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Luis Ugalde

NO y SÍ de las Elecciones Presidenciales

Luis Ugalde

La anticonstitucional Asamblea Constituyente nos quiere imponer unas elecciones dictatoriales para prolongar seis años más el actual infierno nacional. Evidentemente todo venezolano que -por ineptitud y corrupción gubernamental- está sufriendo y sobreviviendo en este inmenso desastre, no quiere esta elección tramposa con un lapso indebido de solo un par de meses y con partidos, tarjetas, candidatos y votantes inhabilitados y árbitros vendidos.

NO. Todos los países democráticos del mundo se oponen a esa elección tramposa y presionan para que el gobierno respete nuestra constitución democrática. En Venezuela civiles y militares tenemos la obligación de defender la Constitución y “el deber de colaborar en el restablecimiento de su efectiva vigencia” (Art. 333 Const.). Por tanto todos y de todas las maneras posibles debemos decir no a las elecciones dictatoriales impuestas ilegítimamente para prolongar por seis años (y más) este infierno actual, que va a empeorarse en los próximos meses.

SÍ a las elecciones presidenciales constitucionales y democráticas establecidas en la constitución para 2018. Movilización en todos los frentes para exigir que sean realmente libres, transparentes y justas, con árbitros y tiempos equitativos. Pero no basta decir sí, hay que obligar al gobierno con todas las presiones posibles a que abra la puerta a estas elecciones que nos debe. No somos abstencionistas, ni somos bobos para confundir la fraudulenta votación anticonstitucional con la debida votación democrático-constitucional para salvar al país de la miseria.

Unidad. La población está desesperada y no confía en el Gobierno ni en las elecciones dictatoriales a las que se quiere obligar. Tampoco ve que los líderes de la oposición estén a la altura para dirigir la salida con propuestas de salvación de este infierno. No es posible salir sin una unidad rotunda y vigorosa que diga no al drama caótico actual; unidad que presente un equipo de trabajo, con un líder con garra y un coordinador interno con autoridad y eficiencia. Equipo que presente media docena de puntos claves para el cambio y para un gobierno de salvación nacional. Esa unidad tendrá un valor extraordinario para movilizar el país y recibir el apoyo efectivo de las democracias del mundo.

Esa unidad fundamental e indispensable ha de ser de los partidos y de toda la sociedad que defiende la democracia, los derechos humanos y los valores morales indispensables para rescatar la República con una economía sana, productiva y sin pobreza.

Todavía no hace falta candidato si el gobierno no cede e impone la tramposa elección dictatorial con chantaje y coacción; en su momento los demócratas unidos y unánimemente dirán que no van a esa elección, ni reconocerán su resultado fraudulento. Por el contrario, si dentro de dos o tres semanas se ve que el gobierno se abrió a condiciones electorales, democráticas e imparciales, los demócratas unidos deben ir a ganarlas; en ese momento por consenso elegirán el candidato.

En el mismo sentido deben manifestarse el mundo empresarial, el académico, las organizaciones gremiales y otras asociaciones de la sociedad civil, las iglesias y comunidades religiosas plurales.

Así el 2018 será el año del triunfo de la democracia y del inicio de la reconstrucción con reconciliación.

La dictadura de Pérez Jiménez a mediados de diciembre de 1957 impuso su plebiscito y lo ganó con procedimientos dictatoriales. Con ello creció la desesperanza de muchos demócratas perseguidos que vislumbraban una década más de dictadura militar. Simple ilusión del dictador y de los demócratas derrotistas contra los que luchaban esperanzados: antes de un mes huía el dictador y brotaba la primavera democrática unitaria. Así ocurrió también en otros países de América Latina y del mundo. Así será en 2018, si todos los demócratas activamos las conciencias y nos unimos en lo fundamental para salir de este infierno de muerte. Sin esa gran unidad de salvación nacional, Venezuela irá al abismo.

Caracas, 1 de febrero de 2018.

¿Voto para perpetuar la dictadura?

Luis Ugalde

Es un grave error que la dictadura madurista y la oposición democrática sigan ofreciendo sus platos rutinarios a una población deprimida y desesperada. Sería una tragedia de gravísimas consecuencias que los venezolanos no empecemos este año con una rotunda decisión de cambiar de gobierno para producir soluciones a esta agonía nacional. Pero la dictadura está decidida a perpetuarse con elecciones presidenciales tramposas contra el voto limpio y libre, y se siente reforzada por millones de opositores decididos a no votar a causa de la trampa continuada gubernamental y su manipulación electoral del hambre, la enfermedad y la miseria de la población; también le favorece un liderazgo político que luce ausente de las angustias socioeconómicas, dividido y sin rumbo unitario y contundente.

Para producir los cambios necesitamos un nuevo Presidente deseado, aclamado, elegido por voto libre y defendido por la gran mayoría; lo que es imposible sin esperanza y unión. Presidente elegido para liberar las fuerzas productivas, responder a las más graves indigencias económico-sociales y al mismo tiempo liberar a los presos políticos, los inhabilitados y exiliados, rescatando la Constitución y el respeto a los derechos humanos violados. El madurismo hará toda la manipulación electoral posible para prolongar la presidencia seis años más y lo logrará si continúan las actuales ausencias sociales del liderazgo político, falta de unidad, carencia de rumbo claro y directo y con primarias ideales pero inoportunas. Las oposiciones dispersas y el abstencionismo no entusiasmarán, ni vencerán.

Fin de juego. Esto es demasiado grave para que los demócratas lo aceptemos con resignación y desesperanza. No bastan los estallidos de protestas desesperadas, es necesaria una gran insurrección del voto masivo, defendido y celebrado. Para empezar, desde el día siguiente, a producir soluciones económicas, políticas y sociales para todos. La justificada crítica al liderazgo político y la desesperación actual no nos deben llevar a la anti política paralizada, ni a esperar la solución de un mesías dictatorial. Lograremos el triunfo democrático si sumamos en todos los frentes: candidato único y excepcional; diálogo y negociación con apoyo internacional para exigir condiciones electorales para la salida democrática y la reconstrucción. Movilización social con presión ciudadana por todas las vías posibles para el fin de la dictadura. Todo combinado. El diálogo y negociación abiertos en Santo Domingo con acompañamiento internacional y presión democrática son imprescindibles, pues la salida es complicada y en la nueva Venezuela debemos caber todos como ciudadanos responsables y no la imposición de unos contra otros. El fuerte apoyo de los países democráticos es totalmente necesario sabiendo que el régimen se resistirá.

El actual desaliento, falta de esperanza y resignación lleva a muchos a cultivar el pesimismo y pensar que somos incapaces de producir soluciones como ciudadanos responsables en una sociedad plural. Olvidan que entre 1920 y 1980 la economía venezolana con la palanca petrolera, durante más de medio siglo batió todo récord mundial creciendo 7,1% anual, con una pequeña inflación anual del 2,1%. Durante tres décadas fuimos el país que atrajo más migración en proporción al número de sus habitantes; población adulta, trabajadora que enriqueció mucho al país y formó familia aquí. Se transformó vertiginosamente la infraestructura física del país y la población mejoró en sus ingresos y en los servicios públicos con servicios de salud y educación para todos, con gran esperanza de futuro. Se logró una democracia con gobiernos que perdían elecciones y entregaban el poder. No somos ingenuos y sabemos las insuficiencias, deformaciones e injusticias presentes en ese proceso y sobre todo el reempobrecimiento desde finales de la década de los setenta. Pero ello no debe impedir la comprensión de nuestras capacidades y potencialidades, si hay un gobierno sensato. La Fuerza Armada fue clave en ese proceso, porque entendió su gran misión en la sociedad democrática y también lo será cuando renazca y predomine la conciencia responsable y democrática, como lo exige la Constitución.

La unidad democrática. Los partidos opositores, conscientes de su poca credibilidad en este momento, tienen que nacer de nuevo y buscar de manera excepcional un candidato unitario para la difícil transición de la actual ruina a la transformación productiva. No un candidato antipartido, pero sí claramente no partidista, que levante el ánimo nacional y que inspire el despertar de la esperanza para cambiar la producción, política, económica y social, organizando con la sociedad civil y con los partidos el programa de reconstrucción (que está bastante claro) y barrer la corrupción, ineptitud y clientelismo que nos ha traído tanta ruina con un narco-gobierno empeñado en imponer y defender como remedio lo que es causa y agravante de la enfermedad.

Caracas, jueves 11 de enero de 2018

http://www.el-nacional.com/noticias/columnista/voto-para-perpetuar-dicta...

Supraconstitucional

Luis Ugalde

Supraconstitucional significa que está por encima de toda Constitución. Venezuela vive y agoniza en el reino de la supraconstitucionalidad. Los reyes absolutos eran supraconstitucionales y ningún súbdito podía juzgarlos, ninguna ley condenarlos, por criminales que fueran. Los dictadores de derecha e izquierda son supraconstitucionales; Stalin, Mao, Castro, Luis XIV, Hitler, Franco, Videla, Pinochet…

La asamblea nacional constituyente pretende ser supraconstitucional, es decir, dictatorial, que puede juzgar, condenar, hacer o deshacer todo lo constituido. El régimen, agobiado por su fracaso total, se sacó de una manga la ANC. En una democracia solamente es legítima la asamblea constituyente que es convocada por el voto universal y secreto del poder originario ciudadano para hacer una Constitución que, luego de ser aprobada por el voto del pueblo soberano, entra en vigencia.

La actual ANC no fue convocada por el poder originario del pueblo, fue fraudulenta su elección con voto corporativo de algunas agrupaciones arbitrariamente definidas por el Ejecutivo, y nunca existieron, ni siquiera, la mitad de los votos que proclamaron. La ANC es usada fraudulentamente para convocar a elecciones, anular a rivales electos, hacer leyes, regular precios, castigar y perseguir a todo lo constituido que no sea del gusto del gobierno.

Los dictadores siembran el odio y persiguen a los que no se sometan. Estos amenazaron con freír las cabezas de los adecos, mandaron al infierno a los obispos porque tenían el demonio debajo de la sotana, sembraron el odio contra los empresarios, criminalizaron a los opositores; llenan de insultos a presidentes de otros países y promueven programas televisivos sembradores de odio con “hojillas” y “mazos dando”.

En el colmo del amor, ahora han sacado una ley contra el odio que les permite perseguir “legalmente” a quienes disientan y critiquen al régimen. Ley para perseguir ideas, sentimientos e intenciones. Como los dictadores criminales (Stalin y compañía) obligaban a sus rivales a confesiones públicas y arrepentimientos, antes de fusilarlos.

Se fomenta la constitucionalización de todo, hasta del pasaje estudiantil; por ese camino pronto blindarán el derecho de los neonatos al consumo de leche materna. Todo lo constituido debe someterse a lo supraconstitucional: asamblea nacional, gobernadores, alcaldes, candidatos presidenciales, presidentes electos, rectores, empresarios, equipos de béisbol, párrocos y obispos. Por eso la ANC no dura unos meses sino que se dio un plazo de dos años prorrogables para tener todo el control de este período presidencial y del comienzo del otro.

Ciertamente es un hecho que en Venezuela existe la ANC, como lo ha dicho hace poco algún genio político, pero es una asamblea dictatorial constituida. Una asamblea de militantes cuya opinión hay que conocer, pero de ninguna manera es supraconstitucional y sería una barbaridad reconocerle su pretendida supraconstitucionalidad. La ANC existe como una monstruosidad dictatorial a la que ningún demócrata puede reconocer moralmente, ni someterse legalmente. Una cosa es no ignorar su existencia y pretensiones y otra subordinarse a su dictadura.

Si Venezuela quiere salir de esta tragedia, rescatar su Constitución y la vida democrática, es indispensable la negociación con buen acompañamiento internacional. Pero sería una locura acoger como moneda de cambio la pretensión gubernamental de reconocer la supraconstitucionalidad de la ANC, creada para matar la democracia y la Constitución.

La ANC no tiene más capacidad que la que le otorga la sumisión de los súbditos, por miedo, coacción y necesidad. Pero su impotencia es evidente. Si fuera poderosa, con un decreto revertiría el milagro al revés de 1 millón de bolívares de hoy que valen igual que un bolívar de hace 10 años, o que un Toronto cueste más que 4.000 litros de gasolina. Con otro decreto abriría las puertas del país a 2 millones de venezolanos aventados por el mundo en busca de vida. La ANC es expresión de la impotencia de un gobierno agonizante, que ha hundido al país en la miseria y en la desesperación.

30 de noviembre de 2017

http://www.el-nacional.com/noticias/columnista/supraconstitucional_213476

Necesidades políticas de Venezuela

Luis Ugalde

⁠⁠⁠⁠⁠Hoy tenemos mucha oscuridad con pocas luces y moral. Estamos frente al abismo con algunas necesidades políticas de vida o muerte para lograr un futuro democrático de esperanza. Nombraré algunas.

Venezuela necesita:

  1. Salir de este régimen con su modelo político y económico ruinoso y empezar de inmediato a superar la acelerada y espantosa crisis social, política y económica.
  2. Un consenso con gran unidad en torno a la manera de parar la ruina económica productora de miseria social, y poner las condiciones que promuevan las inversiones nacionales e internacionales indispensables para la recuperación y reactivación de miles de empresas productivas.
  3. Retomar la Constitución y los derechos humanos consagrados en ella, como punto de encuentro y base para activar las virtudes ciudadanas y valores solidarios.
  4. Que predomine una Fuerza Armada decidida a respaldar el restablecimiento de la Constitución y su democracia frente a la dictadura.
  5. Un gobierno de transición de unidad nacional con el fin de preparar las bases y condiciones indispensables para la elección de un gobierno democrático de reconstrucción. O un presidente electo para la “salvación nacional”, que trascienda a los partidos, pero con apoyo y compromiso de estos con un gobierno que responda a la emergencia social.
  6. Apoyo internacional excepcional, como lo requieren los países luego de una devastadora guerra o de un terremoto de destrucción masiva.
  7. 7Una movilización interna e internacional en torno a la ayuda humanitaria indispensable e inmediata para el logro de comida y medicinas de primera necesidad.
  8. Una nueva esperanza nacional con movilización de conciencias y grupos descentralizados, sacando cada uno lo mejor de sí, rompiendo exclusiones y tendiendo puentes que activen la solidaridad reconstructora.

Ante necesidades tan evidentes, nadie que piense en el bien de Venezuela entera, debiera estar en desacuerdo. Pero la política no se puede contentar con enumerar las necesidades, su responsabilidad es hacer que lo necesario se haga posible y convertir lo posible en realidad.

En el paso de lo necesario a lo posible nos encontramos con que los actores sociopolíticos están exigidos por otras necesidades e intereses propios.

Intereses propios:

  1. Los maduristas dan prioridad de vida o muerte a la imposición y perpetuación de su poder absoluto.
  2. Varios líderes de la oposición sienten que ha de ser él y más nadie quien presida el cambio, con apoyo de los demás.
  3. Los empresarios parecen demasiado agobiados y dedicados a salvar lo suyo.
  4. Mucha de la población frustrada y sufriente parece estar pensando en sobrevivir agachando la cabeza o en escaparse del país.

Pero contra toda apariencia la derrota puede ser una buena cura contra la ceguera y nos puede volver a la sensatez y unión.

Necesitamos producir signos radicales de conciencia democrática que, tomando en serio las necesidades básicas del país, sean capaces de convertirlas en metas de acción y proponer, por ejemplo, que otro -y no yo- sea el próximo presidente. “Yo y mi grupo” no pueden ganar y menos gobernar solos y reconstruir el país.

El gobierno está demasiado cegado blandiendo sus tramposos triunfos electorales que le impiden caer en la cuenta de su espantosa e irremediable derrota económico-social: La miseria social, el cerco internacional y el sufrimiento de la población lo atrapan.

Está acabado pero busca someter por resignación y miedo. Concentrado y obsesionado en la erradicación de la Asamblea Nacional y en la legitimación de la anticonstitucional y dictatorial Asamblea Constituyente; no como una institución más, sino como el poder supremo supraconstitucional que puede eliminar todo lo que no se someta y se arrodille. Que los resultados electorales solo sean válidos si reciben la bendición de la dictatorial Constituyente.

Ante esta dramática realidad, es absolutamente necesaria la unión básica en el país, con decidido apoyo internacional de los gobiernos democráticos, que no se conseguirá sin una unidad política interna trascendente y sólida donde los intereses particulares estén sometidos al esfuerzo excepcional para la salvación nacional

Nota.- Es necesario presionar en todos los frentes. La negociación con acompañamiento internacional será buena si se exigen las condiciones democráticas (que el régimen no quiere) para la próxima elección presidencial y restablecimiento de la constitución. El régimen ha demostrado que puede producir o violentar cualquier resultado, por eso los mayores partidos políticos y agrupaciones se niegan a acudir a las inmediatas elecciones tramposas de alcaldes. Por otra parte muchos demócratas están horrorizados ante la alternativa de entregar su alcaldía con más de 80% población opositora. Esto llevará en la práctica a una especie de conducta dual:

  1. Unos no votarán y deberán concentrar esfuerzos en levantar con fuerza nacional e internacional una bandera que exige condiciones para las elecciones presidenciales y para el cambio de régimen.
  2. Otros irán a votar con la movilización local descentralizada de la sociedad civil.

Inevitablemente ocurrirán las dos cosas incluso en un mismo partido. Lo importante es no caer en acusaciones después de la votación que impidan formar una unidad mayor para el indispensable gobierno de salvación nacional.

Caracas, martes 14 de noviembre de 2017

Levántate y camina

Luis Ugalde

La dictadura se atribuyó el triunfo en las elecciones a gobernadores del modo como lo hacen los dictadores, que deciden hasta el porcentaje (94% o 60%) que les conviene como meta y luego combinan arbitrariamente los medios para presentar el resultado preestablecido. Ante el hecho de que 80% de los venezolanos repudiamos esta dictadura, el gobierno tenía que preparar cuidadosamente el conjunto de trampas y manipulaciones. Ya la votación del 30 de julio para la asamblea nacional constituyente había sido un enorme y descarado fraude de fondo y de forma. Pero la gran mayoría de la población y de la dirigencia opositora esperaba que con una participación opositora masiva de la población y con diligentes testigos de mesa en todos los rincones del país, tenía la posibilidad de triunfar impidiendo el fraude sistemático que se proponía el gobierno y de ganar la mayoría de los gobernadores.

El hecho de que en las elecciones parlamentarias de 2015 los demócratas opositores fueran capaces de defender su rotundo triunfo, hacía creer que podrían hacerlo ahora. Pero los hechos han demostrado que la dictadura está más desesperada y decidida a imponerse sin cuidar mucho las formas, pues ya el mundo la ve como dictadura. Por otro lado la oposición democrática ha demostrado que no tenía ni la organización ni la unidad ni la conexión con la gente movilizada, imprescindibles para enfrentar eficazmente a un gobierno aferrado a su supervivencia totalitaria. Pero lo que no puede controlar esta dictadura es que en los últimos largos meses viene acelerándose una inflación que este año va a pasar de 1.000% y el próximo se anuncia superior a 2.000%, con su brutal empobrecimiento y desesperación para la población, ruina para la empresa productiva. Un gobierno corrupto, inepto (salvo para la trampa política) y aferrado a un modelo totalitario que destruye los derechos fundamentales a la vida, la salud y la libertad, tiene delante una realidad que se agrava cada día y no se resuelve con trampas electorales.

Ahora todos los demócratas debemos ser serenos y lúcidos para reconocer los propios fallos, más que echar la culpa a los otros. El país entra en un estadio nuevo y más grave, que solo con unidad y claridad estratégica frente a la dictadura y con apoyo internacional podrá salir de este régimen y emprender la dura tarea de la reconstrucción.

La Conferencia Episcopal Venezolana una vez más tuvo el acierto de invitar de manera insistente: “Vayamos todos a votar por nuestro futuro”, mientras que el gobierno maniobraba para dividir y empujar a la abstención de los demócratas para perpetuar la dictadura. El resultado es que con un conjunto de manipulaciones la apertura al futuro ha sido negada, lo cual nos pone mayores retos a todos los venezolanos, con un futuro totalitario, miserable y sin esperanza.

El gobierno seguirá con su juego. Ahora exigirá que los gobernadores electos, incluso los opositores, vayan a arrodillarse ante la fraudulenta ANC. La obligación de los gobernadores es someterse a la vigente Constitución de 1999 y no a la ANC constituida desde la dictadura para matar la Constitución.

¿Y ahora qué?

En los primeros años del cristianismo los discípulos de Jesús vivían perseguidos y con miedo de que los mataran como a su Maestro. El ambiente externo era difícil y hostil, pero era más fuerte el fuego interno de la experiencia espiritual de Jesús Resucitado. Esta fuerza interior les llevó a vencer todos los obstáculos. Un día Pedro y Juan, como judíos piadosos, entraban al templo de Jerusalén a orar y en la puerta se encontraron la mano extendida de un paralítico que desde el suelo pedía esa limosna diaria que no cambia nada, pero permite sobrevivir. Pedro le miró a la cara al paralítico y le dijo: “No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te lo doy: en nombre de Jesucristo, el Nazareno, levántate y camina. Y tomándolo de la mano derecha lo levantó. De inmediato se le robustecieron los pies y los tobillos, se levantó de un salto, comenzó a caminar y entró con ellos en el templo, caminando, saltando y alabando a Dios” (Hechos de los Apóstoles 3, 5-8). En Venezuela ya no tenemos oro ni plata para vivir de la limosna estatal y el clientelismo político, han saqueado el país y el régimen quiere convertir a la mayor parte de la población en mendigos con mano extendida para recibir la bolsa CLAP o cualquier otra limosna, insuficiente pero necesaria para la supervivencia sumisa típica de estos regímenes.

Ahora más que nunca nuestro futuro está en no plegarse a la limosna pública, sino en escucharnos, decirnos unos a otros y practicar el “levántate y camina” democrático y productivo. Esto hoy está más claro que antes del último fraude electoral, a pesar de la comprensible depresión luego de la burla ocurrida. Los dirigentes todos unidos, con autocrítica y renovación, deben coincidir en el “levántate y camina”. También en todas las áreas de la actividad social, económica y cultural se tiene que articular ese 80% de los venezolanos para no seguir postrados a la puerta del templo de la “revolución” pidiendo una humillante supervivencia de un país que quiere libertad, justicia y convivencia digna para todos.

20 de octubre de 2017

El Nacional

http://www.el-nacional.com/noticias/columnista/levantate-camina_208492

Nuevo comportamiento político

Luis Ugalde

La frustración y la agonía del dominante régimen dictatorial son irreversibles. Cuanto más se prolongue, más doloroso será el final para todos, incluso para el propio partido de gobierno. Lo mejor que puede hacer Maduro es renunciar y abrir la puerta a la reconstrucción democrática con una transición pacífica y negociada.

Pero no solo el régimen está en agonía terminal, sino que una forma de hacer política durante décadas requiere de inmediata sepultura. No nos referimos al chavismo, sino al país entero que desde el siglo XIX ha hecho y tolerado (con honrosas excepciones) una “cultura política” muy negativa. Por ejemplo, en las recientes primarias de los demócratas podemos decir que 90% del comportamiento fue excelente, pero hubo un 10% que indignó al país y nos recordó lo peor del pasado prechavista. Hace falta un nuevo comportamiento político en los partidos, en la sociedad civil, en sus empresarios, organizaciones, universidades…

Erradicar la tolerancia con el cáncer de la corrupción. El desastre es tal que hay que arrancar de raíz la monstruosa corrupción de la cúpula chavista (la mitad del millón de millones de dólares se lo robaron entre la corrupción e ineptitud, con beneplácito de sus seguidores). Desde hace siglos prevalece la idea de que al llegar al poder es de inteligentes y vivos repartirse el botín, sin escrúpulos morales. Corrupción aceptada por los simpatizantes con tal de que repartan y dejen robar. El poder es para disfrutarlo; lo del poder como servicio queda para los mítines y los discursos patrios. Es absurdo –piensan– que el poder se deba someter a la Constitución y a la voluntad de los ciudadanos. Si además se tiene la fuerza de las armas, se rechaza toda forma de control institucional.

Combatir la ilusión de la riqueza rentista. Ha hecho un inmenso daño la falsa idea de que somos un país riquísimo y que nuestro problema no es producir más, sino que el gobierno reparta la abundancia existente. Ese fue el éxito inicial y la ruina del chavismo. Solo hay riqueza consistente cuando sale de la producción y talento de los venezolanos porque se dan la mano la educación formadora y la empresa productiva.

Eliminar el clientelismo que coloca en cargos a sus seguidores sin exigir capacidad; como lo vemos en incompetentes fracasados que en dos años han ocupado cuatro ministerios.

Los nuevos (y renovados) líderes políticos no se pueden quedar en protestar como opositores y repartir el botín al llegar al poder, poniendo los intereses del partido por encima del bien del conjunto del país.

Diálogo, negociación y democracia. Venezuela no puede rescatar la democracia sin diálogo entre todos los ciudadanos y sin negociar los puntos estratégicos imprescindibles para salir de la actual dictadura. Por eso los demócratas no pueden ir a la negociación como vergonzantes, de noche y a escondidas. El problema no está en participar, sino en saber qué exigir y qué defender como absolutamente irrenunciable. Sería una verdadera vergüenza que el diálogo para restablecer la democracia y la Constitución empezara reconociendo la constituyente creada por esta dictadura para matar la democracia y la Constitución vigente.

Evidentes y previas a toda negociación son algunas exigencias constitucionales:1) Pleno reconocimiento de la AN elegida y de sus responsabilidades constitucionales, la separación de los poderes públicos y su renovación constitucional. 2) Libertad de presos y exiliados políticos. 3) Estricto cumplimiento de la agenda electoral conforme a la Constitución. 4) Apertura a la ayuda humanitaria internacional en medicinas y alimentos por la grave emergencia nacional.

En estos puntos básicos tenemos pleno apoyo de medio centenar de países democráticos del mundo; y, si los difundimos y defendemos con claridad y coraje público, los convertiremos en la bandera movilizadora de todos los venezolanos demócratas.

Formación humana, dinámica empresarial y producción económica. Para que Venezuela sea reconstruida hay que cambiar el modelo económico y promover la iniciativa emprendedora, libre y ciudadana con cuantiosas inversiones nacionales e internacionales, con todas las garantías jurídicas. Pero el comportamiento empresarial no ha de ser lo que fue (y es) en muchos casos de seudoempresarios recostados en el rentismo estatal incompetente. Necesitamos un empresariado convencido de su responsabilidad e importancia estratégica en el combate de la pobreza, que es imposible sin generar oportunidades de buen trabajo productivo para 14 millones de venezolanos. Ello exige, por otro lado, una profunda transformación de todo el sistema educativo orientándolo hacia la creación de la riqueza con el talento y la formación humana honesta. La empresa no puede seguir entendiéndose como el campo de batalla que enfrenta como enemigos al capital y al trabajo, sino donde ambos se complementan y benefician en la lucha contra la pobreza, el atraso y la improductividad parasitaria.

¿Y los militares? Deben sacar las consecuencias de algo que está a la vista y repudiar esa política de reparto del botín que ha hundido a Venezuela y en la que algunos de ellos han sido los principales actores y beneficiarios. Eso sin mencionar el narcotráfico que ha envilecido todo.

La masiva votación del 15 de octubre será un paso adelante para obligar a la salida democrática del gobierno dictatorial.

05 de octubre de 2017

La educación castigada

Luis Ugalde

Empezamos el año escolar lleno de dificultades e incertidumbres. En las angustias y dolores de la gente parecen pesar más el hambre y la falta de medicinas que nos acercan a la agonía física. Las penurias y desastres educativos pueden parecer de segundo orden, pero son más duraderos y nos van llevando a la muerte espiritual.

En el último año, el abandono escolar ha aumentado porque ni en la casa ni en la escuela hay comida. Desde hace una década la educación de gestión privada venía creciendo en pleno “socialismo del siglo XXI", pues las familias que pueden tratan de evitar la deficiente calidad de muchas escuelas oficiales. También los chavistas preferían para sus hijos los centros privados, excepto los de alto nivel que los inscriben fuera pagando en dólares. Pero más recientemente, la inflación desbocada del orden de 500% obliga a los centros a subir al menos 200% para hacer frente al pago del personal y a los nuevos costos de insumos y de mantenimiento, lo cual obliga a duplicar o triplicar el monto de las mensualidades o cerrar. Las familias entienden esta necesidad, pero ¿cómo con dos o tres hijos pueden afrontar esas mensualidades? Muchos, en contra de su voluntad, tienen que renunciar a su escuela y poner el hijo en un centro oficial que no aprecian.

Educación en valores. El régimen se ha esforzado en convertir el sistema educativo en currículo de adoctrinamiento para formar “socialistas”. La escuela se ha vaciado de valores: el ambiente de desprecio a la vida y la falta de solidaridad y de aprecio del que es diverso, vacían la escuela de espíritu, ciudadanía plural y de construcción de familia y de nación.

La mal llamada asamblea nacional constituyente (en realidad es asamblea dictatorial constituida) que viola la vigente Constitución de 1999 propone cínicamente una ley contra el odio, tratando de ocultar con leyes lo que niega con su prédica y práctica. Hace casi 20 años el Líder Supremo prometió freír las cabezas de los adecos y sacar el demonio de la sotana de los obispos. Todo el que no está con el régimen es enemigo del pueblo, explotador y ladrón, lacayo del imperialismo, vendepatria, agente del golpe económico. Todo esto como valor supremo del “socialismo” que quieren implantar. No hay en el mundo un presidente que haya lanzado tantos insultos a tantos presidentes de América y de Europa como Maduro. Su siembra del odio no se puede ocultar con una ley hecha para perseguir a los opositores. Todo esto es antieducación que mina el espíritu de convivencia, solidaridad y ciudadanía, que deben reinar en el país y en la escuela, para juntos construir la república.

Pero el mayor ataque a la educación es el sistemático castigo a los educadores. Miles de ellos se han ido del país por la discriminación y presión ideológica y el creciente empobrecimiento que los deprime a nivel o por debajo del salario mínimo. Los sucesivos aumentos salariales disparan más la inflación y en pocos años han reducido el poder adquisitivo a la mitad. De este empobrecimiento no se escapan las universidades. Cuando en reuniones internacionales informamos lo que gana un educador en Venezuela, no se lo creen ni siquiera los educadores de los países más pobres de América Latina. Las universidades autónomas están desmanteladas, varias han perdido 30% de sus profesores y llevan 8 o 10 años con prohibición arbitraria de elegir sus autoridades. Cientos de miles de estudiantes se ven obligados a dejar la universidad para buscar sustento o a abandonar el país en procura de oportunidades y esperanza.

Estos problemas educativos que afectan a toda la sociedad se agravan en los sectores más pobres. Un botón de muestra: La educación inicial de los niños menores de 5 años de edad es decisiva para el resto de la educación y de la vida. Pues bien, en los sectores más pobres la mitad de los niños no tienen ni kínder, ni multihogar, ni posibilidad de atención en la familia; arrancan la vida en clara desventaja con otros sectores donde casi 100% va al kínder.

La educación en Venezuela está terriblemente castigada y en consecuencia es alarmante la incertidumbre y el desánimo que viven los educadores. El gobierno se centró en batallas de imposición ideológica y de control burocrático. Batallas por lo demás inútiles, pues los jóvenes salen hartos de eso y no creen en socialismos con hambre que los obliga a salir a mendigar esperanza en otros países. No me gusta escribir así, pero menos me agrada gastar tinta en dorar mentiras.

Un clima nacional y escolar con valores de vida y de solidaridad y esperanza; con espíritu de creatividad y de exigencia que de verdad apuesten por el talento y lo estimulen en millones de niños y jóvenes venezolanos que llevan en su potencial la riqueza de una nueva sociedad, justa, democrática, libre y sin pobreza. Todo eso se activa con una buena educación que es consecuencia de cientos de miles de buenos educadores animados porque creen en el alto valor de su misión y lo viven en la construcción de una Venezuela nueva y democrática. Esa es la esperanza.

21 de septiembre de 2017

El Nacional

http://www.el-nacional.com/noticias/columnista/educacion-castigada_204451

¿Elecciones regionales para qué?

Luis Ugalde

¿Elecciones regionales para qué?El gobierno eliminó las elecciones regionales el año pasado, simplemente, por miedo a la derrota. Hace un mes las convocó para diciembre de este año porque calculó que le convenía. Luego las adelantó a octubre pensando que la precipitación era buena para dividir y desalentar a la oposición. Ahora tiene abierta la puerta de la suspensión para salir de la emergencia, si estima que le conviene. En esto no hay sorpresas ni nada de extraño: las dictaduras actúan a su conveniencia sin dejarse frenar por constituciones ni derechos humanos. Para eso inventaron la falsa asamblea nacional constituyente.

¿Por qué convocó unas lecciones de gobernadores que las sabe perdidas, si se hacen con voto libre, universal y secreto? Para dividir a la oposición –a favor y otros en contra– y para desalentar el voto de los demócratas. Luego, sorpresivamente y sin dar razones, adelantó la elección a octubre. ¿Por qué? Porque no se dio la división opositora y pensaron que podían lograrla si la obligaban a llegar a consensos o hacer primarias en menos de un mes. Parece que con esto tampoco lograrán divisiones mayores y que los demócratas superarán ese obstáculo y se mantendrán unidos, a pesar de su diversidad. Por eso el gobierno con mentalidad “malandra” está maquinando nuevas maniobras para que la supraconstitucional ANC y su sirvienta CNE puedan eliminarlas si les da la gana. Por ejemplo, alegando la guerra del imperio que nos va a obligar a la heroica defensa nacional contra el invasor yanqui. O mantener las elecciones y vetar a una docena de candidatos opositores ganadores alegando su mala conducta: unos por fomentar la violencia callejera, otros por sembrar el odio, otros por pedir que el imperio nos invada. ¿Y otros?, pues porque nos da la gana, para eso somos plenipotenciarios. En definitiva la dictadura quiere que los demócratas se dividan. Si no, que se abstengan en protesta contra el gobierno, o por desaliento y desorientación.

Si usted quiere complacer a este gobierno dictatorial y sus intereses, ya sabe lo que tiene que hacer: dividir a los demócratas, no ir a votar y hacer campaña para que solo voten los partidarios de la dictadura y se queden con todas las gobernaciones. Maduro le dará las gracias por los favores recibidos. Si además ataca a la MUD y a los diputados que se jugaron heroicamente en la calle, mejor.

No somos ingenuos. Con estas votaciones no acabaremos con la dictadura, pero son una buena oportunidad para movilizarse, activar a la población, mejorar su organización y calentar la calle con nuevos temas y motivos. Activarnos contra el hambre y la criminal prohibición de la ayuda humanitaria internacional y por las gravísimas carencias que sufre la mayoría de la población en comida y medicinas, con salarios cada vez más pobres con inflación cercana a 900%. La costosa movilización de los cuatro meses (abril a agosto) que precedieron no fue un error, sino que tuvo el inmenso éxito de poner en evidencia en el país y en el mundo la naturaleza dictatorial del régimen, una narcodictadura corrupta, inepta y aferrada al poder. Los asesinatos y la brutal represión no han podido esconder la condición dictatorial del gobierno, que se ha ganado el repudio de la población, incluso de quienes no se atreven a manifestar, pero sí a votar contra este gobierno, como lo hicieron el 16 de julio. Mérito de las movilizaciones es el castigo internacional y el cerco profiláctico por parte de los países democráticos obligados a defender los derechos humanos y a actuar contra las actuaciones criminales del régimen.

Tampoco nos hagamos ilusiones pensando que esto tiene solución sin la salida de Maduro y sin cambio del régimen corrupto, inepto y saqueador que es el causante de este inmenso desastre. Salida del régimen con cambio de modelo y con una amplia negociación para unir todas las fuerzas necesarias y posibles para la reconstrucción del país con superación de la pobreza y exclusión. Todos los dirigentes democráticos (de partidos políticos, de organizaciones sociales, de gremios laborales y empresariales, de movimientos espirituales e iglesias, de educadores…) movilizados para utilizar y combinar todos los medios posibles: votar para gobernadores, vigilar y defender el voto, protestar contra este gobierno de muerte y presionar su salida, movilizarse en reclamo de la ayuda humanitaria, madurar acuerdos programáticos y adelantar un nuevo gobierno de salvación nacional con rescate de la violada Constitución de 1999, como nos lo exige el artículo 350 de la misma.

07 de septiembre de 2017

El Gobierno de Transición

Luis Ugalde

Todo gobierno medianamente democrático si llega a una deslegitimación y fracaso parecidos a los de Maduro, renuncia y convoca a elecciones. La Constitución venezolana para situaciones similares prevé el referendo para revocar al Presidente antes de su término. Maduro tramposamente lo impidió; luego anuló la Asamblea Nacional y aplazó las elecciones regionales; ahora pretende eliminar la Constitución con una “constituyente” no convocada por el único que lo puede hacer, el pueblo. Es una locura pensar que la actual desesperación, deba y pueda prolongarse hasta fines de 2018.

El creciente sufrimiento de la gente pide a gritos cambio ya: cambio de presidente y de régimen, con decisiones inmediatas para no seguir muriendo en la calle con la brutal represión o por hambre y falta de medicinas, a causa de la corrupción e ineptitud gubernamentales. El Ejecutivo se ha convertido en verdugo del pueblo y se ha vuelto tiránico. Cambio ya para rescatar la Constitución y emprender de inmediato el camino de la reconstrucción, evitando más muertes y miseria. Para salir de este régimen sin esperanza hace falta cuanto antes un gobierno nacional de transición que tome de modo excepcional medidas de emergencia y convoque elecciones democráticas, previo saneamiento con remoción de los ilegales magistrados del TSJ y de los miembros serviles del CNE.

Urge hablar públicamente para madurar un gobierno de transición saliendo del actual Ejecutivo deslegitimado. Sería un grave error pensar en elecciones inmediatas. Antes necesitamos atender con apoyo internacional a la creciente emergencia humanitaria propia de una postguerra, sacar a todos los presos políticos, abrir el regreso de los exiliados, convocar a los empresarios a la activación de la emergencia productiva y atraer a los inversionistas con un nuevo espíritu democrático, libre iniciativa y garantías jurídicas.

Urgen el refinanciamiento de la deuda y multimillonarios préstamos económicos para insumos productivos y para necesidades vitales de consumo. Nada de esto podría conseguir una nueva dictadura militar y tampoco un frágil ganador de elecciones partidistas con todos los demás (chavistas o no) en la oposición.

Es necesario un gobierno de transición con metas claras y tareas concretas, con amplio apoyo nacional por encima de parcelas partidistas. Un gobierno que incluya a opositores y chavistas, unidos en un esfuerzo de salvación nacional. Tal vez hace un año el gobierno de Maduro hubiera podido abrir este camino, pero ahora es imposible.

El gobierno de transición debe fijar fecha de elecciones libres antes de un año, con condiciones democráticas y transparencia. Mientras ese gobierno responde a la población con medidas urgentes, los diversos grupos políticos y sociales deben llegar antes de las elecciones a una especie de Pacto de Gobernabilidad, con el compromiso de reconocer y apoyar a quien gane la Presidencia. Pacto con un programa básico de salvación nacional y de reconstrucción, de no menos de 10 años, apoyado por gobernantes y opositores democráticos. Todo ello imposible sin un gran apoyo internacional político, económico y humanitario.

Entramos derrotados a la modernidad del siglo XXI y a la superación de la pobreza. Ahora tenemos que subir una escarpada alta montaña de reconstrucción y no pensar ilusamente que con salir de este gobierno la tarea está hecha. Pero antes de empezar la subida enfrentamos un bloqueo dictatorial que impide avanzar.

Quitar ese obstáculo es condición indispensable para seguir, pero, por terquedad de un régimen corrupto y sin esperanza se nos van en ello vidas, tiempo y energía, cuando urge desarrollar negociaciones e imaginación constructiva. La atención debe centrarse en la difícil subida de mañana y los requisitos para coronarla con éxito. Sin dejar la actual protesta de calle (acción decisiva para desbloquear los caminos constitucionales) debemos simultáneamente empezar a formar un gobierno de transición con hombres y mujeres de diversa procedencia pero unidos con claridad programática y decididos a no prolongarse más allá de los meses de transición emergente.

Un Gobierno de Transición, con todas las de la ley, con una Fuerza Armada decididamente democrática y defensora de la Constitución. Basarnos en la Constitución y en lo que nos queda de instituciones legítimas; en primer lugar la Asamblea Nacional en alianza con el pueblo sufriente alzado y con la Fiscal convertida en defensora de la democracia y unidos en el rescate del CNE y TSJ. La Fuerza Armada está obligada e invitada a asumir su responsabilidad constitucional y democrática en la difícil reconstrucción del país, con lo que recuperará los perdidos reconocimiento y afecto del pueblo.

La alegría de Venezuela será inmensa cuando veamos aparecer un Gobierno de Transición realmente plural, de gente honrada e inteligente unida en un programa político de interés superior: la salvación del país. Cuanto más se haga esperar, más grave y dolorosa se volverá la actual agonía.

Maduro usted, al cerrar los caminos de cambio, se convirtió en el eje de un régimen que tortura a Venezuela y ahora quiere perpetuarlo con el fraude de la Asamblea Constituyente. Renuncie y quite el bloqueo que impide el inicio del ascenso a la montaña de la reconstrucción democrática con rescate de la esperanza y de la unidad nacional.

Funcionarios regañan a cardenal

Luis Ugalde

Es conmovedor ver a altos funcionarios marxistas-leninistas preocupados por la división entre el Papa y los rebeldes obispos venezolanos. El defensor del pueblo (de los derechos humanos) censura al cardenal Urosa y lo acusa de llevar la contraria al Papa porque “no está facultado ni legitimado” para hablar del diálogo político en Venezuela, pues eso le correspondería al nuncio. Para que el defensor libre de su angustia pueda dedicarse a su responsabilidad de liberar a los perseguidos políticos, le informo lo siguiente: la denuncia de este falso “diálogo” vino del Vaticano por carta del secretario de Estado (01-12-16) en la que la Santa Sede, bien informada de lo que pasa en Venezuela y del sentir de nuestra Iglesia, afirma que no habrá diálogo verdadero ni cesarán las violaciones de la Constitución y de los derechos humanos mientras 1) el Ejecutivo-Judicial continúe anulando a la Asamblea Nacional electa, 2) el gobierno impida la ayuda internacional de emergencia de alimentos y medicinas, 3) no se fijen las debidas fechas electorales y 4) no se libere al centenar de presos políticos. Nuestra Conferencia Episcopal en su documento (13-1-17) hace suya esta posición vaticana. Por otra parte, los obispos venezolanos –como el Papa– defienden un verdadero diálogo y negociación con resultados para restablecer los derechos humanos y la Constitución violada y promueven una economía de vida, frente a la actual economía de muerte. Como bien dice el cardenal Urosa, el gobierno con este falso “diálogo” se ha burlado del Vaticano y de la Iglesia y continúa empeñado en engañar con palabras de diálogo y paz, mientras en los hechos sigue apretando sus políticas dictatoriales.

La responsabilidad de la Iglesia local

La Iglesia no es una supraestructura organizativa ni una burocracia central, sino que vive en el mundo en millones de comunidades de fe en Jesucristo, animadas por el Espíritu de amor. Es la Iglesia en Venezuela la que sufre la dura realidad con el conjunto del país. Los nuncios tienen restricciones impuestas por la naturaleza de su servicio eclesial y cargo diplomático. No fueron ellos los que en dictaduras latinoamericanas denunciaron y dieron la vida, sino miles de laicos, sacerdotes, religiosas y obispos –como el beato Romero en El Salvador–, perseguidos y asesinados por regímenes de opresión. Es la Iglesia local la que, en fidelidad al Evangelio, vive y sufre con todos los ciudadanos en regímenes de miseria y la que denuncia, analiza e inspira la construcción humanizadora de soluciones concretas para problemas específicos. Lo enfatiza el papa Francisco: “Ni el Papa ni la Iglesia tienen el monopolio de la interpretación de la realidad social o en la propuesta de soluciones para los problemas contemporáneos” (La Alegría del Evangelio n. 184). Y agrega Francisco una importantísima cita de Pablo VI en su Carta Octogésima Adveniens de 1971: “Frente a situaciones tan diversas, nos es difícil pronunciar una palabra única, como también proponer una solución con valor universal. No es este nuestro propósito ni tampoco nuestra misión. Incumbe a las comunidades cristianas analizar con objetividad la situación propia de su país”. Los obispos venezolanos escuchan el clamor nacional, consultan a sus comunidades, preguntan a los expertos –sean católicos o no– para aportar un poco de luz y esperanza en esta calamitosa oscuridad. El Papa les anima a hacerlo, aunque sabe que ello molesta a las dictaduras. Las respuestas serán diversas según países y circunstancias: no hay una “palabra única” “frente a situaciones tan diversas”. En unos casos la culpa es del afán de lucro como supremo dios y en otros de la falta de empresa privada y economía de mercado. Sería un disparate decir, por ejemplo, que la culpa del desastre cubano es de la inexistente libre empresa y economía de mercado; la causa está en su Estado dictatorial con partido único, educación única y economía estatal. En otros países y crisis aparecerá entre sus causas la economía especulativa con grandes consorcios capitalistas y corporaciones financieras actuando sin ética. En cambio, entre las amenazas ecológicas de la humanidad está la desenfrenada búsqueda de lucro, sin leyes ni control.

El Papa no impone, sino que exhorta a debatir y buscar soluciones guiados por unos principios humano-cristianos trascendentales. Es un hecho que hasta ahora no hay economía próspera sin libre empresa, y que tampoco existe economía capitalista con éxito humanitario y bien común si no es equilibrada por el Estado que orienta la dinámica de producción e interés individual al logro solidario del bienestar para todos. Mercado y Estado se contraponen y se necesitan, se complementan y corrigen mutuamente. No hace falta ser “comunista” para defender esto que hoy en Venezuela es de vida o muerte.

http://www.el-nacional.com/noticias/columnista/funcionarios-reganan-card...