En «las próximas semanas», Milei empezará a aplicar medidas económicas orientadas a cerrar el grifo del gasto público, lo que afectará en el corto y mediano plazo la calidad de vida de la población, pero insiste en que permitirán crecimiento sostenido de la economía en el largo plazo
El ganador de las elecciones presidenciales argentinas, Javier Milei, asumió formalmente la presidencia del país este domingo 10 de diciembre en un acto de traspaso de poder oficiado por la vicepresidenta saliente, Cristina Fernández de Kirchner, junto a la Cámara de Diputados en el Congreso de Argentina.
En una ceremonia corta, Fernández de Kirchner presenció la juramentación de Milei y su vicepresidenta, Victoria Villarruel, a lo que siguió el traspaso de la banda presidencial por parte del presidente saliente, Alberto Fernández.
Después de las formalidades, los miembros del Ejecutivo salientes abandonaron el lugar y Milei se trasladó a las escaleras del Congreso, desde donde se dirigió a miles de sus simpatizantes leyendo un honesto discurso enfocado primordialmente en la «herencia» que dejó, no solo el kirchnerismo, sino los «100 años de despilfarro de la clase política», que a su juicio dejaron al país al borde de la peor crisis de su historia, con una inflación que está encaminada a llegar a 15.000% anual, es decir, una hiperinflación que profundizará los niveles de pobreza del país si no se toman medidas urgentes.
En su exposición, Milei hizo un reiterado énfasis en que, debido a la situación del país, «no hay otra alternativa» más que un crudo ajuste económico que ha prometido durante meses y en el que basó su campaña política, sustentado en la eliminación del déficit fiscal, la reducción del tamaño del Estado y el impulso del sector privado.
Dejó claro que este ajuste implicaría tiempos difíciles para Argentina y sometería a la población a un período de estanflación en el mediano plazo, en aras de consolidar las bases de un crecimiento sostenido en el tiempo.
«No hay alternativa al ajuste ni al shock. Las medidas impactarán en el salario real, el empleo, la pobreza y la indigencia. Habrá estanflación, pero no es muy distinto a lo que ha pasado en el país en los últimos 12 años, hace más de una década que vivimos en estanflación. Este será el último mal trago para comenzar la reconstrucción de Argentina», exclamó.
Aunque no especificó medidas concretas ni tampoco el momento en el que se tomarán, sí resaltó que tienen que aplicarse de inmediato para empezar a corregir los problemas que tiene la economía argentina. Hizo referencia a que las decisiones se tomarán «en las próximas semanas».
«No buscamos ni deseamos las duras decisiones que habrá que tomar en las próximas semanas, pero no nos han dejado opción. Sabemos que en el corto plazo la situación empeorará, pero veremos los frutos de nuestro esfuerzo habiendo creado las bases de un crecimiento sólido y sostenible en el tiempo», argumentó.
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