En el foro “Consecuencias de la disparidad cambiaria”, transmitido a través del canal de YouTube Analítica TV, los economistas Efraín Velázquez y Asdrúbal Oliveros ofrecieron un diagnóstico crudo sobre el impacto de la brecha entre el tipo de cambio oficial y el paralelo en la economía venezolana. Ambos coincidieron en que esta distorsión no solo alimenta la inflación y debilita el consumo, sino que también está llevando al límite la operatividad de las empresas privadas.
Velázquez advirtió que “la estructura del mercado cambiario venezolano genera un exceso permanente de demanda de dólares, lo que presiona al alza el tipo de cambio”. Según explicó, el Banco Central de Venezuela carece de los recursos financieros suficientes para intervenir de manera efectiva y estabilizar la brecha: “La única opción que le queda al Banco Central es dejar que el tipo de cambio oficial se deprecie más rápido que el paralelo para intentar cerrar la brecha”, indicó, no sin alertar sobre las consecuencias inflacionarias y sociales de esta medida.
Por su parte, Oliveros subrayó las severas implicaciones de la disparidad cambiaria para el sector privado. “El problema de la brecha es que tienes tu estructura de costos indexándose a una tasa paralela, mientras que tus ingresos se mueven más a la tasa oficial del Banco Central. Ese gap está afectando el margen de los negocios, lo cual tiene límites: no puede ser infinito”, explicó. Añadió que las empresas enfrentan una situación de “tensión creciente” que las obliga a ajustar precios de forma continua, arriesgando tanto su rentabilidad como su participación de mercado.
Ambos expertos coincidieron en que la brecha cambiaria actúa como un ciclo que se retroalimenta, al estimular actividades de arbitraje financiero que perpetúan y agrandan la distorsión. “La brecha se estimula a sí misma; existe y genera incentivos para que se mantenga o incluso se amplíe”, advirtió Velázquez.
Oliveros planteó además algunas recomendaciones para que las empresas puedan sortear este entorno hostil, entre ellas la necesidad de “bolivarizar la mayor cantidad posible de gastos y pasivos” y “realizar ajustes parciales y frecuentes en los precios para evitar grandes correcciones que afecten la demanda”. Sin embargo, alertó que la estrategia empresarial debe ser ahora más conservadora: “Creo que no hemos visto lo peor de la crisis; vamos camino a un entorno más complejo en lo económico que amerita una visión más cauta de las empresas”.
El foro cerró con un llamado a la necesidad de políticas pragmáticas que reduzcan la incertidumbre y favorezcan la estabilidad económica. “La peor palabra en economía es incertidumbre”, resumió Velázquez, al señalar que tanto la incertidumbre interna como la geopolítica están profundizando los desequilibrios y posponiendo decisiones de inversión y consumo.
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