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Opinión

Benjamín Tripier

Encuentro de IDEA en Argentina. Foto: @AmChamArgentina

El coloquio anual de IDEA donde se reúnen una vez al año los empresarios más importantes de Argentina, tuvo como leitmotiv “ceder para crecer”, con un mensaje dirigido al apego ideológico y falta de pragmatismo del gobierno, que va a contracorriente del resto de los países de la región.

El concepto de ceder pareciera que es aplicable a nuestra Venezuela, donde hemos llegado –una vez más- al llamado juego trancado, pero en un nivel económico diferente al del pasado: hoy hay mayor bienestar y esperanza en un grupo reducido, y mayor pobreza y desesperanza en una gigantesca mayoría.

Y uno podría pensar que el gobierno cedió de su parte al derogar de hecho gran parte del Plan de la Patria (hilo conductor ideológico del chavismo) y volcarse, parcialmente, a la economía de mercado. La realidad demuestra que fue muy bueno que cediera, pero no suficiente, como para permitirnos crecer.

Y el inhibiente más fuerte es el político ideológico, el cual, más allá de la legitimidad de origen que pudiera tener para los iniciados, en realidad cuenta con el rechazo masivo de nuestra población, y de gran parte del mundo en el que está inserto por tradición nuestro país… nuestra Venezuela.

A diferencia del caso argentino, aquí en Venezuela hemos ido creando ámbitos donde pudiera manifestarse la voluntad de “ceder”. Pero no ha sido posible lograrlo; tuvimos la Mesa de Negociación y Acuerdos (2002-2005), la Conferencia Nacional por la Paz (2014); la Mesa de Diálogo Nacional (2016-2017); la Mesa de Diálogo en República Dominicana (2017-2018), el mecanismo de Barbados y el de Oslo (2019), y la Mesa de Negociación en México (2021). Y el principal obstáculo fue el “todo o nada” de los planteamientos de lado y lado. Nadie cedió… o al menos nadie cedió en lo esencial que es el control político.

A este paso, sigue sin haber señales de que algo pueda cambiar, porque regresamos a un punto muerto; la pregunta que uno se hace, es cómo, sabiendo que las cosas son así, se sigue insistiendo en sentarse a una mesa de la que solo saldrá el chavismo más fortalecido y la dirigencia de oposición más dividida y debilitada.

Porque con la experiencia del 2015, ya el chavismo no volverá a cometer los mismos errores, y seguir con la fantasía de Barinas como si pudiera repetirse a nivel nacional, es no entender que un daño encapsulado y controlado, no es suficiente señal como para pensar en una victoria electoral nacional. Eso no sucederá… simplemente porque el chavismo no entregará un poder que le costó tanto construir y consolidar; y con tanto que perder si lo entregara… porque hoy se trata de eso: de su decisión de entregarlo, o de no hacerlo.

Y lo que menos se entiende es cómo EE UU, con toda la información de inteligencia que tiene, también insiste en esa vía de calle ciega. O será que ellos saben algo que nosotros no sabemos…

Lo que sí tenemos que tener claro es que con este modelo político difícilmente podamos crecer. Y que con los cambios económicos que se están produciendo, por mas liberales que suenen, al estar en un modelo de corte autoritario, es difícil que logre despertar todas las fuerzas que hacen que un sistema liberal funcione en toda su amplitud.

Necesitamos producir cambios mayores y más profundos.

En lo político, no habría que sorprenderse de que las derechas en el mundo estén ocupando espacios cada vez más relevantes, después de casi cuatro décadas de preponderancia de las izquierdas. Y esto puede entenderse por aquello de que las izquierdas, cuando tuvieron su oportunidad, no lograron resolver los problemas que constituyeron la esencia de su planteamiento y de su deber ser.

Hoy, en los países donde mandan, hay más pobreza y desigualdad, y se dejaron invadir por cuanto espacio minoritario que no encontraba manera de expresarse por sí mismo; en algunos casos por ser contra natura, en otros por ser irrelevantes, pero en todos, se constituyeron en la nueva característica de la izquierda, como el lenguaje inclusivo, y la banalización del bebé en gestación, por solo dar un par de ejemplos que se constituyeron en el plomo en ala de esa corriente.

Tanto ruido, tantas victorias políticas, tantas esperanzas destruidas, para que al final, los pueblos que confiaron en ellos, estuvieran, como efectivamente están, peor que al principio.

En el caso de nuestra izquierda gobernante, ha habido en los últimos dos años, un giro cada vez más notorio hacia el mercado (esencialmente vinculado al pensamiento de derecha), asumiendo un pragmatismo impensable en el pasado; hasta el punto en que la palabra chavismo ahora representa algo diferente a lo que solía significar; por eso he acuñado el concepto de neo chavismo para, con una sola palabra, ir absorbiendo las nuevas características que va adquiriendo.

A la batalla del pensamiento la están ganando las derechas, pues las izquierdas se han quedado sin contenido. Claro… no se trata de la derecha de los gobiernos militares, sino la derecha del mercado, de la propiedad privada, del rescate del valor del estudio y del trabajo, como pilares de la construcción de cualquier sociedad.

Las reflexiones anteriores están orientadas a romper la inercia conceptual con la que se está planteando esta nueva aproximación electoral en Venezuela.

En una charla sobre petróleo en la que estuve esta semana, un experto, de alto reconocimiento, nos puso en una perspectiva de pies sobre la tierra. Los 700.000 bpd actuales son inestables y no tenemos a la vista las inversiones necesarias para estabilizar esa producción, ni para ser una alternativa al petróleo ruso o al de Arabia Saudita, pues los dos anteriores son de una calidad de ready to use mientras el nuestro debe pasar por tantas etapas de mejoramiento que prácticamente lo sacan de competencia.

Y aun si se colocara un horizonte más amplio y se dijera que comenzando ahora, dentro de 2, 3 o 5 años podríamos ser una opción, no hay que perder de vista que la recesión mundial que se anticipa en los países industrializados –que son los consumidores de petróleo- hará que, en ese mismo horizonte de tiempo, el consumo disminuya, los precios bajen y los grandes productores comiencen a tener excedentes.

Por eso es que hay que manejarse con lo que llamo el “optimismo informado” donde la fantasía no tiene lugar y los números duros son los que cuentan. ¿En qué consiste esta aproximación más realista? pues en un estatus quo que provea un nivel de ingresos petroleros al estado como para atender temas prioritarios, más propios del estado que de la actividad privada… porque ya le está resultando difícil al gobierno, y se le complicará más aún, mantener empresas que en sus manos solo significan más atraso.

Por eso es que se convierte en casi una necesidad vital vender esas empresas, así, ideológicamente, a la privatización la llamen como les parezca y se aproximen a ella también como les parezca. Pero que el camino casi obligado es el de venderlas, pues no le quepa duda al lector.

El tema de la guerra europea va alineando cada vez más países en contra de Rusia que se sigue posicionado como el gran agresor, y sigue cultivando esa imagen reputacional, como si su verdadero propósito no fuera la conquista de territorios, sino el de arruinar su propia reputación.

Y eso es tan importante, pues no solo ha ido perdiendo los clientes tradicionales que son los que sostenían la economía rusa, esencialmente basada en la exportación de hidrocarburos sin agregación de valor, sino que ha intentado cambiar esos mercados por otros que a ellos no los necesitan, y que le compran su producto pues están a un precio de descuento tan bajo, que hasta están arruinando el mercado de los venezolanos que eran los “líderes” del mercado spot a precios de descuento… bueno… ese liderazgo ahora lo tiene Rusia.

Lo de los ataques nucleares, aun se mueve en el campo de las amenazas y las especulaciones, aunque todos lo toman muy en serio. Pero hay países que creen que eso no va a pasar, mientras que otros distribuyen pastillas de iodo anti radiación; y el resto, simplemente deja que las noticias circulen, esperando el momento justo entre causar pánico en la población, y darles el tiempo suficiente para protegerse, si el peor escenario llegara a ocurrir. Uno espera y desea que eso no ocurra…

La relación con Argentina se ha ido volcando al tema económico comercial, moviéndose entre actores privados de ambos lados de la cerca. En el pasado, que fue muy malo para muchas empresas pequeñas y medianas argentinas, la relación era entre privados argentinos y el gobierno de Venezuela; mientras que ahora se trata de empresas privadas de los dos lados. Claro que con una salvedad: no hay más crédito; el empresario venezolano debe pagar por adelantado para que su proveedor privado argentino, comience a fabricar lo que después le va a exportar.

Es una relación orgánica donde el argentino, al ver que las compras las paga el mismo dueño del negocio, comienza a restaurar la fe perdida en el pasado; y esto es posible, porque ninguno de los dos gobiernos tiene parte en el circuito. Bueno… si la tienen… pero en cuanto al marco fiscal y aduanal, y a la promoción del comercio… lo usual… como debe ser, y como debió haber sido desde el principio. No hay nada peor que un estado jugando a ser empresario; porque las empresas en manos del estado, en Latinoamérica, a la larga o a la corta, terminan quebradas o cerradas.

Lo cierto es que esta nueva etapa del comercio entre privados está desconectada de la política y no tiene nada que ver la necesidad de un empresario venezolano, con las afinidades políticas. En general, Argentina no es muy competitiva en precio, pero tiene buena calidad; por eso a veces, se le compra así esté más caro.

Recomendación

  • Al gobierno: que haga énfasis en los elementos que están alrededor de la institucionalidad de los negocios, tal como los registros y notarías, así como las tasas basadas en la Unidad Tributaria, y su equivalente en dólares. Hay que revisar el conjunto de externalidades negativas que desalientan la inversión de mantenimiento, y espantan la nueva inversión, pues resulta muy caro e ineficiente.
  • A la dirigencia opositora: que entiendan que apostar todo a las primarias los deja muy vulnerables. Y si, como sería de esperar, tienen un “Plan B”, pues sería bueno que lo compartan con las bases porque, tal como van las cosas, la brecha de desconfianza, es cada vez más grande.
  • A la dirigencia empresarial: que impulse la revisión estratégica de las empresas, para adecuarlas al nuevo entorno de austeridad de gastos, y de relacionamiento con el resto del sistema empresarial. Deben promover la “coopetition” como filosofía. Hacen falta fusiones, adquisiciones, alianzas, y reestructuraciones. Hoy que hay poco endeudamiento, nos hemos convertido en una economía pequeñita pero sólida… no perdamos eso.

 8 min


Griselda Reyes

La voracidad fiscal de este gobierno no tiene límites. No solamente la del gobierno nacional sino también la de los gobiernos municipales.

No soy economista, pero soy empresaria y sé muy bien que si se quiere cobrar mayores tributos lo primero que hay que hacer es generar confianza entre los contribuyentes y luego proceder a aumentar la base imponible y no la cantidad de impuestos y, mucho menos su alícuota.

Quincena a quincena, aquellas empresas que aún están en la formalidad y que son contribuyentes especiales, deben hacer milagros para estar al día con el fisco a fin de evitar multas, cierres o la no renovación de la Patente de Industria y Comercio, por decir lo menos.

Los tributos que aporta el sector privado se han convertido, prácticamente, en la columna vertebral del presupuesto de la nación; pues el fracasado manejo de la industria petrolera ha hecho que la producción caiga a niveles similares a la década de 1940, a causa de la grave crisis económica y política que tiene paralizada a una industria local antes próspera.

Todo apunta a que el gobierno –ese mismo que se jacta de que «Venezuela se está arreglando» porque mide la holgura del bolsillo de quienes se han enriquecido de manera sospechosa en los últimos años–, se ha propuesto acabar con lo que queda de empresa privada.

Desde expropiaciones y confiscaciones de tierras, galpones y fábricas hasta controles de precios y de cambio, pasando por el otorgamiento de divisas preferenciales a sus allegados y la tenaza impuesta a la banca para aprobar créditos por el aumento desmedido del encaje legal –entre otras medidas que tienen entre la espada y la pared a quienes se dedican a la actividad comercial–, el sector productivo privado ha tenido que luchar contra un gobierno que viola, con total impunidad, la autonomía y la descentralización.

Y más recientemente le ha tocado afrontar la competencia desleal de los productos importados exentos del pago de impuestos, así como el contrabando de rubros –especialmente de Colombia y Brasil– sin ningún tipo de control de calidad.

Este proceder equivocado solo afecta al país, por muchas razones. Entre ellas, porque el gran generador de riquezas y empleo formal es la empresa privada. Incluso lo reconoce la OIT cuando asegura que la mayor parte del empleo mundial procede de las pequeñas empresas y de los trabajadores independientes.

También porque la empresa privada es la proveedora más confiable de bienes y servicios de calidad. Y aún más, porque cuando salgamos de esta pesadilla e iniciemos la transición hacia un verdadero Estado democrático, al sector privado nacional le corresponderá asumir el rol de reactivarla economía y rescatar el empleo y, con ello, la posibilidad de vida y desarrollo para los trabajadores.

Una de las cosas que todos deben ver es que, en condiciones normales y aun adversas, la empresa privada produce bienes y servicios para toda la población.

¡Créanme cuando les digo que es muy duro ser empresario en tiempos de revolución! Pero la voracidad fiscal de los gobiernos nacional y municipales es tal que está propiciando en el comercio lo que durante estos últimos años se convirtió en una práctica común entre trabajadores: la migración a la informalidad.

¿Cómo aspira el Estado recaudar impuestos si no hay base imponible? Hincar el diente a los pocos que sobreviven a la vorágine fiscal no es la vía más expedita.

Generar confianza

Para recaudar más impuestos, primero se debe aumentar la confianza de los contribuyentes. No me opongo a que el Estado cobre más tributos, pero creo que debe hacerlo de manera más equitativa y, además, que todos podamos palpar que esos recursos sean bien invertidos en servicios de calidad.

Más y mejores impuestos no dependen solo de ampliar la base imponible o de facilitar el pago, sino también de fortalecer la relación entre contribuyente y autoridades fiscales.

¿Qué propongo al Estado venezolano? Que mejore la fiabilidad del sistema tributario; que genere confianza en los contribuyentes, pero también en los ciudadanos; que aumente la base tributaria brindando herramientas a tantos emprendedores que hoy no pueden legalizar sus compañías por tema de costos; y que optimice la ejecución de esos ingresos en servicios de calidad.

Pero también que impulse la rendición de cuentas; que apruebe políticas para reactivar, impulsar e incrementar la producción nacional, especialmente en el sector agrícola e industrial de las regiones, porque cada una tiene su particularidad; que corrija la política monetaria y fiscal para fortalecer nuestra moneda de curso legal y que controle la inflación; que permita el nacimiento de un nuevo sistema financiero y microfinanciero fuerte, abierto y moderno, así como la apertura del mercado de valores.

Por supuesto, que implemente políticas e incentivos económicos, financieros, fiscales y comerciales para todos los sectores productivos, a fin de apuntalar el sistema de producción y comercialización nacional e internacional, así como el de industrialización y de desarrollo sostenible. Hay que apostar por la producción nacional e importar lo estrictamente necesario.

A más empresas, más empleos, más tributos y más calidad de vida. Por eso, el gobierno está obligado a trabajar de la mano con la empresa privada y a preservar –y no espantar– las inversiones que deseen hacer, garantizando sus derechos de propiedad

griseldareyes@gmail.com

www.griseldareyes.com

Grisela Reyes es empresaria. Miembro verificado de Mujeres Líderes de las Américas.

 4 min


Paulina Gamus

Tomo prestado el título de la muy laureada película (cuatro Oscar, dos Globos de Oro y tres Bafta) de los hermanos Joel y Ethan Coen, cuyo argumento nada tiene que ver con lo que escribiré a continuación. La única relación —además del título— es que se trata de un western y es esa, en cierto modo, la vida que hemos tenido los venezolanos en los últimos 23 años con la particularidad de que en los western clásicos siempre ganan los «muchachos» y en el venezolano ganaron los bandidos.

Comenzaré con una pregunta a la que trataré de encontrar respuestas: ¿quién es viejo? Depende del país y del sexo. La primera vez que un conductor, molesto por alguna maniobra que hice con mi vehículo, me gritó ¡Vieja! yo tendría unos 35 años de edad. Luego, en la actividad política, aspiré a la dirección nacional de mi partido Acción Democrática cuando tenía 45 años. Humberto Celli, de AD y Eduardo Fernández, de Copei eran dos años más jóvenes que yo. Para el común, ellos eran la generación de relevo, yo era «la vieja Gamus». Pero mi pregunta aún no tiene respuesta. ¿Quién es viejo?

El expresidente uruguayo José Mujica, por ejemplo, se acaba de declarar no solo anciano sino casi terminal. En el reciente foro «El reto social de América latina», declaró: «No soy otra cosa que un anciano con consciencia de que se va, pertenezco a un tiempo que se va». Mujica tiene 87 año, pero tenía 80 cuando terminó su mandato en 2015.

Rafael Caldera tenía 78 cuando comenzó su segunda presidencia en 1994 y estoy segura de que en ningún momento sintió que su edad era un impedimento para ejercerla. Otra cosa es lo que pensaran los demás y esa es quizá la respuesta a mi pregunta: viejo es aquel que se siente viejo y no aquel a quien los demás ven como tal. Por ejemplo, Joaquín Sabina, el extraordinario cantautor español al cumplir 70 años ha dicho: «Yo no me veo con un corazón ni un cerebro de 70 años». En cambio, Charles de Gaulle debe haberse sentido muy aporreado por el paso del tiempo cuando pronunció la frase que se le atribuye: «La vejez es un naufragio».

Hay países cuya población se va llenando de personas de la tercera y cuarta edad, algunos gobernantes al manifestar lo que eso significa en los presupuestos de sus naciones han sido duramente criticados por insinuar la necesidad de practicar la eutanasia de esos ancianos que son una carga financiera. También lo son en numerosos casos, para sus familias, cuando padecen enfermedades irreversibles.

Pero carga o no, en los países de Europa donde es mayor el envejecimiento de la población, hay respeto por los ancianos y por hacerles la vida más fácil y llevadera. Los autobuses tienen plataformas para que suban las sillas de ruedas, en las calles y edificios hay rampas con el mismo objeto. En los cines, museos y teatros hay descuentos especiales para personas de edad avanzada.

En Venezuela, país gobernado con ficciones, simulación y palabras huecas, existe desde hace 11 años la Gran Misión en Amor Mayor (obsérvese que no es una misión cualquiera sino una muy, pero muy grande). En el décimo aniversario de la misma, Nicolás Maduro declaró: «La Gran Mision en Amor Mayor cumple 10 años protegiendo y reivindicando la lucha de nuestros adultos mayores. Como fiel defensor del legado del comandante Chávez, no descansaré hasta recuperar el estado de bienestar de los abuelos y abuelas, vulnerado por el bloqueo criminal». No podía faltar la culpa «del bloqueo criminal» para justificar que los ancianos deban hacer colas interminables para obtener una pensión miserable que apenas les alcanza para comprar un pollo o un cartón de huevos. Pero allí no queda el desprecio y humillación a los simplemente ancianos y nada de esa hipocresía de «adultos mayores». Muchas de las oficinas públicas, por ejemplo las del Saime, están ubicadas en locales a los que se solo se puede acceder por decenas de escalones que los ancianos no soportan.

Como desde los gobiernos municipales no se da el ejemplo de cumplir con las normas urbanísticas, los más modernos y lujosos edificios carecen de rampas para el acceso no solo de sillas de ruedas sino también de coches de bebés. Muchos arquitectos consideran que colocar pasamanos en las escaleras de acceso a esos edificios, afean el conjunto. Es decir que privilegian la estética frente a la seguridad de las personas. No sé cuántos viejos gozan de la suerte de no tener dolor de rodillas o de espalda y de esa manera no sufrir porque en las mejores clínicas del país y en los más pomposos restaurantes, las pocetas o inodoros sean tan bajitos y de tan molesto uso que parecieran diseñados para jardines de infancia, y que no tengan barandas.

Uno, una o unes (para hacerle una carantoña a la necedad del lenguaje inclusivo) puede ser viejo por partes. Por ejemplo, en mi caso, de la cintura hacia arriba (corazón y cerebro, como Joaquín Sabina) me siento de 40. De lo demás mejor no entrar en detalles. Pero he leído algo que me ha provocado un fresquito: los viejos de siempre lo seguimos siendo y cada año un poco más hasta que llega el final. Pero hay nuevos viejos y son nada menos que los millenialls. Según un artículo de Karelia Vásquez, en El País, los nacidos entre 1980 y 1996 son los nuevos ancianos en las redes, ahora manda la generación Z que será arrasada en unos años por la generación Alfa. Todos somos viejos o lo seremos en el próximo minuto». ¡Que alivio!

Twitter: @Paugamus

Paulina Gamus es abogada, parlamentaria de la democracia.

 4 min


Fernando Mires

Uno de los más mal entendidos temas de los muchos que trabajó Hannah Arendt es también uno de los más conocidos. Nos referimos al de la «banalidad del mal». No han faltado incluso quienes imaginan que la gran filósofa de la política pensaba que el mal era de por sí banal. Quienes hemos seguido el desarrollo del pensamiento de Arendt, sabemos, sin embargo, que el concepto de banalidad es un derivado del concepto de Kant acerca de la radicalidad del mal.

El caso Eichmann

Como es sabido, la proposición relativa a la banalidad del mal fue elaborada por Arendt observando la personalidad y escuchando opiniones emitidas por Adolf Eichmann durante el juicio a que fue sometido en Jerusalén. Acerca del concepto de banalidad no faltaron quienes creyeron que Arendt intentaba minimizar los crímenes cometidos por Eichmann. Nada más falso: Arendt estaba de acuerdo con la sentencia de pena de muerte aplicada al acusado. En el último párrafo del epílogo escribió Arendt su sentencia personal: la horca. Nada menos. Vale la pena citar el párrafo en toda su extensión, pues ahí está concentrada la esencia del argumento de Arendt acerca de la banalidad del mal. Como si estuviera dirigiéndose directamente a Eichmann, escribió:

Tú mismo has hablado de una culpabilidad por igual, en potencia, no en acto, de todos aquellos que vivieron en un Estado cuya principal finalidad política fue la comisión de inauditos delitos. Poco importan las accidentales circunstancias interiores o exteriores que te impulsaron a lo largo del camino a cuyo término te convertirías en un criminal, por cuanto media un abismo entre la realidad de lo que tú hiciste y la potencialidad de lo que los otros hubiesen podido hacer. Aquí nos ocupamos únicamente de lo que hiciste, no de la posible inocua de tu vida interior y de tus motivos, ni tampoco de la criminalidad en potencia de quienes te rodeaban. Has contado tu historia con palabras indicativas de que fuiste víctima de la mala suerte, y nosotros, conocedores de las circunstancias en que te hallaste, estamos dispuestos a reconocer, hasta cierto punto, que si estas te hubieran sido más favorables muy difícilmente habrías llegado a sentarte ante nosotros o ante cualquier otro tribunal penal. Si aceptamos, a efectos dialécticos, que tan solo a la mala suerte se debió que llegaras a ser voluntario instrumento de una organización de asesinato masivo, todavía queda el hecho de haber, tú, cumplimentado y, en consecuencia, apoyado activamente, una política de asesinato masivo. El mundo de la política en nada se asemeja a los parvularios; en materia política, la obediencia y el apoyo son una misma cosa. Y del mismo modo que tú apoyaste y cumplimentaste una política de unos hombres que no deseaban compartir la tierra con el pueblo judío ni con ciertos otros pueblos de diversa nación — como si tú y tus superiores tuvierais el derecho de decidir quién puede y quién no puede habitar el mundo—, nosotros consideramos que nadie, es decir, ningún miembro de la raza humana, puede desear compartir la tierra contigo. Esta es la razón, la única razón, por la que has de ser ahorcado».

Arendt probablemente no sabía que Eichmann poseía dotes de actor. Su estrategia fue presentarse ante el juicio como víctima de circunstancias, y no como uno de los responsables del Holocausto. Una simple pieza de un engranaje de una maquinaria de la muerte, un hombre que solo cumplía ordenes y que bajo ningún aspecto podría ser señalado como responsable del genocidio.

Arendt no conocía demasiado la vida de Eichmann, y después de su libro, historiadores como Hans Mommsen, estudiando la biografía del acusado, pudieron llegar a la conclusión de que definitivamente Eichmann era un redomado antisemita y, por lo mismo, uno de los responsables del asesinato colectivo que había tenido lugar en las cámaras de gases.

Como sea, más allá de la persona de Eichmann, intentó demostrar Arendt que de verdad hubo personas que solo se limitaron, como si fueran autómatas, a cumplir ordenes y que, bajo otras circunstancias, no habrían sido los asesinos que llegaron a ser. Frente a ese tipo de personas Arendt no fue benevolente. Lo que importaba es lo que un individuo ha hecho y no lo que pudiera no haber hecho si las cosas se hubieran dado de una manera distinta.

Cada ser es responsable de sí y de sus actos, fue el veredicto de Arendt. Hay por cierto, circunstancias atenuantes, pero según Arendt, en el caso de Eichmann, no las había. ¿Qué hubiera actuado como un autómata? Eso no importa. Cada uno es responsable si decide ser un autómata o un ser humano. ¿Dónde reside entonces la banalidad del mal? Aunque parezca tautología, la banalidad del mal reside en su banalización. Quiere decir: el mal nunca será banal, pero sí puede ser banalizado.

Para poner un ejemplo, un soldado de un ejército invasor que mata en las batallas a soldados enemigos no puede ser acusado de asesinato. Pero si ese soldado mata a personas indefensas, a soldados ya rendidos, viola a mujeres, incendia casas, ese soldado sí es un asesino. ¿Y si ha recibido ordenes para cometer esos crímenes? Igualmente, es culpable de no haberse rebelado en contra de los crímenes de guerra que cualquier soldado profesional debe conocer. Obedecer a una orden ilegal no absuelve a nadie.

La guerra es de por sí un crimen, nos diría un pacifista antipolítico. Pero hay crímenes de guerra, y frente a esos crímenes son responsables tantos los que dan como los que reciben ordenes. Decir entonces, yo maté porque así me lo ordenaron, es convertir un asesinato en el simple cumplimiento de una orden. En un acto banal. Y como la mayoría de los asesinos siempre recurrirán a argumentos para justificar sus asesinatos, casi todo asesinato podría ser banalizado pues la banalidad del mal proviene de la incapacidad de sentirse culpable. Repitamos: no hay banalidad sin banalización.

Eichmann intentó banalizar, como la mayoría de los asesinos, sus asesinatos. Mediante su coartada intentó aparecer como un inocente. En muchos casos, y este era el de Eichmann, ese intento podría aumentar incluso su culpabilidad. Primero, el hechor cometió un crimen. Segundo, intentó banalizarlo ante él y ante los demás.

El caso Filbinger

Tiempo después del caso Eichmann, en la Alemania del milagro económico y de la consolidación democrática, tuvo lugar una discusión similar a la que intentó estimular Arendt en Israel y en los EE UU. Nos referimos al ya olvidado, pero en su tiempo muy divulgado caso Filbinger

Hans Karl Filbinger (1913- 2007) fue juez durante la época nazi. Después de haber sido rehabilitado, llegó a ser como político de la CDU, ministro presidente del estado Baden-Württemberg (1966-1978).

Ante sus muchos seguidores, Filbinger representaba valores conservadores (patriarcales, autoritarios, religiosos, patriotas). Las elecciones solía ganarlas con mayoría abrumadora. Pero en 1978 el actor Rolf Hochhuth lo denunció por haber sido uno de los juristas más implacables del régimen nazi, llamándolo «jurista terrible» (denominación que en la Alemania de posguerra era aplicada a los juristas al servicio personal de Hitler). Acusación que habría pasado desapercibida si es que el mismo Filbinger no hubiera levantado una querella en contra del actor. Fue ahí cuando la prensa descubrió el tortuoso pasado del político.

Como juez de la Marina, Filbinger había condenado a muerte a marinos desertores. El proceso judicial, iniciado por el mismo Filbinger, demostraría que la denominación «jurista terrible» era perfectamente aplicable a su persona. A la CDU no quedó más alternativa que destituir al patriarca. Por cierto, no fue condenado ni a prisión ni a nada. Tuvo suerte. Durante el tiempo del juicio a Eichmann habría sido condenado a muerte.

Lo que más llamó la atención fue la absoluta incapacidad de Filbinger para hacerse cargo de su pasado. Pese a que sus propios hijos se distanciaron de él, siguió, hasta el momento de su muerte, sosteniendo que había sido una víctima de una confabulación urdida en la RDA. Con esa negación Filbinger pasó a engrosar una larga fila de posnazis incapaces de asumir la realidad vivida. La había borrado de su mente y, por ende, de su biografía.

¿Por qué rememoro aquí el ya casi olvidado caso Filbinger? Por una sola razón. Filbinger, como Eichmann, intentó banalizar el mal. Pero Filbinger no usó el argumento de Eichmann («yo solo cumplía órdenes») sino otro más refinado: «Yo solo aplicaba las leyes». Como dijera Filbinger en una entrevista a Der Spiegel: «Yo no soy responsable de las malas leyes. Mi trabajo era solo hacerlas cumplir». Con esas palabras la banalización del mal se convertía en la legalización del mal.

Efectivamente, desde un punto de vista puramente legal, Filbinger no había cometido ningún delito. Su falta era moral: obedecer ciegamente a las leyes de una dictadura sin considerar que una dictadura, por serlo, es anticonstitucional y por lo mismo ilegal. Las leyes dictadas por una dictadura solo pueden ser legales para los partidarios de una dictadura. Y aquí topamos con uno de los temas más controvertidos del derecho público y privado: la relación entre legalidad y legitimidad.

Legalidad y legitimidad

El tema fue tratado a fondo por el jurista Carl Schmitt para quien la legalidad no cubre todo el espacio de la legitimidad de modo que algo puede ser legítimo y no ser legal a la vez. Ahí, sin mencionarlo, Schmitt recurría a nociones establecidas filosóficamente por Immanuel Kant. La diferencia es que mientras para Schmitt legitimidad y legalidad eran términos contrapuestos, para Kant eran conceptos interdeterminados.

Kant, a pesar de ser un apasionado defensor de la ley constitucional, no era legalista. Las leyes, según Kant, deben ser respetadas porque provienen de la razón práctica, vale decir de las experiencias de vida. De ahí surge la moral y de la moral, la religión y el derecho. De tal modo las leyes, según Kant, se encuentran afiliadas a la razón hecha moral y a la moral hecha ley. Cuando hay discordancia entre ley y moral, quiere decir que algo anda mal en las leyes. De esa constatación dedujo Kant una de sus máximas más famosas: «Haz todo lo que las leyes prescriben, pero no hagas todo lo que las leyes permiten». Quiere decir, más allá de la legalidad hay un espacio donde nos está permitido regirnos por una moralidad que no puede ser totalmente cubierta con el manto de la legalidad.

No todo lo legal es justo ni todo lo justo es legal, podría haber dicho Kant. Hay por lo tanto en su filosofía jurídica, una sobredeterminación de la moral en el derecho público y privado. Una palabra alemana, casi intraducible a otros idiomas, expresa de modo preciso esa sobredeterminación: sitte.

Sitte es la moral que proviene de la tradición y de las costumbres. De este modo uno podría contravenir la sittlichkeit sin contravenir la legalidad. Pongamos ejemplos: no responder al saludo de un vecino, no es ilegal, pero no es sittlich. No cumplir una promesa dada a alguien, no es ilegal, pero no es sittlich. Ser elegido presidente en nombre de la paz y llevar al país a la guerra, no es ilegal, pero no es sittlich. Podríamos seguir con ejemplos parecidos.

Ahora, lo ideal es que moral, sittlichkeit y legalidad, sean correspondientes entre sí. Por eso recomendaba Kant que, no habiendo en determinadas situaciones una ley por la cual regirse, debemos actuar como si hubiera una, siguiendo máximas que condensan las formas de conducta en campos no considerados por la legalidad. Por lo mismo, hay situaciones extremas en las cuales la discordancia entre moral y legalidad es tan discrepante que no queda más alternativa sino tomar una decisión o a favor de la ley sin sustrato moral, o a favor de la moral de donde provienen las leyes.

Eichmann dijo que solo recibía órdenes. Lo que no dijo es que las recibía de una camarilla de miserables asesinos. En el caso de Filbinger, él dijo que dictaminaba de acuerdo a leyes que bien podrían ser malas, pero no dijo que esas leyes (decretos) provenían de la voluntad de un caudillo criminal que había puesto su palabra por sobre la Constitución, las leyes y la moral.

Hitler, al renunciar tanto a la legalidad como a la moral establecida fue, si seguimos a Kant, una expresión máxima del mal. De un mal imposible de ser banalizado. De un mal que no se sujeta a nada ni a nadie. De ese mal que hoy representa Vladimir Putin. El mal radical, así lo llamó Kant.

El caso Putin

El mal radical es el mal puro, radicalmente desbanalizado, imposible de ser justificado por nada. Es el regreso a una supuesta condición natural, cuando no había moral, ni ética, ni normas, ni dioses, ni leyes, ni palabras. El mismo Hitler lo sabía. Siempre ocultó el Holocausto, incluso ante ante su propia gente. Sabía por lo mismo que había pasado la raya que separa a la condición humana de otra a la que no sabemos cómo llamar.

Hitler no se dejaba regir por nada diferente a su propia voluntad. Pero Hitler no era un ser irracional, eso sería defenderlo. Sus visiones eran irracionales, pero intentó realizarlas aplicando una sistemática racionalidad instrumental. La racionalidad del mal radical, podríamos llamarla. Precisamente a esa racionalidad se refería hace unos días el presidente de los EE UU cuando dijo que Putin era muy racional para llevar a cabo una obra irracional. Si es así, Putin no puede ser comparado con Stalin, pero sí con Hitler.

Stalin era sin duda tan o más asesino que Hitler. Pero incluso su maldad podía ser banalizada por la existencia de un partido, de una tradición leninista, por la creencia en una ciencia de la historia según la cual era necesario hacer parir el comunismo desde el vientre sangriento del capitalismo. Stalin asesinaba a seres que se anteponían a su enloquecida visión del mundo. Pero siempre perseguía un objetivo según él, necesario. No así Hitler, quien mandó asesinar a los miembros de un pueblo no por lo que hacían o no hacían sino por lo que eran: judíos. Por eso la lógica asesina de Putin se encuentra mucho más cerca de Hitler que la de su antecesor ruso. Putin es el Hitler de nuestro tiempo.

Radical ha sido desde un comienzo la maldad de Putin. Tanto en las masacres cometidas en Siria, Georgia y sobre todo en Chechenia, Putin rompió con todas las normas y leyes de la guerra. Los gobernantes europeos lo sabían. Pero para ellos las guerras de Putin pertenecían a una barbarie de la que creían estar lejos. Hasta que la guerra de Putin llegó a la europea Ucrania. Al mundo de la civilización, de las constituciones, de los derechos humanos.

Según Putin, lo escribió el mismo en su ensayo del 2021, Ucrania pertenece a Rusia de acuerdo a lazos idiomáticos y vínculos de sangre. Partiendo de esa premisa, bautizó a todos los ucranianos que no querían ser parte del estado ruso, como nazis. La invasión a Ucrania, comenzada el 2014 con la ocupación de Crimea y de los territorios del Donbás, fue realizada en nombre de una razón biologista y naturalista. Su objetivo era la rusificación de Ucrania, no combatir a la ampliación de la OTAN, como trataron de justificar algunos irresponsables académicos occidentales. Sobre eso ya casi no hay discusión.

Las acciones militares de Rusia han estado dirigidas desde el primer comienzo en contra de la población ucraniana. Como si hubiera duda, Putin acaba de confesarlo. Cuando se enteró de que ese puente simbólico y real destinado a unir Crimea con Rusia, había parcialmente explotado, dijo «hoy tenemos un sano deseo de venganza». Lo que no dijo es lo que hizo. No tomó represalia en contra de puentes ucranianos sino en contra de los habitantes de Kiev.

Los puentes son objetivos de guerra, esa es una verdad elemental de todos los manuales militares. Bombardear puentes es impedir el transporte de armas y soldados enemigos. Pero teatros, plazas, mercados, estaciones, calles, no son objetivos de guerra. Por cierto, desde que hay guerras la población civil ha sido la principal víctima. Basta recordar a Vietnam e Irak. Pero nunca la población ha sido el principal objetivo. Pues bien, Putin ha asesinado a ucranianos simplemente porque son ucranianos.

Sabemos que el Holocausto al pueblo judío es incomparable. Pero la lógica que lleva a matar a seres humanos por lo que son, es decir, por su culpa de ser, es también la de Putin.

Mamá, ¿por qué caen bombas sobre el jardín infantil? Preguntó un niño de nueve años a su madre, la periodista Nonna Stefanova. Después de vacilar, ella decidió responder con la verdad: porque somos ucranianos.

Leo de nuevo el dictamen de Hannah Arent sobre Eichmann. En una de sus frases dice, Eichmann debe morir porque se tomó el derecho a decidir cuáles pueblos deben poblar o no a la tierra. Putin también se tomó ese derecho. Los ucranianos, para él, solo deben existir como rusos. Por eso pienso y digo: si hubiera un poder supranacional, Putin, de acuerdo al dictado de Hannah Arendt sobre Eichmann, debería ser ejecutado. Por la radicalidad del mal cometido, Putin pertenece al mundo de los muertos.

Esa posibilidad, la muerte biológica de Putin, está muy lejos de nuestra voluntad. Como tantos dictadores, puede que muera tranquilamente en su cama. Incluso puede que sea santificado por ese monje degenerado llamado Kirill, quien ha dicho (textual) que Putin fue enviado por Dios a Rusia. Como sea, Occidente no está en condiciones de deshacerse de la radicalidad del mal representada por el dictador ruso; pero sí está en condiciones de defender a Ucrania y con ello, de infligir una derrota a Putin. Esa derrota sería una victoria de la razón, de la moral y del derecho internacional.

Putin, al menos, debe morir políticamente. Y para que eso ocurra, debe ser derrotado militarmente. Ojalá para siempre.

Twitter: @FernandoMiresOl

Fernando Mires es (Prof. Dr.), Historiador y Cientista Político, Escritor, con incursiones en literatura, filosofía y fútbol. Fundador de la revista POLIS.

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Carlos Raúl Hernández

“Cambiar para que todo siga igual”, es la ajada cita-lugar común que sustituye leer Il Gattopardo de Lampedusa, aunque la obra no hace justicia al paso de Sicilia desde la monarquía borbónica a la modernidad constitucional de la casa de Saboya a finales del siglo XIX, ni a que nada siguió igual; y el más grande de los directores italianos, Luchino Visconti, la lleva al cine y transubstancia a Burt Lancaster, un vaquero y aporreador de Hollywood, en el Príncipe Fabrizio, viejo aristócrata que simboliza la decadencia de su clase ante la burguesía arrolladora. Cuentan que Lancaster se sorprendió porque había muchas camisas de seda en el armario durante el rodaje de una secuencia: “quería que te sintieras de verdad príncipe”, le dijo Visconti. La monarquía constitucional apenas duró 50 años y en ella nace un partido socialista que se desgajó en comunistas y fascistas, los segundos un invento de Mussolini para fundir patria y socialismo. ¿Será que la flamante political sex symbol, Giorgia Meloni cambiará para que todo siga igual?

Hasta su entrada en la UE, Italia era más rica que casi toda Europa pese a su proverbial inestabilidad política desde el final de la segunda guerra (73 gobiernos en 77 años); y potencia cult-pop con Raffaella Carra, Laura Pausini, Claudia Cardinale, ristretto, cappuccino, Sofía Loren, Gianni Morandi, Marcelo Mastroniani, Eros Ramazzotti, el Festival de San Remo. Superó los efectos patológicos de la ndhangreta calabresa, la camorra napolitana, la mafia siciliana y el terror de las Brigadas Rojas, el asesinato de Aldo Moro y de su tesis del “compromiso histórico”. Pero el euro la arruinó y, como Grecia, hoy es pobre y en depauperación. Su éxito radicaba en ser, al igual que China del siglo XXI, proveedora global de objetos y servicios low cost, porque podía devaluar la lira y mantener su competitividad, lo que aseguraba capitales extranjeros y turismo masivo. EEUU y el resto de Europa ofrecían carísimos diseños originales de Saint Laurent, Givenchy, Balenciaga, Mary Quant, Chanel (“una mujer solo necesita un vestido negro y un hombre que la ame”).

Pero Italia se encargaba de las imitaciones. Rolex, Cartier, carteras de firma, trajes, que vendían los manteros en el Vaticano. A las superproducciones del oeste con John Wayne, Yul Brynner, Kirk Douglas o Gary Cooper, respondía con baratos, atractivos y exagerados western espaghetti y si los gringos lanzaban a la sugerente Donna Sommer, los italianos replicaron con la explícita Sabrina, y el país feliz crecía a 18%, hasta que el euro liquida la posibilidad de devaluar y China inunda con manufacturas baratas hechas con bajos salarios. Desde el fin de la segunda guerra casi siempre gobierna el democristiano Julio Andreotti, quien sorteo exitosamente la inestabilidad política, promovió el crecimiento y con base en la abundancia, el Estado empleó más de tres millones de burócratas bien pagados. Hoy Italia está en el paso previo al colapso y de llevarse al hoyo también a la U.E. Suma 20 años sin crecer, por ende con poca recaudación, pero hay que pagar a los tres millones funcionarios que siguen ahí.

Por eso ahora es el cuarto país más endeudado del mundo con dos billones de dólares, un escandaloso 145% del PIB, el doble del PIB anual de México. 40% de los jóvenes están desempleados, los llamados ni-ni que ni estudian ni trabajan ni tienen futuro y el país va la debacle. La votación de Meloni reacciona a esto y a la revolución identitaria de la minoría izquierdista que le ladra a la mayoría como perro bravo, que quiere “transvalorar” los valores de la gente corriente, se les mete en la cama, las escuelas, la privacidad de los hogares, y el común se rebela, tal como en Chile. Con Meloni la gente llevará la normalidad de sus vidas libremente, se acostará con quien le de la gana, exentos de la barbaridad totalitaria en las “recomendaciones” de Irene Montero y su “ministerio” sobre como tener sexo sin límites etarios. Para la jauría pareciera que en vez de ella hubiera triunfado Hitler y mascullan que es de “ultraderecha”, “neofascista” y otras babosadas, pero no se preocupan “por la democracia” con los camaradas de Podemos, ni con Boric.

Saben que Meloni se “integró al sistema” al afiliarse al instituto Aspen, “globalista” y financiado por la Carneige Corporation, la Fundación Bill y Melinda Gates, la Fundación Ford, los hermanos Rockefeller, y rechaza la invasión a Ucrania. Su sentido común y la tremebunda deuda italiana, que debe enjugar la U.E, no le permitirían hacer desplantes, aunque no sabemos qué pasará con Europa y el mundo. Aunque su programa económico tiene luxaciones, la asesoría de Mario Draghi contribuiría a un gobierno sensato y racional. En nuestra Latam para fundamentalistas de derecha en Brasil ganó la primera vuelta una especie de Mao Tse Tung, un tirano de paredones y expropiaciones masivas, y no el cuerdo y competente Lula quien gobernó democráticamente y al que el mismo tribunal que lo detuvo, dio el indulto. Lo mejor para el continente sería que se imponga en la segunda vuelta sobre Bolsonaro, un clon de Trump que amenazó con invasión y guerra a nuestro país. Lula sería un apoyo para fumigar chinches ideológicos en Venezuela, Colombia y Chile, e iniciar el cambio de verdad.

@CarlosRaulHer

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Edgar Benarroch

INTROSPECCIÓN

La introspección es la observación que una persona hace de su propia conciencia o de sus estados de ánimo para reflexionar sobre ellos y se supone, actuar en consecuencia.

Estamos en una situación donde por lo menos el 90% del país está insatisfecho y extremadamente molesto por la horrorosa gestión de este régimen y desea salir de él cuanto antes, pero eso no se traduce que ese porcentaje vea con buenos ojos y como alternativa válida y deseada a la dirigencia de la oposición.

Los dirigentes deben saber lo que ocurre y me imagino han analizado lo planteado, no sé si llegaron a algunas conclusiones, pero lo que es urgente es tener conciencia de lo que pasa y adoptar medidas y conductas para que el malestar y descontento sobre este régimen, se traduzca en esperanza cierta y optimismo firme en los cuadros dirigentes de la oposición.

Este proceso de análisis debe partir de un verdadero acto de introspección de toda la dirigencia opositora para profundizar los aciertos y corregir de inmediato los desaciertos. Todos debemos observarnos detenidamente para focalizar los errores y enmendarlos cuanto antes, para descubrir por qué la oposición no está unida y que pasa que no estamos en sintonía con el pueblo. La gente no ve como alternativa la dirigencia opositora, pero aún no se descubre que prefiere como sustituto de lo que tenemos, hacia dónde se inclina, pero tiene muy marcada la voluntad de salir de este régimen.

El tiempo avanza inexorablemente y estamos emplazados a lograr sintonía cuanto antes con el pueblo para que nos vean como esperanza cierta y optimismo racional.

No se debe solo pensar en salir de lo que tenemos, que maltrata a todos, sin tener claro con que o quienes lo vamos a sustituir. Dar un salto al vacío es un riesgo infinito que no debemos correr ni permitir.

Introspección, reflexión, conciencia y rectificación deben ser nuestro norte para poder encarnar las esperanzas populares y esa esperanza se hace más firme si nos presentamos en franca UNIÓN, con un solo candidato a la Presidencia de la Republica y con un programa de gobierno creíble y factible que contenga las soluciones a nuestro inmenso drama.

En las manos de la dirigencia opositora está la toma de decisiones para recobrar la esperanza nacional. El momento no es para motivarse por interés parciales o sectoriales, es para pensar sólo en el gran y sagrado interés nacional que es donde todos debemos encontrarnos.

22 de octubre 2022

TRAGEDIA EN ARAGUA

El Estado Aragua es uno o tal vez el más afectado por las tormentas que han producido rayos, centellas y copiosas lluvias, también fuertes vientos de mucha velocidad. Los ríos se desbordaron y se llevaron todo lo que a su paso encontraron. Muchas viviendas fueron dañadas, algunas desaparecidas y muy lamentablemente se registran pérdidas de vidas humanas. Los ríos siempre buscan sus cauces y cuando ellos están ocupados, la fuerza del agua los derrumba, por eso debemos ser respetuosos de los mismos y nunca construir en ellos, como también la autoridad jamás debe permitir se construya en los cauces de los ríos.

Ocupar indebidamente los cauces es una inmensa irresponsabilidad y la autoridad, al no actuar, incurre en una irresponsabilidad mayor, que ocasiona desastres como los que desafortunadamente presenciamos: viviendas desaparecidas con todos sus enseres o destrozadas parcialmente y pérdida de vidas humanas. Leí la opinión de alguien que afirma que lo ocurrido en Las Tejerías en buena parte es responsabilidad de la irracional explotación en las minas de niquel del caserío de Tiara. Esto se debe investigar a fondo y de ser cierto actuar con la mayor severidad.

En Maracay, El Cataño y Palmarito, fue por la obstrucción del cauce de los ríos El Castaño y Madre Vieja y el ímpetu de las aguas arrasó con todo lo que se encontró al ver obstaculizada su salida. El agua estaba taponada y formó un inmenso estanque de millones de litros que cuando venció los tapones se llevó lo que encontró.

Las autoridades tienen el deber de mantener limpios y expeditos todos los cauces de los ríos y prohibir terminantemente cualquier tipo de construcción en sus lechos.

Los coletazos de las tormentas que últimamente nos han llegado han producido un exceso de lluvias que ha provocado el crecimiento de los ríos que al ver obstaculizado su desahogo van formando inmensos depósitos de agua de millones de litros y demás elementos que al superar los obstáculos avanzan como fuerza muy poderosa que va arrasando con todo lo que se encuentra a su paso. Por ello el paso de los ríos, sus cauces, siempre deben estar limpios y sin obstáculos de ninguna naturaleza. Las autoridades tienen el irrenunciable deber de encargarse de ello y todo indica que no ha sido así y de allí la inmensa tragedia que confrontamos.

Elevamos nuestras oraciones al Todopoderoso por el descanso eterno del alma de los fallecidos y rogamos les de suficiente fortaleza a sus familiares para soportar tan sensible pérdida. Lo demás, casas, cosas, equipos y enseres son recuperables y el Estado debe asistir a todos los afectados para de alguna manera paliar las pérdidas. Esperamos que así sea.

21 de octubre 2022

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Ismael Pérez Vigil

A la memoria de Francisco José Virtuoso, S.J. Compañero en la ruta de la fe y en la ruta de la recuperación de la libertad y la democracia.

Aunque sea difícil sostener el optimismo, sobre todo al considerar la situación de lo que llamamos la oposición democrática, que verdaderamente preocupa, hay que hacer el esfuerzo. Sobre todo, ahora que finalmente ha circulado un documento, que aún no sé si es o no apócrifo, pero que según quienes lo circulan, como es usual, es de buena fuente y contiene las normas y reglamento de la primaria. En todo caso, finalmente hay algo sobre que discutir y aunque no sea la versión final y definitiva, estoy seguro que ésta, cuando aparezca, tendrá pocas diferencias con la que fue dada a conocer.

Resumen del Reglamento.

El documento en sí, es posiblemente anodino; no creo que tenga nada que no esperáramos o que sea especialmente grave; contiene muchas cosas obvias, cientos de detalles, como en cualquier reglamento, algunas partes farragosas, también como cualquier reglamento; pero no es mi idea extenderme en la crítica, tarea para la que se presta éste y cualquier documento; eso lo dejo a otros; solo resumiré y comentare lo que considero más importante. Entre los aspectos que resumo y resalto, sin que el orden signifique importancia, están:

· Cualquiera, que sea demostradamente opositor, mayor de 30 años y seglar, puede ser candidato. Declaración que se dice fácil y que es insuperablemente democrática, pero que no resuelve el “cómo” se logrará eso; pero eso tampoco es materia de un Reglamento

· Toda organización política puede presentar un candidato y éstos también lo podrán hacer por iniciativa propia, con un determinado número de firmas de apoyo.

· Todo mayor de 18 años, obviamente, podrá votar, siempre que esté inscrito en el registro electoral. Aquí está el primer problema, por el retraso del registro y además porque no hay garantía de que el CNE lo actualizará, depurará y corregirá.

· En todo momento la Comisión de Primaria (CP) procurará mantener el secreto y garantizar la seguridad, la confidencialidad de los votantes y el resguardo seguro de los cuadernos de votación. En ninguna parte dice cómo, pero bien sabemos por experiencias anteriores, como la primaria del 2012, que los cuadernos con las firmas y nombres de los votantes fueron destruidos, cuando el régimen, a través del TSJ, trató de obtenerlos.

· Todos los participantes aceptarán este Reglamento como la norma que rige el proceso y se comprometen a reconocer y apoyar a quien resulte ganador.

· Todo candidato suscribirá una declaración de principios democráticos, que le presentará la CP e igualmente un Programa Mínimo de Gobierno. Obviamente, pues se trata que el candidato sea el de la oposición democrática, que significa un compromiso compartido, no individual

· La campaña electoral se regirá por normas de igualdad, respeto, austeridad y equilibrio y desde luego, todo candidato mantendrá una conducta enmarcada en principios y valores democráticos y de competencia leal, evitando caer en ofensas o conductas que violen la dignidad de los demás candidatos

· Todo candidato se compromete, de manera voluntaria (?) a contribuir con los costos del proceso, de acuerdo a lo que establezca la CP. Aun crípticamente y poco claro dicho, ya sabemos que esta condición “eliminará” algunos candidatos que han manifestado su desacuerdo con la disposición, que les parece discriminatoria (?)

Pero tan importante como lo que dice, es lo que no dice el reglamento. Deja fuera los puntos más espinosos y conflictivos, que no están para nada resueltos y que no está muy claro quién los resolverá, si será la Plataforma Unitaria o si se los dejarán a la Comisión de la Primaria, que tal parece es la intención. Algunos de estos puntos son:

La fecha del evento.

· En ninguna parte menciona la fecha del evento. No era de esperarse que el reglamento determinará una fecha de manera precisa, pero al menos podía haber dado algún indicio. El Reglamento alude a que, en el momento de convocar la Primaria, publicará el cronograma y anunciará la fecha de la elección. Pienso que podríamos esperar que la fecha se anuncie cuando se haga la presentación formal de este Reglamento, sin más demoras, la fecha que se ha rumorado −hacia finales de junio de 2023− ya es demasiado tardía. No debería pasar del primer trimestre del próximo año la fecha para decidir este tema, si no, se le está dando una ventaja excesiva, al régimen, que ya tiene suficientes ventajas de las cuales se aprovecha y abusa. Pero, volveré más adelante con el impacto político que tiene el que no se haya definido aún la fecha para escoger el candidato opositor

Una o dos vueltas.

· Tampoco dice nada de si la decisión del candidato se tomará en una vuelta o si − buscando que el candidato seleccionado tenga el mayor consenso posible− se realizará en dos vueltas, en el caso que ningún aspirante saque en la primera más del 50% de los votos. El reglamento parece liquidar limpiamente esa posibilidad, cuando afirma que será: “…el candidato presidencial unitario quien obtenga mayoría de votos.” (Art. 2) Al parecer se acaba la discusión sobre costos, sobre cómo lograr que el candidato tenga el mayor consenso posible, etc.; liquidando de esa manera el tema y la discusión de alternativas posibles, que las hay.

Una ONG había hablado de una fórmula que permitiría realizar ambas vueltas en un solo momento electoral, haciendo que el elector vote por más de un candidato y sumando todos sus votos, como primera, segunda o tercera opción, en caso de que nadie obtuviera más de la mitad de los votos; con base en esa sumatoria se podría hacer una clasificación de los candidatos. Esta fórmula, o una similar, hubiera permitido bajar costos de una segunda vuelta y lograr un consenso mayor.

La apuesta ahora, cosa que es verosímil, por historias de primarias pasadas, es que −como siempre− la gente “juegue a ganador” y elijamos por una amplia mayoría a un candidato unitario; pero es una apuesta.

La votación en el exterior

· Quizás lo que algunos más echan de menos en el reglamento es lo relativo a la votación de los venezolanos en el exterior. La única alusión al tema está en un solo artículo cuando señala el Reglamento: “la CP …promoverá los mecanismos viables a los efectos de la participación de los electores en el exterior” (Art. 5). Como dice un amigo, se despacharon a “…7 millones de venezolanos en un solo renglón”.

No necesito repetir mi escepticismo con el voto de los venezolanos en el exterior, dadas las enormes dificultades para ubicarlos, para registrarlos, para animarlos a votar, etc. Estas dificultades las he analizado en un varios artículos recientes (ver: https://ismaelperezvigil.wordpress.com/ ); y también, en uno de ellos, Primarias Opositoras −https://bit.ly/3VJlvGl− afirmé que si existe la voluntad y el acuerdo entre los candidatos, hay experiencias con recolección de firmas y otras actividades en el exterior, que permiten afirmar que es posible movilizar a los venezolanos para hacer un “registro” de votantes en el exterior y que pudieran votar, al menos en la primaria, con solo presentar su cédula o pasaporte y también se podría promover, en muchas ciudades del mundo, el voto electrónico remoto.

Queda aún una leve esperanza que la CP, con base en el artículo cinco del Reglamento y haciendo uso de sus atribuciones, promueva la participación y voto de los venezolanos en el exterior, como señalé más arriba, con cedula o pasaporte, aun cuando no figuren en el registro electoral del CNE.

Con o sin CNE

· Y el último punto al que haré referencia en cuanto a las omisiones del Reglamento, es el relativo a la participación del CNE en el proceso. Bien sabemos que el tema es un “espanta brujas”, su sola mención enfurece a una buena parte de los electores de oposición, que al escucharlo se cierran a los argumentos de costos, mayor participación, etc. Como en los otros puntos mencionados, sobre este punto el Reglamento no dice tampoco nada de manera directa; pero en uno de sus artículos deja entrever, de una forma muy sutil, la posibilidad de esa participación, cuando señala que: “…En caso de que la votación sea manual, las boletas electorales tendrán en su reverso un mecanismo de seguridad para evitar su falsificación.” (Subrayado mío)

Es obvio que, si la votación no es manual, si es electrónica, o con máquinas de votación, en este segundo caso, es imprescindible la participación del CNE. Tampoco escandalizaré a nadie, pues no es algo nuevo, decir que estoy en favor de la participación del CNE, regido y controlado todo el proceso por la CP, que permitiría bajar costos e incrementar las posibilidades de participación. Con la salvedad de que no sería necesario el CNE para la votación en la primaria de los venezolanos en el exterior, como afirme en el artículo mencionado más arriba.

Elaboración y divulgación del Reglamento.

Pero creo que, política y motivacionalmente hablando, lo grave, según algunos, es, primero, la forma en que se dio a conocer el Reglamento −en lo oscuro, por trastienda, gracias a una “infidencia” −; y segundo, más grave aún, según otros, es la forma en que se elaboró; dicen que sin consultas y sin tomar en cuenta las opiniones de muchos −por ejemplo, los pre candidatos−, que se sentían con derecho a ser consultados.

Ciertamente, eso siempre ocurre con este tipo de documentos, pues es realmente difícil elaborar un reglamento como éste en una especie de comité multitudinario, pues es imposible complacer a todos, mejor dicho, casi que a ninguno. Ya sé que eso no es excusa para los que sostienen que el Reglamento debió ser ampliamente consultado, pero es así, tal como lo describí, en mi opinión y con base a mi experiencia y en cualquier caso no me voy a desgastar en convencer a nadie o en justificar mi afirmación.

Conclusión

En síntesis, el reglamento, aunque tiene cola y lamentablemente no parece que vaya a contribuir a mejorar los ánimos, bien por el disgusto que ha causado en algunos y la apatía con la que fue recibido por la mayoría, al menos es un material sobre el que se puede discutir y nos coloca más cerca de una fecha para tomar la decisión acerca de cómo designar y quien será el candidato unitario.

https://ismaelperezvigil.wordpress.com/

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