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Sadio Garavini Di Turno

La Constitución y los militares

Sadio Garavini Di Turno

En un reciente “pronunciamiento” del Alto Mando Militar, el general Padrino, ministro de la Defensa, afirmó que la Fuerza Armada “tiene un papel constitucional que cumplir”. En otra ocasión, el General Padrino dirigiéndose a la oposición democrática, ha dicho lo siguiente:” Mientras exista una Fuerza Armada como hoy la tenemos, antimperialista, revolucionaria, bolivariana, nunca podrán ejercer el poder político en Venezuela”. Ahora bien, el artículo 328 de la Constitución dice que: “La Fuerza Armada constituye una institución esencialmente profesional, sin militancia política…está al servicio de la nación y en ningún caso de persona o parcialidad política” y en el artículo 330 agrega que “los integrantes de la Fuerza Armada Nacional, en situación de actividad, no podrán participar en actos de propaganda, militancia o proselitismo político.”

Sin embargo, la Fuerza Armada se está convirtiendo en una verdadera guardia pretoriana del régimen. La progresiva militarización de la sociedad y el Estado son evidentes. La Fuerza Armada dejó de ser apolítica, obediente y no deliberante y padece un constante adoctrinamiento ideológico-político. Recordemos el necrofílico saludo militar obligatorio: “Patria, socialismo o muerte”, que después del fallecimiento del caudillo se transformó en el “peculiar”: ”Chávez vive, la revolución sigue”.

La administración pública, las empresas del Estado, el Servicio Exterior, las gobernaciones y las alcaldías están siendo inundadas de profesionales militares. La Fuerza Armada está ocupando funciones que en toda sociedad democrática son civiles. En las regiones hay una subordinación de las autoridades civiles a las autoridades militares. A las Fuerzas Armadas regulares hay que agregar los centenares de miles de civiles regimentados e indoctrinados en las “Milicias Populares”, verdadero brazo armado del partido de gobierno. Con el nombre de “unidad cívico-militar”, se quiere encuadrar militarmente a la mayor parte posible de la sociedad civil con el objetivo de facilitar su adoctrinamiento, movilización y control.

A todo esto hay que agregar los llamados “colectivos”, grupos violentos y armados, parecidos a los CDR castristas, las “squadracce” del jerarca fascista Farinacci, las SA nazi de Ernst Röhm y los “tonton macoutes” haitianos, organizados por el partido de gobierno para hostigar y romper las manifestaciones pacíficas de la oposición. En las democracias avanzadas y “civilizadas”, en todos los sentidos de la palabra, las instituciones políticas son fuertes y las fuerzas armadas son profesionales, apolíticas, obedientes y no deliberantes. En cambio, el militarismo es cada vez más una característica típica de sociedades atrasadas y semi bárbaras, con graves carencias de gobernabilidad. El militarismo es una degeneración hipertrófica de la profesión militar, que tiende a convertirse en una usurpación, por parte del estamento militar, del poder de autodeterminación del pueblo, al utilizar ilegítimamente la fuerza de las armas que el mismo pueblo le otorga en custodia.

Como afirma el general Padrino, la Fuerza Armada debe cumplir el papel que le asigna la Constitución Nacional.

@sadiocaracas

https://www.analitica.com/opinion/la-constitucion-y-los-militares/

Un mundo muy peligroso

Sadio Garavini Di Turno

En el 2016 escribí una columna con el título: “Un mundo peligroso” y en el 2020 otra titulada: ”Un mundo más peligroso”. En el 2022, Rusia, una potencia nuclear, país fundador de la ONU y uno de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad, utiliza la fuerza militar para ocupar un vecino, violando burdamente la Carta de las Naciones Unidas, la integridad territorial y la soberanía de un país reconocido internacionalmente.

El agresivo revisionismo geopolítico de Rusia en Europa y ahora en África, de China en Asia y de Irán en el Medio Oriente, conjuntamente con el belicismo irresponsable de la satrapía hereditaria comunista de Kim Yong-un, están creando un mundo muy peligroso. Walter Russell Mead, influyente académico, especialista en política internacional, en una reciente columna en el Wall Street Journal, afirma que la temperatura geopolítica se está recalentando tanto que sus consecuencias podrían crear un desastre mundial mucho más grande y rápido que el creciente calentamiento del clima. Russell Mead advierte que en la guerra de Ucrania ha habido una escalada con el aumento de los ataques de mísiles rusos, el retiro de Rusia del acuerdo sobre la exportación de granos, que limitaba un poco los efectos negativos de la guerra en muchos países del Sur Global.

Las amenazas de Irán a la navegación en el Golfo han aumentado tanto que los EEUU han tenido que enviar a los marines para proteger a los tanqueros petroleros. Rusia incrementó sus relaciones económicas políticas y militares con Corea del Norte, con la visita de su ministro de la Defensa a Pionyang. También las fuerzas navales rusas y chinas han hecho maniobras conjuntas alrededor del Japón y Alaska. Y en Niger una junta militar pro rusa ha sacado del poder a un presidente pro occidental, creando las condiciones para una guerra regional, con probables intervenciones externas.

Los EEUU han reaccionado con el fortalecimiento de la OTAN y en general de las alianzas en el llamado “Occidente”. Las pacifistas Alemania y Japón de la segunda posguerra han iniciado un importante proceso de rearme. Finlandia y Suecia, dos naciones tradicionalmente neutrales están ingresando a la OTAN. En el Indo-Pacífico, se fortalece el grupo QUAD, integrado por EEUU, Japón, Australia y la India, la cooperación militar del AUKUS, entre EEUU, Australia y el Reino Unido, sin olvidar la alianza del ANZUS, que incluye a Nueva Zelandia.

Se ha fortalecido también la alianza militar con Corea del Sur y Biden recibirá pronto en Camp David a los presidentes de Corea del Sur y Japón, para tratar de mejorar las difíciles relaciones bilaterales entre Japón y Corea. Los EEUU también están reparando las deterioradas relaciones con Arabia Saudita, al respecto parece que se está negociando un gran acuerdo entre EEUU, Arabia Saudita e Israel. Los profesores Hal Brands de la Universidad John Hopkins y Michael Beckley de la Universidad de Tuft, en su reciente libro “Danger Zone. The Coming conflict with China”, argumentan que el momento más peligroso para un eventual conflicto militar entre China y los EEUU sería cuando el crecimiento económico chino se estanque o retroceda, porque el régimen reaccionaría muy probablemente aumentando su agresividad nacionalista en el escenario internacional. En efecto la economía china está entrando en un período de deflación, con muy débil crecimiento y aumento de la desocupación. Y justamente en estos días, el presidente Biden, hablando de China, dijo: “Cuando la gente mala tiene problemas, hace cosas malas”

@sadiocaracas

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Estados Unidos, sus enemigos y América Latina

Sadio Garavini Di Turno

El influyente académico, especialista en política internacional, Walter Russel Mead, en una reciente columna en el Wall Street Journal titulada: “Russia, China and Iran in America’s Backyard. These adversaries threaten the U.S. with their moves into Latin America”, advierte que la creciente presencia de Rusia, China e Irán en una América Latina, políticamente inestable y afectada por recurrentes crisis socioeconómicas, se está convirtiendo en una seria amenaza de seguridad para los EEUU. Russell menciona la construcción en Cuba de una sofisticada facilidad china de inteligencia militar, claramente dirigida hacia los EEUU. Russell recuerda también las recientes visitas oficiales del Presidente de Irán Ebrahim Raisi a Venezuela, Nicaragua y Cuba, que fueron precedidas por visitas a esos tres países de buques de la Armada Iraní. Rusia también mantiene una estrecha cooperación militar y económica con Venezuela, Nicaragua y Cuba. China, por su parte ya es el principal socio comercial de América del Sur. El intercambio comercial de China con América Latina subió en estos últimos veinte años de 18 millardos de dólares a 450 millardos. Russell critica fuertemente el desinterés del gobierno de EEUU en relación a América Latina y afirma que la prosperidad y la seguridad de los países latinoamericanos deberían preocupar enormemente a los EEUU. Los también influyentes profesores Stephen Walt de la Harvard Kennedy School y John Mearsheimer de la Universidad de Chicago afirman que los EEUU, amparados en la “profundidad geográfica” de los dos océanos, deben dejar de desperdiciar tesoro, sangre y energía para ser el “policía mundial” y convertirse en el “off shore balancer”, el balancín externo que apoya a las coaliciones regionales que impidan el surgimiento de un hegemón regional, en las regiones estratégicamente fundamentales, como Europa, Asia nororiental y Medio Oriente. Pero para ejercer este rol, muy parecido al que la Gran Bretaña ejerció en el Siglo XIX, es necesario, según Walt y Mearsheimer, impedir que potencias extraregionales logren penetrar geopolíticamente en América. Las ideas de todos estos autores favorecen el resurgimiento de la llamada “No Second Cuba Policy”, que tuvo su auge en la Guerra Fría y que tenía como objetivo impedir el surgimiento de “una segunda Cuba” en el hemisferio. Recordemos la frase del Presidente Johnson en los días de la intervención en República Dominicana de 1965.” What we can do in Vietnam if we can’t clean up the Dominican Republic”.

El problema para EEUU es que ahora ya hay tres “Cubas” en el Caribe y en el resto de América Latina muchos países se están orientando por un no alineamiento activo y pragmático frente al conflicto China- EEUU. Y aun cuando condenaron en la ONU la agresión rusa a Ucrania, no se han sumado a las sanciones contra Rusia. La invasión de Putin a Ucrania y la agresividad geopolítica de China en Asia han provocado el fortalecimiento de la OTAN y en general de las alianzas en el llamado “Occidente”, alrededor de los EEUU. Las pacifistas Alemania y Japón de la segunda posguerra han iniciado un importante proceso de rearme. En cambio, en América Latina parece estar fortaleciéndose de nuevo ese antiyanquismo arielista tanto de derecha, como de izquierda, recordemos las simpatías nazifascistas de los años 30 y neocomunistas en la Guerra Fría. Al respecto, recomiendo el excelente libro de Carlos Granés: “Delirio Americano.” En efecto, nuestra relación con Occidente siempre ha sido algo “peculiar”. Por eso, Octavio Paz dijo una vez que: “El latinoamericano es un ser que ha vivido en los suburbios de Occidente, en las afueras de la historia”.

@sadiocaracas

https://www.analitica.com/opinion/estados-unidos-sus-enemigos-y-america-...

Venezuela en México

Sadio Garavini Di Turno

Regreso a la sufrida Patria, después de unos meses en el exterior y me encuentro con el escenario de las negociaciones en México. Es natural y lógico sentir reservas y escepticismo, dada la conducta del régimen en los procesos de negociación anteriores. Sólo quiso “perder” o “ganar” tiempo, como se prefiera.

Sin embargo, hay que recordar que el apoyo de la comunidad internacional democrática más que necesario es indispensable para que la alternativa democrática pueda lograr un cambio de régimen en Venezuela. Y esa comunidad está completamente a favor de este proceso de negociación. Al respecto, es notable la novedosa coordinación entre los EEUU y la UE, con el apoyo de Canadá y la Gran Bretaña. Además de la facilitación de Noruega estarán, como acompañantes en la mesa, Rusia, del lado del régimen y Holanda, en representación de la UE, del lado democrático.

Se está también formando un Grupo de Amigos, coordinado aparentemente por el Vaticano, e integrado por EEUU, que parece tener reservado el “cuarto” de “al lado” de la mesa, Alemania, Canadá, Gran Bretaña y Colombia, seleccionados por la Plataforma Democrática. Bolivia, Argentina, China, Turquía y Cuba, son los “amigos” del régimen. A última hora, parece que los noruegos incluyeron a España y México. Es por cierto notable que ninguna de las dos partes haya incluido a España. Pero es evidente que, a diferencia de los procesos fracasados anteriores, la Comunidad Internacional, tanto democrática como autoritaria, tiene una presencia, amplia, poderosa y probablemente decisiva.

La presencia novedosa de Rusia en la mesa y de los EEUU en el cuarto de “al lado”, es muy probable que indique la posibilidad de negociaciones “geopolíticas”. Recordemos que Rusia tiene sus intereses geopolíticos prioritarios en Ucrania, Bielorrusia, Georgia, Siria, en el Báltico y en Asia Central. En América su interés es molestar y distraer a los EEUU en su hemisferio y además demostrar que sigue siendo una potencia mundial y no sólo regional, como dijo Obama en una ocasión.

Es interesante también notar que la Plataforma Democrática reúne de nuevo a la gran mayoría de actores políticos que están representados en la Asamblea Nacional legítima, electa en el 2015, incluyendo a los partidos del G4 y al grupo que apoya al ex candidato Henrique Capriles, Quedan fuera de la Plataforma el grupo alrededor de María Corina Machado, opuesto terminantemente a las negociaciones con el régimen y también los colaboracionistas de la “mesita” y los llamados “alacranes”, que se vendieron por un “puñado de dólares”. A este respecto es de notar también que Maduro había declarado que en México su delegación iba a negociar con “todas las oposiciones”, incluyendo a la “mesita” y los alacranes. En México el objetivo central del régimen es la suspensión de las sanciones, en cambio para la Plataforma Democrática el objetivo es obtener un calendario para unas elecciones parlamentarias y presidenciales libres, transparentes y observables internacionalmente. Mantengo mis reservas y escepticismo frente al futuro resultado de estas negociaciones, sin embargo, dada la imponente presencia de la comunidad internacional, la presión de las sanciones financieras y, sobretodo personales, no descarto totalmente un quiebre interno del régimen, que permita una transición gradual negociada y probablemente “pilotada” y controlada por la misma comunidad internacional.

Por tanto, me parece que a este proceso hay que darle, por lo menos, el beneficio de la duda. Además, insisto, para la alternativa democrática, con la comunidad internacional hay posibilidad de superar la tragedia venezolana, sin la comunidad internacional, no hay “nada”.

@sadiocaracas

¿Elecciones para qué?

Sadio Garavini Di Turno

Fidel Castro el 22 de enero de 1959, en Caracas, anunció que en dos años iba a convocar elecciones en Cuba, pero el 1º de mayo de 1960 sentenció: «¿Elecciones para qué” y más nunca ha habido elecciones libres en Cuba. A partir de 1976, empezaron las farsas electorales con partido único y mayorías del 99%, como en la desintegrada Unión Soviética.

En Venezuela, antes de las elecciones parlamentarias del 2015, había un autoritarismo competitivo, el gobierno utilizaba todos los poderes del Estado para obtener y comprar votos e impedir, inhibir, anular y hasta secuestrar votos de la oposición, sin embargo al final se contaban más o menos correctamente los sufragios. Pero ya desde ese entonces, cuando la oposición ganaba cargos regionales relevantes el régimen les quitaba atribuciones y presupuesto y les nombraba “al lado” un “Protector”, una especie de “gauleiter” nazi. A partir de diciembre del 2015, al ganar la oposición democrática las dos terceras partes de la Asamblea Nacional (AN) el régimen desconoció totalmente la Constitución y ha asumido arbitrariamente todos los poderes, confiscando y usurpando todas las atribuciones y funciones de la AN. Con el reciente nombramiento de un árbitro electoral fantoche y el mismo secuestro de los partidos de oposición se ha profundizado la deriva totalitaria del régimen. A esto hay que agregarle los nexos cada vez más evidentes con la criminalidad organizada y el terrorismo. En este escenario y en medio de una pandemia en crecimiento exponencial, el régimen irresponsablemente ha convocado elecciones parlamentarias para el 6 de diciembre.

La comunidad democrática internacional, incluyendo a los EEUU, la UE, la OEA y el Grupo de Lima, han manifestado que las elecciones son ilegítimas y que no reconocerán sus resultados. Entre los que en la oposición todavía consideran conveniente participar en estas elecciones hay diferencias relevantes. Están los que simplemente se vendieron por un “puñado de dólares”. Hay colaboracionistas convencidos y derrotados psicológicamente que creen que ya no hay más nada que hacer, sino adaptarse y lograr que el régimen les conceda unos “carguitos” de diputados o concejales, para sobrevivir como políticos profesionales. Así sobrevivieron los dirigentes del Partido Campesino en la Alemania Comunista. Pero hay también venezolanos que en buena fe creen que si fuera a votar ese 80% del electorado que se opone al “madurismo”, el resultado sería tan abrumador que el régimen se desestabilizaría. Mi primera objeción es que aunque tuviesen razón, no es realista pensar que sea posible, con estas condiciones y con ese árbitro, lograr que la gran mayoría de la oposición vaya a votar.

Pero sobretodo es necesario entender que la oposición no puede perder el apoyo de la comunidad internacional, que ha escogido el camino de las sanciones financieras y judiciales para erosionar al régimen y buscar un quiebre interno. El régimen, de todas maneras, cada día más está perdiendo la capacidad misma de gobernar frente al desastre socioeconómico y a la pandemia, que “por ahora” le ha facilitado al régimen el control de las crecientes protestas populares. Pero su ineptitud para manejarla irá creando las condiciones para el fortalecimiento de la presión sociopolítica interna, por cierto la variable que falta para el quiebre del régimen. En efecto el apoyo de la comunidad internacional es absolutamente necesario, pero no suficiente. Antes de diciembre del 2015 fui siempre partidario de participar en las elecciones, ahora iré a votar cuando lo apoye la comunidad internacional y la mayoría democrática de la AN.

https://www.analitica.com/opinion/elecciones-para-que-2/

Estados Unidos y el hemisferio

Sadio Garavini Di Turno

En 1945, al final de del último conflicto mundial, EEUU emergía como la potencia hegemónica, tanto a nivel militar como económico y era la única gran potencia que salió de la guerra enriquecida y no empobrecida. Todavía en los primeros años ‘50 EEUU era responsable por, aproximadamente, el 40% del PIB global, pero ya en 1980 su cuota se reducía a un 22% y en el 2019 apenas alcanza el 15%. Militarmente la URSS había logrado en 1973 la “paridad estratégica” con EEUU, pero económicamente tenía los “pies de barro” y al desintegrarse su imperio en 1991 se crean las condiciones para un breve “momento” unipolar en el cual EEUU es la única potencia con preeminencia en todas las dimensiones del poder: militar, económico, tecnológico, ideológico y cultural, con la capacidad de promover eficazmente sus intereses a nivel global.

Sin embargo, Además ha sido durante los últimos 70 años el sustento del orden económico liberal mundial, que ha permitido por cierto el considerable crecimiento económico de China en las últimas décadas. En la actualidad, la relativa declinación económica de EEUU no se compagina con la “sobreextensión” de sus compromisos militares a nivel global. Ya en 1987 lo afirmaba Paul Kennedy en su obra: “The Rise and Fall of Great Powers”. Pero en la actualidad son los profesores Stephen Walt de Harvard y John Mearsheimer de la Universidad de Chicago, representantes de la escuela “realista” de las Relaciones Internacionales, que afirman en sus obras, como “The Great Delusion” de Mearsheimer y Walt en “The Hell of Good Intentions”, pero sobretodo en su reciente artículo en Foreign Affairs: “The End of Hubris”, que EEUU, dada su disminuida capacidad económica, pero amparado en la “profundidad geográfica” de los dos océanos, debe dejar de desperdiciar tesoro, sangre y energía para ser el “policía mundial” y convertirse en el “off shore balancer”, el balancín externo que apoya a las coaliciones regionales que impidan el surgimiento de un hegemón regional, en las regiones estratégicamente fundamentales, como Europa, Asia nororiental y Medio Oriente. Pero para ejercer este rol, muy parecido al que la Gran Bretaña ejerció en el Siglo XIX para evitar que surgiera un hegemón en Europa, es absolutamente necesario, según Walt y Mearsheimer, mantener la hegemonía en el hemisferio occidental e impedir que potencias extraregionales logren penetrar geopolíticamente en América. Las ideas de Walt y Mearsheimer, que por cierto tienen fuerte influencia en el gobierno Trump, favorecen el resurgimiento de la llamada “No Second Cuba Policy” que tuvo su auge en los años de la Guerra Fría. Impedir el surgimiento de “una segunda Cuba” en el hemisferio se convertiría nuevamente en un objetivo primordial de la política exterior norteamericana.

El Estado de Florida es uno de los llamados “swing states” más importantes, o sea estados que pueden decidir con su voto el resultado de las elecciones presidenciales en EEUU, recordemos el caso de los 600 votos de Florida que le dieron la presidencia a George Bush hijo. Ya hay unas decenas de miles de electores de origen venezolano en Florida que, aunados a los centenares de miles de origen cubano, son los votos decisivos para prácticamente todas las elecciones en ese estado. Por tanto hay fundamentales razones geopolíticas y de política interna que hacen del caso venezolano una prioridad en los objetivos de la administración republicana. A todo esto hay que sumarle los efectos brutales que en la economía y en los sistemas de salud, educación, transporte, entre otros, de la región latinoamericana está provocando la enorme y creciente emigración venezolana. La crisis venezolana es ya una crisis hemisférica y su final también será, en buena parte, “hemisférico”.

@sadiocaracas

Negociaciones

Sadio Garavini Di Turno

Para la oposición democrática venezolana el apoyo de los gobiernos democráticos es absolutamente vital. Y todos los gobiernos democráticos, incluyendo el Grupo de Lima, EEUU, la UE, además de la Santa Sede, en todas sus declaraciones, afirman que la crisis venezolana debe tratar de resolverse a través de negociaciones entre el gobierno y la oposición. Por tanto es evidente que la oposición no puede rechazar a priori la búsqueda de una solución negociada al conflicto, aunque sea sólo para demostrar, de forma definitiva ante la comunidad internacional, que el régimen es el que impide una solución pacífica, constitucional y democrática a la crisis.

Además la historia nos enseña que no hay transición de un gobierno autoritario a uno democrático que no pase por una negociación, a menos que sea por un golpe de Estado, guerra civil o intervención militar extranjera. Así fueron los casos, por ejemplo, de Polonia, Chile, España, Filipinas, Indonesia, Nicaragua y Sur África. En estos dos últimos casos la negociación vino después de conflictos armados internos. En efecto, la historia también nos dice que las dictaduras se enfrentan con éxito a través de diferentes “caminos”, complementarios y simultáneos. Los “caminos” se dividen en presiones nacionales e internacionales, de diverso “tipo”. En el caso venezolano, la presión internacional es existencial, aunque no necesariamente suficiente. Las negociaciones que los partidos mayoritarios de la Asamblea Nacional han aceptado iniciar en República Dominicana, a diferencia del mal llamado “diálogo” del pasado, tendrán la presencia como garantes de cancilleres de gobiernos, miembros del Grupo de Lima, como México, Chile y Paraguay y también de países aliados del régimen como Nicaragua, Bolivia y la República Dominicana, como anfitriona.

Hay negociación posible cuando las partes consideran que negociando se puede lograr algo mejor de lo que se puede obtener sin negociar. La negociación es un proceso de decisión interdependiente, en la cual los resultados para cada parte dependen no sólo de su propia acción sino de lo que haga, deje de hacer o se piense que vaya a hacer el “otro”. El Grupo de Lima, EEUU y la UE han afirmado que, después del fraude evidente de la “constituyente” y las elecciones regionales, no pueden reconocerse elecciones en Venezuela sin un CNE equilibrado y una observación internacional calificada. Es evidente, por tanto, que este debe ser un objetivo fundamental de la oposición en la negociación. Así como, la liberación de los presos políticos, verdaderos rehenes del régimen, el fin de las inhabilitaciones, la restitución de las facultades constitucionales de la Asamblea Nacional (AN) y la posibilidad de recibir ayuda humanitaria. A la luz de la teoría de la negociación, desde el punto de vista del gobierno ¿Qué es lo que quisiera obtener el régimen que sea mejor de lo que tiene sin negociar? Ciertamente no va a negociar sólo los términos de su salida. Sólo lo haría si estuviese prácticamente caído. ¿Lo está? En cambio, lo que el gobierno necesita con urgencia es financiamiento internacional, que no es factible sin la aprobación de la AN. También quisiera obtener una eliminación o por lo menos reducción de las sanciones internacionales que le están haciendo mucho daño, particularmente en el marco del ya evidente “default” y de la baja progresiva de la producción petrolera.

Además, el miedo fundamental del gobierno, al devolverle las atribuciones a la AN, es que la oposición haga lo que el régimen hizo cuando tenía la mayoría calificada de dos tercios en la AN: adueñarse del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), el CNE, el Fiscal General, el Contralor General y el Defensor del Pueblo. En teoría, sería posible un acuerdo en el cual se nombraran los integrantes de todas estas instituciones antes de devolverle todas las atribuciones constitucionales a la AN. Ahora bien ¿será posible un acuerdo con un régimen que pareciera tener como único objetivo mantenerse en el poder? Muy difícil, pero no es imposible que una aceleración del desastre socioeconómico, el aumento de las sanciones internacionales y el posible catastrófico embargo de los activos de Pdvsa en el exterior, particularmente de los embarques de petróleo, creen las condiciones para una ruptura interna en el régimen, que permitiría una transición hacia la democracia.

@sadiocaracas

La nueva etapa

Sadio Garavini Di Turno

En Venezuela estamos sufriendo un gobierno depredador y forajido, que quisiera implantar un régimen totalitario, similar al cubano, pero no tiene la capacidad ni la eficiencia para concretarlo y que puede calificarse como un totalitarismo fallido: una dictadura chapada a la antigua, pero con fachada neocomunista. La historia del último medio siglo nos enseña que las dictaduras se enfrentan exitosamente a través de diversos “caminos”, en la mayoría de los casos, complementarios. Los “caminos” pueden ser catalogados en dos renglones: Presiones nacionales y presiones internacionales. Las nacionales, por ejemplo, incluirían protestas pacíficas y no violentas. Protestas que pueden también ser alrededor y en combinación de movilizaciones electorales. Incluyen también guerrillas como la Contra en Nicaragua y el ANC en Suráfrica, y obviamente los diversos tipos de golpes de Estado militares. Entre las presiones internacionales, hay que mencionar las diplomáticas, que conducen al aislamiento y reducen la imagen y el prestigio del gobierno forajido, las sanciones financieras y comerciales, el apoyo financiero y logístico a las guerrillas internas, como en el caso de la Contra en Nicaragua, el apoyo discreto a un golpe de Estado y la intervención militar directa, como pasó en la caída de la “narcodictadura” de Manuel Noriega en Panamá. Salvo en los casos de golpe militar e intervención militar externa, el proceso de presiones termina cuando hay un resquebrajamiento del régimen y asume el control del gobierno el sector que acepta una salida negociada y pacífica. Al respecto la historia enseña que son necesarias garantías políticas y personales para una buena parte de los dirigentes del régimen. Recordemos los casos de Pinochet y Humberto Ortega, quienes se mantuvieron en la comandancia del Ejército de Chile y Nicaragua por varios años.

En el caso venezolano actual, por largos cuatro meses se mantuvo un proceso de protestas básicamente pacíficas, que fueron reprimidas violentamente, “manu militari”, con el resultado de alrededor de 120 muertos y miles de detenidos y torturados. Uno de los errores de una parte de la dirigencia de la oposición fue haber creado la imagen de que “faltaba poco” (hora cero, etc.) para que el régimen se tambaleara. No fue el debate–dilema sobre las elecciones regionales que enfrió la “calle”. Después de cuatro meses de protestas casi diarias ya había cansancio y fatiga. Particularmente en los sectores populares, que necesitan trabajar, cobrar y comprar diariamente. El debate sobre las elecciones regionales ya es pasado, la decisión fue tomada. Sabemos que el régimen puede abortar los comicios, hacer todas las trampas y además quitarles las atribuciones a los posibles gobernadores democráticos. Pero lo relevante es aprovechar la campaña electoral para movilizar y organizar de nuevo en todo el país la protesta. Son centenares los candidatos y miles sus parientes y seguidores que van a recorrer los barrios subrayando el desastre socioeconómico producido por un gobierno incapaz, corrupto y con las “ideas muertas” de un modelo fracasado. Por eso, hay que participar en la movilización electoral. Además, los gobiernos democráticos amigos así lo solicitan. La comunidad internacional ha claramente acentuado sus presiones diplomáticas y sus sanciones tanto individuales como institucionales. China tiene intereses básicamente económicos y comerciales en Venezuela, teme por su deuda y estaría dispuesta a negociar con quien pueda un día responder al teléfono en Miraflores. Rusia no es la URSS, ni financiera ni militarmente. Es un gigante disminuido, con pies de barro. Aprovechará de la debilidad del régimen para adquirir, a precios favorables, activos petroleros y materias primas, pero no tiene ni la capacidad ni la voluntad de subsidiar totalmente a un gobierno fallido. El fracaso socioeconómico madurista le está afectando a Cuba, con la disminución del subsidio petrolero. Pero los cubanos son también suficientemente pragmáticos para entender que no les conviene hundirse con un barco seriamente averiado y estarían dispuestos también a negociar con quien les pueda conceder una reducción gradual y concertada del apoyo petrolero. La oposición democrática debe transformar la unidad electoral en una unidad de estrategia y sobre todo de comando. La fundamental interlocución internacional debe ser definida y coordinada por el más alto liderazgo político de la MUD.

Venezuela vive una nueva etapa en un traumático, pero inexorable, proceso de cambio.

@sadiocaracas

Mediación internacional

Sadio Garavini Di Turno

Frente a la pérdida del apoyo popular y al desastre socioeconómico, el directorio feudalizado que gobierna el país ha optado por un aumento impresionante de la represión, ya son más de 80 las víctimas mortales, y la implantación de un régimen totalitario, similar al modelo cubano, a través de una asamblea constituyente electa de forma parecida a una mezcla de los soviets de la extinta URSS, el Congreso Corporativo fascista de Mussolini y los ”bantustans” del apartheid surafricano. En el chavismo existen sectores que no acompañan la intención totalitaria y colectivista de la mayoría actual del directorio. Es evidente que la Fiscal General no está sola en sus denuncias de violación del orden constitucional y de las atrocidades cometidas por la Guardia Nacional y los paramilitares del régimen. En la comunidad internacional hay una creciente conciencia de la vocación totalitaria del régimen y de la gravedad del desastre socioeconómico, que podría crear una emergencia humanitaria, con miles de potenciales refugiados buscando amparo en los países vecinos. Todas las transiciones no violentas de un gobierno autoritario a uno democrático en el último medio siglo, como España, Polonia, Chile, Sur África, Nicaragua, Brasil, entre otras, se han dado por una “pinza” eficiente de presiones nacionales e internacionales. El fin del régimen autoritario, en estas transiciones, no se da hasta que por lo menos un importante sector del mismo percibe que la salida negociada es la única manera de evitar consecuencias muy negativas para el país y su futuro político y personal. Por tanto hay transición democrática y pacífica si hay segmentos del régimen que se convencen que la transición es conveniente o por lo menos es el mal menor para ellos. La oposición debe reforzar estos elementos del régimen dando garantías políticas, económicas y personales. Las garantías deben incluir al sector militar que prefiera ser garante institucional de la Constitución y rechace el rol de guardia pretoriana de un gobierno ilegítimo.

En el caso venezolano, dado el violento enfrentamiento actual, cualquier posible transición pacífica implica necesariamente la participación de la comunidad internacional. En las exitosas transiciones centroamericanas, que acabaron con terribles guerras civiles, fue esencial la formación de los Grupos de Amigos, integrados por un número limitado de gobiernos americanos y extra hemisféricos, aceptables para ambas partes, aunque algunos podían tener mayores “simpatías” con una de ellas. Los integrantes de un Grupo de Amigos deben ser, preferiblemente, países con “peso específico” y “auctoritas” relevantes y por tanto con capacidad de influencia sobre las partes. Maduro ha invitado a los gobiernos de El Salvador, República Dominicana, San Vicente y las Granadinas, Nicaragua y Uruguay para activar una mediación que contribuya a una salida pacífica a la crisis venezolana. Uruguay ha declarado estar dispuesto a participar siempre y cuando se amplíe el Grupo con otros gobiernos que tengan la aceptación de la oposición democrática venezolana. El Presidente del Perú ha propuesto un Grupo integrado por dos gobiernos cercanos al gobierno Maduro, dos a la oposición y un quinto seleccionado por los cuatro anteriores. Considero que el gobierno de Uruguay y la S. Sede, que mantienen comunicación positiva con ambas partes del conflicto, deberían asumir un rol más activo para la formación del Grupo de Amigos, recordemos que los Grupos en Centroamérica se formaron sólo por la voluntad de sus miembros y la aceptación de las partes, sin necesidad de la intervención de la OEA.

La tragedia venezolana se está acelerando en una carrera hacia una especie de totalitarismo fallido, donde se combina la vocación totalitaria del gobierno con su incapacidad de evitar el caos y la anarquía y de controlar los desmanes de sus órganos represivos estatales y paramilitares. La Iglesia Católica, tanto como actor con “auctoritas” en Venezuela y como miembro de la comunidad internacional, tiene un papel fundamental para facilitar las comunicaciones necesarias y evitar un desastre humanitario mayor. A la comunidad internacional le recuerdo de nuevo:” Vigilia Pretium Libertatis”

@sadiocaracas

¿Transición en Venezuela?

Sadio Garavini Di Turno

“Transiciones democráticas” es el título de un reciente libro editado por Abraham Lowenthal y Sergio Bitar en el cual, con el apoyo de varios especialistas, se analizan nueve casos de transiciones exitosas y pacíficas de regímenes autoritarios a gobiernos democráticos. Se entrevistan a 13 expresidentes y un Primer Ministro que tuvieron un rol fundamental en esas transiciones. Los países analizados son Polonia, España, Chile, México, Brasil, Gana, Sudáfrica, Indonesia y Filipinas. Obviamente, el libro debería interesar a todos los que están preocupados por la gravísima situación socioeconómica y política venezolana. Trataré en esta breve nota de mencionar algunos temas que pueden ser útiles para futuras transiciones. Las transiciones estudiadas son procesos graduales. Hay eventos y momentos que catalizan y aceleran los procesos. La grave crisis económica asiática de 1997-98, por ejemplo, contribuyó al colapso del régimen de Suharto en Indonesia y la caída del muro de Berlín y la desintegración de la URSS facilitaron las transiciones en Polonia y Sudáfrica. Algunas transiciones se iniciaron con aproximaciones entre sectores del régimen y elementos de la oposición: Brasil, España, México, Polonia y Gana. En otras, fue la respuesta de los regímenes frente a fuertes movilizaciones y presiones populares: Chile, Indonesia, Filipinas, Polonia y Sudáfrica. En la mayor parte de los casos las transiciones son el producto de negociaciones entre elementos del Gobierno y de la oposición: Brasil, Chile, Indonesia, México, Polonia, Sudáfrica y España.

Todas estas transiciones son el resultado de fuerzas y procesos fundamentalmente internos, pero condicionados por actores, eventos y contextos externos. Para la oposición democrática, en particular, es indispensable lograr el apoyo de la comunidad democrática internacional, incluyendo no solo gobiernos, sino organizaciones internacionales y ONG. Las fuerzas democráticas para desafiar la capacidad del régimen de gobernar y convertirse en viable alternativa de gobierno deben lograr un amplio apoyo interno y externo. Para lo cual es indispensable lograr la unidad y la coherencia entre los diversos grupos y personalidades que integran la oposición. Para tener credibilidad y legitimidad en la comunidad internacional hay que superar las diferencias en objetivos, estrategias, tácticas y liderazgos entre los opositores y forjar consensos y convergencias, enfatizar lo que los une y proteger los espacios de diálogo.

En cambio hay que aprovechar las divisiones en el régimen. Fernando Enrique Cardozo, en su entrevista, menciona la importancia de establecer relaciones de confianza con el sector militar. El fin del régimen autoritario, en estas transiciones, no se da hasta que por lo menos un importante sector del mismo percibe que la salida negociada es la única manera de evitar consecuencias muy negativas para el país y su futuro político y personal. Por tanto hay transición democrática y pacífica si hay segmentos del régimen que se convencen que la transición es conveniente o por lo menos es el mal menor para ellos. La oposición debe reforzar estos elementos del régimen dando garantías políticas, económicas y personales. Lowenthal y Bitar subrayan la importancia para la oposición democrática de proyectar una visión positiva y esperanzadora del futuro y la relevancia de la calidad y valentía de los líderes. Valentía que no necesariamente la tienen sólo los que proclaman soluciones maximalistas.

Ahora bien, en el caso venezolano, si se confirma la incapacidad del Gobierno, probablemente por sus divisiones internas, de concretar ni siquiera las pocas concesiones que prometió en la mesa de negociación, frente a los intermediarios internacionales, se crearán las condiciones para una fuerte reactivación de la movilización popular, que veremos muy probablemente al concluir el periodo de las fiestas navideñas.

@sadiocaracas

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