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Carlos Raúl Hernández

Solo para idiotas

Carlos Raúl Hernández

Estudiante de sociología, tuve unos semestres discutible inclinación por el pensamiento de Teodoro Adorno y la escuela de Fráncfort: Marcuse, Adorno, Horkheimer, Fromm, los marxistas culturales, cuyo daño es hoy apreciable. Para un profesor de entonces, Adorno era paradigma de la ciencia social, porque conjugaba “profundidad filosófica con suficiencia de instrumentos estadísticos”. Aludía los dos tomos de La personalidad autoritaria, que Adorno concibe, dirige, edita y publica en EE. UU (1950). Con la edad y juicio crítico entendí que era una bola de disparates filosóficos, sicoanalíticos y estadísticos, simiente de la actual cultura woke. “Demuestra”, por ejemplo, que la esquizofrenia es producto de la propiedad privada, al dividir los bienes entre tuyo y mío. Según la antropología, la noción de propiedad aparece en la hominización avanzada y deja fuera cromagnones y neandertales que, así vistos, debían ser precursores del marxismo leninismo. Para la puerilidad de este libro, la personalidad autoritaria es efecto de la propiedad porque la “… sociedad industrial avanzada…alienta prejuicios, tendencias antidemocráticas, estereotipos y sumisión-agresión autoritaria”. Trapecismo argumental sin red protectora, como si la esquizofrenia hubiera sido desconocida en la Rusia del gulag, la Cuba del paredón y en la media humanidad que sufrió los horrores de la utopía.

Así los beatniks y la izquierda cultural americana de los 50s atribuyeron las clínicas siquiátricas a inventados disidentes de la democracia y. no donde ocurría, el comunismo. La cinta clásica Atrapado sin salida de Milos Forman, recrea una novela inspirada en Carl Salomón, un intelectual beatnik cuyo odio al “capitalismo” era tal que se hospitalizó y exigía que lo lobotomizaran, cosa que los médicos no hicieron, aunque la película lo cuenta al revés. Hacía muy poco, EE. UU había rescatado a Adorno y a la humanidad del totalitarismo nazi, mientras en la URSS comenzaba otro. Para tabular su “estudio”, Adorno fija como extremo de personalidad autoritaria la derecha y en el otro, la personalidad no autoritaria, la izquierda. Los enfermos serían Hitler, Mussolini y Goebbels, y sanos como manzanas Stalin y Mao. De nueve indicadores de personalidad autoritaria de la hipótesis, los reos de Núremberg, apenas cuadraban con tres o cuatro, pero Adorno desestimó el detalle. Torpezas de la realidad, podría haber dicho. Vivía en EE. UU como varios connotados comunistas alemanes fugitivos, Horkheimer, Erich Fromm. H. Marcuse, B. Brecht que odiaban la democracia capitalista, y sus contrarios, Hannah Arendt, Thomas Mann, Arnold Shonberg, Stefan Zweig, Leo Strauss, pero cuando la crítica académica mordió el libro, Adorno arranco para Alemania.

Escribe necedades tales como que el trauma de los campos de concentración nazis es tal que a la humanidad “ya no quedaba capacidad de amar…ni habría más vida”. Pero entre 1945 y 1960 explotan la natalidad, el baby boom, los derechos civiles y la liberación femenina sube la minifalda yl mundo mejoró radicalmente. Aunque con familia de recursos económicos, Adorno es fibionita, pobretólogo y considera la riqueza un crimen, tirria que nace con la civilización, dice Antonio Escohotado, con los Manuscritos del Mar Muerto, obra de la secta judía iracunda, los esenios de San Juan Bautista, que además de su manía de bañarse todo el día, calificaban el dinero de pestilencia. Muchas herejías cristianas quisieron destruir a la Iglesia porque no era pobre y hasta San Francisco de Asís pisó la antesala de la hoguera. Para algunas era pecado apenas tocar oro o plata y los husitas enterraban solo a los muertos cuyas armaduras tuvieran incrustaciones de perversos metales preciosos. Los demás se pudrían libremente en el campo de batalla. En el siglo XX los fibionitas más famosos son tal vez Walter Benjamin, Marcuse, Jean Paul Sartre y Adorno, contra la malignidad de la sociedad de consumo.

La abundancia material, el confort y la cultura de masas “embrutecen” y enajenan, generan autómatas acríticos, unidimensionales, seudocultura para “la señora de la limpieza”, según Adorno y no para revolucionarios sofisticados. Su amigo Walter Benjamin, igual de delirante, poseía una gran colección de muñecos, como una escena de Chucky, que adquiría para sacarlos del pecaminoso mercado, congelar su condición de mercancías. Adorno explica: “el niño, no corrompido…busca salvar en su trato con las cosas, lo que las hace buenas para los hombres y no para comprar y vender”. Le molestaban el intimismo y la sensualidad del jazz y el blues, creaciones universales de la negritud, porque eran (no hay nada más pringado que la pureza revolucionaria) “música de esclavos sadomasoquistas”, que no llamaba a una rebelión porque “los negros estaban ansiosos de venderse y conseguir contratos con las disqueras blancas”: Para su íntimo amigo el pajihielo Horkheimer, el jazz y el blues son “fondo musical de masas obedientes a la jerarquía social del capitalismo salvaje”. Pensar que discutíamos en pasillos estudiantiles semejantes imbecilidades y que aún quedan profesores que las recomiendan.

El pensamiento líquido se amolda al envase, al entorno cultural, según Zygmunt Bauman, y el post marxismo es el frasco. Parecía que la conseja de -tecnología-contra-la humanidad, yacía en el basurero de las futilidades, novelerismo de Hollywood de apasionantes distopías. Desde El gabinete del Dr. Caligari (Wiene:1929), Frankenstein (Whale:1931) y Metrópolis (Lang:1927), hasta 2001:Odisea del espacio (Kubrick: 1968), Terminator (Cameron:1984) y Matrix (Wachonsky: 1999). El surcoreano-alemán Byung Chul Hal, una especie de Paulo Coelho de la filosofía, es autor de La sociedad del cansancio (2010), La agonía del eros (2012) La sociedad de la transparencia (2013), horda de lugares comunes y estamos en hora de pasar facturas. En un artículo rococó, sin entrada ni salida cognoscitiva, sugiere que Asia demostró superiorioridad a las democracias frente al coronavirus, por la “herencia autoritaria de Confucio”, quien no lo fue más que Platón y Aristóteles cuando no existía pensamiento democrático. Que “el autoritarismo gobierna mejor” es una necedad cuando la administración china provocó la pandemia por su manejo politiquero, caótico y secretista del problema, el e igual el norteamericano, que ocultó su letalidad.

Asia es el autoritario Irán, tan torpe ante la epidemia como la democrática Italia pero lo manejaron bien las democráticas, orientales y prósperas Taiwán, Japón y Corea. El autor considera positivo que el gobierno chino tenga acceso a la información sobre la ciudadanía No existe capacidad para centralizar la big data, una masa inimaginable, ciclópea, de datos, pero el Estado chino puede disponer de la información `privada que se le antoje. Los gobiernos democráticos y las empresas están bloqueados técnica y legalmente para usar la información de los ciudadanos, atesorada en millones discos duros y servidores descentralizados y su manejo sometido a escrutinios. Hay duras sanciones para su uso ilegal o simplemente opaco: Facebook, carga una cicatriz por ello en el face, a Hillary Clinton la perjudicó en su campaña y Google recibió una penalidad en Europa. Para tener idea: la big data, que se calcula en zettabytes; si se imprimiera toda la información producida por la humanidad hasta 2022, sería una torre de libros como el Empire State hasta el sol ida y vuelta. Los mencionados Marcuse, Adorno y Horkheimer, cuestionaban los medios unidimensionales porque imponían ideología enajenante, convertían gente en masa. Lo qué defiende Hal es simple galimatías, porque el papel aguanta todo.

Le molesta la democracia informativa, el flujo multidireccional en las redes “neoliberales” (?), porque es tan amplio, biunívoco, continuo, abrumador, que le parece “pornográfico” y ahora el sujeto “se esclaviza a sí mismo”, porque la “transparencia” de las redes estimula el “narcisismo”, las ganas de “hacerse ver”. ¿Testigo de Jehová o filósofo? El libre flujo de ideas, opiniones, imágenes, obras, informaciones, dice, ¡es una nueva forma de totalitarismo! (esta vez “malo” a diferencia del control estatal, que es “bueno”). Stalin con kalé heideggeriano: la libertad de información es burguesa. Defensor de la información elitesca frente a la “globalización neoliberal”, es un tejedor de caprichos, manías, tonterías autoritarias. Cita de apoyo a una colega post marxista. Naomi Klein, que porta sin licencia uno de los cerebros más alocados, conspiranoides, desde Lex Luthor y el Jocker, que vio en el coronavirus la siniestra maniobra para crear el totalitarismo neoliberal. Según García Márquez, cada vez que alguien falla en billar una impelable jugada bola-a-bola, aquí va a pasar algo.

.@CarlosRaulHer

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Juguetes de la fatalidad

Carlos Raúl Hernández

1. Pedro Sánchez ha perdido tres elecciones, pero “eppur si muove”. España vive efectos de un sistema político sinuoso, confundido, que denuncia el peligro de “fascismo” en Vox, un partido estrictamente constitucional, pese a tener el fascismo gobernando en Podemos. Una sociedad que permite eso, puede permitir cualquier cosa. Pero es la norma que eso ocurra con una frecuencia que podría impresionar si existiera el sentido común. Cada vez que mencionamos a Pound, Heidegger, Celine, Pessoa, Cioran, Blanchot, Eliade, escoliastas de fuerzas oscuras del fascismo, se nos exige recitar antes el anatema, “pese a ser un miserable, es un gran creador…”. Muy distinto si mencionamos a Lukács, Merleau-Ponty, Sartre, Brecht, Kojeve, Neruda, Louis Aragón, Marcuse, Picasso, hagiógrafos de tiranías igualmente terribles, pero no requieren letanías parecidas. Han gozado de bastante simpatía, son incluso referencias y a nadie se le ocurrió que a alguno de ellos hubiera que recluirlo en el manicomio de St. Elizabeth, como a Pound. Se arrancaron las barbas por Stalin, Mao, Pol Pot y Castro, entre otros. vampiros. Y cuando Sartre no manifestaba en favor de Pol Pot o Mao, hacía tríos de cama con su mujer Simone de Beauvoir y niñas estudiantes. Como premio recibió nada menos que el Nobel, máximo galardón de Occidente. Lo paradójico es que tanto los creadores fascistas o criptofascistas como los comunistas o criptocomunistas pertenecen matrices ideológicas idénticas: el odio por la sociedad abierta, “capitalista”, laica, pluralista, democrática, liberal, a la que se quiere someter a patrones monstruosos.

2. Nadie enterado deja de reconocer que el siglo XX el único pintor libre de la oceánica influencia de Picasso es Jackson Pollock. Que de la impronta de Neruda estuvo exento un solo poeta latinoamericano, Nicanor Parra. Y que no hay ninguno en lengua inglesa sin la marca del norteamericano Ezra Pound. Así es la arrolladora, insondable profundidad de este titán, capaz de escribir Cantares, un libro casi impenetrable, de extensión gigantesca, con pasajes tan sublimes que no parecen humanos, miembro de la llamada generación perdida norteamericana, nada perdida, por cierto. Recuerdan de él su generosidad e inusual bonhomía. Durante su vida en Europa, estimula, protege, financia y promueve muchos escritores y artistas de la época. Lo mismo a Joyce consigue editor para Ulises, a T. S. Eliot, John Doss Passos, D. H. Lawrence, Robert Frost, Hemingway y muchos otros. Pound los acompañaba en sus depresiones, les impide suicidarse, vende cuadros de pintores amigos, paga hospitales, consigue editoriales, -y hasta novias-, y organiza conciertos. Llega a Italia en 1924 y viene la metamorfosis. Se hace propagandista del fascismo con un programa en Radio Roma dedicado a desmoralizar las tropas norteamericanas y enaltecer la ola totalitaria. Hay una antinomia moral entre Ezra Pound, norteamericano que milita en el fascismo contra su país, y su némesis, Thomas Mann, el alemán que por el contrario, se nacionaliza norteamericano en disidencia de Hitler.

3. La defensa de la democracia y la vida civilizada por Mann es transparente y no lloveré sobre el agua, para ocuparme más bien de Pound, la oveja negra. Más allá de la tesis de Kristeva, que recomienda separar los hombres de sus creaciones artísticas, me acosaron varias ideas fijas. Asaltan las liebres del pensamiento y hay que asarlas. Pound, poeta-economista, como lo llamaban, quería que los hombres fueran igualados por la mano del Duce, a quien llamó “macho de la especie”, constante de algunos intelectuales ante los “hombrones” autoritarios. Como Mussolini, Pound se desplaza desde el el totalitarismo de izquierda al de derecha, cuyas únicas diferencias son los colores rojo, pardo o negro de las camisas de los aporreadores en las calles. Entre 1910 y 1921 en Gran Bretaña Pound escribe en publicaciones de izquierda para devastar los “valores burgueses” que resumían la vida convencional, la Iglesia, el sentido del humor británico, el comercio, los negocios, “el teatro de la conformidad”, la poesía tradicional, el elitismo cultural de los movimientos vanguardistas y también, paradójicamente, la cultura popular adocenada. Vive fanatizado conque la suya es la mejor vía para acabar con el orden establecido igual que los marxistas por su lado. Intenta formular ideas políticas o económicas en artículos y conferencias sorprendentes por rupestres, que no se compadecen con las dimensiones del poeta y traductor, lo mismo que sus atropelladas alocuciones radiofónicas.

4. La furia autoritaria esclavizó por milenios gente pacífica. Parecía salirse con la suya, pero los seres de un día controlaron la hostilidad de la naturaleza, de sus congéneres y la que llevamos en la sangre. El hombre es “el animal blando”, como lo definió el sociólogo Arnold Gehlen, pero tiene voluntad, razón y pasión. Error de las ciencias sociales creer que somos paja en el viento, juguetes de la fatalidad, las circunstancias, la sociedad o la historia y no hay excusa para justificar quienes se afilian a movimientos monstruosos. Si fuera simples instrumentos, viviríamos aún aterrados en cuevas con herramientas de piedra. Aislados en una habitación un humano desnudo y una rata rabiosa, la pelea es pareja. Pero la criatura de físico vulnerable y espíritu poderoso, el homo sapiens sapiens, desarrolló la inteligencia y mecanismos, tecnologías e instituciones para defenderse de fieras, de otras catervas y de sí mismo. El hombre es la voluntad, “la fuerza para sobreponerse… a toda costa”, dice otro pensador. Para convivir instauraron tótem y tabú: esto se puede hacer, esto no. Matar, robar, pederastia, incesto, están prohibidos ¿Cómo vencieron “históricamente” los sapiens a los vigorosos neandertales, animales duros, acorpados, hirsutos, agresivos, salvajes, con nariz chata de largo alcance? Pese al absurdo vegano, las proteínas rojas desenvolvieron cerebro y manos del sapiens. Y según la antropología, el perro está entre los factores aleatorios que aceleraron la humanización. Este animalito eliminaba las víboras que ponían en peligro las crías y sus madres lo amaron.

5. Gracias a sus protectoras el perro se hizo amigo de los varones, cazadores a los que suplió las deficiencias de olfato para atrapar presas, y así aumentaron la ingesta de carne. Pero según Ernst Gombrich, cumbre de la sociología del arte, un acontecimiento determinante y básico por encima de todos los demás, impulsó el salto definitivo del animal al hombre. Fue el día que descubrió el sexo cara a cara, y de verse a los ojos, nació el sentimiento, que individualizó a la hembra y la liberó de ser el receptáculo que saciaba a cualquiera en la manada: “si la tocas te mato” se pronunció por primera vez. Para ella transformó un acto violento, efímero e impersonal, tributo a los machos que la protegían y no podía evitar, en un momento de intimidad profunda y reparadora. Con ese nuevo vínculo recóndito, él enfrentaba las fieras con más fuerza, porque lo esperaba alguien que sentía parte de sí mismo y cuyo fantasma lo acompañaba. Pasa a ser la mujer y deja de ser hembra de la especie. Según Gombrich el milagro del sentimiento estalla en el arte rupestre. Eso se lo perdieron los pobres neandertales en su anacrónica bestialidad.

6. Avanza el conocimiento porque hasta entonces el embarazo era un suceso mágico, inexplicable, pero ahora comienza a entenderse el vínculo entre sexo y procreación. Algunos antropólogos heterodoxos piensan que, derrotados por los brillantes homo sapiens, los neandertales se unieron a ellos, y hoy parecieran andar en el metro, los aviones y también en el poder. Sus eventuales nietos, en vez de rugir insultan, el mismo rugido ahora articulado por el lenguaje, su herencia genética violenta y miope, desgracia la vida de las naciones. Instalan guerras, cárceles, torturas, allanamientos. Las instituciones “ponen bozal a las bestias de rapiña…con eso no mejoran moralmente, pero se hacen inofensivas como los herbívoros…La máquina social doma los egoísmos…en interés de la supervivencia”. Conciliar, discutir, tolerar, son hijos del avance humano. Pero si la máquina social cae en manos de fieras match políticas, se voltea contra la gente y la vida cruje a tal extremo que las sociedades donde ocurre, recuperan la normalidad a un alto costo. Una vez cierta diputada ucraniana, Natalia Korolévskaya, presentó un proyecto de ley para prohibir el cara a cara en la cama porque “dificulta la concepción” y en su país “existe un déficit poblacional”. Lo dice basada en un “informe técnico”. La ley irrumpiría en las habitaciones a exigir el “a tergo” o “pecorina”.

@CarlosRaulHer

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Clint Eastwood, Wyatt Earp, Javier Milei y Cristina

Carlos Raúl Hernández

Supe de Javier Milei por su tremendismo revolucionario, “hablar claro”, no tener bigote en la lengua, y otras propiedades que no son precisamente patrimonio de grandes estadistas democráticos. Su declaración después de la PASO, fue idéntica a la de un conocido mamerto, Pablo Iglesias, quien rugía sobre “desaparecer a la casta parásita” de los políticos. No imagino a Clinton, Merkel ni Aznar referirse a sus opositores de “cabrones” o “hijo de p…”, como hacían Castro y Pinochet, y ahora este patán “liberal”. Se identifica libertario o anarco liberal, y no sé cuánto en verdad lo será, un pensamiento muy extraño, incluso para la academia, al que me acerqué gracias a la invitación a foros internacionales de discusión del Liberty Found. Por eso me pregunté un par de veces si el candidato Milei tenía claro lo que decía ser y en todo caso creo que es el primer político en vías de éxito que se define así, aunque ahora uno se autoconcibe como le da la gana. Pero algo debe saber de eso porque menciona con frecuencia ideología y maestros. Los anarcoliberales, anarcocapitalistas, libertarios son anarquistas de derecha, que como su hermano gemelo de izquierda, aspiran la eliminación perentoria del Estado y declaran enfáticamente la caducidad o incompetencia del liberalismo clásico ya que la civilización anclada en Montesquieu consagra y no cuestiona la existencia del Estado y de los poderes públicos. Pero cuando un anarquista pasa a la política real, se manifiesta su vaciedad. Quien gana la presidencia controla el poder el ejecutivo y tendrá al lado los moderadores, judicial y el legislativo, el Estado. La aberración podría apelar a una “constituyente” para crear otro Estado, ahora a su gusto, pero Estado al fin. El liberalismo original es una teoría, pero se materializa a través de la socialdemocracia y otras ideologías democráticas de centro, única manera de ser liberal en la realidad práctica.

La imposibilidad de un programa anarquista, logró que muchos de sus militantes se hicieran terroristas en el siglo XIX, mientras llegaba la hora ignota de crear un comunismo sin gobierno y regido por comunas, rasgo idéntico de su gemelo de “derecha”, el anarcoliberalismo. La historia recuerda a William Godwin, Mijaíl Bakunin, Mijaíl Nechayev, Alekséyvich Kropotkin, Santa Caserio y muchos otros, desde teóricos hasta hombres de acción. El precursor principal del otro anarquismo, el de derecha, es Ludwig Von Mises, con un monumental conocimiento de la historia y de la economía, pero su obra la opaca el extremo fundamentalismo anti estatal, que lo llevó a acusar a Von Hayek de socialista disfrazado en una de las reuniones de la fundación Mont Pelerin en Suiza a comienzos de siglo XX. El nombre de anarcocapitalismo se lo puso Murray Rothbard, un filósofo y economista norteamericano que sueña esa sociedad sin gobierno, anárquica, regida por las comunidades, con propiedad privada sin política, y paleoconservadora: un mundo estático, parroquial, reticente a la globalización, las migraciones y a los cambios. Apegado a la religión y las costumbres “propias”, importaciones controladas y reticencia a culturas extranjeras. Como las demás ideologías ultras, desprecia la democracia, por ser una forma de Estado. El español Jesús Huerta de Soto, otra de las luminarias de esta corriente, defiende una democracia directa, de comunidades autoregidas, sin políticos. Igual plantea la obsolescencia del liberalismo expuesto por Locke y Montesquieu hasta Hayek y Popper. Su teoría económica desarrolla y amplía conceptos de demostrada pertinencia: productividad del trabajo, eficiencia, emprendimiento, vinculados esencialmente a la propiedad, y las conocidas tragedias que producen el socialismo y otras corrientes colectivistas.
Pero también desarrollo una tesis sobre la nación, de insuficiencias graves. Asume el concepto de los románticos, llamado “la ideología alemana” por Marx y Engels, anterior a la revoluciones francesa y norteamericana que crearon el Estado político moderno: nación es un sentimiento popular, lengua, religión, costumbres, sangre, tradiciones, “identidad” de unidades parroquiales o medievales. Como pensaban Johann Herder y Johann Fichte, a cada identidad cultural corresponde por derecho una patria, aliento actual de movimientos secesionistas parroquiales y caos. Eso argumentan quienes creen que existen naciones catalana, vasca, navarra o gallega, blanden anacronismos y mentiras históricas que pueden provocar una reacción en cadena en los estados europeos. No habría, según su opinión, franceses, sino normandos, galos, borgoñones, auvernios, corsos, etc., cuya unificación fue logro esencial de Richelieu, Mazarino, Danton. Según la pauta de Huerta de Soto, los EE. UU serían cincuenta “naciones” y Alemania trescientas. Otro de los puntales libertarios es David Friedman. En su obra La maquinaria de la libertad, desarrolla la idea de un tipo de justicia no estatal sino privada, modelo para la sociedad anárquica del futuro, una vez que la humanidad se convenza, quien sabe cómo ni cuándo, del extravío que representa la mera existencia del Estado. Su modelo es la justicia privada del lejano Oeste americano, con lo que demuestra que no vio suficientes películas vaqueras, ni bibliografía de Marcial Lafuente Estefanía. De hacerlo su modelo de justicia no sería una ligereza o un fórceps sobre la realidad. California, Texas, Kansas, Oklahoma Wyoming, Arizona, etc., estaban azoladas de matones que pasaron a la historia por sus depredaciones, Jessy James, Billy de Kid, Buffalo Bill, Clay Allison, Hatfiekd, McCoy, Ben Thompson, King Fischer.
Impusieron la ley del más fuerte, el “más rápido”, sobre solitarios sheriffs que representaban precisamente el rudimento de un Estado embrionario. “Yo soy la ley” decía Wyatt Earp mientras acariciaba cacha de hueso de su Colt 44, dejando claro donde estaba la justicia. Pobres mujeres de las que un matón se antojara, y el respeto a la propiedad privada debía imponerse a las pandillas a punta de Winchester. Por no referir el exterminio de piel roja y la posterior depredación de indígenas hispanohablantes y cristianos, es difícil acertar con semejante distorsión cognoscitiva. Volviendo a la realidad actual, en las PASO argentinas triunfó una justificada rabia colectiva, sobre la que he escrito en varias ocasiones. Entre el peronismo, los militares y el kirchnerismo defalcaron al país en una magnitud incomparable, un plan ejecutado por los Kirchner entre 2003 y 2015. Un tal José López tenía 9 millones de dólares en su casa para cigarrillos y chucherías, pensó que lo allanarían, y corrió a ocultarlos en el convento de las asustadas Monjas orantes y penitentes de Nuestra Señora de Fátima, donde lo pillaron. Pero ya la cúpula kirchnerista se desmoronaba desde 2017. A Omar “Caballo” Suárez, jefe sindical portuario, lo agarran por fraude, estafa agravada y cuentas multimillonarias sin justificación. Juan Pablo “Pata” Medina, jefe sindical de la construcción, preso por extorsionista, asociación para delinquir y operaciones por diez millones de dólares no justificados. A ese humilde dirigente popular, la vida lo premió con ciento nueve automóviles, un avión y un helicóptero. Marcelo Balcedo, de los educadores y traficante de armas, tenía cuentas por veinte millones de dólares, y era feliz propietario de dos aviones, un yate, cuatro porches, un Ferrari, un Mercedes McLaren (valorado en 500.000 dólares) y un zoológico privado.
El procedimiento kirchneriano era el siguiente: el superministro de planificación, Julio de Vido, creó un “comando” con las grandes empresas de la Cámara de la Construcción, que oficiaba el presidente gremial, el supermagnate Carlos Wagner. Allí decidían el plan de obras públicas y adjudicaban quien ganaría cada licitación. Una vez iniciadas las obras, duplicaban o triplicaban el costo inicial y ni siquiera se concluían. Sobraban dólares para varias capas de funcionarios del gobierno y empresarios, y todo el mundo contento. Estos cuadernos llegaron a manos del poder judicial y Wagner, en compungidas “confesiones”, revela que los Kirchner recibían 3 millones de dólares diarios, 90 al mes, 12 mil millones durante sus tres gobiernos, suficiente para una vida modesta, pero sin privaciones. Se ha visto cantidades de veces: esas rabietas populares, muy justificadas, pueden conducir a entronizar imbéciles y energúmenos que empeoran todo, en perjuicio de los que siempre pierden. No aseguro que Milei, de ganar, si ganara, repita lo que tanto vimos, aunque lo asegura él con su lenguaje de burdel. Ojalá no y en primer lugar poco podría hacer si no tiene el Congreso y la Corte a su favor.

@CarlosRaulHer

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Marcuse vintage

Carlos Raúl Hernández

Una de las tesis del filósofo alemán Herbert Marcuse fue “el final de la utopía”, contenida en un librito de ese nombre que este servidor masticó con voracidad caníbal en la escuela de sociología, como todo lo que llegó de ese personaje. El “capitalismo”, decía, supera la escasez milenaria de bienes materiales, surge la “sociedad opulenta”, “la sociedad de consumo” y la clase obrera pierde su negatividad histórica, para hacerse soporte del sistema. El “capitalismo” ya no “depaupera a los trabajadores”, sino otorga casas, neveras, lavadoras, cocinas y automóviles. Además, el fracaso del socialismo era incontrastable en la otra mitad del planeta donde imperaba en la miseria y la brutal represión. La utopía se realiza paradójicamente en el confort de las naciones “capitalistas” occidentales. Eso deroga el pauperismo del pensamiento de Marx, que justificaba moral y políticamente una lucha ahora sin razón de ser. Décadas después, los edificios podridos se desploman con el Muro de Berlín y es más ostensible la estafa vivida por la humanidad durante setenta años, que disfruta de una amplísima satisfacción de las necesidades materiales sin precedentes. La victoria sobre patologías hasta hace poco mortales alarga la vida hasta el doble de hace un siglo y 9/10 de la población mundial supera el hambre endémica.

Somos los primeros humanos para quienes morir es una eventualidad remota mientras antes era normal perder uno o dos hermanos. Vivíamos poco y la Sombra estaba demasiado presente, era invasiva, convivía con y obsedía al hombre. En esa estremecedora maravilla que se llama El séptimo Sello, el director sueco Ingmar Bergman cuenta la historia de un cruzado, Antonius Block, que como rutina jugaba ajedrez todas las noches con la muerte. Pero hoy día la Fatalidad es una presencia inesperada, un accidente y por eso los tanatorios, ya ni siquiera cementerios gracias a la cremación, se ubican en las afueras, para que nadie los vea, y entre los cadáveres cremados debía estar el marxismo. Pero como demuestra la historia de las sectas religiosas, el fanatismo ideológico es inmune al fuego de la realidad y asistimos periódicamente a redefiniciones, “nuevas izquierdas”, vueltas y más vueltas que terminan en el mismo nosocomio. Sánchez, Petro y Boric, “la izquierda posmoderna”, repiten inmancablemente los fracasos precedentes, aunque el chileno decidió devolverse y pasarse al “enemigo” y ya veremos si se desnuca.

Prefirió ser González Videla y no Allende. Llevo tantos años oyendo al Camila Vallejo decir necedades, que casi celebro su nuevo look ideológico “neoliberal”, de un día para otro, a partir de dos palizas electorales. Marcuse y otros condujeron al marxismo cultural: como las banderas del hambre o la explotación no tienen sentido, la nueva subversión de quienes nunca se han saltado una comida, será étnica, sexual, religiosa, a partir las debilidades emocionales y sicopatías y de dividir el mundo en víctimas y victimarios. El movimiento aprende política y surgen los Objetivos de Milenio y posteriormente la Agenda 2030. Las clases medias, demuestran que, fuera de sus especialidades, tienen una compresión subestandar, del mundo, inferior a los trabajadores o sectores populares, y siquiera se percatan de sus propias lagunas e insuficiencias. Sucumben a la engañifa ambientalista, veganas, a las aberraciones de brillantes perturbados sexuales y encarnan la nueva amenaza fascista, !mientras denuncian al fascismo¡ Apoyan el sometimiento de las musulmanas a velos indignos, que caminen detrás de los hombres, les amputen el clítoris, reciban palizas, prohibición de salir de sus casas, nada menos que en Barcelona, Amsterdam o Roma.

Pero en la tarde son femininazis y posmo con un pastiche ideológico indigerible que pretenden encubrir con “fobias” imaginarias. La subversión marcusiana se apoya en minorías resentidas antisistema: drogadictos, delincuentes, grupos étnicos, sexuales y religiosos que odian a la mayoría. Si los héroes del mayo 68 francés fueron las tres M: Marx, Mao y Marcuse, este repite postmorten sin que nadie lo celebre en julio 2023. Francia vivió un levantamiento de antisociales, que viven de los impuestos de ciudadanos, que soportan delincuencia “étnica” cotidiana y cadenas de acciones terroristas. Habitantes de los ghettos son 10% de la población, pero cometen 50% de los delitos. Marcuse argumenta la revolución de delincuentes, aunque la tesis no es original suya y viene del llamado “primer comunista alemán”. El sastre Wilhelm Weitling, proponía organizar “una masa irresistible de desesperados…unos cuarenta mil ladrones y atracadores, maestros de la acción directa…(pues)… los socialistas…consideran perjudicial la forma de gobierno llamada democracia…el pueblo en armas debe alzar la voz y no ir a las urnas puesto que es el dominio de capitalistas, mercaderes, clérigos, abogados, lacayos y otros parásitos…”. Marx expresó su gran admiración: “recordaré los geniales escritos de Weitling, que desde el punto de vista teórico, superan …a Proudhon…”. En España la lucha de clases es de jubilados y trabajadores contra delincuentes, okupas africanos, que sin más arrebatan las viviendas a quienes ahorran toda la vida para tener una y cometen el error de irse el fin de semana a alguna parte. Hasta la revolución marcusiana y la Agenda 2030, la jerarquía de las personas se medía en su historia. La experiencia, el currículum, los títulos, las realizaciones, eran credenciales que fijaban el estatus y el ascenso. La revolución actual es iconoclasta en sentido estricto, pero no se destruyen solo las estatuas, sino las reputaciones y las personalidades. Se cancela lo que alguien escribió antaño, si difiere de la mediocridad de algún cabeza de chorlito de los lobbies, que cuenta con la posibilidad de poner en cuestión toda la cultura. En vez de lo añejo, tenemos lo vintage, envejecimiento inducido desde la óptica posmoderna. Se nos ocurre, aunque sea impreciso, hablar de adolescencia social, una relación alegre con el mundo, sin carga de responsabilidades, propia de las sociedades de consumo y la exacerbación del Estado de Bienestar, hasta la situación suicida de hoy. El pretérito, la cultura, se convierte en un lastre como es típico de las revoluciones, cuyos protagonistas son precisamente los que no tienen pasado.

Los sans culottes en la Francia jacobina, eran el populacho que aplaudía en la guillotina, primero a Luis XVI y después a Robespierre; hoy su papel de saqueadores, violadores, pirómanos, lo desempeñaron los islámicos. Lenin aspiraba a que el “proletariado” ruso barriera con la herencia y creara el prolekult, la cultura proletaria, que aniquilaría los valores burgueses y para dejar clara la distancia que lo separaba de sus creaciones (de la burguesía), se refería a “su Louvre”, “su Notre Dame”, “su Sainte Chapelle”. Las Brigadas Rojas de Mao linchaban a los maestros y profesores por transmitir la cultura dominante y los Jemeres Rojos de Camboya, que además eran niños de doce años, consideraban enemigo a cualquier adulto y ejecutaban por “occidentalizado” a todo aquel que usara lentes o hablara francés. Hoy vemos hordas apoderarse de las calles europeas, de las mujeres para violarlas, de los espacios urbanos para quemarlos, de las vidas para quitarlas. Pero veamos que ocurre en el hasta ahora tenido como modelo universal, Suecia, al extremo de que socialistas y capitalistas lo reivindican como suyo. Es terrible decir que el mito del milagro sueco ha terminado estrepitosamente.

Apenas el año pasado, 2022, lo declaró Magdalena Anderson, cuando aún era primer ministro, con carácter dramático por decirlo una socialista comprometida con la Agenda 2030: que la política de inmigración sueca era un fracaso catastrófico, que en Estocolmo hay sesenta bandas con armamentos de punta (por cierto, vendido por Ucrania). Sostiene que la debilidad de la policía hace a los funcionarios renunciar a sus trabajos y que “vivamos en dos países paralelos”. En 2021 hubo 335 tiroteos y ni en el lejano oeste. Con su saldo de heridos, violaciones y fallecidos, los más altos de Europa, supera 10 a 1 el promedio de Alemania, y Europa del este. En 2019 se cometieron 260 delitos con explosivos, y la mayor tasa europea de crímenes de odio contra homosexuales, por militantes islámicos. La mitad de quienes cumplen sentencias son inmigrantes y al incluir los hijos de inmigrantes, la cantidad llega a 90%. Lo paradójico es que, contra las vaciedades ideológicas de la izquierda, en vez de serlo de la exclusión, los criminales son producto de la inclusión. Reciben grandes masas de recursos de apoyo, especialmente bonificaciones por cada hijo, desde el nacimiento hasta los 16 y 20 años. Ayudas para el pago de alquileres a las familias, facilidades para acceder a viviendas públicas, subsidios directos a quienes solicitan asilo. El efecto perverso es que eso se convierte en un cómodo sistema de vida, desincentiva que busquen trabajo, aprendan la lengua y se incorporen a la sociedad. Se hacen vagos, se ghettizan, (hay un barrio llamado Pequeño Mogadiscio) y nacen las bandas armadas. Estocolmo es la primera capital europea donde se impone la sharia en contra de la legislación normal y las autoridades piensan en usar las fuerzas armadas contra esta perversión.

@CarlosRaulHer

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