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Carlos Raúl Hernández

Cambio de piel

Carlos Raúl Hernández

“Ser de izquierdas es como ser de derechas. Es una de las infinitas formas que tiene el hombre de ser imbécil”. Ortega y Gasset

El antes y el después de la segunda guerra mundial pusieron en ascuas las democracias. Aparecen terribles amenazas para la humanidad: el totalitarismo moderno, Jano cuyas dos caras son el nacionalsocialismo y el comunismo, uno hasta la muerte de Hitler y el otro con el auge de Stalin y Mao. Por fortuna la socialdemocracia, la democracia cristiana, los liberales y otras fuerzas, tuvieron coraje y habilidad para frenar las reediciones europeas y aunque en los ochenta parecía que el mundo marchaba al comunismo, caen los ladrillos el Muro de Berlín. Colapsan las diversas formas de estatismo en los 80/90, izquierda y derecha descubren la economía abierta, y mantienen la hegemonía reformista que atempera el debate izquierda-derecha en la alta política. Thatcher y Blair, Reagan y Clinton, Felipe González y Aznar, Aylwin y Lagos, Mitterrand, José Mujica, Fernando Cardoso y Lula, Carlos Andrés Pérez, y Sánchez de Losada, confluyeron en impulsar la globalización, la formación de capital privado y la producción de riqueza.

Hacen su rantrée neofascistas-neonazis, marginales, pandilleros, cuya huella solo quedó en turbulencias callejeras y películas sobre los skinheads, aporreadores de negros, chinos y latinoamericanos, como la impresionante Historia americana X, en la que Tony Kaye dirige al matón Edward Norton. En la segunda década de este milenio aparecen filofascistas electorales que desplazan a la socialdemocracia y hoy cambian de piel, en una “transición” (me agarro la oreja izquierda ante esta palabra) cuya estampa más resaltante es Giorgia Meloni, ahora desmarcada del autoritarismo. De su capacidad y habilidad para deslastrarse del cementerio ideológico dependerá un cambio que estacione claramente la derecha en la democracia representativa y se acaben las fundadas desconfianzas, tan validas como las que se tuvieron con Podemos. Meloni es el primer triunfo electoral, rápidamente se amolda al marco político y los Demócratas de Suecia se convierten en gobierno sin estridencias.

Vox de Santiago Abascal fue el primero en derribar el muro entre la nueva derecha y la tradicional al pactar en varios gobiernos regionales con el PP. El veloz avance en apenas dos décadas viene con el equivalente de su némesis, su enemiga gemela, la ultra izquierda, que toma el control de organizaciones socialistas moderadas que abandonaron sus programas de los 80/90-pienso en EE. UU, Chile, España- para desarrollar la política de desgarramientos identitarios, como el Partido Demócrata de los EE. UU, varios europeos. Eso ocurre bajo el manto de la Agenda 20-30 que cercena el proceso gradual de reivindicación de las minorías y crea un antagonismo ético político virulento contra las mayorías, que es precisamente lo que da el triunfo a Meloni a nombre de estas últimas y parece anunciar una era “de derecha”. Hasta la reciente aparición de Vox, España era uno de los pocos países europeos donde los conservadores duros no tenían representación parlamentaria. Pero el gobierno actual del PSOE y los aventureros de Pablo Iglesias, convirtieron la política en pelea de perros, como los republicanos españoles en los 30s.

El auge y la caída de Trump son hitos. La derecha europea son unos 30 partidos en crecimiento, feroces contra inmigración: Vox de Abascal en España y en Italia La liga de Mateo Salvini; SIDE de Victor Orban en Hungría (quien construyó un muro de 175 km en la frontera serbia y otro en la croata), Jussi Halla-Aho del Partido de los Finlandeses Independientes; Alexander Gauland y Alice Weidel de Alternativa por Alemania. Los Nacionalistas Demócratas suecos de Jimmie Akesson, arribaron al parlamento en 2010 y en diez años tomaron el poder en alianza con la derecha moderada y despacharon a los socialistas a mediados de 2022 y Marine Le Pen llegó a 42% de la votación en 2021. Hoy la guerra Rusia-Ucrania hace confluir grupos de izquierda, derecha y centro con o contra Putin, que obliga a la UE mantener los ojos entrecerrados. Los ultraconservadores polacos, son antirusos pronorteamericanos, por los que la Unión Europea mira para otro lado con las violaciones de derechos humanos y el incumplimiento de las normas democráticas, y azota con plumas de ganso a Orbán, aunque pro ruso, miembro de la UE.

Steve Bannon, asesor de Trump, viajó constantemente a reunirse con dirigentes europeos con los que comparte el nacionalismo económico, el proteccionismo, la antiglobalización y el rechazo al euro y a la U.E por “despilfarrar malamente” recursos en salvar a los países del sur de Europa en la crisis de 2008 y enajena la soberanía de los países. En eso coinciden con el inefable Iglesias, quien además planteaba durante su vicepresidencia muy izquierdistas expropiaciones y derrocamiento de “la casta”. Pero en 2015 la extrema izquierda de Siriza ganó en Grecia y se alió con los ultraconservadores Griegos Independientes, porque ambos querían una economía cerrada, proteccionista y nacionalista, exactamente todo lo que fracasó y llevó Grecia –y al mundo- a la pobreza. Al contrario, Merkel en 2018 rechazó pactar con la derecha de la AFD mientras el Frente Nacional de Le Pen en 2021 consiguió gran parte de sus votos en los cantones tradicionalmente socialistas. Trump buscó apoyo en los partidarios de Bernie Sanders y su política económica fue enfrentar la globalización, procurar el regreso de los capitales norteamericanos en una terrible carrera contra China que hoy continúa Biden.

Tienden al populismo (“el pueblo víctima de la élite”) e imitan el comportamiento la de gente común. Coinciden en la defensa de la familia, contra el aborto y las parejas homosexuales. Abascal adversa la ley de violencia de género que enciende hoy su país. Alternativa por Alemania llegó al parlamento en 2017 con un plan contra el euro y la Eurozona, y cuestiona la apertura a la inmigración de Angela Merkel, pero la catástrofe del Brexit obra maestra de Boris Johnson, matiza la tendencia a salirse de la UE. Un dirigente de Alternativa por Alemania AFV aclaró la nueva línea entrista, poner diques a la UE desde dentro. Si los gobiernos no tocan los tratados internacionales, los derechos humanos y la justicia, pueden vulnerar debilitar el identitarismo en sus países, la Comisión Europea no puede hacer nada, y si se juntan tres en el Europarlamento y 33%, de los votos, se constituye una “minoría de bloqueo” de las decisiones de Bruselas. Marine Le Pen cuyas referencias son Putin y Trump anunció en 2021 que de ganar saldría de la OTAN para contribuir a enderezar el desorden mundial, obtuvo 42% de los votos y junto al partido de la Libertad en Austria y Holanda, marca distancia de sus extremismos del pasado, una metamorfosis usual en los radicales que aguzan el entendimiento y dejan de ser carnívoros.

@CarlosRaulHer

Mad Max no ve explosión demográfica

Carlos Raúl Hernández

Sobre la pandemia, notorios del marketing filosófico global colocan en vidriera sus trascendentales disertaciones y así desfilaron curiosas teorías que comentamos entonces. No hacían humorismo y daban la impresión de creer sus asertos: era una conspiración china para echarle mano a multinacionales en su territorio, destruir la economía occidental, y cierto marxista crítico intuía una superdictadura totalitaria digital. Otros, por el contrario, veían una maniobra judía para vender vacunas prefabricadas. Infaltables los que descubrían las sucias manos imperialistas coaligadas con “los laboratorios” en hacer el agosto, o la turbidez de Putin para colocar su vacuna en el mercado. Trump, sus imitadores Boris Johnson, Bolsonaro y demás terraplanistas, se burlaban del virus y las vacunas. Los paulo-coelhos de la filosofía anunciaban un futuro tenebroso, Armagedón, las desoladas y peligrosas carreteras de Mad Max, Farenheit 451 o Ciudad Gótica.

Esas tesis filosóficas deberían contarse junto a las andanzas de Jaimito y de Hans. Libres ya de teorías conspirativas hoy sabemos lo que antes suponíamos. Gracias a las vacunas y a la ciencia médica (cero acupuntura o medicina alternativa) no hubo efectos comparables a pandemias del pasado que cambiaron el curso de la humanidad, la llamada peste de Justiniano entre los siglos VI y VIII, la peste negra del XIV o la gripe española del XX. El mundo sigue siendo como era y se mantienen o aceleran tendencias existentes, buenas y malas. Justiniano pensaba unificar de nuevo Roma, reiniciar las conquistas y la plaga lo detuvo en seco, modificando el destino universal. La peste negra torció la historia en el siglo XIV liquidó 40% de la población europea, creó escasez de mano de obra, e incentivó automatizar la producción. La mayor baja demográfica del siglo XX la produjo el SIDA, 55 millones desde los años 80. La gripe española de 1928 se cargó 30 millones.

Los terremotos sociopolíticos tienen efectos tan poderosos como las pandemias. La gran depresión de los años 30 y el embargo petrolero de los 70, revolucionaron los paradigmas económicos. La primera desacreditó la economía abierta, trajo el estatismo rooseveltliano, sus versiones europeas y el auge del socialismo que generalizaron la pobreza y colapsaron dramáticamente en los 80. El segundo produjo una reingeniería del transporte, de la relación hombre-ambiente, y del uso de los recursos energéticos, e hizo surgir la ideología verde. El covid no tocó las tendencias demográficas, económicas y sociales pre-existentes, aunque ayudó contraer la economía y reducir el empleo, moderados por el teletrabajo y el delivery, con más fuerza en occidente que en Asiá. En noviembre la población planetaria llegó a 8 mil millones, con una notable ralentización de su crecimiento desde hace tiempo.

El impacto del covid en la mortalidad global es leve, 133 muertes por millón de habitantes. La tasa de natalidad desciende desde mediados del siglo XX, cuando el promedio era de cinco nacimientos por mujer n/m, mientras hoy es 2.3. n/m. La cultura urbana revolucionó el papel de las mujeres en la vida social, su acceso al mercado de trabajo y al mundo profesional. Hace setenta años cuando la vida rural era significativa, los padres tenían hijos para asegurarse en la vejez. Parían a los 18 de edad, mientras ahora lo hacen a los 30. Mantener y educar una persona hasta que cumple 22 años en EE. UU, por ejemplo, cuesta 500 mil dólares y las parejas se limitan a tener uno o dos. El envejecimiento demográfico viene con la baja natalidad y la prolongación de la vida por el desarrollo de la medicina.

China redujo el número de nacimientos con la política del hijo único en 1979 que afectó la relación demográfica entre varones y hembras, porque las familias evitaban las niñas. Aunque ahora pueden tener hasta tres hijos, la tasa de maternidad es apenas de 1.3 n/m hacia la baja. Desde los años 70, por ejemplo, en Taiwán es de 1.3 n/m, y en Corea del Sur la más baja del mundo, 0.9 n/m. En 2030 India será la primera potencia poblacional, Africa la segunda, entonces el mayor mercado de consumo del planeta y ni el SIDA, que mató 35 millones de africanos en los 80 y 90, alteró la curva de crecimiento. India y Africa desplazan demográficamente a China que, a cambio, al parecer será en 2030 primera potencia económica global y es hoy principal inversionista en el continente negro. La población africana aumenta porque las mujeres que no tienen educación primaria procrean un promedio de nueve hijos.

Desde 1980 la modernización asciende a las mujeres africanas y las que obtienen título universitario se limitan a un solo hijo. En el mundo desarrollado la población comienza a crecer a partir del año 2000 hasta hoy, por efecto de la inmigración, lo que no impide que Europa, segunda población mundial en los años cincuenta, pase en 2030 al quinto lugar. 22% de la población de Canadá no nació allá y en 2030, Norteamérica estará conformada mayoritariamente por las hoy minorías. A mediados del siglo pasado, la expectativa de vida de alguien nacido en el subdesarrollado era 30 años menor que la de alguien nacido en el primer mundo. Hoy esa brecha se cierra porque los países atrasados mejoraron su calidad de vida, salvo en algunos puntos de África. La moda posmo, incentiva aplicar el “pensamiento transversal” que podría hacer de utilidad estas informaciones para quienes toman decisiones.

Pudiera ser útil para los aprendices de brujo por ejemplo en Chile donde un gobierno ideológico e inexperto, juega con los exitosos fondos de pensiones de capitalización individual. En todos los países crece el número de personas de la tercera edad; en China, por ejemplo, pasarán de 250 a 365 millones de personas. Con el desarrollo de la medicina, después de los sesenta años la gente puede vivir 25 más. Al mismo tiempo, mundialmente el número de individuos en edad productiva se reduce, de 5 o 6 por cada persona jubilable, a 1 y medio en edad laboral por cada persona jubilable. Dicho más claro: si hace unas décadas el trabajo de seis jóvenes producía la pensión de un jubilado, ahora tres jóvenes deben sostener a dos jubilados. Eso obliga a altas tasas impositivas, desiderátum de ignorantes en materia social, porque frena mejorar las condiciones de vida, la acumulación de capital social y empleo, la formación de empresarios y lesiona el sistema de retiro tradicional, que, según actuarios, colapsará en diez años.

En países estatistas, socialistas y populistas los fondos de retiro en manos del Estado se hicieron sal y agua o están en eso. Enfrentar esta perspectiva implica implantar un modelo que permita la reproducción ampliada de los ahorros de los trabajadores, conocidos como fondos de capitalización individual. En el modelo tradicional pasábamos por etapas: jugar, estudiar, trabajar y pasar a retiro, pero el alargamiento de la vida nos obligará a trabajar después de la edad de jubilación porque la pensión no alcanza, pero nuestros conocimientos serán obsoletos. En China 75 millones de personas mayores de 55 años regresan a la universidad. Además, no habrá suficiente gente joven para cuidar a los numerosos ancianos. En Japón estos prefieren que los cuide un robot por muchas razones.

@CarlosRaulHer

La guerra del fin del mundo

Carlos Raúl Hernández

A los estrategas se les pasó un detalle del Manual de guerra para mermados mentales: cómo enfrentar un invierno sin calefacción.
Las declaraciones iniciales sobre la guerra Rusia-OTAN en territorio ucraniano, agitaban la “defensa de occidente y sus valores”, y con eso, de entrada, excluían semióticamente, se enajenaban, África, Asia, y confundían a los latinoamericanos, siempre confundidos. Ampliar una brecha con oriente “más que un crimen, es una estupidez”, sobre todo porque es mayoría planetaria, y Rusia y China principales proveedores de materias primas y manufacturas para occidente. Un montón de países asiáticos son economías y mercados más abiertos que “occidente”, e India, Japón, y varias más se rigen por democracias constitucionales. La dualidad greco-romana de oriente vs. occidente es un anacronismo perturbador de los liceístas que dirigen hoy Europa y comprueba que la ramplonería política del siglo XXI es tan global como el Covid 19. Rusia y China la agarraron al vuelo y son ellos los que insisten en el abismo entre ambos hemisferios políticos y el fin de la “hegemonía” anterior. Nada de eso indica fortalecimiento de la democracia ni de los valores del Estado de Derecho.
Por el momento quedan agrietados por su más que eventual derrota y porque contribuyeron a cuajar gran parte del planeta en un mega bloque “extra occidental”: la mayoría de los dieciocho países del Grupo de Shangai, de los BRICS, de la OPEP, del Tratado de Libre Comercio Asiático y de África, mientras Latinoamérica “observa” porque su segundo socio comercial es China. Esa guerra no “estalló” como dice la lengua raída, sino fue meticulosamente planificada con la pobre Ucrania como caballo de Troya “proxy”. El plan se cumplió: amenazar con que esta sería parte de OTAN, algo intragable para Rusia, como para EE. UU los misiles atómicos en Cuba 1963. Eso obligaría a Putin a atacar por su sobrevivencia, “caer en la trampa”, y muchos se frotaban las manos. Rusia dio cuerda, gruñó, amagó con la movilización de tropas en la frontera como recurso disuasivo, pero la OTAN estaba muy segura del plan.
A comienzos 2021 el recién estrenado presidente Biden había dejado caer una frase reveladora, después de hablar dos horas por teléfono con Xi Jimping: “!si no hacemos algo nos aplastan!” (NYT). Los estrategos norteamericanos saben que no pueden confrontar directamente a China porque gran parte de la economía global depende de ella y es una potencia demográfica (circa 1500 millones). Santiago Carrillo cuenta en su autobiografía que el bárbaro Mao Tse tung dijo en la internacional comunista que “podía asumir 200 millones de muertes para acabar con el imperialismo”. La señora Pelossi arma un kit de provocaciones, boomerang con filos envenenados que puede volver al cuello de Taiwan y su autonomía, lo que tampoco “fortalece los valores occidentales”, ni hace avanzar la democracia. Decidieron comenzar más bien por el que suponían equivocadamente el “soldado más lento”, Rusia, y calcularon exactamente revés, que el boicot de los compradores europeos de hidrocarburos la arrodillaría ante Europa.
Putin defenestrado iba a ser un leñazo brutal por mampuesto a China, dos por el precio de uno, pero más bien se recordará como una de las patochadas tremebundas de estos dos siglos. Hasta las vacas mugían preocupadas porque Europa montaba el auto patíbulo y su instinto de conservación habría previsto y evitado la magnitud autodestructiva de tal incordio. Hubieran entendido mejor las dificultades insuperables para sustituir los suministros siberianos. En vez de la bancarrota esperada, se fortalecen los ingresos rusos, el rublo, se conforma un nuevo club de potencias medias no necesariamente democráticas, el Nuevo Orden Mundial, y Rusia se gradúa de gran potencia. Lesionan sus democracias al sacrificar el bienestar social en los altares de una guerra asombrosamente simplista y ajena, que se ha llevado ocho gobiernos occidentales y contando. Clases medias y demás trabajadores europeos sufren inflación brutal, encarecimiento de la energía, porque la norteamericana es cuatro veces más cara y en varios países la gente recurre a ayudas gubernamentales para adquirir alimentos.
Los países se desindustrializan y la ley norteamericana “anti inflación” incentiva que las empresas se vayan de Europa a EE. UU. Dice el FMI que "…la confrontación… lleva… a… bloques enfrentados, una nueva Guerra Fría… (y a) la fragmentación de la economía mundial…a un mundo más pobre y más inseguro". Las brigadas de gacetilleros mangasmeadas y bocasucias denostaban a cualquiera que repitiera esa verdad, aunque fuera del tamaño del Millenium Falcon y los aplastara: la necesidad de un freno político a la guerra, porque Ucrania podría desaparecer, la Unión Europea quedar gravemente herida y desde las primeras operaciones aliadas es claro que el desquiciado plan se devolvería. Hoy Biden y el Departamento de Estado, difícilmente calificables de “putinistas”, invocan negociación, porque Ucrania es una pesadilla para sí misma, para el mundo, y no era ningún misterio que esta operación zoológica terminaría así. Efectos perversos, los llamaría el maestro.
El plan bélico hace ceder los sutiles mecanismos que mantenían el orden internacional y el interno de los países. Con las atolondradas declaraciones de los líderes estudiantiles de la UE, coherentes como loros tomados por la cola, contrasta la intimidante frialdad de Putin y Xi Jimping, que lucen tan pétreos como Hannibal Lecter. Entre las peores noticias, la pérdida de credibilidad de medios otrora respetables por la falsificación sistemática de los hechos, que obliga a un redoblado trabajo para “deconstruir” gatuperios. Engañan y hacen creer a la gente que “su equipo” gana por arrase. Al chino le viene de sastrería la guerra en la que formalmente no es beligerante, aunque el objetivo real es su país. Aprovecha la coyuntura para endurecer su imagen y para ello urbi et orbis, hizo sacar por la oreja del congreso del partido a su maestro Hu Jintao, bastante menos “neoliberal” que aquel, quien se proclamó jefe del liberalismo mundial. en la meca kapitalista, Davos,
La propaganda disfrazada de información hizo del reagrupamiento de tropas rusas, la evacuación civil y la retirada de Jersón como victorias ucranianas pese a que se anunciaron hace más de un mes, porque la inteligencia rusa supo que Zelensky pensaba volar la represa del Donetz e inundar la ciudad. Por lo pronto se despejaron incógnitas sobre cuáles son los pesos geopolítico y militar de la OTAN, la UE, el G7, y también de Rusia, que iría a las negociaciones después de anexar 20% del territorio ucraniano, país que queda hemipléjico, sin agua, calefacción ni electricidad y con su infraestructura destruida. Viene la negociación porque Europa y Ucrania no quieren enfrentar el invierno sin gas ruso, ni Putin cargar con las culpas. Los dirigentes estudiantiles de la U.E hubieran podido ahorrarnos y ahorrarse todo eso. Para evitar la guerra, Rusia proponía sólo la neutralidad de Ucrania y ni siquiera reconocía la independencia de Lugansk y Donetsk, proclamada desde 2014, pero ahora será distinto. Tarea difícil demostrar que la guerra robusteció “los valores occidentales”.
@CarlosRaulHer

Los ojos de los enterrados

Carlos Raúl Hernández

“¡Cuídate, España, de tu propia España!”. César Vallejo


Savater escribió hace poco que, si buscaban entre los abuelos, los españoles hallarían demasiados torturadores y asesinos. J.M Gironella que el balance es de un millón de muertos entre los dos bandos, pero más moderado, Hugh Thomas, calcula 600 mil. Hoy intelectuales y comentaristas hablan de episodios tan tenebrosos como hinchas del Real Madrid y el Barcelona, o en casos más tontos, de buenos contra malos. Deberían dejar en paz los huesos en los cementerios. El gobierno socialista de España hace poco exhumó a Franco del Valle de los caídos y llamó a hacer lo mismo con “los desmanes del franquismo”. Más reciente la exhumación de Queipo del Llano, colma el espacio de fantasmas y corren el riesgo de enamorarse de ellos como en un relato de Stephen King. Roosevelt y Churchill sostuvieron a Franco después de la guerra mundial, por pánico a que regresaran los “pasionarios”.

La guerra civil española estalla entre 12 y 20 de julio de 1936 y dividió a los hombres en manadas de fieras que competían en sadismo y crueldad, seducidos por la sangre y la muerte. Las ideologías duras son enfermedades del pensamiento y la guerra civil, lago de sangre, sentina de atrocidades, obra de cabecillas políticos tan radicales como ineptos para la convivencia civilizada. La noche del 12 de julio los agentes de la Guardia Civil, Fernando Condés y Luis Cuenca, escolta de Indalecio Prieto, el jefe del partido socialista, irrumpen en el hogar y secuestran al diputado monárquico José Calvo Sotelo. Salvador de Madariaga cuenta que, en una vibrante intervención de Calvo en el parlamento, la medusa, madre muerte, la “Pasionaria”, le gritó: “!este es tu último discurso¡” y el orador amanece en la calle con dos tiros en la nuca.

Crimen monstruoso e imbécil, precipita el golpe de Estado del general Mola “para tomar el país en tres días” que ramaleaban altos oficiales y convence al temible Francisco Franco, pero son tres años y Franco dominará España hasta su muerte. La historia narra la lucha entre republicanos y nacionales, pero ¿había nacido de verdad una república en 1931, un horrendo drama, o lo que Platón y Aristóteles llaman degeneración republicana, la anarquía, la república popular o revolucionaria? A diferencia de Carlos I o Luis XVI, el colapso mismo de la monarquía borbona es patético. La república degenerada nace 1931 aunque no de un referéndum constitucional ni nada parecido sino una simple elección municipal convertida en instrumento de subversión. Gana por nariz la alianza de socialistas, stalinistas, anarquistas, trotskystas, republicanos. Los primeros en las grandes ciudades, y los otros en los campos.

La izquierda lanza las masas a la calle, y Alfonso XIII sale disparado de incógnito, renuncia al trono y pasa a la historia… de las aves de corral. Comienza la república popular de 1931 con la expulsión del Primado, arzobispo de Toledo monseñor Segura y del eminente monseñor Múgica, quienes habían despedido afablemente al rey, aunque llaman a apoyar el naciente régimen. La revolución estalla en odios y oleadas de asaltos, quema de conventos, iglesias, fábricas, comercios, por todo el país. Las Cortes Constituyentes` paren una “constitución inviable” dice Gregorio Marañón. Para Ortega y Gasset “lamentable, sin pies ni cabeza, ni el resto de materia orgánica”. Prohíben las congregaciones y actividades pedagógicas, industriales o mercantiles a los curas. Dos años más tarde, las elecciones de 1933 voltean por un momento la tortilla, cuando por primera vez votan las mujeres.

Aunque gana el moderado Alejandro Lerroux, ya el Estado no controlaba nada. Era una bolsa vacía. La izquierda se alza en armas, huelga general y proclama el Estado catalán. Los partidos armados ejercen la soberanía territorial en vez del gobierno y las FF. AA se desmarcan del caos republicano. La izquierda ignora a las autoridades electas, Cataluña se independiza, y llaman a la huelga general en Madrid, Barcelona, el país vasco y Asturias. En la capital, Oviedo, los soviets, consejos obreros, toman y arrasan los cuarteles de la guardia civil, la cuenca minera, las fábricas de armas y destruyen casi mil edificios. Las tropas decomisan cientos de miles de fusiles y pistolas e intentan pactar con los mineros, pero estos vuelan la Catedral medieval. Saldo, dos mil muertos y 30.000 presos. El ejército tiene que ocuparla para desarmar a los trabajadores y frenar la matanza entre civiles.

La soberanía, el poder real lo ejercían las “chekas”, brigadas armadas, cárceles propias en las que convirtieron los conventos y monasterios, sin control de nadie, donde torturaban trotskystas, franquistas, católicos. Cada partido tiene las suyas, anarquistas, socialistas, estalinistas que se llamaban Leones Rojos, Linces de la república, Espartacos, Furias. El destino más aterrador era entrar en una de ellas. “¡Cuídate España de tu propia España!”. Manuel Azaña, hoy tranquilamente enterrado sin que lo desalojen, bárbaro ilustrado y de corbata, declara que “todos los conventos de España no valen la vida de un republicano”. Y Largo Caballero que “…si las derechas no se dejan vencer en las urnas …nos veremos obligados a ir a la guerra civil”. Violencia en las calles contra los moderados y en 1936 Azaña gana por nariz 4.570.000 contra 4.356.000, y avanza la sovietización de un país partido por la mitad.

Santiago Carrillo, después arrepentido, fusilará 4000 presos madrileños en Paracuellos. En tres años liquidan más de 8000 religiosos, entre ellos (doce) obispos, sacerdotes, seminaristas y monjas. Dirigidos por Largo Caballero, Manuel Azaña, J. A. Primo de Rivera, la Pasionaria, crean el infierno que traerá 40 años de dictadura, Franco, Mola Queipo y tantos otros igualmente asesinos. La pesadilla totalitaria despierta dragones que imponen orden y silencio. Las ideologías duras conducen a la amoralidad del juicio. Se llamaban republicanos, pero querían una dictadura soviética. La Comintern de Stalin los controlaba, salvo a las disidencias trotskysta y anarquista que aplastarán, y aún si Franco no entra en escena en julio del 36, ya había guerra entre trotskystas y stalinistas, dos guerras civiles al tiempo. Ejercen terrorismo, no anticlerical porque va contra las autoridades episcopales y anticristiano porque persigue la fe y asesinan masas de simples creyentes.

En Cataluña los comunistas asesinan en masa anarquistas y trotskystas del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista) y es inmortal el heroísmo del líder trotskysta Andrés Nin, a quien despellejaron vivo, pero no delató a sus compañeros. Lo confiesa el “camarada Orlov”, su torturador, quien desertó y se asiló en Occidente cuando Stalin lo mandó a liquidar por lo que sabía. En sus territorios, el franquismo a su vez ejercía una dictadura militar que nada envidiaba a Stalin. Ilegalizados los partidos, incluso los de derecha, todo aquel conocido por remotamente próximo a comunista, socialista, sindicalista o liberal, si tenía suerte sería fusilado o encarcelado. Testimonios republicanos hablan de que los prisioneros cavaban sus propias tumbas, en las que después podían enterrarlos vivos. Estaba prohibido el tránsito interurbano en vehículos o en tren. En el carnaval de sangre asesinaron al poeta más importante de la época, García Lorca, quien no tenía nada que ver con la política. En prisión fallece Miguel Hernández.

@CarlosRaulHer

Los monstruos de mayo

Carlos Raúl Hernández

“No podemos seguir gobernados pasivamente por las leyes de la ciencia, ni de la economía…”
(Asamblea estudiantil. Toulouse 1968)

El llamado mayo francés de 1968 conjuga dos terremotos contradictorios en el pensamiento, apocalipsis o integración, yin y yang. La rebelión contra el oscurantismo y la represión a las mujeres de los años 50 toma el mundo; los anticonceptivos y la minifalda, el gran invento de Mary Quant. Irrumpen al mercado laboral, las universidades, bajo el influjo de la TV, el cine, el rock, música sexual de Elvis y Jagger. Pero en esa legítima y auténtica explosión de libertad se camuflaba el radicalismo totalitario que quiere cambiar la naturaleza humana, machacar la médula, las entretelas, las moléculas de la vida: la familia, el trabajo, la escuela, la religión, el hogar, y esas semillas aún pugnan por retoñar. En consignas poéticas vertían su despotismo inspirado en el Libro rojo de Mao, los delirios de Herbert Marcuse y la revolución cubana por una moral revolucionaria y colectivista que daría fin a “burguesas” libertad moral, individuo y vida privada. “Cubano, trabaja. Tu mujer la vigila la revolución” fue la consigna para que, aplacados los celos, los hombres se entregaran a la adefésica zafra “de las diez mil toneladas”.

Para Marcuse, la familia proletaria sustentaba al sistema y la fuerza motriz de la revolución tendrían que ser delincuentes, presidiarios, drogadictos, marginados y antisociales. Las calles anarquizadas de París fueron el gran aquelarre para Michel Foucault en submundos sórdidos donde lo mordió el SIDA. Manifestaciones de la Unión Nacional de Estudiantes terminan en violencia con la policía, el cierre de La Sorbonne, Nanterre y la educación media, los sindicatos de izquierda llaman a una huelga general para derrocar el capitalismo. Se decreta cacería de brujas contra profesores no suficientemente revolucionarios. El más brillante de todos los bribones, Jean Paul Sartre, fungía de gran Inquisidor e hizo expulsar de la universidad a Raymond Aron, el pináculo del pensamiento francés del siglo XX.

Francia, Italia, EEUU, Alemania, Inglaterra, al decir de Marcuse, eran sociedades oprimidas, enajenadas por el “bienestar”, el consumo, pero en las calles vivían formas extremas de libertad, prohibido prohibir, pero soñaban con el paredón de la Revolución Cultural China, Enver Hoxda de Albania y Fidel Castro. Las huelgas eran “salvajes”, sin objetivos, no por mejoras laborales sino para derrocar el orden burgués. A mediados de ese meteórico mes, había diez millones de huelguistas, 2/3 de la fuerza de trabajo. En la capital histórica de las barricadas, había algunas en las que día y noche un piano interpretaba jazz. Al principio del enfrentamiento, la fuerza pública dejó miles de heridos, luego la policía se repliega. Pero en medio hay una figura excepcional. El presidente Charles De Gaulle era un personaje épico, de un valor personal casi imposible. Fue baleado en tres ocasiones y recibió un bayonetazo cuerpo a cuerpo. En 1916 perdió el conocimiento por una explosión de gas mostaza y lo secuestraron los alemanes, de los que intentó fugarse cinco veces. Caminaba en medio de balaceras sin siquiera bajar la cabeza, en medio del pánico colectivo.

De Gaulle abandona el palacio del Elíseo, “estaba caído”, pero el hombre de hierro no dio su brazo a torcer y se refugió en una base francesa en territorio alemán, Baden-Baden, dirigida por uno de sus mejores amigos de la guerra. Francois Mitterrand declaró que “en Francia el Estado dejó de existir”. El 30 de mayo, después de crear una situación de ansiedad límite con su desaparición, emerge y afirma, contra las conjeturas, “no renunciaré…probaré a los franceses que los fanáticos del totalitarismo y la destrucción hicieron un carnaval”, y anuncia elecciones adelantadas para el 23 de junio, en las que triunfó apoteósicamente. Como dijo Marcuse, De Gaulle convirtió “cada barricada, cada automóvil incendiado… en decenas de miles de votos para el gobierno”. Los revolucionarios sacan un millón de manifestantes, con la consigna elección=traición, los cuerpos de seguridad se despliegan en los Campos Elíseos en Estado de emergencia.

Por fortuna los abstencionistas suspenden la movilización, aceptan el proceso electoral y todo termina en los bistros abarrotados de manifestantes que combaten contra las existencias de vino y cerveza. Mattei Dogan en su monumental obra Ciencia política y otras ciencias sociales dice que 57% de los franceses rechazaban un golpe de Estado y votaron contra la insania revolucionaria, que ahogó en odios y vituperios a los que la cuestionaban. Los estudiantes de Nanterre recibieron con vítores a los sindicatos en una gran asamblea, y minutos después los corrieron a insultos porque estos ya no querían expropiar las fábricas. Simone de Beauvoir escribe en El pensamiento político de la derecha: “…el pluralismo es burgués porque la revolución tiene una verdad única”, y su carnal Sartre, padrino de la revolución de mayo, denuncia la traición del Partido Comunista por asumir preceptos burgueses como el pluripartidismo. Aron repudia las humillaciones contra honorables profesores que cuestionaban al movimiento, al que define como “una masa de resentimientos en envoltura lírica”. La historia lo absolvió. (Youtube: Aron analiza mayo 68)

@CarlosRaulHer

Tiranosaurio rex vs. Sarcochusus imperator

Carlos Raúl Hernández

El mapa europeo preguerra indicaba que la distribución del poder ya no era entre socialistas y conservadores, sino entre liberales y conservadores (no sabemos que vendrá después de la guerra) La revolución rusa de 1917 parte aguas entre comunistas y socialdemócratas y la palabra socialismo toma un alto grado de ambigüedad retórica que encubre un abismo político. El comunismo fue la Unión de Repúblicas Socialistas Soviética y con sus satélites se autodefinieron “mundo socialista” (“socialismo o muerte” decía Fidel Castro “el dulce”). El abismo consiste en que la misión de Marx y sus comunistas la lucha democratica era “una vía” para implantar “la dictadura del proletariado” y “expropiar los medios de producción”, los “renegados” socialdemócratas, de Karl Kautsky y Edward Berstein a Betancourt, conciben la democracia representativa como medio, pero esencialmente como máximo fin, objetivo, ultima ratio de la lucha. Los comunistas jugaron -y ganaron- a la turbulencia insurreccional en países atrasados o de desarrollo incipiente y fracasaron en el mundo progresivo, mientras la socialdemocracia apostó a un pragmatismo civilizado y aplastante, el voto obrero, demográficamente mayoritario en Europa. Y ganó.

El crack del 29 desacreditó la economía de mercado y EE. UU y Europa abrazaron el capitalismo de Estado. Estado de bienestar, grandes empresas públicas, intervencionismo y altos impuestos. La socialdemocracia se hizo hegemónica por largo tiempo, pero colapsó en el mundo entero a comienzos de los 80, igual el comunismo y con ella el antikapitalismo. De ese fracaso arranca la renovación, el socialismo de mercado, la tercera ola de Toffler: Clinton, Tony Blair, Felipe González, Mitterrand, Schroeder, Deng Xiaoping, Salinas de Gortari, Lagos, Sánchez de Losada, Carlos Andrés Pérez. En Francia imperó el bipartidismo entre el socialismo de Mitterrand y la OMT. Ahora es entre los liberales de Macrón y la derecha de Marine Le Pen; la izquierda rupestre de Melancton quedó relegada a un tercer lugar, y es muy posible que se repita en Alemania. En Grecia el histórico Pasok, que nos hizo vibrar con la música de Theodorakis y llegó al poder en 2009, sumó 46% de los votos y vivió una crisis de imbecilidad helénica con el premier radical AlexisTsipras y su ministro Yanis Varufakis (del partido ultraizquierdista Siriza).

Seis años más tarde el Pasok ya era un pequeño club de 5% que no aceptaría ni a Groucho Marx. El problema de un partido político no es perder o ganar una elección, sino hacerse irrelevante. La primera ministro danesa, la bella Mette Frederiksen, socialista, tiene menos que ver con el socialismo que su paisana La Sirenita. Sus políticas son cero refugiados, mercado de par en par y planteamientos que hacen ver a Cayetana Álvarez de Toledo como reencarnación de La Pasionaria. La superstición habla de socialismo nórdico, pero el índice de libertad económica creado por Milton Friedman, entre otros, lo ubican entre las naciones de mayor libertad económica kapitalista y menos estorbo estatal a los negocios. El bárbaro Otelo Saraiva de Carvalho comentó a Olof Palme, jefe de los socialistas suecos, que “la revolución de los claveles quería acabar con los ricos”. Palme sonriendo amablemente respondió: “nosotros queremos acabar con los pobres”.

El deslave socialista en Europa comienza desde los 2000, se profundiza a partir de 2008 y lo que queda no tiene nada que ver con sus orígenes. Sobreviven tiranosaurios “firmes a sus convicciones históricas” (pienso en el apaleado Jeremy Corbyn, en 2019 con el peor resultado de los laboristas en 80 años), los sarcochusus “posmodernos” identitarios españoles, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, a los que las encuestas prometen felpa. Para Marx los proletarios, oscuro objeto de deseo de los sueños húmedos socialistas, “que carecen de medios de producción”, “solo tienen las cadenas que perder” (y su “prole”), es un concepto que hoy no dice nada porque abarcaría a los gerentes, tecnócratas, burócratas, secretarias de altos ingresos. Marx pensaba en los hoy casi extintos blue collar, entonces la mayoría de las clases trabajadoras.

Desde los 70 comienzan a desaparecer las fábricas tradicionales, se trasladan a Asia y mutan en complejos robóticos manejados por técnicos altamente calificados que en Francia quintuplican al trabajo manual del que apenas 8% está sindicalizado. La zanja entre burgueses y proletarios ahora es entre clases medias y desempleados (en España e Italia, por ejemplo, 40% de los jóvenes no trabajan ni estudian). Se sabe que los blue collar y los red neck en EEUU son republicanos y que un predictor del voto demócrata son las minorías. Montones de teóricos de la identidad, entre ellos Felix Guatarí, descubrieron que la clase obrera era sustento del sistema y buscaron otras vías. La estrategia es poner fin a la esencia liberal “vive y deja vivir”, cada quien según su privacidad, y romper la cohesión social: golpear la familia, religión, la vida sexual, el trabajo, la escuela. Eso lo llamaron Guatarí y Deleuze revolución molecular disipada. Luego del descalabro sueco los cinco países con gobiernos socialdemócratas que quedan, defienden más bien el socialismo de La Sirenita que los de Marx, Corbyn o Sánchez.

@CarlosRaulHer

La gata parda

Carlos Raúl Hernández

“Cambiar para que todo siga igual”, es la ajada cita-lugar común que sustituye leer Il Gattopardo de Lampedusa, aunque la obra no hace justicia al paso de Sicilia desde la monarquía borbónica a la modernidad constitucional de la casa de Saboya a finales del siglo XIX, ni a que nada siguió igual; y el más grande de los directores italianos, Luchino Visconti, la lleva al cine y transubstancia a Burt Lancaster, un vaquero y aporreador de Hollywood, en el Príncipe Fabrizio, viejo aristócrata que simboliza la decadencia de su clase ante la burguesía arrolladora. Cuentan que Lancaster se sorprendió porque había muchas camisas de seda en el armario durante el rodaje de una secuencia: “quería que te sintieras de verdad príncipe”, le dijo Visconti. La monarquía constitucional apenas duró 50 años y en ella nace un partido socialista que se desgajó en comunistas y fascistas, los segundos un invento de Mussolini para fundir patria y socialismo. ¿Será que la flamante political sex symbol, Giorgia Meloni cambiará para que todo siga igual?

Hasta su entrada en la UE, Italia era más rica que casi toda Europa pese a su proverbial inestabilidad política desde el final de la segunda guerra (73 gobiernos en 77 años); y potencia cult-pop con Raffaella Carra, Laura Pausini, Claudia Cardinale, ristretto, cappuccino, Sofía Loren, Gianni Morandi, Marcelo Mastroniani, Eros Ramazzotti, el Festival de San Remo. Superó los efectos patológicos de la ndhangreta calabresa, la camorra napolitana, la mafia siciliana y el terror de las Brigadas Rojas, el asesinato de Aldo Moro y de su tesis del “compromiso histórico”. Pero el euro la arruinó y, como Grecia, hoy es pobre y en depauperación. Su éxito radicaba en ser, al igual que China del siglo XXI, proveedora global de objetos y servicios low cost, porque podía devaluar la lira y mantener su competitividad, lo que aseguraba capitales extranjeros y turismo masivo. EEUU y el resto de Europa ofrecían carísimos diseños originales de Saint Laurent, Givenchy, Balenciaga, Mary Quant, Chanel (“una mujer solo necesita un vestido negro y un hombre que la ame”).

Pero Italia se encargaba de las imitaciones. Rolex, Cartier, carteras de firma, trajes, que vendían los manteros en el Vaticano. A las superproducciones del oeste con John Wayne, Yul Brynner, Kirk Douglas o Gary Cooper, respondía con baratos, atractivos y exagerados western espaghetti y si los gringos lanzaban a la sugerente Donna Sommer, los italianos replicaron con la explícita Sabrina, y el país feliz crecía a 18%, hasta que el euro liquida la posibilidad de devaluar y China inunda con manufacturas baratas hechas con bajos salarios. Desde el fin de la segunda guerra casi siempre gobierna el democristiano Julio Andreotti, quien sorteo exitosamente la inestabilidad política, promovió el crecimiento y con base en la abundancia, el Estado empleó más de tres millones de burócratas bien pagados. Hoy Italia está en el paso previo al colapso y de llevarse al hoyo también a la U.E. Suma 20 años sin crecer, por ende con poca recaudación, pero hay que pagar a los tres millones funcionarios que siguen ahí.

Por eso ahora es el cuarto país más endeudado del mundo con dos billones de dólares, un escandaloso 145% del PIB, el doble del PIB anual de México. 40% de los jóvenes están desempleados, los llamados ni-ni que ni estudian ni trabajan ni tienen futuro y el país va la debacle. La votación de Meloni reacciona a esto y a la revolución identitaria de la minoría izquierdista que le ladra a la mayoría como perro bravo, que quiere “transvalorar” los valores de la gente corriente, se les mete en la cama, las escuelas, la privacidad de los hogares, y el común se rebela, tal como en Chile. Con Meloni la gente llevará la normalidad de sus vidas libremente, se acostará con quien le de la gana, exentos de la barbaridad totalitaria en las “recomendaciones” de Irene Montero y su “ministerio” sobre como tener sexo sin límites etarios. Para la jauría pareciera que en vez de ella hubiera triunfado Hitler y mascullan que es de “ultraderecha”, “neofascista” y otras babosadas, pero no se preocupan “por la democracia” con los camaradas de Podemos, ni con Boric.

Saben que Meloni se “integró al sistema” al afiliarse al instituto Aspen, “globalista” y financiado por la Carneige Corporation, la Fundación Bill y Melinda Gates, la Fundación Ford, los hermanos Rockefeller, y rechaza la invasión a Ucrania. Su sentido común y la tremebunda deuda italiana, que debe enjugar la U.E, no le permitirían hacer desplantes, aunque no sabemos qué pasará con Europa y el mundo. Aunque su programa económico tiene luxaciones, la asesoría de Mario Draghi contribuiría a un gobierno sensato y racional. En nuestra Latam para fundamentalistas de derecha en Brasil ganó la primera vuelta una especie de Mao Tse Tung, un tirano de paredones y expropiaciones masivas, y no el cuerdo y competente Lula quien gobernó democráticamente y al que el mismo tribunal que lo detuvo, dio el indulto. Lo mejor para el continente sería que se imponga en la segunda vuelta sobre Bolsonaro, un clon de Trump que amenazó con invasión y guerra a nuestro país. Lula sería un apoyo para fumigar chinches ideológicos en Venezuela, Colombia y Chile, e iniciar el cambio de verdad.

@CarlosRaulHer

Las contrarrevoluciones globales

Carlos Raúl Hernández

El conflicto entre contrarrevolucionarios de derecha e izquierda, entre radicales fundamentalistas, frena y devora la evolución pacífica de la democracia y los derechos individuales
La democracia atraviesa un camino oscuro en el que en vez de las fieras de Dante corren caballos encabritados y dirigidos por Biden, Trump, Putin, Zelensky y la señora Pelosi. Dos contrarrevoluciones globales, una de ultraizquierda identitaria y otra de ultraderecha se retroalimentan y destruyen los avances de la civilización. Semanas antes de las elecciones norteamericanas, escribí que Donald Trump intentaría un golpe de Estado, como en efecto ocurrió. Y fueron idénticos los tejemanejes de Trump y los de Evo Morales en las elecciones bolivianas de 2019. Ambos hicieron trapicheos golpistas subdesarrollados. Morales quiso reelegirse contra expresa prohibición constitucional, y “ordenó” al organismo comicial paralizar los escrutinios porque había perdido. Conviene recordarlo porque enjuagadores y lavagallos evistas usan las ignominias de Almagro para tapar las de Evo y es previsible que el actual presidente Luis Arce en algún momento tenga que tragárselo o escupirlo, a la manera de Sinatra.

Trump se dedicó en la campaña a desacreditar las bases del sistema político, a sus líderes, con abyectas calumnias personales y promovió que las autoridades estadales hicieran fraude. Su alumno Bolsonaro alabado por el cretinismo trasnacional, hizo lo mismo. Problemas impositivos y escándalos de abuso sexual, señalan a este tercermundista expresidente de la mayor democracia del planeta, hoy por reelegirse, como corresponde a esa condición. Su sombra no se disipa y la democracia tiene en Trump una prueba de fuego, así como la guerra más estúpida del mundo en Ucrania. Es palmaria su responsabilidad en el asalto del Capitolio Federal. Testimonios, declaraciones, videos demuestran que él lo dirigió personalmente para impedir la asunción de Biden y según su voz en las grabaciones, quería ponerse a la cabeza de la toma del capitolio.

Gran parte de los republicanos cree que les robaron las elecciones, entre otras porque era un partido agónico hasta que el populista radical los sacó de su catalepsia. Una figura histórica del país en el siglo pasado, Charles Evans Hugues, decía que “los magistrados estamos por debajo de la constitución, pero nosotros decimos qué es la constitución”. Ante la arremetida de la ultra izquierda, los dinosaurios que dejó Trump en el Tribunal Supremo hacen retroceder las libertades individuales, en una ruptura de la cohesión social que comparten las dos contrarrevoluciones globales. La democracia recibe rudos reveses, como poner en manos de los estados la legalidad de la decisión sobre el embarazo, aunque la experiencia demuestra que quienes están dispuestas a hacerlo lo harán, legal o ilegalmente, solo que ahora 36 millones de mujeres quedan desprotegidas, a merced de medios domésticos o clandestinos. Que la “defensa de la vida” es una mera excusa política para la contrarrevolución trumpista, se aprecia en la asimetría con una estruendosa amenaza, el derecho ilimitado de portar armas, pese a las masacres en escuelas y centros públicos.

Hay 300 millones de armas en las calles y siguen las matanzas colectivas. El control de armas requiere reformas constitucionales o mayorías complejas bipartidistas para reconocer cambios sociales producidos durante doscientos años y que la constitución no puede contemplar, como que no había ametralladoras, ni fusiles de asalto, y las armas era escopetas o revólveres y que la defensa de la vida y la propiedad dependían de los ciudadanos porque no existía el Estado. La “defensa de la vida” es un subterfugio porque se puede cargar cualquier arma en todo el territorio nacional y derogan la prohibición específica en el estado de NY, contra las gestiones de Reagan, Clinton, Bush y Obama, a la que Biden llamó trágico error. Atribuyen la decisión sobre el embarazo a acompañar la masiva religiosidad de la ciudadanía norteamericana.

Pero eso no tiene ni pies ni cabeza, porque la soberanía de la comunidad para practicar su fe no se afecta en nada, ni que 80% de los norteamericanos profesa una y 50% participa en oficios religiosos por lo menos a la semana. La democracia norteamericana se basa en un Estado laico que separa la religión del poder, y aunque es así, nunca el país eligió un ateo para la presidencia. Y quien entienda algo los Estados Unidos sabe que en materia religiosa tienen muy poco que ver los estados entre sí, California, Texas, Florida y Utah, por ejemplo. El magistrado ultraconservador Clarens Thomas quiere que se revisen disposiciones sobre parejas homosexuales y los seis jueces conservadores han impuesto leyes que van contra el desarrollo social alcanzado por el país durante los siglos XX y XXI. El aborto no es un derecho constitucional y se puede cuestionar el tope de seis meses de gestación para hacerlo, pero en casi todas las naciones democráticas, y en las otras, es un derecho de las mujeres en setenta países. La lucha entre contrarrevoluciones de derecha e izquierda, entre radicales fundamentalistas, frena y devora la evolución pacífica de la democracia y los derechos individuales.

@CarlosRaulHer

Guerra, cotorras y neoliberalismo

Carlos Raúl Hernández

Intelectuales y semi intelectuales, aferrados a sus libros de revelaciones, andan confundidos por este desorden global, esta transición a no se sabe dónde y a la que no se le ve norte. De hecho, solo el embrollo mental mayúsculo de los líderes mundiales les hizo meterse en la actual guerra. La izquierda ojerosa apoya a Putin, pese a que es imposible conseguirle un pelo de izquierdista, y no aludo su calva, sino a que es ídolo de la derecha moderna europea. Por su lado la derecha tradicional ahora apoya a Biden, pese a que en las presidenciales denunciaron que convertiría a EE. UU en un “régimen” comunista y que Kamala practicaba un culto satánico a Stalin que oficiaban Angela Davis, Attack y Black lives matters. No es mentira que grupos del partido demócrata, a falta de programa y líderes, plantean tesis jurásicas-identitarias de los 70. Pero en lucidez estratégica, Biden y Trump están ahí-ahí. Por mucho que critiquemos anteriores presidentes, sabían dónde iban.

El ataque a Rusia y China y el amago de incorporar Ucrania a OTAN no son improvisados ni reactivos. En 2019 uno de los think-tank más importantes de EEUU, Rand Corporation sugería actuar a propósito del avance tecnológico y económico de ambos. En enero o febrero de 2021, luego de una larga conversación telefónica con Xi-Jinping, Biden declaró “si no hacemos algo nos aplastan”. Entre 1945 y 1991 tuvimos un planeta bipolar, regido por EEUU y la URSS, en el que nadie asomaba la cabeza sin anuencia, con las doctrinas de la destrucción mutuamente asegurada y el equilibrio del terror que con maestría y sentido político manejaron. En 1991 vino el final de la guerra fría, del mundo bipolar, la caída del comunismo y pasamos al fin de la historia, el mundo unipolar, que suponía el florecimiento de la democracia y la economía de mercado, multilateralismo, DD. HH, no uso de la fuerza.

En 2001 ese orden mundial, recibió su primer feroz ataque con el simbólico derrocamiento del World Trade Center, y vinieron las invasiones a Irak y Afganistán. Los países con élites inteligentes o simplemente menos estúpidas, habían asumido las reformas de mercado producto de la globalización de los 80, que venían con dólares del FMI. China, India, Asia central, Indonesia, Thailandia, Surcorea, Irán, Rusia, Brasil, México, Nigeria, Suráfrica, Taiwan, Camboya, Myamar, y muchos países de menores dimensiones, Uruguay, Panamá, Chile, Vietnam, Laos. Turquía merece una mención especial. Hoy revela ínfulas neo otomanas, intervino en Siria, se dirige a ser potencia y eso tiene raíces en que Ataturk prohibió durante los veinte las señas de imbecilidad, teocracia, velo, gorro, oraciones cinco veces, y secularizo al país que hoy hace de puente entre Europa y Asia, y es –aun- de la U.E. Gracias al paradigma, “neoliberal” como le dicen las cotorras, China hoy compite por el primer lugar como potencia planetaria, luego que Xi Jinping declarara en 2017 en Davos que “China aspiraba ser líder de la economía de libre mercado en el mundo”.

Los países que aplicaron reformas económicas pasaron a ser potencias globales o regionales mientras gran parte de la intelectualidad, la política y la academia, europeas y latinoamericanas, anacrónicos irredentos, continúan como Quijotes enfrentados al gigante Caraculiambro “neoliberal”. El fin de la unipolaridad anuncia lo que Bauman podría llamar bloques líquidos o tal vez gelatinosos, pragmáticos, no de ideologías sino de intereses, una nueva multipolaridad compleja. Por ejemplo, Latinoamérica, Asia y Africa no aprobaron sanciones contra Rusia, salvo los aliados más estrechos de EE. UU, por meros intereses prácticos. Su condición no le permite al liderazgo europeo ver su salto en la oscuridad y alguien dijo que “Europa se dividía en dos grupos. Los que sabían que eran países pequeños y los que no se habían dado cuenta”. Las crisis en Europa, migratoria, política, populismo, extremismos es el producto de no haber podido realizar las reformas económicas que crearan empleo y riqueza para atender las oleadas migratorias, la ampliación hacia el este, los efectos de 2008. (Por cierto: de esa crisis no forma parte Meloni)

Desde el tratado de Roma 1950, Europa avanzó gracias al acuerdo Francia-Alemania, pero esta saldrá debilitada. Creo que Piqué (no el de Shakira) dijo que “Europa estaba condenada a ser un parque temático. Tiene poco que decir a menos que se haga potencia política”, lo que ya no parece posible, si vemos los aportes al PIB mundial en 2021: China 22.7%, EEUU 22.4 %, Unión Europea 18.3% (venía de 25% y antes de la guerra, especialistas pronosticaban que bajará a 8% en 2030. La globalización era comprar materias primas en cualquier parte para vender productos en cualquier parte, pero vamos al desacoplamiento. La post guerra traería desglobalización y desoccidentalización del mundo, pero la democracia y más la economía de mercado seguirán siendo referencias, especialmente la última porque es la única economía que da de comer. La globalización ha traído un número sin precedentes de favorecidos, nunca en el planeta hubo menos pobres, y quienes no se beneficiaron son los países que apostaron a revoluciones, socialismos, populismos u otra añagaza. Ojalá las cotorras terminen de entender.

@CarlosRaulHer

Chismes de gente poderosa

Carlos Raúl Hernández

Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, pero los griegos crearon dioses a imagen y semejanza de los hombres.

1.El origen del universo para los griegos es como la política, sangriento y parricida. Urano impide que su hijo Cronos y sus hermanos los titanes salgan del vientre de su madre Gea, la tierra, hasta que Cronos reacciona, le arranca el miembro y lo lanza al mar, cuya espuma engendra a la diosa del amor, Afrodita. Ahora reina Cronos, e igual persigue a sus hijos para que no le hagan lo mismo (la palabra descojonar debe ser de raíz griega). Su mujer Rea, esconde al menor Zeus en una montaña en Creta hasta que crece, declara la guerra a su padre, lo derrota y expulsa junto a los titanes. Sin embargo, hay una violenta insurrección del gigante Tifón quien aplasta a Zeus y Atenea, corta los tendones al primero, y lo deja convertido en una piltrafa doliente, hasta que el fiel Hermes descubre dónde escondió los tendones, Zeus se los reimplanta, y va por la represalia. Arranca el monte Etna y lo arroja sobre Tifón. Desde entonces cuando el volcán entra en actividad, es la ira de Tifón.

2.La mitología griega está marcada por el libertinaje sexual, el desorden de Zeus, y las rabietas de Hera su esposa. Zeus se enamora de Alcmena, mujer de Anfitrión, toma la forma de éste, se acuesta con ella, prolonga la duración de la noche en tres días y engendra a Hércules. Al terminar la larga noche, regresa Anfitrión a su casa y a su vez engendra a Ificles. Ambos nacen con un mes de diferencia. Otro caso. Zeus se convierte en cisne para seducir a Leda, quien ya había tenido ese día relaciones con su marido Tíndaro, y también quedó doblemente preñada: de Zeus, tendrá a Helena (de Troya) y Pólux; y de Tíndaro, a Cástor y Clitemnestra.

3. La boda de la diosa Tetis y el rey Peleo, los futuros padres de Aquiles, fue el evento del milenio de las oligarquías, deidades y príncipes, una concentración de glamour jamás vista y por eso decidieron excluir a Eris, la diosa de la Discordia, y como era imposible que no se enterara, ella lo tomó, con toda razón, como una afrenta, con terribles consecuencias. En el transcurso de tan magna reunión aparece un exquisito presente de Eris, una manzana de oro, que tenía grabado: “para la más bella”. Aquel público de sofisticadas diosas, náyades, ninfas, humanas, se levantó a reclamar su regalo, pero se achicaron al ver que las jefas Hera, la mujer de Zeus, la omnipotente Atenea, y Afrodita, la diosa del amor, lo daban cada una por suyo y aunque exigieron al público una decisión, nadie tan tonto para engatillar a las dos perdedoras. Pero consiguieron que lo hiciera el no muy talentoso príncipe Paris. Atenea le ofreció sabiduría infinita, Hera todo el poder que pudiera imaginar, pero Afrodita lo convenció: “será tuya la mujer más bella del mundo”. Hablaba de Helena de Troya y ya imaginamos lo que viene.

4. Luego se supo que el plan de Zeus (supongo que con Greenpeace y Greta Thunberg) era provocar una matanza por el crecimiento exagerado de la población. Para salvar a Aquiles, Tetis lo esconde en la corte del rey Lycomedes entre sus muchas hijas y lo llaman “Pirra”, “la rubia”. Tal vez eso explique una fama de gay que carece de fundamento en textos de Homero y más bien al final, tal vez por esa confianza, una de las hijas de Lycomedes termina preñada. Era bestial, violento, irascible, orgulloso, inflexible, impío. Lo arrastraban sus emociones e impulsos egoístas y heroicos y no le interesaban los demás. Su madre le da poderes de semidios y al ser cuasi invulnerable, no desarrollo instinto político ni inteligencia, (solo “principios”), y despreciaba la prudencia (por eso su milenaria fama de “entrompador” de limitado seso en contraste con Odiseo)

5. Agamenón, rey de los griegos, estafa y desprecia a Aquiles dos veces, ambas muy graves. Concentradas las más de mil naves y los cientos de miles de guerreros en el puerto de Áulide, los vientos se paralizan y no pueden zarpar a Troya. La razón es que Artemisa, furiosa porque el rey mató en la cacería uno de los ciervos sagrados, solo devolvería los vientos a cambio de la sangre de Ifigenia, hija adorada del rey, a la que este trae con su madre bajo el engaño de casarla con Aquiles, el soltero del momento, a quien también engaña. Según el principista y solemne Esquilo, cuando la niña descubre la verdad, se dirige por sus propios pasos al suplicio a nombre de Grecia. Pero hay una versión más relajada en el “colaboracionista” Eurípides: Artemisa conmovida por el amor, envía una cierva para que tome el lugar de Ifigenia en el sacrificio, el quiebre (escoja la versión que quiera, pues hay hasta una venezolana)

6.Diez días arrastrando y profanando el cadáver de Héctor (¡hay que ser..!), Aquiles logra irritar a los dioses, que lo conminan a devolverlo a su padre, Príamo, rey de Troya. En la negociación, hace una de sus genialidades. Se enamora de Polixena, hermana de aquel a quien mató y profanó, y le garantiza a Príamo que si se la entrega, abandonaría a los griegos y se pasaría al bando de Troya. Pactan casarse en un templo de Apolo, pero ella nunca llega, sino la muerte en una flecha que disparó Paris pero que llevó cuidadosamente la mano de Apolo al talón de Aquiles.

@CarlosRaulHer