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Opinión

Eddie A. Ramírez S.

Marjorie vuelve a ser mencionada en los medios a raíz de que el ciudadano Arube Pérez, exfuncionario de la Policía Metropolitana, saliera de “donde toda incomodidad tiene su asiento”, como decía el manco inmortal. Arube estuvo preso injustamente durante 17 años y 10 meses. Por la misma causa, siguen en la ergástula de Ramo Verde Luis Molina, Héctor Rovaín y Erasmo Bolívar, quienes fueron sentenciados a 30 años de presidio. Esa misma pena fue aplicada a Julio Rodríguez y a los comisarios Lázaro Forero y Henry Vivas, quienes por razones de salud no están en la cárcel, pero sí sujetos a restricciones. Iván Simonovis tuvo igual sentencia, pero afortunadamente logró fugarse. Marco Hurtado salió recientemente en libertad, después de cumplir casi 17 años injustamente preso.

Simonovis, ocupaba el cargo de Secretario de Seguridad Ciudadana del Distrito Capital, los otros citados formaban parte del grupo de Policías Metropolitanos que intentaba impedir que los civiles armados en Puente Llaguno, convocados por el presidente Chávez, José Vicente Rangel y Freddy Bernal, agredieran a la marcha opositora. Quien esto escribe no leyó sobre esos hechos, ni se los contaron. Los viví, junto con mi esposa, como participantes de la marcha pacífica en la que acudíamos a la sede del gobierno a solicitar la renuncia al presidente. Al poco tiempo de subir por la avenida Baralt, escuchamos disparos procedentes de Puente Llaguno. Vimos caer, aparentemente muerto, a un participante de la marcha. Nos protegimos detrás de un quiosco de periódicos. No vimos disparar a la policía, pero posteriormente hubo fotos y quizá algún video, donde se aprecia al menos a uno de ellos con un arma de fuego en la mano

También asistí a algunas de las audiencias del juicio. En el mismo, el comisario de la policía judicial, CICPC, Domingo Chávez, dio testimonio de que las pesquisas no habían podido determinar la responsabilidad de los imputados. Fue destituido por ser honesto al atenerse a los hechos. Anteriormente, el juez Doménico Di Gregorio había negado la solicitud de privación de la libertad de los mencionados porque no encontró elementos de convicción. Por ello, el presidente Hugo Chávez ordenó públicamente su destitución. Ninguno de los testigos promovidos por la fiscalía atribuyó responsabilidad individual a los acusados. La experticia evidenció que ninguna de las armas de los policías había causado muertes, ni lesiones. La fiscalía ni siquiera pudo probar que esas armas habían sido disparadas.

Entre la jueza Marjorie Calderón y la fiscal Haifa El Aissami decidieron imputar y dictar sentencia por solo dos de los 19 asesinados y por varios heridos. Unos policías fueron sentenciados por homicidio calificado en complicidad correspectiva, otros por homicidio calificado frustrado y los tres comisarios por cómplices necesarios en la comisión de homicidio calificado. Por seguir instrucciones de Miraflores, Marjorie Calderón fue premiada con la designación de magistrada del Tribunal Supremos de Justicia y Haifa El Aissami como representante de Venezuela ante la Corte Penal Internacional con sede en La Haya.

Los miembros de la PM citados trabajaron y estudiaron en la cárcel, sin embargo, no fueron favorecidos con la disposición de reducir un día de la pena por cada dos trabajados o dedicados al estudio. Los jueces Rosa De Freites Vieira y Francisco Motta les negaron esa medida alternativa de cumplimiento de la pena. Los jueces Cintia Meza, Oswaldo Flores y Enrique Leal, también negaron derechos a los procesados.

El magistrado del TSJ Eladio Aponte, después de asilarse, declaró que los jueces cumplían órdenes de Hugo Chávez. Los numerosos pistoleros captados en videos disparando en contra de los manifestantes, no fueron apresados y Chávez les concedió amnistía. Tampoco fueron sentenciados los guardias nacionales que asesinaron a opositores en las cercanías del liceo Fermín Toro. El libro Las balas de abril, del periodista Francisco Olivares y el documental Radiografía de una mentira, de Thaelman Urgelles y Wolfang Schalk, recogen fidedignamente esos sucesos

Quienes participamos en esa marcha agradecemos la protección de los policías metropolitanos, quienes evitaron una masacre mayor. Los abogados José Luis Tamayo, Theresly Malavé e Igor Hernández han sido unos adalides en defensa de los policías. Yajaira de Forero, esposa de Lázaro, se graduó de abogada y ha sido una valiente defensora de los derechos humanos. Igualmente, la abogada Bony Pertinez de Simonovis. El Foro Penal Venezolano ha denunciado los numerosos casos de arbitrariedades de los jueces. Según esa organización, actualmente hay 329 presos políticos.

Jueces y militares son los responsables de que perdure la usurpación de los Poderes Públicos, con la consecuente violaciones a la Constitución. La tendencia general es a culpar en mayor grado a los militares, porque al tener las armas pueden poner fin a la dictadura. Como no proceden, violan el artículo 333 de la Constitución que obliga a cualquier ciudadano a contribuir a restablecerla. Es decir, que los militares pecan por omisión. Por el contrario, los jueces civiles y militares pecan por acción, tanto por avalar las violaciones a la Constitución, como por condenar a inocentes. Al mencionar a Marjorie Calderón, estamos incluyendo a la mayoría de los jueces que han dictado sentencias contrarias al derecho.

Como (había) en botica:

El joven Josnars Adolfo Baduel, secuestrado en el Sebin del Helicoide desde hace nueve meses, ha sido asfixiado mecánicamente en cinco oportunidades, sufrido descargas eléctricas y lesiones por haber sido colgado. No ha podido recibir visita de su abogado, ni de sus familiares, denuncia que realizaron sus valientes hermanas Margareth y Andreína Baduel. También su padre, Raúl Isaías Baduel, preso político desde enero del 2017, ha sido sometido a malos tratos en el Sebin.

Lamentamos el fallecimiento de Neri Hernández Hernández, compañera de Gente del Petróleo y de Unapetrol.

¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

eddiearamirez@hotmail.com

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Francisco J. Jariego

¿Cuándo pisará el ser humano Marte? ¿Es la criogenia técnicamente viable? ¿Cuándo serán factibles los nanorobots? ¿Con qué rapidez los adoptará el mercado? ¿Será posible alguna vez almacenar nuestra memoria en un disco duro? ¿Cuándo me sustituirá la inteligencia artificial en mi trabajo? (Por ejemplo, al escribir este artículo).

Gobiernos, inversores y empresas se formulan preguntas como estas cuando han de tomar decisiones sobre políticas de financiación de I+D, proyectos de inversión en nuevos negocios, o el lanzamiento de nuevos productos y servicios. A menudo dependen de mecanismos de previsión costosos e ineficaces, que no consiguen identificar e involucrar a las personas con el conocimiento necesario, y acaban produciendo decisiones subóptimas.

Contratar en base a un futuro incierto

Los mercados de predicción son foros en los que se negocian contratos que generan pagos en función del resultado de eventos futuros inciertos. Existe una creciente evidencia de que este tipo de mercado puede ayudar a producir pronósticos de resultados futuros con un error menor que otros métodos convencionales de predicción.

Así comienza el breve artículo The Promise of Prediction Markets (La promesa de los mercados de predicción) publicado en Science en 2008 y firmado por 22 destacados economistas, entre ellos cinco premios Nobel de economía (Kenneth Arrow, 1972; Vernon Smith, 2002; Thomas Schelling, 2005; Robert Schiller, 2013; Paul Milgrom, 2020).

La idea de los mercados de predicción no es nueva. Las apuestas sobre eventos futuros han sido práctica habitual en el deporte o en las carreras de caballos, por ejemplo. En Wall Street era posible apostar por los resultados de las elecciones estadounidenses desde 1868.

En un famoso artículo publicado en 1945, The Use of Knowledge in Society (El uso del conocimiento en la sociedad), Friedrich Hayek muestra que, como subproducto de su actividad principal de intercambio de bienes y servicios, los mercados se convierten en un mecanismo capaz de recopilar ingentes cantidades de información privada y agregarla para producir información de utilidad para el conjunto de la sociedad.

Nos guste o no, la mejor estimación del valor de una compañía, del barril de petróleo o de cualquier otro activo negociado en un mercado con transparencia y liquidez suficiente es el precio que fija el mercado. Con sus órdenes de compra o venta, los inversores revelan la información privada que poseen. Este mecanismo puede utilizarse para crear predicciones sobre el futuro que van más allá del valor de un activo o mercancía.

Imaginemos, por ejemplo, un contrato que pagase €1 si la empresa aeroespacial de Elon Musk, SpaceX, consigue poner una nave tripulada en Marte antes de finales de 2025. Bajo condiciones bastante generales, los precios de los mercados de predicción pueden interpretarse como la probabilidad que estima el conjunto de los participantes. De manera que si, en un momento dado, el precio de intercambio del contrato fuera de €0,73, la interpretación sería que el mercado estima que, en ese momento, SpaceX tiene una probabilidad de lograrlo del 73%.

Ejemplo de contrato cotizando en un mercado de predicción.

El mercado electrónico de la Universidad de Iowa ha estado centrado en la predicción de resultados electorales desde el año 2006. Otros mercados de predicción públicos intentan extender el ámbito de sus predicciones. En la administración, los mercados de predicción han sido utilizados como ayuda en la toma de decisiones por el Departamento de Defensa de los Estados Unidos. Y en el ámbito privado, por corporaciones como Eli Lilly, General Electric, Google, France Telecom, Hewlett-Packard, IBM, Intel, Microsoft, Siemens (o la extinta Yahoo).

Un mercado público de predicción científica y tecnológica mejoraría la toma de decisiones

Pero el reto sigue siendo la creación de un mercado abierto para responder preguntas complejas en el ámbito científico y tecnológico, con la capilaridad y los incentivos necesarios para involucrar a quienes poseen información relevante y la escala precisa para dotarlo de liquidez.

Algunos académicos e investigadores participan a título personal en los procesos clave de toma de decisiones a través de la colaboración directa con las administraciones y/o empresas, o indirectamente por medio de sus publicaciones y la reputación de su trabajo. Pero el conocimiento académico y la experiencia de los investigadores, en general, están infrautilizados en el debate económico y social.

La existencia de un mercado público serviría además para dar visibilidad a los criterios en los que se basan las decisiones de financiación del I+D y disciplinar a quienes deben tomar esas decisiones.

Los mercados de predicción no han llegado a adquirir la relevancia que estudios y autores llevan años anticipando, en particular en este ámbito crítico de la predicción científica y tecnológica. Esta sigue dominada por los métodos de agregación directa de opiniones de expertos, como el método Delphi, o más recientemente de datos y encuestas públicos, como los preconizados por el estadístico y ensayista estadounidense Nate Silver en The Signal and the Noise y FiveThirtyEight.

La dificultad de definir contratos que acoten con precisión el objeto de la previsión es quizás la principal limitación técnica. Pero la auténtica barrera es la regulación financiera a la que están sometidas las instituciones que hacen posible la negociación de contratos con dinero real. Existen buenas razones para esa regulación, pero llama la atención que sea posible apostar dinero por el ganador de la final de la copa de Europa, pero no, por ejemplo, por cuál sería la primera empresa o el primer país en ofrecer una vacuna para la covid-19.

Rigor, visibilidad y debate público para abrir el mercado

Si el dinero real es o no determinante para hacer emerger la información privada y que pueda agregarse de manera eficaz es aún materia de debate.

En la actualidad existen diversas iniciativas que facilitan la agregación de predicciones evitando el uso de dinero. Es el caso de Good Judgment Open o Metaculus, heredero del proyecto SciCast discontinuado en 2015.

La aparición de Blockchain, también en 2008, reavivó las expectativas sobre la posibilidad de superar las barreras regulatorias y generar fluidez en este tipo de mercados, tal como ya está ocurriendo en otros ámbitos como, por ejemplo, la emisión y negociación de activos financieros. Desde entonces, varias iniciativas que utilizan la tecnología de Ethereum, como Augur, Gnosis o Stox, han conseguido financiación para poner a prueba el concepto.

La realidad es que, por el momento, la existencia de un mercado abierto con la ambición y el alcance necesarios para llevar la predicción científica y tecnológica a un nuevo estadio de rigor, visibilidad y debate público aún pertenece al terreno de la ciencia ficción.

¿Avanzaremos en esta nueva década? ¿Cuánto estamos dispuestos a apostar?

17 de febrero 2021

Universidad Politécnica de Madrid

The Conversation

https://theconversation.com/que-son-los-mercados-de-prediccion-y-por-que-necesitamos-uno-publico-para-ciencia-y-tecnologia-154606?utm_medium=email&utm_campaign=Novedades%20del%20da%2017%20febrero%202021%20en%20The%20Conversation%20-%201866318192&utm_content=Novedades%20del%20da%2017%20febrero%202021%20en%20The%20Conversation%20-%201866318192+CID_385f523178672d4dc6ba71c238759113&utm_source=campaign_monitor_es&utm_term=Qu%20son%20los%20mercados%20de%20prediccin%20y%20por%20qu%20necesitamos%20uno%20pblico%20para%20ciencia%20y%20tecnologa

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Américo Martín

Entre Fidel y Raúl hay paradojas algo parecidas a las que van de Hugo a Nicolás, con todo y que la sumisión del Castro menor al mayor haya sido superior, más plena que la de Maduro a Chávez. Me da la impresión de que esta última era casi todo eso pero también fue más interesada.

Lo curioso del asunto es que, acercándose al final del régimen fidelista, se fue haciendo evidente que Raúl había estado acumulando fuerza propia y autonomía que le sirvieron para imponer un viraje de mercado y que el timón del Estado se deslizara de las manos de Fidel a las de Raúl, insólito desenlace que se formalizó en el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba, en abril de 2011.

¿Se hubiera resignado Chávez a ceder su poder absoluto y su hermética filiación marxista-leninista, a alguno de sus incondicionales?

Personalmente no lo dudaría si lo que perdiera cediendo fuera infinitamente menos importante que lo que intenta ganar rehusándose. Fue ese el drama de Jruschov, Gorbachov, Yeltsin y demás jefes comunistas tras el proceso desatado por la caída del Muro de Berlín en 1989. Supongo que llevaban rostro amargo, salvo los chinos quienes, como se sabe, “siempre se están liendo”. Y no solo por eso. Vieron, antes que ninguno de los otros que el camino más largo hacia el capitalismo es el comunismo y se lanzaron con tal audacia que han llegado a ser segunda potencia mundial de mercado y principal competidor de EE. UU. que sigue siendo, de lejos, la primera.

La historia registra que la confrontación universal socialismo-capitalismo, es decir URSS-EE. UU., pasó sin remedio a mejor vida. La nueva competencia planetaria se dirime entre dos países capitalistas: EE. UU. y China.

Ese completo viraje fue dibujado en el VI Congreso del Partido Comunista Cubano y su proyectada apertura de mercado, pero la tarea le quedó grande a Raúl y veremos si Díaz Canel, uno de sus más cercanos colaboradores en el diseño del audaz proyecto, puede extraer vida de materia muerta, como Mary Shelley reconstruyó la vida en un muerto, que llamó Frankenstein.

En todo caso, el nuevo presidente de Cuba tiene material suficiente para hacer de la isla otra China, hasta donde semejante milagro pueda alcanzarse. Deng Xiaoping y Su Ronji tuvieron un inconcebible éxito. No debería descartarse que Díaz Canel y sus leales lo lograrán, sin peligro de dar al planeta un nuevo monstruo.

¿Habrá sido tentado Maduro por reflexiones parecidas? Nos hemos acostumbrado a verlo afanado en ser como líder calcado de Chávez. Pero, hemos de recordar que para él fue la mejor manera de identificarse con el líder omnímodo para imponerse a sus duros rivales y, en especial, al general Padrino y a Diosdado Cabello, quienes no parecen inclinados a imitar a nadie, sino a ellos mismos. Acaso por cometer ese error —ahora se ve claramente que lo fue— perdieron la carrera. Y aunque siguen disponiendo de fuerza propia en el PSUV y el gobierno, puede que por el momento prefieran trabajar en unidad.

Si están conscientes de que su propio orgullo incidió en su menoscabo final, tal vez les sirva para resurgir en nuevas condiciones.

El problema de todos es el aislamiento internacional del madurismo y el incremento de la inquietante lucha interna, alentada por la tentativa de acumular fuerza interna y apoyarse en Chávez. Tal jugada angustiará a Maduro, al punto de dejar ver que puede dividir al chavomadurismo en el momento menos esperado e inducir a la totalidad del movimiento a entrar en la lid.

Hay adicionalmente dos factores incidiendo poderosamente en la realidad del gobierno, el PSUV, que es el alud casi espontáneo y, en todo caso, de mando anarquizado de grupos paramilitares, rozando fronteras con bandas de fuerte presencia en ciudades, barrios, aldeas.

El otro factor lo cubre la solidaridad mundial reconociendo el interinato de Guaidó y la validez legal de la AN electa en 2015.

Las sanciones siguen presionando a Maduro a abrir las puertas de la negociación sobre tres temas cardinales: la solución unida de la tormenta humanitaria que no deja de hundir en extrema pobreza al pueblo venezolano, la superación de la profunda crisis política, mediante elecciones libres garantizadas plenamente para que sean viables y confiables, y reconquista de la paz y convivencia democratizando totalmente la vida política y ciudadana del país.

Las sanciones fueron diseñadas para presionar hacia esos objetivos de la democracia.

El cúmulo de situaciones que abruman a Maduro y los suyos, al tiempo que a la oposición legal y al pueblo llano, desaparecían como por arte de magia si las dos aceras principales de la confrontación negociaran, con presencia internacional y sin más retardos, las medidas que permitan despejar un nuevo y promisorio horizonte.

Twitter: @AméricoMartin

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Carlos Raúl Hernández

Marx, Engels y el utopismo introducen graves daños al pensamiento, como inventar la “sociedad capitalista”, “el capitalismo”, definida porque gobierna “el capital”, basado en la plusvalía que propietarios roban al trabajador, y que será sucedido por el socialismo, en el que gobernará la sociedad y la riqueza será de todos. En la Edad Media y la modernidad temprana gobiernan la nobleza y la aristocracia, no la burguesía despreciada e incipiente.
Con la revolución industrial, en el siglo XIX, surge el movimiento obrero, la política democrática, los partidos masivos, los grandes sindicatos, “ligas” de trabajadores, grupos sociales de izquierda, derecha y centro que compiten por el poder a través del voto. Es la llamada por Robert Dahl “poliarquía”, sociedad dividida en múltiples intereses enfrentados. Bismark, un estadista de derecha, es paradójicamente el creador nada menos que de la seguridad social.
Lo hace con los sindicatos, la derecha, conservadores, social cristianos, liberales y las izquierdas revolucionaria y reformista. Lejos del pobrecitismo romántico, los trabajadores, eran protagonistas y encabezaron grandes levantamientos en casi toda Europa. Marx estampa en el Manifiesto, su frase inmortal y suicida: “un espectro recorre el mundo. El espectro del comunismo”.


Perdónalos… no saben lo que hacen
Ejecutan vandalismos como la Comuna de París, tan trágica, que la ciudad levanta la iglesia de Sacre Coeur en Montmartre para pedir perdón al Altísimo por la, destrucción de obras de arte y asesinato de inocentes. El “establecimiento” es la sociedad abierta, plural, poliárquica, gobernada por hombres de las clases emergentes y movimientos de masas. El primer caso de sufragio universal en la historia es la elección de Luis Napoleón Bonaparte, con 75% de los votos, que a Marx parecía incomprensible.
Escribe asombrado “…el Estado burgués se deshace y se vuelve a hacer”. El vigor de la izquierda fue tal que uno de los gigantes del pensamiento político del siglo pasado, Edward Shills, escribió que “de cada diez términos políticos, siete vienen de la izquierda”. Por eso la sociedad abierta, plural, poliárquica, democrática, con florecimientos culturales de los más poderosos de la historia, con el Renacimiento y el siglo de Pericles, quedó motejada de “capitalista, gobernada por el capital.
Para la confusa visión de Marx, los empresarios que habían hecho posible ese milagro, inventaban ferrocarriles, imprentas masivas, máquinas textiles, sistemas productivos, eran ladrones que robaban la “plusvalía” generada por el trabajo. Su idea del futuro radiante sería “el control sobre los medios de producción” y la dictadura del proletariado, según Trotsky, “dictadura sobre el proletariado”.


Deng, el neoliberal
El mundo entero adopta alguna forma de colectivismo o estatismo socializantes: Se imponen en el bloque soviético, China y parte de Asia y formas moderadas en EEUU de Roosevelt, Europa, Latinoamérica guiada por Cepal... Pero murió de hambre el mundo comunista en el siglo veinte para que algunos, solo algunos, entre ellos Den Xiaoping y Gorbachov, entendieran la función de los empresarios junto a los trabajadores para crear empleo y bienestar.

Ese andamio se desploma estrepitosamente durante los ochenta, que inicia con la monstruosa crisis de la deuda latinoamericana, que podía haber sido bancarrota mundial si no intervienen los gobiernos a través del FMI. Hábiles creadores de fake news, los revolucionarios de derecha y de izquierda inventan el neoliberalismo, y atribuyen a los bomberos, programas de reforma económica que frenaban un colapso universal provocado ellos.
Hiperdevaluaciones, hiperinflaciones, pobreza extrema, desempleo. El colectivismo hunde al mundo, pero afortunadamente Deng, había transformado la sociedad china con el socialismo de mercado y la tesis de que la economía de mercado no era patrimonio del capitalismo sino de la humanidad. “Ser rico es glorioso” fue su grito de guerra a finales de los setenta y hoy China es la primera potencia económica mundial. La paradoja trumpista: EEUU, líder del chauvinismo anacrónico y China de la economía abierta.

Millones de capitalistas
Marx decretó “la concentración del capital” pero el mercado global de valores convirtió las grandes empresas de cúpulas a propiedad de millones de accionistas, entre ellos fondos de pensiones y sindicatos y con un clik los capitales se mueven de un país a otro como golondrinas. Surgen las empresas de garaje, grupos de muchachos creativos, hoy las más poderosas de planeta. El poder lo han ejercido los políticos de partido y los antipolíticos, estos últimos especializados en hacer lo que les da la gana y eludir los controles constitucionales.
China lanzó su guerra la pobreza hace décadas y Xi Jimping se declaró en Davos 2017 “líder de la globalización liberal”, mientras Latinoamérica “del siglo XXI” declara la guerra contra la falacia del “neoliberalismo”, incapaz de salir de la crisis. Argentina peronista pasó de segunda potencia mundial en los cuarenta, al tercer mundo. Debía declararse inepto para cargos públicos todo contagiado del Covid mental, el pensamiento anacrónico.

@CarlosRaulHer

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Francisco Russo Betancourt

La gravedad de lo que ocurre con los migrantes venezolanos en Perú no podemos considerarlo como nuevo; desde el primer momento en que comenzó, la migración venezolana encontró resistencia mayor en aquel país. La resistencia peruana hacia lo venezolano ha sido secular, desde la alta sociedad se denigra de la vida del Libertador en Perú y esa opinión ha permeado a las clases más bajas.

La historia hay que contarla, no sólo porque despierta curiosidad, sino también porque nos permite conocer el pasado y entender los cambios sociales. Además, a todos nos gustan los relatos bien contados, el cómo se desenvolvieron los personajes y cómo dejaron su huella en la sociedad.

Los hechos que se vienen sucediendo contra los migrantes venezolanos, ha alcanzado su clímax en Perú, y bueno es decirlo, nuestros compatriotas han emigrado no precisamente por razones turísticas, sino porque el gobierno nacional le niega a los venezolanos protección y seguridad social, acceso a la educación y al trabajo, en fin, el derecho a la vida, que es el derecho fundamental más importante que establece nuestra Constitución. Esta migración venezolana resulta de la crisis humanitaria y económica que ha deteriorado la seguridad ciudadana y los estándares de vida en nuestro país.

Según ACNUR, cerca de seis millones de compatriotas han salido del país, últimamente caminando y el 80% de ellos se encuentran en Latinoamérica. Como se viene señalando, Perú constituye hoy la mayor amenaza a la seguridad de los venezolanos en aquella región, y esa xenofobia, no nace ahora, a mi modo de ver data desde los tiempos de su independencia, lograda por el genio y la visión libertadora de Bolívar.

El peruano ha encumbrado siempre la figura del general San Martin, quien ciertamente declaró la independencia del Perú, en julio de 1821 y a quien llamaron el Protector del Perú, pero fue el Libertador Bolívar quien lideró los ejércitos patriotas en las batallas de Junín y de Ayacucho, conjuntamente con el Gran Mariscal de Ayacucho, expulsando definitivamente a los realistas españoles, conquistando finalmente su independencia. No han sido precisamente laudatorios las expresiones contra Bolívar, hay un antibolivarianismo en aquella región en donde escritores, políticos e historiadores lo ha declarado enemigo público número 1 del Perú, calificándolo de derecha, que no introdujo ninguna reforma social en el país, además de culparlo de la división territorial peruana con la actual Bolivia.

Es de extrema villanía decir que Bolívar se escondió en la batalla de Junín y que Ayacucho fue una comedia de batalla acordada con el virrey Laserna y el general Canterac. Lo cierto es que los peruanos no demostraban mucho interés en liberarse del imperio español y San Martín tuvo que solicitar ayuda a Bolívar, quien lo recibió en Guayaquil, región que los peruanos pretendían adjudicarse, pero que Bolívar al recibirlo, le dio la bienvenida a tierras colombianas.

Dijo el general argentino, que Bolívar le ganó de mano. El Congreso peruano, hay que decirlo, solicitó oficialmente a Bolívar su traslado al Perú para dirigir la guerra y lo determinó dictador, entre 1824 y 1827, no precisamente porque él lo formulara sino por el conocimiento que se tenía de sus victoriosas batallas libradas con el ejército libertador, en la independencia de Venezuela, Colombia y Ecuador, de modo, que bien se ha dicho históricamente, que la declaración de independencia en Perú, fue una suerte de acto de espectáculo intentado para unificar las diversas clases heterogéneas que componían la sociedad peruana, dividida por principios diferenciados: negros, indios, mulatos, y algunos blancos, pero la independencia o liberación y expulsión de los españoles en ese territorio, fue una dura lucha del ejercito libertador comandado por Bolívar y Sucre. Lo asienta el escritor y diplomático colombiano, Indalecio Liévano Aguirre, que Perú fue la ciudadela de España en América, y pone en palabras de San Martín: “Yo creo que todo el poder del Ser Supremo no es suficiente para liberar a este desgraciado país (el Perú), sólo Bolívar, apoyado en la fuerza, puede realizarlo”.

Pero a Bolívar se le ha calumniado con desdén en tierras peruanas, desde dictador y divisor del Alto Perú, hoy Bolivia. Al libertador no se le reconoce que él abogaba por unificar a todos los países liberados, mientras San Martín aspiraba designar un príncipe español en cada uno de los territorios para implantar una monarquía en Suramérica.

De modo, pues, que aquellos reproches sobre la personalidad de Bolívar y sus ejecutorias en el Perú, se han trasmutado hoy en los venezolanos que han migrado a Perú en busca de mejor vida para sus familiares, al no encontrar la protección que le debe el gobierno venezolano.

Venezuela fue un país de puertas abiertas a latinoamericanos y europeos, que llegaban a nuestro territorio sin medios económicos; acá subsisten nacionales peruanos que ejercen la buhonería y a nadie se le ocurre amenazarlos con asesinarlos. Más temprano que tarde, la democracia venezolana deberá revisar el ingreso libre de extranjeros al territorio nacional, así como sus comportamientos económicos para instalar tarantines en todas las ciudades venezolanas. Aquí, aparte de la entrega que hace el gobierno actual de nuestra soberanía y de los recursos naturales a chinos, turcos, rusos, cubanos y coreanos, la buhonería de los extranjeros también ha sido un signo de nuestra irresponsabilidad.

Maracay, 19 de febrero de 2

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Ismael Pérez Vigil

Mientras los partidos democráticos, agrupados en torno al Frente Amplio evalúan −eso esperamos− las fallas y errores cometidos y se ponen de acuerdo en torno a una estrategia, en diversos foros y documentos promovidos por las organizaciones de la sociedad civil, involucradas en la actividad política, se discute acerca de la “unidad”.

No podía ser de otra manera, sociedad civil y unidad, son dos temas indisolubles, a pesar de que muchas organizaciones de la sociedad civil no se caracterizan por mantener en la práctica este concepto y son comunes las divisiones y enfrentamientos, aunque no tan cruentos como en las organizaciones políticas.

Uno de estos foros a los que asistí, contó con la presencia y experiencia del Padre Luis Ugalde SJ, y es precisamente en ese foro donde Ugalde esbozó una idea central, la que considero que imbuía toda su intervención y que sirve de título a este articulo: “el espíritu de encontrarse”.

El “espíritu de encontrarse” tiene que ser el motor, la clave, de cualquier unidad política que se intente en Venezuela; sin ese espíritu, no será posible salir del laberinto en el que ahora estamos; pero, como dije, si bien esa era la idea que impregnaba su presentación, no fue la única que expuso. Mi interpretación libre de sus planteamientos los resumo de la siguiente manera:

- Ugalde nos invita a rescatar la idea de que un cambio es posible; a pasar de la resignación a la esperanza; a que cada quien se active en lo suyo, en las actividades que le son propias; pero, nos advierte Ugalde, la esperanza no es ilimitada, infinita, se agota, tiene instinto de conservación, no es posible ponerla en cualquier cosa, para no desengañarnos, desilusionarnos, esperando el “salvador”, el “mesías”, el que nos salvará sin nosotros hacer nada distinto a lo que estamos haciendo, y cuando nada ocurra decir: “eso son los políticos, yo me voy del país”; no es una actitud de “todo o nada”, es una lucha política; por ejemplo, Pérez Jiménez se proclamó ganador de las elecciones fraudulentas que organizó en 1957, menos de un año más tarde estaba fuera del poder; con esa actitud de todo o nada, no hubiera caído tampoco el Muro de Berlín, que estaba bajo una dictadura policial, brutal, y nadie se imaginaba un año antes que podría caer de la manera en que cayó.

- Esa idea lo llevó a otra, a la necesidad de valorar la política, a dejar la “antipolítica”, que la definió como “un virus más perverso que el coronavirus”. La “antipolítica” implica que la sociedad renuncia a gobernarse; y recalcó: ciudadanía es política, ciudadanía no es “montones de gente”, es una sociedad vigilante y exigente y debe haber gente −dijo− especializada en la actividad política, lo que no significa que la sociedad civil renuncie a esa actividad, sobre todo al control de los políticos.

He recalcado también en diversos artículos que los políticos no llegaron de una galaxia lejana, están allí porque los ciudadanos los pusimos allí y por la comodidad de dedicarnos a nuestras tareas, a nuestros negocios, actividades profesionales, académicas y familiares, renunciamos a controlarlos y luego nos lamentamos de sus errores, como si no fueran los nuestros.

- Ugalde planteó que debe haber objetivos comunes para salir de la situación en la que nos encontramos, del régimen actual; y aunque los objetivos cada quien los viva de una manera distinta, que cada quien los aborde desde su propio lado, los resume, más o menos de la siguiente manera: Se trata de lograr un cambio político y social, donde lo económico es solo un aspecto más; hay que lograr ayuda humanitaria para los más necesitados; lograr elecciones libres que permitan ganar espacios, entre otros objetivos. Pero lo más importante, recalcó Ugalde, es que, si bien cada quien debe caminar desde donde está, desde su propio espacio, hay que entender que en Venezuela −en alusión directa al diálogo entre Fedecámaras y el Gobierno− no habrá una respuesta económica, no vendrán las inversiones que se necesitan con urgencia y cuantía, si no hay un cuadro político diferente.

Con respecto a ese diálogo Fedecámaras-Gobierno, Ugalde añadió: “¿Con quién van a hablar?” Y fue enfático en señalar que, si la conversación es sincera, hablar no es malo, lo malo es ser ingenuo; ¿cómo? y ¿para qué?, es el problema, hay que hablar con firmeza y claridad, pero todo diálogo ayuda. Y recordar, agregó, que el gobierno siempre va a jugar a nuestra división.

- En referencia más específica a la unidad, que muchos anhelamos y esperamos, Ugalde recalcó que hay que lograrla en lo fundamental −la salida del régimen− pero no se puede aspirar a tener todos los detalles completos para comenzar la carrera; no es ninguna tragedia, insistió, no coincidir en todo, además de que no es sano ni conveniente esperar eso en una sociedad plural.

- Por último, quiero referirme a lo señalado por Ugalde con relación al tema electoral, a sí se debe o no participar en unas elecciones para las que no hay garantías. Al respecto Ugalde señaló que las garantías hay que “arrancárselas” al régimen y nunca darán unas condiciones ideales. Por ejemplo, dijo, la Consulta Popular de diciembre pasado no tuvo presupuesto ni garantías ningunas, quienes las organizaban y participaban corrieron todo tipo de riesgos y se logró, fue un éxito y nadie tenía garantías de nada.

No quiero concluir sin recalcar en la idea del diálogo y la negociación, relacionándola con otra idea, que leí en estos días, de Daniel Asuaje (El Efecto Losinsky, El Universal, 17-02-2021) que se refiere al conformismo y la adaptación: “suscribimos…. la adaptación a las circunstancias, que no es lo mismo que conformismo, el conformista sobrevive, el adaptado encuentra cómo superar sus circunstancias…” Y ese es precisamente el reto en esta época en que por diversas vías se nos convoca al diálogo y la negociación.

Resumo, en mi criterio, el mensaje de Ugalde: Tarea del político es adaptarse a las circunstancias que le toca vivir, para influir los cambios en la dirección que desea. Como bien decía Ugalde: “hablar no es malo, lo malo es ser ingenuos”. Lo importante, entonces, es el “espíritu de encontrarse”

https://ismaelperezvigil.wordpress.com/

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Analítica.com

Editorial

“Terra incognita” era el término que se utilizaba en los mapas antiguos desde el Siglo XV para caracterizar los territorios desconocidos. Los cartógrafos solían escribir la frase “hic sunt dracones” (aquí hay dragones) y los mares ignotos los ilustraban con criaturas fantásticas y serpientes marinas gigantes devorando naves.

Todo ello denotaba el miedo a lo desconocido.

En ese miedo están inmersos actualmente millones de venezolanos que no terminan de entender lo que ha pasado. Una nación occidental y moderna, antes próspera y democrática, que el mundo creía rica por estar dotada de incontables riquezas naturales y en la que el sistema democrático parecía haber hundido sus raíces, ha sido destruida.

Una revolución empobrecedora campea por sus fueros. Una nación que durante décadas Fidel Castro intentó inútilmente invadir mediante desembarcos como el de Machurucuto y guerrillas, cayó sin embargo en sus manos cuando el líder caribeño cambió su estrategia y, conquistando a un solo hombre -Hugo Chávez-, se apoderó de todo el país. Fue la invasión más rentable en la historia de la humanidad.

La inmensa mayoría de los venezolanos, como lo demuestran todas las encuestas, se oponen a lo que aquí ocurre y, sin embargo, el régimen se mantiene en el poder.

Hay que reconocerlo. En la población existe una suerte de desaliento. Más de cinco millones y medio de compatriotas han emigrado. La fuga de cerebros es devastadora. Nos enfrentamos a situaciones incógnitas.

El panorama internacional ha variado. Ya no está Trump hablando de que todas las opciones están sobre la mesa. La posición de México es neutral y en Latinoamérica han ganado terreno los sucesores de los Kirshner, de Evo Morales y posiblemente de Correa.

Pero veamos la otra cara de la moneda:

La economía está destrozada y la hiperinflación avanza incontenible al extremo de que entre marzo del 2013 y enero del 2021 (durante el gobierno de Maduro) la inflación acumulada según cifras del BCV alcanza a la pasmosa cifra de 139.655.058.282 % (ciento treinta y nueve mil seiscientos cincuenta y cinco millones cincuenta y ocho mil doscientos ochenta y dos por ciento). Aunque las crisis económicas no tumban gobiernos, los gobiernos dejan de ser viables. Eso está ocurriendo.

Si bien la oposición luce bastante desarticulada, el régimen se enfrenta a una situación mucho peor. Económicamente las alternativas que ofrece con su inconstitucional “Ley Antibloqueo” (epítome de la inseguridad jurídica) no son factibles. Presenta, sí, buenas oportunidades de negocio para algunos allegados y enchufados, pero resulta aberrante para el país.

Mientras tanto, a nivel internacional una presión de carácter multilateral protagonizada por el gobierno de Biden, la Unión Europea, la OEA y el Grupo de Lima pudieran ser mucho más efectivas que las amenazas de Trump. En particular porque el tema de los derechos humanos adquiere mayor relevancia ante una comunidad internacional cada vez más sensible frente a esos temas.

A la vez una Cuba arruinada y entrando en un nuevo “período especial” -que enfrenta una transición inevitable dada la edad y la salud de Raúl- y que ya no puede contar con la ayuda venezolana, será sin duda mucho más receptiva a los condicionamientos de un Biden dispuesto a tenderle puentes pero también a exigirle sacar las manos de Venezuela.

Una China, decepcionada ante la ineptitud e incumplimientos del régimen caraqueño pero interesada en mejorar sus relaciones con Washington, difícilmente va a romper lanzas por el país caribeño.

Una Rusia económicamente agobiada y enfrentando un fuerte rechazo internacional por el caso de Crimea y el del disidente opositor Alexei Navalny, tampoco lo hará.

Irán es otro cuento, pero aquí ni somos islámicos ni nuestra idiosincrasia guarda relación alguna con aquel lejano país regido por una dictadura teocrática.

En conjunto lo anterior configura un panorama profundamente incierto para el régimen. A ello se suma el caso del preso de Cabo Verde cuya eventual extradición a los EEUU parece llenarlos de pavor.

Y ni hablar de lo que pudiera ocurrir en la Corte Penal Internacional, donde los casos no prescriben y en los que no quisieran verse envueltas figuras claves para la permanencia del régimen.

Vemos pues que para el oficialismo una transición convenida luce como la mejor opción. Cualquier otra alternativa se presenta llena de serpientes marinas gigantes y dragones (hic sunt dracones): una verdadera “terra incognita”.

José Toro Hardy, editor adjunto de Analítica

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