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Luis Ugalde

Clamor de Cambio y Elecciones

Luis Ugalde

Los venezolanos clamamos salir de esta agonía y reconstruir la vida. Las elecciones libres y la democracia son un componente necesario de ese cambio nacional.

Por el contrario, el régimen se aferra al poder y propone elecciones para no cambiar: El Ejecutivo ordena y su Tribunal Supremo cumple nombrando un CNE dócil que expropia los partidos AD, Primero Justicia y COPEI y los entrega a amigos. Voluntad Popular, Nuevo Tiempo, y cualquier otro que sea necesario, están en lista de espera para la intervención. Con esto se logra dividir a la oposición y empujar a la mayoría a la abstención. Lo importante es ir a elecciones parlamentarias sin riesgo de perderlas.

Esto luego de que al régimen le fallaron este año todas las otras maniobras para asaltar a la Asamblea Nacional, única instancia democrática legítima y fuera de su control. Tomar la AN electa y anular a su presidente Guaidó respaldado por la unidad de la mayoría opositora, era y sigue siendo el objetivo.

En dictadura sin salida.

En la población hay cansancio político y la muchedumbre, atrapada por graves y vitales urgencias socioeconómicas no ve salida. Hace un par de meses muchos opositores se iban convenciendo de la conveniencia de ir a elecciones parlamentarias, aunque las condiciones no fueran las deseables. Fuera del gobierno y de la oposición frontal había políticos – curtidos en batallas pasadas, aunque ahora con poco apoyo-, dispuestos a tejer con el régimen un camino electoral, rechazado por los partidos opositores más significativos. Unos colaboradores de buena fe, y otros dispuestos a dejarse convencer por los argumentos típicos de regímenes dictatoriales sin escrúpulos.

Pero el régimen ha impuesto su trocha electoral con extremo y tiránico descaro, dejando en mal lugar a sus colaboradores nacionales e internacionales. Maniobra tan desvergonzada que ni en Europa ni en América ha habido un solo gobierno amigo del régimen que se haya atrevido a apoyar el nuevo CNE, ni a la expropiación de los partidos políticos decretada por el Ejecutivo y ejecutada por el Judicial. De la decena de simpatizantes del régimen en la OEA ni uno solo tuvo el cinismo de votar a favor de esta maniobra del régimen: unos se abstuvieron y otros se ausentaron. El régimen, cercado y a la desesperada, juega sus cartas dictatoriales a la cubana. Su actual descaro dictatorial nos parece coherente pues para ciertos “revolucionarios” las votaciones no son soberanas, sino simulacros para mantenerse en el poder; y un “revolucionario” no comete la estupidez de debilitarse con la división de poderes, ni entrega el poder por unas elecciones burguesas.

A finales de 2015, la oposición unida logró un triunfo rotundo y la mayoría absoluta de la Asamblea Nacional. Se prendió la luz roja y el régimen de inmediato se dedicó a anular los efectos de esa derrota, que no puede volver a ocurrir. El Ejecutivo atornilló su Poder Judicial (TSJ) y para mayor seguridad creó ilegalmente la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) 100% del régimen; no para hacer una nueva constitución sino para tener un garrote “supraconstitucional” capaz de anular todo poder constituido indeseable. El Ejecutivo con sus dos brazos TSJ y ANC ha ido dando bastonazos para anular todo, mientras con su brazo policial y armado ha aumentado la persecución política. Pero hasta ahora, no han podido eliminar la AN y a su presidente Juan Guaidó, aunque sí los han frenado. Pero ahora, in extremis dejan el pudor político y están haciendo las cosas para controlar la próxima elección parlamentaria.

Qué hacer para cambiar y reconstruir el país

Toda la lógica anterior parece empujar a la abstención de los demócratas. Algunos pensarán que no es tan grave, pues en dictadura estamos desde hace dos décadas. Otros piensan que hay que votar, pues sin AN y sin Guaidó como legítima referencia nacional e internacional, los demócratas quedarán descabezados, ignorados y sin asidero institucional.

El simulacro electoral bajo inteligencia y mandato cubano es para no cambiar sino atornillar el actual infierno donde 60% de los venezolanos no tiene con qué comprar comida, el bolívar se empequeñece con la superinflación, agonizan las empresas al 30% de su producción y no hay inversión pública ni privada; los centros de educación están cerrados y los servicios públicos en estado catastrófico. Como dicen los obispos, esta inhumanidad de país “no es moralmente aceptable”.

Los venezolanos estamos sometidos a un estado de guerra y no podemos pensar ingenuamente que se debe al COVID-19. Mientras la dictadura se va endureciendo y la oposición es perseguida como nunca antes, los países democráticos del mundo no la van a complacer con el cese de las sanciones internacionales, ni colaborar con abundante lluvia de ayudas e inversiones que son imprescindibles para la reconstrucción.

La elección libre y democrática no es una oferta de la dictadura, sino una exigencia de la democracia y una condición indispensable de un nuevo gobierno de cambio y unión nacional para la reconstrucción con otro modelo y con el necesario apoyo internacional.

Por ahora sigamos presionando y exigiendo elecciones verdaderamente libres en condiciones suficientes, aunque no sean las ideales. Unión, movilización y clamor nacional para el cambio y la reconstrucción inclusiva. Dentro de unos meses veremos cómo evoluciona este infierno y qué salidas se abren.

ArticularNos

https://articularnos.org/2020/07/02/clamor-de-cambio-y-elecciones/

¿Catástrofe sin salida?

Luis Ugalde

Los obispos venezolanos cierran el mes de mayo con un documento muy difícil de rechazar como falsificación de la realidad nacional. Recomendamos leerlo íntegro. De manera apretada reproducimos en nuestro corto espacio párrafos claves con subrayados nuestros. La Conferencia Episcopal nos habla de una “dramática situación de dolor, violencia y sufrimiento que padece la inmensa mayoría de los venezolanos y que hemos calificado como moralmente intolerable. La presencia de la pandemia no ha hecho sino poner en evidencia las múltiples carencias que sufre el pueblo y la incapacidad de dar respuestas adecuadas”. (2)

Después de reconocer y agradecer a los que trabajan con riesgo y medios insuficientes en el área de salud y también el gran comportamiento cívico de la mayoría de los venezolanos acatando la cuarentena, mostrarse de acuerdo con algunos aspectos de la actuación del gobierno y apuntar hacia la necesaria y cautelosa reactivación, pasa a lo más grave, que es anterior con el agravante de la pandemia en nuestro país.

Escuchan “un inmenso clamor que sube al cielo ante el desamparo de millones de hombres y mujeres sin recursos económicos, sin comida, sin medicinas, sin trabajo, sin servicios adecuados de electricidad, agua, transporte, gas doméstico y combustible” (6). “Nuestro pueblo, todo, sin distinción, está inmerso en una cadena de calamidades” (6). “Económicamente vemos al país a la deriva, sin planes económicos ante la posibilidad del cierre de empresas y que muchos trabajadores queden sin empleo; igualmente ocurre con los trabajadores de la economía informal” (7). “El país está cerca de una quiebra económica de grandes proporciones” (7). Por lo cual, la Conferencia Episcopal concluye “es inaceptable que continúe la situación que vivimos” (8).

Urge “una acción moral de gran calado, una sacudida ética y una convergencia políticosocial que nos encauce hacia el deseo común: un cambio fundamental” (8). “No es eliminando al que piensa diferente que se saldrá de esta crisis, sino incluyendo en la búsqueda de soluciones concertadas a todos los factores políticos y a las distintas instituciones que hacen vida en el ámbito nacional…” (9). “Venezuela no podrá salir de esta situación, si todo el pueblo no interpela definitivamente a las autoridades y al conjunto del liderazgo político, social y cultural y se declara en emergencia nacional. Es urgente superar la actual exclusión política, social, económica y hasta espiritual, con la conciencia y voluntad inequívocas de un cambio fundamental acordado con el máximo de legalidad y legitimidad, sin violencias y en paz. Para ello, urge lograr la reconciliación y el perdón, construyendo caminos de justicia y vida. Necesitamos un nuevo clima espiritual y liderazgos renovados que, superando la corrupción y el fraccionalismo, sean capaces de inspirar y movilizar los ánimos y el trabajo creativo de todos” (9). “

“Llamamos, pues, escuchando a nuestro pueblo, a un acuerdo nacional inclusivo de largo alcance que salve a Venezuela de la gravísima crisis en la que se encuentra sumergida y a iniciar procesos para rescatar y recuperar el país social, política y económicamente. Dejar el radicalismo y el favoritismo para pensar en los demás, en los pobres, en los olvidados de siempre, para que Venezuela vuelva a tener esperanza en la que todos cabemos sin distingos. La insostenibilidad moral de la situación actual exige ese cambio radical, ir a la raíz, al fondo, en función de la vida, libertad, solidaridad, fraternidad, exigidas por el Dios del amor y por la confesión de fe en la dignidad y fraternidad humanas. El mejor aporte que como ciudadanos podemos hacerle al país, es que desde nuestras instituciones sociales acompañemos la búsqueda de una salida, que necesariamente pasa por la inclusión de todos, el diseño de un nuevo modelo de país y la conformación de instituciones públicas, con valores democráticos, que sirvan al pueblo y procuren el desarrollo humano integral y social” (10).

Los obispos, aunque quisieran no pueden decir más. Ahora hace falta que el régimen reconozca esta dramática realidad que ninguna propaganda puede ocultar y que se agrava de día en día. Somos el país con menor salario, mayor hiperinflación, mayor decrecimiento de la producción, más incremento de la pobreza y mayor huida del país. Reconocerlo es un paso imprescindible para curar al enfermo grave, sin engañarse diciendo que se trata de un simple resfriado. Su solución requiere un nuevo gobierno inclusivo y legítimo, nuevo régimen con apoyo nacional masivo y con relaciones internacionales con todas las naciones, libre de sanciones de castigo contra el actual régimen de mal común y con apoyo humanitario a la reconstrucción democrática del país.

31 de mayo 2020

ArticularNOS

https://articularnos.org/2020/05/31/catastrofe-sin-salida/

Pandemia, Cierre y Gobierno de Emergencia

Luis Ugalde

Cuarentena, Encierro y Control. Tengo la impresión de que el gobierno ha manejado con decisión, firmeza y éxito esta primera etapa contra la pandemia. La dictadura desempeña con más eficacia y autosatisfacción el control armado. La población, consciente de la gravedad, ha acatado con resignada compresión.

Por otra parte, son innegables los abusos y corrupciones en torno a la escasez de la gasolina, con el empeño de controlar totalmente la información, la opinión y la mentira para que la voz del gobierno sea la única verdad; así como atropellar para ocultar datos, silenciar informaciones sanitarias y presumir de éxito mundial en el manejo del COVID-19. Afortunadamente, parece que el confinamiento y el control han frenado, por ahora, mayores males sanitarios, pues sigue su amenaza.

Producimos o Morimos. Pero esas mismas medidas oportunas tienen otra cara dramática e insostenible en el tiempo: miles de empresas cerradas, millones de trabajadores parados, encerrados con sus familias, sin producir, sin ganar y sin comida, y con todo el sistema educativo cerrado. Aguantar así 20 días es heroico, pero 40 o 90 se vuelven imposibles para los que necesitan el ingreso diario, para las empresas y para el país. En cierto sentido, lo que es bueno para frenar el virus es terrible para acabar de matar la enferma economía acional y llevar hambre a millones de familias. En nuestro caso, todo se agrava porque el COVID-19 nos llegó bajo una tremenda crisis productiva, sin luz, sin agua, con un sistema sanitario en agonía, sin gasolina… Sin gasolina no hay producción agrícola, ni transporte de alimentos, lo que es fatal para productores, consumidores, transportistas y comerciantes. Esta falta no se debe al virus, sino a la errada y corrupta gestión que ha llevado a la producción petrolera al desastre, los campos petroleros al abandono, PDVSA a la ruina y ha apagado las refinerías venezolanas. En las bombas preferían regalar 40 litros de gasolina que cobrar un despreciable billete de Bs. 100. Todo ello por incapacidad y corrupción propias del régimen, mucho antes de las sanciones norteamericanas. El tema de la gasolina no se resuelve reforzando el control en las colas; una nueva política y experta gerencia son necesarias para producir petróleo y gas, poner a valer nuestras refinerías y vender a precio rentable la gasolina en el país.

Esto tan simple de entender y desear, debe ser el punto de partida de los venezolanos bajo un acuerdo político realista. Agrade o no, el rescate de todo el proceso petrolero requiere de miles de millones de dólares, que no los tiene el Estado endeudado, y que, por tanto, tienen que ser capitales privados nacionales y extranjeros, que no aparecerán con su capacidad de inversión, tecnología y gerencia, si no hay ganancia, garantías jurídicas ni respaldo de un Estado y un Gobierno con un enfoque económico y político muy contrarios a la ruinosa aventura que Maduro se empeña en mantener.

Lo que decimos de la gasolina vale para todas las demás áreas que van desde la salud, producción de bienes y servicios, educación o servicios públicos básicos… Las soluciones tienen que ser concretas, creativas y urgentes con un país movilizado y unido. Ahora como nunca estorban los dogmas políticos ideologizados.

Urge un Gobierno Amigable, capaz de inspirar, escuchar y convocar con sinceridad a las organizaciones de la sociedad civil, a los diversos partidos hoy perseguidos, a los trabajadores y empresarios claves en la necesaria transformación productiva. Amigable, también, internacionalmente con los gobiernos y organismos cuya buena relación y colaboración necesitamos. La dictadura actual es hostil a todos ellos y por eso es el mayor obstáculo para la necesaria activación creativa y solidaria de toda la sociedad. Como dictadura puede controlar, imponer y perseguir, pero no puede convocar y movilizar a la sociedad entera en torno a un Gran Acuerdo de Emergencia Nacional. Por eso es urgente la renuncia de Maduro y un cambio a fondo del desastroso proceso que el régimen ha sido incapaz de evaluar con sinceridad y de cambiar.

No es separable la lucha contra la pandemia del conjunto de la política económicosocial. Ni los países más prósperos pueden vencerla, sin acuerdos que incluyan el apoyo de toda la población, para poner en práctica urgentes y extremas medidas contra la gravísima crisis socioeconómica que afecta a decenas de millones de empleos y centenares de millones de pobres. Además, en el caso de Venezuela no hay respuesta posible duradera y eficaz sin un internacional fuerte apoyo político, económico, social y sanitario. Nada de esto tan necesario será posible sin un cambio de régimen y restablecimiento de la Constitución violada y de la democracia, sin perseguidos ni presos políticos con plena libertad y sin sanciones internacionales. Por eso, la vida de los venezolanos exige la renuncia presidencial para la transición inclusiva con un Gobierno de Emergencia Nacional, integrado por cinco personas
capaces, confiables y representativas.

Sin eso no podrán llegar ni las ayudas humanitarias, ni el necesario levantamiento de las sanciones, ni las inversiones. La vida de millones de venezolanos está amenazada y hay que concentrar toda la política (sin descuidar la organización de elecciones presidenciales libres y con garantías) en esta transición muy exigente para todos: para los políticos del gobierno y de la oposición, para los empresarios, y para todos los integrantes de la sociedad civil. Sin ese encuentro solidario de la Sociedad con creatividad inédita, está garantizado el fracaso del país. La sociedad venezolana y su tragedia actual deben liberar el Estado del sector político que lo secuestró con promesas de vida y lo llevó a resultados de muerte. Es indispensable que el gobierno de transición incluya a chavistas honestos produciendo soluciones y con la única obsesión de sacar a flote el barco del país.

https://articularnos.org/2020/04/19/pandemia-cierre-y-gobierno-de-emerge...

Pacto Social para renacer

Luis Ugalde

Venezuela solo tiene remedio si hacemos lo que hay que hacer; todos, primero Maduro. Él expresó, como crítica al presidente colombiano, que para vencer al coronavirus hay que dejar de lado “diferencias ideológicas y pequeñeces miserables”. Luego solicitó del Fondo Monetario Internacional (FMI) un préstamo de 5.000 millones de dólares, sabiendo que no se lo podían dar. Ambos gestos solo servían para echar la culpa a otros. Desideologizar y abrirnos internacional y nacionalmente son dos consejos que el régimen debe aplicarse a sí mismo.

Venezuela obedeció sin problemas la medida de quedarnos en casa, en cuarentena social evitando encuentros y contactos. Quince días encerrados en casa sin producción, sin escuela, sin ingresos y sin comida dejarán en evidencia que nuestra realidad es mucho más grave y mortal que el coronavirus con 153 contagiados y 7 muertos (al 3 de abril).

Sincerar y producir

Tenemos 153 contagiados del virus, pero más de 400 presos políticos perseguidos, más de 4000 empresas muertas o en agonía, más de 4.000.000 de huidos y desterrados y muchos miles de muertos, cuyo número crece por un régimen empeñado en no cambiar.

Necesitamos reconocer la terrible realidad de una economía que en 5 años ha perdido el 65 % de su producción (PIB), una educación con maestros y niños en huida y escuelas vacías, una salud con hospitales desmantelados, y servicios vitales de agua, luz, gas, transporte… en ruina. Incluso una industria petrolera saqueada y en quiebra total… La lista es mucho más larga y la moribunda Venezuela no solo necesita un préstamo de $5.000 millones sino más de 50.000 para empezar a sincerar la política y activar la producción en todas las áreas.

Maduro tiene razón: necesitamos del FMI y hay que dejar de lado “diferencias ideológicas y pequeñeces miserables”. Pero nada se puede hacer con un Estado quebrado, endeudado y secuestrado por un régimen tiránico que produce miles de muertos y lleva a la agonía a millones.

Para que todo el país renazca es indispensable sincerar, salir del secuestro del régimen y llamar al país entero a la producción de soluciones y al renacer nacional.

Los apoyos externos son indispensables, pero no llegarán con la producción nacional política, económica y social muertas. Abrir las puertas para que los presos políticos los líderes y partidos perseguidos e inhabilitados salgan al libre ruedo político-democrático; renovados también ellos, pues Venezuela es otra y hay que escuchar el clamor sufriente de los venezolanos en todas sus formas. Renovados empresarios y trabajadores para producir un nuevo encuentro entre capital y trabajo, pues el uno sin el otro nada valen y se necesitan repotenciados y aliados para salir de la pobreza. Para que 14 millones de trabajadores vuelvan a tener vida y esperanza y miles de empresas puedan competir es necesario reactivar la inversión de capitales que deben ser atraídos y protegidos; para lo cual hay que borrar de la lengua y del corazón el “exprópiese” irresponsable.

Pacto social vs. tiranía

Cuando el poder se impone, no hay pacto social, sino imposición tiránica armada. Todo esto pasa por la creación de una política democrática, dialogada y negociada entre diferentes. La soberanía del pueblo, las elecciones limpias y creíbles de un Parlamento (Asamblea Nacional) donde se discutan libremente y se negocien las soluciones políticas. Es indispensable, a su vez, la elección presidencial constitucional, secuestrada en 2018 y desmontar los serviles TSJ y ANC que creó el Ejecutivo de facto para anular la Asamblea Nacional democrática y todas sus decisiones.

No hay que inventar mucho sino sincerar y darle vigencia efectiva a la Constitución de 1999 y, conforme a ella, acordar en la AN legítima el nuevo CNE creíble y crear las condiciones para realizar este mismo año, con observación internacional cualificada, las elecciones parlamentarias libres que tocan y las presidenciales que están retrasadas desde 2018, pues no se realizaron como exige la Constitución. Elecciones que las necesitamos con participación masiva y resultado creíble y respetado.

Toda esa enfermedad nacional es mucho más grave y mortal que el coronavirus, que debe ser el detonante para asumir el cambio integral.

No hay democracia sin contrato social, ni Constitución que consagre los objetivos del pacto y los derechos y deberes de todos, no importa su ideología política. Lógicamente en ese pacto debe entrar también el chavismo.

Perder o ganar la vida

De la noche a la mañana el microscópico e invisible virus ha dejado en evidencia la desnudez del mundo y la indigencia de Venezuela arruinada, desmantelada y con virus: las armas son poderosas para imponer, pero no sirven para dar vida al mundo, ni para convocar un gran encuentro nacional para que el país renazca.

Es casi increíble que un virus mínimo haya puesto en crisis todo el poderío económico-financiero mundial y haya obligado a los Estados a cerrar sus empresas, escuelas, iglesias y campos de deporte. Un virus que avanza sin respetar fronteras, ni carteras, dejando en evidencia que la convivencia nacional e internacional sin ética -es decir sin tomar en serio la dignidad del otro y sin solidaridad con él – es irrespirable y letal. Está a la vista que solo cuando escribimos TÚ con la misma mayúscula que YO está presente DIOS-AMOR, ese Dios que nunca nadie lo ha visto pero lo sentimos presente cuando vivimos el verdadero amor humano (ver 1 Juan 4, 12).

La más grave enfermedad no es el coronavirus, sino el poder tiranizado que en Venezuela ya ha matado a miles y tiene en agonía a millones. La emergencia del virus nos llama a todos a la conversión, a cambiar de conducta y a exigir del régimen y de toda la política –también de la opositora- a sincerarse con la realidad y renovar el Pacto Social Democrático.

3 de abril 2020

runrunes.es

https://runrun.es/opinion/403239/pacto-social-para-renacer-por-luis-ugalde/

Pacto Social para renacer

Luis Ugalde

Venezuela solo tiene remedio si hacemos lo que hay que hacer; todos, primero Maduro.

Él expresó, como crítica al presidente colombiano que para vencer al coronavirus hay que dejar de lado “diferencias ideológicas y pequeñeces miserables”.

Luego solicitó del Fondo Monetario Internacional (FMI) un préstamo de 5.000 millones de dólares, sabiendo que no se lo podían dar. Ambos gestos solo servían para echar la culpa a otros.

Desideologizar y abrirnos internacional y nacionalmente son dos consejos que el régimen debe aplicarse a sí mismo.

Venezuela obedeció sin problemas la medida de quedarnos en casa, en cuarentena social evitando encuentros y contactos. Quince días encerrados en casa sin producción, sin escuela, sin ingresos y sin comida dejarán en evidencia que nuestra realidad es mucho más grave y mortal que el coronavirus con 40 contagiados y ningún muerto.

Sincerar y Producir. Tenemos 40 contagiados del virus, pero más de 400 presos políticos perseguidos, más de 4000 empresas muertas o en agonía, más de 4.000.000 de huidos y desterrados y muchos miles de muertos cuyo número crece por un régimen empeñado en no cambiar.

Necesitamos reconocer la terrible realidad de una economía que en 5 años ha perdido el 65% de su producción (PIB), una educación con maestros y niños en huida y escuelas vacías, una salud con hospitales desmantelados, y servicios vitales de agua, luz, gas, transporte... en ruina. Incluso una industria petrolera saqueada y en quiebra total... La lista es mucho más larga y la moribunda Venezuela no solo necesita un préstamo de $5.000 millones sino más de 50.000 para empezar a sincerar la política y activar la producción en todas las áreas.

Maduro tiene razón: necesitamos del FMI y hay que dejar de lado “diferencias ideológicas y pequeñeces miserables”. Pero nada se puede hacer con un Estado quebrado, endeudado y secuestrado por un régimen tiránico que produce miles de muertos y lleva a la agonía a millones.

Para que todo el país renazca es indispensable sincerar, salir del secuestro del régimen y llamar al país entero a la producción de soluciones y al renacer nacional. Los apoyos externos son indispensables, pero no llegarán con la producción nacional política, económica y social muertas.

Abrir las puertas para que los presos políticos, los líderes y partidos perseguidos e inhabilitados salgan al libre ruedo político-democrático; renovados también ellos pues Venezuela es otra y hay que escuchar el clamor sufriente de los venezolanos en todas sus formas. Renovados empresarios y trabajadores para producir un nuevo encuentro entre capital y trabajo, pues el uno sin el otro nada valen y se necesitan repotenciados y aliados para salir de la pobreza. Para que 14 millones de trabajadores vuelvan a tener vida y esperanza y miles de empresas puedan competir es necesario reactivar la inversión de capitales que deben ser atraídos y protegidos; para lo cual hay que borrar de la lengua y del corazón el “exprópiese” irresponsable.

Pacto Social vs. Tiranía

Cuando el poder se impone, no hay pacto social, sino imposición tiránica armada. Todo esto pasa por la creación de una política democrática, dialogada y negociada entre diferentes. La soberanía del pueblo, las elecciones limpias y creíbles de un Parlamento (Asamblea Nacional) donde se discutan libremente y se negocien las soluciones políticas. Es indispensable, a su vez, la elección presidencial constitucional secuestrada en 2018 y desmontar los serviles TSJ y ANC que creo el Ejecutivo de facto para anular la Asamblea Nacional democrática y todas sus decisiones.

No hay que inventar mucho sino sincerar y darle vigencia efectiva a la Constitución de 1999 y conforme a ella acordar en la AN legítima el nuevo CNE creíble y crear las condiciones para realizar este mismo año, con observación internacional cualificada, las elecciones parlamentarias libres que tocan y las presidenciales que están retrasadas desde 2018, pues no se realizaron como exige la Constitución. Elecciones que las necesitamos con participación masiva y resultado creíble y respetado.

Toda esa enfermedad nacional es mucho más grave y mortal que el coronavirus, que debe ser el detonante para asumir el cambio integral.

No hay democracia sin contrato social, ni Constitución que consagre los objetivos del pacto y los derechos y deberes de todos, no importa su ideología política. Lógicamente en ese pacto debe entrar también el chavismo.

Perder o ganar la vida

De la noche a la mañana el microscópico e invisible virus ha dejado en evidencia la desnudez del mundo y la indigencia de Venezuela arruinada, desmantelada y con virus: Las armas son poderosas para imponer, pero no sirven para dar vida al mundo, ni para convocar un gran encuentro nacional para que el país renazca.

Es casi increíble que un virus mínimo haya puesto en crisis todo el poderío económico-financiero mundial y haya obligado a los estados a cerrar sus empresas, escuelas, iglesias y campos de deporte. Un virus que avanza sin respetar fronteras, ni carteras, dejando en evidencia que la convivencia nacional e internacional sin ética -es decir sin tomar en serio la dignidad del otro y sin solidaridad con él - es irrespirable y letal.

Está a la vista que solo cuando escribimos TÚ con la misma mayúscula que YO está presente DIOS-AMOR, ese Dios que nunca nadie lo ha visto pero lo sentimos presente cuando vivimos el verdadero amor humano (Ver 1 Juan 4, 12).

La más grave enfermedad no es el coronavirus sino el poder tiranizado que en Venezuela ya ha matado a miles y tiene en agonía a millones. La emergencia del virus nos llama a todos a la conversión, a cambiar de conducta y a exigir del régimen y de toda la política -también de la opositora- a sincerarse con la realidad y renovar el Pacto Social Democrático.

22 de marzo de 2020

Sufrimiento Nacional y Elección Libre Presidencial

Luis Ugalde

Venezuela hoy es un infierno; de eso no hay duda. Lo que se discute es si hay salida este año. Solo habrá si la inmensa mayoría se une en un único camino para recorrerlo juntos hasta llegar a la meta democrática de la elección constitucional de nuevo presidente y cambio de gobierno a un modelo sensato y viable. Afortunadamente hemos empezado con apoyo de los países democráticos al camino de la salida pacífica y constitucional con Elección Presidencial libre y justa este mismo año.

Es un acierto que esa haya sido la propuesta pública de Guaidó en su audaz y exitosa gira por los foros democráticos y en los abrazos de reconocimiento de los jefes de estado de los principales países europeos y americanos. A Guaidó como Presidente de la AN la Constitución le obliga a encargarse de la Presidencia de la República hasta la elección democrática del Presidente (art.233). Al mismo tiempo parece que los partidos y grupos que lo apoyan no se atreven a hablar de esta elección presidencial, a causa del modo como el poder ha desprestigiado el camino electoral con inhabilitaciones de personas y partidos, con un CNE exclusivamente gubernamental, un TSJ servil y una ANC supraconstitucional creada para dar con el mazo y eliminar todo resultado que no le guste al Ejecutivo.

La semana pasada el candidato Henry Falcón sorprendió con la petición de repetir la fraudulenta elección presidencial del 2018; fraude que denunció entonces luego de su derrota y que el resto de la oposición había denunciado previamente. Hoy es un hecho evidente la necesidad de repetirla pues se hizo violando la Constitución; por eso tenemos un usurpador en el poder y un presidente de la Asamblea Nacional obligado a dirigir la transición como presidente encargado. El usurpador se propone perpetuar el infierno y Venezuela entera debe unirse para forzar la salida constitucional de ese infierno.

Maduro ni quiere ni puede ¿Habrá de verdad alguien convencido de que Maduro está tratando de cambiar el infierno que vivimos los venezolanos? ¿Podrían señalar algún signo de rectificación de este modelo y modo de gestionar el Estado y de imponer su poder? ¿Habrá alguien tan ingenuo que crea que Maduro quiere cambiar el actual infierno con las nuevas elecciones parlamentarias planificadas para acabar con la AN independiente del Ejecutivo?

Aunque quisiera no podría traer este cambio. Venezuela no puede tener éxito en esa tremenda recuperación sin el apoyo internacional y sin movilización y renovación nacional cívica y espiritual. El salario está aniquilado, las empresas cerradas o trabajando a menos de 30% de su capacidad. La inversión estatal anulada por los robos y por una deuda impagable sin refinanciamiento y la inversión privada muerta por el “exprópiese” y la falta de garantías económicas. La situación es tan grave y ardua y compleja la recuperación del país que va a requerir mucho apoyo internacional y amplia unidad nacional con muy definidas metas de reconstrucción inmediata.

¿Podemos imaginarnos un renacer nacional con espíritu de unidad y abrazos de reconciliación, apertura de cárceles políticas, florecer de inversiones multimillonarias, empleo a manos llenas con salarios de vida y no de muerte, con el sistema educativo de nuevo de pie y en marcha, con servicios de salud, luz, agua, gas, transporte y con millones de exiliados en regreso para reconstruir su vida en Venezuela?

La elección presidencial en 2020 no es solo porque se nos debe la elección de 2018, sino porque no se puede prolongar el actual y creciente sufrimiento nacional. Obligada elección presidencial democrática y constitucional con nuevo CNE creíble, con votación dentro y fuera del país, sin persecución ni presos políticos, sin dirigentes ni partidos inhabilitados, con firme apoyo internacional, incluso del papa. Sin ANC, con la aprobación pragmática y realista, incluso de rusos y chinos, para un país no dedicado a la venganza y la persecución sino con ánimo de renacer con los pies en la tierra…

Maduro no podría hacer esto, aunque quisiera, pero tiene el privilegio de poder devolver la llave secuestrada de la puerta para salir del actual infierno. La agenda de transición (sin él o incluso con él) debe empezar desde ahora con la terrible emergencia humanitaria, con la reactivación económica y con eliminación negociada de sanciones por cada paso positivo de parte del régimen. Los chavistas de ayer y los opositores de hoy nos iremos haciendo venezolanos nuevos desde mañana, sin esperar más.

¿Y las elecciones parlamentarias? También este año 2020 debe haber elecciones parlamentarias libres, democráticas con nuevo y equilibrado CNE nombrado por la AN (negociado) sin inhabilitaciones políticas, sin presos etc. Pero con solo una elección parlamentaria -como pretende el régimen- con un CNE puesto por su TSJ, esta tragedia nacional no se resuelve, sino que se agrava.

Son necesarias ambas elecciones a fin de año, para lo cual millones de demócratas sufrientes deben activarse desde ahora con una clara conducción política. Con solo parlamentarias, la tragedia y el sufrimiento nacional se agravarán. La miseria, el éxodo y los niños desnutridos aumentarán y también la tiranía política.

1 de febero de 2020

ArticularNOS

https://articularnos.org/2020/02/01/sufrimiento-nacional-y-eleccion-libr...

Utopía y realidad se besarán

Luis Ugalde

“El amor y la verdad se dan cita,

la justicia y la paz se besan”

(Salmo 85,11).

La realidad venezolana es terrible, mientras que la utopía no existe pero es. En medio de una realidad tan negativa soñamos con la utopía donde nuestra sociedad se hermana, millones de desterrados regresan cantando, las empresas se reactivan y el trabajo florece. La democracia reverdece con elecciones presidenciales libres y con registro limpio, con nuevo árbitro justo y con observación internacional que garantiza el respeto a la voluntad de millones de votantes dentro y fuera del país. Me dirán que eso es una utopía, una ilusión fuera de todo realismo.

El régimen ante su estrepitoso fracaso nos quiere convencer, con la mentira convertida en verdad oficial, de que no hay más realidad que esta. Pero el malestar y la oscuridad son tan profundos que la gente en su interior se aferra a la esperanza del amanecer como el preso al sueño de su futura libertad.

La utopía y la realidad son opuestas y se contradicen. La plenitud de una rechaza la miseria de la otra, que a su vez ridiculiza a la utopía como ilusa haciéndonos ver que esta moribunda realidad es lo único que tenemos y es preferible a la hermosa utopía inexistente e imposible. Es el argumento de los dictadores: con todas las limitaciones de esta realidad, es mejor que ustedes habitantes, empresarios, vecinos, trabajadores la acepten y pacten conmigo, que soñar en pajaritos preñados. Millones sucumben a este realismo resignado. Plegarse para sobrevivir. Un gran peligro para este 2020, es esta resignación, pues presenta la renuncia a la verdad, a la libertad, a la dignidad, a la democracia y a la vida, como el “sensato” realismo para salvar lo posible. Este realismo niega, ridiculiza y persigue a la utopía y acusa como inadaptados a sus defensores.

Por el contrario la utopía con sus ideales y aspiraciones de plenitud humana, critica ferozmente a la miserable realidad e ilumina con severa clarividencia lo inhumano de esta. La gran mayoría en su interior aspira a la utopía que afirma su realización, pero al mismo tiempo cae en el pesimismo, pues considera imposible tanta hermosura.

Este debe ser el año en que la utopía y la realidad se den el beso más fecundo, pues de él nacerá la nueva e irrenunciable Venezuela. La utopía sin realidad es pura ilusión y la realidad sin utopía es la perpetuación de la miseria social, pero su abrazo produce el cambio indetenible.

Los grandes logros humanos se tejen con dos hilos, utopía y realidad, y los verdaderos líderes triunfan cuando tejen la historia con los dos hilos: con los pies bien plantados en el barro de la realidad y con la mirada bien alta puesta en la utopía. Líderes que con su ejemplo contagian a millones de seguidores y les enseñan a tejer demostrando cómo la realidad se va utopizando y la utopía realizando… La plenitud soñada no existe en este mundo, pero gracias a ella caminamos y nos humanizamos con logros increíbles: los esclavos tras miles de años de sometimiento y objeto de compra-venta, conquistaron la libertad, a pesar de sabios filósofos justificando como “natural” su privación de libertad y de dignidad.

Las utopías (Revolución francesa, Revolución rusa, Independencia de América…) no realizan la plenitud de su promesa, pero sin ellas en el horizonte y el corazón, los pueblos no se movilizan para eliminar el viejo régimen inhumano y dar pasos gigantescos hacia una sociedad con mayor justicia y libertad.

El beso de la utopía y de la realidad significa que no se sustituyen ni excluyen sino que, del rechazo mutuo, pasan a quererse y complementarse en relación dialéctica y transforman la realidad hacia un estadio superior. Es lo que hoy reclama Venezuela: el desastre de la salud transformado por miles de médicos y enfermeras decididos y articulados que ponen en marcha a toda la sociedad frente a un estado hoy secuestrado por una minoría (oligarquía) “revolucionaria”. Utopía y realidad enfrentando y cambiando el envilecido sistema educativo o dando vida a las empresas agropecuarias y a todas las demás.

Los utópicos “incontaminados” que solo rechazan la realidad se convierten en antipolíticos cuando más falta hacen los políticos para hacer posible lo necesario. Sí, políticos que saben tejer con los dos hilos, utopía-realidad, para ir «utopizando» la realidad y realizando la utopía. Como en Suráfrica Mandela y De Klerk se encontraron y eliminaron desde el gobierno el super racista apartheid, necesitamos que utopía y realidad se encuentren en políticos venezolanos, se abracen, interactúen para que renazca la libertad, se abran las cárceles, regresen los exiliados, se abracen los enemigos y renazcamos los ciudadanos hermanados…

Realidad es que millones de venezolanos votaron por el comandante porque en su palabra encontraban su esperanza y que hoy están en la miseria, frustrados y sin futuro y es necesario que encuentren el puerto verdadero de su esperanza en la democracia social renacida. Es el reto venezolano de este año y no queda más alternativa que ponernos de pie y triunfar. ¿Es utopía? Sí, pero a la vez es nuestra realidad más necesaria. Se hará posible si los verdaderos líderes políticos, empresariales, sociales, culturales y religiosos, tejemos juntos con los dos hilos y enseñamos a tejer a millones. Con nuestro esfuerzo transformaremos la realidad de muerte en vida.

9 d enero de 2020

El Nacional

https://www.elnacional.com/opinion/utopia-y-realidad-se-besaran/

Algo peor

Luis Ugalde

Nuestra catástrofe nacional solo puede agravarse mientras dure este régimen. Nada puede ser peor que esta carrera desbocada hacia el precipicio, pensábamos. Pero he llegado a la conclusión que sería mucho peor el fracaso del nuevo gobierno en el primer año. Fracaso muy probable si los contrarios a la dictadura no ponemos desde ahora todos los medios para el pleno éxito de la democracia rescatada. Todos unidos desde ahora para el éxito de Venezuela en la reconstrucción del país. Para ello necesitamos ver con claridad las causas que nos llevarían al fracaso postchavista y cuáles son las condiciones indispensables para evitarlo.
Los alemanes tuvieron un éxito extraordinario en la transformación de la asfixiante y fracasada cárcel de Alemania Oriental protegida por el Muro de Berlín; rescataron la libertad, la democracia y la elevación de su nivel de vida en una Alemania unificada. Otros como Libia o Irak salieron de la dictadura y consumieron su energía en matar al dictador, enfrentarse entre rivales y hoy siguen revolcándose en la impotencia y el fracaso.
Condiciones para el éxito del nuevo gobierno

  1. Una gran unidad política centrada desde ahora en el cambio económico-social con drástico freno a la hiperinflación con refinanciamiento de la deuda, inversión multimillonaria y rescate del empleo y del salario. Evitando toda otra distracción.
  2. Masiva ayuda humanitaria internacional con movilización nacional solidaria para el inmediato alivio de la población y temprana activación de la empresa productiva.
  3. Millones de venezolanos que fueron chavistas deseosos y comprometidos sin miedo con ese cambio. Reducida al mínimo la resistencia.

Esto significa que Venezuela nace de nuevo con un extraordinario espíritu de reconciliación y de reconstrucción reforzado con el instinto de conservación nacional que nos avisa del gravísimo peligro y nos da sano pragmatismo. Perdón y reconciliación, actitudes espirituales aliadas e impulsadas por la sabiduría del instinto de conservación, sin linchamientos ni venganzas en cadena. Evitar todo lo que frene y distraiga la reconstrucción del nuevo país guiada por el nuevo gobierno. Sin malgastar energías de la población en tomar venganza de agravios y sufrimientos pasados. Los delitos graves que no prescriben serán procesados por la justicia nacional e internacional.

Atravesé muchas veces el Muro de Berlín hacia el terrible régimen dictatorial de eficaz y sofocante control policial. La población parecía resignada y su silencio no manifestaba su profundo descontento; parecía que nunca tendría fin De pronto ese Muro y ese Régimen cayeron, no tumbados por los cohetes y bombardeos americanos, sino derrumbados por la profunda rebelión de los espíritus que no se resignan a la cárcel. Empezó en Leipzig con la oración de cada lunes por la paz con el pastor acompañado de unas decenas de ciudadanos en la iglesia de San Nicolás. Las oraciones se fueron contagiando incluso a los ateos y expandiéndose, hasta que un día centenares de miles de berlineses corrieron al Muro y los represores armados no dispararon, sino que se sumaron a la celebración de la libertad.

El nuevo gobierno rechazó la tentación de dedicarse a apresar y dar su merecido a los principales responsables del régimen policial opresor por los crímenes cometidos durante 40 años, e inteligentemente concentró todas sus fuerzas en la difícil tarea de reconstruir una Alemania reunificada. Hasta aceptaron respetar el gran monumento a Stalin y al soldado ruso como liberadores de Berlín (porque al pie estaban enterrados muchos soviéticos). No hubo paredones de fusilamiento, sino invitación a todos a nacer de nuevo y concentrar todas las fuerzas y capacidades en la construcción de la nueva realidad. Tarea compleja y difícil, como será la nuestra. No concentraron su rabia y agravios como ocurrió años después en Libia e Irak en la ejecución de sus dictadores y persecución de sus secuaces. Esto les permitió a los alemanes no dividir sus fuerzas sino sumarlas y lograr la reunificación y convivencia, aunque todavía hoy haya desniveles y resquemores.

En Venezuela tenemos la tarea formidable de poner en marcha inmediata la recuperación económico-social y al mismo tiempo cambiar el CNE, el TSJ, la FA y las instituciones públicas para ponerlas de acuerdo a la Constitución, y eliminar la ANC. Para ello hemos de partir de la unidad en torno al único núcleo legítimamente elegido que son la AN y su Presidente Juan Guaidó a quien corresponde constitucionalmente (artículo 233) encargarse de la Presidencia para llevar rápidamente al país a la elección limpia de un Presidente legítimo.

Cada vez me cuesta más entender y me parece más suicida la actitud de aquellos opositores que parecen concentrar sus recursos en disparar contra la oposición y hacer lo posible para que el primer gobierno postchavista fracase, lo que obviamente sería una tragedia nacional mucho peor que lo que tenemos y refuerzo para un futuro sin esperanza.

Caracas, miércoles 30 de octubre de 2019.

Pereza política y tragedia nacional

Luis Ugalde

No queremos negociar, sino que se vayan todos los corruptos-ineptos y su “Socialismo del siglo XXI”. De acuerdo, pero cómo se logra eso. Ahí, en el cómo, empieza la política o queda en evidencia la falta de ella. No basta anunciar lo necesario, la política hace que lo necesario sea posible y que éste se transforme en realidad. No es buen médico quien rechaza la enfermedad y proclama la salud pero ni cura ni sana.

En Venezuela hay centenares que se consideran grandes políticos porque proclaman rotundamente la obvia necesidad de salir del actual gobierno criminal, corrupto e inepto, sin contaminarse en negociaciones: salir de todos, castigarlos y sustituirlos con un gobierno impoluto. Perfecto. ¿Quién cree que esto no debe ser aplaudido? Pero resulta que este buen deseo sin cómo, sin política, puede ser más bien una ilusión de aparente visión superior y solución impecable, y venenosa siembra de la anti política. Es como el médico ilusionista que no opera, ni da tratamiento, ni cura, pero proclama rotundamente su verbal repudio a la enfermedad.

Pero cambiar el infierno venezolano en sociedad humana es hoy una tarea muy difícil: ¿cómo hacer para que esa necesidad se convierta en efectiva posibilidad y ésta se transforme en realidad? En el cómo empieza la política y el diálogo dialéctico entre la muy negativa realidad y el ideal de la sociedad alternativa que queremos. Convertir el mal reinante en bien es tarea muy exigente, dura y difícil y el animal político no se torea desde las gradas sino jugándose la vida frente a los cuernos del animal.

Este terreno político, donde se juegan ilusiones, falsas promesas y partos difíciles, es ideal para embaucadores ambiciosos, pues la política es el reino del poder y quien se apropia del Estado conquista la llave para disfrazar de bien común sus ambiciones individuales. Las mayores propuestas políticas empiezan con la frescura y brillo de los grandes ideales sociales; luego viene la frustrante metamorfosis donde vemos con horror cómo algunas de las mariposas más bellas y atractivas se convierten en asquerosos gusanos que se arrastran y engordan en el estercolero. En las dos últimas décadas (1998-2018) hemos visto a líderes chavistas transformados en gusanos de la política; algo más triste y escandaloso que lo visto antes en partidos decadentes. Pero también hemos visto nacer auténticos políticos honestos que han dado su comodidad y su vida para que el cambio necesario se haga realidad. Centenares y miles de jóvenes (y no tan jóvenes) que con su familia han perdido la paz y vida o están en la cárcel.

¿Cómo salir de este régimen? Claro que es necesaria la salida de Maduro y su régimen dictatorial, que se prolongó eliminando las elecciones presidenciales constitucionales de fines del 2018. Sabemos que los usurpadores del poder no van a renunciar voluntariamente. No es menos claro que esta dictadura tiránica ha acumulado poderes, levantado murallas y trincheras para resistir y aplastar a quienes quieren cambiar. Invocan grandes principios humanitarios y democráticos, pero saben que su único argumento para perpetuarse es la fuerza.

Al mismo tiempo la gran mayoría de los que fueron chavistas (incluso ministros) está convencida de que este régimen podrido agoniza y su continuación es muerte para los venezolanos. Este chavismo que sufre junto a la gran mayoría nacional reclama una negociación para concretar la ruta de salida de la dictadura y la construcción de una Venezuela democrática y próspera con oportunidades de vida para todos. La absoluta necesidad de la salida del régimen y la reconstrucción del país es un deseo que se estrella contra la fuerza del actual régimen tiránico y dictatorial y la debilidad de nuestras fuerzas internas, aunque potencialmente sean tan infinitas como el hambre y la miseria reinante. La justicia necesita sumar una fuerza mayor que la tiranía.

En diciembre de 2018 los demócratas aparecíamos divididos, disminuidos y casi anulados... Desde enero todo ese potencial resurgió aglutinado en torno a Guaidó al ser elegido Presidente de la Asamblea Nacional y por tanto Presidente encargado de la República (art. 233) para conducir al restablecimiento de la Constitución y a la elección presidencial. La esperanza empezó a constituirse en fuerza creciente gracias a que la oposición democrática -junto a más de medio centenar de las principales democracias del mundo- se unió en torno al no reconocimiento del fraude electoral de mayo de 2018. Hoy el mundo democrático (nacional e internacional) exige la salida del dictador para ir cuanto antes a elecciones presidenciales sin Maduro, ni su CNE, ni su tramposa Asamblea Constituyente, ni… Transición con medidas socioeconómicas inmediatas, y elecciones libres sin candidatos opositores anulados, ni presos políticos, con acompañamiento internacional…

Sumar y aglutinar fuerzas para hacer valer esta verdad democrática frente a la fuerza de la tiranía. Que en Oslo o en Barbados, en Lima, en Washington o en Bruselas, que esto sea lo defendido dentro y fuera del país con el presidente encargado Guaidó. Sumar todas las fuerzas morales y democráticas del mundo y todas las presiones para que cese cuanto antes la actual situación criminal de muerte en todas las dimensiones del país: política, economía, salud, educación, servicios públicos, convivencia.

Es el camino político para hacer posible lo necesario e impedir el fracaso de la transición y la reconstrucción. Es un grave obstáculo la pereza política que evade el cómo y no quiere integrar la pluralidad política en una tarea superior. Para llevar todo esto adelante se necesitan y tenemos dirigentes muy sacrificados dispuestos a sufrir todo ataque y persecución gubernamental (y de la anti política opositora). Es también imprescindible que millones de venezolanos nos preguntemos qué hago y qué puedo hacer yo para que la Venezuela necesaria se vaya haciendo realidad en la reconstrucción nacional.

Caracas, 7 de agosto de 2019

Ni quiere ni puede

Luis Ugalde

Me refiero a Maduro. Se aferra al poder y acelera la agonía de Venezuela con más miseria y muertos. No hay argumentos que permitan pensar que el desastre puede mejorar con este régimen; prolongar la agonía no es “ganar tiempo”, sino destruir millones de vidas.

La salida incluye elecciones libres y justas con todas las garantías internacionales. Venezuela tiene una constitución elaborada en su momento por la mayoría chavista y hoy violada sistemáticamente por el chavo-madurismo. Elecciones libres y respeto a los derechos humanos y la constitución son dos irrenunciables puntos de encuentro (nacional e internacional) para la recuperación y reconstrucción de un país reconciliado. Pero Maduro ni quiere ni puede aceptarlas y dice que se puede discutir todo menos su usurpada presidencia hasta el 2025.

Es difícil encontrar civiles y militares no corruptos medianamente informados que no consideren una locura trágica la prolongación de este régimen por seis años más y la voluntad de perpetuarse totalitariamente. Es necesario que también en el mundo todas las fuerzas de presión con alguna autoridad moral rechacen esta realidad inhumana. Según los expertos las elecciones libres no podrán ser antes de diciembre de este año, pues se requiere habilitar candidatos y partidos, liberar presos y exiliados, cambiar el CNE, renovar el Registro Electoral, garantizar el voto de millones de exiliados y la libertad de los testigos, eliminar la usurpadora ANC “supraconstitucional”…

Cambio de régimen ya. Pero sería un gravísimo error y una cruel tortura contra toda la población que los dirigentes de Venezuela y el mundo se olvidasen o aplazaran el cambio inmediato del modelo económico-social reinante. La población -incluso los chavistas y los militares no corruptos que son la mayoría- sabe que el trabajo, la empresa productiva, la educación, las instituciones y los servicios públicos más esenciales… agonizan. Urge un cambio de modelo económico con freno a la hiperinflación, garantías y estímulo a la inversión y la producción y un “plan Marshall” inmediato con masiva ayuda humanitaria internacional, refinanciamiento de la deuda desbocada, con años de gracia e inversión de decenas de miles de millones de dólares. Esto no puede esperar hasta el 2020 con el nuevo gobierno electo. Es obvio que Maduro desde el poder “ni quiere ni puede” cambiar su “socialismo del Siglo XXI” y carece de toda confianza interna y externa para la reconstrucción y para recibir el apoyo internacional masivo y activar la inversión privada multimillonaria, sin los cuales Venezuela no tiene vida. Maduro ni quiere ni puede.

Venezuela entera y los líderes del mundo no pueden perder tiempo prolongando esta cruel agonía. Urge combinar con más eficacia la presión interna y externa y la negociación para lograr la salida de Maduro con la garantía de un gobierno de transición con programa, libres elecciones con condiciones y cambio inmediato de modelo, garantías jurídicas y reinstitucionalización constitucional. Gobierno de transición y elecciones donde el chavismo responsable participe de modo significativo y con pleno derecho.

Hay avances hacia el gran consenso. EE.UU ya pone en primer lugar las elecciones, también la Unión Europea y el Grupo de Lima. Los intereses de China y Rusia no están en mantener este régimen de creciente ruina económica. Al régimen cubano que tiene secuestrado a nuestro país hay que hacerle ver con hechos que le conviene más aceptar el cambio en Venezuela. Hace falta más unidad en los demócratas y mayor presión hasta ver que la salida de Maduro les beneficia más que su permanencia usurpadora.

Avances. En el prediálogo de Noruega (no ha habido diálogo) ocurrió algo muy importante, los representantes de Guaidó expresaron de manera clara y firme que la salida de Maduro es condición irrenunciable para que se inicie la negociación, pues su permanencia usurpadora significa más muerte y violación de derechos humanos. Me imagino que del lado del régimen se defendió como indispensable la permanencia de Maduro en el poder hasta el 2025. Obviamente, esta claridad de posiciones enfrentadas impidió el inicio de un falso diálogo como los del pasado. El régimen anunció que continuará la negociación y Guaidó dijo con claridad que por ahora no puede iniciarse. Luego en Suecia, en Washington y en múltiples instancias se apoya el “diálogo de Noruega”, que solo será verdadero si todos los amigos de la democracia y los DDHH en Venezuela entienden y defienden que Maduro y su equipo es dictadura y anticambio. Urge la presión para la salida negociada de Maduro y Gobierno (¿Junta de Gobierno?) de transición con claras y definidas líneas para el cambio inmediato del suicida modelo económico social y la inmediata preparación de las condiciones para unas elecciones libres y justas. Es clave la negociación sobre el papel y las garantías de las fuerzas armadas en esta transición.

Me cuesta aceptar que haya “políticos” tan ingenuos que crean que Trump va a enviar sus marines para salvarnos o que la ONU va a enviar a su Comisionado de Derechos Humanos para plantarse ante Maduro, llamarle usurpador y criminal y exigir su renuncia inmediata. Lamentablemente hay quienes parecen apostar a este imposible y tachan de vendido al presidente encargado Guaidó si no entra en ese juego. Es importante que Bachelet haya venido como enviada de la ONU, llamando protocolarmente presidente a Maduro. Su visita ha ayudado mucho para hacer más visible la tragedia de Venezuela, la persecución y la tortura política y el grave y masivo deterioro humanitario. Que el mundo y la propia ONU entiendan que esas no son acusaciones de opositores radicales carentes de objetividad, sino que aquí hay dictadura de muerte y no un "socialismo humanitario". Por la forma en que se dieron los encuentros y las evidencias y el comunicado final, esperamos que esta visita y sus consecuencias contribuyan más para que todos los países decisivos (incluso China y Rusia) sumen esfuerzos y aceleren la presión para la salida del usurpador y de un gobierno unitario de transición con la tarea muy precisa de cambiar el modelo de muerte impuesto por el régimen y preparar las elecciones democráticas. Todo esto exige de la dirigencia venezolana (trabajadores, vecinos, empresarios, iglesias partidos políticos, ONG, academias…) un propósito superior claro y unitario respetando la gran pluralidad de sus identidades y tareas específicas. Se trata de salvar cuanto antes el barco que, con la actual tripulación y rumbo, se hunde sin remedio.

Caracas, jueves 27 de junio de 2019.