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Opinión

Richard Haass

El jugador de béisbol estadounidense Lawrence "Yogi" Berra es ampliamente citado por su observación: "Es difícil hacer predicciones, especialmente sobre el futuro". Lo dijera o no, el argumento es válido. No obstante, he aquí diez predicciones sobre el mundo para el año que acaba de empezar.

En primer lugar, la guerra en Ucrania, el tema dominante de 2022, continuará, aunque a un nivel menos intenso. Ni Rusia ni Ucrania serán capaces de lograr una victoria militar completa, si por victoria se entiende arrollar al otro bando y dictar los términos de un acuerdo territorial o político de posguerra.

Tampoco los diplomáticos lograrán la victoria, si ésta se define como alcanzar un acuerdo que ambos gobiernos estén dispuestos a firmar y acatar. La paz requiere líderes dispuestos y capaces de comprometerse, dos elementos que brillan por su ausencia (aunque por razones muy diferentes) en ambos bandos.

En segundo lugar, aunque muchos responsables políticos se centran en la posibilidad de una guerra por Taiwán, esto parece muy poco probable en 2023. El líder chino, Xi Jinping, tiene mucho trabajo con la oleada de casos de COVID-19 que está desbordando el sistema sanitario de su país, suscitando dudas sobre la competencia del Partido Comunista en el poder y debilitando aún más lo que ya era una economía en desaceleración. China no ha abandonado en absoluto su objetivo de hacerse con el control de Taiwán, por la fuerza si es necesario; pero aunque seguirá aumentando la presión sobre Taiwán, lo más probable es que haya aplazado las acciones altamente agresivas durante al menos unos años.

En tercer lugar, la gran noticia del año será la emergencia de Japón como actor geopolítico de primer orden. El crecimiento económico de la tercera economía mundial se ha revisado al alza hasta el 1,5%, y el gasto en defensa va camino de duplicarse y alcanzar el 2% del PIB. Japón, con uno de los ejércitos más capaces de la región, también se alineará más estrechamente con Estados Unidos para disuadir o, en caso necesario, defender de la agresión china contra Taiwán. Incluso más que en el caso de Alemania, 2023 será el año en que Japón entre en la era posterior a la Segunda Guerra Mundial.

En cuarto lugar, Corea del Norte llevará a cabo casi con toda seguridad la que será su séptima prueba nuclear, además de frecuentes ensayos de misiles. Ni Corea del Sur ni Estados Unidos podrán impedirlo, mientras que China, el único país en condiciones de hacerlo, se abstendrá de utilizar su considerable influencia para no debilitar a su vecino y poner en marcha una dinámica que podría causar inestabilidad en su periferia.

En quinto lugar, las relaciones transatlánticas, por ahora más sólidas debido a la voluntad compartida de hacer frente a la invasión rusa y ayudar a Ucrania, sufrirán un aumento de las fricciones, debido al descontento de los europeos con el proteccionismo económico estadounidense y del descontento de los estadounidenses con la continua dependencia económica del continente respecto a China. Los lazos también podrían resentirse por las nuevas diferencias sobre el alcance del apoyo militar, económico y diplomático a Ucrania y los niveles de gasto en defensa.

En sexto lugar, es probable que la economía mundial crezca más despacio de lo que prevén la mayoría de los observadores. El Fondo Monetario Internacional prevé un crecimiento global del 2,7%, pero la realidad bien podría ser inferior, debido a las repercusiones de la mala gestión china de la COVID-19 y a la trayectoria de la Reserva Federal estadounidense, que parece decidida a seguir subiendo los tipos de interés en un esfuerzo por reducir la inflación. La inestabilidad política en algunas zonas de África y América Latina, los fenómenos meteorológicos extremos y las perturbaciones de la cadena de suministro también serán un lastre para los resultados económicos mundiales.

En séptimo lugar, la Conferencia anual de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP28, que se celebrará en Dubai) seguirá decepcionando. Dado que las preocupaciones económicas a corto plazo prevalecen sobre las consideraciones climáticas a medio y largo plazo, es probable que los efectos del calentamiento global empeoren antes de que... empeoren aún más.

En octavo lugar, las relaciones entre Israel y Palestina se volverán más violentas a medida que se amplíen los asentamientos israelíes y la diplomacia no muestre perspectivas de crear un Estado palestino en términos que tanto israelíes como palestinos puedan aceptar. En su lugar, un futuro que podría describirse como una "no solución de un solo Estado" estará más cerca de convertirse en realidad.

En noveno lugar, India seguirá frustrando a quienes le auguran grandes cosas. India seguirá comprando armas y petróleo a Rusia y aferrándose a una postura de no alineación, incluso cuando busque una mayor ayuda de Occidente contra China. Y en su propio país, el peligro es que India siga haciéndose cada vez más antiliberal y menos secular.

Por último, Irán será probablemente el tema dominante de 2023. Las protestas contra el régimen ganarán fuerza en un contexto de deterioro económico cada vez mayor y de divisiones emergentes en el seno de los dirigentes sobre si llegar a un compromiso con los manifestantes o detenerlos y matarlos. El acuerdo nuclear de 2015 no se reactivará, dada la ayuda militar de Irán a Rusia y el deseo de Estados Unidos de evitar lanzar un salvavidas económico al asediado régimen.

Es posible que los dirigentes iraníes opten por seguir avanzando en su programa de armas nucleares con la esperanza de lograr un gran avance o de desencadenar un ataque israelí, lo que les permitiría hacer un llamamiento a la unidad nacional ante un ataque externo. Otra posibilidad es que la cohesión de las fuerzas de seguridad dé paso a algo parecido a un conflicto civil. Por primera vez desde la caída del Sha en 1979, el futuro de la República Islámica se verá seriamente amenazado.

Puede que todo esto no contribuya a un año nuevo feliz, pero garantizará un año interesante.

Traducido con DeepL

2 de enero de 2023

Project Syndicate

https://www.project-syndicate.org/commentary/ten-major-global-developmen...

 4 min


José Urrejola

El rápido crecimiento económico no solo puede repercutir en los guyaneses, sino también en los países vecinos. Ante la necesidad de mano de obra, muchos latinoamericanos podrían emigrar a Guyana.

Guyana, un pequeño país de poco más de 800 mil habitantes ubicado al noreste de Suramérica, es uno de los más pobres de la región, pero muy pronto podría dejar de serlo. Grandes consorcios extranjeros, como ExxonMobil o Hess Corporation, extraen cerca de 400.000 barriles de crudo al día de las reservas halladas en 2015 frente a las costas del país angloparlante, generando más de mil millones de dólares en ganancias.

Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), con un aumento de casi un 60 por ciento en su producto interno bruto (PIB), Guyana fue el país que más creció en 2022 y podría seguir haciéndolo este año: "El PIB per cápita ya supera los 9.000 dólares. Se espera que las reservas de petróleo comercialmente recuperables de Guyana superen los 11.000 millones de barriles", informó el FMI.

Asimismo, según previsiones de ExxonMobil, Guyana se convertirá en la potencia petrolera con la mayor producción per cápita del mundo entre 2027 y 2030.

Desarrollo económico "transformador"

En su mensaje de Año Nuevo, el presidente guyano, Irfaan Ali, aseguró que su Gobierno garantizará que "los frutos de este crecimiento se repartan de forma más equitativa entre nuestra población. Nuestro objetivo primordial es la prosperidad compartida, caracterizada por la reducción de las desigualdades".

En conversación con DW, Lars Mangal, director ejecutivo de Totaltec Oilfield Services Limited en Guyana, afirmó que este "desarrollo económico transformador" se está produciendo "a una escala que no se ha visto en ningún otro lugar del mundo". Guyana "pasó de ser uno de los países más pobres del hemisferio occidental, a ser la economía de más rápido crecimiento del mundo", celebró.

Los desafíos de Guyana

Sin embargo, este crecimiento acelerado debe tomarse con cautela. Luis Oliveros, economista venezolano especialista en petróleo, señaló a DW que "Guyana tiene un enorme desafío de no cometer los mismos errores que ha cometido en 100 años Venezuela, y sobre todo en los últimos 24".

"Tiene que buscar fortalecer sus instituciones, crear mecanismos de ahorro —como fondos de estabilización— y de inversión. Debe tratar de que el petróleo impacte de manera positiva y sostenida en su economía", añadió.

¿Un lugar para emigrar?

El creciente interés extranjero en los recursos naturales de Guyana también requiere de más trabajadores para otras áreas: "Fuera del sector petrolero, donde ya hay una gran cantidad de expatriados trabajando, Guyana va a necesitar trabajadores para los sectores de construcción, proyectos de ingeniería o desarrollo del sector médico", explicó Mangal. "Como parte de esta transformación, Guyana acogerá a trabajadores internacionales", agregó.

La migración hacia Guyana va a depender "tanto del ritmo de la actividad, como de las políticas del Gobierno, pero seguramente recibirá presiones migratorias", consideró Roberto Kozulj, economista argentino e investigador de la Universidad Nacional de Río Negro (UNRN), en diálogo con DW.

En tanto, Oliveros, insistió en que el país debe trabajar en "mejorar la calidad de vida de la población para poder atraer efectivamente el capital humano que necesita. Hay mucho por hacer: mejorar aeropuertos, carreteras, servicios y hoteles, entre otros. Lo bueno es que son conscientes de eso y están trabajando para lograrlo".

El impacto de Guyana en la región

Guyana tiene el potencial de "convertirse en un fuerte y serio actor en la región, con la capacidad de apoyar no solo a los países del Caribe, sino que también conectando con países como México, países de Centro América y quizás, en el futuro, incluso con Venezuela", opinó Mangal.

Oliveros, quien también es profesor de Economía Petrolera en la Universidad Central de Venezuela, concordó: "En poco tiempo, (Guyana) va a producir más petróleo que Venezuela y su potencial es superior al de Colombia".

"Guyana constituye un país atractivo para la inversión, por lo que los países de la región deben tenerlo en cuenta", concluyó este experto: "No solo competirá con ellos por los mercados de crudo y producción, sino que también competirá por inversiones y capital humano".

12 de enero 2023

DW

https://www.dw.com/es/cómo-puede-impactar-el-gran-crecimiento-económico-de-guyana-en-américa-latina/a-64362652?maca=spa-newsletter_sp_Titulares-2358-xml-newsletter&r=17270402411132159&lid=2404159&pm_ln=184470

 3 min


Human Rights Watch

En noviembre de 2021, el fiscal de la Corte Penal Internacional (CPI), Karim Khan, abrió una investigación sobre posibles crímenes de lesa humanidad en Venezuela. Desde 2020, la Misión de Determinación de los Hechos de las Naciones Unidas ha identificado motivos suficientes para creer que se han cometido crímenes de lesa humanidad como parte de una política estatal de represión de opositores.

La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH), que cuenta con presencia en Venezuela, en 2022 dejó de tener acceso a los centros de detención donde hay presos políticos.

Las autoridades judiciales han sido partícipes o cómplices en abusos, sirviendo como mecanismo de represión.

Venezuela atraviesa una emergencia humanitaria compleja, con millones de personas sin acceso a atención básica de la salud ni a una nutrición adecuada.

Las autoridades persiguen y procesan penalmente a periodistas, defensores de derechos humanos y organizaciones de la sociedad civil. Entre los problemas que persisten se incluyen brutalidad policial, falta de protección para las comunidades indígenas y condiciones penitenciarias deficientes.

El éxodo de cerca de 7,1 millones de venezolanos representa una de las mayores crisis migratorias del mundo.

Un informe elaborado en 2022 por una misión de observación electoral de la Unión Europea planteó recomendaciones concretas orientadas a generar las condiciones para que haya elecciones libres y justas. Las negociaciones, que estaban suspendidas desde octubre de 2021, se reanudaron en noviembre.

El informe relativo a Venezuela, que puede ser revisado en el archivo adjunto, presenta observaciones particulares sobre los siguientes puntos:

Persecución, detención y tortura de opositores políticos

Presuntas ejecuciones extrajudiciales

Grupos armados

Independencia judicial e impunidad de los abusos

Derechos indígenas y minería

Derechos de las personas con discapacidad

Orientación sexual e identidad de género

Derechos de la mujer

Derecho de voto

Emergencia humanitaria

La crisis de refugiados

Libertad de expresión

Defensores de derechos humanos

Condiciones en centros de detención

Actores internacionales clave

 1 min


Maxim Ross

Quienes tengan el interés y la oportunidad de leer este ensayo se preguntarán porque escogimos estos nombres para titularlo y la razón es muy simple: Por un lado, Venezuela es petróleo y petróleo es Venezuela. Nuestros últimos 100 años de historia están signados por el descubrimiento y explotación de ese recurso natural, con todas las implicaciones y consecuencias que conocemos.

De otro lado, PETROLIA estaría representando una era que estaría por terminar y abre una oportunidad para construir una Nueva Venezuela, donde el petróleo no tenga el mismo protagonismo y cambiemos la manera de organizarla.

Cuando lo afirmamos de esta forma no estamos diciendo que el petróleo se esté acabando o que no siga siendo explotado.

El fin de PETROLIA no es este. Lo que queremos puntualizar es que esa era tuvo un determinado enfoque y es a eso a lo que nos referimos cuando decimos que ese “modelo” está mostrando su agonía, en lo económico, lo político, lo institucional y lo social.

En este ensayo nos concentramos en refutar las ideas y la ideología que orientaron a Venezuela en esos 100 años, cuyos resultados están a la vista.

Invitamos a acompañarnos en esta interpretación y esta apuesta por Una Nueva Venezuela.

Interesados pueden adquirir el libro en:

https://www.amazon.com/-/es/Maxim-Ross/dp/B09JDXNW9Y

Número de páginas: 280

Fecha de publicación: 13 Octubre 2021

ISBN-13: 979-8496006651

 1 min


José Urrejola

Las relaciones entre Estados Unidos y Venezuela parecen haber experimentado una leve mejoría en 2022. Debido a que la guerra en Ucrania se alarga, el país norteamericano buscó nuevas alternativas energéticas y se fijó en el petróleo venezolano.

Además de discutir un posible relajamiento de sanciones económicas e intercambio de prisioneros, el Gobierno del presidente estadounidense, Joe Biden, le otorgó una licencia a la empresa energética Chevron para operar por seis meses en Venezuela.

EE. UU. celebra también que la oposición y el régimen de Nicolás Maduro hayan retomado el diálogo recientemente, aunque exige elecciones libres y democráticas de cara a las primarias de este año y a las presidenciales de 2024.

¿Mejorarán las relaciones en 2023?

"Venezuela está totalmente lista para normalizar las relaciones con EE. UU.", declaró Maduro a principios de año. Washington, al día siguiente, respondió que Maduro "no es el líder legítimo de Venezuela" y que reconoce a la Asamblea Nacional de 2015 como la última institución democrática del país.

"La probabilidad real de mejorar las relaciones es muy baja", afirma a DW Evan Ellis, experto en Estudios Latinoamericanos del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS, por sus siglas en inglés), de EE. UU.

"No veo que el Gobierno de Maduro tenga la intención de seguir las exigencias del Gobierno de Biden. Sus insinuaciones de negociar seriamente son realmente escasas. Aunque EE. UU. siga buscando formas de mejorar las relaciones, no creo que Maduro coopere", agrega.

Para Carlos Romero, politólogo y analista internacional venezolano, se trata de "una situación difícil de pronosticar. No hay a la luz una oportunidad de consenso. Yo creo que es una situación que está en el limbo, porque todavía no hay ideas o fundamentos claros de que la relación va a mejorar", dice a DW.

Víctor Mijares, profesor de la Universidad de Los Andes en Colombia, tiene algo de esperanza: "Hay posibilidades de avanzar, sobre todo si prevalece el enfoque pragmático del Gobierno de Biden", expresa a DW. Sin embargo, advierte que Washington tendría que ser "aún más pragmático" si quiere lograr un mayor acercamiento a Caracas.

El rol de Washington, a pesar de su "doble estándar"

Al Gobierno de Biden se le critica por su "doble estándar". Mientras califica de "ilegítimo" a Maduro, hace negocios con él por el petróleo venezolano: "Cada vez más Gobiernos están haciendo políticas por intereses, y no políticas por moral", señala a DW Daniel Varnagy, doctor en Ciencia Política y profesor de la Universidad Simón Bolívar, en Venezuela, y califica esta práctica como habitual en el siglo XXI.

Por su parte, Mijares, sostiene que "puede parecer incoherente políticamente, sobre todo de cara a la imagen exterior estadounidense. Pero cuando se toma en cuenta como criterio la seguridad energética, cobra sentido".

En tanto, Sabine Kurtenbach, investigadora del Instituto GIGA, de Hamburgo, insiste en que EE. UU. se acercó a Venezuela "por mera necesidad" y considera que el país norteamericano debe "seguir presionando para que el Gobierno dialogue con la oposición. Pero, desde el exterior, mucho más no se puede hacer", subraya la especialista consultada por DW.

¿Qué pasa con la oposición venezolana?

El Gobierno interino de la Asamblea Nacional de 2015, liderado por un mermado Juan Guaidó, fue recientemente disuelto. La oposición deberá reorganizarse: "Son los venezolanos y las venezolanas quienes tienen que ponerse de acuerdo sobre cuál es el país que quieren. La oposición tiene el apoyo internacional, pero no tiene muchas oportunidades de mover cosas", enfatiza Kurtenbach.

Ellis, del CSIS, indica que es importante que la oposición se comprometa a "presentar una plataforma coordinada y un candidato de unidad para las elecciones" y, luego, "intentar impulsar un proceso de mayor transparencia, con observadores internacionales y reformas del proceso, para tratar de que sea más difícil que Maduro se robe las elecciones".

El politólogo Romero cree que el gran bloqueo de las relaciones diplomáticas, comerciales y consulares podría reducirse "si la oposición presta una mayor colaboración con EE. UU. y con el Gobierno de Maduro, para conseguir un modus vivendis que se perdió en 2019". (rml)

10 de enero 2023

DW

https://www.dw.com/es/qué-esperar-de-las-relaciones-entre-estados-unidos-y-venezuela-para-2023/a-64337213

 3 min


Fernando Carrillo Flórez

Existe una generación de estómagos vacíos y corazones rotos que reclama soluciones inmediatas para derrotar el hambre, más allá de los discursos, promesas y documentos voluminosos de tecnócratas que asesoran a gobiernos obsesionados con ganar elecciones, malgastar los presupuestos y enriquecerse, con cero compromiso con el bienestar de la gente. Es tiempo de patear la mesa, preparar un menú de soluciones a la crisis alimentaria con pactos globales que obliguen a una acción inmediata de los Estados, para ganar la guerra contra la peor pandemia que azota al mundo y amenaza la sobrevivencia de la especie: el hambre. Un enemigo invisible para los insensibles, letal para los más débiles y vergonzoso para la humanidad.

Una de las vértebras centrales del discurso de posesión del presidente Lula, el pasado primero de enero, fue rescatar a 33 millones de brasileños del hambre y a 100 millones de la pobreza, después del desastroso gobierno de “destrucción nacional” que dejó Bolsonaro. El hambre es el problema más urgente que afecta la salud, la educación, el empleo; amenaza y deslegitima la democracia, genera violencia y es el legado más letal de la pandemia del covid-19.

Vivimos una época de graves retrocesos, de estómagos vacíos y corazones rotos. De ilusiones perdidas por millones de ciudadanos que ven la comida por televisión y pocas veces saborean la carta de derechos. Padecemos una “cascada de crisis” simultáneas, como bien lo señala el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, o la “permacrisis” reseñada por The Economist, que hoy afecta al mundo; todas ellas ―la económica, geopolítica, social, climática, energética― que terminan ahondando el drama de la inseguridad alimentaria y la desnutrición. Es una calamidad que se haya querido ignorar el carácter de derecho fundamental de la alimentación, tanto como su impacto en el paquete de derechos sociales y económicos, que golpean el crecimiento y el desarrollo y aumentan la desigualdad. Y no es culpa de las cifras desalentadoras de la FAO, UNICEF o del PNUD sino de la indiferencia, la indolencia, la falta de solidaridad y en no pocos caso de la aporofobia que bien ha explicado Adela Cortina en estas páginas editoriales. El problema del hambre es, sin duda, un problema de derechos y los tribunales constitucionales toman cada vez más cartas en el asunto.

No se trata de una crisis más. Su solución debe estar en el centro de la política social como prioridad de la agenda pública, y como eje de grandes acuerdos nacionales contra el hambre, partiendo del reconocimiento de la incapacidad del Estado para resolver solo esta megacrisis, y la sumatoria del sector privado, la academia y la sociedad civil en la construcción de escenarios que reconozcan que algunos políticos viven enamorados de sus errores. Alianzas, diálogo social, concertación incluyente, sinergias, asociaciones público-privadas son alternativas que comienzan a explorarse. Los bancos de alimentos, por ejemplo, han mostrado una eficacia mayor a la del Estado en la focalización de entrega de ayudas a los más necesitados.

A lo largo y ancho de América Latina, la pregunta es cuál va a ser la segunda generación de políticas sociales de los gobiernos que desde la izquierda se enfrentan a la madre de todas las crisis. Las ya clásicas transferencias monetarias hoy por hoy reclaman un replanteamiento y la renta básica universal no acaba de inventarse como herramienta de política social. Allí hay de todo como en un supermercado: desde pragmatismo con impactos incuestionables en reducción de la desigualdad y el hambre, hasta clientelismo, corrupción y falta de transparencia en programas de renta condicionados que se convirtieron en pagos de favores políticos o captura de nuevos electores.

Aún más, la gran pregunta es cuál sería un plan de choque efectivo que sepa diferenciar entre lo coyuntural y lo estructural, reconozca la centralidad del sector rural, vaya más allá del asistencialismo, con la soberanía alimentaria como premisa mayor, sin populismo ni imposición unilateral, con los derechos de los campesinos y pequeños agricultores marcando el ritmo de esta reforma tan postergada. Para no hablar por ejemplo de los programas de alimentación escolar que se han convertido en el plato más apetecido por los corruptos en algunos de nuestros países.

El sector agrícola, agroalimentario y campesino está desfinanciado, politizado desde lo público y debilitado desde lo privado, afectado por todos los males presentes ―recesión, devaluación, inflación, inmigración, cambio climático, centralización del poder― y marginalizado en los presupuestos públicos. En los organismos internacionales, tanto las políticas públicas como los expertos en economía agrícola fueron jubilados prematuramente en el marco de la fiesta neoliberal de los noventas y hoy se buscan con lupa por todas partes. Hoy se formulan de nuevo temas como el microcrédito campesino, la rentabilidad del campo en el ámbito de la reforma rural, el rol de la mujer rural, el hambre urbana y el hambre oculta, la brecha digital en el campo, la inversión en investigación y desarrollo, la sostenibilidad de los planes de acción contra el hambre, la reglamentación de los desperdicios de alimentos que llegan a niveles inaceptables del 34% que terminan en la basura, etc.

Y en la misma forma, como decía Tip O’Neill que la política es toda local, la política pública del agro y contra el hambre es más local y territorial que ninguna otra, y por ello gobernadores, alcaldes y mandatarios regionales son los primeros llamados a hacer parte de esos acuerdos por la seguridad alimentaria. Los denominados “mapas del hambre” son herramientas esenciales que deben llevar a priorizar y focalizar acciones concretas en los territorios con dimensión local articulada con lo nacional. Máxime cuando el karma del alza de los precios de los alimentos llegó para quedarse y la desnutrición infantil sigue causando retrasos en el desarrollo cognitivo, baja capacidad de aprendizaje y, lo que es una vergüenza, cobrando vidas.

Producir más alimentos y saberlos distribuir es sin duda una prelación inmediata del desarrollo, como lo ha señalado el nuevo presidente del Banco Interamericano de desarrollo, Ilan Goldfajn. Se trata en últimas de una exigencia ética que reclama prioridad absoluta en las agendas sociales de los gobiernos en un 2023 que comienza con el pie izquierdo para el mundo.

9 de enero 2023

El País

https://elpais.com/america-colombia/2023-01-10/el-hambre-un-virus-letal-...

 4 min


Eddie A. Ramírez S.

Coroneles y generales abundan en demasía en relación con el tamaño de nuestra Fuerza Armada y de los cargos disponibles. Chávez y Maduro, para comprar sumisión, han ascendido a oficiales por antigüedad y no por méritos, con la falsa premisa de que los ascensos son un derecho. Algo así como se promueven los niños del maternal al kindergarten. Solo queda uno que otro rezagado por no estar totalmente identificado con el régimen.

Muchos han ocupado u ocupan importantes posiciones. Ninguno ha realizado una buena labor, aunque tampoco los civiles. Igual sucede en todos los ámbitos.

Tenemos buenos profesionales y la mayoría de nuestra población es trabajadora, pero tenemos escasez de buenos ciudadanos. Gustavo Coronel es uno de ellos. Estos son los Coroneles que debemos formar.

Su reciente libro, Una fábrica de ciudadanos: Bases para la reconstrucción de Venezuela, nos

proporciona la pauta.

Gustavo, el incansable geólogo luchador por la democracia y en contra de la corrupción, asevera que “Venezuela ha experimentado durante casi toda su historia una tragedia que puede definirse como la carencia de una masa crítica de buenos ciudadanos activos”.

Acertadamente, predica que hay que ir más allá de ser un ciudadano que cumple las leyes y respeta las buenas costumbres, sino que es imprescindible que sea activo que contribuya al bien común. Recalca nuestra tendencia a exigir derechos, obviando los deberes. El bien del planeta debe prevalecer sobre el bien nacional, este sobre el local y el bien colectivo sobre el bien individual.

Nos recuerda que en nuestra historia varios compatriotas insistieron sobre la educación ciudadana. Entre ellos Cecilio Acosta y, recientemente, Antonio Luis Cárdenas y la Asamblea de Educación.

Menciona que hay virtudes cívicas, como ser activos y responsables, contribuir al bien común, civilidad, buen vecino, solidaridad social, espíritu de servicio, voluntariado, generosidad y disposición para compartir. También virtudes morales como compasión, gratitud, humildad, integridad, deseo de justicia, respeto al derecho ajeno, coraje para defender principios y honestidad. Sentencia que nuestra educación ha sido un fraude, que privilegia la instrucción sobre la educación ciudadana y que nuestra sociedad se ha edificado sobre el primer piso, el petrolero, sin las bases que garanticen la estabilidad.

Recalca que hemos tenido campañas excelentes, como las de Renny Ottolina, Marta Rodríguez Miranda, Guillermo Aristimuño, la del Metro de Caracas y la de la Pdvsa meritocrática. Sin embargo, dice nuestro amigo, se requiere un esfuerzo mucho mayor. Tiene que ser un compromiso nacional, con rango de política de Estado, con un equipo permanente, a largo plazo y dirigido a todos los venezolanos.

Coronel relata su experiencia y señala los pasos que hay que dar, entre ellos la formación de educadores, para establecer la fábrica de ciudadanos. Desde luego, nuestros educadores deben ser mejor remunerados.

El libro, de lectura obligada, lo publicó la editorial Dahbar y también se consigue en Amazon. Por cierto, este distinguido Coronel cumple este año nueve décadas de vida rica en experiencias, en las que renunció a cargos importantes, unas veces por defender principios, otras por querer contribuir a una mejor Venezuela y, hasta hace poco, era voluntario como camillero en un hospital en Estados Unidos. Es decir, que predica, practica y defiende los principios y valores de nuestra civilización.

Hay analfabetas que son buenos ciudadanos. Tener méritos académicos no es garantía de serlo. Un ejemplo es el diputado de Primero Justicia Juan Miguel Matheus, con buena formación profesional, pero que se expresa como un energúmeno al intentar descalificar a distinguidos juristas del Bloque Constitucional, tildándolos de “mentirosos y corruptos que manipulan la opinión pública para proteger intereses políticos”. Se puso al nivel de Mario Saliva. Gustavo Tarre y Carlos Vecchio, dos buenos ciudadanos, presentaron sus informes de gestión, como representantes en la OEA y en la embajada en Washington.

Este libro trajo a mi memoria el de Arnoldo Gabaldón, La enfermedad latinoamericana de la educación superior, quien predicó que, por privilegiar la educación superior, hemos sacrificado los recursos para la educación preescolar y primaria. Es interesante que, en países como Canadá, la educación universitaria no es gratis. Varios países consideran que la responsabilidad del Estado de dar educación gratuita llegahasta el bachillerato. En Costa Rica, los estudiantes universitarios pagan de acuerdo con el ingreso familiar. Sin duda es un tema polémico, pero que habrá que abordar. El Estado no tendrá suficientes recursos para atender todas las necesidades.

Cabe mencionar que en el pasado hubo mucha tendencia al derroche de los recursos naturales, que son un bien común, como el agua y la electricidad. También, muchos pretendieron vivir por encima de sus posibilidades solo para presumir, pensando que no vendrían tiempos de vacas flacas. Hoy sufren las consecuencias. Ojalá hayamos aprendido y, cuando recuperemos la libertad, practiquemos lo que aconseja Gustavo Coronel y apoyemos su iniciativa para formar una masa crítica de buenos ciudadanos.

Como (había) en botica:

Ojalá no terminen de poner la torta haciendo cambios indebidos en la directiva ad hoc de Pdvsa. Venezuela perdió la semana pasada un gran ciudadano. El Dr. Pablo Reimpell fue un buen ciudadano y baluarte en la Pdvsa meritocrática. Trabajador como el que más, honesto,

capaz, de trato afable, conocedor de varios idiomas.

La orden de captura de las tres integrantes de la directiva de la Asamblea Nacional, todas en el exilio, es otro atropello del régimen. Las declaraciones imprudentes de Marianela Fernández, vicepresidenta de la Asamblea, evidencian que no es la persona para ese cargo.

Mike López fue un compañero petrolero que recién falleció. Trabajó en la refinería de

Amuay. Fue despedido y junto con su familia desalojado ilegalmente de su vivienda. Lo sustituyó un amigo que no estaba preparado para el cargo. López consideró un deber apoyar al amigo a pesar de sus diferencias, por lo que lo ayudó a superar su falta de preparación. Eso es ser un buen ciudadano.

¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

eddiearamirez@Hotmail.com

10/01/23

 4 min