pública y que se convirtió en una conocida ONG vinculada a la oposición, famosa por su posición contralora en los primeros años de Hugo Chávez. Durante mucho tiempo, ha tenido cerca a Germán Carrera Damas, historiador y prominente intelectual, como uno de sus mentores. Atiende también los consejos de Carlos Blanco, economista y político opositor, exministro en los años 90.

“Tuvo claro desde muy temprano cuál es la verdadera cara del régimen chavista, como se evidenció después, en la crisis de 2017, eso hay que reconocérselo”, afirma un conocido analista financiero que ahora simpatiza con sus postulados. “Tendíamos a verla como una persona que saboteaba la unidad de la oposición. Y no, ella sabía en qué andaban algunos políticos opositores, las componendas con el chavismo, la corrupción. No lo aprobaba. Ahí tiene todo un punto a favor”.

26 de febrero 2023

El País

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Jesús Elorza G.

Con una amplia sonrisa en su rostro, hizo su entrada al despacho, el jefe del G2 cubano para informar a Nicolás de las estadísticas favorables en materia de comunicación social, relacionadas con las políticas económicas puestas en marcha por su gobierno. Abriendo sus carpetas comenzó mostrando las informaciones referidas a las ganancias que generó la Serie del Caribe, celebrada hace poco en Caracas: 10 millones de dólares en boletos para ver los partidos de béisbol, siete millones de dólares en comida comprada por los aficionados. La ocupación hotelera durante el asueto de Carnaval ya estaría copada por venezolanos ansiosos por gastar dinero en las playas caribeñas.

- ¿Dónde sale eso? Preguntó Nicolás.

En el noticiero “House of News en español”. Allí, se intenta demostrar que Venezuela se arregló. Los ciudadanos Nolah y Daren, dos periodistas de prestigio son los encargados, día a día, de trasmitir las informaciones referidas a los avances económicos de nuestro país. Perdón, su país presidente.

-Tranquilo, Cubazuela es una sola desde hace mucho, continua con tu informe, que esta del carajo.

Como iba diciendo, sus videos han ganado ciento de miles de visitas en YouTube, se volvieron virales en las redes sociales particularmente en Tik Tok. Además, son difundidos por nuestra insigne Venezolana de Televisión y reproducidos permanentemente por los miles de milicianos que trabajan en la Red Revolucionaria de Tuiteros (RRT).

-Coño que bien, por fin le ganamos una a la oposición imperialista –golpista, expresó súper emocionado Nicolás. A esos periodistas los voy a traer al país para condecorarlos con la Orden Libertador en Primera Clase.

Todo iba muy bien, hasta que, CNN dio a conocer el Informe del Observatorio Digital ProBox organización que seguimiento a la conversación digital, visibilizando y denunciando la desinformación en el país. Debido a la censura comunicacional venezolana por parte del Régimen, el cierre masivo de medios de comunicación tradicionales y la persecución a periodistas, activistas y cualquier persona que desee informar sobre lo que ocurre en Venezuela. Su trabajo está orientado a investigar cuánto de la conversación digital estaba generada por usuarios reales o si existían cuentas falsas o automatizadas intentando influir en la dinámica dentro de la plataforma.

Desde 2018, el Observatorio ProBox está siguiendo el comportamiento de las tendencias sociopolíticas en redes sociales en Venezuela, Cuba, Nicaragua y El Salvador. El seguimiento a la maquinaria de propaganda del oficialismo venezolano les ha permitido identificar patrones. Cada día, a primera hora del día, desde la cuenta de Twitter del Ministerio de Comunicación e Información de Venezuela se publica la etiqueta que se va a posicionar en el día gracias a un ejército indeterminado de tuiteros reales y cuentas automatizadas -la llamada tropa- que recibirán bonificaciones en dinero a través del Sistema Patria, a través del que se distribuyen pensiones y algunos salarios de la administración pública. Esto se hace con una intención de hacer creer en la opinión pública internacional ciertas narrativas como por ejemplo la de la etiqueta de esta semana #LasSancionesMatanSalario, que tiene ya un millón de mensajes, pero que si lo contrastas con medios independientes sabes que no es así. Principalmente se trata de generar propaganda, desviar el foco, cambiar la narrativa.

El informe de ProBox continúa señalando que, en una semana, según el monitoreo que hace el observatorio, se generaron más de 10 millones de mensajes asociados al chavismo. “96,5% son mensajes manipulados que vienen de cuentas automatizadas o posibles bots. Todo se mueve a través de cuentas coordinadas de manera no auténtica. En otro caso, con la etiqueta #LasSancionesSonContraElPueblo se generaron 1.350.000 mensajes a través de 15.392 usuarios, a los que se suman unos 5.750 posibles bots y cuentas automatizadas. Esto produce un comportamiento artificial de la tendencia.

Agrega el informe que, también han registrado la participación de cuentas de Nicaragua y Cuba para posicionar etiquetas específicas, lo que les hace concluir que se trata de acciones coordinadas entre los aparatos de propaganda de esos gobiernos.

Cierra el informe señalando que, los supuestos periodistas son Noah y Daren, dos avatares creados con inteligencia artificial del catálogo de más de un centenar de rostros multirraciales del software Synthesia.

Al escuchar aquello, tanto a Nicolás como al jefe del G2 cubano, les dio un soponcio y para colmo, en las emisoras de radio nacionales, comenzó a escucharse el bolero de Olga Guillot “Miénteme más”….apaguen esa vaina fue el grito final de los camaradas.

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Ana Teresa Torres

Se mueven las expectativas al anuncio de las primarias. Podemos aplaudir, por fin una buena noticia. Y al mismo tiempo comienzan las especulaciones, los cálculos, las encuestas, las oposiciones, las diatribas y descalificaciones. Todo normal, ocurre en cualquier parte cuando llaman a elecciones, solo que este no es un país en estado de normalidad; pareciera innecesario recordarlo, pero a veces diera la impresión de que se ha olvidado el tema: catástrofe humanitaria compleja, por sintetizar de alguna manera. Escribo esto y al mismo tiempo tengo la impresión de escuchar voces que me dicen, qué fastidio con esta opinadora, pero qué pesimismo, por favor, si todo va para mejor.

Cuando algunas cosas van bien, yo me alegro, pero eso no me impide ver las que van mal. Y aquí es cuando el anuncio de las primarias me parece una gran oportunidad para que aquellas personas que quieren competir en ellas, y tienen el legítimo derecho de hacerlo, expongan sus estrategias de recuperación de un país en estado de derrumbe. No un repertorio de recetas milagrosas, no; estrategias de acción posibles para iniciar la recuperación de Venezuela.

Personalmente he sacado estas cuentas que describo a continuación. No me identifico con ningún partido en particular ni me siento alineada con algún líder de los que apuntan como candidatos. Tampoco me guío por las encuestas en el sentido de apostar a ganador, o al ganador menos riesgoso, como nos ha ocurrido muchas veces en el pasado. Todo lo cual me coloca en una situación difícil para elegir, y en esa dificultad lo único que veo claro es votar por la propuesta de recuperación que luzca como más posible y certera. Eso dicho así suena muy fácil pero no lo es tanto. Depende de la voluntad de los pretendientes al decirnos a los ciudadanos cómo harían, en el caso de llegar a la Presidencia, para recuperar las áreas más destruidas y más esenciales para el país. Sin discursos, por favor.

Es decir, no quiero, o más bien no necesito que me expliquen cómo funciona el sistema democrático, ni que me hagan de nuevo el recorrido de los desastres operados por los actuales regidores. Algo me dice que para aquellas personas que son víctimas en primera línea de esa destrucción todas esas explicaciones son casi que ofensivas. Tampoco me interesa la utopía, ya hemos transitado ese camino y no nos ha ido nada bien. Sería muy desconcertante que después de años de atragantarnos con la utopía socialista llegáramos ahora a desembocar en la utopía liberal.

No, no más discursos ni proclamas. No más alusiones al noble pueblo, al amor por Venezuela, a la entrega total al servicio por los otros. Y sobra decirlo, pero de todos modos lo apunto, no nos interesa saber lo malos que son unos y lo buenos que son otros. Tenemos bastante conocimiento del asunto y además el deterioro de la confianza en la clase política hace que al final resulte muy difícil creerle a nadie. Ahora es el tiempo de aterrizar y llevar el discurso a problemas tan básicos como el agua corriente, o el servicio eléctrico; o los sueldos de los maestros y profesores y la reconstrucción del sistema educativo; o los sueldos de los médicos y profesionales de la salud y la reconstrucción del sistema sanitario. En fin, menciono algunos de los muchos temas que no admiten retóricas sino exposición de buenas soluciones.

Digan, señores y señoras pretendientes a la Presidencia de Venezuela, qué harían en los primeros 100 días de gobierno, qué soluciones tienen pensadas, cuáles dificultades no podrán vencer ni siquiera en el mediano plazo para no crear falsas expectativas. Hagan ver a los ciudadanos que en todos estos años, además de luchar contra la dictadura (lo que sin duda algunos han cumplido y les ha costado el exilio, la cárcel y hasta la muerte) han pensado en cómo componer esto. Díganlo sin miedo. No prometan lo que suponen que la gente quiere sino lo que un equipo de gobierno puede razonablemente ofrecer. La gente está esperando que le hablen de su vida ahora, y su vida no es un gran discurso sobre la democracia o el futuro que vendrá. Es algo tan simple como abrir el chorro y que salga agua. Es algo tan esencial como ir al hospital y recibir el tratamiento necesario.

No quiero decir con esto que la definición política no sea importante, lo es y mucho, tanto como las consecuencias económicas y sociales de un gobierno de acuerdo a su visión política de la sociedad, pero ya el tiempo discursivo ha terminado, casi que por abuso, y ha llegado el tiempo pragmático. En ese mundo de palabrería se pierden los problemas y las soluciones. De acuerdo con el conocimiento de las estrategias de recuperación, de las posibles soluciones en camino, nos será más fácil a los votantes elegir. Por ejemplo, agradezco que un precandidato diga que debe privatizarse la universidad pública porque eso me permite de una eliminarlo de la lista. Y así con muchos temas. De lo contrario será decidir por razones tan banales como preguntarse quién me cae mejor, o quién me cae menos mal.

23 de febrero 2023

La Gran Aldea

https://lagranaldea.com/2023/02/23/pensando-en-las-precandidaturas/

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