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Humberto García Larralde

Acabar con el Estado de Terror al estilo cubano

Humberto García Larralde
La huella del régimen cubano en la represión de la población venezolana por parte de Maduro ha sido manifiesta. La infatuación de Hugo Chávez por la leyenda viva de la revolución, Fidel Castro, lo llevó a abrirle la puerta al G2 y a otros organismos cubanos para que supervisaran y/o controlaran aspectos de la seguridad del estado venezolano.

La esquizofrenia madurista

Humberto García Larralde
En fin, con su cara de tabla, los fascistas pretenden que aquí no ha pasado nada. Venezuela les pertenece. Hacen con ella lo que les da la gana. Nosotros a calárnoslo. Ni siquiera se permiten admitir que lo que ansían, consumar su golpe de Estado y lograr que el pueblo lo acepte, es incompatible.

Inventarse un “Pueblo”

Humberto García Larralde
Caerse a embuste respecto a su propia gestión es mala consejera para conducir un gobierno. Aun así, todos los gobiernos lo han hecho, en mayor o menor medida. En momentos de auge puede incluso ser beneficioso para la causa, pues contagia de entusiasmo a los partidarios, llevándolos a participar en actividades de apoyo que, de otra forma, no harían.

La trampa insalvable en que se metió el madurismo

Humberto García Larralde
Los camaradas de antaño recordarán que, cuando les “bajaban la línea” –el informe del buró político--, ésta se concentraba en precisar quiénes constituían “el enemigo principal” de la lucha revolucionaria. Tal enfoque analítico no dejaba de tener sentido, a pesar de estar concebido en términos de un “enemigo” y no de un adversario político

PdVSA y el poder

Humberto García Larralde
Chávez entendió, desde el comienzo de su presidencia, lo central que era controlar a PdVSA para sus apetencias de poder. Disponer de enormes rentas provenientes de la exportación de crudo resultó clave para el éxito de su proyecto político

La economía venezolana: tres grandes problemas y una solución común

Humberto García Larralde
Los venezolanos hemos sido testigos de cómo uno de los países más ricos de América Latina, el nuestro, se fue transformado, en el lapso de tan sólo una década, en uno de los más pobres, en competencia con Haití, Honduras y Nicaragua. Aun así, en la medida en que caía la actividad económica nos ilusionábamos con la idea de que estábamos “tocando fondo”, por lo que vendría el inevitable “rebote” hacia la recuperación.