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Carlos Raúl Hernández

Tiranosaurio rex vs. Sarcochusus imperator

Carlos Raúl Hernández

El mapa europeo preguerra indicaba que la distribución del poder ya no era entre socialistas y conservadores, sino entre liberales y conservadores (no sabemos que vendrá después de la guerra) La revolución rusa de 1917 parte aguas entre comunistas y socialdemócratas y la palabra socialismo toma un alto grado de ambigüedad retórica que encubre un abismo político. El comunismo fue la Unión de Repúblicas Socialistas Soviética y con sus satélites se autodefinieron “mundo socialista” (“socialismo o muerte” decía Fidel Castro “el dulce”). El abismo consiste en que la misión de Marx y sus comunistas la lucha democratica era “una vía” para implantar “la dictadura del proletariado” y “expropiar los medios de producción”, los “renegados” socialdemócratas, de Karl Kautsky y Edward Berstein a Betancourt, conciben la democracia representativa como medio, pero esencialmente como máximo fin, objetivo, ultima ratio de la lucha. Los comunistas jugaron -y ganaron- a la turbulencia insurreccional en países atrasados o de desarrollo incipiente y fracasaron en el mundo progresivo, mientras la socialdemocracia apostó a un pragmatismo civilizado y aplastante, el voto obrero, demográficamente mayoritario en Europa. Y ganó.

El crack del 29 desacreditó la economía de mercado y EE. UU y Europa abrazaron el capitalismo de Estado. Estado de bienestar, grandes empresas públicas, intervencionismo y altos impuestos. La socialdemocracia se hizo hegemónica por largo tiempo, pero colapsó en el mundo entero a comienzos de los 80, igual el comunismo y con ella el antikapitalismo. De ese fracaso arranca la renovación, el socialismo de mercado, la tercera ola de Toffler: Clinton, Tony Blair, Felipe González, Mitterrand, Schroeder, Deng Xiaoping, Salinas de Gortari, Lagos, Sánchez de Losada, Carlos Andrés Pérez. En Francia imperó el bipartidismo entre el socialismo de Mitterrand y la OMT. Ahora es entre los liberales de Macrón y la derecha de Marine Le Pen; la izquierda rupestre de Melancton quedó relegada a un tercer lugar, y es muy posible que se repita en Alemania. En Grecia el histórico Pasok, que nos hizo vibrar con la música de Theodorakis y llegó al poder en 2009, sumó 46% de los votos y vivió una crisis de imbecilidad helénica con el premier radical AlexisTsipras y su ministro Yanis Varufakis (del partido ultraizquierdista Siriza).

Seis años más tarde el Pasok ya era un pequeño club de 5% que no aceptaría ni a Groucho Marx. El problema de un partido político no es perder o ganar una elección, sino hacerse irrelevante. La primera ministro danesa, la bella Mette Frederiksen, socialista, tiene menos que ver con el socialismo que su paisana La Sirenita. Sus políticas son cero refugiados, mercado de par en par y planteamientos que hacen ver a Cayetana Álvarez de Toledo como reencarnación de La Pasionaria. La superstición habla de socialismo nórdico, pero el índice de libertad económica creado por Milton Friedman, entre otros, lo ubican entre las naciones de mayor libertad económica kapitalista y menos estorbo estatal a los negocios. El bárbaro Otelo Saraiva de Carvalho comentó a Olof Palme, jefe de los socialistas suecos, que “la revolución de los claveles quería acabar con los ricos”. Palme sonriendo amablemente respondió: “nosotros queremos acabar con los pobres”.

El deslave socialista en Europa comienza desde los 2000, se profundiza a partir de 2008 y lo que queda no tiene nada que ver con sus orígenes. Sobreviven tiranosaurios “firmes a sus convicciones históricas” (pienso en el apaleado Jeremy Corbyn, en 2019 con el peor resultado de los laboristas en 80 años), los sarcochusus “posmodernos” identitarios españoles, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, a los que las encuestas prometen felpa. Para Marx los proletarios, oscuro objeto de deseo de los sueños húmedos socialistas, “que carecen de medios de producción”, “solo tienen las cadenas que perder” (y su “prole”), es un concepto que hoy no dice nada porque abarcaría a los gerentes, tecnócratas, burócratas, secretarias de altos ingresos. Marx pensaba en los hoy casi extintos blue collar, entonces la mayoría de las clases trabajadoras.

Desde los 70 comienzan a desaparecer las fábricas tradicionales, se trasladan a Asia y mutan en complejos robóticos manejados por técnicos altamente calificados que en Francia quintuplican al trabajo manual del que apenas 8% está sindicalizado. La zanja entre burgueses y proletarios ahora es entre clases medias y desempleados (en España e Italia, por ejemplo, 40% de los jóvenes no trabajan ni estudian). Se sabe que los blue collar y los red neck en EEUU son republicanos y que un predictor del voto demócrata son las minorías. Montones de teóricos de la identidad, entre ellos Felix Guatarí, descubrieron que la clase obrera era sustento del sistema y buscaron otras vías. La estrategia es poner fin a la esencia liberal “vive y deja vivir”, cada quien según su privacidad, y romper la cohesión social: golpear la familia, religión, la vida sexual, el trabajo, la escuela. Eso lo llamaron Guatarí y Deleuze revolución molecular disipada. Luego del descalabro sueco los cinco países con gobiernos socialdemócratas que quedan, defienden más bien el socialismo de La Sirenita que los de Marx, Corbyn o Sánchez.

@CarlosRaulHer

La gata parda

Carlos Raúl Hernández

“Cambiar para que todo siga igual”, es la ajada cita-lugar común que sustituye leer Il Gattopardo de Lampedusa, aunque la obra no hace justicia al paso de Sicilia desde la monarquía borbónica a la modernidad constitucional de la casa de Saboya a finales del siglo XIX, ni a que nada siguió igual; y el más grande de los directores italianos, Luchino Visconti, la lleva al cine y transubstancia a Burt Lancaster, un vaquero y aporreador de Hollywood, en el Príncipe Fabrizio, viejo aristócrata que simboliza la decadencia de su clase ante la burguesía arrolladora. Cuentan que Lancaster se sorprendió porque había muchas camisas de seda en el armario durante el rodaje de una secuencia: “quería que te sintieras de verdad príncipe”, le dijo Visconti. La monarquía constitucional apenas duró 50 años y en ella nace un partido socialista que se desgajó en comunistas y fascistas, los segundos un invento de Mussolini para fundir patria y socialismo. ¿Será que la flamante political sex symbol, Giorgia Meloni cambiará para que todo siga igual?

Hasta su entrada en la UE, Italia era más rica que casi toda Europa pese a su proverbial inestabilidad política desde el final de la segunda guerra (73 gobiernos en 77 años); y potencia cult-pop con Raffaella Carra, Laura Pausini, Claudia Cardinale, ristretto, cappuccino, Sofía Loren, Gianni Morandi, Marcelo Mastroniani, Eros Ramazzotti, el Festival de San Remo. Superó los efectos patológicos de la ndhangreta calabresa, la camorra napolitana, la mafia siciliana y el terror de las Brigadas Rojas, el asesinato de Aldo Moro y de su tesis del “compromiso histórico”. Pero el euro la arruinó y, como Grecia, hoy es pobre y en depauperación. Su éxito radicaba en ser, al igual que China del siglo XXI, proveedora global de objetos y servicios low cost, porque podía devaluar la lira y mantener su competitividad, lo que aseguraba capitales extranjeros y turismo masivo. EEUU y el resto de Europa ofrecían carísimos diseños originales de Saint Laurent, Givenchy, Balenciaga, Mary Quant, Chanel (“una mujer solo necesita un vestido negro y un hombre que la ame”).

Pero Italia se encargaba de las imitaciones. Rolex, Cartier, carteras de firma, trajes, que vendían los manteros en el Vaticano. A las superproducciones del oeste con John Wayne, Yul Brynner, Kirk Douglas o Gary Cooper, respondía con baratos, atractivos y exagerados western espaghetti y si los gringos lanzaban a la sugerente Donna Sommer, los italianos replicaron con la explícita Sabrina, y el país feliz crecía a 18%, hasta que el euro liquida la posibilidad de devaluar y China inunda con manufacturas baratas hechas con bajos salarios. Desde el fin de la segunda guerra casi siempre gobierna el democristiano Julio Andreotti, quien sorteo exitosamente la inestabilidad política, promovió el crecimiento y con base en la abundancia, el Estado empleó más de tres millones de burócratas bien pagados. Hoy Italia está en el paso previo al colapso y de llevarse al hoyo también a la U.E. Suma 20 años sin crecer, por ende con poca recaudación, pero hay que pagar a los tres millones funcionarios que siguen ahí.

Por eso ahora es el cuarto país más endeudado del mundo con dos billones de dólares, un escandaloso 145% del PIB, el doble del PIB anual de México. 40% de los jóvenes están desempleados, los llamados ni-ni que ni estudian ni trabajan ni tienen futuro y el país va la debacle. La votación de Meloni reacciona a esto y a la revolución identitaria de la minoría izquierdista que le ladra a la mayoría como perro bravo, que quiere “transvalorar” los valores de la gente corriente, se les mete en la cama, las escuelas, la privacidad de los hogares, y el común se rebela, tal como en Chile. Con Meloni la gente llevará la normalidad de sus vidas libremente, se acostará con quien le de la gana, exentos de la barbaridad totalitaria en las “recomendaciones” de Irene Montero y su “ministerio” sobre como tener sexo sin límites etarios. Para la jauría pareciera que en vez de ella hubiera triunfado Hitler y mascullan que es de “ultraderecha”, “neofascista” y otras babosadas, pero no se preocupan “por la democracia” con los camaradas de Podemos, ni con Boric.

Saben que Meloni se “integró al sistema” al afiliarse al instituto Aspen, “globalista” y financiado por la Carneige Corporation, la Fundación Bill y Melinda Gates, la Fundación Ford, los hermanos Rockefeller, y rechaza la invasión a Ucrania. Su sentido común y la tremebunda deuda italiana, que debe enjugar la U.E, no le permitirían hacer desplantes, aunque no sabemos qué pasará con Europa y el mundo. Aunque su programa económico tiene luxaciones, la asesoría de Mario Draghi contribuiría a un gobierno sensato y racional. En nuestra Latam para fundamentalistas de derecha en Brasil ganó la primera vuelta una especie de Mao Tse Tung, un tirano de paredones y expropiaciones masivas, y no el cuerdo y competente Lula quien gobernó democráticamente y al que el mismo tribunal que lo detuvo, dio el indulto. Lo mejor para el continente sería que se imponga en la segunda vuelta sobre Bolsonaro, un clon de Trump que amenazó con invasión y guerra a nuestro país. Lula sería un apoyo para fumigar chinches ideológicos en Venezuela, Colombia y Chile, e iniciar el cambio de verdad.

@CarlosRaulHer

Las contrarrevoluciones globales

Carlos Raúl Hernández

El conflicto entre contrarrevolucionarios de derecha e izquierda, entre radicales fundamentalistas, frena y devora la evolución pacífica de la democracia y los derechos individuales
La democracia atraviesa un camino oscuro en el que en vez de las fieras de Dante corren caballos encabritados y dirigidos por Biden, Trump, Putin, Zelensky y la señora Pelosi. Dos contrarrevoluciones globales, una de ultraizquierda identitaria y otra de ultraderecha se retroalimentan y destruyen los avances de la civilización. Semanas antes de las elecciones norteamericanas, escribí que Donald Trump intentaría un golpe de Estado, como en efecto ocurrió. Y fueron idénticos los tejemanejes de Trump y los de Evo Morales en las elecciones bolivianas de 2019. Ambos hicieron trapicheos golpistas subdesarrollados. Morales quiso reelegirse contra expresa prohibición constitucional, y “ordenó” al organismo comicial paralizar los escrutinios porque había perdido. Conviene recordarlo porque enjuagadores y lavagallos evistas usan las ignominias de Almagro para tapar las de Evo y es previsible que el actual presidente Luis Arce en algún momento tenga que tragárselo o escupirlo, a la manera de Sinatra.

Trump se dedicó en la campaña a desacreditar las bases del sistema político, a sus líderes, con abyectas calumnias personales y promovió que las autoridades estadales hicieran fraude. Su alumno Bolsonaro alabado por el cretinismo trasnacional, hizo lo mismo. Problemas impositivos y escándalos de abuso sexual, señalan a este tercermundista expresidente de la mayor democracia del planeta, hoy por reelegirse, como corresponde a esa condición. Su sombra no se disipa y la democracia tiene en Trump una prueba de fuego, así como la guerra más estúpida del mundo en Ucrania. Es palmaria su responsabilidad en el asalto del Capitolio Federal. Testimonios, declaraciones, videos demuestran que él lo dirigió personalmente para impedir la asunción de Biden y según su voz en las grabaciones, quería ponerse a la cabeza de la toma del capitolio.

Gran parte de los republicanos cree que les robaron las elecciones, entre otras porque era un partido agónico hasta que el populista radical los sacó de su catalepsia. Una figura histórica del país en el siglo pasado, Charles Evans Hugues, decía que “los magistrados estamos por debajo de la constitución, pero nosotros decimos qué es la constitución”. Ante la arremetida de la ultra izquierda, los dinosaurios que dejó Trump en el Tribunal Supremo hacen retroceder las libertades individuales, en una ruptura de la cohesión social que comparten las dos contrarrevoluciones globales. La democracia recibe rudos reveses, como poner en manos de los estados la legalidad de la decisión sobre el embarazo, aunque la experiencia demuestra que quienes están dispuestas a hacerlo lo harán, legal o ilegalmente, solo que ahora 36 millones de mujeres quedan desprotegidas, a merced de medios domésticos o clandestinos. Que la “defensa de la vida” es una mera excusa política para la contrarrevolución trumpista, se aprecia en la asimetría con una estruendosa amenaza, el derecho ilimitado de portar armas, pese a las masacres en escuelas y centros públicos.

Hay 300 millones de armas en las calles y siguen las matanzas colectivas. El control de armas requiere reformas constitucionales o mayorías complejas bipartidistas para reconocer cambios sociales producidos durante doscientos años y que la constitución no puede contemplar, como que no había ametralladoras, ni fusiles de asalto, y las armas era escopetas o revólveres y que la defensa de la vida y la propiedad dependían de los ciudadanos porque no existía el Estado. La “defensa de la vida” es un subterfugio porque se puede cargar cualquier arma en todo el territorio nacional y derogan la prohibición específica en el estado de NY, contra las gestiones de Reagan, Clinton, Bush y Obama, a la que Biden llamó trágico error. Atribuyen la decisión sobre el embarazo a acompañar la masiva religiosidad de la ciudadanía norteamericana.

Pero eso no tiene ni pies ni cabeza, porque la soberanía de la comunidad para practicar su fe no se afecta en nada, ni que 80% de los norteamericanos profesa una y 50% participa en oficios religiosos por lo menos a la semana. La democracia norteamericana se basa en un Estado laico que separa la religión del poder, y aunque es así, nunca el país eligió un ateo para la presidencia. Y quien entienda algo los Estados Unidos sabe que en materia religiosa tienen muy poco que ver los estados entre sí, California, Texas, Florida y Utah, por ejemplo. El magistrado ultraconservador Clarens Thomas quiere que se revisen disposiciones sobre parejas homosexuales y los seis jueces conservadores han impuesto leyes que van contra el desarrollo social alcanzado por el país durante los siglos XX y XXI. El aborto no es un derecho constitucional y se puede cuestionar el tope de seis meses de gestación para hacerlo, pero en casi todas las naciones democráticas, y en las otras, es un derecho de las mujeres en setenta países. La lucha entre contrarrevoluciones de derecha e izquierda, entre radicales fundamentalistas, frena y devora la evolución pacífica de la democracia y los derechos individuales.

@CarlosRaulHer

Guerra, cotorras y neoliberalismo

Carlos Raúl Hernández

Intelectuales y semi intelectuales, aferrados a sus libros de revelaciones, andan confundidos por este desorden global, esta transición a no se sabe dónde y a la que no se le ve norte. De hecho, solo el embrollo mental mayúsculo de los líderes mundiales les hizo meterse en la actual guerra. La izquierda ojerosa apoya a Putin, pese a que es imposible conseguirle un pelo de izquierdista, y no aludo su calva, sino a que es ídolo de la derecha moderna europea. Por su lado la derecha tradicional ahora apoya a Biden, pese a que en las presidenciales denunciaron que convertiría a EE. UU en un “régimen” comunista y que Kamala practicaba un culto satánico a Stalin que oficiaban Angela Davis, Attack y Black lives matters. No es mentira que grupos del partido demócrata, a falta de programa y líderes, plantean tesis jurásicas-identitarias de los 70. Pero en lucidez estratégica, Biden y Trump están ahí-ahí. Por mucho que critiquemos anteriores presidentes, sabían dónde iban.

El ataque a Rusia y China y el amago de incorporar Ucrania a OTAN no son improvisados ni reactivos. En 2019 uno de los think-tank más importantes de EEUU, Rand Corporation sugería actuar a propósito del avance tecnológico y económico de ambos. En enero o febrero de 2021, luego de una larga conversación telefónica con Xi-Jinping, Biden declaró “si no hacemos algo nos aplastan”. Entre 1945 y 1991 tuvimos un planeta bipolar, regido por EEUU y la URSS, en el que nadie asomaba la cabeza sin anuencia, con las doctrinas de la destrucción mutuamente asegurada y el equilibrio del terror que con maestría y sentido político manejaron. En 1991 vino el final de la guerra fría, del mundo bipolar, la caída del comunismo y pasamos al fin de la historia, el mundo unipolar, que suponía el florecimiento de la democracia y la economía de mercado, multilateralismo, DD. HH, no uso de la fuerza.

En 2001 ese orden mundial, recibió su primer feroz ataque con el simbólico derrocamiento del World Trade Center, y vinieron las invasiones a Irak y Afganistán. Los países con élites inteligentes o simplemente menos estúpidas, habían asumido las reformas de mercado producto de la globalización de los 80, que venían con dólares del FMI. China, India, Asia central, Indonesia, Thailandia, Surcorea, Irán, Rusia, Brasil, México, Nigeria, Suráfrica, Taiwan, Camboya, Myamar, y muchos países de menores dimensiones, Uruguay, Panamá, Chile, Vietnam, Laos. Turquía merece una mención especial. Hoy revela ínfulas neo otomanas, intervino en Siria, se dirige a ser potencia y eso tiene raíces en que Ataturk prohibió durante los veinte las señas de imbecilidad, teocracia, velo, gorro, oraciones cinco veces, y secularizo al país que hoy hace de puente entre Europa y Asia, y es –aun- de la U.E. Gracias al paradigma, “neoliberal” como le dicen las cotorras, China hoy compite por el primer lugar como potencia planetaria, luego que Xi Jinping declarara en 2017 en Davos que “China aspiraba ser líder de la economía de libre mercado en el mundo”.

Los países que aplicaron reformas económicas pasaron a ser potencias globales o regionales mientras gran parte de la intelectualidad, la política y la academia, europeas y latinoamericanas, anacrónicos irredentos, continúan como Quijotes enfrentados al gigante Caraculiambro “neoliberal”. El fin de la unipolaridad anuncia lo que Bauman podría llamar bloques líquidos o tal vez gelatinosos, pragmáticos, no de ideologías sino de intereses, una nueva multipolaridad compleja. Por ejemplo, Latinoamérica, Asia y Africa no aprobaron sanciones contra Rusia, salvo los aliados más estrechos de EE. UU, por meros intereses prácticos. Su condición no le permite al liderazgo europeo ver su salto en la oscuridad y alguien dijo que “Europa se dividía en dos grupos. Los que sabían que eran países pequeños y los que no se habían dado cuenta”. Las crisis en Europa, migratoria, política, populismo, extremismos es el producto de no haber podido realizar las reformas económicas que crearan empleo y riqueza para atender las oleadas migratorias, la ampliación hacia el este, los efectos de 2008. (Por cierto: de esa crisis no forma parte Meloni)

Desde el tratado de Roma 1950, Europa avanzó gracias al acuerdo Francia-Alemania, pero esta saldrá debilitada. Creo que Piqué (no el de Shakira) dijo que “Europa estaba condenada a ser un parque temático. Tiene poco que decir a menos que se haga potencia política”, lo que ya no parece posible, si vemos los aportes al PIB mundial en 2021: China 22.7%, EEUU 22.4 %, Unión Europea 18.3% (venía de 25% y antes de la guerra, especialistas pronosticaban que bajará a 8% en 2030. La globalización era comprar materias primas en cualquier parte para vender productos en cualquier parte, pero vamos al desacoplamiento. La post guerra traería desglobalización y desoccidentalización del mundo, pero la democracia y más la economía de mercado seguirán siendo referencias, especialmente la última porque es la única economía que da de comer. La globalización ha traído un número sin precedentes de favorecidos, nunca en el planeta hubo menos pobres, y quienes no se beneficiaron son los países que apostaron a revoluciones, socialismos, populismos u otra añagaza. Ojalá las cotorras terminen de entender.

@CarlosRaulHer

Chismes de gente poderosa

Carlos Raúl Hernández

Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, pero los griegos crearon dioses a imagen y semejanza de los hombres.

1.El origen del universo para los griegos es como la política, sangriento y parricida. Urano impide que su hijo Cronos y sus hermanos los titanes salgan del vientre de su madre Gea, la tierra, hasta que Cronos reacciona, le arranca el miembro y lo lanza al mar, cuya espuma engendra a la diosa del amor, Afrodita. Ahora reina Cronos, e igual persigue a sus hijos para que no le hagan lo mismo (la palabra descojonar debe ser de raíz griega). Su mujer Rea, esconde al menor Zeus en una montaña en Creta hasta que crece, declara la guerra a su padre, lo derrota y expulsa junto a los titanes. Sin embargo, hay una violenta insurrección del gigante Tifón quien aplasta a Zeus y Atenea, corta los tendones al primero, y lo deja convertido en una piltrafa doliente, hasta que el fiel Hermes descubre dónde escondió los tendones, Zeus se los reimplanta, y va por la represalia. Arranca el monte Etna y lo arroja sobre Tifón. Desde entonces cuando el volcán entra en actividad, es la ira de Tifón.

2.La mitología griega está marcada por el libertinaje sexual, el desorden de Zeus, y las rabietas de Hera su esposa. Zeus se enamora de Alcmena, mujer de Anfitrión, toma la forma de éste, se acuesta con ella, prolonga la duración de la noche en tres días y engendra a Hércules. Al terminar la larga noche, regresa Anfitrión a su casa y a su vez engendra a Ificles. Ambos nacen con un mes de diferencia. Otro caso. Zeus se convierte en cisne para seducir a Leda, quien ya había tenido ese día relaciones con su marido Tíndaro, y también quedó doblemente preñada: de Zeus, tendrá a Helena (de Troya) y Pólux; y de Tíndaro, a Cástor y Clitemnestra.

3. La boda de la diosa Tetis y el rey Peleo, los futuros padres de Aquiles, fue el evento del milenio de las oligarquías, deidades y príncipes, una concentración de glamour jamás vista y por eso decidieron excluir a Eris, la diosa de la Discordia, y como era imposible que no se enterara, ella lo tomó, con toda razón, como una afrenta, con terribles consecuencias. En el transcurso de tan magna reunión aparece un exquisito presente de Eris, una manzana de oro, que tenía grabado: “para la más bella”. Aquel público de sofisticadas diosas, náyades, ninfas, humanas, se levantó a reclamar su regalo, pero se achicaron al ver que las jefas Hera, la mujer de Zeus, la omnipotente Atenea, y Afrodita, la diosa del amor, lo daban cada una por suyo y aunque exigieron al público una decisión, nadie tan tonto para engatillar a las dos perdedoras. Pero consiguieron que lo hiciera el no muy talentoso príncipe Paris. Atenea le ofreció sabiduría infinita, Hera todo el poder que pudiera imaginar, pero Afrodita lo convenció: “será tuya la mujer más bella del mundo”. Hablaba de Helena de Troya y ya imaginamos lo que viene.

4. Luego se supo que el plan de Zeus (supongo que con Greenpeace y Greta Thunberg) era provocar una matanza por el crecimiento exagerado de la población. Para salvar a Aquiles, Tetis lo esconde en la corte del rey Lycomedes entre sus muchas hijas y lo llaman “Pirra”, “la rubia”. Tal vez eso explique una fama de gay que carece de fundamento en textos de Homero y más bien al final, tal vez por esa confianza, una de las hijas de Lycomedes termina preñada. Era bestial, violento, irascible, orgulloso, inflexible, impío. Lo arrastraban sus emociones e impulsos egoístas y heroicos y no le interesaban los demás. Su madre le da poderes de semidios y al ser cuasi invulnerable, no desarrollo instinto político ni inteligencia, (solo “principios”), y despreciaba la prudencia (por eso su milenaria fama de “entrompador” de limitado seso en contraste con Odiseo)

5. Agamenón, rey de los griegos, estafa y desprecia a Aquiles dos veces, ambas muy graves. Concentradas las más de mil naves y los cientos de miles de guerreros en el puerto de Áulide, los vientos se paralizan y no pueden zarpar a Troya. La razón es que Artemisa, furiosa porque el rey mató en la cacería uno de los ciervos sagrados, solo devolvería los vientos a cambio de la sangre de Ifigenia, hija adorada del rey, a la que este trae con su madre bajo el engaño de casarla con Aquiles, el soltero del momento, a quien también engaña. Según el principista y solemne Esquilo, cuando la niña descubre la verdad, se dirige por sus propios pasos al suplicio a nombre de Grecia. Pero hay una versión más relajada en el “colaboracionista” Eurípides: Artemisa conmovida por el amor, envía una cierva para que tome el lugar de Ifigenia en el sacrificio, el quiebre (escoja la versión que quiera, pues hay hasta una venezolana)

6.Diez días arrastrando y profanando el cadáver de Héctor (¡hay que ser..!), Aquiles logra irritar a los dioses, que lo conminan a devolverlo a su padre, Príamo, rey de Troya. En la negociación, hace una de sus genialidades. Se enamora de Polixena, hermana de aquel a quien mató y profanó, y le garantiza a Príamo que si se la entrega, abandonaría a los griegos y se pasaría al bando de Troya. Pactan casarse en un templo de Apolo, pero ella nunca llega, sino la muerte en una flecha que disparó Paris pero que llevó cuidadosamente la mano de Apolo al talón de Aquiles.

@CarlosRaulHer

La convención de pensadores

Carlos Raúl Hernández

Al lado del campus de Apple en Silicon Valley, y también en Hollywood, coexisten la mayor concentración de millonarios con la de homeless en EEUU, y, distinto de ser una paradoja de la desigualdad, es perfectamente comprensible. En medio de apagones en sus empleos o negocios en la post pandemia, no es extraño que los afectados se desplacen a donde está el dinero, a ver si cambia su fortuna, cosa que puede ocurrir. Pero para el insólito resentimiento que se enseña en muchas escuelas de ciencias sociales, tal cosa expresa la condición del capitalismo (aunque el socialismo no produce más que estados fallidos). Vibra en académicos barbudos que fuman pipa y leen a Adorno (auténticos fósiles de los 70) contra las grandes empresas informáticas, motejadas no por casualidad GAFA y GAFAM (Google, Apple, Facebook, Amazon y Microsoft). No es fácil cuestionar la historia de estos gigantes, que comenzaron como microbios y en una generación cambiaron la historia del mundo, pero la ceguera de esos profes es implacable aunque posiblemente reciban la anunciada invitación oficial para venir a Venezuela a reforzar supersticiones.

¿De qué se puede acusar a Apple, que comenzó en 1977 en un garaje de 15 metros cuadrados con 1300 dólares, superó innumerables obstáculos imaginables y todas las pruebas para ser hoy la primera empresa del mundo? La respuesta es que son imputables del crimen más imperdonable: el éxito. Jeff Bezos es otro ejemplo; Amazon estuvo casi quebrada desde 2000 por diez años y su violenta recuperación no se basa en marketing ni en grandes inversiones, sino en la habilidad gerencial que logró en articular miríadas de empresas para hacer delivery global con máxima eficiencia. Por su resentimiento y envidia, las críticas contra el milagro de Amazon dan risa: “oportunismo” para “reducir al mínimo el tiempo que tardan los envíos”. Las empresas tecnológicas crearon en una generación un mundo inimaginable, milagroso, mágico, transformaron los hábitos humanos, la sociedad, sus costumbres. Multiplicaron la productividad por miles, redujeron el costo de las cosas y la pobreza a sus mínimos históricos mundiales, pero los profes las odian.

Ejemplo: 35 años atrás una llamada telefónica a Europa desde Latinoamérica podía costar cien dólares; hoy es gratis por WA. Las críticas barbudas son ideológicas y decimonónicas y no guardan ninguna relación con la realidad, porque viven en el mundo de la lucha de clases. La excomunión inventada es que son monopolios, y con eso les borran mágicamente su condición de pioneras en actividades antes inexistentes, el milagro de las altas tecnologías comunicacionales, telefonía celular, internet, chats electrónicos, y la competencia mundial con las asiáticas Samsung, Huawey, Lenovo, Tick Tock, Tencent, Ali Baba, y muchos no saben que el iPhone es un teléfono chino. Producen masas extraordinarias de riqueza, miles de millones que se distribuyen por la pirámide social, con las que se pagan “los maestros, las enfermeras, los fontaneros, las cuidadoras, cuyo trabajo, impide que la sociedad se derrumbe”. A nadie parecen importarle que sus políticas llevan desarrollo a poblaciones remotas. Un ejemplo entre muchos: Facebock instala una planta en Prineville, Oregón, de apenas 8.500 habitantes, “en medio de la nada” dice DW, pueblo en crisis por la quiebra de su industria maderera.

En un espacio de 650 mil metros cuadrados, construyen instalaciones por 250 millones de dólares, que producirán 180 mil dólares anuales de impuestos. Según el contrato la remuneración de los trabajadores estará 150% por encima de la media. Además, financia el mantenimiento de la infraestructura vial, las escuelas y realizará cursos permanentes de formación profesional para que la comunidad se incorpore a la empresa. Ante las críticas de Greenpeace, explicaron que utilizarán 100% de energías limpias y para los efectos adquirieron una planta termoeléctrica que servirá a toda la población. Cuando yo estudiaba sociología, la academia estaba frontalmente contra los medios, por su influencia alienante que nos rellenaban la cabeza de falsedades kapitalistas que distorsionaban nuestra mente y se hablaba de la utopía de medios participativos, biunívocos, que surgirían “en el socialismo”.

Un filósofo coreano alemán, Byung Chul Han, autor de libros antikapitalistas para leer en el baño, descubre que la verdadera alienación está en las redes participativas, que propician discusiones intrascendentes, hacen olvidar los auténticos dramas y ¡repámpanos! auspician el narcisismo. Resulta que la maldita opresión capitalista está en los chismes de Facebook o en las fotos de las Kardashians en Instagram. Shoshana Zuboff autora de El capitalismo de la vigilancia, dentro de la misma teoría académica de toillete, tiene una con alto componente paranoico: según, la verdadera “culpa” del asalto al Capitolio por Trump es de “los medios” y no del presidente. Y como si no nos hubiéramos enterado de ese episodio, de sus turbias entretelas dolosas y de la falsa denuncia de fraude, precisamente a través de los medios. Detrás siempre el autoritarismo de los profesores radicales. Solo hay libertad de expresión cuando se publican las cosas con las que estoy de acuerdo.

@CarlosRaulHer

El asesor de Putin

Carlos Raúl Hernández

Aleksandr Dugin es noticia porque su hija, Darya Dugina, filósofa neoplatónica, interesante y mediática de 29 años, murió por una bomba al parecer destinada a él. Y no se puede decir que el cuento de la asesoría de Dugin a Putin sea un invento de la actual guerra híbrida, porque la fábula viene de hace tiempo en las páginas de los periódicos. Varios años atrás me enteré e hice esfuerzos para conseguir algunos de sus ¡cuarenta! libros. El título de uno de ellos me impresionó mal: La cuarta teoría política, en el que se promueve, sin problemas de autoestima, como padre de un pensamiento que trasciende el liberalismo, el marxismo y el fascismo; y así como Dante se tomó fotos en el inicio de la Comedia con Virgilio, Homero, Horacio, este barbudo sin remilgos lo hace con John Locke, Lenin y Karl Schmitt. A quién se le puede ocurrir alguien así podía asesorar algo más que una cátedra de sociología gaseosa, y mucho menos a un hiper pragmático como Putin quien, si fuera mexicano, no creería ni en la virgen de Guadalupe.

Mi decepción inicial creció porque algún periódico publica un texto suyo donde se quejaba de que escribía cartas constantemente a Putin y nada que este le respondía y me quedó bien definido el personaje. He visto casos parecidos con las mismas angustias, en pos de adular a algún poderoso. Lo que leí de Dugin me formó la idea de un pensador impreciso, anacrónico, a veces con buenos momentos y pasajes cultos, ingenuo, profundamente contradictorio, confuso, anacrónico, al que cualquier hombre de acción después de recibirlo con cortesía, buscaría despacharía pasada media hora de conversación inútil (la misma impresión que me trasmite Zizek). Más apropiado para una conversación de sala de espera sobre temas dispersos y amorfos que para elaborar pensamientos prácticos, un hippie “de derecha” (¿) que aborrece el mundo moderno y sueña con el regreso del pasado. Sus elucubraciones no tienen novedad, porque es el espíritu común de muchas escuelas de ciencias sociales de izquierdosos: el antikapitalismo, que detesta la sociedad abierta, abriga la esperanza tonta, terrible de cambiar la naturaleza humana y rechaza la tecnología maléfica que destruye la “esencia humana”.

Un arqueo de teóricos académicos reputados de Europa y EE. UU me ilustró que muchos conservan atuendos intelectuales y físicos, las manías revolucionarias, “antineoliberales”, pipas y tonterías de los años 70; y lo que dicen sobre Microsoft, Google, Apple, Amazon, por ejemplo, es exactamente lo mismo del ultraderechista Dugin porque el totalitarismo es matriz común para izquierda y derecha. La democracia es “falsa” y quieren crear una nueva “con el pueblo”, tan nueva como la Comuna de París, los CDR castristas, las comunas chinas, las asambleas nacionalsocialistas. Como haría cualquier profesor izquierdoso, este “derechista” fue durante la Perestroika dirigente de los neo bolcheviques. Reniega de la “mentira” de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, la farsa de la democracia, la inhumanidad de los mercados, los partidos burgueses, los sindicatos y los medios de comunicación, lo que empaqueta y rotula de civilización liberal. Igual los profes hablan de “neoliberalismo” para definir todo aquello que no sea control estatal hasta para abrir la regadera.

Declara que su maestro intelectual es Heidegger, el pensador más importante, reaccionario, hermético del siglo XX y de lo que va de éste, cuya lectura es en dificultad, directamente proporcional a su profundidad, y genera atorrantes enloquecidos como Sartre, Beauvoir y Dugin, entre otros. En el paseo que hice por algunas de las obras de Dugin, lo más interesante que conseguí no es producto original suyo, sino algo que viene girando en el mundo de la geopolítica académica hace tiempo, pero que ahora con la guerra Ruso-Ucrania se materializa. La nueva realidad surgida con la finalización del mundo unipolar que conocimos a la caída del comunismo y que analizó formalmente Francis Fukuyama. A partir de ese momento vivimos un mundo regido por EE. UU, pero las reformas económicas ce mercado de los años 80 en gran parte del mundo, pero sobre todo en China, fortalecieron un grupo de países que pueden ser catalogados como potencias regionales y, algunas, mundiales. Varias se agrupan en los BRICS: Brasil, Rusia, India, China y Suráfrica.

A estas neo potencias habría que añadir Indonesia, México, Japón, Irán, que ejercen influencia en determinados espacios, son significativas desde el punto de vista militar, económico, demográfico o político. La guerra ha producido cambios drásticos, el futuro equilibrio geopolítico global está asociado indisolublemente a su desenlace y es posible que nazcan otras formas de estabilidad e inestabilidad. Nuevos bloques económicos semilíquidos en los que la energía será un elemento primordial y bloques políticos inéditos. Cambios importantes en el sistema financiero en desglobalización, (sueño de los profes) igual que el sistema monetario. Dificultad para el libre tránsito de personas, intensificación el racismo, discriminación de monedas para pagos internacionales conforme bloques. Lejos de las nimiedades y apasionamientos, la perspectiva obliga a una tensión analítica para comprender lo que viene.

@CarlosRaulHer

Hasta la mitad

Carlos Raúl Hernández

(A quien pueda interesar)

Reformas con miedo. Un confuso intento de magnicidio contra Cristina Kirchner, lleno de inconsistencias y cosas inexplicables, podría salvarla políticamente. Si hablar de crisis permanente no fuera un exabrupto, sería hacerlo sobre Argentina, donde desde hace siete décadas peronistas y militares se turnan para gobernar y crear calamidades, cinco grandes crisis, con breves interregnos, Frondizi, Alfonsín, Macri. Perón llega al poder en 1946 en uno de los países más ricos del mundo, más que las hoy potencias. Para tener idea, la moneda británica ni siquiera era transable internacionalmente e Inglaterra penaba para pagar los alimentos importados de la misma Argentina. Como para toda política tercermundista, gobernar consiste en un gasto fiscal enorme y corrupto envuelto en retórica populista, para forrar a los gobernantes, matando la producción de riqueza y 300 mil millones de dólares de deuda externa. “Gasto fiscal”: Argentina es de los países más corruptos de la tierra y ahora se sabe que los Kirchner recibían en promedio noventa millones de dólares mensuales en efectivo.

Agarraron a un distribuidor de coimas con cinco cuadernos en los que anotaba meticulosamente las direcciones, nombres y número de maletines que entregaba (se contaban maletines, no dinero). Un infeliz de última categoría, un José López, salió asustado en la madrugada a ocultar en un convento nueve millones de dólares que tenía en su casa para pagar deliveries y lo descubrieron. Proteccionismo, devaluaciones, regulaciones y entre los más altos impuestos del planeta, hicieron la economía no competitiva y paciente crónica de endeudamiento externo para funcionar. Pocos se aventuran a invertir en un país caótico de moneda sistemáticamente devaluada. Cuando llegaron los Kirchner al poder en 2002 el gasto fiscal era de 23% del PIB y cuando se fueron, 40%. El empleo público se disparó y hoy 35% de los trabajadores son empleados del gobierno y no producen nada. En siete provincias hay más empleados públicos que privados y el país entra en default.

A falta de financiamiento se dedican a imprimir billetes y establecer controles y “corralitos”. Gana Mauricio Macri (2015-2019) Tomó algunas decisiones correctas y mejoró el ambiente con su tesis “gradualista”. “Poco a poco”, según él, llegarían inversiones y aumentaría la recaudación, sin meterse con el problema esencial: el gasto gigantesco, corrupto e inflacionario. Tales estropicios y la alta tasa impositiva, hacen huir los capitales y fracasa escandalosamente, muy grave porque se veía en él un mandatario moderno que liberaría al país del anacronismo peronista y sus vicios ancestrales. Luego de resistirse con galimatías a un acuerdo con el FMI, termina pidiéndole un rescate su último año, demasiado tarde, y después de devaluar el peso 80% en el período. La caída del tipo de cambio es consecuencia inseparable de la filosofía peronista que heredó el macrismo: un gasto público desaforado y corrupto. Macri no redujo el derroche, ni la corrupción, ni el déficit, lo que le hubiera permitido gastar en la gente, e imprimió más moneda que los Kirchner, lo que mantuvo la inflación en alza.

La idea de gradualidad es correcta si se refiere a mitigar necesidades sociales con programas compensatorios, pero suele ser coartada para eludir los problemas difíciles, los nudos gordianos. La historia del falso gradualismo en Latinoamérica, darle largas a los problemas y dejar que se pudran, quiere presentar la indecisión como prudencia, y fracasa. A la caída del comunismo, Estonia, Letonia, Lituania, Polonia y República Checa desesperados por la situación humanitaria, aplicaron medidas de emergencia y obtuvieron resultados rápidos; hoy presentan niveles de vida superiores a Latinoamérica e incluso a Portugal. En cambio, Ucrania, Rumania, Tayikistán y Armenia, que decidieron ir paso a paso, no levantan cabeza. Macri deja escombros y en 2019 Fernández y Fernández lo apalean. Consiguen inflación de 50% y una de las recesiones más graves del mundo. El tipo de cambio pasó con Macri de 43 a 80 pesos por dólar.

La paliza electoral kirchnerista demuestra que reformas mediocres tienen más perjuicio que beneficio, porque desacreditan el cambio y levantan la false memory syndrome del pasado alegre. Gradualismo pinche, pequeñas enmiendas, eludir reformas estructurales, no enfrentar al gasto corrupto, todo reventó y el último año llaman la ambulancia del FMI. Las diferencias entre las gestiones de Macri y Kirchner fueron secundarias. La miseria llegó a 45%. La Universidad católica dice que dieciséis millones son pobres y tres, indigentes; apenas ocho millones de trabajadores productivos sostienen al país de millones de personas que no producen. Los impuestos suman más de la mitad del precio de un auto, que cuesta tres veces más que en EEUU, el doble que en España; y 40% del precio de la canasta de alimentos, en la tercera inflación más alta del mundo ¿Qué hacen los Fernández?: un nuevo ajuste pero no para adecentar el Estado sino para empobrecer más a los ciudadanos. Más impuestos, retienen producto de las exportaciones, reducen los renglones no imponibles, gravan la compra de dólares y controlan los cambios. El caos asoma el hocico. Y llega Sigfrido en su caballo blanco: Sergio Mazza. Veremos

@CarlosRaulHer

Comenzó la tercera guerra mundial

Carlos Raúl Hernández

Nunca pensé ver un champignon atómico sino en películas, pero ahora tengo la posibilidad de hacerlo en vivo. Vamos al séptimo paquete de sanciones para descalabrar la economía rusa y la presidenta del Banco Central, la muy mediática Elvira Nebiúllina (orienta la economía rusa con sus prendedores), avisora sobre la crisis en invierno –igual que en Europa, aunque por razones contrarias- y no en el sector financiero, lo que sería una crisis vegetariana, sino carnívora porque afectará la estructura industrial y la producción de bienes. En esta guerra hay dos perdedores seguros Ucrania y Europa. Ni los EE. UU ni Rusia parecen dispuestos a perder y eso recuerda el hongo, lo que haría perdedora a la raza humana. La tercera guerra mundial ya comenzó en su forma posmoderna, la guerra híbrida según resume Frank Hoffman (2007): conjugación de ofensivas múltiples: cibernética, comunicacional, convencional, económica y militar (si fuera necesaria). Por el momento es una guerra de desgaste en favor del que aguante más. El año pasado polemicé desde este espacio con un libro de Vladimir Padrino, la Escalada de Tucídides, quien anunciaba la posibilidad de guerra. Él tenía razón.

La guerra comunicacional hace desaparecer la información sobre el conflicto que intente objetividad analítica, e histeriza en las redes, veto al conocimiento del que no se salva siquiera Kissinger, “putinista” para Ucrania. Los rusos vienen de una terrible tradición de precariedades comunistas, saben vivir sin calefacción y desde 2014 que vieron el mango del puñal, se desligan de occidente y se preparan para bañarse con agua fría. Por eso sancionarla es más bien un incomprensible masoquismo de consecuencias terribles. Vivimos un trágico enfrentamiento del sistema económico global en dos bloques, aunque la mayoría de los países no sancionó a los rusos, sino solo Europa y los aliados más cercanos de EE.UU.

Ucrania le cuesta y le costará al mundo una masa incalculable, impagable de dinero, y su recuperación es incierta. Antes de la guerra era ya un estado fallido en lo económico. Pese a que hay países ex socialistas muy pobres, Moldavia, Tayikistan, Kirguistán, el de Trotsky es el único que no pudo crecer, mantuvo el mismo PIB de 1990. El gasto militar es un gran negocio para EE. UU que suministra las armas de defensa más caras, su gas licuado vale tres veces más que el de tubería y en materia económica está ganando, aunque aterra escuchar a Borrel decir “esta guerra hay que ganarla en el campo de batalla”, es decir, hasta la última gota de sangre ucraniana. En seis meses Rusia controla 20% del territorio, 28% de la población y pese a que el armamento occidental entorpece su avance, priva la superioridad de la artillería rusa.

Rusia controla la central nuclear de Zaporiyia, la mayor de Europa, fuente eléctrica de Ucrania y el continente. Devastaron la infraestructura y las fábricas con pérdidas por 160.000 millones de dólares, la mitad de los empleos y las refinerías con daños de otros 200.000 millones de dólares. Ocuparon las zonas industriales y los recursos naturales ucranianos: 60% del carbón, 42% de los yacimientos de metales, un tercio de las tierras raras y litio (con eso Rusia puede pagar la guerra) El PIB caerá este año 45% según el BM, y los bancos enfrentan morosidad que los conduce a la quiebra. La recaudación ha caído en 40% mientras el gasto fiscal aumenta en 60%, el déficit crece 5000 millones de dólares mensuales, que será este año 50% del PIB. La recuperación costaría alrededor de 400 mil millones de dólares.

¿Quién cubrirá el presupuesto de Ucrania y pagará salarios, pensiones, médicos? Imprimen moneda desaforadamente, la devalúan 25% y queman divisas por 1000 millones semanales. Tienen las reservas de gas más bajas de Europa, apenas 20%. Suplirlo vale 15. 000 millones de dólares y 15.000 recuperar la red eléctrica. Recibió 12 mil millones de ayudas y vienen 20 mil millones más para fin de año. Más 80 mil millones de ayudas humanitaria y militar, pero ganar la guerra costaría masivamente más. La deuda externa es impagable, gobierno no es transparente y por eso el apoyo de Francia y Alemania disminuye. Según Bill Gates las consecuencias serán siniestras y perseguirán a la humanidad por mucho tiempo porque en los próximos meses estallará una crisis económica sin precedentes en cien años.

Estados Unidos entró en recesión, la crisis energética auto inducida arrastra a Europa a la escasez de alimentos de trigo, granos, maíz, soya, caña, aceites y arroz, de los que se deriva 80% de lo que consumimos. Provenían de Rusia-Ucrania 64% del aceite de girasol 19% de la cebada, 12% de las calorías consumidas. Los fertilizantes venían de Rusia, y los precios subirán porque lo que comemos hoy se produjo el año pasado. Según Gates la guerra nos lleva a la stagflación, recesión con inflación, caída del PIB mundial, hambrunas y crisis humanitarias. Sacrifican a Ucrania, que puede quedar a la deriva, una especie de Haití. África arriesga hambrunas, Europa se tercermundiza (Scholz recomienda no bañarse mucho) ¿Sobrevivirá la U,E?. Por algo dijo el FMI, que luego de un embargo energético a Rusia, tal vez haya potencias que no sigan siéndolo.

@CarlosRaulHer

Ucronía, Ucrania

Carlos Raúl Hernández

Con Clinton y Gore se profundizó un dogma norteamericano, el salto quántico, el cultivo masivo del STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) que sin demoras había asumido el “socialismo de mercado” chino. Pero su papel de hegemón, “la lucha contra el terrorismo” y la geopolítica hicieron que EEUU se involucrara sistemáticamente en costosísimas guerras y distrajera su rumbo del STEM, que le había dado el triunfo sobre Japón y la URSS sin derramar sangre. Hay maravillosas creaciones de la literatura ucrónica, utópica, o distópica, películas, novelas y relatos conforme “lo que hubiera podido ser de no haber sido lo que fue”, la fantasía contrafáctica, pero no tiene sentido deducir conclusiones analíticas o prácticas de esas especulaciones literarias.

Sería un divertimento de la imaginación, como aquella interesante novela cyber-punk llevada al cine, El hombre en el castillo, de Phillip K. Dick, que cuenta como la muerte de Roosevelt impide la entrada de los EE. UU en la segunda Guerra Mundial, Hitler la gana y Estados Unidos cae bajo el dominio nazi. El autor es muy conocido porque otra de sus obras inspiró la hoy cuarentona y cada vez más sexy Blade runner de Ridley Scott. Es literario e interesantísimo desde el punto de vista de la imaginación derivar hipotéticas situaciones presentes de lo que no fue, pero muy tonto extraer consecuencias prácticas. Hay que analizar los acontecimientos según ocurren, como la actual guerra ruso-ucraniana, los errores cometidos a granel y las trágicas secuelas de acuerdo con las tendencias palpables, hoy cuando todo está en desarrollo. Para esos efectos sirven, si es que sirven para algo, la geopolítica y la política.

Las plañideras profesionales y emocionales encubren sus escandalosas inutilidad, ingenuidad, ignorancia de la realidad y carencia de materia gris detrás de la invocación ritual a “los principios” y para conviene repetir que la invasión a Ucrania viola la soberanía, sobre la que se basa el equilibrio mundial entre estados nacionales (cuenta Jardier Poncela, que a raíz de la guerra civil, un par de músicos defectuosos andaba de aldea en aldea maltratando sus guitarras para medio comer. Cuando la audiencia empezaba a pitarlos, uno de ellos se levantaba al grito de “!Viva España!”, y terminaba el inconveniente. Tan cierto como eso, es que no hay nada más estúpido, inhumano, criminal, esconderse detrás de la soberanía para prolongar la destrucción de Ucrania con el ilusorio fin de arruinar la economía rusa, sobre todo cuando los resultados indican que lo que ocurre en las narices de los líderes mundiales es todo lo contrario.

Las democracias europeas saben los estragos que produce la guerra en ellas mismas, mientras Rusia continúa y simplemente cambia sus clientes para el petróleo, el gas y los minerales, como respuesta a los planes contra ella. China incrementó en 50% su compra de energía rusa, la India las triplicó, y hablamos de un bloque económico de 3000 millones de personas, aunque Europa ahora le compra escondido. Desde que comenzó la guerra, Rusia ha recibido 150.000 millones de dólares, que se multiplicarán en la medida que sigan las hostilidades, la energía rusa continúe su escalada de precios y la economía mundial se despedace. Los organismos multilaterales gritan desesperados que avanzan crisis alimentarias graves (por no decir hambrunas) en Centroamérica, Kenia, Etiopía, Africa Central, Etiopía, Cuerno de Africa, Sudan, Yemén, el Sahel ¿será la destrucción indiscriminada el costo a pagar por defender los “principios democráticos”?

Ucrania no tiene capacidad para derrotar a Rusia, y debería surgir con urgencia un movimiento mundial por la paz, pero solo parece verlo el Papa Francisco, menos sagaz en Nicaragua. Los ejércitos de la noche, la monumental novela de Norman Mailer, recuerda el papel del pacifismo en la opinión pública de los EEUU contra la guerra de Vietnam. El 21 de octubre de 1967 se reunieron miles y miles de personas frente al Pentágono, encabezadas por Mailer, Allen Ginsberg, Timothy Leary, entre otros, con la propuesta hippy de hacer levitar el edificio cien metros sobre el piso con los militares dentro. El “plantón” conmovió al mundo, Mailer escribe su libro inmortal y al final de la intensa campaña, los EEUU se salió. Los países democráticos saben que está en cuestión el futuro de Ucrania, pero eso no les importa mucho con tal de dañar la economía rusa, el objetivo declarado.

Prolongar el conflicto solo ensangrenta el desenlace. Se sigue alentando la guerra porque los muertos son ucranianos y no de las potencias, que no participarán directamente porque sería la tercera guerra mundial. Los avances civilizacionales construidos retroceden. La desmilitarización, hasta hace poco un “valor democrático” europeo, cede el paso al armamentismo que ahora se le exige a Alemania y Japón, algo inédito desde la segunda guerra. El gas licuado es más caro y doblemente contaminante que el que vienen por tubos y se tiende a regresar al carbón, hasta hace poco execrado. El Nuevo Orden Mundial que saldrá de esta guerra, con ejes relativos en EEUU, China, Rusia India, Indonesia, Suráfrica, Brasil, Japón, México, Irán y Latinoamérica, cada con sus propios pasos, será incierto.

@CarlosRaulHer