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Carlos Raúl Hernández

Atrapados sin salida

Carlos Raúl Hernández

En torno a la inutilidad de las movilizaciones de masas, Francis Fukuyama escribió hace más de una década que solo creaban identidad y simpatía entre los asistentes, o sea, nada. Luego trató ese tópico Carlos Alberto Montaner. Balanceaban las protestas contra Chávez que, según se dice, entraron al libro Guinnes. La oposición venezolana de entonces abusó de la lucha de calle en esfuerzos ilusorios, la “quemó” y demostró al mundo, y en especial a los autócratas, que lo mejor era darle suficiente cuerda a la calle para que se ahorcara sola.

Así hicieron en adelante y por eso preocupa que el desastroso cabecilla de la debacle vuelva con la manía, una perturbación emocional que muchos sospechan.

Con la comedia de 2019, Operación libertad, surge un nuevo aprendizaje: “el apoyo de casi 60 países” (nunca se supo el número, por alguna razón arcana o cabalística) tampoco sirve con una oposición interna inútil. La “enseñanza” le vino al dedillo a Daniel Ortega, dictador genético, para hacer lo que da la gana en las barbas de EEUU. Son dos aportes de nuestros radicales al mundo, y hay un tercero: si eres lo suficientemente cabeza de ñema, puedes perder elecciones, aunque tu intención de voto favorable sea de 8 a 2. Basta tener talentos políticos que persuadan a la mayoría de no ser “fundamentalistas del voto”, que vas a una “chapuza” y que vendrán una invasión extranjera” o una “intervención militar democrática”.

De paso liquidaron el mágico instrumento, el “misterio moderno” que asombró a Marx: votar. Después se cambian y aparecen gorditos, bañaditos, grandilocuentes, tan enfáticos y frívolos ahora como eran en la anterior, no posición sino postura.

El sanedrín opositor prefirió el triunfo del PSUV antes que llevar un mestizo la Presidencia en 2018. Hoy el gobierno fortalecido por sus enemigos, pone en práctica las experiencias y arresta sin parpadear a unos activistas radicales ante los ojos de “los casi 60” y especialmente de Noruega, de visita por aquí. Las revoluciones de colores y la primavera árabe terminaron de demostrar que el valor de calle-calle-calle es un logaritmo si no forma parte de un dispositivo electoral o, por cierto, militar. Cada quien llama pueblo a sus mesnadas y las santifica, como si éste no hubiera sido históricamente autor de tantas cochinaditas, saqueos, linchamientos, asesinatos. Los derechosos y la mayoría silenciosa, piensan que masas en las calles solo son riesgos y molestias.


Una parte de la doxa (opiniones inexpertas e ideológicas) se siente atrapada en una discordia que les rompe las galletas, por la idea a priori de que lo que hagan las “masas” es bendito, sin examinar los casos. Hay movimientos de calle de fines contrarios a las necesidades de las mayorías y que obedecen a objetivos políticos no democráticos, como los de Hitler, Mussolini, Perón, Vargas, Bolsonaro. Para los izquierdosos toda movilización es buena “porque la hace el pueblo” y particularmente si es contra “el capitalismo” como las protestas de clases medias ricas que pretendieron abatir la imagen exitosa de Chile -como buscaron con Parasit y Surcorea-, un misterioso país “neoliberal”, extrañamente dirigido durante 30 años por socialistas y socialcristianos y cuyo nivel de vida es comparable a España.


A lo Savonarola, hacían piras luego de saquear tiendas de alta tecnología, quemar automercados, farmacias, el Metro, correr desnudos por las calles “contra la dictadura sexual”, e introducirse objetos. Con el estímulo y el apoyo izquierdoso global pedían agónicamente “¡No más Iva a los libros¡”. Este reflejo se invierte cuando la protesta es contra un gobierno progre y aparece la garra del imperialismo, como las manifestaciones “reaccionarias” en Cuba, aunque a diferencia de los tumultos de personas pudientes chilenas, sean producto de la desesperación, seis décadas con vidas miserables, infrahumanas, sin alimentos y menos esos plásticos vibrátiles. A gente identificable históricamente en la ultra, el fidelismo, como Silvio Rodríguez, se le presentó una crisis de conciencia con el riot y no estuvieron de lado de la represión revolucionaria, un comportamiento honesto y digno de elogio.

Como nota de color, un descabezado opositor venezolano mayamero escribió, con aspiraciones de ironía, que muy pronto recomendarían a los cubanos la vía electoral. Elecciones en Cuba serían un milagro como la estatua de la virgen que lloró sangre. Seguramente él recomendaría a los cubanos que se abstuvieran en espera de la invasión o del “quiebre”. Otros ven la inminente caída de Diáz-Canel por el pueblo en la calle. Ni las manifestaciones hacen eso ni las sanciones afectan a la nomenklatura, sino a esas turbas desesperadas. Un liderazgo latinoamericano decente, promovería un movimiento para atender la crisis alimentaria y promover el diálogo, en remembranza del Grupo de Contadora. Es devastador que los cubanos estén acorralados doblemente. Por la represión y porque no hay alternativa política. Mientras, los héroes en Goya, Brickell y Andrés Carne de res, llaman “a la calle” en Venezuela para seguir contribuyendo a cubanizar al país.

@CarlosRaulHer

El genio y el patán

Carlos Raúl Hernández

Nos acostumbraron a imaginar los grandes autores del pensamiento y la literatura como si en vida hubieran sido lo que son hoy, espíritus puros, fantasmas benevolentes (o terribles), ilustraciones sin carne ni sangre. Enseñamos de ellos pensamientos secos, descontextualizados, sin conexión con la vida real, y tienen tanta que palpitan en nuestros días y por eso son clásicos. Goethe escribió, refiriéndose a Sófocles, que dramas y pasiones humanos son siempre los mismos: amor, odio, violencia, celos, nostalgia, traición, envidia, y todo autor es hijo de sus sacudidas. Hoy mismo los siquiatras denominan “síndrome de Odiseo” casos de melancolía profunda. Durante el sitio a Troya, el héroe pasaba días enteros en la playa con la mirada en dirección a su querida y remota Itaca, mientras allá Penélope tejía y destejía.

En el siglo IV a. C no existía el término populismo, que surge en los finales de la Rusia zarista, pero Platón, Aristóteles, Aristófanes y otros crearon “demagogo”, que significa adulante del populacho. En fechas recientes hay un enredo con la noción de populismo por falta de rigor al elaborarla y su uso para cualquier cosa, hasta vaciarla de contenido. Conocemos las imágenes de Evita, rodeada de cientos de miles de trabajadores ante la Casa Rosada, decretando asuetos por el Día de San Perón y aumentos de salarios gigantes que lanzaron Argentina a la miseria. Al populista tipo, en cualquier país del mundo, no le preocupan los efectos de su irresponsabilidad, sino pulsar las cuerdas más primitivas de la ciudadanía enfebrecida para arrancar ovaciones. Su discurso trasuda xenofobia, patrioterismo, resentimiento social, odio a blancos, negros o latinos, la Iglesia cómplice, las clases medias, los explotadores.


Sorprende la actualidad de Platón en La República sobre el personaje: “su única enseñanza es devolver a las masas las opiniones de la masa misma, que se manifiestan cuando se reúne colectivamente… Los demagogos actúan exactamente como quienes crían una bestia vigorosa, y aprenden sus instintos y deseos para poder acercársele y acariciarla. Aprenden los secretos de su ferocidad y astucia, los sonidos que emite en diversas circunstancias, y aún más, los ruidos necesarios para calmarla o alterarla. Sabido esto por experiencia y una larga costumbre, lo convierten en técnica sistemática, en materia de enseñanza, e ignoran todo lo de bello y de feo, de bueno y malo, de justo e injusto que pueda haber. Así para el demagogo, el bien es lo que agrada a la bestia, y el mal lo que la molesta […]”.


En la cultura griega el epítome del demagogo es Cleón que nos recuerda a varios patanes contemporáneos y, solo por su estilo de relación comunicacional, entre otros a Trump, Pinochet, Velasco y Fidel Castro. Aristóteles lo presenta “él, primero, explota en alaridos e insultos desde la tribuna, y se dirige al pueblo (demos) vistiendo un delantal, mientras que todos los demás oradores se comportaban respetuosamente”. Hemos visto muchos como él, cuyo atuendo es deliberado para evidenciar su menosprecio por la dignidad de las instituciones. Platón y Aristóteles eran desafectos al régimen político de su tiempo y aquél cuestiona lo que hoy llamamos la antipolítica, con argumentos que reaparecen en el siglo XX en Walter Lippman y Joseph Schumpeter. La antipolítica no considera la política como un saber específico sino un oficio residual, refugio de los que no dominan otros más complejos y útiles, y por eso “el líder somos todos”. Cualquier persona educada puede gobernar mejor que los políticos.


Pero Platón dice que “un niño de quince años puede ser un gran matemático, pero no un buen político” (porque) la política es un “saber práctico” producto de la experiencia, como la medicina y otras. En otro diálogo contra el facilismo de los demagogos interroga sobre a quién preferiría un grupo de niños: al médico que le causa dolor para curarlos o al pastelero que les da golosinas. Solo durante el siglo XX a medias –no olvidemos precisamente a la antipolítica- se ha conceptualizado la relación demos-polis-politeia, y el líder en esa ecuación. Líder no es cualquier político, sino el estratego, el que ve más que los demás, prevé las consecuencias y corre riesgos para corregir la marcha. Paradójicamente esa relación aparece clara en el siglo VIII a.C en La Ilíada, muy anterior a Platón y Aristóteles.

El máximo jefe de los ejércitos griegos es Agamenón pero Odiseo, apodado “el de los múltiples senderos” era quién señalaba cuál seguir, como el ardid del Caballo de madera que decidió la guerra. Agamenón comete la torpeza de decir en la asamblea que pronto regresarían a casa y los guerreros se abalanzan a los barcos. Odiseo se dirige a cada uno de los jefes “con palabras amables” pero enérgicas para convencerlos, tranquilizarlos y exponer el plan. Luego habló a la asamblea en un tono duro increpando al tumulto. Odiseo ahí el antidemagogo, el líder que siempre desafía la estupidez colectiva y hace prevalecer la razón, el interés general de todos cuando no lo ven. No le interesan los aplausos inmediatos sino ganar. Cleón se hunde, Odiseo triunfa.

@CarlosRaulHer

Como les dé la gana

Carlos Raúl Hernández

¿Las mujeres pueden vestirse con preciosismo, perfumarse, pintarse, o esos son hábitos de la dominación heteropatriarcal? Suena descabellado en la posmodernidad, el reino de las estéticas paralelas, en las que cada quien es libre de vestirse y desvestirse conforme le salga del timo, pero lo planteó James Cameron al embestir a La mujer maravilla de Patty Jenkins, encarnada por la mega-ultra diva, Gal Gadot. Y decreta que es “un paso atrás” con respecto a Sarah Connors, madre de John el héroe de la saga Terminator. Dice que “Sarah no fue un ícono de belleza. Era fuerte, angustiada, una madre terrible… y se ganó el respeto por tener agallas… toda esta felicitación de Hollywood con la Mujer maravilla –decreta- es equivocada. Ella es un objeto sexual”. Gadot, en la vida real es instructora de combate del ejército de su país, Sarah Connors “de ha de veras”.
El planteamiento está claro: no ser terrible ni estar angustiado y ser bello, está mal visto (“a poco Ud. abusa de ser tan bonita cuando yo soy tan feo” dijo Cantinflas), pero otros acusaron a Terminator de “violencia fascista”. Nadie es perfecto ¿Las mujeres deberían andar como Sarah, como Gal, o como les dé gana? Cameron debe saber que sus actrices se calzan en la mañana un jean roto y por la noche un diseño de Yves Saint Laurent o No. Ghesquiere, y el ataque se debe más bien a que Wonder woman ese año desplazó a Titanic y Terminator del top histórico de taquilla. Spielberg hizo exactamente lo mismo en su momento contra Cameron, cuando Titanic se comió al Tiburón. ¿Tiene algo de malo ser objeto de deseo en una sociedad polimorfamente sexualizada desde Michellangelo, después que luchó más de mil años de medioevo para volver a ser como los romanos y los griegos?
Las ideologías revolucionarias, desde comienzos del siglo XX hasta los hippies y el transhumanismo, el superhumanismo y el “género”, rechazan la libertad de la sociedad democrática y aspiran imponer “una nueva civilización” totalitaria surgida de un grupo de pacientes clínicos no extranjeros, como piensa Macrón, sino muy consumidores de Camenbert y Reblochon. Demoniza la belleza y las “mujeres objeto” del molde kapitalista, enajenadas de su esencia y convertidas en cosas, instrumentos de dominación por diabólicas marcas Chanel, Revlon, Ange ou Demon, La vie est belle, Lanvin, Cartier, Crytal Noir, Armani. Durante los noventa, un filósofo polaco francés, Gilles Lipovetsky, escribió El imperio de lo efímero para bienvalorar todas esas pequeñas y efímeras satisfacciones, que endulzan la pequeña y efímera vida humana.
El sexo-amor es una de las pulsiones instintivas más poderosas y la literatura y el arte son sus archivos. Pero Judit Butler define las relaciones hetero “la última forma de opresión” y se deduce que todas las que el marxismo encasquetaba a la democracia, terminaron (dicho por una revolucionaria, el propio éxito kapitalista). Y ante el documento de 150 intelectuales contra los desvaríos de Me too, develó su verdadero crimen: “es un documento liberal, no de izquierda”. He ahí la clave del metooísmo. El epítome de esa cruel tiranía del Eros es la humillante penetración en la que se conjugan el patriarcalismo, el kapitalismo, la dominación, para deshumanizar a la mujer, pero Butler reconoce decepcionada que las humanas masivamente la desean y no parecen dispuestas a cambiar. El enamoramiento es una alienación, los participantes pierden la racionalidad y entran en una fase de cretinismo biunívoco.
Y tiene razón: ¿qué es esa cochinada de pasarse tragos de vino y caramelos de boca a boca sino acciones propias de chimpancés? ¿Cómo se le ocurre a alguien la falta de seriedad de agarrar discretamente las nalgas de otro con cruce de risitas? ¿Un revolucionario cabal y circunspecto lo haría? ¿Se imagina Ud. a Stalin y Beria en eso? (aunque Mao debía ser el santo patrón posmoderno, por su hobby de dormir con niños de ambos sexos desnudos) Lo “políticamente correcto” hace el ridículo, como en la Alemania del siglo XVII cuando la gente “distinguida” traducía su nombre al latín. También farsesco, hipócrita, tartufo. En los noventa, cuando despuntaba la corrección, fue un éxito aquella película Acoso sexual en la que Michael Douglas, con una respetable barriguita de señor, es objeto de la inexplicable concupiscencia de su jefa y ex novia la sideral Demi Moore.
Rechazó muy digno el asedio de actos repulsivos, invitaciones a tomar bordeaux en su cómoda oficina ya idos los empleados o detestables y abusivos cruces de pierna frente a él. Quería triunfar por sus méritos y no por palanca. En estos años los organismos multilaterales inician la apoteosis cursilógena y de erosión del lenguaje que podría llevarnos a cancelar o cambiar los títulos a obras que se llamarían en adelante así: Blancanieves y las siete personas con discapacidad de estatura. También Individuo con discapacidad distorsionante cervical de Nuestra señora de París. En vez de Cantar de ciegos, Cantar de personas con discapacidad visual absoluta. Y La cantante afectada de alopecia. Nos obligarán por ley a hablar todes como cretinos. Esperemos.
@CarlosRaulHer

La victoria de Nicolás

Carlos Raúl Hernández

Lo imagino carcajeándose al enterarse que en cierto país del Nuevo Mundo descubierto por su paisano Cristóbal Colón, un grupo opositor con 70% de apoyo, el gobierno abrumado por 80% de rechazo popular y la hostilidad de “casi 60 países”, decidió que “no había condiciones para votar”. Murió hace veinte días y 494 años (junio 21, 1427 y le debíamos un comentario). Hay por decenas corrientes de amantes y odiantes de Nicolás Maquiavelo. Hegel lo consagró como “uno de los mayores talentos y corajes de la historia” y para Bertrand Russell, El Príncipe era “un manual de pandilleros”. En la literatura victoriana incluido Shakespeare, aparecen más de 400 juicios terribles sobre su “maldad”. Aquél funcionario honorable, trabajador, después de dirigir por 15 años la defensa, relaciones interiores y exteriores de su país, preso y torturado por el gobierno, cortó y vendió leña para vivir exilado y muere de peritonitis en la pobreza en brazos de su mujer, sus siete hijos y sus amigos. Años después de morir se publicaron sus dos obras principales.
El crimen fue describir cómo funciona exactamente el poder autoritario y sacar el debate de la falsificación propagandística. Pese a que lo declaran fundador de la ciencia política, no creo que sea una obra científica, porque los métodos de investigación y exposición de la ciencia inductivo experimental, surgirán en el siglo siguiente con Galilei, pero es empírico, no metafísico y basado en la observación. Habían pasado mil años de horrorosos desafueros de gobernantes laicos y eclesiásticos, retratados a la perfección, paradójicamente por Shakespeare y otros gigantes de la literatura. Aunque está a años luz de promover la inmoralidad, El Príncipe desnuda lo mismo que Macbeth y Ricardo III, que la moralidad del poder es otra distinta a la doméstica, y desató una reacción en cadena.

El advenimiento de la democracia limita la arbitrariedad de quienes mandan porque los somete a la Constitución y con frecuencia terminan en desgracia por violentarla, pero, aunque disminuida, la iniquidad permanece. Stalin, Mao, Castro, Hitler, Videla, Somoza, Franco, demuestran que ayer como hoy se cumple el axioma de Ashley: “el poder corrompe: el poder absoluto corrompe absolutamente”. La absolución de Maquiavelo, aunque Ud. no lo crea, se la dan grandes pensadores eclesiásticos, comenzando por los padres del liberalismo, que no son ingleses ni franceses de la Ilustración, sino curas dominicos y jesuitas de la Escuela de Salamanca en los siglos XVI y XVII. Maquiavelo niega que, en un mundo perverso, los mandatarios deban decir la verdad, ser bondadosos, justos, cristianos, respetuosos de la palabra dada y amados por sus pueblos.
La virtú en política no tiene que ver con la virtud de los griegos. Es la razón de Estado: el arte de conquistar el poder y no dejarse derrocar. Los teólogos jesuitas españoles comprenden el planteamiento y con rodeos terminan por aceptarlo, se maquiavelizan. El primero de ellos en analizarlo, Pedro de Rivadeneira, lo rechaza, pero comienza la evolución. En 1595 publica El príncipe cristiano, y su reacción es convencional: la razón de Estado hace del mandatario, que debe ser moralmente superior, un tirano, un criminal, un mentiroso y no puede ser cristiano. Luego Francisco Suárez da un gran viraje en De las leyes y el Dios legislador.
Dice que Maquiavelo creó una teoría del poder y una nueva moral política, pero que no puede articular las dos repúblicas: temporal y no temporal, la razón de Estado con los valores cristianos, y esa es la tarea. El príncipe debe garantizar el poder porque lo desempeña para proteger la comunidad que lo legitima. Pero Suárez flexibiliza el uso de la verdad: “hay que pasar del Dios engañoso del absolutismo, al Dios indescifrable… El Príncipe debe serlo… y hablar en claves cuando sea necesario”. Juan de Mariana avanza aún más en la maquiavelización jesuita. La justicia y la política nacen de dos reflexiones que no se cruzan. ¿Qué hacer cuando el poder está en juego y con él, el bien común? No hay que mentir, pero si ocultar, disimular, no se puede decir la verdad.
Baltazar Gracián fue confesor de un Virrey y vivió en la corte, no un diletante. Afirma que el hombre tiene que ser misterioso en la política porque Dios lo es: “sin mentir… no decir toda la verdad… hay que saber jugar con la verdad … no todas las verdades se pueden decir porque unas me afectan a mí (el Príncipe) y otras a los demás (la comunidad)”. En El Héroe y en El Criticón sostiene, como Maquiavelo, que “las cosas no pasan por lo que son sino por lo que parecen” y “la plebe carece del arte y no puede descifrar”. Gracián recomienda “hacer uso próximo de la mentira para llevar al pueblo por el buen camino” y defiende de las puyas de Maquiavelo a “Fernando de Aragón por ser el oráculo mayor de la razón de Estado”. Con la aceptación de la razón de Estado, el círculo de la vindicación maquiavélica por los jesuitas se cierra. Diego de Saavedra Fajardo escribe que “las palabras indiferentes y equívocas imitan al gran Creador. Quien no sabe disimular no sabe reinar... Decir la verdad sería de peligrosa sencillez”.

@CarlosRaulHer

La ideología monstruosa

Carlos Raúl Hernández

Conviene conocer las raíces de la simpática ideología poscomunista de Me too (radfem) que rechaza el feminismo de mujeres exitosas reales (realfem). Cuestionan a Obama y Luther King en pro de la violencia de Black panters y Attack y vienen con lo que llama Felix Guatari, “revolución molecular disipada”. Más allá del lenguaje fatuo, buscan romper la cohesión social desde múltiples ángulos, trizarla en sus moléculas, exacerbar diferencias entre los seres humanos y el odio con la elucubración de los micropoderes de Michel Foucault. Desde las religiones, hasta el color de piel o el sexo (al que llaman “género”) son para discordiar. Mujeres vs. hombres, negros vs. blancos y mestizos, jóvenes y mayores, musulmanes y cristianos, en una cadena de victimización, mentiras y errores.

En 1977 aparece en Le Monde y Liberation el pedido de libertad para un grupo de pederastas reos de lascivia con niños, el “caso Versalles”. Aunque te rías, surgió el Frente de Liberación Pedófilo, en jerga revolucionaria de la época. Los redactores estaban inquietos por los procesados “…Corren riesgo de sentencia penal grave…. por los encuentros sexuales con esos menores” (¡jueces abusadores!) Exigían reformar el Código Penal para despenalizar y normalizar tales relaciones entre adultos y niños…cuando fueran consentidas”. Firmaban Sartre, Beauvoir, Althusser, Foucault, Deleuze, Derrida, Gluksmann, Barthes, Robbe-Grillet, padres de la “política de género”, defensores de pederastia, violencia, incesto, bestialismo y hasta necrofilia. Foucault murió de SIDA, luego de dedicarse frenéticamente a contraerlo y esparcirlo en París y San Francisco. A su muerte hallaron en su casa instrumentos de tortura sadomasoquista con residuos de sangre seca.

La dispareja Sartre-Beauvoir, según la biógrafa británica Carole Seymour-Jones, en su libro Una relación peligrosa (2008) hicieron de la pedofilia un sistema de vida, una maquinaria organizada y eficaz. La deslumbrante Simone daba clases en liceos, seducía niñas para hacer tríos con Sartre, pero estallaron los escándalos. La madre de Nathali Sorokine de 13 años denunció, y la despidieron en 1943. Hubo varios otros incidentes, entre ellos los de las niñas Bianca Lamblin y Olga Kosackiewicz. Esta última los obsesionó pasionalmente a ambos, inspiró a Beauvoir La invitada y el ensayo Brigitte Bardot y la emancipación sexual de los menores. Beauvoir es la fundadora del radfem con su obra El segundo sexo y surgen dos ideólogas herederas.

La norteamericana canadiense Sulamith Firestone. Fundadora de los grupos radfem en NY y Chicago, en su libro Dialéctica del sexo, propone “la destrucción de la familia, porque parir es la base de la opresión”, un “acto bárbaro como defecar una calabaza … Pero iremos aún más allá…La libertad de todas las mujeres y niños para hacer cuanto deseen sexualmente…la sociedad podría finalmente regresar a su sexualidad polimorfa natural; todas las formas de sexualidad serían permitidas y consentidas…”. Hace un enérgico elogio del incesto pederasta: “Si el niño escogiera la relación sexual con adultos, incluso con su madre genética, ella no tendría por qué rechazarlo (y debe darle) la cantidad de sexualidad genital de que el niño fuera capaz” (una especie de luna de miel). Esquizofrénica, murió de hambre en NY a los 67 años en 2012.

La norteamericana Kate Millett, paciente bipolar, en su obra Política sexual, desarrolla que “uno de los derechos esenciales de los niños es expresarse sexualmente con cualquiera, incluidos los adultos…La libertad sexual de los niños es parte importante de la revolución”. Habría que preguntarse por qué los más destacados inspiradores metooístas, tienen tal obsesión con los niños y es lamentable que personas normales que no conocen las turbideces de lo que dicen profesar, puedan asumir esas monstruosidades. El australiano Peter Singer es un ensayista influyente y santo misionero de buenas causas. Las ideas de su libro Liberación animal (1975) y varios otros, impactaron el movimiento hippie, el animalismo y el veganismo. Y también da origen a un gap contraproducente a sus fines, el trágico-ridículo, ecoterrorismo, que causó muertes inocentes.

Pero Singer va más lejos. Defiende la idea de aniquilar recién nacidos con síndrome de Down u otros defectos. “…ni un recién nacido ni un pez son personas y no es grave matar uno de ellos como sí lo sería matar una persona”. En 1991 declaró que “no había nada inmoral en sexo con cadáveres”. Singer sacudió al explicar que “sexo con animales no siempre implica crueldad ¿a quién no ha interrumpido el perro que frota vigorosamente su sexo contra la pierna de un visitante? El anfitrión… lo desalienta, pero en la intimidad tal vez no y tengan actividades mutuamente satisfactorias”. Singer dice en el caso de las gallinas que mueren por penetración humana es igual que lo hagan en Kentucky Chicken. Sería útil que los fans de la “cancelación” y tantas atrocidades intelectualmente cómicas, pero de aplicación horrenda, conocieran las ideas que dicen profesar.

@CarlosRaulHer

¿Por dónde corren las lágrimas?

Carlos Raúl Hernández

Europa era un reducto de miseria, chozas, suciedad, hacinamiento y piojos, tejidos toscos para vestir, alimentos rústicos y desabridos, nobles en castillos malolientes. ¿Por qué allí y no en otra parte nació esa planta terca y raquítica de la libertad? Para el economicismo, es producto del mercado entre Italia y Asia a partir del siglo XIII y Marco Polo. La ruta de la seda deslumbró a los europeos con un mundo de refinamientos, telas exquisitas, joyas, teñidos de colores vibrantes, perfumes, bebidas, lujos inimaginables y especias mágicas. Y la riqueza de esa primera etapa del “capitalismo” financió los pensadores y las maravillosas creaciones artísticas de los renacimientos.
Pero como contrasta Alfred Weber, pese a la magnificencia, en ningún imperio, lengua, o cultura asiáticos existe sombra de libertad y sus regímenes semejan al de Chi Chi Wang quien aterrorizaba sus opositores, los “reinos combatientes”, enterrando vivos masas de niños. Talaba, incendiaba y pintaba de premonitorio rojo montañas que “no dejaban pasar” a sus huestes. Así aplastó pueblo por pueblo y creó el imperio chino. Una posterior emperatriz, imponía cunnillingus para acreditar a los diplomáticos. Por el contrario, en occidente las semillas de la libertad y la democracia estaban plantadas en la cultura cristiana porque “bienaventurados los que tienen hambre y sed… porque ellos serán saciados”.

En oriente solo hubo atroces despotismos y religiones intimistas que huían a los abismos del yo porque el mundo real era insoportable. En Europa nace un cisma histórico por el poder político entre la Iglesia y los monarcas, que a su vez peleaban entre sí. Esta perrera vertical y horizontal del poder, impidió teocracias totalitarias estilo asiático. La Iglesia estuvo siempre asediada por herejía y debates teológicos que remata Lutero en el siglo XVI al reclamar libertad de conciencia y secularización del poder. Tres siglos antes, en Florencia 1265 había nacido Dante Alighieri, de los hombres decisivos de todas las épocas. Il popolo hablaba en unos quince dialectos y los poderosos en latín.

Dante decidió escribir la Comedia en uno de aquellos “para que lo pudieran leer las putxs” y la magnitud de la obra hizo del toscano la lengua italiana. Su impacto en la cultura es tal que la imagen del infierno en la cultura es la que él describe. En mayo se conmemoraron 700 años de su muerte exilado, pobre y solitario en Ravena. Su vida y su muerte están marcadas por un amor imposible y de extraña persistencia, Beatrice Portinari, de la que se prenda cuando ambos tenían 9 años, en 1274 (ella murió a los 22 en 1287). No parece “patriarcalismo” que mil años después de la caída de Roma, el ser humano renace con un libro consagrado a una mujer. Sus últimos pensamientos se los dedicó porque en la tercera parte de la Comedia, “El Paraíso”, concluida en 1321, año también de la muerte del poeta, es ella quien lo conduce por el Reino de Dios.


Poeta, novelista, ensayista y perseguido político, durante su vida. Italia no pudo ser una nación sino un pandemonium de ciudades-estado en guerra. Florencia, estaba sacudida por el conflicto entre los dos grandes poderes geopolíticos, el Papado contra el Sacro Imperio Romano Germánico. El partido güelfo aspiraba asociar la ciudad al Papa y los Estados pontificios, y los gibelinos simpatizaban con el Emperador. Dante era güelfo, pero quería mantener Florencia independiente de los grandes poderes geopolíticos, federar las ciudades toscanas, luego las italianas y separar la iglesia del Estado. El plan le adelanta 200 años a su paisano Maquiavelo y 500 al Risorgimento, la unidad italiana.

Con otros moderados creó la fracción de los güelfos blancos para tejer negociaciones y consenso, soluciones políticas a la violencia, contra los negros y la injerencia extranjera, pues temían la caída de la república, como ocurrió. Prior (alcalde) de la ciudad, contra la inestabilidad tuvo que sancionar a algunos blancos y negros. Varios papas fueron sus enemigos por su crítica a la injerencia en la ciudad. El Consejo luego controlado por los gibelinos, exilió a Dante por corrupción, pedofilia (una malvada lectura de La vita nuova basada en Beatrice), colaboracionista, y lo condenó a la hoguera si regresaba. La Comedia, luego llamada por Petrarca “Divina”, es uno de los más grandes libros existentes y también análisis y balance de los errores de los políticos, a los que destina los nueve círculos del infierno.


Tiene el coraje de reivindicar a Paolo y Franchesca, dos jóvenes amantes sorprendidos en medio de la pasión y asesinados por el marido, mientras coloca a varios Papas en el infierno Y estigmatiza a los que perdieron la república, por sucumbir al odio, la miopía y la incapacidad para pensar en el futuro. Dice Dante que en el séptimo círculo: “Vi llegar personas que lloraban en silencio y caminaban… con paso lento… cada uno de ellos retorcido desde la barbilla, con el rostro… hacia atrás, por haber perdido la capacidad de ver hacia adelante… tan torcidos… que las lágrimas les corrían entre las nalgas”.


@CarlosRaulHer

El árbol sangrante

Carlos Raúl Hernández

Dante y su maestro Virgilio llegan al tenebroso séptimo círculo del infierno, una negra jungla de árboles retorcidos, amenazantes, llenos de espinas, en los que se posaban las harpías. Aullidos de dolor de origen no visible hacían más pavoroso el paisaje. Dante trunca una rama y se sobresalta porque el tronco grita desesperado y saltan borbollones de sangre. Virgilio le explica que ese era el bosque de los suicidas, ahora árboles en castigo por destruir sus cuerpos. Difícil imaginarse el dolor que lleva al suicidio, momento de descontrol total, o máximo acto de coraje. Para Borges cualquier animal es superior al hombre porque no tiene conciencia de su final. Y se puede dudar que quienes escarnecen un suicidio u otra muerte, merezcan llamarse humanos. Deben ser especie muy parecida.

La jauría por las de McKey e Isturiz reflejó moral precaria, como el público de pedreas a “adulteras” y homosexuales en Irán o al pie de la guillotina en la Francia del Terror. Estos días siniestros las redes fueron pasarela, y las modelos narraban sus calvarios, algunos tanto como haberles insinuado que se veían sensuales en traje de baño. Desfile de exhibicionismo, narcicismo, masoquismo y otras patologías para “coger cámara” y convencer tontos de que las mujeres viven encadenadas en mazmorras, torturadas por un demonio baboso que les recuerda que son deseadas. Ni la realidad, ni la cultura, ni los estudios confirman tal cosa. Según las grandes empresas de perfumes y cosméticos a 90% de las mujeres le gusta sentirse seductoras. Treinta de cada cien macro empresas globales tienen como CEO una mujer, y en 80% son directivas.

La violencia y el sexo son los componentes esenciales del inconsciente y por descubrirlo Freud es el escándalo. La civilización surge para controlar esas pulsiones y saciarlas de acuerdo con las normas. La represión de los instintos, no poseer los bienes y las personas que deseamos, el principio de realidad, es el origen de la neurosis. Según Freud, sin los sueños que nos sumergen en el extraño mundo donde todo es realizable, no podríamos sobrevivir a miles de frustraciones diarias. En los colegios los niños se acosan incansablemente, “perversos polimorfos” los llama Freud por su desaprehensiva crueldad, los fuertes someten a los más débiles, y los adolescentes son obsesivamente hipersexuales. En la inmensa mayoría de los hogares hay maltrato infantil de padre y madre. Todos hemos sido y somos víctimas de agresión en múltiples formas por otros animales humanos y el oficio de vivir consiste en enfrentar y sobreponerse a eso, no dedicarnos a inspirar lástima y odio. Lo hay en el trabajo, los equipos deportivos, la actividad científica, los partidos políticos, y en cualquier organismo social.

Hay deleznable violencia contra mujeres, hombres, niños, ancianos, animales, pero crean la vaciedad de una masacre femenina. Según la ONU (2019) en el total mundial de homicidios habituales (sin contar guerras) apenas 20% son mujeres y 80% hombres, y del total de asesinos, 90% son varones y escaso 10%, mujeres. No son ni víctimas ni victimarias. Según estudios académicos de referencia en Gran Bretaña, EEUU y Australia, con una muestra de 36 mil parejas, 72% de los hechos de violencia son entre yuntas homosexuales masculinas, 21% entre heterosexuales y 7% entre lesbianas. Callan eso porque hay financiamiento global para mentir.

Según Freud el inconsciente se desdobla en pulsiones de eros y violencia y la civilización judeo-cristiana se edificó para controlarlos. Para el islamismo, por el contrario, las mujeres no son ciudadanos, ni siquiera personas integrales, y la menstruación las hace “sucias”. 95% de ellas son objeto violencia directa. La sharia autoriza al hombre a tener cuatro esposas, además de las concubinas y “esposas de placer” que quiera, pero ellas deben salir a la calle con un representante varón, vestidas con sacos medievales y hasta 65% de los matrimonios se concertan entre hombre adultos y niñas menores de 15 años, y no pueden estudiar ni trabajar. Los ideólogos totalitarios se basan en errores, mentiras y barbaridades para llevar la lucha de clases a la cama.

Desde siempre un segmento la población (entre 1 y 5%) tiene pulsiones sexuales divergentes con su cuerpo biológico y gracias al desarrollo democrático ejercen su sexualidad cada vez más libremente. Muy distinto a ese avance de la libertad individual es lo que plantea un grupo de pacientes clínicos, Simone de Beauvoir, Sartre, Foucault, Derrida, Kate Millet, Judith Butler, Shulamith Firestone, Peter Singer. Con una obra dedicada a argumentar filosóficamente violencia, pederastia, bestialismo, incesto, odio interreligioso e inter racial, bobean que la pulsión sexual de 95% de la humanidad es convencionalismo, “constructo social de los opresores”, y que la penetración (a las mujeres) es “barbárica”, con memeses tales como “heteropatriacalismo” o “todo hombre es un violador”. Cuando estudiaba sociología nos burlábamos de esos retorcidos teóricos, pero hoy me intriga y da risa como el nazismo sexual de me too puede ser también islamófilo.

@CarlosRaulHer

El dulce sabor de la sangre

Carlos Raúl Hernández

Todo comienza con el verbo (el logos, el espíritu), dice el Génesis, vértice de la primera religión monoteísta que cambia la civilización en la Edad de Bronce, doce siglos a.C. Para algunas religiones las Escrituras son revelación, palabra de Dios, pero el cristianismo acepta cierta distancia con la textualidad, aunque la Arqueología con frecuencia confirma aspectos de lo escrito, igual que la Ilíada y la Odisea. Es el mito sobre el origen del Reino Unido de Israel-Judea que once siglos después los romanos llamaron Philistina, tierra de los ya desaparecidos filisteos. A la muerte de Salomón los israelitas se reparten en los dos reinos judíos.

Reciben su nombre de Jacob, hijo de Isaac, quien luchó toda la noche con un ente sobrenatural que no lo venció, y Yavhé le ordena llamarse Israel, “el que lucha con Dios”, territorio de varios pueblos, entre ellos cananeos, filisteos, judíos, samaritanos, y otros, e invadido por los imperios babilonio, asirio, egipcio, romano, otomano y británico. Los romanos querían exterminarlos porque temían a su dios único, innombrable, todopoderoso, feroz, hostil, frente a dioses grecolatinos, borrachos, enamorados, sensuales, humanos, que yacían con los mortales y entre sí.

En las dos guerras Roma aniquiló proporcionalmente tantos judíos como Hitler y le cambió el nombre a Israel por Siria–Palestina y borrar el espíritu nacional de esos santones amenazantes y peligrosos. Pasó a ser una dependencia marginal del Imperio, y llamaron a Jerusalén Aelia Capitolina. Las invasiones promovieron diásporas de los judíos por Europa, Asia y África. Son víctimas de la Inquisición, los deportan, acorralados en ghettos (lo que pasó en Varsovia). Pogromos (linchamientos, incendios) en Rusia, Polonia, Ucrania. Les prohíben producir bienes y se dedican a la banca, igual se enriquecen y viene más odio. El mercader de Venecia muestra que hasta un espíritu tan universal como Shakespeare se contagió de antisemitismo, el racismo con mayor número de crímenes en la historia.


Sobre Francia pesa el martirio de diez años al Capitán Dreyfus en Isla del Diablo, de la que lo libera el coraje de Emilio Zolá, quien se jugó hasta la vida por liberarlo. Tanto horror convenció al escritor húngaro Teodoro Herzl, luego de examinar opciones como Argentina, Siberia y Uganda, de que debían volver a la Tierra Prometida a crear un Estado laico para protegerse: eso es el sionismo. La Primera Guerra Mundial finiquita el califato Otomano, y Palestina, aquel anodino municipio romano, ya no era ni eso, sino un erial de algunos misérrimos judíos y musulmanes criadores de amantísimas cabras. Marc Twain se aventuró en esa geografía olvidada de Dios y relata que recorría horas sin ver un ser humano. En síntesis, pedir el “cese de la usurpación” judía del territorio del Canaan, es un sorprendente y común desconocimiento.

Truman y Stalin acuerdan en 1947 crear dos estados, Israel y Palestina, después del horror nazi y seis millones de muertes. La moción va a la ONU, que solo podía aprobarla con mayoría de 2/3. La votación estaba perdida por 3 ó 4 votos, pero cambia la balanza el apasionado y legendario líder socialista francés León Blum, jefe del gobierno del Frente Popular en 1936. Ben Gurión crea Israel en 1948, que no reconocen los países árabes. La noche de la celebración, como cuenta Shimon Peres, “quienes llegaban en la madrugada a sus casas, conseguían en las calles los primeros cadáveres del ataque musulmán”. Es la primera guerra de cuatro a la fecha, en las que Israel vapulea a los árabes y arranca territorio.


En 1967 el pavorreal tercermundista Gamal Abdel Nasser, bloquea la salida de Israel al Canal de Suez. En el Cairo agitan las masas con la amenaza de quemar, exterminar a los judíos, y en los semáforos ahorcaban muñecos de parodia. Mientras Nasser chillaba en las plazas y la radio, Moshe Dayan, ministro de defensa israelí, envía a los balnearios cientos de soldados y sus familias para engañar al alto mando enemigo. Mientras, sus cazas vuelan a quince metros del suelo hacia Egipto, desbaratan la aviación en tierra, y a Siria y Jordania. La misma alianza intenta ahora tomar por sorpresa a Israel en 1973, en la guerra de Yon Kippur, y se lleva otra paliza y pérdida territorial, pero les cuesta entender que lo único que no deben es atacar militarmente a Israel.

En 73 años dos países que nacen con igual derecho sobre sus territorios y debían convivir como los demás, prefieren matarse-vengarse-matarse-vengarse, la espiral del encono. En Gaza gobierna el terrorismo de Hamas, con el programa cada vez más tonto de destruir a Israel quien, de desarrollo similar a los árabes, escaló a potencia económico tecnológica global. Que Israel mantenga un ghetto en Jerusalén y colonice territorios ocupados, igual cierra las esperanzas. Las potencias democráticas han hecho esfuerzos inútiles por reconciliarlos, como los dos acuerdos de Camp Davies, el primero entre Carter, Beguín y Anwar Al Sadat en 1977 y el segundo en 2000 entre Clinton, Edhud Barack y Yasser Arafat de la OLP. Pero faltan la inteligencia política y las despreciadas vocaciones de libertad y democracia.

@CarloaRaulHer

Sangre, sudor, lágrimas y cinismo

Carlos Raúl Hernández

El mundo se conmueve con razón por la matanza de palestinos, pero conviene saber “que todo está fríamente calculado” por los actores del drama, que no es de buenos contra malos. La nueva entente Rusia, China y Turquía reaviva el conflicto palestino al paso de la crisis con EEUU, para enseñar la cacha de la pistola al Secretario Blinken. Y sale del closet a plomo limpio la nueva geopolítica: tres potencias emergentes, Turquía, Israel e Irán, que chocan por la hegemonía en la región, seguidas por deuteragonistas y cheerleaders árabes. Hamas lanza 4 mil misiles tierra-tierra a Jerusalén, aunque conoce a la perfección los detalles del sistema defensivo Cúpula de hierro y la invencibilidad del ejército israelí, que en cuatro guerras aplastó a los árabes en bloque. La previsible y apabullante reacción de Netanyahu para lucir héroe, corresponde a lo que sus enemigos deseaban: que sus aliados marquen distancia, como hicieron EEUU y la UE.}

La imagen de Israel creció por sus sorprendentes éxitos económicos que desmienten el determinismo geográfico, el pobrecitismo regional, y por su legendaria capacidad militar. Por si faltara, es una democracia funcional entre regímenes retrógrados, la Blancanieves del desierto medieval, y los sucesos lo ayudaron a imponerse. El golpe de Al-Sisi contra Mursi, la Hermandad Musulmana y el plan de convertir Egipto en un régimen islámico (2013), erradica un poderoso adversario. La invasión a Irak y su casi desintegración, igual que Libia y Siria, elimina tres más, pero se fortalecen los ayatolas y Erdogan. La ambición de “cruzar el Jordán”, su resistencia a curar la herida abierta de Palestina, debilitan a Israel, carcomen sus relaciones con los árabes, EEUU y la UE. Todos los presidentes gringos en 40 años, Carter, Reagan, Bush, Clinton, Bush (h) Obama e incluso Trump -y la ONU- le han exigido abandonar la política de asentamientos, lo que borraría el estigma de violación de Derechos Humanos.

Los países árabes estrechan vínculos con Israel por miedo al fundamentalismo revolucionario iraní, que quiere llenar el área de teocracias. Para ello los ayatolas coadyuvan con grupos terroristas y socavan las monarquías. Apuntalan a Catar, a Hamás en Gaza contra OLP, Hezbolá en Líbano, los hutíes en Yemen, los alawitas en Siria. Extienden su influencia en Asia central y el Magreb. La revolución islámica desestabilizó la región por su vocación hegemónica y teocrática, programa nuclear, plan para derrocar las casas reales y problematizar el tráfico de petróleo (sus buzos ponen minas en tanqueros). Las monarquías árabes se refugian en EEUU e Israel, y aunque solo el año pasado inician relaciones diplomáticas con este, se reúnen desde los 90. La muerte del Rey Abdulá de Arabia Saudita pasó el poder al pragmático Mohamed bin Salman.

A través de su cadena Al-Jashira. Catar, aliado de Irán, promovió las primaveras árabes para abrir cancha al fundamentalismo en Arabia Saudita, Bahréin, Emiratos, Egipto, que en respuesta se volvieron sus enemigos y se lanzaron en brazos de Israel. Los cuatro aplican duras sanciones económicas, que redujeron el comercio de 8.200 a 1.200 millones de dólares, y Catar se estrecha a Irán. De comerciar 50 millones de dólares al año, escala a 450 millones, favorable para los dos países. Por lado opuesto, odios históricos y temores favorecen la nueva alianza árabe con Israel. Irán se anexó varias islas de los Emiratos en 1971, y Bahréin, una ex provincia independizada de Irán teme una re-anexión, tensiones similares a las de Taiwán y China. Sudán en África también estableció relaciones con Israel.


A comienzos de año Carnegie Endowment planteó cambiar la política sobre Israel-Palestina, y desplazar la mira de la tesis universalmente aceptada de dos estados, a la defensa de los Derechos Humanos, permitir el libre tránsito, fin de la discriminación política, no más asentamientos en territorios en disputa y recuperar el financiamiento del programa de ONU para refugiados que Trump dejó de pagar. En Palestina no hay elecciones desde 2005 y la población debe votar. El nuevo plan persigue democratizarla y lograr ciudadanía integral en Cisjordania, Gaza, Jerusalén Este, con elecciones regulares y confiables, separación de poderes y que los espacios de Cisjordania (la llamada Zona C) se consideren territorios ocupados y no judíos. El jefe de la Autoridad Palestina, Mamud Abas, suspendió las elecciones previstas para este año, que definirían si la moderada OLP retoma el control o, por el contrario, lo logra Hamás y por lo tanto Irán se haría totalmente de Palestina, una bomba atómica regional. Significa que el terrorismo chiita estaría dentro de las fronteras de Israel, en plena Jerusalén. Netanyahu hizo exactamente lo que buscaban Irán y Hamás, gestar una marea de indignación mundial contra su país. Debe haberse jugado la carta ya que su eventual triunfo está hoy en cuestión en las elecciones planteadas en próximas fechas. Lo salvaría salir de esta guerra cubierto de gloria y eso no está claro.

@CarlosRaulHer

Los gritos del silencio

Carlos Raúl Hernández

La dignidad del pensamiento, encarnada en Sócrates, Giordano Bruno, Voltaire, Solzhenitsin, Sajarov, Havel, consiste en buscar “la verdad” y jugársela por ella. Eso es lo que da moralidad y jerarquía a la práctica teórica. No podemos ser ellos, pero tampoco sus antípodas. Callar, halagar a los que dirigen, acomodarse a pifias suicidas, es su caricatura, o mera incompetencia. Igual salir radiante como Venus del mar entre espuma del semen de Zeus a analizar el error consumado cuando ya es inútil. Después del fracaso ruinoso, el jardín se llenó de girasoles parlantes que nos pasmaron con su brillo dialéctico, precisión expositiva, clarividencia, por desgracia bajo tierra cuando eran necesarios contra el disparate y no vale comprar lotería después del escrutinio. Médicos que solo saben hacer autopsias. La razón práctica se debe imponer sobre la confusión, la crisis y el debate feroz.
Cuando caminabas por alguna plaza y te fijabas bien, descubrías alguno haciéndose pasar por árbol de acacia, o por ardilla y si lo saludabas se ponía el índice sobre los labios (sssssssshhh no digas que me viste) Max Weber pensaba que la función del político es buscar el poder, la del estudioso buscar el conocimiento y no deben confundirse. Los griegos dividen el pensamiento en doxa (opinión común) y episteme (saber sistemático o científico) La doxa es un físico nuclear que habla sobre las vicisitudes en el Medio Oriente y la episteme es un físico nuclear que habla de física nuclear. Los abajo-firmantes o los curiosos pueden decir cualquier simpleza y se entiende, “hablan con el corazón” pero los “doctos” están obligados a argumentar su silencio o su error. Llamar “presidencia provisional” un parapeto era sobre todo ridículo. Dante tenía un círculo del infierno para los malos consejeros.
Falta una antología de canalladas y calumnias contra quienes plantearon transar e ir a elecciones desde el primer momento, entre 2016 y 2019, con la potencia de 80% de apoyo popular. “Fundamentalistas del voto”, “cese de la usurpación”, “ya estamos cerca”, “Maduro vete ya”, “calle, calle y más calle” (muertos, muertos y más muertos), “¿cuánto te pagan tarifado?”, “solo se negocia con Maduro dónde se asilará”, “colaboracionistas”, “intervención militar democrática”, “si o si”, “presidencia interina”. Prohibido olvidar a los asesores estratégicos residuales que embaucaron activistas, gente de buena fe y a la comunidad de países, con demencias quijotescas, “ilegitimidad”, invasión extranjera, explosión social, sanciones que derrocarían al gobierno, aunque lo que derrocaron fue la energía de combate y ahora “se negociará” entre escombros. Moraleja: no hay que hacerse los locos ni adular cuando pulula el desvarío sino cumplir la responsabilidad de la razón.
Gafedades asesinas. Un debate académico es inocuo, nace y muere en su cápsula. Pero en la política real los intelectuales pueden contribuir en grandes tragedias colectivas o en evitarlas. Dicen que viene una proposición novedosa: la “constituyente”, en mentís a que “después de la caída cualquiera ve la piedra” y a favor de que “el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra” y ya lo hicimos muchas veces. La demencia abstencionista de 2005 entregó a la revolución todo el poder para hacer lo que le diera la gana, y se repiten los traspiés en 2017, 2018 y 2020, lo que liquida las fuerzas de cambio en su actual postración. Después del majestuoso triunfo en 2015 contra rayos y centellas, presiones, terror y trampas, era el momento de negociar. Venían las regionales y locales que prometían otro triunfo clamoroso y un horizonte interesante en presidenciales de 2018. Había que dar garantías institucionales al gobierno, posiciones de poder, convencerlo de que la vida seguiría su ritmo y no vendrían vendettas disfrazadas de “justicia”.
No tenía clase. Eso hizo la sensatez en muchos países para que el cambio no se auto desestabilizara con cacerías (solo veamos a Iván Duque). Decidieron no ir a elecciones, derrocar a Maduro en las calles y vino la hecatombe. No sé si a algún historiador del futuro le interesará una “narrativa” (hablemos snob) tan bufa como la de políticos y asesores que en 2018, frente a un gobierno con 80% de rechazo, deciden abstenerse. “No hay condiciones” dijeron, pero la razón subliminal era que a Henri Falcón no lo aprobaba el sanedrín por falta de pedigrí. Hoy los teóricos del silencio, antaño a favor de los despropósitos que mataron al movimiento social, se explayan en hermenéuticas, porque ya no hay peligro de que las víboras muerdan y tutilimundi es alacrán, negociador o colaboracionista. Ojalá la experiencia de ir a tratar de hinojos con el gobierno después de despilfarrar los grandes esfuerzos y sacrificios de nuestra sociedad, abra las cabezas de roca. Incurrieron en los mismos errores de 2005, trece años después y no estamos libres de repetición. Hoy Maduro luce la pechera cuajada de medallas por las palizas que dio a la gafocracia.

@CarlosRaulHer