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Opinión

Grupo Ricardo Zuloaga, Grupo Orinoco

El Grupo Ricardo Zuloaga y el Grupo Orinoco de Energía y Ambiente, se pronuncian ante la agudización de la crisis del sector eléctrico nacional que afecta a millones de venezolanos.

La vida sin energía eléctrica es inimaginable. El fluido eléctrico está presente en todo, desde el hogar a las industrias, las oficinas, la salud, la alimentación, la educación y el entretenimiento. Es indispensable contar con un servicio eléctrico continuo, confiable, asequible y sostenible para alcanzar el desarrollo económico y el bienestar de los ciudadanos.

El actual Sistema Interconectado Nacional se ejecutó durante las cuatro décadas de democracia de 1958 a 1998 y fue piedra angular en el desarrollo de las industrias del petróleo-gas; del hierro, acero y aluminio, del sector comercial y en el aumento de la calidad de vida de la mayoría de la población. Integrado por empresas públicas y privadas, llegó a ser considerado el mejor de América Latina, con una cobertura del 97 por ciento de la población, excelente calidad de servicio, uso de tecnología de punta, robustez, estabilidad y confiabilidad. Hasta 1999, cuando se producía alguna interrupción se recuperaba con rapidez y mínima afectación a los ciudadanos.

En las últimas dos décadas, la degradación del servicio eléctrico se ha hecho evidente. En el 2006 comenzaron las fallas críticas y en 2008 hubo cuatro apagones nacionales, no olvidemos que en marzo de 2019 en Venezuela hubo un apagón general que afectó 23 estados del país. Se estima que los cortes de electricidad causaron más de 1.000 millones de dólares en pérdidas. A finales de 2009, Corpoelec, por el mal manejo de los embalses hidroeléctricos y la indisponibilidad del parque térmico, comenzó a racionar el consumo de electricidad.

En la actualidad, la capacidad térmica disponible escasamente sobrepasa los 2.000 MW de los 18.000 MW instalados. Por otra parte, la generación hidroeléctrica del Bajo Caroní está limitada por el descenso de la demanda de Guayana y por la capacidad de la Red Troncal de Transmisión. En Guayana existe una reserva rodante de 2,300 MW que, de no usarse localmente, debe ser descargada por los aliviaderos o se corre el riesgo de un apagón nacional en caso de fallas de generación en el sistema centro occidental.

Para justificar sus fallas el Gobierno ha utilizado múltiples excusas como: saboteo, la sequía o el daño causado por fauna silvestre. Sin embargo, la crisis actual es de su exclusiva responsabilidad y las causas del deterioro son la obsolescencia de todo el equipamiento, falta de mantenimiento, personal con escasa competencia profesional, deficiente operación y corrupción generalizada.

Se estima que en las dos últimas décadas se ha asignado al sector eléctrico más de 105 mil millones de dólares. Con la emergencia eléctrica decretada en el 2010, se hicieron adjudicaciones directas a firmas sin experiencia y se adquirieron unidades usadas y con sobreprecio. Es necesario señalar que el costo total de la inversión realizada en los 40 años de democracia (1958-1998) alcanzó los 47,000 millones de US$.

El Sistema Interconectado Nacional tiene en la actualidad instalados unos 35.000 MW y la demanda de electricidad pasó de 18.600 MW en el año 2013 a unos 12.400 MW actualmente, de los cuales solo pueden ser atendidos unos 10.400 MW. Este déficit es compensado con el racionamiento del servicio que afecta a millones de consumidores, ocasionando daños en hogares y equipos eléctricos por la variación del voltaje suministrado.

Es preciso que se entienda que Venezuela tiene una capacidad instalada hidrotérmica nominal tres veces mayor que la demanda actual, sin embargo la indisponibilidad es tan alta (75%) que hay racionamiento diarios en varias regiones del país a pesar de que casi la mayoría tiene generación instalada suficiente que, de estar disponible, las harían autosuficientes. La prioridad actual es rehabilitar lo que se pueda de lo instalado para lograr eliminar o reducir el racionamiento actual. Definitivamente, lo que se necesita actualmente es energía firme que no la aportan ni la eólica ni la solar como se está proponiendo.

El sistema eléctrico nacional se ha tornado inviable; la gestión pública ha fracasado y de no avocarse a su reingeniería integral, con la participación de los especialistas del sector, estaremos agudizando el mal al persistir en la vieja práctica de adoptar medidas coyunturales (parches). Para esto, sociedades técnicas y grupos de expertos han desarrollado planes serios y bien formulados en el país. Lo que hace falta es voluntad política y capacidad para ejecutarlos.

Se estima que las inversiones requeridas para recuperar el sistema eléctrico superan los 15.000 MM$, en un periodo de tres a cinco años. Las inversiones deberán distribuirse en generación alrededor del 35%, en transmisión 25% y 40% en distribución y comercialización, siendo prioritario rehabilitar lo que sea posible.

La solución de la crisis del sistema eléctrico pasa por cambios institucionales profundos: la ideología del régimen; un nuevo modelo económico que se aparte del rentismo y esté orientado preferentemente hacia el bienestar de los ciudadanos; un nuevo marco legal que promueva un modelo diferente de gestión del sector eléctrico basado en la eficiencia y transparencia y operado por un equipo de profesionales con sólidos conocimientos en la prestación del servicio y comprobada ética.

Es imperativo incorporar la energía eléctrica como un elemento prioritario en la política energética del país. Dentro de los nuevos elementos de una política energética es necesario emitir una nueva Ley del Servicio Eléctrico, que permita la participación de los privados en todas las actividades relacionadas con el sistema, ya que la del 2019, que aún está en discusión, no es un mapa de ruta que sirva de guía y estímulo a la inversión privada. En el mapa de ruta contemplado en la ley se deberá definir temas como la descarbonización de la matriz energética, la accesibilidad a la energía y la seguridad energética, la garantía del suministro; la visión de los retos del futuro; las tendencias sociales y de consumo del servicio; la gestión de clientes; la adaptación de las empresas al cambio y los desafíos en recursos humanos y en particular en el desarrollo de la industria del gas.

Esta Ley deberá contribuir a generar un clima de seguridad jurídica que haga viable la consecución de las inversiones privadas necesarias.

Finalmente, para implementar los cambios necesarios se considera indispensable la acción conjunta de un estado responsable y de una población consciente de sus derechos y deberes.

Caracas: 17 de octubre de 2022

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Eddie A. Ramírez S.

La Misión Internacional Independiente de Determinación de Hechos, designada por el Consejo de Derecho Humanos de la ONU, presentó su tercer informe sobre Venezuela. La reacción de Tarek Saab, quien ocupa ilegalmente la Fiscalía General de la Nación, fue acusarla de querer destruir a Venezuela. Destruir Cartago o Numancia, después de que las arrasara el romano Escipión Emiliano, no hubiese sido posible. No se puede destruir lo que está demolido. En lugar de descalificar esta Misión, Tarek debe contestar por qué el régimen no ha permitido a sus integrantes visitar Venezuela, por qué no ha contestado las cinco cartas solicitando información y por qué han ocurrido y siguen sucediendo violaciones a los derechos humanos. La Misión fue presidida por Marta Valiñas, de Portugal, con participación de Francisco Cox, de Chile y Patricia Tappatá, de Argentina, quienes desde el 2019 han trabajado ad honorem.

Dicha misión fue designada en septiembre 2019 y ha presentado tres Informes, el último el 20 de septiembre de este año. En los mismos aclara que es un órgano de investigación no judicial, por lo que las responsabilidades penales deben ser establecidas por las autoridades competentes. Así mismo, que hay suficientes indicios para realizar investigaciones ulteriores. Entrevistó a 471 personas, entre víctimas, familiares, exfuncionarios de los cuerpos de seguridad, representantes de ONG y periodistas, además de revisar expedientes judiciales y documentos confidenciales verificados.

Señala que la Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM) y algunas de sus direcciones, así como el Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin) son responsables de numerosos casos de violaciones a los derechos humanos, y señala la cadena de mando que termina en Nicolás Maduro. Hay entrenamiento y ”sugerencias” de personal cubano. Hay diecisiete centros clandestinos de detención y secuestro. La principal labor es la persecución de personas percibidas como no afectas al gobierno.

Leer las 122 páginas del Informe, que incluye los tipos de torturas, causa indignación y asco. He aquí la lista:

Violencia física: Golpes, descargas eléctricas, asfixia con sustancias tóxicas y con agua, cortes y mutilaciones, incluso en las plantas de los pies y debajo de las uñas, uso de una “señorita” para levantar y deformar el cuerpo y bajarlo a tanques de agua.

Violencia sexual y de género: Violación con objetos, amenazas de violación, desnudez forzada, golpes y descargas eléctricas en genitales

Condiciones de detención: Privación de alimentos y de agua, comer en el suelo, iluminación u oscuridad constante, calor o frio extremos, faltade de acceso a baños, denegación de tratamiento médico, alimentación forzada de heces y vómitos.

Violencia psicológica: Amenaza de muerte a la víctima y a sus familiares, simulación o tortura real de otros detenidos, períodos prolongados de confinamiento solitario, administración de drogas supuestamente para obtener confesiones, amenaza con animales vivos, incluso perros. El Informe no deja dudas de que han ocurrido crímenes de lesa humanidad.

Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM): Su director es el mayor general Iván Hernández Dala. Antes la ocupó el mayor general Hugo Carvajal Barrios. La DGCIM depende administrativamente del ministerio de la Defensa, pero desde el punto de vista funcional y organizativo depende de Maduro.

Dirección General Adjunta de la DGCIM: Fue ocupada por el general Cristopher Figuera, entre el 2014 y 2018; general de división Ramón Rafael Blanco Marrero del 2018 al 2020; general Carlos Ramón Enrique Carvallo a partir del 2020.

Jefatura de Dirección Especial de Asuntos Especiales (DEIPC): Depende de la DGCIM, ha sido ocupada por el general Wilman Nabor Hernández Aquino, entre el 2013 y el 2016; general Rafael Franco Quintero, entre 2016 y 2018; coronel Hannover Guerrero Mijares, desde 2018 hasta 2019; general Carlos Enrique Terán Hurtado, desde 2019 a febrero 2021; teniente coronel Asdrúbal José Brito Hernández, desde febrero 2021.

Jefatura de la Dirección de Asuntos Especiales (DAE): La ocupa el teniente coronel Alexander Granko Arteaga desde el 2017. Antes de él estuvieron el coronel Juan Carlos Álvarez Dionisi, capitán Gómez Larez y teniente coronel Obregón Gutiérrez.

Hannover Guerrero y Alexander Granko han sido señalados de participar en las torturas que causaron la muerte al capitán de corbeta Rafael Acosta Arévalo. El teniente Franklin Caldera fue secuestrado en Colombia y el teniente coronel Juan Antonio Hurtado Campos está desaparecido desde el 2018. Los generales Hugo Carvajal y Cristopher Figuera se exiliaron y han denunciado algunos hechos.

Servicio Bolivariano de Investigación Nacional (SEBIN): El Informe cita a su director mayor general Gustavo González López, y a los comisarios Carlos Calderón Chirinos y a Ronny González Chirinos. Sobre los mismos hay fuertes señalamientos. Además, el Informe identifica solo con clave a varios funcionarios, pero no cita sus nombres para proteger a testigos. Fernando Albán y Rogelio González fueron torturados en ese organismo.

No deja dudas de la relación directa de Nicolás Maduro con los directores de ambos organismos. Como ya mencionamos, corresponde a los tribunales determinar la responsabilidad de los citados y de otros supuestos participantes. Es evidente que Maduro y su círculo no quieren se profundice en la investigación. Agradecemos el esfuerzo realizado por los integrantes de la Misión.

Hoy 18 de octubre, hace 77años, la juventud militar exclamó ¡Queremos elecciones universales y libres y basta de que nos impongan jefes sin méritos! Y derrocaron al presidente Medina, quien no permitía la violación a los derechos humanos. ¿Qué pensarán actualmente nuestros militares? Ni Padrino López, ni el resto pueden eludir su responsabilidad.

Como (había) en botica: Excelente la presentación de nuestros jóvenes músicos de la orquesta Cruz Diez el Día de la Hispanidad en Madrid.

¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

eddiearamirez@hotmail.com

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Jesús Elorza G.

En todas las instalaciones deportivas del país, atletas, entrenadores y dirigentes se hacían las mismas preguntas ¿Cómo pasó esto?, ¿No puede ser?, ¿Vamos a seguir estando a la cola de Colombia?, ¿Cómo explicar que Brasil casi nos triplica en medallas de oro (133 a 31)?, ¿Quiénes son los responsables de este fracaso?, ¿No y que éramos Potencia Deportiva?, ¿Generación de Oro?, ¿Venezuela se arregló?... y lo más grave es que ninguna autoridad da respuesta sobre la actuación del país en los recién finalizados XII Juegos Deportivos Suramericanos, celebrados en Asunción, Paraguay.

- Un entrenador caminaba de un lado a otro exclamando: No puede ser, no puede ser. No logro entender como fuimos desplazados por Chile y Argentina, países que en los últimos veinte años siempre estaban por debajo de nosotros y ahora nos desplazan a la quinta posición en la tabla final de los juegos.

-Certifico lo señalado por mi colega, dijo otro entrenador. Para ser más exactos me permito señalarles que en los VII Juegos Suramericanos 2002 logramos alcanzar el 2ª Lugar con 97 medallas de Oro. Pero ojo, este resultado, gústele o no al gobierno, fue producto de los ciclos de preparación desarrollados en los gobiernos anteriores, mal llamados por este régimen como la IV República. Y disfrazaron este logro deportivo con una demagógica consigna, conocida por todos como “Generación de Oro”. Pero la historia que, no perdona, se encargó de desmentirlos, de dejarlos desnudos, ya que a partir de ese momento la debacle suramericana comenzó a hacerse realidad.

En el 2006 pasamos al 4º Lugar de la tabla. En el 2010 solo alcanzamos 89 medallas de Oro. En el 2014, la caída fue mayor, solo logramos 47 medallas y en el ciclo de Potencia Deportiva del Siglo XXI, en los Juegos del 2018, solo logramos alcanzar 43 medallas de Oro. El progresivo deterioro de los resultados deportivos en este proceso “revolucionario” de falsas y vacías consignas no se ha detenido, por el contrario, sigue su lamentable camino y ahora vemos, con una mezcla de tristeza y rabia, como en los Juegos Suramericanos 2022, la debacle se evidencia con mayor fuerza, en una de las peores actuaciones, al solo obtener 31 medallas de Oro y ocupar un 5º lugar, solo representativo de las incapacidades e incompetencias de las autoridades deportivas. Este régimen de gobierno, en veinte años (2002-2022) ha provocado un estrepitoso retroceso de más del 70% en el logro de medallas doradas

-Un dirigente deportivo, intervino para señalar, con mucha emotividad, que, más allá, del análisis estadístico, es importante determinar las causas que han generado este retroceso en el nivel competitivo de nuestro deporte. Factores sociales, económicos, políticos, éticos, morales y laborales han sido señalados, como los causantes principales de la crisis del deporte venezolano. Entre otros y a manera de síntesis, pudiera decirse que, las políticas y programas impuestos por este régimen durante más de dos décadas, se han caracterizado por los siguientes elementos:

  • una constante violación de la autonomía de las Federaciones Deportivas y del Comité Olímpico,
  • suspensión arbitraria del Registro de las organizaciones deportivas dejando en situación de ilegalidad a todo el sector deportivo federado,
  • una burocrática lucha por el poder se transformó en el objetivo principal de los representantes ministeriales y olímpicos. Quedando atrapado el deporte en una maraña de maniobras y agresiones para doblegar o conseguir apoyos de las federaciones deportivas o en su defecto que los altos funcionarios pasen a ocupar cargos en las directivas o comités ejecutivos de las federaciones,
  • tres años sin reunir al Directorio del IND,
  • el encubrimiento de los ilícitos ocurridos con todo lo relacionado al transporte, alimentación y viáticos de las delegaciones que representan al país en eventos internacionales,
  • el leonino convenio para traer 10,000 "entrenadores cubanos",
  • la no transparencia en el manejo de los cuantiosos recursos económicos del Fondo Nacional del Deporte,
  • la estafa continuada con la solicitud de divisas a Cadivi,
  • el encubrimiento de los ilícitos ocurridos con la construcción de las instalaciones deportivas para los Juegos Nacionales o para eventos internacionales como lo fue el caso del Estadio Iberoamericano de Atletismo en Maracay,
  • el grave y progresivo deterioro y abandono en que se encuentra más del 80% de nuestras instalaciones deportivas,
  • la carencia de recursos económicos para los Programas Operativos Anuales de las Federaciones Deportivas,
  • la seguridad social de los trabajadores del sector deportivo obreros, empleados y entrenadores activos y jubilados ha empeorado progresivamente, los contratos colectivos están congelados desde el año 2000, los salarios son de hambre, no se les reconoce la homologación de las pensiones y jubilaciones, se mantiene cerrada la Escuela de Entrenadores, los seguros HCM que, por sus pírricas coberturas, prácticamente los mantienen en condiciones de “condenados a muerte",
  • la suspensión de los Juegos Deportivos Nacionales desde el año 2013 dejo a nuestra juventud sin la posibilidad de competir en el evento de mayor trascendencia para la conformación de nuestro potencial competitivo para los ciclos olímpicos.

-Entrenadores y dirigentes deportivos de todo el país, coinciden en señalar, el destacado desempeño de nuestros atletas que, con mucha entereza logran entrenar a pesar de todas las dificultades a las que permanentemente están sometidos, como son la falta de recursos, instalaciones deficientes, incumplimiento de programas, suspensiones de eventos, becas de hambre, inadecuada e insuficiente protección social. A pesar de todo esto, representan al país y dan todo su esfuerzo por salir airosos en sus diferentes eventos competitivos.

El cuadro final de medallas reflejó la demoledora realidad del estado actual del deporte en el país. Colombia, a quien hasta el año 2013 habíamos aventajado en todos los eventos del ciclo olímpico (Juegos Bolivarianos, Centroamericanos, Panamericanos y Olímpicos) nos superó por 124 medallas (255 contra 131) logrando el 2º lugar en la tabla final de posiciones. Otros países a los que también superábamos en competencias internacionales quedaron por encima en la clasificación final de estos juegos: Chile con 38 medallas de oro y Argentina con 58 alcanzaron los puestos 3º y 4º, quedando Venezuela relegada al quinto lugar.

Es bien cierto que el balance de medallas en los juegos suramericanos no fue el mejor y no menos cierto es que la incapacidad e incompetencia de las autoridades deportivas gubernamentales que en su afán de lucro, de control totalitario y el uso demagógico del deporte han generado la grave y profunda crisis de este en el país. Superar esta crítica situación y avanzar en lograr “Un Deporte Mejor en Una Sociedad Mejor”, solo será posible con la sustitución de este régimen.

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Benjamín Tripier

Tal vez del lado opositor debería lograrse una disciplina interna que haga que las críticas cruzadas entre tendencias, se mantuvieran encapsuladas, y solo dejaran trascender lo que les suma de cara al chavismo, y de cara a sus propias bases, porque eso es lo que ha practicado el chavismo con mucho éxito. Ellos tienen profundas diferencias internas, pero una verticalidad a toda prueba.

Con lo anterior no quiero decir que los imiten, sino que sean conscientes del riesgo reputacional involucrado, y del impacto que esas peleas internas, que se hacen públicas, tienen sobre la credibilidad de las bases hacia sus dirigentes… la cual, por cierto, está muy golpeada.

A principios de 2016 hubo un conato de unidad, pero ciertas actitudes extremistas, como bajar los retratos de Chávez en forma despectiva, no calaron muy bien en todo el arco opositor, y comenzó la división. Posteriormente, luego de las marchas y presiones de 2017, regresó la unidad con los pronunciamientos de Trump y el nombramiento de Guaidó. Y hubo una férrea disciplina comunicacional, que duró hasta los eventos del puente de Altamira en mayo de 2019, momento a partir del cual, cada dirigente de primera, segunda o hasta tercera línea se sintió con el peso como para ocupar el espacio que quedó abierto cuando se abortó el intento de desestabilización.

Y en vez de reconocer como grupo que se había fallado, decidieron que era mejor echarle la culpa de todo a Guaidó y comenzar, cada quien, a sentir que él sí podía arreglar el país; gente que ni siquiera medía en encuestas o con muy bajo reconocimiento nacional, creyó que, ante el vacío, podía ocupar espacios. Y eso, sigue hasta hoy con más aspirantes a la presidencia que los que las bases, potenciales votantes, puedan reconocer o procesar.

Normalmente, la organización que se reconoce de hecho, tiene más legitimidad que aquella resultante solo del derecho… en este caso, la resultante de las primarias. Porque ante la falta de una organización formal, la misma sociedad, la interna y la del exterior, percibe que hay ciertos líderes, y que el resto son agentes más inclinados a la continuidad del estatus quo, que al cambio o la renovación.

Curiosamente pareciera que las críticas y las peleas internas de la oposición, están alcanzando niveles altos de pérdida de perspectiva, haciendo ver que la terrible situación país que vivimos con una economía del tamaño de Guatemala (eso era hace un tiempo… hoy debemos ser más pequeños), también tiene como responsables a los opositores.Y no hay nada más lejos de la verdad, porque el poder casi absoluto que ejerce el chavismo dentro del país, hace que no haya espacio como para la crítica o la oposición, no como nombre sino como acción. De hecho, con solo seguir los medios, se notará que hay un muy bajo nivel de críticas al gobierno; o por lo menos no el nivel de crítica que se esperaría después de tantos años de retroceso progresivo y acelerado, que está a la vista de cualquier observador casual y no especializado.

Un mínimo sentido de la responsabilidad política del lado opositor debería considerar seriamente que posicionarse uno mismo denostando de los otros potenciales candidatos, como mínimo deja un sabor amargo y aleja a ese aspirante de la simpatía de cualquier votante. Porque para el sentido común, continuar en la vía que vamos donde se ataca más a Guaidó que a Maduro, solo puede conducir a más abstención. Y a aumentar la brecha entre la dirigencia y las bases.

Porque no hay que perder de vista que EE UU es el aliado principal que tiene la oposición, y que tendrá que acompañar a cualquier gobierno que implique un cambio. Eso es importante porque buscar cortarse por su cuenta y chocar en, por ejemplo, el reconocimiento a Guaidó, no solo es hacerle el juego al chavismo gobernante, sino también perder el único anclaje que tiene la oposición con el resto del mundo.

La oposición se volvió complaciente y se acostumbró a la coreografía en la cual, al final de cada acto, siempre Maduro continuaba en el poder, y los opositores… bueno… haciendo como que se oponían… sin éxito… y con temor a un posible éxito… como si no tuvieran vocación de poder.

Y si a lo anterior se le suma que el gobierno está produciendo cambios impensables en lo económico, quitándole lo disruptivo a la oposición… bueno… más le vale a la oposición que se organice de una manera diferente, porque así, basando todo en las primarias, pues no solo no conseguirán la unidad, sino que terminarán mas divididos.

Porque del lado opositor aún sigue haciendo falta la oferta de cambio… qué es lo que se haría diferente, qué es lo que pasaría si no se llegara a un acuerdo interno, y terminaran, con o sin primarias, con varios candidatos. O si no lograran una buena participación y el candidato surgido del proceso no tuviera la legitimidad de base; o si finalmente se desconfiara de los resultados, tanto de las primarias, como de la elección propiamente dicha. Hay como muchas incógnitas y preguntas que se hace el pueblo llano, el cual, con tantos problemas para sobrevivir, ya fue perdiendo interés en buscar las respuestas. De hecho, el escepticismo es la sensación más frecuente.

Aún hace falta un líder que irrumpa, y a quien lo no le importe ser presidente sino cambiar las cosas. Y sin que sea la solución, el único que está haciendo esa tarea, en contra del resto de los dirigentes opositores es Guaidó… el elegido y apoyado por EE UU.

En lo económico estamos viendo un nuevo deslizamiento del valor del dólar, paralelo y oficial, podría responder a una estrategia de búsqueda del valor de equilibrio, pese a que, al haber inyectado nuevamente dólares a la economía, muestra que tratan de contenerlo, pero no tanto; porque al mismo tiempo, los pagos de la tesorería, especialmente los bonos comprometidos, ponen una presión adicional sobre el dólar, porque no hay otras fuentes de refugio transitorio. Y ya cuando se gasten, pues lo harán en dólares directamente, momento en el cual ya se le perderá el rastro, pero nunca se venderán como para que se logre un efecto contrario con una oferta privada de dólares.

Un dólar atrasado es un dólar que facilita e impulsa las importaciones; un dólar devaluado, si bien pudiera significar un impulso a las exportaciones, en nuestro caso, con una infraestructura productiva deprimida y estancada, en realidad podría inducir a inflación de oferta, que es el componente más importante de la inflación total que tenemos. Es cierto que ya no es la hiper que supimos tener, que fue el resultado de los controles y restricciones (principalmente cambiarias); pero aún sigue fuera de control la relación entre la oferta y la demanda de bienes y servicios.

Hace no mucho tiempo podíamos anticipar que para finales de año el tipo de cambio podría estar alrededor de los 10 bolívares por dólar; pero observando el comportamiento de estos últimos días, y estando en claro que el estado, buscando mantener la paz social y llevar las fiestas en calma, pues tendrá que incorporar a la economía los otros tres tramos del bono comprometido a pagarse en cuatro partes. Cosa que no ayuda a la deteriorada economía personal del venezolano promedio.

Mirando fuera de Venezuela, la segunda vuelta de las elecciones en Brasil pudiera presentar aristas diferentes a la primera vuelta, porque los minoritarios que no llegan a 10% no tienen el liderazgo ni la homogeneidad como para trasladar sus votos a quien ellos apoyen. El perfil de campaña cambia tanto que Lula tuvo que declararse en contra del aborto, cuando siempre había sido abortista. Lo que ocurre es que la distorsión de la izquierda los ha llevado a incorporar como característica estructural a los movimientos LGTBI, a los reclamos indígenas, a la identidad de género y al abortismo, lo cual choca de frente con las religiones cristianas, católica y evangélicas. Y eso, va a constituir el fiel de la balanza en la elección.

Una lectura comparativa a las redes sociales del Brasil muestra que en Facebook Lula tiene 5,1 millones de seguidores, mientras Bolsonaro tiene 14 millones, siendo Facebook más orientado a mediana edad. En Twitter, más comunicacional y de planteo de opiniones, Lula tiene 4,48 millones de seguidores, mientras Bolsonaro tiene 9 millones. En Instagram, la reina de las redes y la que, casi como Google, marca la existencia y la reputación de una persona, Lula tiene 7 millones, mientras Bolsonaro tiene 21,6 millones. Y en TikTok, la red incipiente, están más parejos con Lula 1,7 millones y Bolsonaro 2,6 millones.

Lo negativo, si ganara Lula, sería el regreso de la corrupción y la desconfianza en el gobierno, y que, como casi seguramente cambiarían la política económica exitosa de Bolsonaro, pues Brasil retrocedería. Y en nuestra Latinoamérica, si retrocede Brasil, retrocedemos todos. Bueno, tal vez Venezuela no tanto, porque estamos aislados como en una burbuja donde nada entra y nada sale.

La realidad de la guerra en Europa comienza a superar a las ficciones que veíamos en las películas. Estamos bajo amenaza de guerra nuclear táctica por parte de Rusia, y la OTAN arranca ejercicios nucleares en Bruselas. Es un juego de límites que, cuando uno lo veía en las películas, pues se ponía nervioso y se movía en el asiento… pero claro… era una película y sabíamos que no corríamos peligro, porque al final todo estaba bien.

Tristemente todo indica que el conflicto escalará aún más y que las armas atómicas tácticas pasarán a ser parte del arsenal de operaciones, y en vez de matar a cientos, como ahora, pues matarán a miles, o decenas de miles. Y la OTAN tendrá que intervenir porque sea o no Ucrania miembro de la OTAN, Rusia está vulnerando todas las zonas de seguridad que ellos tienen definidas.

Sin más, podemos anticipar que la guerra escalará, y que, miles de muertos después, terminará con la rendición incondicional de Rusia, con su desarme y desmilitarización, con su propio Nüremberg y el país dividido al menos en tres partes, donde China, tendrá la suya. Porque China terminará asociada a los aliados y reclamará su parte.

No hay que sacar del radar todo lo demás que está ocurriendo, especialmente las provocaciones de Corea del Norte, el delicado equilibrio del estrecho de Taiwán, y los movimientos reivindicativos en Irán. Así como las nuevas alianzas de Israel con sus vecinos, promovidas por EEUU, que le dan una mejor posición frente a su enemigo declarado, Irán, cuyo propósito de existencia es la destrucción de Israel.

Recomendación

  • Al gobierno: que continúe despolitizando la economía, y le termine de quitar el perfil ideológico. Porque ya pudo comprobar que cuando sale la ideología, entra el mercado y termina de ordenar las piezas del rompecabezas empresarial. Pero claro… hace falta la voluntad política clara que marque el sentido de dirección; que, de una vez, terminen de pasar al sector privado las actividades empresarias en manos del estado.
  • A la dirigencia opositora: que revisen su estrategia y su línea de tiempo. Porque si se adelantan las elecciones como parece que va a ocurrir, pues se producirá una desbandada y cada quien querrá hacer cosas por su cuenta. Lo cierto es que la rigidez burocrática con que se están manejando los opositores no auguran un gobierno flexible si llegaran a hacerse con el poder. Deben estar atentos porque cada vez escucho más gente desilusionada, más dirigentes que quieren ir por su cuenta.
  • A la dirigencia empresarial: que impulse fuentes privadas de financiamiento extrabancario, apoyándose en el mercado de valores como plataforma flexible para adecuar los excedentes de algunos, con las necesidades de otros. El mercado de valores es como una plastilina que poco a poco va haciéndose más maleable y más fácil de adaptarse a las necesidades de las empresas. De las empresas serias con buena institucionalidad y gobernanza, con buen patrimonio, y con generación de flujo de caja sólido y estable en el tiempo.
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  • Instagram: @benjamintripier
  • Twitter: @btripier

 9 min


Laureano Márquez

“Sábete Sancho… todas estas

borrascas que nos suceden son señales

de que presto ha de serenar el tiempo y han

de sucedernos bien las cosas; porque no es posible

que el mal y el bien sean durables, y de aquí

se sigue que habiendo durado mucho el mal,

el bien ya está cerca”.

Cada vez que la humanidad pierde la razón –este parece ser uno de esos momentos– y se acerca peligrosamente al abismo de su autoaniquilación, suele sobrevenir un largo periodo de relativa paz, tolerancia y hasta progreso espiritual. La diferencia del momento presente con otros de la historia, es que en este tiempo tenemos la posibilidad de destruir el planeta, no una, sino varias veces seguidas. Si Hitler hubiese conseguido la bomba atómica, usted, querido lector de seguro no estaría leyendo este artículo ni yo escribiéndolo.

Las armas nucleares están al alcance de locos fanáticos a los que les vale madre, como dirían en México, asesinar a una mujer porque no lleva el velo puesto de manera «correcta». En manos de gobernantes autoritarios, como Putin, que, ante su evidente fracaso en la destrucción de Ucrania, apela a un submarino atómico del que se dice que alberga nada más y nada menos que «el arma del Apocalipsis». El sumergible es capaz de lanzar hasta seis torpedos Poseidón, con cabezas nucleares de dos megatones, que pueden viajar hasta diez mil kilómetros por debajo del mar, a una profundidad de mil metros y con una superficialidad que aterra.

Otro simpático personaje, el líder de Corea del Norte, el mismo que fusiló a su ministro de defensa ¡con un cañón antiaéreo! por quedarse dormido durante una interesantísima alocución suya, tiene al alcance de sus deditos la posibilidad de disparar misiles nucleares y lanza pruebas, cada vez que amanece con ganas de jugar al exterminio, sobre el mar de Japón, único país en el que se han usado hasta el día de hoy las bombas nucleares.

China, por su parte, un régimen comunista que solo piensa en conquistar el planeta con su capitalismo salvaje, mantiene el interés centrado en los negocios y actúa con supuesta cautela; pero aprovecha la confusión internacional reinante para incrementar su acorralamiento a Taiwan. Tiene también su arsenal nuclear, no sabemos si con la intención de usarlo o venderlo al mejor postor para obtener buenas ganancias segundos antes de la hecatombe.

Occidente, por su parte, baluarte de la democracia y la libertad es cada vez menos libre y democrático. Los radicalismos de uno y otro extremo cobran fuerza, el fanatismo político se impone y los bandos en pugna dentro de cada nación ya no ven a sus rivales internos como adversarios, sino como enemigos a los que aniquilar. Conducidos por semejante liderazgo, los pueblos comienzan a votar por cosas absurdas, como los ingleses, por ejemplo, que deseando mayoritariamente permanecer dentro de la Comunidad Europea, votaron por salir de ella, sin medir las consecuencias de lo que votaban. En occidente la abstención es el sueño de todo loco que codicia el poder.

Mientras, las desigualdades entre el norte y el sur se incrementan. La gente de los países subdesarrollados, agobiados por gobiernos despóticos que hambrean y torturan a sus pueblos, privándoles de toda esperanza de progreso y libertad, emigran hacia un norte que ofrece un mejor vivir. No otra cosa ha hecho el ser humano a lo largo de la historia, sino huir de sí mismo.

El sentido común, la sensatez, la reflexión y el sosiego han pasado a la clandestinidad. El centro político, al que tantas cosas debemos, se esconde tras las bancadas parlamentarias y cuando asoma la cabeza es solo para recibir una pedrada. La moderación paso de moda y la tolerancia es el escudo de la agresión.

Así pues, Sancho, si salimos bien librados de esta tan mala racha, seguramente, si no el bien, es posible que algo de bondad y compasión nos espere. Apostemos a ello, fiel escudero.

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Simón García

La oposición se mueve de la fantasía a la realidad. La abstención no la defiende abiertamente nadie y los promotores del interinato argumentan que es un recurso para contener la pérdida de activos de la nación en el exterior.

Arribamos al fin del ilusorio desconocimiento de Maduro y a la admisión de que aun si la política se disminuye a lo testimonial, requiere un mínimo de fuerzas para sustentarse.

El desafío actual es avanzar entre las complicaciones, limitaciones y obstáculos en la realidad y cómo recobrar dentro del país a los frustrados por la seguidilla de falsas expectativas. Ahora políticos y partidos opositores de toda clase y tamaño deben mostrar comprensión del momento y flexibilidad para ceder en sus propias metas ante los objetivos que la población les pide. Si desoyen este clamor e insisten en su propia destrucción pueden terminar por lograrla.

Tenemos que retornar a dos sencillas verdades y encontrar nuestros modos de entenderlas: una es que los partidos son una parte pequeña de la sociedad y la otra es que con un régimen autocrático y condiciones de extrema debilidad, la unidad de las fuerzas de cambio, y no solo de oposición, es fundamental. Es el comienzo de la coordinación estratégica para abrir espacios de transición del autoritarismo a la democracia posible: la personificación de este tránsito es un resultado del proceso, no su causa.

La voluntad de entenderse con quienes piensan diferente en la oposición y aun con el adversario en el campo oficialista es una necesidad política y una exigencia ética.

Si esta conducta solo prospera en el interés y en la pasión de unos cuantos políticos, hay que apoyarlos y buscar formas para articularlos con independientes, personalidades de instituciones y dirigentes sociales. Hay que movilizar un activo empeño cívico para construir voluntad de cambio en regiones y municipios. No hay por qué ni por quién esperar.

Unidad, no unanimidad, es conformidad coyuntural con una ruta para lograr una prioridad. Partidos y políticos serán útiles en la medida que combinen métodos y entendimientos cada vez más incluyentes de quienes desean votar contra la reelección de Maduro. Ningún método que organice una exclusión es bueno.

La unidad electoral es condición indispensable para que la oposición no se mantenga como un actor sin capacidad de poder. Unidad centrada en obtener votos y primeros lugares, no en buscar plenas coincidencias en la estrategia.

Necesitamos una alianza unida a unas soluciones concretas a los problemas concretos que más afectan a la gente y a una oferta de cambio para gobernar en una transición plural, no para cobrar contra el gobierno. Necesitamos abandonar la óptica autoritaria que el poder irradia sobre la sociedad.

Es una buena noticia la aprobación de un reglamento por parte de la Plataforma Unitaria. Asegura un precandidato presidencial de ese importante sector, pero falta una parte del mandado: llegar a un candidato presidencial que entusiasme, que logre respaldos en otras oposiciones y tenga un discurso de entendimientos y soluciones.

Simón García es analista político. Cofundador del MAS.

Twitter: @garciasim

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Fernando Mires

Hay cierto acuerdo tácito entre quienes nos ocupamos del no siempre simpático trabajo de caracterizar a movimientos y gobiernos políticos. Ese acuerdo es el de llamar a los nuevos movimientos sociales que se levantan en contra de la democracia que ellos llaman liberal, como nacionalpopulistas.

En un comienzo era tendencia denominar como fascistas, neofascistas o posfascistas a movimientos como los de la Le Pen, en Francia, Demócratas Suecos, Liga Norte en Italia, AfD en Alemania, VOX en España. Más difícil ha sido seguir sosteniendo el calificativo cuando estos movimientos toman la forma de gobiernos como ocurrió con el Fidesz de Orbán, Ley y Justicia de Polonia y recientemente con Los Hermanos de Italia.

Por cierto, todos incorporan elementos fascistoides, entre ellos discriminación racial en políticas migratorias, la misoginia, la homofobia, un furioso anticomunismo sin comunistas. Pero pronto fueron agregados a su repertorio otro elementos de clásico tipo conservador. Entre otros, el culto a los símbolos patrios y a la familia tradicional, agregando a la lista una tenaz lucha en contra de la despenalización del aborto, en nombre del «derecho a la vida».

Nuevo nacionalismo Morawiecki

Justamente ha sido ese acercamiento a los valores religiosos y morales de tipo conservador un obstáculo para denominar a esos movimientos como fascistas, pues, como es sabido, los fascismos «clásicos», sobre todo los de Hitler y Mussolini, fueron moralmente disolutos y radicalmente antirreligiosos. Ideológicamente un Orbán, un Morawiecki, una Meloni se encontrarían más cerca del integrismo franquista que del totalitarismo fascista al estilo de Mussolini y Hitler.

Más difícil todavía fue mantener el concepto de fascismo cuando logró percibirse que los nuevos movimientos unían a su conservadurismo demandas exigidas por las izquierdas occidentales, entre ellas la limitación de la globalización, de instituciones internacionales como el Banco Mundial en lo económico y la UE en lo político, todo acompañado con una negación, compartida por las izquierdas occidentales, a la democracia liberal. Odio o aversión que ha llevado a muchos de esos movimientos y gobiernos a identificarse con la Rusia de Putin, convertida en vanguardia de los gobiernos antidemocráticos de la tierra.

Ahora bien, intentando buscar denominadores comunes, encontramos que todos esos movimientos se declaran nacionalistas. Algunos han llegado a incorporar el nombre de sus naciones en la designación de sus partidos. Alternativa para Alemania, Patriotas por Suecia, Hermanos de Italia, entre otros. Por lo tanto, en cualquiera definición general, algo que no puede faltar es el término nacional o nacionalismo. Estamos frente a una ola antidemocrática y nacionalista a la vez. Que ese nacionalismo sea más retórico que práctico, es otro tema.

Podríamos afirmar en sentido gramsciano que los nuevos partidos nacionalistas están ganando en Occidente la lucha hegemónica al apropiarse del concepto de nación. Quizás esa es una de las varias razones que explica por qué tales organizaciones han llegado a constituirse en partidos y gobiernos de masas. Pues al presentarse como defensores de las tradiciones nacionales en contra de los demócratas globalistas y liberales y de las izquierdas internacionales, han construido una narrativa que sitúa a la nación como una entidad amenazada por fuerzas externas frente a las cuales solo cabe defenderse. Partiendo de esa base, los movimientos migratorios son para ellos destacamentos desnacionalizantes, hordas de bárbaros cuyo objetivo es robar «nuestra» identidad nacional, imponiéndonos sus culturas, sus tradiciones y hasta sus religiones, como destaca la buena pero muy tendenciosa novela de Michel Houellebeq, Sumisión. Naturalmente, siempre ha habido y habrá movimientos nacionalistas. Lo nuevo es que el nacionalismo ya no es de grupos sino de masas.

La rebelión de las masas

Uno de los secretos del éxito de los nuevos nacionalismos es que han sabido adaptarse a las formaciones sociales propias a la era de la revolución digital.

Ya sea por la desestructuración de estructuras sociales y clases que ha traído consigo el desarrollo de un capitalismo cada vez más global, nos encontramos ante el aparecimiento de una nueva sociedad de masas solo comparable a la que tuvo lugar en la Europa de fines del siglo XlX y comienzos del siglo XX, cuando la industria destruyó estructuras de origen medieval y arcaicas comunidades agrarias. El modo industrial de producción fue impuesto en contra de la resistencia de sectores laborales desplazados por la maquinaria y después por la automatización. El movimiento ludista inglés, cuyos integrantes eran llamados «destructores de máquinas», fue una de las más conocidas, pero no la única resistencia social frente a la era industrial que se avecinaba.

Por otra parte, a un nivel más bien elitista surgió el movimiento cultural romántico europeo considerado por los historiadores como una protesta intelectual en contra de la modernidad anunciada por la maquinaria industrial, El fascismo recogería parte de la nostalgia elitista preindustrial para convertirla en un relato asequible a las grandes masas. El aparecimiento de las hordas fascistas ocurrió cuando las clases se disolvieron en la masa. Tuvo así lugar, «una alianza entre las élites y el populacho» (Hannah Arendt).

Y aquí llegamos al segundo punto más característico de los nuevos fenómenos políticos: los movimientos nacionales y nacionalistas de Europa y América Latina son, en primera línea, organizaciones de masas en una sociedad de masas del mismo modo como los partidos socialdemócratas fueron en su tiempo partidos de clase en una sociedad de clases. Esta y no otra es la razón que explica por qué los movimientos y gobiernos a los que nos estamos refiriendo pueden ser denominados como nacionalpopulistas.

El populismo es la política en la sociedad de masas, hemos escrito en otros textos. Es cierto. Pero la adhesión de las masas a una organización política no la define de por sí como populista. Si así fuera todos los gobiernos surgidos de elecciones masivas serían populistas. Lo que identifica al populismo, entonces, no es solo la masificación de la política sino la relación que establecen las masas con un liderazgo populista.

Dicho en breve: no hay populismo sin líder populista. Masificación y líder son componentes insustituibles de todo movimiento o gobierno populista. Faltando uno de ellos, no hay populismo. Esa es mi tesis.

Masa y líder

Pero no todos los líderes políticos son populistas. El populismo existe cuando se da una relación de amor intenso entre masa y líder.

El populismo ha sido y es esencialmente antropomórfico. El carácter profético, mesiánico e incluso mágico de los líderes populistas solo se da en relación directa con una rebelión de las masas, como lo explicaron de modo filosófico Le Bon, Ortega y Canetti. Si extraemos al líder de esa relación, podemos contemplarlos en toda su pequeñez. Un Mussolini o un Hitler, un Perón o un Chávez, separados de su relación con la masa, pueden ser mirados como lo que fueron: personajes muy mediocres. Hasta el cine y la literatura se burlan hoy de ellos. Mussolini aparece como un chillón histriónico. Hitler, lo mostró Charlie Chaplin, como un payaso ridículo. Cuando desaparezca del todo el peronismo, Perón será visto como un gesticulador incoherente. Chávez ya es visto como un simple charlatán. Trump como un ignorante pretencioso. Y, sin embargo, todos fueron idolatrados hasta el punto de ser seguidos más allá de la Constitución, de las leyes y de las instituciones de cada nación.

Este último aspecto debe ser tomado en cuenta. El líder populista, al aparecer situado sobre las instituciones, no debe ajustarse a los imperativos que imponen las mediaciones del poder, entre ellas el parlamento. No es casualidad que la mayoría de los movimientos populistas han terminado por ser radicalmente antiparlamentarios. Y desde la perspectiva del populismo hay en esa posición suma coherencia. El parlamento es el lugar donde son hechas las leyes a través del debate. El líder populista es la institución que constituye al pueblo como pueblo sin parlamento ni debate. El pueblo del líder no es y no puede ser, por lo tanto, igual el pueblo constitucional. Así entendemos por qué los populistas, cuando llegan al gobierno o intentan dictar una nueva Constitución hecha a su medida, gobiernan simplemente sin Constitución, solo por decreto, como lo hizo Hitler.

Como su antecesor, el nacionalsocialismo, el nacionalpopulismo es la política de las masas representadas por un líder escogido por las masas. Es, si se quiere, aunque parezca paradoja, la más directa de las democracias. Tan directa que para existir no necesita mediaciones institucionales y constitucionales. El populismo, en fin, lleva a la democracia a su radicalización extrema.

La radicalización de la democracia, según Jascha Mounk, al lesionar las instituciones sobre las que se sustenta la democracia, conduce al fin de la democracia: a la dictadura del líder a través del pueblo y a la dictadura del pueblo a través del líder. En breve: conduce al fin de la política como medio de comunicación racional entre seres ciudadanos. Esa es la tónica del nacionalpopulismo de nuestro tiempo. Su ataque a la democracia liberal es un ataque a la democracia en general, hecho nada menos que en nombre de la democracia.

El retorno de los dioses

El populismo es el gobierno directo de las masas a través del líder. Ahí reside justamente su peligrosidad, pues para que el líder de masas sea tal, ha de representar un poder sobrehumano y eso quiere decir sobrepolítico, y en cuanto lo político se sustenta en instituciones, antinstitucional. Pero como lo único sobrehumano es dios o los dioses, el líder aparecerá dotado de plenos poderes, como un representante divino situado al nivel de lo terreno.

Hay en todo populismo una fuerte tonalidad religiosa, hecho descuidado por la mayoría de los autores dedicados a analizar el fenómeno. Advirtiendo ese descuido, la socióloga venezolana Nelly Arenas en un notable ensayo titulado Populismo y Religión, nos da a conocer la vinculación de los actuales movimientos populistas con el universo religioso. Escribe Arenas: «Aunque la sociedad en general pareciera experimentar una vuelta hacia el sentimiento religioso, no es posible prever todavía una reversión del proceso de secularización del Estado experimentado por Occidente. Habría que tener en cuenta, no obstante, que la inclinación manifiesta de los populismos, particularmente los de extrema derecha, es la de imponer al conjunto social una moral conservadora y retrógrada en línea con los preceptos confesionales».

El retorno de lo religioso en lo político es uno de las principales amenazas que porta consigo el avance del nacionalpopulismo ¿Estamos frente a una disyuntiva desecularizadora? Es la pregunta formulada entre otros por Garzón Vallejos. Hay indicios que hacen temer esa posibilidad.

El proceso de desecularización, muchas veces encubierto, puede tomar, y ha tomado, dos vías que bien pueden ser paralelas. Una es conferir a un gobernante poderes divinos. Esa fue una de las vías del populismo fascista de la era industrial: Mussolini, Hitler, Perón, fueron idolatrados como dioses. La segunda vía es incorporar instituciones religiosas al poder político.

Podría pensarse que el franquismo tomó esa vía, pero Franco estaba lejos de ser un líder de masas y, como hemos dicho, sin participación de masas no hay populismo. En el paisaje actual hay dos gobernantes con pretensiones populistas que tampoco han llegado a ser populistas porque no han logrado erigirse como caudillos de masas. Me refiero a Erdogan y a Putin. El primero intenta fundar una república islámica desmontando el legado secularizante del mitológico presidente Mustafá Kemal Atatürk, contando para ello con los sectores más conservadores del islamismo turco. El segundo ha llevado a la Iglesia ortodoxa al poder, hasta el punto que su pope superior, Kirill, ha otorgado a la invasión a Ucrania un carácter de cruzada.

Distinta es la situación en Polonia y en Hungría. En Polonia, aún sin ser miembro activo del gobierno, el ultracatólico Kaczynski es un líder de masas. En Hungría, a su vez, Orbán ha logrado establecer una relación directa entre gobierno, Estado, pueblo, religión y líder.

Giorgia Meloni también es religiosa y su compañero de ruta, Salvini, es un fascista de tomo y lomo. El peligro de formación de un movimiento nacionalpopulista (religioso, además) desde el gobierno es una posibilidad latente. No obstante, ese exiguo 25% que la llevó al gobierno hace imposible considerarla por el momento como una líder de masas. La suerte de la futura Italia dependerá en gran parte de la reconstitución de una oposición que, estando disgregada, continúa siendo mayoría.

En Brasil, en cambio, llegando o no al gobierno, Bolsonaro, al igual que Trump en los EE UU, logró a través de elecciones consolidar su liderazgo nacionalpopulista. Incluso ha dotado a su movimiento de algo que faltaba al trumpismo: la introducción de la religiosidad. El papel que podría cumplir la incorporación de las agrupaciones evangélicas a su movilización política debe ser analizarlo con seria atención.

El nacionalismo y la religión han sido grandes inventos de la humanidad. Las dos entidades merecen el más profundo respeto. Pero cuando logran acceso al Estado y comienzan a unirse en un solo poder, surge un fenómeno que lleva a la destrucción de otra invención, muy antigua y muy moderna a la vez. Nos referimos a la llamada por el filósofo Claude Lefort invención democrática.

Probablemente, los triunfos de los nacionalpopulismos no serán totales. No es descartable que en algunos países sean domesticados por las mismas instituciones que hoy adversan. Eso, por lo demás, ya ha ocurrido en el pasado. Por ejemplo, cuando el movimiento socialista se vio obligado a organizarse en partidos socialdemócratas, o cuando los ecologistas se vieron obligados a representar sus ideales a través de partidos parlamentarios.

En otros casos los movimientos nacionalpopulistas no han sido más que antecesores de formas antidemocráticas de gobierno. Muchas de las autocracias que hoy infectan la política occidental han tenido un pasado nacionalpopulista. La mayoría de esos gobiernos autocráticos apoyan hoy a la dictadura de Putin en su guerra imperial contra Ucrania. El nacional populismo, si es que triunfa, puede ser entendido como la fase inicial de la autocracia.

Un fantasma recorre el mundo. Es el fantasma del nacionalpopulismo. Que ese fantasma no sea más que eso, un fantasma, dependerá del curso de las luchas democráticas que hoy tienen lugar en el Occidente político. Nada está escrito todavía.

Referencias:

Iván Garzón Vallejo, ¿Postsecularidad: un nuevo paradigma de las ciencias sociales? Revista de Estudios Sociales, num. 50, sept.-dic. 2014

Jascha Mounk, El pueblo contra la democracia, Planeta, Madrid 2020

Fernando Mires es (Prof. Dr.), Historiador y Cientista Político, Escritor, con incursiones en literatura, filosofía y fútbol. Fundador de la revista POLIS.

Twitter: @FernandoMiresOl

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