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Opinión

Raghuram G. Rajan

La independencia de los bancos centrales está otra vez en las noticias. En Estados Unidos, el presidente Donald Trump viene criticando duramente a la Reserva Federal por mantener tasas muy altas, y se dice que exploró la posibilidad de forzar la salida de su presidente Jerome Powell. En Turquía, el presidente Recep Tayyip Erdoðan despidió al gobernador del banco central; su reemplazante adoptó una política de marcada reducción de los tipos de interés. Y no son los únicos ejemplos de gobiernos populistas que en los últimos meses pusieron en la mira a los bancos centrales.

En teoría, la independencia de los bancos centrales implica que las autoridades monetarias tienen libertad para tomar decisiones impopulares pero necesarias (en particular en lo referido a combatir la inflación y los excesos financieros), ya que no tienen que presentarse a elecciones. Enfrentados a decisiones similares, los funcionarios electos siempre tendrán incentivos para adoptar una respuesta más blanda, cualesquiera sean los costos a más largo plazo. Para evitarlo, delegaron la intervención directa en asuntos monetarios y financieros a los bancos centrales, que tienen amplitud para elegir con qué medios cumplir los objetivos fijados por el establishment político.

Este sistema aumenta la confianza de los inversores en la estabilidad monetaria y financiera del país en cuestión; la recompensa por esa confianza (recompensa que se hace extensiva al establishment político) es que los inversores aceptarán tipos de interés más bajos por la deuda. En teoría, al país le aguarda un futuro venturoso, con inflación baja y un sector financiero estable.

Tras mostrarse eficaz en muchos países a partir de los ochenta, la independencia de los bancos centrales se convirtió en mantra de las autoridades en los noventa. Los banqueros centrales pasaron a ser figuras prestigiosas, cuyas declaraciones públicas (muchas veces elípticas o incluso incomprensibles) se tomaban como palabra santa. Por temor a una recaída en la alta inflación de principios de los ochenta, los políticos les dieron amplio margen y se abstuvieron en general de comentar públicamente sus acciones.

Pero ahora parece que tres acontecimientos han destruido este consenso en los países desarrollados. El primero fue la crisis financiera global de 2008, que hizo pensar que los bancos centrales se habían quedado dormidos al volante. Aunque después de eso consiguieron rodearse de un aura de poder todavía más grande organizando una respuesta eficaz a la crisis, desde entonces los políticos lamentaron tener que compartir escenario con estos salvadores elegidos por nadie.

En segundo lugar, desde la crisis, los bancos centrales han sido reiteradamente incapaces de alcanzar sus metas de inflación. Esto podría interpretarse como que no han hecho lo suficiente para estimular el crecimiento, pero la realidad es que no tienen medios que les permitan una mayor flexibilización monetaria, ni siquiera con herramientas no convencionales. Cualquier indicio de expansión monetaria parece alentar más la toma de riesgos financieros que la inversión real. De modo que los bancos centrales se han vuelto rehenes del aura que ayudaron a crearse. Cuando el público cree que las autoridades monetarias tienen superpoderes, los políticos preguntan por qué no los usan para cumplir con sus mandatos.

En tercer lugar, los últimos años muchos bancos centrales cambiaron su estrategia de comunicación, pasando de emitir declaraciones crípticas a una política de plena transparencia. Pero desde la crisis, muchos de sus pronósticos públicos en relación con el crecimiento y la inflación resultaron errados. Que tal vez fueran las mejores estimaciones del momento no convence a nadie: lo único que importa es que se equivocaron.

Esto los vuelve triplemente culpables a ojos de los políticos: no previnieron la crisis financiera, y eso no les supuso costo alguno; no están cumpliendo con su mandato ahora; y no parece que sepan más que cualquier vecino sobre la marcha de la economía.

No sorprende que los líderes populistas estén entre los críticos más furiosos de los bancos centrales. Los populistas creen que tienen un mandato emanado del “pueblo” para arrebatar el control de las instituciones a las “élites”, y no hay nada más elitista que unos sesudos doctores en economía que hablan en jerga y se reúnen periódicamente a puertas cerradas en lugares como Basilea, Suiza. Para un líder populista que teme que una recesión le desbarate la agenda y manche su imagen de infalibilidad, el banco central es el chivo expiatorio perfecto.

Los mercados se muestran curiosamente tolerantes a pesar de estos ataques. En otros tiempos hubieran reaccionado presionando al alza sobre los tipos de interés. Pero al parecer, los inversores concluyeron que las consecuencias deflacionarias de la incertidumbre creada por las acciones heterodoxas e impredecibles de los gobiernos populistas superan con creces cualquier daño a la independencia de los bancos centrales. Así que prefieren que estos den a los líderes populistas lo que quieren, no para sostener sus políticas “maravillosas”, sino para contrarrestar sus consecuencias adversas.

El mandato del banco central le exige flexibilizar la política monetaria en tiempos de crecimiento vacilante, incluso si es causado por las propias políticas del gobierno. Aunque sigue siendo una entidad autónoma, en la práctica se convierte en un seguidor dependiente. Puede ocurrir entonces que el gobierno se vea alentado a emprender políticas todavía más arriesgadas, dando por sentado que el banco central rescatará la economía si fuera necesario. Peor aún, los líderes populistas pueden convencerse erradamente de que el banco central tiene más capacidad para remediar los efectos económicos de sus errores políticos que la que realmente tiene. Esos malentendidos pueden ser muy problemáticos para la economía.

Además, las autoridades monetarias no están a salvo de la crítica pública. Saben que una imagen negativa daña la credibilidad del banco central y su capacidad para reunir fuerzas y actuar en el futuro. Conscientes de que si la economía flaquea todos les echarán la culpa, es totalmente comprensible que las autoridades monetarias tomen recaudos adicionales para protegerse de esa eventualidad. En el pasado, el costo hubiera sido más inflación en el mediano plazo; hoy el costo más probable es más inestabilidad financiera en el futuro. Claro que esta posibilidad tenderá a deprimir más los tipos de interés del mercado antes que elevarlos.

¿Qué pueden hacer los bancos centrales? Sobre todo, tienen que explicar su función a la opinión pública, y que no se trata simplemente de subir o bajar los tipos de interés a voluntad. Powell ha sido transparente en sus conferencias de prensa y en sus discursos, y ha sido honesto respecto de las incertidumbres que los bancos centrales tienen en relación con la economía. Disipar la mística que rodea a los bancos centrales puede dejarlos vulnerables a ataques en lo inmediato, pero a la larga es lo mejor. Cuanto antes entienda la gente que las autoridades monetarias son personas comunes y corrientes que hacen un trabajo difícil con herramientas limitadas en circunstancias complicadas, menos esperará que la política monetaria corrija como por arte de magia los errores de los funcionarios electos. Y en las condiciones actuales, puede que sea la mejor forma de independencia a la que pueden aspirar los bancos centrales.

Traducción: Esteban Flamini

31 de julio de 2019

Project Syndicate

https://www.project-syndicate.org/commentary/central-bank-fall-guys-by-r...

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La pobreza y la supervivencia de la nueva democracia de Venezuela

Venezuela vive un trance que la comunidad internacional califica de Emergencia Humanitaria Compleja. Pero la gestación de esta crisis comenzó en las últimas décadas del Siglo XX con una involución del desarrollo que el país había experimentado por cincuenta años continuos, la cual llevó a una descomposición progresiva de su tejido social, es decir a la pérdida paulatina de la cohesión de los venezolanos, al desvanecimiento de su disposición a cooperar por el bien común y al incremento de los potenciales de violencia entre grupos sociales.

La ampliación de la pobreza iniciada en los últimos veinte años de la democracia es producto de aquella involución y es a la vez raíz y expresión de la descomposición mencionada del tejido social, llegando a convertirse por esa vía en una de las causas fundamentales de la pérdida de la democracia. La pobreza de ingresos pasó de ser menos de un 30% de la población venezolana en la década de 1970 a ser más del 60% en 1998, y como en otras sociedades, ese crecimiento de la pobreza se acompañó desde entonces de una degradación de la política, que año tras año profundizó el populismo clientelar, abandonando las prioridades que habían tenido las políticas de Estado de los primeros 20 años de la democracia, cuando se concentraron en la creación de capacidades y oportunidades reales de progreso. Este giro en el estilo de la política, y su correlato en el incremento de la pobreza, crearon el caldo de cultivo social y político que aprovechó el Socialismo del Siglo XXI para llegar al poder.1

La historia reciente es más conocida; durante el tiempo que ha transcurrido del presente siglo, la gestión del régimen revolucionario destruyó la economía productiva y las instituciones de la democracia liberal, lo que ha conducido a Venezuela al desastre económico y la pérdida total de las libertades; exacerbó la manipulación clientelar de los pobres y promovió activamente la confrontación al interior de la sociedad hasta deshacer el tejido social; y creó las condiciones objetivas que han magnificado la pobreza hasta alcanzar niveles superiores al 90 % de la población en la actualidad.

Reducir a un mínimo la pobreza y asegurar progreso real para todos los venezolanos es por encima de todo un imperativo ético del nuevo estilo de desarrollo al que se debe encaminar la reconstrucción de Venezuela, pero es además una necesidad política para preservar la democracia y no perderla nuevamente a manos del neopopulismo, una vez recuperada.

Los neopopulismos de izquierda y derecha, de vocación autoritaria e incluso de deriva totalitaria, están amenazando a las democracias liberales de todo el mundo, y es un hecho que los de izquierda radical sobrevivirán a la recuperación de las libertades en Venezuela. Apoyándose en las frustraciones propias de la pobreza, esos movimientos neopopulistas intentarán muy probablemente provocar tensión y violencia social para desprestigiar a la nueva democracia y llegar nuevamente al poder.

Resumen de la propuesta: un acuerdo nacional para el desarrollo y la superación de la pobreza

Un desarrollo con reducción significativa de la pobreza sólo será posible si la reconstrucción de Venezuela genera oportunidades efectivas para el progreso de todos. Ello implica otorgar prioridad real a la elevación de las capacidades de la mayoría de los ciudadanos para que ellos se hagan agentes de sus propias vidas, y conducir políticamente el proceso con la decisión de desterrar la manipulación populista que el Estado venezolano asumió como estilo en el pasado.

Por otra parte, para que la mayoría de la población desarrolle lealtad para con la nueva democracia, y para que no caiga nuevamente víctima del neopopulismo, el proceso de la reconstrucción debe garantizar dos condiciones con relación a esa alta proporción de los hogares venezolanos que está en la pobreza. En primer lugar, es indispensable que los hogares pobres experimenten logros reales de bienestar desde muy temprano y además vivan una experiencia de prosperidad continuada. En segundo lugar, es necesario que todos los sectores de la sociedad incluyendo su clase media, los empresarios y los trabajadores, se hagan presentes apoyando con su solidaridad activa el progreso de todos.

En fin, tanto por motivos éticos asociados a la equidad que debe tener nuestro desarrollo futuro, como por las razones políticas antes comentadas, es necesario iniciar tempranamente la aplicación de una estrategia de desarrollo que asegure el progreso de todos, en función de cuyo éxito la propuesta se basa en un Acuerdo Nacional para el Desarrollo y la Superación de la Pobreza que persigue la creación de capacidades humanas y oportunidades para el progreso de todos y la reducción de la pobreza.

El acuerdo propuesto busca comprometer a las organizaciones políticas democráticas, las organizaciones laborales y empresariales, las iglesias y las principales organizaciones comunitarias y ONGs, con un conjunto de acciones cuya ejecución está basada en los siguientes lineamientos estratégicos:

El primer lineamiento es asignar la más alta prioridad política a cinco conjuntos de reformas institucionales, políticas públicas y programas que se integren bajo una estrategia y un seguimiento común, dirigidos a asegurar el progreso de todos rompiendo las trampas que mantienen en la pobreza a la mayoría de la población venezolana:

• El funcionamiento de una economía de mercado con marcos regulatorios que propicien un crecimiento estable, de muy baja inflación y de alta generación de empleos formales, los cuales abran todos los sectores productivos a la inversión privada y a los emprendimientos de la economía solidaria y la economía privada popular, otorgando seguridad jurídica a sus agentes;

• El acceso efectivo de todos los niños y jóvenes de los hogares populares a la educación de calidad, lo que implica realizar importantes reformas en el sistema, e innovar para ampliar muy pronto la oferta de calidad. Las reformas deben incorporar la formación en valores, actualizar los curricula, fortalecer a los docentes y perfeccionar las opciones de capacitación y formación técnica. Las innovaciones para ampliar la oferta implican actuar en la organización, el financiamiento y los métodos de la educación pública en general, para incorporar nuevas ofertas de calidad originadas, entre otras fuentes, en organizaciones autónomas de educadores y en escuelas privadas;

• La creación e implementación de un sistema eficaz de salud y de seguridad social para pensiones y desempleo, que cubra a todos los venezolanos y que eleve progresivamente sus estándares de servicio;

• La elevación de la calidad del hábitat de todos los barrios populares del país a través de un ambicioso programa de 20-25 años que equipare en ese horizonte los estándares de esas zonas con los de las áreas reguladas de las ciudades; que dé cabida a alianzas público-privadas y a iniciativas de la economía solidaria y la economía privada popular, dirigido a la regularización de la tenencia de la tierra en favor de las familias de los barrios, la mejora del ordenamiento urbanístico y la elevación progresiva de los niveles de los equipamientos, infraestructuras y servicios públicos; y

• Una reforma institucional que ponga el Estado al servicio del ciudadano, que eleve el protagonismo del municipio y que destierre tanto las aberraciones del poder comunal impuesto en los últimos 15 años como el vicio del populismo clientelar que persiste desde hace cuatro décadas, y que abra vías de participación efectiva de los grupos populares en las decisiones de lo público que los afectan.

El segundo lineamiento radica en la incorporación al acuerdo de programas de solidaridad social activa que contribuyan a neutralizar los efectos de la siembra de odios que ha dominado la acción política del Estado en los últimos veinte años, a ser ejecutados en el corto plazo por la clase media, los estudiantes, los profesionales universitarios, los empresarios y otros grupos sociales específicos, para dinamizar tempranamente la creación de capacidades en niños y jóvenes de los hogares populares.

El tercer lineamiento consiste en que un Consejo Ciudadano del Acuerdo realice el seguimiento y la evaluación sistemática de los programas, en función de cómo se van logrando sus objetivos. El Consejo sería un órgano independiente de muy alto nivel político, que mantendría permanentemente informada a la población de las experiencias de solidaridad social activa y de las ejecutorias y logros de los programas en general, y que haría recomendaciones periódicas al (a los) poder(es) ejecutivo (y legislativo) y a los demás actores firmantes del Acuerdo, para realizar los ajustes que sean necesarios en ellos.

1 En las cinco décadas que van de 1929 a 1978, Venezuela progresó en todos los ámbitos, pero a partir de 1979 y hasta terminar el Siglo XX, nuestro desarrollo entró en una recesión que para 1990 había llevado la pobreza a ser superior a un 60% de la población, nivel en que se mantuvo hasta finales del siglo y que no se redujo en lo que va del Siglo XXI. Entre 1978 y 1998, el salario medio real del trabajador venezolano se redujo en un 65% y para 2017 la reducción acumulada ya era de un 93%; la pobreza creció de un 30 % a más del 60% y a un 87 % respectivamente en los dos lapsos, y la tasa de homicidios por cada 100.000 habitantes pasó de 10 a 20 entre 1979 y 1998 para superar los 80 en 2018.

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Jorge G. Castañeda

En estos días hay un debate en el interior del Partido Demócrata estadounidense sobre qué tipo de candidato puede derrotar a Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos de 2020. Un candidato centrista atraerá a los electores republicanos moderados, pero tal vez desmovilice a los demócratas jóvenes, con estudios universitarios y pertenecientes a minorías. Un candidato más emocionante, tal vez más radical, movilizará a los demócratas, pero ahuyentará a los republicanos moderados. Desde la perspectiva de un extranjero, el debate es una señal de un cambio histórico.

Desde la perspectiva de un ciudadano del país que probablemente ha sufrido más por las políticas de Trump, esta discusión interna es señal de un cambio histórico. A largo plazo, el viraje del Partido Demócrata a una identidad más socialdemócrata puede significar algo más que solo derrotar a Donald Trump en 2020. Este es el aspecto más interesante y atractivo de esta campaña presidencial estadounidense. Los recientes debates presidenciales democráticos revelaron que el centro de gravedad del partido se ha desplazado hacia la izquierda: los miembros más liberales parecen cada vez más socialdemócratas y los más moderados, cada vez más liberales.

El movimiento socialdemócrata se originó en Alemania a finales del siglo XIX, con Otto von Bismarck, el primer canciller de ese país. Después proliferó y floreció en Europa occidental como un antídoto contra la violencia de la Revolución rusa, el surgimiento del comunismo totalitario y la destrucción ocasionada por las dos guerras mundiales.

En Europa, y más tarde en América Latina, los gobiernos se enfocaron en la función del Estado para regular las economías de mercado, proteger a los sectores más vulnerables de la sociedad, intentar reducir la pobreza y la desigualdad —en la medida de lo posible— con un modelo capitalista, defender el medioambiente y fortalecer los sindicatos, los partidos de los trabajadores y las instituciones progresistas.

Estados Unidos no siguió esa corriente, en gran parte porque no enfrentó los mismos desafíos. El modelo de libre mercado estadounidense —más desregulado, en el que cada quien actúa en aras de sus intereses— funcionó durante años sin partidos laboristas ni sindicatos fuertes, con una intermediación reducida y distante del Estado en el mercado y la sociedad, y con la exclusión de sectores importantes de los habitantes de esa sociedad.

El Nuevo Trato de Franklin Delano Roosevelt puede considerarse una respuesta semisocialdemócrata a la Gran Depresión; pero no perduró. Hasta la elección de Ronald Reagan en 1980, el crecimiento constante de la economía de Estados Unidos mantuvo la desigualdad a niveles bajos y la clase media prosperó. Los estadounidenses podían darse el lujo de tener un Estado benefactor más pequeño y menos costoso debido a su clase media rica. Después de la década de los ochenta, eso comenzó a cambiar.

Europa ha logrado controlar la desigualdad mucho mejor que Estados Unidos. Los sistemas fiscales redistribuyen el ingreso entre todos los países e incluyen beneficios generosos como seguridad social, servicios médicos y prestaciones por desempleo. Hoy, después de cuatro décadas de aumento de la riqueza y la polarización del ingreso, de mayor tensión racial y desafíos internos cada vez más grandes, un sector del electorado estadounidense por fin está buscando implementar lo que los europeos construyeron a lo largo del medio siglo posterior a la Segunda Guerra Mundial. Las condiciones que hicieron posible que Estados Unidos funcionara sin un Estado de bienestar extenso, generoso y costoso pero muy popular han ido desapareciendo poco a poco.

Paradójicamente, es posible que el auge de la socialdemocracia en Estados Unidos evite que muera en Europa. A excepción de España, los partidos socialdemócratas están perdiendo impulso en el Viejo Continente. Los experimentos socialistas moderados en Brasil y Chile han perdido terreno al sur del río Bravo, en tanto que a la versión mexicana no le está yendo bien.

La esperanza de que la socialdemocracia por fin llegue a Estados Unidos se deriva de posturas que están adoptando los contendientes que buscan la candidatura del Partido Demócrata. Por primera vez desde Roosevelt y el Nuevo Trato, los candidatos demócratas están proponiendo políticas enfocadas en reducir la desigualdad, ayudar a los pobres, impulsar a los jóvenes, proteger a los ancianos y considerar los problemas de raza en un contexto distinto. De hecho, ideas que en 2016 se consideraban radicales o extremas, ahora se han vuelto parte de la conversación de la corriente dominante.

Los servicios médicos universales o Medicare para todos, ya sea con un pagador único o mediante una opción privada para aquellos que lo prefieran, cuesta muchísimo dinero. Lo mismo puede decirse del cuidado infantil universal y gratuito, así como de la licencia parental para todos, prestaciones fundamentales ahora, cuando como nunca antes hay más padres y madres que trabajan fuera de casa. Casi todos los contendientes demócratas a la candidatura apoyan el aumento al salario mínimo a quince dólares por hora y la educación pública superior gratuita. El financiamiento de estas propuestas requiere medidas típicamente socialdemócratas: elevar los impuestos actuales o crear nuevos.

Es probable que, si un candidato comprometido con muchas de estas ideas resulta electo, no sea capaz de cristalizar estas promesas. Sin embargo, en conjunto, estas propuestas representan un cambio de 180 grados en la política estadounidense. En las elecciones intermedias, los votantes ya eligieron a dos congresistas que se identifican como socialistas. Una encuesta reciente de Fox News reveló que aumentar los impuestos a las personas que ganan más de 10 millones de dólares anuales tiene un amplio apoyo bipartidista. El nuevo pacto verde puede no ser tan aceptado como otras propuestas en muchos sectores del electorado, pero las encuestas demuestran que la mayoría de los posibles electores demócratas lo apoyarían.

Desde la Revolución rusa, el experimento socialdemócrata ha sido el antídoto más eficaz contra el socialismo autoritario: demostró que era posible tener una clase trabajadora próspera. Ahora, la posible llegada de ese mismo experimento a Estados Unidos bien puede ser la mejor respuesta al desafío autoritario y populista que está surgiendo en la derecha, desde Hungría hasta Brasil, desde el Reino Unido hasta Sudáfrica. La mejor respuesta a los innegables aspectos negativos de la globalización, la creciente desigualdad y el miedo al otro es más democracia, más políticas sociales, más igualdad.

1 de agosto 2019

NY Times

https://www.nytimes.com/es/2019/08/01/socialismo-democracia/?action=clic...

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La mayor contradicción del régimen de Maduro es que, en nombre de los pobres, ha instalado un “capitalismo” de Estado corrupto, donde unos pocos enchufados juegan con el dinero de todo un pueblo. “Tanto Estado hegemónico como sea posible para facilitar la corrupción y la impunidad, y tanto mercado como sea indispensable para enriquecerse con negocios ilícitos”, pareciera ser su lema.

Las cifras hablan por sí solas. En 2018 se produjeron más de 23.000 muertes violentas en el país. Según la FAO, 21 millones de venezolanos pasan hambre en la actualidad, la peor cifra de Latinoamérica y más de 4 millones de personas han sido desplazadas.

La corrupción se ha convertido en Venezuela en un poder omnipotente, devastador, generador de pobreza, inseguridad, violencia, impunidad, desigualdad, escasez e hiperinflación.

El impacto sobre los derechos humanos es nefasto. Se ha creado una nueva y poderosa casta cívico-militar que ha sustituido la democracia por la cleptocracia y la kakistocracia.

La corrupción tiene un efecto viral que enferma a la sociedad, creando códigos que la obligan a mezclar lo lícito con lo ilícito en una relación perversa con las instituciones de un Estado forajido y fallido.

El informe sobre Venezuela de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA y mas recientemente el informe de la Alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, la socialista Michele Bachelet, han puesto en evidencia la crisis humanitaria que por falta de alimentos y medicinas está causando empobrecimiento y muertes en el país, así como la represión brutal y asesinatos por tortura que ha ejecutado el régimen de Maduro en contra de los disidentes. En la actualidad hay más de 900 presos políticos y miles de activistas políticos y sociales perseguidos.

No cabe duda de que la falsa revolución es una fábrica de pobres, tal como lo reconoció el ex ministro de Educación y actual gobernador de Miranda, Héctor Rodríguez, cuando dijo en 2014: “No vamos a sacarlos de la pobreza para que se vuelvan escuálidos”.

Está claro entonces que el objetivo ha sido promover la pobreza, igualarnos a todos hacia abajo en el empobrecimiento y evitar la superación personal para así aumentar el control social y político. En la medida que el país está peor, Maduro cree que la dependencia de la gente con el régimen es mayor.

Ahora, con más firmeza, levantamos la bandera de la solidaridad. Luchamos desde el Frente Amplio por un gobierno de Unidad nacional, que promueva una sociedad más justa, buscando igualar hacia arriba, mejorando oportunidades y condiciones para la superación de todos y todas, bajo el lema de la social-democracia: Tanto Estado como sea necesario y tanto mercado como sea posible para innovar, emprender y lograr así una sociedad de bienestar, con justicia y mayor cohesión social, donde todos los derechos sean para todas las personas.

Recientemente, Pepe Mujica ex presidente de Uruguay, reconoció que Maduro es un dictador, lo cual aumenta el aislamiento y el cuestionamiento a la legitimidad de un régimen causante de la emergencia humanitaria que hoy padece Venezuela.

Con la mediación de la comunidad internacional, los representantes de Maduro y del presidente Juan Guaidó se han reunido en Oslo y Barbados en un ambiente enrarecido por el tufo de la mentira y la manipulación del régimen, que mantiene la represión brutal contra la disidencia y no quiere elecciones.

A pesar de ello, los demócratas nos mantenemos firmes en la defensa de la vía electoral, con todas las garantías democráticas necesarias, como la forma mas deseable para lograr el urgente cambio que Venezuela reclama.

Twitter: @TablanteOficial

Facebook: Carlos Tablante

Web: www.carlostablante.com

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Daniel Eskibel

Las portadas de los periódicos españoles del 26 de julio de 2019 mostraban la fotografía de un cabizbajo Pedro Sánchez. No era para menos, ya que el día anterior el candidato socialista había fracasado en su intento de investidura como Presidente del Gobierno.

¿Por qué fracasó si había ganado las elecciones generales 3 meses antes?

¿Por qué fracasó si ya tenía algunas coincidencias políticas básicas con su posible aliado de gobierno Pablo Iglesias?

¿Por qué fracasó si ya tenía previamente algunas experiencias políticas de cierto consenso con ese mismo posible aliado?

Y más importante aún: ¿qué podemos aprender del episodio?

10 apuntes sobre una negociación política fallida

La sesión de investidura de Pedro Sánchez reveló aspectos importantes no solo de la política española sino también de las peculiaridades de la negociación y de la estrategia política.

En los siguientes 10 apuntes repaso algunos de esos aspectos:

El sistema de partidos sigue siendo inestable. Durante décadas España tuvo un sistema bipartidista en el cual solo el Partido Popular (PP) y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) tenían expectativas reales de acceder a la Presidencia del Gobierno. En los últimos 5 años surgieron nuevas formaciones (Ciudadanos, Podemos, Vox) que pusieron en cuestión aquel bipartidismo y fragmentaron el voto. Los nuevos partidos, de todos modos, no han logrado desplazar a los tradicionales. El sistema ya no es lo que era pero tampoco se ha estabilizado en una nueva estructura. Eso significa, inevitablemente, turbulencias políticas.

La negociación política es la clave del sistema. Negociar es una acción decisiva en todos los contextos políticos. Para todo: para consolidar una victoria, para achicar una derrota, para conquistar nuevas posiciones o para defender algunos logros. Cuando se trata de un sistema parlamentario como el español, entonces la negociación política se convierte en la herramienta más poderosa de los partidos políticos y al mismo tiempo en el oxígeno que permite respirar al sistema entero. Con más razón aún en tiempos turbulentos.

Los liderazgos políticos actuales son inexpertos. Pedro Sánchez, Pablo Casado, Albert Rivera, Pablo Iglesias y Santiago Abascal son los máximos líderes de sus partidos. Ninguno de ellos tiene un largo historial de liderazgo partidario ni de gestión de gobierno ni de convocatoria popular. Ninguno de ellos supera los 5 años de presencia destacada en la política española. Surgieron como un soplo de aire fresco para sus respectivos votantes, crecieron políticamente y ahora son grandes protagonistas del presente. Tal vez alguno de ellos sea hasta un gran proyecto de futuro, pero aún no lo sabemos.

El PSOE y Podemos hicieron de la negociación un espectáculo mediático. La negociación política debe ser privada. Para que sea efectiva tiene que ser llevada adelante por equipos negociadores que se reúnan de manera reservada, lejos de los micrófonos y de las cámaras, con suma discreción, con profesionalismo y con mucha paciencia. Lo que sí tiene que ser público y transparente es el resultado final, el acuerdo alcanzado entre las partes, pero nunca el proceso mismo. La negociación fracasa invariablemente si se transforma en campaña electoral o en espectáculo televisivo.

Fue una negociación marcada por los ataques y la desconfianza mutua. La empatía y la confianza facilitan la negociación. Los negociadores necesitan crear un clima empático en el cual se fortalezca la confianza mutua. Las filtraciones, los ataques políticos y las agresiones personales dinamitan ese clima y lanzan la negociación por el barranco.

Negociaron tarde y mal. La negociación política es un proceso. Se desarrolla a lo largo de un tiempo, el cual debe ser aprovechado sin especulaciones de menor calado que solo dilapidan ese valioso activo que es el tiempo. Un criterio fundamental debería ser el de comenzar por las coincidencias, continuar por las zonas de proximidad y así ir consolidando y avanzando poco a poco, conquistando mayor solidez antes de llegar a los temas más difíciles y que más separan.

A Podemos le faltó una dosis de Gramsci. Ya lo sabía el teórico marxista italiano Antonio Gramsci: conquistar trincheras es avanzar políticamente. Lo dijo con lucidez el diputado republicano Gabriel Rufián al señalarle a Iglesias que era extraordinario para Podemos lograr una vice presidencia y 3 ministerios con apenas 5 años de existencia política. Y lo dijo con poesía el diputado del Partido Nacionalista Vasco (PNV) Aitor Esteban cuando explicó que no se toma el cielo por asalto sino que se conquista nube por nube.

El PSOE olfateó la sangre y atacó. En el tramo final de la sesión de investidura los socialistas atacaron de manera demoledora a Podemos. Por momentos parecía casi una ejecución política, un ajuste de cuentas dentro del campo de las izquierdas. Seguramente las consecuencias serán negativas tanto para Pablo Iglesias como para su formación política.

Ciudadanos enfatizó en su viraje a la derecha. El movimiento político de Albert Rivera realiza desde hace ya un buen tiempo una trayectoria extraña: abandona el centro político donde no tenía competencia directa y podía desembarcar en los flancos moderados del PSOE y del PP, y al mismo tiempo intenta posicionarse en la derecha donde el PP mantiene su liderazgo histórico y donde Vox aparece como novedad. Estratégicamente parece un error importante. Empeorado por una oratoria malhumorada que parece buscar nada más que frases efectistas, todo muy por debajo de las posibilidades del propio Rivera.

El Partido Popular dejó que sus adversarios se equivocaran. La sonrisa de Pablo Casado sugería su rediseño estratégico. Lo mismo su oratoria fuertemente opositora pero institucional, tranquila y seria. La estrategia es clara: mostrar al PP como una fuerza segura y estable, al tiempo que le da espacio a sus adversarios y no los interrumpe mientras se equivocan. Con un as en la manga: la imposibilidad de ponerse de acuerdo por parte de las izquierdas seguramente provocará una menor participación de sus votantes en unas eventuales nuevas elecciones. Una abstención que podría cambiarlo todo, claro está.

El paisaje político español sigue inestable en 2019. La capacidad de negociación política de líderes y partidos es el principal factor que podría desbloquear la situación y que incluso podría comenzar a estabilizar el sistema. Aunque la crónica de la reciente negociación fallida abre un interrogante al respecto.

Recomendaciones para dirigentes políticos

Sea cual sea el lugar del mundo desde el cual lees este artículo, seguramente podrás extraer algunas recomendaciones que son válidas para todos los partidos políticos. Por ejemplo:

Capacita en negociación política a un grupo de tus más valiosos dirigentes.

Cuando es tiempo de negociar, pues negocia. Deja para después la batalla del relato, la lucha por imponer tu narrativa.

Nunca olvides que la política actual es lucha de trincheras. Tienes que ser frío y racional para valorar el peso de cada trinchera posible.

Nunca interrumpas a tu adversario mientras se equivoca. Let it be. Déjalo ser. Déjalo caer.

Recuerda que las tácticas efectistas de corto plazo te pueden dar notoriedad, pero lo que te da el triunfo es siempre la estrategia.

Analiza bien el contexto político y social antes de mover tus piezas. Y después también.

Conoce a tu adversario: sus posiciones políticas, pero también su psicología y sus necesidades.

Negocia. En privado. Con empatía. Creando confianza. Invirtiendo tiempo. Comenzando por las coincidencias. Negocia. Siempre.

La sociedad de hoy es muy compleja. Si eres dirigente político, ya no te bastará con el carisma, la intuición y la palabra. Vas a necesitar mucha estrategia y mucha negociación para lograr tus objetivos.

Prepárate.

Si no te preparas, pues entonces tarde o temprano los periódicos mostrarán en portada tu imagen cabizbaja.

Maquiavelo&Freud

https://maquiaveloyfreud.com/negociacion-politica-Espana-sin-gobierno/

 6 min


​José E. Rodríguez Rojas

El informe de Bachelet tuvo un fuerte impacto en la izquierda latinoamericana. Los partidos más influyentes y relevantes decidieron distanciarse del régimen venezolano. En este contexto, se desmarcaron de las intenciones del régimen de utilizar el Foro de Sao Paulo para descalificar a la expresidente chilena y cuestionar su informe. La mayoría no asistieron, convirtiendo el Foro en un evento débil y deslucido. Parte de los que participaron no acompañaron al régimen, lo que impidió un pronunciamiento alineado con las aspiraciones del gobierno del presidente obrero.

El informe de la expresidente chilena fue demoledor para el régimen, en primer lugar por la contundencia del contenido y crudeza del mismo, en relación a la violación de los derechos humanos, y en segundo lugar por el prestigio de la autora del informe dentro de la izquierda latinoamericana. El gobierno en lugar de conciliar con Bachelet y hacer concesiones, procedió a su descalificación, presentándola como una aliado de la derecha y del imperialismo. Como lo expresó Diosdado Cabello recientemente: “Ese informe no lo hace ella, ella lo que hace de manera irresponsable es firmarlo (…) ese informe es realizado, hecho, redactado por el imperialismo norteamericano y se lo ponen en su escritorio.”. En este contexto decidió utilizar la reunión del Foro de Sao Paulo para desacreditar a Bachelet y su informe, esperando contar con el apoyo de los delegados al evento. Para el éxito de su estrategia el gobierno confiaba, no tanto en el prestigio de sus integrantes frente a los antecedentes de la expresidente chilena, sino en la ayuda financiera que ha estado repartiendo a diestra siniestra en apoyo a la izquierda, en Uruguay, Argentina, Managua, Brasil y pare usted de contar.

Sin embargo el gobierno venezolano no sopesó debidamente la contundencia del informe en la izquierda democrática de la región, fue algo cercano a una explosión lo que detonó en las oficinas de Partido Socialista Chileno, en el Frente Amplio de Uruguay o el Partido de los Trabajadores de Brasil. Lo que se ve a estas alturas, es que en la relación del gobierno de Maduro con la izquierda democrática latinoamericana el informe marcó un punto de inflexión, a partir del cual la izquierda latinoamericana comenzó a distanciarse del régimen venezolano.

Según información divulgada por diversos articulistas, proveniente del portal de noticias Venezuela Redinformativa el informe de Bachelet disuadió a varios de los partidos de izquierda democráticos de la región de no participar en la convocatoria, a fin de no retratarse con un régimen violador de los derechos humanos. Entre los que decidieron no asistir estuvo el Partido Socialista de Chile en respaldo a uno de sus miembros, la ex presidenta Bachelet. Igual hicieron el Partido por la Democracia del ex presidente Ricardo Lagos. De México el histórico PRD decidió no asistir para no avalar a Maduro. En Ecuador tres partidos de larga presencia en el FSP decidieron lo mismo: Proyecto País del presidente Lenin Moreno, Movimiento Pachacutik de filiación marxista y representante de grupos indígenas e Izquierda Democrática (ID). La lista la completa el PRD de Panamá y República Dominicana. Todas son sensibles bajas que se han producido como consecuencia del proceso de distanciamiento de la izquierda democrática que se desmarca del régimen de Maduro.

La mayor evidencia de la fractura la muestra la actitud de Bolivia que decidió no participar como Estado, producto de un caculo electoral de Evo Morales que no quiere empañar su imagen, dada la cercanía de las elecciones que se celebrarán en octubre. La desbandada que se produjo dejó al Foro con una asistencia raquítica que lo convirtió en el más débil que se ha producido en muchos años. La asistencia se estimó en 150 personas entre delegados e invitados, muy lejos de los 800 señalados por Diosdado Cabello.

A pesar de la escasa participación de partidos y personajes de relevancia de la izquierda, todo hacía predecir, a la hora de iniciarse el Foro, que el gobierno lograría sus objetivos. Sin embargo en la medida que las reuniones se fueron desarrollando quedó claro que algunos de los asistentes venían con instrucciones claras, como fue el caso de los representantes del Frente Amplio de Uruguay, a quienes el gobierno de su país les exigió no acompañar ninguna declaración contra la ex presidenta de Chile o el informe presentado por ella. El Partido de los Trabajadores (PT) de Lula Da Silva también se desmarcó de la intención del régimen. Esta última posición fue muy influyente dado que el PT fue la organización que auspició al FSP en sus inicios. Adicionalmente a ello la disidencia del chavismo venezolano que asistió al Foro se unió a las críticas de los delegados de la izquierda democrática. En la medida que las sesiones del Foro se fueron llevando a cabo los desacuerdos se hicieron evidentes, así como la imposibilidad de lograr una declaración final alineada con los propósitos del régimen.

Al final del Foro usualmente se firma y se hace público un documento, en el cual los asistentes al mismo afirman sus compromisos y solidaridad con sus camaradas y su rechazo a lo que considera sus enemigos históricos, el neoliberalismo y el imperialismo yanqui. Así lo hicieron esta vez emitiendo una declaración final donde se solidarizaron con sus camaradas cubanos por su histórica lucha contra el imperio. Igualmente lo hicieron con los regímenes de Ortega y Maduro. Extendieron su solidaridad a la expresidente Kichner perseguida por la justicia argentina, al ex presidente Lula quien, permanece tras las rejas en Brasil, acusado de corrupción. Igualmente expresaron su apoyo a Evo Morales en su lucha por la presidencia de Bolivia. Sin embargo la declaración no contempló, como aspiraba el gobierno, el cuestionamiento de Bachelet y su informe. La declaración se produjo sin mucha fanfarria, al igual que una escuálida reunión de clausura con los más incondicionales en el palacio de Miraflores. Aparentemente el gobierno, al darse cuenta del estrepitoso fracaso de su estrategia, quería finiquitar el evento sin mucha bulla.

Profesor UCV

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Con voz propia

Narcorrupto régimen actualiza el pensamiento de Simón Bolívar: "Los Estados Unidos parecen destinados por la providencia para plagar la América de miseria en nombre de la libertad" (Carta al Coronel Patricio Campbell, diplomático de Gran Bretaña, fechada en Guayaquil, 5 de Agosto 1829)

Algunos análisis la atribuyen a la temperancia: era un oligarca, dueño de hacienda con esclavos, odiaba a los imperios. Por lo general es una expresión utilizada, más que usada, fuera de contexto; como lo reafirma el historiador Manuel Caballero quien agrega que se trata de “una de las frases del Libertador que cuenta con el mayor favoritismo de la izquierda” (para bochorno de quienes nos formamos en ella -acotamos).

Entre otros argumentos se aduce a la permanencia William H. Harrison futuro Presidente de EEUU, como ministro plenipotenciario en Colombia, que presidía Bolívar, a quien calificaba de dictador y conminaba a fomentar el desarrollo de una democracia. El Libertador le respondió con la conceptualización de la frase, que en el recién aniversario 236 de su natalicio los dictadores corruptos Nicolás Maduro y Daniel Ortega de Nicaragua, reivindican. Peor provocación la del usurpador de Venezuela, con su General ministro de la Defensa: “decir chavista es decir Bolívar” e invocó el supuesto antiimperialismo.

Varios opinan que Bolívar jamás amó a EEUU; otros que nunca lo odió, más bien admiraba cómo conquistó su independencia; lo indica de ser “el más libre y más bien constituido del universo”. Diez años antes de la polémica frase, en su doctrinario discurso del Congreso de Angostura enalteció que el yanky “es único en la historia del género humano, es un prodigio, repito, que un sistema tan débil y complicado como el federal, haya podido regirlo en circunstancias tan difíciles y delicadas”

Se albergó en 1807 unos cinco meses en EEUU; fue uno de los pocos latinoamericanos de su época que lo visitó.

“El Néstor de la Libertad” definía a Washington y ese Bolívar lo tildaban "Washington de América del Sur".

Libertador de Venezuela fue el título otorgado por la Municipalidad de Caracas el 14 de octubre de 1813. Mucho antes, en 1799 le solicitaron al general Washington que asumiera el liderazgo del momento y se convirtiera en el «Gran Libertador de América».

"Pienso que sería mejor para América del Sur adoptar la forma de gobierno del Corán antes que la de los Estados Unidos, aunque la última es la mejor en la tierra", decisoria expresión bolivarense

La primera ciudad en la historia con el nombre de Bolívar se fundó en Tennessee, cuyos habitantes le pusieron ese nombre.

Para 1821 en los EEUU contaban 15 localidades que llevaban el nombre de Bolívar. Al menos existen 42 ciudades en honor al Libertador.

En 1825 le otorgaron a Bolívar un medallón con el retrato “del autor de la libertad en la América del Norte”.

Con el nombre de Bolívar existen 84 secundarias en el territorio estadounidense.

En 1964 bajo Presidencia de John F. Kennedy, la Armada lanza el Submarino Nuclear USS “Simón Bolívar”.

Todo este panorama resalta en la celebración del XXV Foro de Sao Paulo, ideado en 1992 por Lula Da Silva y Fidel Castro con el propósito de reunir a los movimientos de izquierda de distintos lugares del planeta. Lejos estaba de la ideología comunista del régimen que hoy lo celebra sometiendo al pueblo en una cruel hambruna. Arrogante se declara estar listo para una “guerra absoluta” contra EEUU.

Muchas son las lecciones a maldados y/o malvados nominados bolivarianos para perpetuarse en el Poder, que gran parte del planeta desaprueba.

Como narcorrupto régimen norma sus crueles métodos, al pueblo corresponde el mandato de Bolívar: la rebelión es un derecho.

Al MARGEN. El nominado del Estado Guaira lo están imponiendo algunos comunicadores, que –esperamos- sin pensarlo menosprecian al único prócer civil, cuyo nombre José María Vargas, se había asignado a esa entidad.

jordanalberto18@yahoo.com

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