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Opinión

Luis Ugalde

El profesor Víctor Márquez, presidente de la APUCV, hace un par de meses acusó “al régimen de estar llevando a cabo una política de exterminio del sector universitario que es necesario detener para el bien de la República”. Comparto plenamente esta preocupación. La universidad venezolana, sobre todo la financiada por el Estado, fue durante medio siglo la principal escalera de ascenso social saliendo de la pobreza hacia un país en vertiginoso proceso de urbanización y de modernización.

En estos días se prenden algunas alarmas universitarias con el anuncio de una nueva Ley de Educación Universitaria sin la debida discusión ni consulta previa para implantar una universidad sometida al gobierno autoritario. Un gobierno totalitario como el de Cuba impone una universidad con autoridades nombradas a dedo, muy al contrario de la autonomía declarada en el artículo 109 de nuestra Constitución. Ahora, con el Estado arruinado y cargado con una inmensa deuda impagable, la universidad autónoma apenas puede abrir sus puertas, lo que es una gran tragedia nacional que corona la ruina de todo el sistema educativo. No es posible la necesaria reconstrucción del país con la educación en escombros.

Universidad asediada

Hace ya 9 años (27-7-2013), en un artículo con este título, denunciábamos el cerco gubernamental contra la universidad cuyo objetivo era “la sustitución de la actual universidad autónoma por otra sometida a la imposición del Gobierno-Estado-Partido”. Señalábamos que “la estrategia tiene principalmente dos piezas, el cerco presupuestario y el bloqueo al procedimiento de elección democrática autónoma de las autoridades y representantes”.

Necesaria e imposible autonomía

La debacle hiperinflacionaria y la reducción de los presupuestos universitarios –a menos de 10 % requerido– han impuesto sueldos de hambre y llevado a las universidades al cierre o a una dolorosa agonía. Pero esto no se resuelve pidiendo que el Estado vuelva a financiar más de 90 % del presupuesto de universidades como la UCV y la USB, por ejemplo. Hoy y mañana –queramos o no– la autonomía no será posible si depende del Estado endeudado, arruinado y radicalmente reducido a la cuarta parte de lo que era. Las universidades necesitan autonomía también en el financiamiento. Esperar que el Gobierno responda al 90 % de las necesidades financieras de las universidades es hacer inviable la autonomía: con este régimen porque ni quiere ni puede, y con otro gobierno democrático, porque no podrá aunque quiera…

Universidad autónoma de financiamiento mixto

Ya sé que para muchos es una herejía lo que voy a proponer, pero no tendremos una universidad pública y autónoma renacida, si no sumamos también financiamiento no estatal.

Hace unos años era inaceptable y escandaloso que 46 % de todo el presupuesto educativo nacional se lo llevara la universidad para hacer íntegramente “gratuita” la casa de estudios superior, quitando a millones de niños su escuela de calidad. Hoy el gran reto educativo es garantizar el financiamiento público para que todos los niños y jóvenes estén educándose desde el maternal “hasta el pregrado universitario” (Constitución, Art. 103).

Con la misma firmeza, esta sociedad y su Estado deben asegurar que ningún joven con talento, voluntad y esfuerzo propio quede excluido de la universidad por falta de recursos familiares para financiarla. Para eso es necesario enfrentar el renacer de la Universidad con financiamiento mixto: de los beneficiarios directos (el estudiante y su familia), del Estado, de las empresas productivas públicas y privadas y de los ingresos producidos por la propia universidad con investigaciones y servicios. Por ejemplo: 50 % el Estado, 20 % la facturación de servicios y 30 % pago de los beneficiarios, inmediato o diferido con un amplio sistema público (parcialmente subsidiado) de crédito educativo al que el graduado contribuye con una moderada parte de su sueldo. Es fácil poner el grito en el cielo ante esta herejía de cobrar parte de los estudios universitarios, pero lo contrario es seguir soñando con el financiamiento íntegro por un Estado de abundante renta petrolera que se acabó y dejar la universidad en ruinas.

En el mundo (y también en las Américas) desde hace años está subiendo la inversión no estatal en la educación universitaria, porque resulta rentable para los que se van a graduar y sus familias y para toda la sociedad. También en Venezuela. Es poco conocido y menos reflexionado el siguiente hecho: En 2004 había 1.123.063 estudiantes universitarios en carreras largas y cortas. 624.341 en universidades financiadas por el Estado y 508.722 en autofinanciadas. Ese año por primera vez en la historia de Venezuela los egresados de las autofinanciadas (privadas) fueron 53.056, superando a los 48.228 egresados de estudios íntegramente pagados por el Estado. Esta realidad será mucho más exitosa y sólida con una financiamiento mixto sincerado y trasparente de la educación superior, con sólidos criterios de equidad, prioridades y de contribución diferenciada. Muy triste sería que la universidad quedara reducida a la pobreza impotente, a la lamentación y a la denuncia de algo que no puede cambiar.

Autonomía sí, pero integral y con un Estado democrático instrumento de sociedad plural.

11 de abril 2022

Revista SIC

https://revistasic.org/autonomia-universitaria-necesaria-e-imposible/#iL...

 3 min


Ignacio Avalos Gutiérrez

Continúa la triste insensatez bélica en tierras ucranianas. Quien sabe cuándo terminará el conflicto y, sobre todo, cuales serán las consecuencias que dejará como huella en todo el planeta. Al respecto hay hipótesis distintas y hasta contradictorias, pero que lamentablemente coinciden en que dejará heridas que tardarán un buen tiempo cicatrizar. Ojalá haya una ventana por la que salga y se pierda este pronóstico y que en un próximo artículo pueda comentar que no pasó lo que se esperaba que pasara.

Con esta esperanza quiero escribir hoy sobre el Día Mundial de la Ciencia y la Tecnología que desde 1982 se celebra cada 10 de abril. Fue establecido por la Conferencia General de la Unesco en honor al nacimiento del Dr. Bernardo Houssay, el primer latinoamericano en ser galardonado con el Premio Nobel de Medicina en 1947.

Maduro lo recuerda en un Twitter

Entre nosotros fue un día que pasó desapercibido. Algunos comunicados provenientes del medio académico, una que otra entrevista, en fin, poca cosa. El Gobierno, por su parte, lo recordó a través de un mensajito del Presidente Maduro, muy en su estilo de interpretar cualquier evento o iniciativa en clave resistencia heroica frente a los enemigos de la Patria, añadiéndole un toque demagógico que tampoco suele faltar. En el mismo decía que “Celebramos el Día Mundial de la Ciencia y la Tecnología, enalteciendo la labor de las mujeres y hombres del saber que resisten la arremetida imperial para garantizar el Bienestar del Pueblo. ¡Felicitaciones Científicas y Científicos!”.

Como en otras áreas, tampoco en esta, la de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación (CTI), hay información oficial respecto a casi nada, Si embargo, diversos estudios elaborados por otras organizaciones coinciden en describir una realidad muy precaria, trazada por políticas equivocadas y cambiantes, ideologizadas en el peor sentido de la palabra, por el deterioro de las universidades autónomas, la creación de universidades nuevas que dejan mucho que desear, la mengua de casi todos los centros de investigación, el desaprendizaje tecnológico en el sector productivo, la migración de investigadores, la falta de la generación de relevo y otros aspectos más, todos sellados por el déficit presupuestario, señal de que para el presente gobierno se trata de un asunto que no figura como importante para el país.

Cambio en las reglas en la cancha CTI

Le breve exposición anterior se desdibuja aún más si se la calibra de cara a las circunstancias que se vienen asomando desde finales del siglo pasado y con enorme fuerza durante estas dos primeras décadas del siglo actual, reflejadas en transformaciones tecnocientíficas radicales que redefinen aceleradamente la forma en que los seres humanos se ven a sí mismos, se relacionan unos con otros, se vinculan con la naturaleza y perciben el mundo en el que les está tocando vivir.

No en balde a la sociedad actual se la perfila como la “Sociedad del Conocimiento”, caracterizada, entre otros aspectos, por el amplio marco institucional en donde tienen lugar los procesos de generación, distribución y uso de conocimientos.

En este sentido cabe empezar indicando que la división tradicional entre ciencia y tecnología se ha ido diluyendo, dando paso al término tecnociencia que remarca el carácter híbrido propio de las investigaciones y las innovaciones. Estas se generan a través de redes sociales que integran tanto al sector público, como al privado y dentro de las que actúan empresas diversas, universidades de distinto tipo, laboratorios, entidades financieras, etcétera, generando múltiples interacciones, tanto a nivel local como global, que suponen la combinación de experiencias y conocimientos de diferente naturaleza. Por otro lado, la producción de conocimientos se da bajo el formato de la transdisciplinariedad (que va más allá de la interdisciplinaridad y la multidisciplinariedad), dando origen a procesos que permiten el entrecruzamiento de varias ramas del saber.

Por otra parte, las empresas desempeñan un rol central - en muchos países han superado ostensiblemente el financiamiento del Estado – y son sus fines e intereses los que en gran parte determinan la orientación y la utilización de los resultados tecnocientíficos. A propósito de ello, se reclama mayor participación estatal, no solo en recursos, sino sobre todo en políticas públicas que tracen propósitos y rutas.

Las respuestas se demoran

Los cambios tecnocientíficos son profundos y se precipitan de manera exponencial, como ya dije. Y desde luego, suscitan muchas preguntas respecto a su dirección y a sus efectos, pero las respuestas van muy despacio y dan pie para que la incertidumbre y la perplejidad arropen todos los planos por donde acontece la vida humana a nivel global : el económico, el político, el social, el ético, el ambiental, el cultural, el religioso, el deportivo. La actual es también la Sociedad del Desconocimiento, nos recuerdan los estudiosos del tema.

Debemos, pues, ser capaces de interpretar y comprender la estructura y la dinámica de los procesos tecnocientíficos y, a partir de ahí, estimar los impactos y las consecuencias e intervenir adecuadamente en ellos, aprovechando las oportunidades que asoman y esquivando los riesgos que traen consigo.

Mandato de la época

Estas capacidades se hacen cada vez más imprescindibles si abrimos el horizonte a fin de observar los ideas que emergen desde el Tranhumanismo, un movimiento que tiene como objetivo transformar tecnológicamente la condición humana, y el increíble respaldo financiero con el que cuentan. ¿Cierto Jeff Bezos ?.

Así las cosas, la política CTI debe estar, sin duda, por lo menos cerca del epicentro de la agenda pública nacional. Es un imperativo del tsunami tecnológico planetario.

HARINA DE OTRO COSTAL

(El Jarrón Chino)

Según el diccionario un jarrón es un recipiente en forma de vaso alto, copa o jarro, grande y de función ornamental. Se presenta liso o decorado independientemente de su fábrica (cerámica, vidrio, metal, etcétera).

Leí hace poco que, de acuerdo con Felipe González, los expresidentes son como jarrones chinos en apartamentos pequeños. Todos les suponen un gran valor, pero nadie sabe dónde ponerlos y, secretamente, se espera que un niño les dé un codazo y los rompa.

Algo así ocurre con la ONU, piensan muchos. Es una organización desfasada por los vientos que soplan actualmente, dicho con todo respeto. Su Consejo de Seguridad es un anacronismo, dicho con un poco menos de respeto. La invasión de Ucrania es el más reciente ejemplo de que el nuestro planeta no ha sido capaz de hacerse gobernable.

Miércoles, 15 de abril 2022

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Francisco Russo Betancourt

Ayer fueron convocados un pico mas de 90 millones de mexicanos para decidir si revocaban o mantenían el mandato constitucional del presidente azteca.

La mayoría de los sectores sociales y la oposición criticaron hasta el hartazgo la convocatoria que propusiera el propio mandatario, en una experiencia constitucional nueva en la política mexicana, pero que al final resultó con mucho ruido y pocas nueces.

Ciertamente, la convocatoria fue más propiamente para medir la capacidad de convocar del mandatario, pero no satisfizo la exigencia legal del 40% para que su resultado fuese vinculante, lo que pudo evidenciarse en el comportamiento de la ciudadanía que prefirió llenar los Centros Comerciales que acudir a las urnas electorales.

Según la critica, aproximadamente 8 de cada 10 ciudadanos consideraron no votar en esta jornada, lo que revela que de los 90 y tantos millones de votantes convocados, sólo acudió un 17 o 18% del padrón electoral, vale decir, no fue la victoria esperada por el gobierno, que se conforma con una precaria movilización política, lo que al final generó, como en la comedia de Shakespeare, mas ruido que nueces.

Al final, el sistema político mexicano, al contrario de lo que ocurre habitualmente en Sudamérica, esperará el término del sexenio para decirle adiós a su presidente, entre cuyas reflexiones más exultantes está su afirmación, "que el secuestro de personas se evitará con una sociedad de pobres, pues secuestran a los que tienen."

Guadalajara, abril 11 de 2022

 1 min


Eddie A. Ramírez S.

Los sucesos ocurridos entre el 11 y el 13 de abril no han sido del todo aclarados por el régimen, ni por algunos actores civiles y militares de la oposición. Al régimen no le conviene porque saldría a relucir por qué no quiso investigar la masacre en las cercanías de Miraflores, optando por condenar sin pruebas a tres comisarios y a ocho policías metropolitanos, tres de ellos todavía presos: Erasmo Bolívar, Luis Molina y Héctor Rovain. También lo ocurrido en Fuerte Tiuna amerita ser investigado.

El régimen no quiere que se recuerde la actitud de Hugo Chávez antes, durante y después de la masacre. Pudo desincentivar la gran marcha del día 11 con solo anunciar que la noche anterior había destituido a la Directiva de Pdvsa, ordenar interceptarla en la autopista del Este o permitir que pasara frente a Miraflores, como hizo en su tiempo el presidente López Contreras.

¿Por qué no lo hizo? Probablemente para identificar a los militares que estaban descontentos con la designación del perverso José Vicente Rangel, ficha del castro-comunismo, como ministro de la Defensa; debilitar a la Confederación de Trabajadores de Venezuela, particularmente a Carlos Ortega, y sacar del juego a Pedro Carmona, presidente de Fedecámaras, ambos tenaces acusadores de las violaciones de la Constitución y las leyes. Además, buscar excusas para intervenir a la Policía Metropolitana y despedir a más trabajadores de Pdvsa que luchaban por el respeto a la meritocracia. Para su desgracia, Chávez no midió el descontento y la voluntad de lucha de la sociedad civil y de los actores mencionados. Fue un estratega torpe.

A los rojos no les interesa que se recuerde que Chávez aceptó la petición del Alto Mando militar de renunciar por la masacre, y que imploró lo enviaran a Cuba. Tampoco que la oficialidad lo vio desmoralizado, desubicado y lloroso. Al igual que 4 de febrero 1992, se rindió apenas se lo solicitaron. Solo fue valiente ante el micrófono.

Otra pregunta es por qué los militares no aceptaron su solicitud de enviarlo a Cuba. Ese fue un compromiso de los oficiales con quienes se fue voluntariamente desde Miraflores a Fuerte Tiuna. Esa acción hubiese evitado que regresara al poder, al menos en el corto plazo. Sin embargo, cabe preguntar cuál hubiese sido la reacción de la sociedad civil que puso los muertos, y que aspiraba, legítimamente, que el principal culpable fuese juzgado. Se puede entender la discusión que sobre este punto se dio entre los oficiales rebeldes y algunos civiles que indebidamente estaban en Fuerte Tiuna. Lo imperdonable es que los militares también pelearan por los cargos a ocupar.

Es inexcusable que el Alto Mando militar le solicitara la renuncia al presidente y se marginara de los hechos posteriores. Faltó liderazgo. Lucas Rincón no solo demostró que no tenía méritos para ser Inspector General, sino que cuando percibió que la situación había cambiado se convirtió en un alacrán y tiene veinte años de embajador en Portugal. Por su parte, el apreciado general Manuel Rosendo protegió a los ciudadanos al negarse a aplicar el Plan Ávila, impidiendo así que el ejército saliera a la calle. Sin embargo, ha debido asumir el comando.

Algunos achacan el fracaso a que Pedro Carmona designó al vicealmirante Ramírez Pérez como ministro de la Defensa y no a Efraín Vásquez Velazco, quien como comandante del ejército contaba con mayores recursos. Este punto es debatible. El vicealmirante tenía prestigio. Vásquez pecó por indeciso al no cambiar la guardia presidencial y no neutralizar a García Carneiro y a otros oficiales chavistas.

En general, se atribuye casi toda la culpa del regreso de Chávez al Decreto Carmona. El mismo contemplaba realizar elección presidencial antes de un año, sin que Carmona pudiese ser candidato; elección de diputados antes de ocho meses y facultad del presidente interino para remover a todos los poderes del Estado. ¿Alguien objetaría hoy día ese Decreto? Todo indica que Luis Miquilena se presentó en Miraflores para ofrecer que 28 diputados, hasta entonces del oficialismo, podrían formar mayoría con los de oposición para designar presidente de la república a Alejandro Armas o ratificar a Carmona. Al respecto hay que considerar que, ocho meses después, el chavismo seguía siendo mayoría en la Asamblea, con 86 diputados versus 79 de la oposición. O sea, no existían los votos necesarios. ¿Se podía confiar en Miquilena, quien cuarenta y ocho días antes era ministro del Interior?

Evidentemente, con la auto juramentación de Carmona y con ese decreto se violó la Constitución. Sin embargo, hay que recordar que Chávez la había violado varias veces y que los artículos 333 y 350 obligan a cualquiera a contribuir a restablecerla. ¿Eso también aplica a la Fuerza Armada? ¿Se justificaría que hoy, al igual que en el 2002, se le solicite la renuncia a quien usurpa Miraflores? El 18 de octubre de 1945 y el 23 de enero de 1958, la Fuerza Armada intervino y entregó a los civiles. Cierto que el 24 de noviembre de 1948 se quedaron con el coroto, pero hoy sería inaceptable e inviable que la Fuerza Armada cumpla con defender la Constitución y no entregue el poder a los civiles. Chávez regresó a Miraflores porque no hubo liderazgo en la Fuerza Armada, ni en el sector político. El Decreto no fue discutido con los militares, ni con los políticos. ¿Acaso fue por lo apremiante de las circunstancias o algo planeado por un grupito?

Veinte años después seguimos en la lucha, pero decepcionados con un liderazgo político que se descalifica entre ellos y no ofrece un frente único que impulse el cese de la usurpación. ¿Hasta cuándo permanecerán indiferentes ante este clamor popular? Los ciudadanos, entre ellos los petroleros, cumplimos el 11 de abril. Otros fallaron por acción u omisión, algunos siguen fallando.

Como (había) en botica: Ante informaciones que no se ajustan a la verdad, este articulista insta a los venezolanos a confiar en Horacio Medina, presidente Ad Hoc de Pdvsa. Medina ha demostrado que no acepta injerencias indebidas en sus decisiones gerenciales. Lamentamos el fallecimiento de Priscilla Quintero de Briceño, compañera de trabajo en la Palmaven meritocrática. También de Bernardo Martínez, compañero de Gente del Petróleo y de Unapetrol

¡ No más prisioneros políticos, ni exiliados!

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Fernando Mires

Lo hemos repetido muchas veces. La guerra de Putin a Ucrania no es solo contra Ucrania pero comienza y pasa por Ucrania. La guerra de Putin es contra Occidente, lo ha dicho el mismo. Pero no en contra del Occidente geográfico sino en contra del Occidente Político. Así nos lo explicó el mandatario ruso en su mítico discurso del estadio Luzhniki de Moscú:

“Occidente está intentando dividir a nuestra sociedad, está especulando con nuestras bajas (en la guerra) y las consecuencias socioeconómicas de las sanciones, y está provocando una confrontación civil en Rusia y utilizando a esa quinta columna para conseguir ese objetivo. Y hay un solo objetivo, del que ya he hablado, la destrucción de Rusia”.

¿Qué es Occidente para Putin? La respuesta, después de revisar diversos textos, solo puede ser una: Occidente es todo lo que impide la reconstrucción del imperio ruso, núcleo de una visión pan- eslavista a la que su mentor ideológico del momento, Aleksandr Dugin, llama Eurasia. Occidente sería, mirada desde esa visión culturalista, la anti-Eurasia. ¿Y qué es Eurasia? Si nos atenemos a las palabras del corrupto ex-vicepresidente de Rusia, Dimitry Mevdevev, el objetivo de Putin es “construir una Eurasia abierta, desde Lisboa hasta Vladivostok”. Gracias a esa estupidez ya sabemos algo por lo menos: Eurasia, para Putin y su corte, es el objetivo de un proyecto de expansión geográfica y política: una anti-Europa. Nada menos. El problema es que para que ese proyecto tenga un final, deberá haber muchas ciudades mártires, como hoy lo es Bucha en Ucrania.

Así como Che Guevara en su delirio antimperialista llamó a “crear dos, tres Vietnams”, Putin, en su delirio imperialista deberá llamar a «crear cien, doscientas, trescientas Buchas». Ya lo está haciendo. Hay otras ciudades como Bucha en Ucrania.

Para Dugin, Occidente, más que un conjunto de países –todos democráticos pero con distinto formato político – es un régimen universal que se define por una supuesta ideología también universal. Dugin la llama “ideología de la democracia liberal”. En ese punto hay una plena coincidencia entre Dugin y el putinista presidente húngaro Viktor Orban quien ha iniciado una campaña política en contra de lo que él llama, democracia liberal.

Tanto en la versión de Dugin, de Orban y, por cierto, de Putin, el liberalismo es una ideología decadente que lleva al deterioro moral del ser humano, el que librado a su libre arbitrio, entregado al llamado de sus deseos, sobre todo los sexuales, medrará en un mundo sin tradiciones y sin autoridades. Y, por supuesto, sin Dios. En contra de ese mundo en permanente decadencia, Putin, convertido de la noche a la mañana de marxista- leninista en un beato besacruces, opone el ideal de una nación autoritaria, con un estado fuerte, sin rencillas partidarias, donde el parlamento deberá limitarse a dar forma a leyes que provienen de un ejecutivo cuyo poder ha de hacerse sentir con dureza sobre todos los que osen disentir del orden establecido.

Las ideas occidentales, como dijo Putin en su discurso del estadio, son destructivas para el orden ruso que él busca imponer y, por lo mismo, se encuentra obligado a defenderse, aventando a la corrupción occidental (ideas democráticas) dentro de Rusia y luego luchando en contra de los demonios que vienen de afuera, desde ese Occidente apoderado de su amada Ucrania rusificada. Ucrania debe ser liberada, purificada de ideas occidentales. En las palabras de Putin: “desnazificada”

De acuerdo a su descontrolada fantasía, Putin y otros integristas conciben la invasión a Ucrania como una guerra defensiva y liberadora en contra de lo que ellos llaman Occidente. Esa es la ideología que fue inculcada a Putin, entre otros, por el ideólogo Alekandr Dugin. Un autor intelectual –sí, lo es- de los asesinatos que en estos momentos están siendo cometidos en Ucrania.

“Occidente es antes que nada una ideología”, escribió Dugin en un reciente artículo orientado a justificar las crueldades cometidas en Ucrania (24.03.2022). Y luego despacha, así no más, solo porque se le ocurre, una definición: “las ideologías son imágenes (¿?) totalitarias de la realidad impuestas por sistema tecnológicos y psicología de masas”. Absurda definición construida solo para continuar caricaturizado a lo que él necesita que sea Occidente: “La única ideología oficial que existe en Occidente es el liberalismo (¡!) y la globalización no es sino la imposición del liberalismo a toda la humanidad”. Vale decir, en su imaginación afiebrada, Dugin ha convertido a Occidente en un orden totalitario e imperial del cual la Santa Rusia deberá liberarse.

En el marco de las post-verdades putinistas, la invasión a Ucrania debe ser entendida como un medio para alcanzar la liberación nacional de Rusia frente al Occidente opresor aunque eso signifique poner a la realidad patas arriba y cabeza abajo.

El mismo Dugin ha confesado, y se nota, que todas sus concepciones ideológicas las ha tomado prestadas de pensadores europeos. En esos pensadores no hay nada que sea ruso. Tanto en su formación como en su estilo, Dugin es un escritor radicalmente occidental. El mismo ha declarado ser seguidor del tradicionalismo conservador de Julius Evola y de René Guenón. En su “Geopolítica” recurre a la teoría del espacio vital de Karl Hausofer. Posición occidentalista en la que, por lo demás, no se encuentra solo.

El anti-occidentalismo occidental es una de las particularidades de Occidente, el único orden político que genera e integra a sus propias contradicciones. Pues la occidentalidad no son solo los derechos humanos, el parlamentarismo, los debates, la pluralidad cultural, su arte o su literatura. También la negación a Occidente es occidental, venga ella de Marx, de Spengler, de Heidegger, de Dugin. El anti-occidentalismo pertenece, queramos o no, al patrimonio cultural de Occidente.

Occidente –es un punto que aterra a Dugin– supone el reconocimiento de la ambivalencia como forma de vida. A Occidente pertenecen los Médecis y Maquiavelo, Arendt y Mahler, el Louvre y Auschwitz, Churchill y Hitler. El fascismo, el anarquismo, el comunismo, y probablemente, hasta el putinismo, y muchas otras negaciones de Occidente, son producciones netamente occidentales. Occidente no es una sola ideología, como cree Dugin. Son muchísimas. Occidente es lo que ha llegado a ser Occidente. Occidente no es un “es”, es un “estar siendo en el tiempo». Occidente es su propia historia. Eso es lo que no puede aceptar Dugin.

Dugin es un intelectual muy deshonesto. Y lo es hasta el punto que necesita inventarse un Occidente personal para así obtener un meta-enemigo que sirva como justificación a la sangrienta expansión que en este momento comete Putin sobre tierra ucraniana. Y al final, como si estuviéramos frente a las aguas de Narciso, resulta que todo lo que para Dugin es Occidente no es más que la fiel copia de lo que ha llegado a ser la propia Rusia de Putin. Un enorme espacio totalitario, con una sola ideología, con un solo líder, con una sola religión.

La agresión a Occidente comenzada desde Ucrania ha liberado a Rusia de las ataduras que lo ligaban con Occidente, nos dice Dugin. Siguiendo esa tesis, escribe: “En realidad, Putin intentó por todos los medios que Rusia siguiera la ideología, la tecnología, los códigos, los algoritmos, las leyes y los principios occidentales (liberales); pero el aumento de las tensiones simplemente lo destruyó todo. Rusia se está alejando de Occidente como Idea y Occidente ha comenzado a desconectar a Rusia de todas sus redes de control global”.

Lamentablemente, lo último es cierto. Con su des-occidentalización forzada, Rusia está dejando de ser lo que ha sido: un enorme país con dos almas. El alma bárbara y el alma civilizada coexistían en su historia de un modo dramático a veces, de un modo armónico, otras. Pero después de Bucha, la atrayente ambivalencia cultural de Rusia parece haber llegado a su fin. La contradicción entre civilización y lbarbarie, para decirlo con el brillante columnista de ABC, Guy Sorman, ha sido resuelta. Entre la barbarie y la civilización, Putin ha elegido la barbarie. Dugin también.

Me veo entonces en la necesidad de corregir un error. Cuando leía y estudiaba la Geopolítica de Dugin. me pareció ver a un autor epocalista pero erudito, con resabios nazis aunque culto y por momentos, fascinante. Sin embargo, al leer sus artículos escritos bajo las sombras de la guerra desatada por Putin, me encuentro frente a un ser arruinado, un energúmeno ilustrado que ha perdido toda compostura. En sus escritos ya no hay ningún hilo conductor, solo un catársico desenfreno. Y en donde antes me había parecido encontrar una cierta fundamentación filosófica, hoy solo veo charlatanería. En fin, un cerebro lleno de conocimientos, pero sin orden ni estructuras.

Claro está que Dugin ha declarado la guerra a Occidente (una guerra contra sí mismo, debo reiterar). Pero lo menos que uno podía esperar es que frente a ese Occidente, Dugin nos diera a conocer su alternativa, un mundo mejor o peor, una utopía o al menos una distopía. Mas de súbito, Dugin nos dice que no tiene nada que ofrecernos a cambio de las masacres de Putin. Lo suyo es una negación sin afirmación. Solo se contenta con decir que hay que construir una teoría anti-occidental. Y si no me creen, habrá que citarlo:

“Ahora que hemos entrado en una confrontación directa y dura con Occidente es necesario que creemos una ideología alternativa basada en nuestras propias ideas. Ya sabemos lo que rechazamos, pero no ha quedado claro qué es lo que afirmamos”.

Si no hubiera corrido tanta sangre, daría risa. Según Dugin, Putin invade a Ucrania sin saber todavía que es lo que opondrá en contra de la occidentalización. La filosofía destructiva de Dugin es el testimonio de un filósofo que se olvidó de pensar.

Al leer a Dugin no puedo sino concluir en que de verdad Kant tenía razón cuando nos habló del mal radical o de la radicalidad del mal. Siguiendo a Kant, Hannah Arendt describió la banalidad del mal. Para la filósofa, el mal banal era el mal banalizado, ya sea por un argumento, por una ideología, por una supuesta obligación profesional (“Yo solo cumplía órdenes” decían los asesinos nazis en el juicio de Nürenberg) El mal de Dugin, y por ende, de Putin, es en cambio el mal radical, un mal que no se ajusta a ningún derecho, pensamiento o deber. Es el mal por el mal. Es el mal de Thanatos, pero sin Eros. Es un mal que nace del amor a la muerte. Un mal hecho realidad en Bucha.

Dugin, como Putin, es un endemoniado. Pero a diferencias de los personajes de Dostoyevsky en cuya novela Los Demonios nos topamos con provincianos nihilistas, Putin es un endemoniado con todo el poder de un imperio a su disposición. Por ahora, seguirá matando, y Dugin, su criado intelectual, será reducido al penoso papel de legitimador de la muerte colectiva. Probablemente Dugin ya lo presiente. En el futuro de Rusia, o sea, en su futuro personal, ya ve, como lo vieron Goebbels y Hitler antes de matarse, el fin del mundo (su mundo) . El Apocalipsis es su programa. El mismo Dugin, para que no haya ninguna duda, lo anuncia

“Nuestro gran problema ahora es que hemos roto con Occidente y el liberalismo de una forma irreversible: o construimos un mundo diferente y un orden mundial alternativo dentro de los límites de nuestra civilización o … ya sabemos qué sucederá, aunque esto último hace parte de acontecimientos apocalípticos que aún están por venir”.

Hay que detener a esa maldad. Hay que salvar a Europa de Dugin, de Mevdevev, de Lavrov y otros criminales que rodean al asesino Putin. No podemos permitir que este mundo sea convertido en una inmensa Bucha. Para que eso no suceda hay que arrancar a Ucrania de la garras sangrientas de esa pandilla de monstruos. Ojalá los gobiernos de Europa entiendan de una vez lo que todavía, aún después de Bucha, no se atreven a entender. Hay que derrotar a Putin aquí, allí, y ahora.

Por lo menos el canciller alemán Olaf Scholz -aunque tardíamente – parece haberlo entendido. Cuando estaba a punto de terminar este artículo lo oí decir desde la pantalla del televisor: “Putin no debe ganar esta guerra”. Solo espero que Dios, o quien mejor lo represente, lo haya escuchado.

Twitter: @FernandoMiresOl

Fernando Mires es (Prof. Dr.), Historiador y Cientista Político, Escritor, con incursiones en literatura, filosofía y fútbol. Fundador de la revista POLIS, Político

 9 min


Mariana Martín

Ya hace más de un mes que mi padre partió y sus palabras no han parado de resonar –nunca, pero sobre todo estas últimas semanas– en mi cabeza. Tuve la fortuna de haberme dado cuenta de su grandeza y su nobleza de espíritu desde muy pequeña. Sus lecciones diarias durante casi 32 años me dieron la oportunidad de verlo como el grande que fue y aprender todo lo que pudiera de él en el tiempo limitado que sabía que teníamos. Su obsesión con la formación continua, con la reflexión y el pensamiento, con la apertura y el perdón, son de sus lecciones más grandes. Agradezco que lo pude aprovechar en vida y no esperar hasta su muerte para reflexionar sobre estos temas.

Me han conmovido muchísimo las palabras de tantos venezolanos sobre mi padre y la influencia que ha tenido en sus vidas. En muchos de los textos encontré agradecimientos por lecciones y aprendizajes, el más repetido: su capacidad de rectificar. En sus últimos años, repetía mucho “Si la juventud supiera y la vejez pudiera”. Y transmitir a los jóvenes, especialmente a los jóvenes políticos venezolanos, las lecciones que acumuló a lo largo de sus 84 años y sus casi tan largos 70 años de carrera política, se volvió su mayor deseo.

Buscando honrarlo y acompañar su legado y sus deseos, después de reflexionar sobre las lecciones que me dejó y nos dejó a todos, aquí van las cinco lecciones más importantes que dejó Américo Martín a los jóvenes, a los no tan jóvenes, y muy especialmente, a los jóvenes políticos venezolanos:

  1. Lo cortés no te quita lo valiente. No creo jamás haber escuchado a mi padre decirme esas palabras exactas, pero el espíritu de la frase lo transmitió siempre. A lo largo de su vida y con especial énfasis en su carrera política, jamás lo escuché hablar mal de nadie, de verdad, de nadie. Esto me lo han confirmado personas que lo conocieron mucho antes que yo. Mi padre demostró valentía hasta el final de sus días, fortaleza e ímpetu en su lucha por dejarnos un país mejor, que no solo fuera una economía estable y ciudades en las que se pueda salir de noche, sino mejor, con personas buenas, no tramposos. En ese espíritu, buscó siempre tratar de entender a las personas y no juzgarlas desde sus propias frustraciones. Más allá de lo obvio, esta actitud le brindó más años de vida en paz y posibilidades de entender a los más odiados de lado y lado en nuestro país tan polarizado.
  2. Para negociar, hasta con el diablo. Desde las primeras rondas de negociación, en 2002, cuando por primera vez viví episodios de persecución contra él, le hablaba con frustración sobre los responsables de su persecución. ¿Por qué se tenía que sentar a hablar con la gente que nos había llevado hasta aquí?, ¿Por qué él? … su respuesta inequívocamente era, porque las cosas se solucionan hablando y teniendo esas conversaciones difíciles con el que piensa diferente, con el que nos enfrenta y hasta con el que nos quiere hacer daño. Siempre repitió que sentarse a dialogar con los que están de acuerdo con uno mismo, no tiene sentido, que precisamente con el contrario es con quien siempre hay que sentarse, porque para negociar, hasta con el diablo.
  3. La carga del rencor es más pesada que lo que te hayan hecho. Incapaz de sostener un rencor mucho tiempo, ni siquiera hacia sus torturadores. Aunque siempre nos dijo que la tortura es lo peor que se le puede hacer a un ser humano, y décadas después lo seguía recordando con dolor, perdonó a sus torturadores, y siguió perdonando a quienes buscaban dañarlo. Tal vez fue exceso de practicidad o, probablemente, fue claridad y perspectiva sobre cómo seguir adelante.
  4. No podemos odiarnos, si no nos permiten existir. En la misma línea del manejo de los odios y los rencores, siempre supo ver más allá de las disputas puntuales y tener en claro el objetivo del logro y fortalecimiento de la democracia. Esto lo aprendió joven y rápido, cuando comenzó su militancia política en las filas de la muy clandestina juventud de Acción Democrática en 1953. Pudiera ser que desde ese momento surgiera lo que líderes políticos actuales denominan su «obsesión con la unidad» más allá de los desacuerdos, con un propósito claro para lograr un objetivo claro que nos permita existir con nuestras diferencias.
  5. Estudiar y luchar. En ese orden, primero estudiar y luego luchar, fue su consigna – la de los estudiantes miristas, mientras estuvo en la universidad, antes y después de ser candidato presidencial, y hasta el final de su vida. Aunque parezca obvio, mi padre nunca se cansaba de repetir lo que, aunque lógico, se nos suele olvidar con facilidad. No se puede ser líder estudiantil si no se es estudiante, el mejor estudiante, primero. No se puede ser líder ni guiar un país sin estudiar, y los estudios no se acaban nunca. Comenzó a estudiar formalmente en 1944 y dejó de estudiar en 2022.
  6. La Ñapa. Te puedes equivocar, que sea por exceso y no por defecto, y siempre debes rectificar. Esta es la lección más repetida por quienes lo recordaron en su último día y es la que sigo aprendiendo. Durante toda mi vida mi padre nunca dudó en decirme que el mayor error de su vida fue haber ido a la guerrilla, no por el hecho de la decisión política, sino por el error reconocido que eso representó. Su decisión fue tomar las armas por una convicción política –el error– y pensar que realmente esa era la vía para lograr un mejor país para todos –el exceso–. Tuvo que haber sido un proceso duro y doloroso reconocerse equivocado, rectificar y hacerlo públicamente sobre sus ideas políticas y sobre las maneras de ejercerlas, sobre algo tan íntimo como una creencia política. Se ganó enemigos dentro de los que consideraba amigos y círculo cercano, pero fue fiel a sus valores –la rectificación–. Una cosa de la que no se arrepintió en ese momento y nunca, fue haber sido tan público con el reconocimiento de sus errores, porque siempre sus decisiones respondieron a sus valores.

Además de la rectificación de sus errores, lo que más escuché después de su partida es que deja un gran vacío. Aunque estoy segura de que es un vacío que en lo íntimo de mi familia y en mí, nunca se va a poder llenar, espero que estas lecciones sirvan para una nueva generación de jóvenes políticos venezolanos que sepan estar a la altura de lo que el país necesita a través de sus valores, honestidad, claridad, perspectiva y capacidad de reconocer sus errores y seguir adelante. Espero que sirvan para que esta nueva generación sepa llenar el vacío que deja mi padre y tantos otros grandes que ya no están con nosotros.

Twitter: @MarianaMartinH

Mariana Martín es politólogo

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Alejandro J. Sucre

El senador por Florida al Congreso de EEUU ha criticado severamente a la Administración Biden por haber realizado conversaciones públicas y notorias con la Administración Maduro. Incluso el mencionado Senador junto a su colega del parlamento Bob Menéndez se han opuesto a un posible levantamiento de las sanciones que EEUU tiene sobre la industria petrolera venezolana y otros sectores. Los senadores exponen un argumento falaz como lo es que EEUU al negociar con la Administración Maduro estaría sacrificando la libertad de los venezolanos para obtener petróleo y bajar los precios de la gasolina en EEUU. Y además argumenta que estaría negociando con dictadores. Ambos argumentos no tienen ningún sentido.

La realidad es lo opuesto, no levantar las sanciones a la industria petrolera venezolana por parte del gobierno de EEUU sería seguir asfixiando la libertad de los ciudadanos venezolanos, y a esto hay que agregarle, luego de la guerra rusa contra Ucrania, la libertad de elegir al ciudadano estadounidense y europeo. En este momento donde gran parte de mundo occidental se ve amenazado por el suministro ruso de energía, tener mayores alternativas para la compra de petróleo es positivo y en todo caso le quita poder a Rusia. Crearía sana competencia entre los países petroleros menos democráticos. Adicionalmente, los senadores Menéndez y Rubio debieran entender y explicar a sus electores que la libertad de los venezolanos no debe ser sacrificada para lograr votos de algunos senadores. Tampoco la libertad en Venezuela puede ser defendida sólo por los dirigentes políticos de EEUU, sino por los mismos políticos venezolanos.

Las sanciones de EEUU terminan apoyando a “algunos” políticos de oposición en Venezuela y perjudican al sistema democrático en su conjunto. Los políticos del G4 que los líderes de EEUU apoyan en Venezuela no se presentan en las elecciones Presidenciales, de Gobernadores, de Alcaldes ni de Diputados y tampoco se someten a elecciones internas en sus partidos, ni presentan cuentas de los fondos que administran. Hay algunos dirigentes de la oposición emergente muy dignos que sí participan en esas contiendas electorales y no solo lo hacen en condiciones electorales desventajosas sin además recursos debido a que acuden a electores empobrecidos gracias a las sanciones de EEUU. Más elecciones ganaría la oposición si todos los dirigentes de oposición participaran unidos y sin esperar acciones externas que les ayuden como los Marines y las sanciones. Lo que hoy sanciona EEUU es a toda una nación, y a todos los políticos de la oposición que no estén dentro del presupuesto asignado por el Departamento de Estado al G4. Con sanciones EEUU podría crear una casta de políticos de oposición subsidiados que ni siquiera están presentes en el terreno electoral de Venezuela y engordan en oficinas haciendo lobby.
Las instituciones políticas estadounidense sí deben proteger que la legendaria corrupción de los políticos venezolanos no llegue a contaminar el sistema financiero de EEUU. También deben velar las instituciones estadounidenses porque los políticos venezolanos que atentan contra la libertad de los venezolanos, que cometen crímenes de lesa humanidad y que permiten el tráfico de drogas sean sancionados, pero siempre individualmente incluyendo a sus familiares beneficiados y testaferros. Ahí es donde los senadores Marco Rubio y Menéndez deben enfocarse y esto no ocurre. En EEUU hay muchísimos venezolanos gozando de propiedades suntuosas en EEUU que han logrado vía estafas al fisco venezolano. EEUU puede y debe exigir a Pdvsa y otras empresas del estado venezolano crear un Comité de Cumplimiento de las Normas de Buen Gobierno Corporativo y vigilar las transacciones de estos organismos como lo hace con cualquier transferencia bancaria privada.
En Venezuela levantar las sanciones sí aumentaría los sueldos del venezolano de a pie ya que miles de empresas privadas decidirían invertir y contratar personal. Es cierto que Pdvsa quebró por el mal manejo y la corrupción de los funcionarios públicos del gobierno de turno. Sin embargo, esta insolvencia de flujo de caja es corregible sin las sanciones. Todavía puede haber una reestructuración de deuda y una mayor participación del sector privado en el sector petrolero pero las sanciones lo impiden. Esto generaría poder adquisitivo en el venezolano y le da más capacidad de financiar el partido político de su preferencia. El mismo gobierno oficialista debe competir más por el voto, generando correctivos en su gestión.
La salida democrática y pacífica es ir elecciones, convencer a la población venezolana de que acuda a votar masivamente, presentar mas unidad si es necesario, estar presentes en las mesas de votación, presentar programas de gobierno, presentar candidatos electos desde las bases de sus partidos políticos, etc. Si el gobierno de EEUU sigue con las sanciones, sería quien decide quienes deben ser los líderes venezolanos y no el pueblo. Los senadores Rubio y Menéndez deben presentar otros beneficios a sus electores cubanos para obtener votos y no usar al pueblo venezolano como carnada imponiendo sanciones que se suman a gobierno y oposición con grandes disfuncionalidades.
Twitter @Alejandrojsucre

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