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Opinión

Carlos Raúl Hernández

Tengo que confesarte, papá, que ese día descubrí que me gusta matar. Che

En la última marcha del orgullo gay, que más bien debería traducirse como dignidad gay, algunos lucían franelas con el rostro del Che Guevara en la famosa foto de Alberto Korda. Cierto que desde Eric Clapton hasta la modelo Inés Barquilla, quien lo caminó por la pasarela Cibeles, el ícono de Guevara ha estado en magnos eventos kapitalistas. Y también en oficinas de campaña de candidatos demócratas, los actos peronistas y de muchos otros partidos. Pero cuesta entender su presencia en el movimiento gay que tanto ha luchado y lucha contra los que les prohibían nada menos que entrar a la condición humana. Tal tuvieron que hacer los indígenas, las mujeres, los asiáticos y muchas otras minorías, y es como si los negros cargaran franelas del KKK. Si en la historia latinoamericana no se conocían campos de concentración para homosexuales, Guevara, cuyo fusilamiento cumple cincuenta y cuatro años, creó el primero.

Fue el de Guanahacabibes, a cuya entrada presidía la inscripción “el trabajo los hará hombres” inspirado en Auschwitz, donde en ubicación equivalente decía “el trabajo los hará libres”. Ahí encarcelaban “aquellos casos dudosos de los que no estamos seguros de que deban estar encarcelados… (pero) que han cometido crímenes contra la moral revolucionaria…”. Luego vino otro centro de reclusión para “desviados” al que llamaron Cerámica Roja. Resalta que en estos penales para no delincuentes se practicaban brutales castigos físicos, torturas y la violación de los reclusos, lo mismo que cuenta Reynaldo Arenas en Antes que anochezca, lo que promueve reflexiones sobre el hombre nuevo homofóbico, que se asquea de los homosexuales, pero no tanto.
Sobre negros y portugueses, los comentarios guevaristas son útiles de conocer: “los negros… han mantenido su pureza racial gracias al poco apego que le tienen al baño, han sido invadidos por un nuevo ejemplar de esclavo: el portugués… el negro indolente y soñador, gasta sus pesitos en cualquier frivolidad, o se pega unos palos…”. Jean Paul Sartre en Huracán sobre el azúcar, su panfleto sobre Cuba, babeado por el personaje, define a Guevara como “el ser humano más completo de nuestra época”. No es un teórico, ni el guevarismo una teoría, sino una actitud vital ¡Salud!”. Una rebelión con objetivos que podía suplir las carencias del símbolo hipster por excelencia del momento, James Dean, el rebelde sin causa. La admiración de Sartre se debe a que creyó la autodefinición del personaje: “soy médico, soldado y finalmente banquero”, Presidente del Banco Nacional (el banco central) para construir el socialismo.
Y es este tecnócrata el que anuncia en 1961 que el crecimiento económico de Cuba sería de 15% anual y generaría un ingreso per cápita de 3000 dólares, superior al norteamericano. Pero un año después comienzan los racionamientos de carne, pollo, leche, pescado, arroz, aceite, pasta de dientes, jabón. La producción de azúcar, el petróleo de los cubanos, se reduce a la mitad y reconoce que “elaboró un plan con metas absurdas y recursos solo soñados”. Con los meses, lejos de lograr la felicidad socialista, su ineptitud profundiza la escasez y la desgracia. Pero al hombre nuevo, la fiera más parecida al hombre, se le ocurre que la solución es la muerte de muchos (“muchos Vietnam”): crear una red internacional de rebeliones “dispuestas a arriesgar todo en una guerra atómica inimaginablemente destructiva”.
Cómo no sé dar de comer, mato. Fidel Castro lo suscribe cuando dice “Más vale morir herido en guerra que morir de hambre en casa”. La gesta heroica de este banquero que destruyó el aparato productivo de la isla, y condenó a los cubanos a la miseria permanente, (tal como hicieron en Venezuela Jorge Giordani y nuestro podemita olvidado, Alfredo Serrano Mancilla), duró hasta que los soviéticos se hartaron. Bastaba ya de que aquel gandul pretencioso y demente dilapidara los recursos que suministraban. La URSS suspendió por un tiempo en 1968 la ayuda económica cuando descubrió que las aventuras de África y Bolivia las pagaron ellos. Despedido del trabajo inicia su aventura africana. Cuando le consultó a Gamal Abdel Nasser su plan de ir a dirigir guerrillas en África, el caudillo de Egipto le respondió que “eso se vería como una reedición de Tarzán”.
Y Ahmed Ben Bella, presidente de Argelia, comentó que Guevara era “asombrosamente simpático y dogmático… pero que no había un pueblo en el Congo sino muchas tribus” y que “un grupo de hombres blancos liberando una nación que no existía, lindaba con el surrealismo”. Invitado como orador a la Conferencia Afroasiática de Solidaridad en 1965, Guevara lanzó una propuesta demencial. En los hechos más o menos la practicaron los soviéticos y ocasionó las más grandes tragedias colectivas del continente africano, que casi lo hacen desaparecer: “…las armas no pueden ser mercancías en nuestros mundos. Deben entregarse sin costo alguno y en las cantidades necesarias… a los pueblos que las demandan para disparar contra el enemigo común”. Después de la muerte de este complejo personaje, lo que quedó de la revolución africana fueron absoluta miseria, Sida y fusiles en manos de caudillos criminales.

@CarlosRaulHer

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Jesús Elorza G.

Hace aproximadamente dos años, el Consejo Directivo del Instituto Pedagógico de Caracas IPC en reconocimiento a la trayectoria de un insigne docente de la especialidad de Educación Física, decidió aprobar la Orden al Merito “Dr Manuel Gallegos Carratu” en su 1ra, 2da y 3ra clase según Resolución 2019-156-277 de fecha 24/10/2019.

Dicha resolución, fue recibida con plena satisfacción por todas aquellas personas relacionadas directa o indirectamente con la Educación Física a nivel nacional, ya que ese acto representaba un merecido reconocimiento a quien pudiéramos llamar “El pionero de la especialidad”. Su desempeño como docente siempre estuvo enmarcado organizar y fortalecer la proyección de la especialidad en el nivel universitario, centrando sus esfuerzos en los aspectos curriculares, académicos, técnico deportivo y científicos del Departamento de Educación Física del IPC. No limitó su fructífero desempeño, en la formación de profesores para el área, sino que se proyectó en la Presidencia del Instituto Nacional de Deporte IND y como miembro del Comité Olímpico Venezolano COV. Esa multiplicidad de funciones, siempre con el mismo objetivo de proyectar y fortalecer a la Educación Física, lo hace sin lugar a dudas digno del reconocimiento institucional.

Sin embargo, pasaron dos largos años sin que la Comisión Regente de la Orden al Merito, diera a conocer el progreso de su trabajo. Temas tan importante como el reglamento de la comisión, los integrantes que la conforman, el baremo que se iba a emplear para la selección de quienes iban a recibir la orden o la entrega de los curriculum de las personas nunca se dio a conocer en el transcurso de ese tiempo. La comisión regente, hizo su trabajo de manera clandestina por razones desconocidas que dejaban muchas interrogantes sin respuestas.

La comisión el día 7 de octubre de 2021, dio a conocer através de las redes sociales una lista de personas seleccionadas para la “Condecoración Orden Manuel Gallegos Carratu 2021”. La simple presentación de esa lista, generó de manera inmediata un repudio a nivel nacional, al ver que en la misma se incluían para ser condecorados en primera clase ¡¡¡ a miembros de la comisión de selección!!! Es decir, que de la manera más vergonzosa se auto postularon y se auto proclamaron.

Con razón el trabajo de la comisión se hizo de manera clandestina para ocultar así la falta de moral y ética de los sinvergüenzas caras duras que se colearon en la lista de condecorados. Es importante señalar, que este inmoral acto representa un IRRESPETO a la memoria de Manuel Gallegos, al grupo de docentes meritorios de su reconocimiento, por haber usados sus nombres para ocultar o “justificar” la imposición de personeros que sin vergüenza alguna se colearon por la puerta trasera en esa selección.

Otro de los aspectos, que motivó el repudio nacional, fue el de haber dejado por fuera a personas relevantes en el quehacer histórico del Departamento de Educación Física del IPC. Docentes integrales tales como: Dr Martínez Morales, Armando Naranjo, Dr Ardila, J J Rodríguez (+), Daniel Piuzzi, Mirko Sustick, Gladys de Merck, Alfonzo Victoria (+), Armando González (+), Luis Caicedo (+), Dudu Stusembeker, Skolver, William Thorenson, Franklin Stuart (+), German Villalobos (+), Mosquito Heredia, Salomón Kube, José Valera, Alejandro Irazabal, Henry Casanova, José Zubiela por solo citar algunos de ellos.

En los egresados, muchos se preguntan por que no fueron considerados Raúl Domínguez, Ugel Dostoievski, Otto Garrido, Sonia Sequera (+), Enrique Rendón, Ciro D´Amico (+), Rubén Trejo Rivero (+), Pedro Bello, Maruja Fernández, Romelio Belo,

Belkys Beiruti, Liris Rincones, Lucila Uzcategui, Rafael Rodríguez (+), Josefina García de Schult, Josefina Boza, Alberto Centeno, Nereyda Hernández (+), Rebeca Rojas, Rafael Noriega, Alberto Alvarado, Josefina Monasterio, Santa Morillo, Regulo Rausseo, Felipe Garavito (+), Ricardo Pérez Castro (+), Luis Torres, Nina Labrador, Frank González, Eduardo Ramírez, Iván Briceño, Ramón Sotillo, Orlando Sabino (+), Ramón Machado, Homero Hernández, Ligia Urbana de Rojas, Franklin Becerra, Darwin Reyes, José Ferrer, Gilberto Regalado, Arlex Castro, Carlos Melo, Freddy Moretti, Hildemaro Sánchez destacados profesionales en las diferentes áreas de: ciencias aplicadas, atletas de selecciones nacionales, investigación, curriculum, metodología, docencia universitaria pregrado, especialización, maestría, doctorado y post doctorado, deporte paralímpico, entrenamiento de alto rendimiento y en las luchas gremiales por mejores condiciones de infraestructura, laborales y la obligatoriedad de la Educación Física en el sistema educativo.

Al ver el caudal de personas, que no fueron consideradas por la comisión, pudiera pensarse que el objetivo central de los auto proclamados era ver su nombre en la lista final y lo demás era algo sin importancia. Si bien es cierto que en la lista presentada está un buen numero de personalidades de reconocida solvencia personal y profesional; no menos cierto es que el descaro de los coleados, cubrió con un manto de irregularidades vergonzosas el procedimiento de selección.

Otro insólito hecho de esta comisión regente, fue la de asignar una condecoración en primera clase a Eduardo Álvarez presidente del COV, ya que, otorgar un reconocimiento a una persona que utilizó el presupuesto del IND para presionar a las federaciones deportivas para que modificaran el Art 26 de los estatuos del COV para hacer permisible que el como funcionario del régimen chavista pudiese ser presidente del organismo olímpico, no pasa de ser más que una complicidad silenciosa de los integrantes de la comisión con las conductas autocráticas y totalitarias aplicadas por el camarada homenajeado durante mas de cinco lustros como presidente olímpico.

Este último aspecto, deja una clara muestra de la manipulación político-ideológica de la comisión para favorecer en la selección a personas identificadas con el régimen como es el caso de Aníbal Isturiz, los hermanos Meza o Ángel Flores por solo citar algunos casos.

Dado el irrespeto que la referida comisión regente ha generado con sus descaradas actuaciones corresponde al mismo organismo institucional que la nombró, el Consejo Directivo del lIPC abrir una averiguación sobre estos hechos y sancionar a los responsables por su falta de ética y moral.

El Profesor Manuel Gallegos permanecerá por siempre incólume en la memoria de todos aquellos vinculados a la honrosa tarea de construir “Una Educación Física Mejor en Una Sociedad Mejor”

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Moises Naim

Donald Trump va a ser candidato en 2024. La expectativa de que su influencia se desvanecería es una ilusión sin fundamento

“Estados Unidos va camino a la mayor crisis política y constitucional que ha confrontado desde su guerra civil. Existe una razonable probabilidad de que en los próximos tres o cuatro años ocurran situaciones de violencia masiva… y que el país se fragmente en enclaves rojos y azules en guerra entre sí”.

Así comienza un explosivo artículo recién publicado en The Washington Post de Robert Kagan, quien fue hasta 2016 uno de los más influyentes estrategas en política exterior del Partido Republicano.

Su análisis trata temas que, lamentablemente, asociamos más bien a las endebles democracias de América Latina, con su ya conocida propensión al suicidio. El análisis de Kagan marca un hito en reconocer la latinoamericanización de la política en EE UU.

Su análisis se funda en dos pilares. Primero, que Donald Trump va a ser el candidato republicano a la presidencia de EE UU en las elecciones de 2024. La expectativa de que su visibilidad e influencia se desvanecerían después de que perdiera la elección de 2020 es una ilusión sin fundamento.

Trump tiene el dinero, la maquinaria política y millones de seguidores. Además, en 2024 se enfrentará a contendientes políticamente vulnerables. Trump podría tener problemas legales o de salud que le impidan participar en las próximas elecciones, pero actuar con base en esta suposición es pensamiento mágico, no estrategia política.

Según Kagan, el Partido Republicano, ya no se define por su ideología sino por la lealtad a Donald Trump. Los líderes del partido que no apoyan incondicionalmente al expresidente son sumariamente marginados y ferozmente atacados. El segundo pilar es que Trump y sus aliados están alistándose para garantizar la victoria electoral a través de medios no democráticos, si fuese necesario recurrir a ellos.

Los torpes y fracasados intentos de usar demandas judiciales para darle a Trump los votos que le faltaron para ganarle a Joe Biden, así como los aspavientos mediáticos y políticos para persuadir al país de que a Trump le robaron la elección, ya no serán ni torpes ni improvisados. Está en marcha un sofisticado, aguerrido y muy bien financiado proyecto cuyo objetivo es el control del proceso electoral en Estados claves, del conteo de votos, así como la redefinición de las autoridades estatales que tienen la potestad de declarar quien ganó la elección en su Estado. “El escenario para el caos está montado”, escribe Kagan, y continua: “Imagínese semanas de protestas masivas en múltiples estados en los cuales los legisladores y las autoridades locales de ambos partidos declaran ganador a su candidato y denuncian a sus rivales de estar haciendo esfuerzos inconstitucionales para tomar el poder… Los activistas de ambos partidos estarán mejor armados y más dispuestos a utilizar la violencia física contra sus opositores de lo que estuvieron en las elecciones de 2020″.

Kagan alza su voz ante tendencias que son novedosas en los Estados Unidos, pero no para los latinoamericanos. Tiene el mérito de percibir claramente que los caudillos como Trump no hacen política como los demócratas, sino que se valen sistemáticamente de tácticas asimétricas para lograr sus cometidos.

Veámoslo así: Osama bin Laden le enseñó al mundo qué es la guerra asimétrica mientras que Donald Trump nos mostró qué es la política asimétrica.

La guerra asimétrica es un conflicto armado en el cual una de las partes tiene muchos más recursos y capacidades militares que su contrincante, quien recurre a estrategias, tácticas y reglas no convencionales. En 2015, Donald Trump no tenía un partido dispuesto a llevarlo a la presidencia, pero contaba con la disposición de romper con todas las reglas y esquemas tradicionales de la política, sorprendiendo y desorientando a sus rivales. Zambullirse en la política asimétrica no solo le permitió adueñarse del Partido Republicano sino también de la presidencia de EE UU. Y aunque no logró ser reelegido en 2020, su éxito como líder de un movimiento que se nutre de la asimetría política es indudable.

¿Qué hacer? ¿Cómo fortalecer la democracia estadounidense e impedir que lideres con propensiones antidemocráticas lleguen al poder? Paradójicamente, la mejor manera de enfrentar la política asimétrica que le da ventajas electorales a demagogos, populistas y charlatanes no es imitándolos. Los ataques a la democracia hay que combatirlos con más y mejor democracia. Las democracias del mundo, y la estadounidense de manera urgente, necesitan ser reparadas y reformadas para responder a nuevas realidades como las pandemias o a viejas malignidades como la desigualdad.

Pero antes de discutir iniciativas concretas para defender la democracia y combatir los ataques asimétricos a los que estará sometida es necesario crear un amplio consenso acerca de lo grave que es esta amenaza. El ataque asimétrico a la democracia no es “más de lo mismo”. Es un fenómeno político diferente con muchos aspectos inéditos. Para derrotarlo hay que entenderlo, crear conciencia acerca de su toxicidad y darle la prioridad que merece. Ojalá se pueda.

@moisesnaim

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Humberto García Larralde

El término se ha venido usando en referencia a los cambios ocurridos en muchas sociedades en respuesta a la Pandemia Covid-19: mayor trabajo y clases a distancia, proveedores más cercanos y confiables, menos reuniones presenciales, entre otros, y –sin que se vea claramente cómo habrá de reflejarse—la revaloración (positiva) de aquellos trabajadores que proveen los servicios básicos de que depende nuestro bienestar. ¿Puede suponerse que estos cambios sean permanentes, que sustituirán formas de hacer las cosas o de realizar nuestras actividades anteriores a la pandemia?

Lo que nos concierne aquí, empero, es un empleo deliberadamente pernicioso de la idea de normalidad. Son los intentos de Maduro y su gente de aparentar que es éste el estado actual en que se encuentra Venezuela. Se valen de algunos indicios positivos que han emergido últimamente: el abastecimiento y la estabilidad de precios (en divisas) que resulta de la dolarización; la gestión privada de algunos activos públicos que habían sido estatizados anteriormente; la participación mayoritaria de fuerzas opositoras en los próximos comicios; el comienzo –sin tropiezos, hasta el momento—de negociaciones entre estas fuerzas y representantes oficialistas en México; la anunciada reapertura de la frontera con Colombia y del comercio bilateral con ese país; e, incluso, atisbos de construcción en el este caraqueño. Bancos como el Credit Suisse, pronostican un crecimiento de la economía este año que pudiera llegar al 5%.

Enmarcado en tales indicios, Nicolás Maduro anuncia por televisión que ya comenzó la navidad, mostrando, con aire festivo, detalles del arbolito y de otros adornos navideños en Miraflores. ¡Llegaron las pascuas! La metamorfosis del tirano se quedó corta, sin embargo, de desearles paz, buenaventura y hermandad a los venezolanos. Vamos, sería como que un puerco espín invitara a que lo acariciasen.

Cinismo aparte, es obvio el intento del régimen de aprovechar ciertos cambios, que se ha visto obligado a aceptar, para proyectar la idea de una nueva “normalidad”, no tan perversa como la pinta la oposición. El meta-mensaje es que esto es lo que hay. Acostumbrémonos a ello para sacarle provecho. Queda oculto en este imaginario la dantesca situación padecida por vastas capas de la población, reveladas en el último reporte de la ENCOVI, los 300 y tantos presos políticos, las torturas e innumerables violaciones a los derechos humanos, los centenares de muertos en las protestas de años anteriores.

Es posible que, para algunos empresarios del campo y la ciudad, se estén abriendo espacios que les permiten mayor respiro. No tiene nada de criticable que se aprovechen de ello, suponiendo que lo hagan por medios lícitos. Otra cosa, empero, son las fortunas lavadas con negocios financiados con el saqueo de PdVSA, del arco minero o con otros desmanes contra la cosa pública. En todo caso, aun suponiendo la posibilidad de algún crecimiento –pero el Observatorio Venezolano de Finanzas registra, más bien, una caída del PIB del 28% durante el primer semestre del año--, es menester preguntarse para quienes habrá de producirse, a quienes beneficia. Queda excluida esa inmensa masa de personas que aún tiene que vérselas primordialmente con bolívares. No tienen acceso a esas islas de actividad dolarizadas.

En fin, ¿de dónde provienen los dólares que circulan en la economía, sostén del presunto crecimiento? De las remesas, del petróleo que todavía se exporta y de los ilícitos que han proliferado bajo el amparo de la “revolución” chavista. Los canales por los cuales ingresan los dos últimos son las redes mafiosas que han proliferado bajo el régimen chavista de expoliación. Imposible sostener niveles de vida dignos para un país que tiene que importarlo todo, dada la destrucción de sus fuentes domésticas de suministro. ¡Muy lejos de las millonadas que entraban cuando existía una PdVSA robusta¡

El problema no está en dejarse llevar por la ilusión de que, aún bajo el régimen fascista, las cosas puedan estarse normalizando. Las evidencias, tanto en lo que respecta a la violación extendida de los derechos humanos y la ausencia del Estado de Derecho, como en las cifras económicas que muestran el nivel de miseria infligido al país, otrora considerado el más próspero de América Latina, son demasiado elocuentes, a pesar del velo propagandístico. El verdadero peligro está en que nos resignemos a que sea ésta la única realidad posible a qué atenernos, que limite nuestros horizontes de aspiración a la conquista solo de mejorías marginales en nuestras condiciones de vida. Implica conformarse en compartir, con Haití y Cuba, la condición de ser el país más pobre de América Latina, con el agravante de estar bajo la impronta de una organización criminal militarizada que concibe al país como territorio conquistado para su exclusivo provecho. Y, para aquellos sin escrúpulo, siempre estará la puerta abierta para adular a los gorilas y rendirle pleitesía a sus disparates “revolucionarios”, haciendo caso omiso de sus desmanes, con tal de participar en los despojos que va dejando su acción depredadora.

La obnubilación que procura el régimen sobre la situación del país debe quedar absolutamente proscrita de las mentes de quienes, en nombre de las fuerzas democráticas, llevan las negociaciones con los representantes de la dictadura. Confío en que estos líderes, probados en adversidades y castigos de todo tipo por denunciar los atropellos del régimen al ordenamiento constitucional y a los derechos ciudadanos, no caigan en esta trampa. Les toca seguir reivindicando, claramente, los objetivos básicos de la negociación como orientación a los venezolanos: el restablecimiento del Estado de Derecho, con sus garantías civiles y políticas; la convocatoria a elecciones nacionales creíbles y confiables; la libertad de los presos políticos; el levantamiento de las inhabilitaciones políticas; y la ayuda humanitaria efectiva para aliviar las terribles penurias que padece la población, incluyendo una respuesta enérgica y racional para contener la pandemia y sus estragos. Como corolarios quedarán los asuntos referidos a la justicia transicional, los problemas de la seguridad nacional y personal, y el papel de los militares.

Si en algo deben contribuir las negociaciones es en quebrar las bases de sustento de la dictadura para que acceda a discutir sobre los aspectos centrales anteriormente referidos. Como se ha dicho tantas veces, en eso hay que jugar cuadro cerrado con la comunidad internacional, en aras de condicionar cualquier alivio en las sanciones al cumplimiento verificable de éstos. La pata coja de esta estrategia, por ahora, está en el desarreglo –por llamarlo de una forma—con que las fuerzas democráticas enfrentan las venideras elecciones del 21 de noviembre. Sea como salgan los resultados, es menester aprender de ellos para lograr la movilización popular requerida para darles músculos a la gestión de cambios.

Sin garantías jurídicas, personales, civiles y económicas, es absurdo hablar de “normalidad”. ¿Qué “normalidad” puede haber cuando el salario formal de policías y militares –pagado en bolívares—está en el orden de orden de 20 o 40 dólares mensuales? ¿Cómo impedir que se redondeen, los más decentes, con exacciones ocasionales a la ciudadanía que les toca defender? ¿Cómo evitar que los más inescrupulosos, proveídos de sus poderes, le entren a saco a los dominios públicos y privados más apetecibles, muchas veces atropellando físicamente a los venezolanos? ¿Acaso hay un sistema jurídico confiable que castigue estos desmanes?

El fascismo no accederá voluntariamente a socavar las bases de sustento de su actividad saqueadora. No es su naturaleza. Ello es un parámetro ineludible a considerar por parte de las fuerzas democráticas.

Economista, profesor (j), Universidad Central de Venezuela

humgarl@gmail.com

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​José E. Rodríguez Rojas

La reciente edición de la ENCOVI evidencia que la contracción económica que enfrentamos desde el 2014 se ha traducido en una cuantiosa perdida de empleos, lo cual ha transformado a Venezuela en una gran fábrica de desempleados y trabajadores informales. Ello ha forzado a millones de nuestros compatriotas a huir del infierno bolivariano a fin de conseguir un trabajo en otras latitudes.

Entre el año 2014 y el 2021 se produce una fuerte destrucción de empleo como consecuencia del colapso económico que se produce y el empequeñecimiento de la economía. En los años recientes el confinamiento y la crisis de combustible generan una crisis de movilidad que agrava la recesión. En el periodo mencionado se reduce el empleo formal en 21,8 puntos porcentuales, lo que equivale a 4,4 millones de empleos, La mayor parte corresponde a empleo público reflejando el colapso del financiamiento del Estado y de la industria petrolera. 70% del empleo perdido corresponde al sector público y 30% al privado.

La contracción del empleo generado en la economía convierte al trabajo en algo escaso, transformando al país en una gran fábrica de desempleados, abunda la gente que desea trabajar pero no encuentra trabajo alguno que realizar. Esto no se refleja en las cifras de desempleo abierto que alcanza un 3,2 %. Esta cifra se evidencia como muy baja lo cual da pie a que las cifras oficiales de desempleo minimicen el problema, El desempleo se encubre bajo diversas figuras. Por un lado está el subempleo visible (personas que trabajan menos de 15 horas), en segundo lugar el desempleo desalentado que incluye a los que desean trabajar pero no lo hacen porque el ingreso a devengar no los estimula, finalmente las mujeres con hijos que desean trabajar pero no pueden hacerlo. La sumatoria de estos grupos asciende a 8 millones de personas.

La población desempleada es mayor que la población ocupada, la cual representa 7,6 millones de personas. La contracción del empleo formal público y privado se traduce en un incremento de los trabajadores por cuenta propia que se convierte en el grupo de ocupación más numeroso representando al 51,7% de la población ocupada. En otras palabras la mitad de la población ocupada es auto empleada, ello incluye a los que laboran en la economía informal. Sin embargo la informalidad llega al 60% de la población ocupada pues solo el 40% tiene un empleo formal.

En síntesis el grueso de la población en edad productiva en Venezuela está desempleada o labora en la informalidad. Si sumamos la población desempleada a la que labora en la economía informal, obtenemos que 80,6% de la población en edad productiva carece de un empleo formal y se encuentra desempleada o laborando informalmente. A esto hay que añadir que muchos de los que tienen un empleo formal se dedican a “matar tigres”, pues la remuneración que obtienen es muy baja, como lo veremos a continuación.

Los que logran conseguir un empleo formal, lo hacen con unas remuneraciones muy bajas. Es el caso de los que laboran en el sector público cuya remuneración promedio mensual es de 12,3 dólares, lo cual no representa ni el 10% de la canasta alimentaria estimada en 224 dólares. Ello incluye a los profesores y empleados universitarios que se dedican a la elaboración de tortas o a otro tipo de actividades para compensar el magro ingreso que les paga la universidad. Esto provocó, en el período previo al confinamiento, un ausentismo generalizado en las universidades cuyas autoridades se veían en aprietos para garantizar la asistencia de los trabajadores a sus puestos de trabajo.

Las remuneraciones de los que trabajan en los restantes sectores es un poco más alta pero ello no altera significativamente la precaria situación de los mismos. La remuneración del sector privado es de 38,7 dólares mensuales y la de los que trabajan por cuenta propia es de 32,8 dólares, estas cifras no llegan a superar el 20% del valor de la canasta alimentaria, que como ya mencionamos se ubica en 224 dólares. Esto ubica a todos los trabajadores de los sectores mencionados en la extrema pobreza. Si bien los subsidios gubernamentales y las remesas mejoran su situación ellos no compensan el efecto de la hiperinflación pues la pobreza sigue creciendo a pasos agigantados.

La baja remuneración impulsa a los profesionales y mano de obra calificada a emigrar en busca de una remuneración acorde con su formación y que les permita pagar los gastos básicos de vida, cosa que no es posible en Venezuela. Esto abarca un universo, estimado recientemente por la ONU, en 6 millones de personas que incluyen a médicos, ingenieros, músicos, y profesores universitarios, entre otros. El 86% de los que emigran declaran que su motivación fundamental es la búsqueda de un trabajo.

Fuente: La mayor parte de la información que sustenta este escrito proviene de la Encuesta de Condiciones de Vida (ENCOVI) realizada por la Universidad Católica Andrés Bello en el año 2021.

Profesor UCV

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Eddie A. Ramírez S.

Desde que Hugo Chávez llegó al poder insistió en reivindicar a los primeros habitantes de este país que una vez fue conocido como Tierra de Gracia. Los utilizó para vender su proyecto político, pero no se ocupó de mejorar sus condiciones de vida. Simbólicamente llevó a Guaicaipuro al Panteón Nacional, declaró el 12 de octubre como Día de la Resistencia Indígena, cambió el nombre del nuestro cerro Ávila, por el de Guaraira Repano e incentivó que bajaran del pedestal al Almirante de la Mar Oceana. Maduro, su palafrenero, siguió en la misma onda, cambiando el nombre de la autopista Francisco Fajardo por el de Guaicaipuro, sin tomar en cuenta que Fajardo era un mestizo, hijo de un español y de una princesa guaiquerí, y no solo mantiene en la miseria a nuestros indígenas, sino que también los atropella.

El discurso sigue siendo el mismo: los españoles solo trajeron desgracias y hoy se siguen creyendo nuestros amos, violando descaradamente nuestra soberanía, no se han dado cuenta de que ya Venezuela no la dirigen los sumisos dirigentes de la cuarta república.

Para los rojos ignorantes o malintencionados, los españoles nos humillaron y acabaron con nuestra cultura milenaria. Construyeron casas no adaptadas a nuestro trópico, con una arquitectura inferior a las tradicionales chozas. Erigieron ciudades en donde la gente vive hacinada, impusieron su religión monoteísta para sustituir a nuestras ricas creencias politeístas. Trajeron y formaron médicos, que no les llegaban por los tobillos a nuestros efectivos chamanes. Sustituyeron nuestra dieta de rabipelados, picures, cachicamos e iguanas, por la perjudicial carne de vacuno. Cambiaron el beneficioso hábito de caminar, por el de montar a caballo, con el consiguiente incremento del nefasto sedentarismo. Impusieron la rueda para incentivar la flojera. Nos trajeron caña de azúcar y con ella la elaboración del perverso ron, que causa estragos. También cambures, lo que incentivó a que muchos solo aspiren a tener un cambur en el gobierno de turno. En resumen, los españoles solo nos trajeron desgracias, hasta que nuestro Libertador los hizo poner pies en polvorosa.

La letanía madurista predica que, no contentos con todas las maldades que nos hicieron en tiempos remotos, ahora, en el 2021, quieren continuar considerándonos vasallos. Así, Joseph Borrell pretende violar nuestra soberanía. Se olvida que ya España no es aquella de Carlos V, sobre cuyos dominios no se ponía el sol. Ahora, hasta tiene problemas internos con catalanes, vascos y de otras provincias. El señor Borrell pretende imponernos una observación electoral que denuncie las trampas del régimen. Además, quiere que la legitimidad de Maduro la determine el informe de la Misión de la Unión Europea el 21 N. En Venezuela todos saben que, desde hace años, las elecciones son más transparentes que cristal de ventana. Cómo será el atropello que incluso los rectores del CNE, Roberto Picón y Edgar Márquez, señalados por algunos como independientes, han condenado esa inaceptable injerencia colonial ¡Jolines, qué abuso!

Hoy es 12 de octubre, fecha importante en la que una civilización avanzada nos trajo todos sus conocimientos. Afortunadamente, tenemos una herencia española e india, a la cual se sumó posteriormente la negra, de la cual nos sentimos orgullosos. A estas alturas solo los ignorantes y malévolos se hacen eco de la Leyenda Negra, según la cual esa conquista solo trajo desgracias. Cierto que hubo abusos propios de la mentalidad de cualquier conquistador de la época. Los mismos fueron cometidos por nuestros antepasados, porque los de los actuales españoles se quedaron en su tierra. Evidentemente, los beneficios superaron con creces los hechos repudiables. Los rojos mencionan que atropellaron a los indios, pero nuestros primeros habitantes son hoy día asesinados y maltratados por un régimen que no se ocupa de mejorar su calidad de vida. A los diputados indígenas, electos en la Asamblea Nacional el 2015 por el estado Amazonas, les anularon su curul; en el Arco Minero del estado Bolívar nuestros indígenas son asesinados, en el Delta del Orinoco los waraos mueren de hambre y enfermedades y nuestros goajiros del estado Zulia son acosados y asesinados por la guerrilla colombiana, que actúa bajo la mirada complaciente de los subalternos del general Padrino López.

A los españoles debemos lo que somos, con nuestras virtudes y defectos. A través de los siglos, los inmigrantes que llegaron a esta tierra nos aportaron conocimientos en todos los campos, particularmente en la agricultura y en la enseñanza. Por eso tenemos que estar agradecidos. Las críticas son solo por ignorancia o mala fe.

España, aunque no les guste a algunos, tiene un compromiso histórico con Hispanoamérica. Por ello, esperamos que el señor Borrell, actúe con firmeza y determine, con su equipo, si hay condiciones electorales para permitir que se respete el voto de los venezolanos. Si encuentran que no las hay, no deben venir a avalar una farsa. Si deciden venir, deben ser intelectualmente honestos al calificar al régimen. No pueden ser mirones de piedra. Tienen un compromiso con la democracia. Esperamos que no nos defrauden.

Hoy 12 de octubre, los venezolanos debemos descubrir la necesidad de trabajar unidos para salir de la dictadura y emprender la recuperación del país, apoyados por los países democráticos del mundo, que deben percatarse de que el régimen de Maduro es una vergüenza para la humanidad.

Como (había) en botica:

¿Bye, bye democracia?, excelente artículo de Moisés Naim ayer en El Nacional.

Siguen los accidentes en Pdvsa. Esta vez se incendió un tanque de petróleo de Petro San Félix, en San Diego de Cabrutica. La explosión de gas en Artigas, con saldo de heridos, se debe al mal estado de las bombonas.

Nuestra solidaridad con los habitantes de la isla de La Palma, afectados por el volcán.

Felicitaciones a la investigadora María Eugenia Grillet, del Instituto de Zoología y Ecología de nuestra maltratada Universidad Central de Venezuela, por el premio Hemingway 2021.

Lamentamos el fallecimiento de Armando Ramos y Hernán González, compañeros de Gente del Petróleo y de Unapetrol

¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

eddiearamirez@hotmail.com

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Javier Marías

Le gusta recordar a Manuel Rodríguez Rivero, en su sección de Babelia, la existencia en alemán de una palabra, Schadenfreude —”alegría por el mal ajeno”—, que deberíamos tener en español por la frecuencia con que se experimenta dicha alegría en nuestro país. Por el mismo motivo, debería haber otra con el título de este artículo (ignoro si la hay en alemán). La operación consiste principalmente en tomar unos pocos ejemplos aberrantes de la realidad, poner el foco sobre ellos (la prensa lo hace con deleite) y deducir que la sociedad entera está enferma, contaminada por esos actos, y es partícipe y responsable de ellos.

Y sí, claro que la violencia machista es un problema de primer orden. Quien pega o mata a una mujer, quien la viola o abusa de ella, merece la mayor repulsa imaginable. El problema no es español, sino casi universal. En Francia, en la civilizada Suecia, no digamos en la incivilizada Rusia o en los países con estricta aplicación de la sharía, el número de mujeres muertas o apaleadas por sus parejas o ex-parejas es muy superior al español. Lo que se olvida a menudo, deliberadamente, es que nuestro número también es infinitamente inferior al de cualquier época pasada, aunque sólo haya cómputos fiables desde hace relativamente poco.

El salto que ha dado la sociedad española en su conjunto, la conciencia adquirida de que ese maltrato es repudiable e intolerable, han sido inmensos desde que tengo memoria (nací bajo el franquismo, sí, pero no en el siglo XIX). Sin duda ha habido una progresión extraordinaria, pero eso, al parecer, no conviene recordarlo. Para mucha gente es mejor y más rentable fingir que todavía vivimos en los años 40 del último siglo, cuando, en efecto, las mujeres carecían de muchos derechos fundamentales y no estábamos lejos de tratarlas como en Marruecos. De esos años 40 no queda rastro, ni de los 50 o 60, por fortuna. Y sin embargo hay gente —y periodistas malévolos— que se niegan a ver eso, en su deseo de que todo sea inadmisible y calamitoso. Sigue habiendo injusticias estructurales, y todo puede y debe mejorarse y las mujeres han de estar más protegidas, pero España no es el lugar que esa gente —o el obsceno y reciente spot del Ayuntamiento de Salamanca— quieren pintarnos.

Otro tanto sucede con la homofobia o LGTBIQ+fobia. Hay agresiones e insultos y hasta algún asesinato, pero no vivimos en un panorama espantoso para las personas incluidas en esas siglas y las que se irán añadiendo. Justamente aquí se aceptaron con alegría, más que rechazo, los travestis en los años 70 y 80. Para mi sorpresa y contento, el matrimonio homosexual se tomó con naturalidad y aprobación, exceptuando a los obispos ceñudos y a los partidos reaccionarios como el PP. La gran mayoría de españoles no sólo no se opuso, sino que aplaudió, mucho más que en otras naciones teóricamente más avanzadas, como la laica Francia o los liberales Estados Unidos, en los que las resistencias y protestas fueron más clamorosas.

Debo reconocer que esa loable actitud no la esperaba yo de mis compatriotas, y sin embargo fue la dominante. En las encuestas actuales (no es que ninguna sea creíble, pero en fin), más del 90% de la población afirma no sentir la menor animadversión hacia los homosexuales o transexuales; o es más, tratarlos exactamente igual que a cualquier otra persona; o es más, no mostrar curiosidad por sus preferencias o identidades sexuales.

Pese a lo cual también hay gente que se indigna justamente ante cualquier agresión o mirada despreciativa o burla hacia lesbianas, gays y demás, y de paso se indigna injustamente hacia una sociedad que ha dado sobradas muestras de madurez y tolerancia en este campo (no me gusta “tolerancia” porque no hay nada que tolerar; digamos de indiferencia). A la mayor parte le trae sin cuidado con quién o quiénes se acueste cada cual, y los casos de opresión o salvajadas —que los hay— son afortunadamente excepciones, por mucho que eso fastidie a quienes desean que todo vaya fatal.

Cabría decir algo similar del racismo, aunque aquí hubo pocos negros hasta los años 80, no es como en los Estados Unidos. En ese país me sorprende que hoy nadie recuerde los grandes progresos antirracistas que se han dado desde los años 60, cuando todavía había segregación en el Sur; ni, sobre todo, la enorme cantidad de blancos yankees o nordistas que murieron en una larga Guerra Civil entre cuyos objetivos estaba la abolición, en todo el territorio, de la esclavitud.

Esa guerra, una de las más horrorosas del siglo XIX, con centenares de millares de víctimas, se libró eminentemente entre blancos (pocos negros participaron: lo tenían difícil). Jamás hay una palabra de agradecimiento o de reconocimiento a aquellos muertos por parte de Black Lives Matter y movimientos afines. Casos como el de George Floyd merecen toda la repulsa. Pero, aunque se den, no se está en 1860 ni en 1960. Silenciar los progresos y la parte buena de la historia, subrayar sólo la mala y fingir que nada ha cambiado, es exactamente el título de esta pieza. Deseo para el cual debería existir vocablo en unos cuantos idiomas, no solamente en español.

10 de octubre, 2021

Polis

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