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Carlos Raúl Hernández

El cadáver artillado

Carlos Raúl Hernández

Vale sospechar que cuando algún personaje emprende campañas moralizadoras, estamos más bien ante un redomado bribón con fines distintos al bien público, como lo vivimos con los notables en Venezuela y los gobiernos antipolíticos desde 1993. Las cruzadas éticas recuerdan demasiado la turbidez de la inquisición. Los jueces se quedaban con las propiedades de las enjuiciadas por brujas y se ha analizado la perversidad sexual en los procesos y las sesiones de tortura. En Perú hoy ha aparecido un tribunal de inquisición que confiesa “No nos enfrentamos solo al poder del dinero, sino… a la clase política peruana” (El País, 21/04/19). Prepárese que viene la revolución.

La ofensiva de terrorismo judicial es mucho peor que la que tuvimos aquí hace 28 años. El Torquemada de turno, el fiscal Rafael Vela, explica claramente su plan. Lo mismo planteaban Escovar Salom, Uslar Pietri, Maíz Vallenilla y otros de aquellos repúblicos que demolieron el prestigio del liderazgo, a los que debemos la destrucción de la democracia y el ascenso del chavismo. Cuenta el Santo Oficio del Virreinato Perú con la esencia del procedimiento inquisitorial, anterior al derecho acusatorio moderno: la prisión preventiva, nada menos que por tres años, es decir, una sentencia previa por sospecha, sin juicio y sin derecho a la defensa.

Así están presos el expresidente PPK, enfermo cardíaco, a sus 82 años una condena a muerte, y su anterior rival, Keiko Fujimori, también hasta ahora sin pruebas. Estuvo año y medio en la cárcel el matrimonio Humala Heredia. Pensaban hacer lo mismo con el expresidente Alan García, pero ocurrió lo imprevisible. El kamikase blandió como arma blanca su muerte y se las clavo en la garganta. Tal vez el escándalo mundial amaine ese terrible peligro de un país donde los presidentes desde Fujimori a nuestros días, todos los de los últimos 27 años están acorralados por el sistema judicial, menos el que voló sobre el nido del cucú.

Los tribunales del odio

El terrorismo judicial logró que Fujimori siga preso para que se muera, después de pagar larga pena y recibir un indulto legítimo. La carta de Alan García estremece, sobre todo porque la escribió semanas antes, y su decisión y serenidad recuerdan a Getulio Vargas cuando hizo lo mismo en 1954. También Salvador Allende se suicidó en la ruina política, la destrucción y curiosamente varios Allende lo hicieron: su hermana y una de sus hijas. La diferencia es que García reivindica con razón su triunfo, en el segundo periodo tal vez el mejor presidente que tuvo Perú.

Clava una frase de bronce, shakespereana, en su testamento. Dejo mi cadáver en señal de desprecio. El fiscal Rafael Vela se queja de no haber podido encerrar más indiciados porque tienen dinero y pueden contratar buenos abogados, un contratiempo. Dice el héroe que “estamos enfrentando no solamente a toda la clase política del país (toda) sino… espaldas financieras muy grandes… personas de alto perfil tienen mucho dinero para pagar defensas técnicas muy calificadas” (idem).

Si el fiscal es capaz de decir que toda la clase política es corrupta, ya sabemos de qué se trata. En la misma página de semejante testimonio apareció el artículo habitual de Vargas Llosa, quien tan merecidamente tiene ganado respeto universal y por eso esperamos de él sensatez y sentimiento. Pero esta vez Don Mario se olvidó del Premio Nobel, se bajó del caballo y declaró como un peruano sacudido por la política de su país, del que sabemos que nunca ocultó su ojeriza a García. Por eso afirma cosas que no cuadran con las dimensiones del escritor.

Voto de pobreza

La estructura subyacente del artículo es esta: ciertamente al sospechoso, pese al alud de investigaciones, no le han podido comprobar nada… pero intuyo su culpa, porque no es como Belaúnde que salió más pobre de la Presidencia que al entrar. Don Mario despoja el acto final de García de cualquier dignidad y lo atribuye al remordimiento o la culpa. Otelo y no Antonio. Es incomprensible que alguien como él, un cultor de Tirante el blanco la novela de caballería de Joanot Martorell, y de Don Quijote, reste importancia al sacrificio supremo, caballeresco de dar la vida por una causa, por la honra.

Entregar el físico no es cualquier cosa como sabemos todos, pero nadie mejor que Don Mario que ha leído todas las novelas y dramas. Desconcierta que un liberal moderno y culto acepte que hay culpables sin pruebas. Tanto como exigir voto de pobreza a un político exitoso con cincuenta años de carrera y dos veces Presidente de la República. Tal vez los peruanos, y su Premio Nobel, deberían comenzar a preocuparse por el destino de esta marcha de la locura judicial y por el rumbo del país impulsado por la Vela del fiscal.

Una experiencia memorable y que debiera servir de ejemplo, en la que un juez en la lucha contra la corrupción se sintió ungido y quiso cambiar el mundo fue la de Antonio Di Pietro, el mani puliti, protagonista de la razzia contra dirigentes políticos y empresariales a comienzos de los 90 en Italia que se llamó la tangentópolis. El resultado no fue un nuevo sistema político de manos limpias sino la liquidación de los partidos históricos y el advenimiento de la antipolítica, que tomó cuerpo nada menos que en Berlusconi.

@CarlosRaulHe

La manzana de la discordia

Carlos Raúl Hernández

Qué sería la historia sin el pecado original? Está en la raíz todo lo ocurrido en los últimos tres mil quinientos años. Imperios y naciones surgieron, guerrearon, crecieron y sucumbieron bajo el signo cultural del primer pecado, que marca a los pueblos del libro en el desierto, o por su antítesis y síntesis posterior, Jesucristo, quien vino a la tierra a redimirlo. La paradoja es que no se sabe muy precisamente en qué consistió, y el debate, al parecer, no ha llegado a algún consenso. Puede haber dudas sobre si eran uno o dos los prohibidos porque se habla del árbol de la ciencia del bien y el mal y también del de la vida y no está claro que sean el mismo.

Se piensa que la falta fue que Adán y Eva tuvieron sexo, descartado porque obedecían a la voz de “creced y multiplicaos” desde el momento de su creación. Ambos estaban hechos para eso, macho y hembra, en tiempos que no existían la TV ni las redes, y haber violado la castidad como hipótesis es picaresca popular. Desde otro punto de vista, cuya máxima expresión es Miguel Ángel, el problema surgió porque Eva práctico sexo no reproductivo y hedonista, felático a Adán, como retrata en el audaz y escandalosa imagen del fresco en la Capilla Sixtina, provocación del maestro en su interminable pelea de amor-odio con el furioso Papa Julio II.

El enredo crece porque se suele decir que el Demonio tentó a Eva incitándola a comer el fruto y dárselo a Adán, y si lo hacían “seréis como dioses”. Pero en esos tiempos bíblicos el demonio no existía y quien hacía maldades era una especie de sirviente de Jahvée, que obedecía sus órdenes y no guarda relación con el futuro Príncipe de las Tinieblas. Jamás se hubiera atrevido aquél mandadero intrigante a tomar una iniciativa así con el hombre, creación de la que el Señor estaba orgulloso, y no estuvo involucrado.

Serpiente de dos patas

Así que la serpiente no era el Diablo sino simplemente una serpiente, solo que tenía patas. Por eso cuando descubre la conspiración, el Creador la condena a “arrastrarte sobre tu vientre”. Añadamos que se han conseguido evidencias de una especie desaparecida de serpientes con dos patas delanteras pues de no haber sido así, la maldición carecería de sentido porque ya se arrastraba. Tampoco en ninguna parte se dice que el fruto prohibido fuera o estuviera representado por una manzana y si de alguno con asociaciones eróticas se tratara, debería ser más bien la níspola o níspero que tiene fisonomía más apropiada para reclamar el honor.

El pecado consistiría en que al comer el fruto prohibido habrían conocido el mal, y se rompe la inocencia de lo que Hegel llamó irónicamente “un jardín para animales”. Pero hay elementos contradictorios en la situación, porque Adán y Eva descubren el mal, no al morder la fruta prohibida, sino cuando se les hace saber que en el jardín donde los árboles son iguales, uno de ellos es el mal. Me recuerda la anécdota de chicas que se bañaban en el tanque de la terraza de un edificio, mientras unos hombres hacían reparaciones en el techo del contiguo.

Enfrascados en su trabajo y con un sol para hacer parrilla, los trabajadores no se percataban de las bañistas en el otro edificio hasta que una gritó “¡señor, señor… que no miren para acá”! Es la prohibición la que contiene el mal, no la acción posterior. Dice San Pablo en agudos reparos sobre el pecado y la ley … “…pues nada sabría yo de la concupiscencia si la ley no hubiera dicho no seas concupiscente. Pero entonces el pecado tomó el mandato como causa y excitó en mí toda clase de apetitos, pues sin ley el pecado estaba muerto” (Tesalonienses)

La ley crea el pecado

Las ya malas relaciones empeoran porque Caín asesina a Abel con lo que Dios decide destruir su obra, eliminar la estirpe. Solo la integridad de Noé salvó a la especie de la extinción precoz. Con Moisés el Decálogo renueva la alianza y da al hombre la capacidad y la obligación de castigar el crimen para que Dios se salga del drama humano ¿Será que el pecado fue la desobediencia? Tal vez, pero nacen ahí la libertad y la responsabilidad de los seres humanos, a cambio de haber perdido la inmortalidad en el Edén.

Ya no son unos niños venturosos y desocupados que jamás conocerían la muerte, sino que emprenden un camino de tomar decisiones, equivocarse y pagarlas o acertar, triunfar, y morir. Los hijos de Adán y Eva inventan la agricultura y la cría, se reproducen y pueblan el mundo, lo que hace a Dios exclamar: “¡Miren. Adán a llegado a ser como uno de nosotros!” y con eso redimensiona las palabras de la serpiente maldita.

Hegel en sus mordaces notas sobre el Génesis, sugiere que Dios hizo a los humanos porque estaba fastidiado, para sustraerse del horror vacui que debía traer desde la eternidad sin hacer nada. Cerremos la Semana Santa con un simpático párrafo de Soren Kierkegaard que coincide con Hegel: “Dios estaba aburrido e hizo al hombre. Adán se aburría solo y crearon a Eva… luego se aburrieron Adán y Eva en común, más tarde se aburrieron con Caín y Abel en familia y luego los pueblos se aburrieron en masa. Para distraerse decidieron construir una torre que llegara hasta el cielo. Más tarde se dispersaron, hoy viajan por el mundo igual de aburridos”.

@CarlosRaulHer

El Gran Viraje

Carlos Raúl Hernández

Después que la toma de Miraflores se convirtió en simulacro y éste en protesta frente a Corpoelec, correspondería una buena sacudida mental. El balance de estos ya tres meses sugiere que caminar lenta o rápidamente no garantiza que se va a algún sitio preciso y hay que chequear la brújula. Tumbar la puerta a patadas no es política y menos descalzo. Según Gramsci la inteligencia pesimista ve los problemas, pero vencerlos requiere una voluntad optimista, aunque lo contrario es una catástrofe. Si Guaidó se sale de la huella y asume el viraje, tendrá apoyo resuelto contra los que lo inducen al fracaso y a repetir tonterías.

Los simples imploraron un golpe militar al que dieron el ridículo nombre de “intervención militar democrática”. Y una cosa tan burda que jamás pensé escuchar en esta vida ni en las siguientes: una invasión militar extranjera. La estrategia de patear descalzo estuvo muy clara siempre. Desde las guarimbas de 2003, el paro petrolero, plazaltamira, la abstención 2005, la salida en 2014, la salidota en 2016, la megasalida en 2017 (Mariella Rossi dixit) la recontra salida de 2018. Pero podríamos estar frente a un cambio de paradigma y de ser así habrá que ganar a la opinión pública.

A finales de enero 2019, cuando por algún incomprensible motivo pensaban posible la fábula de la invasión, llovieron twits y hasta algún reportaje con retrato hablado de los creadores de la estrategia pirata. Ni el Caballo de Troya parecía tan brillante. Y si (¡digo es un decir!) se materializara el viraje habría que celebrar la aparición de un dirigente con coraje para rehacer y rehacerse. Hasta ahora, quienes se equivocaron se hicieron los locos y pusieron la basura debajo de la alfombra. Querían actuar entre los escombros como si nada hubiera pasado.

El príncipe de las mareas

El Príncipe de las Mareas es una vieja película dirigida por Barbra Streisand (1991) coprotagonizada por Nick Nolte. Cuenta la historia de una madre y dos niños, víctimas de asalto y violación en su hogar, que pactaron fingir absoluta normalidad al regreso del padre de su trabajo en la noche. Juraron nunca más hablar de eso, que quedaría sepultado en la memoria. Como era previsible, tanto el terrible hecho como su represión síquica destruyeron las vidas de todos. Los duelos y lo errores hay que procesarlos y no dejar cadáveres en el closet.

Es fatal en la política sembrar ilusiones, inventar deadlines imaginarios o soñar con las trompetas de Jericó. Hay que sacarse de la cabeza malos ruidos y reconstruir la política, muerta en el extravagante llamado a abstenerse el 20 de mayo (“¡invasión sí, elecciones no!”. La único después de tanta alucinación, es el camino electoral democrático y negociar con el gobierno ante los ojos de UE, Latinoamérica, EEUU, Rusia, China y el Vaticano. Héctor Rodríguez propuso a la oposición un acuerdo el 18 de enero para regresar a una relación civilizada. El 5 de marzo Jorge Rodríguez planteó cinco puntos, le respondieron con el mantra y no recibió nada serio a cambio.

Arreaza hizo un puente que nadie pasó. Maduro propuso por tercera vez un proceso electoral (con supervisión de sus amigos), y Diosdado Cabello retó en su papel de policía malo: “estamos preparados para la violencia o para las elecciones”. No es excusable menospreciar como actos de debilidad, y sería soberbia del suicida pensar que “ya falta poco”, otra vez dando vueltas en la noria, en la amarga espera de que el gobierno caiga. Hay que apoyar abiertamente el Grupo de Contacto de la UE porque es la única posibilidad real de salir del infierno.

Gobierno de cohabitación

No se puede reconstruir el país sin un acuerdo de gobernabilidad entre gobierno y oposición, que contemple elecciones bajo supervisión internacional (¿alguien podría suponer que no serían libres?). El mantra ha bloqueado la posibilidad de pensar en política adulta, como una cohabitación en la que Maduro rehaga lo que destruyó, ejecute las severas reformas económicas con apoyo global y cargue con los costos políticos. El mantra se la pone fácil: que gobiernen sus opositores, implanten medidas difíciles, mientras el chavismo toma las calles y recupera fuerzas.

Para que haya confianza en algún eventual acuerdo, debe imperar justicia transicional y asegurar instituciones que hagan imposibles los ajustes de cuenta. Todo el mundo debería saber que derrotado Pinochet, quedó como jefe del ejército. Y liquidado Daniel Ortega, logró hacer a su hermano ministro de Defensa de Violeta Chamorro. De la misma errada fuente de la que sale declaración de ilegitimidad hace tres meses, hoy aparece un planteamiento útil: si ningún grupo se impone al otro, hay que buscar soluciones prácticas. Entendido eso a tiempo, hubiéramos ahorrado tragedias, como la muerte de pemones.

Eso lo deberían saber desde hace mucho hasta los perros de la calle pero lamentablemente no es así. Si el gobierno acepta un proceso electoral es que acepta irse, pero para seguir en la política, incluido Maduro. Que lo tengan presente los esclarecidos de la intervención militar democrática. Era pueril aquel jacarandoso “solo se puede negociar a qué país se van”. Paralelamente se requiere un acuerdo especial, independiente del otro, para enfrentar la crisis eléctrica. Tanta política ha hecho olvidar a la gente.

@CarlosRaulHer

El abogado del diablo

Carlos Raúl Hernández

Rasgo de ciertos grupos ilustrados es despreciar a los políticos porque no hacen postgrados ni estudian especialmente y su oficio parece no serlo. Deben estar en constante trasiego con sus pares y toda laya de gente, mucha indeseable, para mantener el status quo y el suyo propio. Son actividades que a un poeta, un cirujano o un arquitecto lucen fatuas, porque éstos descuidan que la vida tranquila es resultado de la estabilidad institucional, y ella de ese ejército de hormigas conspiradoras todo el tiempo en actividad por su obsesión de poder. Mantienen la paz para que otros se dediquen a su privacidad. Hasta el día que la paz se pierde.

Nos levantamos en la mañana sin dudar que está el piso en su sitio (en una película dirigida por Eliseo Subiela, el personaje pulsaba un botón desde la cama para que se tragara amantes fastidiosos). En la democracia modelo y el país más moderno de la región, el antipolítico viajado, con una copa de calvados y un buen Cohiba pontificaba sobre la mediocridad de los dirigentes, la necesidad de “un cambio”, y trabajó para salir de ellos. Creía que creer vivir tranquilos era “normal” y los políticos una molestia.

Aristóteles valoró el sentido común y lo difícil de conseguirlo, tesoro de pocos que identificaba con la prudencia. En los partidos, escuelas de dirigentes, aprenden esa materia principal. Se necesita prudencia para acumular poder, ascender en la organización y asegurarse recursos para financiar su carrera. El posibilismo es saber tentar la fortuna sin arriesgar todo de un golpe. Un militante asimila que subir es un proceso gradual, que debe tener resultados, apoyo de quienes trabajan con él y acumular fuerzas. Ser cuidadoso en las operaciones.

Conservadores e innovadores

Hayek dice que la política rechaza los audaces carismáticos, asociados históricamente a desgracias colectivas, cuyo campo fértil es más bien la sociedad civil, centro de ebullición de lo humano. Se necesitan grandes inventores en las ciencias y las artes, Edison y Picasso, pero las instituciones requieren estabilidad y cambios graduales. Agregaba que los mercados son trágicos porque un grave error, una inversión disparatada, nos arruinan. Nada de lo que tenemos está seguro. En los mercados unos se imponen, pero la diferencia es que en la política no se manda sino se dirige.

No se es patrón sino conductor, no se ordena sino se convence, no hay ideas fijas sino debate. No existe libertad sin democracia ni democracia sin partidos. La antipolítica es una irrupción caótica en la democracia, porque quienes llegan desde otras áreas sin bagaje pueden actuar como patrones, “hago lo que quiero porque esto es mío”. Hay demasiados naufragios por decisiones atolondradas y por eso, según Weber, los partidos modernos sustituyen a las “familias”, los notables y las nóminas de los caudillos.

Excepcionalmente aparecen virtuosos como Betancourt, Felipe González o Clinton, pero todo el estamento político es esencial para la democracia. Paganini a cuyo violín se le rompieron las cuerdas en pleno concierto, tocó con una sola. No todos son como él, pero gracias a miles de músicos normales hay orquestas y conciertos ¿Cuál es entonces el saber propio de un político? Suelo usar en clase un ejemplo que da Isaiah Berlin uno de los pocos pensadores que entienden a cabalidad la naturaleza de la decisión política, fuera de la teoría, la filosofía o la sociología: un hombre necesita de vida o muerte llegar a un lugar.

¡Quiero ser groupie!

Pero el puente de la vía parece caerse en la aterradora creciente del río. No puede consultar libros, acudir a la historia, calcular la resistencia de los materiales contra la fuerza de las aguas, ni hacer una encuesta en la fila de automóviles para saber que dice la mayoría. En un golpe de intuición decide pasar y lo logra. Ese es un líder y su experiencia viene de franquear muchos puentes, grandes y pequeños, y aprender de los fracasos a manejar el riesgo. Al final será su juicio el que prive, pero debe contrastarlo con críticas, porque suele estar asediado por groupies, cheerleaders, fans, diletantes, que reaccionan con ira aduladora a las observaciones.

La responsabilidad es suya, pero debe examinar puntos de vista. De allí la importancia de las direcciones colectivas, integradas por individuos de juicio autónomo y no por empleados. Debates entre visiones diferentes son un control epistemológico de la decisión. El abogado del diablo no es la película de Al Pacino, ni la novela de Morris West. Es un fiscal del Vaticano, hoy llamado promotor de la justicia, que investiga debilidades, fallas y reclama evidencias en los expedientes de beatos en ruta a la santificación. Su objetivo es evitar errores a tiempo.

Pero los groupies reaccionan con ramplonerías ante el análisis, son incapaces de pensar sobre lo que les dicen y peores cuando pasan al ataque ad homine, a insinuar intereses oscuros en el crítico. Sustituyen la falta de criterio haciendo creer mala fe en el interlocutor. Suelen tener grandes débitos en la autodestrucción de dirigentes promisorios. Más allá de que pueda ser Paganini o quinto violín, un conductor que merece la licencia debe saber aprovechar particularmente las opiniones de quienes señalan debilidades en su posición, e incluso las de sus enemigos. Luego decidirá qué hacer en el puente.

@CarlosRaulHer

El mantra

Carlos Raúl Hernández

Se piensa que la primavera árabe fue lo que las imágenes enseñaron, románticas jornadas de masas en las calles por la libertad, igual que Ucrania. Los videos espectaculares del final simplificaron la complicadísima trama de amarres precedentes, varios de ellos tortuosos y de consecuencias terribles. Lo esencial para el oficio político, las complejidades para construir desenlaces, no lo es para la antipolítica, esa nueva dinámica que lleva los jugadores “doble AA” directamente a las grandes ligas y luego al desastre, como vimos en 20 años.

En Edipo Rey, la aterradora esfinge arrojaba a los hombres al abismo mientras exclamaba “el vacío al que caes está dentro de ti”. Pero la primavera se convirtió en canícula desértica y en el ocaso de países milenarios como Siria y Libia. Egipto salió de una dictadura a otra, salvándose por poco del fundamentalismo de Hermanos Musulmanes, y Túnez trata de nadar con brazos amarrados. Varios cambiaron el terror por el desastre, peste por cólera.

Desde hace décadas se desarrolla la transitología que ya acumula un tesoro bibliográfico, y por los menos tres grandes tratados que recogen la mayoría de las experiencias y cuentan detalladamente cómo se lograron. Los cambios de régimen salieron bien cuando los protagonistas jugaron con variables políticas reales, y no abundan mantras, como los define @Karla_ngj, en secuencia inmodificable: “cese a la usurpación, gobierno de transición, elecciones libres”. Todo mantra es aneuronal y pelético como ese de “jugar en todos los tableros”. Y el abrazo del oso mántrico son las “condiciones electorales”.

Mantra de las condiciones

Y en la historia de las transiciones, el abstencionismo o boicot electoral, fue una bestia exótica. En Brasil contra la opinión de Dilma Rousseff, en aquel entonces joven jefa de la organización armada Val-Palmares, la oposición concurrió a elecciones de segundo grado y ganó, ante la estupefacción de la dictadura. En Polonia Jaruselski convocó un proceso viciado con un mecanismo que le garantizaba mayoría previa de diputados, pero Solidaridad obtuvo todos los cargos a elegir. La oposición panameña le ganó a Noriega en 1989 en medio de la violencia de los batallones de la dignidad, por no recontar el caso de Violeta Chamorro en Nicaragua.

Hay incontables ejemplos de triunfos electorales en procesos sucios y debemos fijarnos en nuestra propia experiencia. La oposición concurrió a las parlamentarias de 2015 aunque el gobierno había quebrado la institucionalidad para ponerla a su favor. Bajo la orientación de Tibisay Lucena cambiaron circuitos electorales con desbocados jerrymandering. Migraron a los ciudadanos de sus centros de votación. A última hora desorganizaron las planchas opositoras al aprobar paridad de hombres y mujeres, los colectivos creaban terror por las calles y Capriles denunció que sacaron testigos a punta de pistola de los centros de votación.

Los médicos cubanos se convirtieron en maquinaria de extorsión electoral. En 2018 en vista de que estaban inhabilitados los candidatos “naturales” y Lorenzo Mendoza no aceptó serlo, la excusa para no permitir un outsider fue lo de las condiciones, las mismas del triunfo en 2015 que obtuvo la Asamblea Nacional. Todo lo ganado en estos 20 años, ha sido por votar. Y todo lo perdido fue por abstenernos. Claro que queremos votar decentemente. Pero el mantra suena a argucia con fines no expuestos.

Día del abecedario

Mientras en el norte deshojan la margarita de la invasión, se anuncia un nuevo “día D”, otro intento de asalto civil al poder. En años recientes y el primer trimestre del actual tuvimos días D, X, Z, Y, y el Presidente colombiano declaró hace un mes que el gobierno caería en horas. Comenzamos con el 5 de enero, seguimos el 10, luego el 23 de enero y el 23 de febrero. Así podríamos seguir en cada fecha patria, Día de la bandera, 19 de abril, 24 de junio, 5 de julio, 24 de julio, etcétera y ya tenemos precedentes de tales secuencias. Así otro mantra, la amenaza creíble, como todo tiene su coyuntura, perderla torna el drama en comedia.

La oposición escaló un gran pico que le permitía sentar creíblemente al gobierno con la Unión Europea. El 23 de febrero eso cayó aunque de nuevo se ha repuesto y no es recomendable dejar pasar otro buen momento. El punto es que la idea de que la solución deber ser electoral y producto de un acuerdo con el gobierno y los militares, parece no tener relevancia para algunos y luce que se trata de nuevo de patear la puerta, el mismo esquema de 2014 hasta hoy, mientras musitamos el mantra “cese de la usurpación, gobierno de transición, elecciones libres”.

Patear la puerta, la insurrección cívica y desarmada, simplezas tales como “el 187.11”. Se echó mano al 233, al 333, al 350 y posiblemente no alcancen los artículos de la Constitución. Preocupa algo en la larga ristra de agradecimientos. Aparecen los gobiernos de EEUU, Perú, Colombia, Brasil, Paraguay, Chile, Argentina, Ecuador y el grupo de eurodiputados que vino a cuestionar al trabajo de Federica Mogherini. Pero no se le reconoce a ella, que suena gran esperanza de que este aquelarre pudiera conseguir una vía de salvación. A Mogherini y a la Unión Europea no conviene excluírseles de los reconocimientos.

@CarlosRaulHer

Mad Max

Carlos Raúl Hernández

El apagón previsto por los expertos desde hace por lo menos cinco años nos alcanzó y con él la crisis da pasos de siete leguas, se multiplica. Acelera el aterrador Estado fallido del que hablamos constantemente en esta columna desde hace tiempo. Venezuela se desvertebra, según la idea de Ortega, se africaniza, pierde la civilidad por la combinación entre el socialismo, una de las creaciones más sufrientes de la humanidad, y unas alocadas élites sociales, políticas y culturales que despreciaban los partidos políticos, destruyeron la democracia, apostaron al caudillo salvador y su claque, y luego arruinaron todos los chances de sacarlos del poder en veinte años.

Desde diciembre de 2015, por no hablar de la etapa anterior, se empeñaron en demostrar su terrible, inenarrable candidez, y suicidaron al país en tres actos luego del esplendoroso triunfo de las elecciones parlamentarias. Será muy difícil que alguien de entendimiento normal no se escandalice por su precisión en tomar siempre las vías más delirantes y descabelladas en 2016, 2017 y 2018. Apenas comienza 2019 y explota la bomba de horror subsecuente, la acumulación de errores. Miles de personas recogen baldes de agua de quebradas e incluso de charcas infectas.

Son escenas del mundo salvaje o de las distopías ochentosas según las cuales el “capitalismo” se dirigía al colapso. Desde hace más de medio siglo Cornelius Castoriadis, J.F. Lyotad, Henri Simon y varios otros, inspirados por Rosa Luxemburgo, tenían socialismo o barbarie como consigna. En los ochenta una oleada de pensadores de primera línea argumentaban corrientemente el supuesto final de la sociedad abierta que implosionaría frente al comunismo. Paul Kennedy anunció la decadencia final de EEUU. Pero para asombro universal, lo que se desplomó fue el comunismo dejando a los teóricos con la brocha en la mano.

Veinte años es algo

En Venezuela triunfó la revolución y apenas veinte años después que el país más moderno y de democracia más estable en Latinoamérica cayera en manos de los paladines de la justicia social, se convierte en Somalia o Etiopía. Lo hicieron entre un régimen que encarna las peores maldiciones del continente y unos adversarios sin neuronas para manejarse políticamente frente a él. Burrada tras burrada se les fue entre los dedos y así llegamos a estos extremos de destrucción, solo comparables a los de Cuba o a los de una nación en guerra. No sé si el cerco contra el Estado venezolano conducirá a un cambio de régimen.

Lo que sí parece es que luego del colapso eléctrico la política como forma civilizada de confrontación entre grupos con objetivos surgidos en la modernidad, cede el paso a la matchpolitick, el choque de fuerza bruta. Aunque el desplome eléctrico estaba anunciado porque no se hicieron las inversiones necesarias, es lógico preguntarse quién sale beneficiado del blackout, ya que algunos sugieren que pudiera ser una autoagresión y el gobierno acusa a sus adversarios.

Lo cierto es que las carencias agudas que obligan ahora más que nunca a la sociedad civil a buscar desesperadamente electricidad, agua, alimentos y demás servicios y bienes básicos, son un factor entrópico que tiende a desorganizar la dinámica política opositora. Quien debe salir con la familia a buscar botellones de agua y bolsas de pan, tiene menos posibilidades de actuar políticamente. Lo analizó con amplitud Samuel Huntington en su clásico en el que explica por qué las revoluciones surgieron en etapas de prosperidad (incluso el golpe del 4F), entre otras porque quien necesita dedicarse a buscar proteínas, está muy ocupado para ir a reuniones.

Hilos, arañas y conspiraciones

Aunque me resulta estúpida la teoría de la conspiración que sospecha que los mandamases colapsaron deliberadamente en estos días el sistema eléctrico, conviene evaluar sus efectos políticos en los actores, porque parece tender, como vimos, a sustituir la política por el salvajismo. La experiencia indica que hay una relación inversamente proporcional y entre menos política, partidos, instituciones, negociaciones, diálogos, polémicas, elecciones, mayor es el índice de salvajismo, violencia, paramilitares, aparato policial, amenaza de guerra, golpe de Estado. Creo que el apagón profundizó estos terribles factores.

Y las perspectivas no se aclaran porque en ese contexto la política desaparece y solo queda el choque brutal entre el bloque de gobierno venezolano y el gobierno norteamericano, lo que aleja aún más las posibilidades de una solución política endógena. Elliott Abrams afirmó enfáticamente que Estados Unidos no piensa invadir a Venezuela y que su plan es la asfixia económica del gobierno, “ahorcarlo” como expresó una periodista que lo entrevistaba. Y la ciudadanía debe prepararse para eso porque el gobierno lo está. Que seguirán con las sanciones económicas y personales, todo con el fin de lograr que los militares abandonen a Maduro.

“No sabemos cuánto tiempo más, lo que sí sabemos es que presionaremos hasta recuperar la democracia”. El ex embajador William Brownfield declaró hace unos meses “en este momento quizás la mejor solución sería acelerar el colapso, aunque produzca un periodo de sufrimiento mayor, por un periodo de meses o quizás años”. Hay que imaginar las condiciones del país en ese esquema si no aparece algún nuevo factor en el debate, como la Unión Europea

@CarlosRaulHer

Ladrones de cuerpos

Carlos Raúl Hernández

Actuamos con ideas simples, incluso necias. Suelen ser inofensivas como muchas bacterias bajo la piel que habitamos, hasta que se atraviesa un resfriado o un parpadeo inmunológico que las hace socialmente patógenas. En las sociedades cohesionadas están a raya por la actividad sistemática de los creadores de pensamiento, cuyo trabajo martilla que detrás de la obviedad suele haber un error, que lo real es complejo, toda simplicidad imaginaria, y que la simpleza y la obviedad son el no pensamiento. Pero las efervescencias colectivas apartan los razonamientos complejos, sustituidos por lo que Hayek llama “difusores de ideas de segunda mano”.

Son sofistas cuyo ser consiste en no ser, experticias imaginarias que contagian a otros y riegan la pandemia. En estas tres décadas varias veces el inicialmente inofensivo simplismo se trasmuta en colectividades movilizadas, y hasta en mayorías fanáticas en ciertos momentos. Es escalofriante recordar el trabajo incansable de grupos rencorosos y amargados para convencer de que el régimen democrático era una sentina y los partidos un basurero. Y los difusores de ideas de segunda, que no tienen instrumentos para discernir, lo convirtieron en verdad revelada.

Luego, que el “comandante” limpiaría la podredumbre. Y las caravanas de camellos de los difusores llevaron la mercancía contaminada de necedad a todas partes, así como también en 2016, 2017. La notable estrategia: abstenerse en 2018 para deslegitimar al gobierno y así vendría la solución desde fuera (frenemos ahí. Decía aquél: “la luz del entendimiento me hace ser muy comedido”). Es difícil enfrentar el vendaval de puerilidad de decisiones tomadas por simplismos, afectos, rabietas, ilusión, y ver cómo la ola arrastra gente en la crecida que antes era el comandante.

¡Devuélveme a mi mamá!

Los ladrones de cuerpos es una película de 1956, dirigida por el legendario Don Siegel que recibió grandes honores. Le han hecho tres remakes, algo inusual por no decir que extraordinario. Más tarde la incorporaron a la colección fílmica del Congreso de Estados Unidos. Cuenta que una pareja, el médico Bennell y su novia Becky descubren una invasión extraterrestre en un pequeño pueblo de California. Los usurpadores sustituían a las personas por unos dobles físicamente exactos y la gente pasaba por el momento aterrador, traumático, de descubrir que entes idénticos a sus padres, esposos, amigos o hijos, habían perdido su calidez, el élan.

Los críticos vieron en el film simbólicamente el contagio del fascismo y el comunismo en las masas. En nuestro país fue la inundación de simpleza que condujo de fracaso en fracaso. Si en la película los bichos se gestaban en unas vainas gigantescas, basta asomarse discretamente a algunas redes de “entendidos” para ver cómo proliferan los entes de la nadería flagrante. La suplantación avanza, imperan vaguedades, fantasías y desconocemos a nuestros seres queridos. Durante años se impuso la práctica de casar confrontaciones quiméricas.

Así se perdió la esencia del hacer político, quemaron las ventajas comparativas. Con ellas, victorias que habrían hecho del gobierno hoy un recuerdo y fueron a pelear donde quería el adversario, con la idea de sacarlo de un solo envión, con olvido de lo que ha pasado durante mucho tiempo, muchas veces y en muchas partes. A la fecha, algún entendimiento desnivelado nos hizo esclavos de una secuencia para mermados mentales con el fin de imponer a la realidad un prêt-pòrter que algunos han llamado jocosamente mantra: cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres.

Grupo de Lima reloaded

¿No se puede cambiar el orden de la cartilla para evitar menudencias como muertes y otras violencias porque impediría algún plan? Escribe Luis Mariano Rendón @lmrendon, dirigente social chileno, opuesto a Maduro: “esa trilogía (puede cambiar porque) no se la entregó Dios a Guaidó en la cima del Ávila…”. Salir del caos revolucionario… ¿armoniza con dar base por bolas a que Maduro ha propuesto elecciones dos veces? ¿No habría que arrancarle el guante frente a terceros, particularmente la U.E y el Grupo de Lima reloaded?

No deberá olvidarse lo ocurrido ese 23 de febrero del que Tarantino pudiera hacer Reservoir dogs II. Que desmanteló la policía de la felicidad creada por los difusores y que reprimía la crítica. El Grupo de Lima insiste en que no habrá intervención militar. Igual los tres grandes, México, Argentina y Brasil que no estuvieron en Cúcuta, y éste en notoria retracción de sus palabras hace un mes. Declaran sobre llamar a elecciones limpias y ese debería ser el tema de negociación y debate. Pero ¡asombro¡ algunos dicen invasión sí elecciones no (todos estamos siempre a un paso de la locura). Toca evitarla, corregir los errores y preparar el próximo movimiento.

La incertidumbre y el ambiente actual sirven para recordar un genial cruce de retruécanos entre dos de las más cortantes lenguas de la Gran Bretaña. Bernard Shaw invita al estreno de una de sus obras a Winston Churchill, y en la esquela no deja de sajarlo con su humor “…te envío dos entradas al estreno, para que vayas con algún amigo, si es que lo tienes”. Churchill le responde de inmediato “Querido Bernard me es imposible ir al estreno. Pero te garantizo que iré a la segunda función, si es que la hay”.

@CarlosRaulHer

La muerte te queda bien

Carlos Raúl Hernández

El socialismo del siglo XXI muere como tenía que morir, trágicamente. Fue un nuevo error de la historia y de los pueblos que parecen tener por costumbre equivocarse con demasiada frecuencia, hacer constantes ironías que no se entienden y dar lecciones que nadie consigue aprender, como pudiera pasar ahora en México. ¿Cómo pudo caber en la cabeza colectiva de alguien volver a tropezar con la misma eterna piedra, después de lo ocurrido en los cuarenta y tres años desde la denuncia de Kruschev en 1956 hasta la Perestroika de 1989, y cuando ya la NASA estudiaba cómo desviar un meteorito y evitar que choque con la Tierra, tal según podría ocurrir en 2022?

De aquella frase escrita por Rafael Correa con caracteres góticos aunque en la arena, “Latinoamérica vive un cambio de era”, Unasur, Mercosur, Alba, Celac y demás pamplinas antinorteamericanas, quedan hoy unos precarios gobiernos acorralados en Caracas y Managua ¡Cuánto cambió el mundo! López Obrador no deja de ser una amenaza pero debe haber visto en los espejos trizados del camino los mil rostros del fracaso del siglo XXI y del siglo XX. La historia regional repite hasta las arcadas el eterno retorno. Un caudillo astuto, con habilidad de pandillero, carismático, demagógico y cabeza hueca seduce a las elites para que le abran todas las puertas.

Y por la venerable costumbre de meter sinvergüenzas en el Poder Judicial, -vigente hasta la fecha- también le dan las llaves. A pesar de eso el eje rojo o rosado que cruzaba el continente en los 2000 se reduce ahora a unos manchones de color indeterminado, porque nadie podrá decir que Ortega o Morales impusieron modelos económicos comunistas en sus países. Son dictaduras bastante depravadas como suelen serlo ellas, pero también mercados en funcionamiento. Serán locos pero no tontos.

El mar de la conciliación

La extravagancia absurda del esquema económico venezolano, salió de los retortijones mentales de un oficial de precaria formación, un comediante que se presentó, para seguir con los lugares comunes, de una vez directamente como comedia. Aquellos oropeles retóricos de la primera década del siglo, solo dejaron malos recuerdos y un país despanzurrado. Muchos de los que convencieron a la gente para arrojarse al mar de la felicidad, hoy piden con razón que no se hable de eso y los que decían que no teníamos democracia sino un “sistema de conciliación de elites” desean intensamente y con justicia que haya conciliación.

Se acabó de nuevo la promesa de una nueva sociedad, una nueva civilización, la democracia protagónica, los gobiernos de cumbre en cumbre y los pueblos de abismo en abismo, el maldito puntofijismo. Resalta que el intento revolucionario volvió a fracasar porque no sirve para nada, nunca sirvió, y siempre tuvo el corazón podrido. Por mucho tiempo la pobreza extrema, la hambruna o sus prolegómenos en las revoluciones socialistas se atribuían al “cerco occidental” contra la URSS o China y al “bloqueo norteamericano” de que hablaban los Castro.

Hoy llegaron a balbucear una supuesta guerra económica y sobre un tal bloqueo, cuando lo cierto es que Venezuela recibió la increíble, abrumadora monumental suma de dos billones de dólares, principalmente de Estados Unidos, con lo que debería ser hoy un país plenamente desarrollado. Cuando termine el ciclo de destrucción será preciso conquistar una estabilidad suficiente para iniciar la regeneración de la democracia e implantar un bloque de reformas económicas estructurales y coyunturales para recuperar el crecimiento y el camino de la civilidad.

Primero lunes, luego martes

Las posibilidades de recuperar del país serán muy altas una vez se neutralice el sarcoma que corroe sus estructuras y muchos países se levantaron de situaciones parecidas. La experiencia indica que hubo éxito donde grupos dirigentes pudieron resolver por sí mismos, con sus propias fuerzas, el problema interno y demostraron que tenían capacidad endógena suficiente para responder al compromiso y recuperar sus países. Así ocurrió con gran parte de Latinoamérica, particularmente Chile, Perú, Argentina, Ecuador, Brasil, Salvador, Guatemala. En el caso de México los factores de poder lo lograron después de 19 años de guerra y millón y medio de cadáveres.

Muchas naciones en las que los grupos dirigentes no pueden conquistar la democracia por sí mismos y requieren prótesis sine qua non, arrastran demasiadas dificultades para la reconstrucción y tienden a perderse en piélagos de inestabilidad crónica (Bolivia tuvo 20 gobiernos de facto en 20 años). Otros terminan como estados fallidos y entre ellos son muy recientes Libia, Irak, Siria en los que la incapacidad interna para conseguir acuerdos de gobernabilidad se tradujo en imposibilidad para la sobrevivencia.

Hay boxeadores que entran al ring buscando el golpe para obtener knockout, lo que requiere una aplastante superioridad y suerte. Pero la mayoría de los combates se gana por votación dividida de los jueces. La actitud de la UE y también la que menos claramente se percibe detrás de las palabras fuertes de algunos factores de la política norteamericana, parecen producto de haber evaluado los riesgos de que malas salidas a las crisis pueden ser tan indeseables como las no salidas, caldo de cultivo para recaer.

@CarlosRaulHer

La hambruna, etapa superior del socialismo

Carlos Raúl Hernández

Desde hace años languidece el socialismo del siglo XXI, una monstruosidad apoyada por los venezolanos, significativamente sus élites, cuando ya la utopía había fenecido muchas veces. Desde los inicios del Gran Terror de Robespierre, la primera forma de dictadura ideológica en la modernidad, el drama de los revolucionarios en el poder se repite. Es un ciclo hasta ahora fatal en el que quedaron atrapados los que quisieron corregir las deficiencias de la condición humana, enderezar la madera torcida de la Humanidad por medio del ejercicio severo del poder para crear sociedades justas y armónicas.
Las revoluciones modernas se inspiran en ese afán profiláctico social que solo se observa en movimientos marginales de la Edad Media y la Antigüedad. Al principio del ciclo, se ejercen dosis variables de violencia para someter la reacción, las resistencias de los privilegiados que defienden sus oscuros y mezquinos intereses. Pero fatalmente con el paso del tiempo, encarcelados los disidentes, aplastadas las libertades burguesas y las expresiones de rechazo, el modelo sigue sin funcionar. Las empresas expropiadas quiebran, la escasez de bienes impera y la miseria, rasgo inseparable de las revoluciones, se impone.

Dicen que es obra del saboteo interno y externo, se requiere apretar la represión y afinar los sistemas de espionaje, ya no contra los opositores políticos sino contra toda la sociedad, globalmente sospechosa. Cualquier ciudadano, imbuido por la pérfida ideología del pasado puede ser terrorista o saboteador, hasta que aparezca por fin el hombre nuevo. Luego al pasar los años viene el desencanto y partes importantes del grupo dirigente entienden que el sistema no sirve, que es un fracaso, que lo que era la ciudadanía en la sociedad anterior, hoy mera población, es cada vez más pobre e infeliz.

Hambruna: solo en socialismo

Pero la “vanguardia” debe mantenerse en el poder a toda costa para eludir la venganza colectiva que pudiera venir sobre sus cabezas. Ya perdió los ideales, por siniestros que fueran su ejercicio y sus consecuencias prácticas, y se convirtió en pragmatismo puro, en afán de conservar la cabeza en su sitio. La gente es una masa violada, hambrienta, temerosa, diezmada por las enfermedades y por la represión, que recibe alimentos escasos y de mala calidad por medio de una tarjeta de racionamiento. Sustituido el mercado por el economato.

En la estremecedora y magna obra Vida y destino de Vasili Grossman, dos militantes del Partido Comunista Soviético, maestro y discípulo que habían luchado juntos, se consiguen después de muchos años en una horrenda cárcel stalinista acusados de trotskismo. El primero, moribundo en la enfermería sobre una colcha manchada de sangre, excrementos y pus, disertaba de allí a su antiguo discípulo, que lo oía con afecto y desinterés, que la culpa del horror no era del comunismo sino de los excesos de Stalin. El comunismo seguía siendo el puro ideal a buscar.

Ya habían transcurrido por la etapa de cristalización plena de la nueva sociedad y vivían las hambrunas, rasgo distintivo, ya que en el siglo XX solamente se han producido en regímenes de la familia socialista. No debe confundirse hambruna con crisis alimentaria, porque mientras la segunda es coyuntural, la primera afecta las variables demográficas de mortalidad y natalidad y se produce cuando hay menos de tres litros de agua potable diaria por persona, con 30% de la población afectada por la desnutrición, y mortalidad de 2 por cada 10 mil personas.

Fidel, langosta y Chablis

Mientras durante la Guerra Civil en la Unión Soviética hubo un millón y medio, durante los primeros quince años de consolidación del régimen se produjeron 30 millones de muertes, gran parte por hambruna. Stalin las provocó con las colectivizaciones forzosas en Ucrania (Holodomor) y otras regiones, sin descuidar que luego de la república de 1936 y la guerra civil subsecuente, también la hubo en España. Luego Mao la engendró en China cuando decidió convertir a los campesinos en obreros metalúrgicos, y más tarde la revolución teorizada por Jean Paul Sarte y Frantz Fanon en Los condenados de la tierra, la generalizó en África poscolonial y antiimperialista.

En Cuba no hubo hambruna gracias a la ayuda del bloque socialista, que suplía la vagancia y la improductividad implantada en la isla con un subsidio directo y durante el periodo especial, a la caída del comunismo soviético, gran parte de la gente se alimentaba con conchas de plátano disfrazadas de carne mechada. En Venezuela durante los 20 años de socialismo, el gobierno consumió una asombrosa riqueza petrolera equivalente a 200 veces el ingreso de los 40 años de democracia puntofijista y el país está pisando la alfombra de la crisis alimentaria con lo que termina el mito de que las revoluciones se asfixian por el embargo imperialista.

Las revoluciones mueren porque ponen en práctica una visión aberrante de la sociedad y practican políticas demostradamente criminales. Todas transitaron por las hambrunas y los déspotas se fotografiaban con los turistas de izquierda devorando langostas y bebiendo Chablis mientras sus pueblos morían de hambre. Ni las hambrunas ni los embargos sirvieron para otra cosa que no fuera aherrojar y remachar la dominación de la nomenclatura en el poder.

@CarlosRaulHer

Negociación o exterminio

Carlos Raúl Hernández

La comidilla masiva de términos como negociación política y diálogo, los marca con todo tipo de distorsiones y errores. Y desde las redes se disparan caprichosos diagnósticos sin ningún respeto por conceptos serios de la ciencia política sobre los que hay dilatada experiencia práctica y tradición académica. Los espontáneos que se lanzan al ruedo sin saber de lo que hablan, aquellos que Hayek llamaba “difusores de ideas de segunda mano”, establecen folklóricos juicios con irrespeto absoluto por el conocimiento acumulado luego de incontables procesos, sangrientos y dolorosos. Y con terrible irresponsabilidad práctica.
La demencia ya arranca a calificar negativamente los visos de sensatez y a pedir aceleración y turbulencia. Desacreditan opiniones y acciones que no entienden y que por lo tanto no pueden compartir, y por ignorancia crucifican a quienes las expresan. Pero si los decisores prestaran atención a tales pavadas, como ha ocurrido recientemente, se vendrían nuevas desgracias. De entrada ignoran que en los conflictos en los que no se vislumbra claramente el vencedor, es ingenuo establecer condiciones previas de negociación, mucho menos todo o nada.

Cuando una de las partes apela a esto, es porque no quiere negociar. Durante el auge de Al fatah, brazo terrorista de la Organización para la Liberación de Palestina dirigida por el fallecido Yasser Arafat, diversos países y organismos internacionales intentaron acercamientos entre ellos y el Estado de Israel. El propósito era detener la oleada de sangre inocente que desparramaban las acciones de Arafat por el mundo entero, que llegaron a su cúspide con el asesinato del equipo de Israel en las Olimpíadas de Munich, y las pronosticables retaliaciones que vendrían del Mossad.

Solo negocio con mi mami

La respuesta de OLP era “poner condiciones” imposibles. Estas eran del tono de “iremos a las negociaciones si se liberan los presos políticos revolucionarios en todas partes del mundo y se nacionalizan las empresas petroleras extranjeras en el Medio Oriente”. OLP se sentía segura de un eventual triunfo por su eficiencia para despanzurrar turistas judíos en los aeropuertos, y cualquier diálogo le parecía tonto, aunque finalmente terminaron por acceder luego de innumerables derrotas y de perder por vía bélica lo que hubieran podido ganar por la otra.

Entre las consejas convertidas en matrices por la difusión de ideas de segunda mano, una es discriminar al interlocutor. “No se negocia con delincuentes” es la nueva ley, como si en los conflictos políticos uno pudiera escoger como interlocutores exquisitos caballeros y damas de nuestra simpatía y afecto y llegar a afectuosos acuerdos. La gama infinita de ejemplos en los que se tiene que negociar precisamente con “el enemigo”, el que nos ocasionó muertes y pérdidas materiales o desorganizó nuestras vidas, debiera ser suficiente para dar discreción a las profusas boquitas que se llenan gases ácidos para soltarlos.

Desde hace unos cuarenta años en los departamentos de policía y el FBI se organizaron unidades de negociadores, formadas por sicólogos, siquiatras, sociólogos y otros expertos, precisamente para enfrentar situaciones de rehenes o secuestros, creadas precisamente por terribles delincuentes. Por fortuna ninguno de nuestros expertos ha pasado por ahí con la tesis de no negocio con delincuentes. Una negociación no se puede realizar con espíritu de exterminio, a menos que el exterminio sea real, como ocurrió con Alemania en la Primera Guerra y no hizo falta negociación sino un diktat.

El costo de la ceguera

Se impuso en Versalles en 1919 un estatuto de paz a los vencidos, las potencias saborearon una victoria adobada con sadismo y venganza por cuyo mandato Alemania se declaraba la única responsable de la guerra y debía pagar reparaciones a todos aliados. Un miembro de la delegación británica, J.M. Keynes, de los economistas más notables del siglo XX, escribió Las consecuencias económicas de la paz, donde cuestionaba lo ocurrido y anunciaba futuros graves conflictos en consecuencia, para escándalo de los desprevenidos del momento que coreaban.

Vinieron los nacionalsocialistas, Hitler y la Segunda Guerra. Una de las pruebas de absurdo más dramáticas que se observan en la jerga empírica que analizamos, es que no solo exigen condiciones sine qua non para acceder a una negociación, sino que entre esas condiciones están nada menos que objetivos máximos, prácticamente la rendición del adversario y nunca las bases para una transición, uno de los enjuagues bucales más usados. Los chilenos que negociaron con Pinochet tuvieron el suficiente talento para no plantearse establecer una democracia plena, sino iniciar el camino para logarla, como ocurrió años después.

Así operan las precondiciones. Los vietnamitas difirieron deliberadamente ocho meses las conversaciones de paz con los americanos en París porque no aceptaban mesas cuadradas ni redondas. Y, ya instaladas, los norteamericanos bombardearon Hanoi para sabotearlas. Pero más errático es cuando las precondiciones exigen la autoaniquilación de un adversario que no está derrotado. Para imponer algo parecido al tratado de Versalles se requiere también algo parecido a una invasión y un aplastamiento militar. Y luego se verán las consecuencias de esa paz.

@CarlosRaulHer