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El reformista Masoud Pezeshkian fue electo nuevo presidente de Irán al superar a su rival conservador de línea dura, Saíd Yalilí.

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La proclamación de Pezeshkian, de 70 años, se dio luego de que las autoridades informaran que éste obtuvo el 53,3% de los más de 30 millones de votos escrutados en la segunda vuelta de las presidenciales.

Por su parte, Yalilí consiguió el 44,3%.

Los comicios se convocaron después de que el anterior presidente de Irán, Ebrahim Raisi, muriera en un accidente de helicóptero en mayo, en el que también fallecieron otras siete personas.

«Las elecciones han terminado y esto es sólo el comienzo de nuestra alianza», escribió el ganador en su cuenta de X (antigua Twitter).

«El difícil camino que tenemos por delante no será fácil excepto por su compañía, empatía y confianza. Les extiendo mi mano y les juro que no los dejaré solos», agregó.

Pero, ¿quién es Pezeshkian? A continuación te lo contamos.

Este viernes hubo una mayor cantidad de votantes que en la primera vuelta. GETTY IMAGES

Un reformista no rupturista

Pezeshkian, cirujano cardíaco y miembro del Parlamento, ha criticado a la polémica policía moral de Irán y causó revuelo al prometer que buscaría poner fin al “aislamiento” de Irán del mundo.

El mandatario electo nació en Mahabad, una pequeña ciudad al oeste de Irán, cerca de la frontera con Irán y que se ubica en una zona donde la mayoría de la población es kurda.

Hasta su incursión en la política se dedicó a la medicina y también a la enseñanza, pues fue decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Tabriz.

Durante su campaña, Pezeshkian aseguró que buscaría llevar adelante “negociaciones constructivas” con las potencias occidentales sobre la renovación del acuerdo nuclear de 2015, en el que Irán acordó frenar su programa nuclear a cambio de un alivio de las sanciones occidentales.

Sin embargo, el futuro no se puede considerar como un rupturista. Por el contrario durante su carrera ha dejado en claro su apego por el líder supremo del país, el ayatolá Alí Jamenei; y a sus decisiones.

«Soy un principista (una persona apegada a los conceptos que sostienen a la República Islámica) y desde esos principios que buscamos reformas», declaró durante la campaña.

Un candidato controvertido

Pezeshkian tampoco es un advenedizo en la política, pues ha sido diputado durante cinco legislaturas e incluso llegó a ocupar la vicepresidencia del Parlamento.

Durante su paso por el Legislativo generó controversia al abogar por la despenalización de las drogas.

«Hasta que el gobierno no se convierta en proveedor de drogas, no podremos frenar la adicción», justificó.

El planteamiento fue valió un encontronazo con las autoridades policiales y militares.

Pezeshkian también tiene experiencia en el gobierno, pues entre 2001 y 2005 fue ministro de Salud durante el segundo gobierno de Mohamed Jatamí (1997-2005), quien es considerado el primer presidente reformista que tuvo la República islámica.

Jatamí respaldó la candidatura de su otrora ministro.

Otra figura destacada que apoyó a Pezeshkian fue Mehdí Karrubí, el clérigo disidente que en 2009 intentó llegar a la Presidencia de Irán en las cuestionadas elecciones que ese año se celebraron y que desde entonces permanece bajo arresto domiciliario, reportó el servicio persa de la BBC.

El médico se ha autocalificado como un «principista reformista»; es decir alguien que respeta los fundamentos de la República islámica, pero cree que éstos pueden modificarse. GETTY IMAGES

Al tercer intento

El médico ya intentó hacerse con la presidencia en 2013 y 2021. La primera vez se retiró para respaldar a otro aspirante y en la segunda fue descalificado por el Consejo de Guardianes, un organismo formado por 12 clérigos y juristas que decide quién puede competir por cargos de elección y puede anular leyes y decretos.

Su respaldo a las protestas que estallaron contra los resultados de los cuestionados comicios de 2009 fue la razón.

Además de reducir las tensiones con Occidente y lograr la reinserción de Irán en el escenario internacional, el presidente electo ha prometido a sus compatriotas que buscará implementar «reformas estructurales» que permitan al país lograr un desarrollo más justo y balanceado.

Asimismo se ha mostrado favorable a reducir el control que el gobierno ejercer sobre internet y a flexibilizar la postura sobre el hijab (velo islámico).

«No pudimos guiarlas (a las mujeres) a pesar de gastar mucho para formarlas en centros religiosos y creemos que podemos obligarlas con estos métodos (la represión através de la policía de la moral)», inquirió.

Evitando más conflictos

El derrotado Saíd Yalilí respalda el mantenimiento del statu quo y considera que las propuestas del vencedor forman parte de un modelo fallido.

El aspirante formó parte del equipo negociador nuclear iraní y goza de un fuerte apoyo entre las comunidades más religiosas del país.

Yalilí es conocido por su postura antioccidental de línea dura y su oposición a restaurar el acuerdo nuclear, que, según él, cruzó las «líneas rojas» de Irán.

La segunda votación se produjo después de que ninguno de los candidatos obtuviera la mayoría en la primera celebrada el 28 de junio y en la cual se registró una participación electoral del 40%, la más baja desde la fundación de la República islámica en 1979.

Sin embargo, los escrutinios revelan que más personas votaron este viernes.

Hasta ahora la participación se ubica en 49%, nueve puntos más que en la anterior jornada comicial, según las autoridades electorales.

Algunos de quienes se abstuvieron en la primera vuelta fueron persuadidos a votar por Pezeshkian esta vez para evitar que Yalilí se convirtiera en presidente.

Temían que con la victoria de Yalilí, Irán se dirigiera a una mayor confrontación con occidente, algo que no traería más que nuevas sanciones y un mayor aislamiento.

La noticia del triunfo del candidato reformista provocó celebraciones.

Videos publicados en las redes sociales mostraron celebraciones callejeras a favor de Pezeshkian en Teherán y en varias otras ciudades del país.

En las grabaciones, en su mayoría jóvenes bailaban y ondeaban la bandera verde característica de su campaña, mientras los autos que pasaban hacían sonar sus bocinas.

Los primeros escrutinios apuntan a que se produjo un aumento de la participación, en comparación con la primera vuelta celebrada el 28 de junio. GETTY IMAGES

Desconfianza extendida

Tras años de disturbios civiles, que culminaron en protestas contra el gobierno que sacudieron al país en 2022 y 2023, muchos iraníes jóvenes y de clase media desconfían profundamente del establishment y se han negado a votar.

En las redes sociales iraníes, el hashtag persa «minoría traidora» se volvió viral y con él algunos grupos instaron a los ciudadanos a no acudir a las urnas.

“Votar es como mojar el dedo en la sangre de los manifestantes”, fue uno de los mensajes que los abstencionistas difundieron.

Los comicios en Irán están condicionados por las autoridades religiosas. Así, por ejemplo, para poder postularse tanto Pezeshkian como Yalilí tuvieron que superar un proceso de investigación dirigido por el Consejo de Guardianes.

Este filtro dejó por fuera a 74 candidatos, los cuales fueron eliminados de la carrera, bajo excusas como «no seguir los principios de la República Islámica». Varias mujeres figuraron entre las objetadas.

El ayatolá Alí Jamenei rechazó que la baja participación represente un rechazo al modelo teocrático imperante en el país desde 1979.

«Hay razones (detrás de la baja participación) y los políticos y sociólogos las examinarán, pero si alguien piensa que quienes no votaron están en contra del establishment, está completamente equivocado«, afirmó.

En una declaración inusual, Jamenei reconoció que algunos iraníes no aceptan el modelo actual y aseguró estas opiniones son tomadas en consideración por las autoridades.

«Los escuchamos, sabemos lo que dicen y no es que estén escondidos y no sean vistos», dijo el ayatolá.

El ayatolá Jamenei es en realidad la principal autoridad en Irán, pues controla a las fuerzas armadas y la policía. GETTY IMAGES