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Carlos Raúl Hernández

El Evangelio según Bernabé

Carlos Raúl Hernández

En 2000 se descubrió el Evangelio de Bernabé también llamado Biblia de Turquía. En él, entre otras muchas cosas, se afirma que no crucificaron a Jesús, sino a Judas quien lo suplantó en el martirio, y engañaron así a María, a Magdalena, y a la Humanidad entera que no se dio cuenta. Tampoco Jesús era el Redentor sino un profeta al estilo de la creencia musulmana. En 2006 se conoció, después de largas peripecias, el Evangelio de Judas, que hace esfuerzos por reivindicar al símbolo de la traición con argumentos filosóficamente no desdeñables (cumplía una misión fijada desde la Eternidad). Cristo vino a la tierra a morir por los pecados del hombre, y Judas fue el instrumento de Su voluntad a conciencia de ambos. En 1945 hallaron 52 textos en Egipto, entre ellos el Evangelio de Pedro, Apocalipsis de Santiago y Evangelio de Tomás. Sobre el último se rodó Estigma (Wainwright:1999) con Gabriel Byrnie y Patricia Arquette.

Consiguieron fragmentos del Evangelio de Magdalena que la identifica como discípula más que favorita del Maestro y líder de los apóstoles. Los investigadores afirman que en el siglo II circularían más de doscientos evangelios, término cuya traducción real, más que buena nueva, es biografía de Cristo. Como sabemos Ireneo de Lyon establece el Canon de cuatro: Mateo, Lucas, Marcos y Juan. Los otros se denominan apócrifos, elaborados por grupos gnósticos que ponían en discusión los principios. Esta proliferación de textos indica que el cristianismo nació en medio de una intensa polémica, que lejos de cesar, se ha mantenido por dos mil años, desde el Evangelio de Tomás hasta las proclamas de Camilo Torres. A lo largo de veinte siglos hubo sectores empeñados en construir una institución estable y poderosa,

Sus antagonistas que odiaban el poder de la Iglesia, se dedicaron a cuestionarla e incluso destruirla, a nombre de una relación directa entre el pueblo y Dios, sin los recamados hábitos de los obispos ni riquezas materiales. En el apócrifo Tomás, ponen en boca de Cristo “búscame en una piedra o en un pedazo de madera y allí estaré”, leitmotiv de la película (entonces ¿para qué Iglesia?) Un convulso proceso político estableció los cuatro Evangelios canónicos y los, en total, veintisiete libros del Nuevo Testamento. El teólogo Orígenes fue el primero que intentó configurar un canon, pero su antisemitismo lo hizo excluir todos los documentos judíos en beneficio de los griegos. Esta ofensiva secesionista y herética hizo reaccionar a los activistas que organizaban las diócesis dispersas de Alejandría, Siria, Corinto, Roma, Atenas y Nicea.

Empuñaron los cuatro evangelios como arma ideológica para enfrentar a Orígenes. Cerca del año 180, en medio de una furiosa represión romana, Ireneo, Obispo de Lyon, en histórica demostración de liderazgo, confirmó los cuatro Evangelios y excluyó los demás. Para enfrentar torturas, asesinatos y piras, tuvo la genialidad estratégica de reforzar un credo unívoco y sencillo sin las dudas gnósticas que erosionaban la jerarquía, el liderazgo de los obispos, la Iglesia misma y hasta las bases de la fe. Mateo, Marcos, Lucas y Juan configuraban un programa político-ideológico y moral que daba fuerzas a cientos de mártires para morir heroicamente por él. A la mártir inmortal, Blandina (que de blanda no tenía un pelo) la sentaron en una silla de hierro calentada al rojo, mientras gritaba su fe. Más tarde, cuando las cosas cambiaron y el emperador Constantino se cristianizó, convocó el Concilio de Nicea en 326.

Habla suavemente. Allí se ordenó editar cincuenta ejemplares de la Biblia oficial para las cabezas de las iglesias locales, ahora bajo un comando único en Roma. A lo largo de veinte siglos, la Iglesia enfrenta en repetición borgiana, grupos internos que la ponen en la picota, con exponentes tan brillantes como Lutero y Calvino, que intentan desmantelar su estructura de poder. Una de las últimas fue la Teología de la Liberación, brazo cristiano del castrismo. Los primeros cristianos, entre decenas de grupos judíos que predicaban en el Imperio, se presentaban como una fuerza subversiva que amenazaba a los paganos con el infierno, el juicio Final, el Día de la Ira, la “explosión social”, cuando el pueblo tomaría venganza aterradoramente en las calles contra los gentiles. Pero en poco tiempo sus líderes conjugaron un discurso para ganar a los romanos y no para aterrarlos y cede la aterradora agitación apocalíptica.

Lograron éxito político universal gracias a la progresiva moderación de su perfil, y logran el milagro de suavizar a sus verdugos, los emperadores romanos. Más tarde Constantino (316) y Teodosio (380) se convirtieron a la fe y la hicieron religión oficial del Imperio. Si el paganismo era profuso en eróticas diosas que vivían intensidades pasionales con los humanos, el santoral cristiano se pobló de santas, vírgenes y ángeles. Entre Mateo y Lucas hay un importante y sutil cambio. De “bienaventurados los que tienen hambre” a “bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia”; y de “bienaventurados los pobres” a “bienaventurados los pobres de espíritu”, replanteamiento semiótico, invitación a los ciudadanos romanos y a los que no pertenecían a las masas de menesterosos que pululaban en Roma. Fuera la amenaza radical, llevan veinte siglos de hegemonía.

@CarlosRaulHer

Forúnculos del lenguaje

Carlos Raúl Hernández

Cada vez que una mujer aparece bajo la regadera en alguna secuencia cinematográfica, va a morir en manos de un terrible asesino, o por lo menos a pasar un buen susto hasta que el galán la rescate. Probablemente termine destripada a cuchillo limpio, marca indeleble dejada en el cine por Psicosis (creo). Pero ese es apenas uno entre otros ripios sin los que buena parte de las películas no existirían. Aquel clásico del humor, la serie Locademia de policía, las de Blake Edwards y las de Quentin Tarantino, entre otras, se dedican a burlarse de eso. En una de aquellas, el desalmado homicida entra a la sala de baño donde la regadera empapa a la desnuda e inocente víctima, que canta despreocupada Memory, la exquisita pieza de Cats, en la que el personaje declama la aspiración rehacer su corazón roto, en la inagotable y taquillera obra de Andrew Lloyd Webber.


Y en vez de tasajearla como se espera, el malencarado sicario termina cantando a coro la dulce melodía y llorando a lágrima partida un desengaño amoroso. ¿Qué sería incluso de grandes cintas, en las que todo dependió de que el protagonista rompiera unas cadenas con un buen tiro de pistola? Hay que pasar por alto que en la vida real la bala, al chocar con el implacable acero, debiera más bien desintegrarse, convertirse en talco de plomo y si fuera ella también de acero, desviarse y seguir su camino. ¿Qué pasaría sin la interesante propensión a explotar de los automóviles en Hollywood, al menor choque o volcamiento, lo que hace suponer que no llevan en sus tanques derivados del petróleo, sino nitroglicerina? ¿O quiere alguien un recurso más prodigioso para resolver situaciones sin que las manos del protagonista se manchen con un homicidio, que esa maravilla del golpe en la cabeza que desmaya al enemigo, lo mantiene fuera de servicio por el tiempo necesario y no deja secuelas criminales en el fúlgido héroe?

Este no tuvo así que matar un número exagerado de bandidos sino propinar un buen cachazo en la mollera y aquí no ha pasado nada. Son lo que llamaría un filósofo "cosificaciones", coágulos en el lenguaje cinematográfico que se presentan también en cualquier otro. Para hablar del hablado, hay que recordar que cuando la marabunta de gobierno aún estaba medio agazapada, produjo una epidemia de forúnculos lingüísticos, difundida por los más cultos del país, tales como "cuarta república", "puntofijismo", "cogollocracia", "soberano", "poder constituyente", "ilegitimidad", que rápidamente se hicieron del habla política de todos. Más tarde se introduce así el maquiavélico “los llamados” presos políticos –Lenin decía: “los llamados intelectuales; buen viento se lleve a esos cochinos”- complementado por “políticos presos”, retruécano maravilloso equivalente a panaderos presos o mecánicos presos. Esas jugosas carnadas verbales las mordieron hasta los demócratas (¿quedan de esos especímenes?: Jardier Poncela se preguntaba cándidamente, sobre si sobre la tierra “¿hubo alguna vez once mil vírgenes?")

Uno de los rasgos distintivos de la hegemonía cultural, es que torna su lenguaje en atmósfera. Durante el período democrático resonaron las frases y los conceptos de Rómulo Betancourt. "La violencia es el arma de los que no tienen la razón", "venezolano siempre, comunista nunca", "votos sí, balas no", “la democracia es la única manera de vivir decentemente”, hasta las "multisápidas hallacas". Hoy nuestra semiología política muere inane. Algunos dirigentes, de los que se esperan estrategias, planteamientos de fondo, recomendaciones para lograr objetivos, se presentan ante los medios con quejas, lamentaciones de barbería. O hablan- hablaron (ya ni siquiera hablan) el leguaje que les donó la revolución, como jacobinos del siglo XVII (legitimidad, constituyente, soberanía popular. Con las religiones, más que ideologías, posmodernas el lenguaje corroído por la “inclusividad” (palabra en sí misma sospechosa y de pésimo olor) cuajado de pequeños vómitos verdes, heteropatriarcalismo, micromachismo, interseccionalidad, pansexualismo, androcentrismo, misoginia, techo de cristal, transversalidad, empoderamiento, no binario, invisibilizar, género, perspectiva de género; discriminación indirecta y otro montón de gafedades patógenas.

¿Por qué repetir aquello tan pavoso del "granito de arena", que puede producir estornudos o urticaria, tal como llamar al agua “vital líquido”? Y el curiosísimo lo que es. Ya nadie dice "maté una cucaracha", sino "maté lo que es una cucaracha". El bicho, a la manera hegeliana, como cosa en sí y no cosa para sí, su coseidad, aclara que lo que se pega a la suela cuando pisas el insecto es el ente y no el ser. El asunto es de alta jerarquía filosófica, aunque se preste a raspar el zapato con la acera. Juan David García-Bacca dice que cualquiera sabe lo que es la vida, una presurosa y breve cadena de experiencias que todos tratan de amargarse entre sí, hacérsela lo más miserable posible, pero nadie o muy pocos saben qué es la vida, algo que hasta ahora carece de respuesta filosófica. Intriga que nadie dice el gobierno, sino el tema del gobierno, ni la inflación, sino el tema de la inflación. Precaución epistemológica, tal vez, pues como la realidad es básicamente incognoscible, decir tema alude un precinto racional y no la cosa en sí. ¡Quién sabe!

@carlosraulher

El apocalipsis en nueve jinetes

Carlos Raúl Hernández

La desgracia de Venezuela comienza con la demoledora, efectiva y profunda estrategia de descrédito a la democracia desde fines de los 80. Tanto que incluso muchos que vivieron aquel país estable, progresivo, modelo democrático en medio de dictaduras, y refugio de masas migrantes, creen recordar un infierno corrupto, miserable, “y por eso pasó lo que pasó”. Se vivió un gap en el proceso de desarrollo al agotarse la primera etapa de la sustitución de importaciones, que se expresa el viernes negro de 1983, pero en 1989, el gobierno de Carlos Andrés Pérez emprende el Gran Viraje, que puso a crecer la economía al mismo ritmo de China. Comienza una furiosa ofensiva antipolítica desde las élites sociales para derrocar al Presidente, los partidos históricos se asustaron, y por meros oportunismo e ignorancia, le siguieron la corriente a los notables y dieron la razón a quienes intentaron en 1992 un golpe de Estado. Aquí los pasos de la destrucción.

1. La reacción perversa de las élites ante los acontecimientos del 27 y 28 de febrero de 1989. Ese día en un azar catastrófico se encontraron desordenes por el aumento del precio de la gasolina y una huelga de la Policía Metropolitana, dirigida por Freddy Bernal. La ausencia de respuesta policial, promueve grandes saqueos, robos, violaciones. Lejos de llamar al orden y repudiar la delincuencia masiva, los medios, gremios, intelectuales, académicos y demás factores de poder social, hicieron responsables a los “empresarios especuladores”, “políticos corruptos”, “clases medias hedonistas”, trabajadores “indiferentes”. El “gobierno neoliberal” que tenía dos semanas instalado y la sociedad honrada fueron los culpables, y las víctimas los delincuentes, una inversión absoluta de valores. Caldera consagra esto en un discurso solemne en el Senado.
2. El 4F. La ignorancia de las élites, los odios y mezquindades contra el Gran Viraje, Pérez y Miguel Rodríguez, promovieron la desestabilización que tendió la cama a golpistas civiles y militares. Pérez derrotó el levantamiento, pero este minó las bases de sustentación del gobierno y del sistema. Las acciones no fueron contra “los males” de la democracia, sino contra correcciones que introducía gobierno. Ninguno de los ministros de Pérez tiene tacha y fueron posteriormente estrellas internacionales en sus profesiones. Caldera hace un nuevo discurso en el Senado en el que justifica el golpe de Estado.
3. El derrocamiento del Presidente Pérez en 1993. Los partidos presa de una gran ceguera y acorralados por los notables, destituyen y enjuician a Pérez sin entender qué al liquidar la cabeza, vendrían por ellos como ocurrió.
4. La elección Caldera en 1993 es un regreso al pasado, deshace las reformas que habían puesto el país a crecer, establece controles de cambio y de precios, vuelve al intervencionismo, lo que produce el colapso económico. Se ven obligados a cambiar de rumbo e improvisan una caricatura del Gran Viraje, la Agenda Venezuela, una piratería peor que no hacer nada. En vez de indultarlo, si era el caso, Caldera sobresee la causa a Chávez, y lo deja en libertad de ser candidato. El período termina vegetativamente, por inercia.
5. El triunfo de Chávez en 1998 es el desmantelamiento de las instituciones políticas y económicas, que se hacen personalistas y autoritarias con la constituyente de 1999.
6. La oposición de “los cuatro jinetes”. El Paro Petrolero, 11 de abril, Plazaltamira, la Megaplasta, el llamado a la abstención en 2005, le entregan parlamento al chavismo y con él los demás poderes que perfeccionan el autoritarismo. La oposición pierde posiciones institucionales en las FF. AA, el TSJ, CNE, y el gobierno revolucionario toma control casi total. Recupera la cordura en 2006 y participa en las presidenciales.
7. Pierde definitivamente el rumbo en 2016-17-18, cuando anuncia lo que serán su derrota catastrófica: la insurrección sin armas. El RR y la negativa a concurrir a las elecciones de gobernadores de 2017, a las de alcaldes y a la “constituyente”. La ofensiva insultante contra el voto y contra quienes llaman a votar y la joya de la corona: la depredación moral de Henri Falcón por presentarse a las presidenciales de 2018.
8. El año oscuro de 2019 comienza con la autoproclamación, y sigue con “el cucutazo”, “el golpe de los topochos”, culmina con la “operación Gedeón”, para luego volver a abstenerse en 2020 a la AN.
9. Finalmente el crimen sadomasoquista de 2021: saltar al cuello y masacrar a la oposición en conjunto al restar el domingo 21N los votos con los que hubieran podido obtener dieciocho gobernaciones. Haber ganado en sufragios, y perdido en gobernaciones, oposición 51.7 % (4.414.874) votos, y gobierno 46.1% (3.940.335, para obtener 3 0 4 gobernaciones. Se ganaron 117 alcaldías porque los dirigentes locales no hicieron caso a cantos de ballena “de arriba”. Estos treinta años son el imperio de la antipolítica, el radicalismo, la estupidez, la ignorancia, de las “nuevas generaciones” y las viejas mayores compitieron para ver quiénes eran más cuadrúpedos, cuya obra culminan por ahora el 21N. Conseguirá varias figuritas repetidas en los nueve pasos, pero hoy todos tienen acuerdos con el gobierno. Verá los próximos capítulos. (coming soon)

@CarlosRaulHer

Crónica desastrosa

Carlos Raúl Hernández

Varias cosas se desprenden a vuelo de pájaro de los resultados del 21N, que merecerán un estudio detenido cuando terminen de salir los boletines y bajen la adrenalina y el cortisol, para examinar el efecto en los cuerpos colegiados regionales y municipales. La primera de ellas, que el proceso electoral es confiable y todo aquello de las máquinas tramposas, cables submarinos desde Cuba u oficinas del gobierno y hasta enanos escondidos debajo de las urnas, sigue siendo una fábula de mentes alucinadas, digna de Alicia en el país de las maravillas. Los resultados reflejan la voluntad de los electores el CNE merece reconocimiento por comicios limpios y se esperan los resultados de Barinas para emitir juicio. Con 41% de participación, atendiendo a que la diáspora la elevaría relativamente a 47%, la votación se distribuye así: a la fecha, oposición 51.7 % (4.414.874) y el gobierno 46.1% (3.940.335), y otros, 2%. Gana la oposición en términos absolutos y relativos, pero obtiene entre 3 y 5 gobernaciones (hay dos en recuento) mientras el PSUV atenaza entre 18 y 20 gobernaciones.

De ir con un solo candidato en cada circunscripción, los adversarios hubieran obtenido entre 17 y 19 gobernaciones. Eso habla bien del sistema de votación y escrutinios, y mal de los cabecillas opositores, porque contra todas las consejas de trasiego de votos, el gobierno recibió un descalabro contundente. La aplastante derrota en número de cargos opositores obedece a una decisión política deliberada e imperdonable, y no es imputable al sistema electoral ni menos a las máquinas de votación o cualquier otra variable. El cuadro histórico de la votación de PSUV evidencia el desplome en barrena de sus magnitudes electorales, que caen de 8 millones 184 mil, a 3 millones 940 mil, menos de la mitad de su caudal y difícilmente alguien hace trampa para evidenciar un proceso de decadencia sostenida. También eso desmerece la hipótesis de las trampas electorales o fraudes. En varias ocasiones me he referido a la diferencia entre mayoría social o estadística y mayoría política. Como vemos, la oposición está en mayoría social porque el gobierno exhibe un rechazo abrumador en la ciudadanía, pero no tiene la capacidad necesaria para convertirla en mayoría política, en curules u otros cargos a su favor.

Existe la fórmula del PPV (proceso de producción del voto) que se mide en la capacidad para convertir el consenso en escaños, que la gente concurra las urnas, y en la eficacia de un aparato de testigos y miembros de mesa para defender los resultados. La oposición malbarató por incompetente su mayoría social y la última etapa de la campaña se dedicó furiosamente en todas partes, y de manera notoria en Táchira, Lara y Miranda, a despedazar opositores que de otra manera hubieran ganado. Lo ocurrido el 21N es producto de una fractura abierta- más que división- de la columna vertebral opositora. Una parte de ella niega y rechaza social y existencialmente a la otra. Así evidenció desde 2017 cuando se dividió entre insurreccionalistas y pacifistas, partidarios de imaginarias intervenciones extranjeras y defensores de la integridad territorial, con la cadena yuxtapuesta de improperios: tarifados, alacranes, colaboracionistas. Digo fractura y no división, por la dificultad de que cicatricen dos concepciones del mundo, de la política y del país totalmente antagónicas. La “unidad” funcionó hasta 2017, mientras un grupo era ancilla de la claque caraqueña. Cuando en 2018 eso debía cambiar por necesidad política, prefirieron dar el triunfo a Maduro, una de las estupideces políticas más graves que conozca.

Después de sacar ¡por fin! a adecos y copeyanos, no pondrían en la Presidencia un plebeyo. A propósito de 2018 les tocaba negociar con el PSUV una salida con garantías, pero decidieron “sacarlo” por las malas sin la más remota posibilidad, y terminaron aplastados, después de una desesperante secuencia de memeses: R.R, “Maduro vete ya” y el récord Guinness de todas las vaciedades: la abstención de 2018. Pidieron invasión extranjera y golpes de Estado, “explosión social”, sanciones económicas. Maduro, Cabello, Rodríguez, Arreaza, plantearon claramente negociar y los que tenían 80% de apoyo popular asombrosamente lo rechazaron sin que nadie pudiera entender por qué. Jugaban a ser políticos sin serlo, asesorados por idiotas. Nunca olvidaré a un ilustrado y nefasto aficionado a la política –hoy partidario de “convocar un RR”- decir “solo negociaremos con Maduro qué va a comer en el avión de su exilio”. Después de expresión tan descerebrada, como era obvio, todo se derrumbó. La cohorte consolidó a Maduro como Presidente y jefe invicto del PSUV, y sus oponentes conforman el primer caso que conozco de un grupo de aspirantes al gobierno que se corrompe desde la oposición, hoy aferrado por razones económicas a la llamada “presidencia interina”, en descomposición. La historia no es una fatalidad sino una cadena de oportunidades y lo que hemos visto, desde la abstención de 2005 es una de interminable de fracasos que confluyen en el 21N.

@CarlosRaulHer

¡El fraude eres tú!

Carlos Raúl Hernández

El estudio académico de la política da un salto cuando se comprende que no es que “las cosas pasan” producto de “fuerzas históricas desatadas”, “fatalidades”, o avatares, sino porque los hombres las hacen, conscientemente o no, y que los fenómenos no son un montón caótico de avatares, sino parte de estructuras y sistemas, y tienen concatenación e interrelaciones comprensibles en cierta medida. Jacques Monod explicó que el caos es un orden que aún no hemos descubierto, sometido a dos fuerzas contradictorios, el azar y la necesidad, y nuestros actos tienen consecuencias que disfrutaremos o pagaremos. Una ciencia de lo político solo puede intentar comprender lo que ya ocurrió, por qué ocurrió y las consecuencias de la acción, nunca profetizar. Al contrario, la práctica política misma no tiene mucho que ver con la ciencia. La función de “líder” requiere esencialmente de la intuición, porque decide a caballo sobre los acontecimientos y si es cierto que su saber, experiencia y asesoría son valiosos recursos, la capacidad para sintetizar en su mente lo que no es visible para otros, es su liderazgo; si cruza el puente a punto de colapsar o no. Tener claro que la semilla puede llegar a ser un árbol es parte del “saber” de un líder. Eso se tiene o no se tiene.

En 2016 la sociedad estaba en la antesala del poder, y los “expertos” indicaban el fin de la revolución, pero mezclaban un caramelo envenado: tomar las calles, una vez decidieran “el método”. Muy simple. Todos celebraban y se confeccionaban trajes para lucir buenas telas en próximas responsabilidades. Pero la cadena de decisiones erradas, memeses, qué hoy el movimiento sufriera una cuadraplejia. ¿Cómo es que no vieron a dónde nos llevarían el calle-calle, los trancones, la hora cero, el “Maduro vete ya”, el retiro de las alcaldías, la abstención, el “cucutazo”, “los topochos”, “Gedeón”, la guerra sucia contra los defensores del voto en 2018-2020, esa inconcebible cadena, digna de los libros de Bárbara Tuchman, Paul Tabori, André Glucksmann y otros tratadistas sobre la estupidez ¿Cómo es que un día antes de las elecciones del 21N surgen balbuceantes llamados a abstenerse? Vanidad, irrealidad, ambición irracional y un mal mayor en este caso demostrado incurable: incapacidad política.


La ambición sensata logra los objetivos de la voluntad. Pero la soberbia maridada con medianía, impide cumplir el paso número uno de quienes dirigen cualquier cosa: examinar los fundamentos de la crítica, el feddback sobre la acción. Los líderes efectivos se alimentan precisamente de eso. Pero si llevas 22 años repitiendo que hay que abstenerse sin siquiera ver los daños que produces, eres una amenaza pública. Gracias al valor, a la pasión unida a la razón, la voluntad humana atravesó el Mar Tenebroso y descubrió América, pero optamos por arrojarnos al vacío dentro de nosotros al declarar clausurada la racionalidad política. En 2018 cierran la vía electoral, desacreditan el voto, califican de “alacranes” a quienes participan, y luego se lavan las manos y llaman a votar en 2021. “Por mal que esté una situación, siempre puede ser peor”, dice el sarcástico pesimismo de Murphy. Pero somos libres para enmendar, cambiar, rectificar, sacarnos las pifias de la cabeza, el mantra, la ingenuidad, pero estos no pudieron, por mermados mentales, por cobardes o por las dos juntas.

No es lo mismo tener popularidad que ser un líder, al que nadie hace, sino que se hace a sí mismo en la adversidad. Los conatos de líderes en estas penosas décadas no soportaron las pruebas, porque no tenían “lo que hay que tener”, según palabras de Tom Wolfe. Por si fuera poco, carecen de honradez y vergüenza para rectificar con claridad que dé ejemplo y oriente a los que antes confundieron, sino actuaron sinuosamente, por los rincones. Solo la rectificación valiente da la autoridad moral para llamar a que otros te sigan. Cuando descubrió sus trágicos errores, asesinado a su padre y acostarse con su madre sin saberlo, Edipo se arrancó los ojos. Es el castigo por no ver lo que estaba ante ellos, su imposibilidad para prevenir las fatales equivocaciones que labraban su desgracia. Por aquí ni siquiera se arrancaron una pestaña y cuchillo en mano, se lanzaron contra los que tuvieron razón. El error es demasiado humano, trae muchas veces consecuencias irreparables y los políticos tendrían que cuidarse, según la frase de la esfinge al comienzo de la obra, cuando Edipo la derrota y ella lo sentencia: “el abismo al que me lanzas está dentro de ti”. Tus errores en el tiempo y el espacio remacharon a tu adversario. Si no hubieran estado, seguramente el gobierno hoy sería otro, quizás el de Uds, eventualmente para una desventura peor. Tanta incapacidad para ganar denota una peor para mantenerse en el poder, como demuestran Maquiavelo y la historia. Si hubo fraude. El fraude fueron Uds. que primero llamaron a abstenerse y después les faltó coraje para rectificar con honestidad, conducir abiertamente a la gente a votar. Balbuceantes, no tuvieron sesos ni redaños para explicar su error. A un gobierno hambriento de poder le concedieron el milagro de la abstención ¿Qué cosa mejor podía soñar?

El fraude eres tú.

@CarlosRaulHer

https://www.eluniversal.com/el-universal/112673/el-fraude-eres-tu

Fundamentalista del voto

Carlos Raúl Hernández

1. A los veintitantos años era dirigente de la izquierda y aprendí en intensas polémicas que cuando el gobierno es el caos, la oposición debe ser el orden, cuando aquel es violento, debe proponer la paz, si viola la ley, debe representar el Estado de Derecho. Me hice fundamentalista del voto, de la ley y de la democracia, con un planteamiento que no he abandonado desde mi primer libro: la “Ampliación y profundización de la democracia”. Hoy cuando el sistema luce lejos del sentido común y político, tenemos las consecuencias de esa pérdida. A partir del nuevo año, que creo comienza el 21N, tendremos una etapa diferente de gobierno y oposición, quienes parecieran rectificar para detener el antagonismo y la violencia. Se vienen dando pasos de cambio, ojalá continúen y si es así, sería incomprensible oponerse.

2. Las revoluciones del siglo XX han tenido tres modelos de desenlace: el derrumbe soviético, el enquistamiento inhumano de Corea del Norte o Cuba, y el viraje con crecimiento geométrico de la riqueza del “socialismo de mercado”. Importantes sectores del PSUV comprobaron que el marxismo combate “la burguesía”, los “opresores” y destruye así la producción, trae miseria, y la experiencia lo demostró a toda velocidad en Venezuela. La tragedia cubana ilustra que “ser rico es glorioso” como dijo el gran héroe Deng Xiaoping. Entre 2000 y 2021, China pasó a disputar el liderazgo económico del mundo a Estados Unidos, y Cuba es un doloroso museo arqueológico de la historia.

3. Venezuela intentó la cubanización por dos vías. Jorge Giordani con sus teorías aberrantes y anacrónicas, estatizó empresas, y declaró la lucha de clases a los productores, quebrando 65% de estos. Según él había que mantener la pobreza para que así la gente dependiera del Estado por necesidad. Y un sector opositor impulsó el mismo mecanismo inhumano y desquiciado, como confesó el Embajador de Narnia en la OEA: bloqueo, sanciones, hostilidad internacional para provocar “estallido social” y golpe de Estado, en prueba de altos niveles de amoralidad e ignorancia. Esa aberración bifronte fracasó.

4. En el diálogo de México deben llegar a conclusiones contundentes. El gobierno venezolano aspira quitarse el embargo, y el norteamericano “muerte súbita” de éste, pero es una negociación y ambas partes deben ceder y avanzar. No es el Tratado de Versalles, dijimos, sino un “deal” entre ambos. Hasta los gallos cantan que “las sanciones no derrocan gobiernos”, pero afectan a niños y jóvenes, en quienes quedan cicatrices.

5. Pacificar e institucionalizar el país obliga a coincidencias de fondo. Una nueva elección de la Asamblea Nacional debería ser digerible y tal vez una elección presidencial adelantada. Se deberían cauterizar tumores en la Constitución, el Referendum Revocatorio y la Constituyente que no existen en ninguna democracia decente del mundo y son nocivos juguetes revolucionarios, promotores de inestabilidad para el sistema político y que nadie puede gobernar seriamente. El segundo de esos dos monigotes tercermundistas se resurgió en Latinoamérica como vía revolucionaria. Nadie debería dormir tranquilo mientras existan.

6. Se debe avanzar en la reforma económica, al estilo de China, Vietnam y también Nueva Zelanda e Irlanda, estos dos dirigidos por extraordinarias mujeres, y en la descentralización. Venezuela está hipercentralizado, eso dificulta que los recursos “bajen” a la base de la sociedad, creando un Estado acromegálico y débil, incapaz de atender las necesidades y menos en la provincia.

7. La falta de recursos es un grave obstáculo para impulsar crecimiento sostenido de empleo y riqueza. Durante la crisis de 1929 se ralentizó o detuvo el flujo de capitales al Tercer Mundo. Pero en el Cono sur se aplicó la política denominada “insuficiencia dinámica”: dar máximo de facilidades y eliminar restricciones al escaso ahorro interno, lo que permitió a Argentina, Chile y Uruguay soportar la escasez de capitales internacionales, gracias al diálogo con los empresarios permitió liberar trabas a la inversión, y dedicar un gran esfuerzo a la formar los ciudadanos para el trabajo, y que aprendieran rápidamente oficios que dan acceso a ganarse la vida (albañiles, talabarteros, carpinteros, electricistas, herreros y demás oficios).

8. Si la decisión de hacer una carretera en Coloncito o un puente en Montalbán, se centraliza en Caracas- son 335 municipios- la ciudadanía está condenada a las carencias. En un estudio de hace muchos años, entrevistado el Ministro de Educación de la época, tenía en su despacho varias rumas de documentos amarillados. Eran solicitudes para dotación y reparación de escuelas. Ante el asombro por lo remoto de la posibilidad de que pudiera firmarlas, respondió que por lo menos esas estaban en su mesa. Abrió la puerta de un pequeño salón casi hasta el techo de montones de papeles y comentó “después vendrán estas”. La descentralización territorial, consiste en transferir capacidades y recursos para tomar decisiones en su espacio a estados y municipios, agilizar las decisiones administrativas y aligerar los altos mandos del gobierno para no acogotarse con esas tareas y dedicarse a trazar y dirigir la marcha de las grandes líneas de desarrollo nacional. Esa es la autogestión verdadera.

@CarlosRaulHer

Escuela de pederastas

Carlos Raúl Hernández

Vivimos la “ideología woke”, el despertar de la conciencia contra la “injusticia” de los varones, blancos, occidentales, luego de la “corrección política” de los 90. Nos ofrece la destrucción del patrimonio cultural, entre ellas esculturas de George Washington, Víctor Hugo, Cristóbal Colón, el humano más importante del milenio anterior, creador del nuevo mundo hispánico y mestizo. “Cancelación” de grandes escritores y artistas, J.K Rowling, Woody Allen. Cómo toda barbarie es una aporía, un callejón sin salida (si no vinieran los españoles con Colón, hubieran sido los ingleses o los holandeses). En los 70, luego de la derrota de Salvador Allende, de los movimientos armados, y del socialismo militar, aparecen titubeantes atisbos de una izquierda democrática en Latam y en las universidades, también expresiones de la ultra izquierda filosófica. Las universidades norteamericanas habían acogido profesores del viejo mundo, Herbert Marcuse, Theodor Adorno, Max Horkheimer, Erich Fromm, Michel Foucault y muchos otros.

En el medio intelectual de occidente era el momento del pensamiento revolucionario ultraradical, (el mayo francés tuvo como símbolos “las tres M”: Karl Marx, Mao Zedong y Marcuse) que desmontaba en profundidad, desde los nervios molares, las bases filosóficas de la civilización. Michel Foucault junto con Marcuse y Sartre, crearon lo que llamó Henri Lefevbre el “diferencialismo”: fracturar la sociedad, no por la lucha entre los trabajadores y los propietarios, porque los primeros estaban aburguesados, y con su familia, eran la semilla del conformismo, enemigos de la revolución. La vía era la “revolución molecular difusa” desde sus entresijos constitutivos: conflicto entre diferencias etnias, religiones, hombres, mujeres, homosexuales, la familia, la escuela, y reivindicar a los marginados, locos, drogadictos, delincuentes, lumpen, Para un pensamiento tan profundo y sicótico, hasta la paternidad y la maternidad enajenaban y oprimían a los seres humanos. La izquierda política de los 80, incluso la radical, los percibía como excéntricos, bichos raros, cómicos y peligrosos. Se sabía de la pederastia de Sartre, Beauvoir, y su pandilla, firmantes de un documento defendiéndola en el “Caso Versalles” de 1977.


Mao con su “revolución cultural” llevó a la práctica la destrucción de los cimientos morales “importados de occidente” y de la cultura tradicional china, que “impedían el cambio” y el verdadero comunismo. La “cancelación” es un aporte de la locura maoísta, que destruyó 60% de las pagodas, asesinó a maestros, intelectuales, monjes y profesores porque “perpetuaban la cultura burguesa”. El más grande de los “cancelados” fue nada menos que Confucio. Para Foucault la vida social transcurría en “micropoderes” que reproducían la opresión y por eso negar el capitalismo consistía en “el gran rechazo” a instituciones, creencias, costumbres, organizaciones que estaban podridas. El sexo biológico era una ficción y la atracción sexual un “constructo burgués”, maternidad y paternidad reproducían las relaciones de opresión, la escuela, las clínicas, los hospitales, la amistad eran, en su anarquismo existencial, formas a destruir por la revolución, y había que cambiar al hombre desde las micropartículas sociales.


Naturalmente él nunca explicó cómo sería su inconcebible sociedad donde los padres no tendrían autoridad sobre los hijos, ni los alimentarán, ni los harían estudiar, ni habría maestros, ni patronos, ni obligaciones, ni gobierno, ni leyes. Luego de la decepción del “socialismo real” la expansión del consumo de drogas y la liberación sexual, sonaba interesante para la generación del mayo francés. En el centro, Foucault, aunque se sabía de sus depravadas costumbres, su sadomasoquismo y vocación suicida, dedicado febrilmente a contraer y esparcir el SIDA y que, luego de su muerte, consiguieron en su casa una sala de torturas con manchones de sangre. Pero este año 2021 que termina, el escritor francés Guy Sorman reveló en su libro Mi diccionario del bullshit, que una vez fue a pasarse la navidad con él en Túnez y al salir a caminar, se venía detrás un grupo de niños. Él les arrojaba “calderilla” que sacaba del bolsillo y les decía “nos vemos esta noche a las 22 en el mismo sitio”.


Sorman descubrió con horror que “el sitio” de su orgía con los pequeños era el cementerio, lo que dice mucho del alma de este titán contra la “degeneración y la opresión capitalista”. Dejó una perversa escuela de pederastia, Kate Millet, Shulamith Firestone, Peter Singer, Judith Butler, mientras personas normales asumen ideologías que no conocen y derivan de semejante tronco. ¿Irán a cancelarlo como a Woody Allen o Philip Roth? ¿O a Picasso, un monstruo para las mujeres que vivieron con él, pues de diez, dos se suicidaron y dos se volvieron locas? Foucault, padre de la rebelión cultural, es también un hombre blanco, rico, poderoso, que va a un país africano a comprar niños baratos. Pero la “cancelación” es un acto totalitario inaceptable para quien crea en la libertad. Hago mía su propia frase en Arqueología del saber: “Más de uno, como yo sin duda, escribe para ocultar el rostro. No me pregunten quién soy, ni me pidan que permanezca invariable…. Que nos dejen en paz cuando se trata de escribir”.

@CarlosRaulHer

Escaramuza, Peñaloca y Vidriera

Carlos Raúl Hernández

Versiones recientes de populismo, ahora de derecha, se presentan en Ecuador y El Salvador. En el primero, el presidente trata de huir de los Papeles de Pandora con controles de la economía que no se le ocurrieron a Rafael Correa, ni a Lenin Moreno. Busca simpatía por un tiempito, pero luego vendrá lo que se conoce sobradamente. En Latinoamérica de los setenta campeaba la hiperinflación, el estancamiento, el desempleo masivo, la emigración (hacia Venezuela, recordemos) pero Ecuador derrotó esos males. Apertura económica, inversiones extranjeras, dolarización, fueron las palancas para recuperarse, y son ahora los venezolanos quienes emigran para allá. Lasso puede retroceder dramáticamente al estancamiento y la miseria. A Nayib Bukele, un antipolítico semi-formado en el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), como de costumbre le molesta la oposición “que no lo deja gobernar”, asesorado por varios venezolanos insurrectos de 2019, acusados aquí de turbios manejos financieros.

En Chile hace estragos el populismo anal, cuya forma de protesta es introducirse objetos, con muchos simpatizantes en Venezuela, contra “la opresión sexual del capitalismo” en una nación que ya alcanza parámetros de país desarrollado. La política degenerada no es la búsqueda del poder por medios pacíficos y civilizados, sino la matchpolitik, el enfrentamiento. Lo terrible es que el modelo se filtra hasta los tuétanos de las fuerzas supuestamente democráticas, que dejaron a un lado su noumeno propio para ser clones revolucionarios. ¿Es la oposición que asesora a Bukele, populismo de derecha? Se denunció que 1200 “becarios” viven gracias a la ruina de Monómeros, Citgo y Pdvsa. Unos en el exterior, otros agradablemente en Venezuela. Pervirtieron un grupo indeterminado de hoy palangristas (¡de algo hay que vivir, si no consigo trabajo!) Así como el Licenciado Vidriera de Cervantes decía que un artista sublimaba la realidad pero un patán la vomitaba, pondremos a dos arquetipos de la estirpe, sin mencionar a nadie.

Son el “Licenciado Peñaloca”, “Pegalosa”, “Pegaloca” o “Pegajosa”, quien asume su condición de sicario moral de personas a las que no tiene jerarquía para morderle la suela de los zapatos. La “dignidad”, “la verdadera oposición”, un arsenal de bombas de aire, generalidades, invocaciones a principios, boberías ahogadas en la corrupción y el fracaso de los suyos, que ilustran falta de escrúpulos y de capacidad de construir siquiera un rancho, pero son pez en el agua de la calumnia y el vandalismo emocional contra quienes han pretendido razonar. Su aptitud consiste en manejar las bajas pasiones, la división y el aborrecimiento. Otro ejemplar es el “Economista Escaramusa”, que no da Guerra, cuyos méritos y títulos académicos desconozco, salvo que es licenciado, como los otros. Ese par de vagos son “dirigentes” de la oposición rabiosa, un peligro por su incapacidad para razonar, convivir con quien siquiera oiga otra música, y menos de enmendar, y de irles bien, habrían sobrevivido unos pocos meses en el poder (el 11 de abril unos parecidos aguantaron 72 horas apenas). Son buenos, como el chavismo, para manipular y despedazar pero no saben ni poner un bombillo.

Un libro importante sobre la política, al estilo de El Príncipe de Maquiavelo es la extraña y olvidada obra De los vínculos en general, de Giordano Bruno, escrito contra la Iglesia Católica y su poder espiritual sobre el mundo, antes y en época del Renacimiento. Todos pensamos que a Bruno, de los esenciales defensores del heliocentrismo, lo quemaron en la hoguera por negar que la tierra fuera el centro del universo, pero tuvo que ver su condición de mago, ocultista y detractor de la Iglesia. Esta obra describe perfectamente la manipulación a partir de sentimientos y valores colectivos. Para Bruno una de las propiedades del Mago, manipulador, es apuntar al eros, sustrato vulnerable y fundamental para manejar, mentir, a los humanos. La envidia es amor al revés. “La envidia es la expresión del amor a uno mismo, no soporta que otros sean iguales o superiores y se torna odio. La indignación (moral) es amor por la virtud… el pudor es amor a la honestidad… y la ira (frente a esos elementos) es una forma negativa de amor… por eso los platónicos llaman al amor el gran demonio”.

El dilema debe ser planteado “en términos de tragedia”, los revolucionarios se dividen en amigos y enemigos del pueblo, y el populismo de Escaramuza y Peñaloca, en “verdaderos opositores y traidores de la oposición”. El “cazador de almas” de Bruno puede introducir sus trampas y “vínculos” a través de la “emoción y la fantasía”. No puede sentir piedad o pudor: “No hay nada que partiendo de los sentidos pueda llegar a la razón sin pasar por la fantasía… Procura no transformarte de operador en instrumento de los fantasmas”. El cazador debe ser frío, implacable, carecer de escrúpulos, mentir, calumniar sin el menor remordimiento. No existe la verdad “debes ser capaz de ordenar, corregir y disponer la fantasía, componerla según tu voluntad” (calumniar sin misericordia hasta a Teresa de Calcuta). “El operador creará todos los vínculos que quiera, la esperanza, la compasión, el miedo, el odio, la indignación, la paciencia, el desprecio por la vida, por la muerte, por la fortuna”.

@CarlosRaulHer

“La ruta del coraje”

Carlos Raúl Hernández

Una conferencia de Mibelis Acevedo me hizo regresar a El político y el científico de Max Weber (en mejorable edición de Alianza Editorial) libro oportuno ante el asombroso caso de una oposición corrompida antes de llegar al poder que se ahoga entre la incompetencia y el caos en Venezuela. Agrupa conferencias del autor en 1919, año de la trágica comuna de Berlín, la insurrección de los comunistas radicales, espartaquistas, que los llevó a la muerte con su fantasía revolucionaria. En zanjas aparecieron los cadáveres de Rosa Luxemburgo, la rosa roja de la revolución y el jefe Karl Liebknecht. El libro se consagra a exaltar el valor de los partidos y el político profesional, que vive para y de la política dedicado en cuerpo y alma, y contra la tendencia a improvisar supuestos liderazgos, para jugar al dirigente sin tener con qué, tendencia permanente de los notables, como afirma Weber. Lo que hoy llamamos antipolítica, de donde salió la llamada “generación 2007”.
Dice Weber que todos los ciudadanos somos políticos eventuales, que vamos a actos públicos, votamos y damos enjundiosas opiniones sobre lo que no sabemos. Pero el político profesional conoce su oficio porque se ha formado en él a lo largo de años, es su modo de vida, distinto de los que irrumpen por un golpe de suerte o de dinero. Quienes no conocen las entretelas del oficio, hacen proclamas morales, consignas fáciles, sin saber muy bien lo que dicen y así destruyen los países. Un grupo de aventureros que, al no tener más en la sesera, asumen la moral y “hacer el bien” como programa. No hay que olvidar que revolucionarios, en el peor de los casos, y tontos notables, en el mejor, devienen maldiciones para los países.
Para Weber es esencial que la maquinaria organizativa de los partidos, formada por políticos profesionales, se imponga históricamente sobre los notables, los parlamentarios o los grupos económicos, como avance hacia la política moderna. Fuimos víctimas en Venezuela de finales del siglo XX de gerentes de medios, empresarios, intelectuales y notables que, al contrario de Weber, se dedicaron a destruir las maquinarias y los políticos de oficio, y que pretendían “comprar” la política, “dar el salto” de los negocios a la lucha por el poder. Dice Weber que las tres características esenciales de un gran líder son pasión, responsabilidad y mesura, que se adquieren en años de vivir el oficio. Pasión para entregarse en cuerpo y alma, no ser políticos a ratos, de ocasión, aficionados calcular los pasos. Pero no se trata de la excitación febril del alocado que pone a los demás en peligro y no le importa si tal cosa corresponde a su fanatismo principista, egocentrismo estúpido y dañino.
Un líder pulsa cómo la realidad recibe “sus principios” que a veces son tontos paliques de barbería o peluquería. La responsabilidad consistía en 2014, 2016-2017 en no jugar a las muertes y encarcelamiento de inocentes, no apostarlo todo en acciones estúpidas en 2018-2019-2020. Un político que no tenga ambiciones no lo es, pero así como Weber denuncia al irresponsable que lanza gente a la muerte, cuestiona al carrerista que actúa como si estuviera en una empresa. La política debe ser una entrega, una razón de vivir, causa trascendente que se abraza con sensatez en beneficio de los demás (y también del propio). Y finalmente la mesura, el equilibrio, la capacidad para alejarse de los extremos y discernir lo conveniente “la cualidad sicológica… para dejar que la realidad actúe sobre uno sin perder… la tranquilidad, guardar distancia con los hombres y las cosas”. La carencia de mesura lleva a negarse a aceptar la realidad o falsearla para que se adapte a nuestros caprichos a priori, distorsionar los hechos y engañarse o engañar.
“…Cómo puede conseguirse que vayan juntas en las mismas almas la pasión ardiente, y la mesurada frialdad”. Cuando eso ocurre tenemos a Betancourt, Churchill, Reagan, Clinton o Merkel. Hay dos aproximaciones a la ética que definen un gran político y lo diferencian de un aventurero cualquiera, un fanático o un irresponsable. Y es como resuelve la contraposición entre la ética de la responsabilidad y la ética de la convicción. Debe rectificar el error inicial, modificar el rumbo, por muy convencido que esté, porque los daños a sus seguidores, entorno, o a su país, hacen que insistir sea un crimen (gobierno y oposición debieran leer el libro).
Políticos de poca monta, vanidosos, sin quilates para grandes empresas, se abrazan a la ética de la convicción, sobre todo cuando están lejos o saben que no les pasará nada. Con frecuencia es capricho, la ruta del coraje. Tolstoy en Guerra y Paz cuenta la batalla de Moscovia desde la visión de los soldados. Desmembrados por los cañones, machacados por los caballos, sosteniendo sus vísceras, porque rendirse ofendía a un petimetre imbécil en funciones de general. Uno puede martirizarse por sus principios, pero no martirizar a otros. La prueba de incapacidad política es no dar marcha atrás en una idea, pese los estragos que produce. De esta manera puede decir con una lamentable satisfacción personal, que fue firme en su “dignidadddddd” aunque por ello acabó con los objetivos que se había propuesto. Esto lo deberían entender los culpables de los fracasos de hoy.

@CarlosRaulHer

La bestia más parecida al hombre

Carlos Raúl Hernández

Tengo que confesarte, papá, que ese día descubrí que me gusta matar. Che

En la última marcha del orgullo gay, que más bien debería traducirse como dignidad gay, algunos lucían franelas con el rostro del Che Guevara en la famosa foto de Alberto Korda. Cierto que desde Eric Clapton hasta la modelo Inés Barquilla, quien lo caminó por la pasarela Cibeles, el ícono de Guevara ha estado en magnos eventos kapitalistas. Y también en oficinas de campaña de candidatos demócratas, los actos peronistas y de muchos otros partidos. Pero cuesta entender su presencia en el movimiento gay que tanto ha luchado y lucha contra los que les prohibían nada menos que entrar a la condición humana. Tal tuvieron que hacer los indígenas, las mujeres, los asiáticos y muchas otras minorías, y es como si los negros cargaran franelas del KKK. Si en la historia latinoamericana no se conocían campos de concentración para homosexuales, Guevara, cuyo fusilamiento cumple cincuenta y cuatro años, creó el primero.

Fue el de Guanahacabibes, a cuya entrada presidía la inscripción “el trabajo los hará hombres” inspirado en Auschwitz, donde en ubicación equivalente decía “el trabajo los hará libres”. Ahí encarcelaban “aquellos casos dudosos de los que no estamos seguros de que deban estar encarcelados… (pero) que han cometido crímenes contra la moral revolucionaria…”. Luego vino otro centro de reclusión para “desviados” al que llamaron Cerámica Roja. Resalta que en estos penales para no delincuentes se practicaban brutales castigos físicos, torturas y la violación de los reclusos, lo mismo que cuenta Reynaldo Arenas en Antes que anochezca, lo que promueve reflexiones sobre el hombre nuevo homofóbico, que se asquea de los homosexuales, pero no tanto.
Sobre negros y portugueses, los comentarios guevaristas son útiles de conocer: “los negros… han mantenido su pureza racial gracias al poco apego que le tienen al baño, han sido invadidos por un nuevo ejemplar de esclavo: el portugués… el negro indolente y soñador, gasta sus pesitos en cualquier frivolidad, o se pega unos palos…”. Jean Paul Sartre en Huracán sobre el azúcar, su panfleto sobre Cuba, babeado por el personaje, define a Guevara como “el ser humano más completo de nuestra época”. No es un teórico, ni el guevarismo una teoría, sino una actitud vital ¡Salud!”. Una rebelión con objetivos que podía suplir las carencias del símbolo hipster por excelencia del momento, James Dean, el rebelde sin causa. La admiración de Sartre se debe a que creyó la autodefinición del personaje: “soy médico, soldado y finalmente banquero”, Presidente del Banco Nacional (el banco central) para construir el socialismo.
Y es este tecnócrata el que anuncia en 1961 que el crecimiento económico de Cuba sería de 15% anual y generaría un ingreso per cápita de 3000 dólares, superior al norteamericano. Pero un año después comienzan los racionamientos de carne, pollo, leche, pescado, arroz, aceite, pasta de dientes, jabón. La producción de azúcar, el petróleo de los cubanos, se reduce a la mitad y reconoce que “elaboró un plan con metas absurdas y recursos solo soñados”. Con los meses, lejos de lograr la felicidad socialista, su ineptitud profundiza la escasez y la desgracia. Pero al hombre nuevo, la fiera más parecida al hombre, se le ocurre que la solución es la muerte de muchos (“muchos Vietnam”): crear una red internacional de rebeliones “dispuestas a arriesgar todo en una guerra atómica inimaginablemente destructiva”.
Cómo no sé dar de comer, mato. Fidel Castro lo suscribe cuando dice “Más vale morir herido en guerra que morir de hambre en casa”. La gesta heroica de este banquero que destruyó el aparato productivo de la isla, y condenó a los cubanos a la miseria permanente, (tal como hicieron en Venezuela Jorge Giordani y nuestro podemita olvidado, Alfredo Serrano Mancilla), duró hasta que los soviéticos se hartaron. Bastaba ya de que aquel gandul pretencioso y demente dilapidara los recursos que suministraban. La URSS suspendió por un tiempo en 1968 la ayuda económica cuando descubrió que las aventuras de África y Bolivia las pagaron ellos. Despedido del trabajo inicia su aventura africana. Cuando le consultó a Gamal Abdel Nasser su plan de ir a dirigir guerrillas en África, el caudillo de Egipto le respondió que “eso se vería como una reedición de Tarzán”.
Y Ahmed Ben Bella, presidente de Argelia, comentó que Guevara era “asombrosamente simpático y dogmático… pero que no había un pueblo en el Congo sino muchas tribus” y que “un grupo de hombres blancos liberando una nación que no existía, lindaba con el surrealismo”. Invitado como orador a la Conferencia Afroasiática de Solidaridad en 1965, Guevara lanzó una propuesta demencial. En los hechos más o menos la practicaron los soviéticos y ocasionó las más grandes tragedias colectivas del continente africano, que casi lo hacen desaparecer: “…las armas no pueden ser mercancías en nuestros mundos. Deben entregarse sin costo alguno y en las cantidades necesarias… a los pueblos que las demandan para disparar contra el enemigo común”. Después de la muerte de este complejo personaje, lo que quedó de la revolución africana fueron absoluta miseria, Sida y fusiles en manos de caudillos criminales.

@CarlosRaulHer