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José Vicente Carrasquero

Derrocar el cartel que nos gobierna

José Vicente Carrasquero

La ciencia política abunda en argumentos que justifican el derrocamiento de dictaduras, gobiernos oprobiosos, violadores de derechos humanos, asaltantes de tesoros públicos y todas esas aberraciones que políticos deshonestos pueden cometer mientras ejercen el poder.

El caso venezolano resulta, sin embargo, peculiar. Primero porque quienes se hicieron del poder después de una absurda trampa electoral en 2013, no solo cometen todas las atrocidades antes enumeradas sino que además, han colaborado a que el país se convierta en un territorio franco para la práctica de cantidad de crímenes que van desde el robo, pasando por el secuestro y el asesinato hasta el ominoso tráfico de drogas ilícitas.

Es así como alrededor del poder ejecutivo en Venezuela se ha conformado un cartel que entre otras actividades trata de gobernar un país. El día que escribo este artículo nos llega la noticia de la incautación de un cargamento de cocaína de un barco que zarpó de nuestras costas. En las islas Canarias se determinó que transportaba 2,5 toneladas del polvo blanco. La tripulación, conformada por siete venezolanos, fue detenida por la policía.

Es público, notorio y comunicacional que nuestro territorio se ha convertido, en el mejor de los casos, en un paso seguro para grandes transportes de droga que cuentan presuntamente con la anuencia remunerada de las autoridades militares venezolanas como facilitadoras de esta actividad. No en balde, el hoy ministro de relaciones interiores venezolano aparece señalado por la justicia norteamericana como facilitador de estas actividades ilícitas.

La respuesta de Maduro ante esta acción de los Estados Unidos y que solo afecta al ciudadano ministro es nombrarlo en uno de los cargos más importantes del ejecutivo nacional. Muchos especularon que era para protegerlo del largo brazo de la justicia gringa. La razón era otra muy distinta. Nicolás sabe que este funcionario venderá muy caro su pellejo y hará lo que tenga que hacer para que su defensor y protector se mantenga en Miraflores.

Una situación similar encontramos con el hoy director del SEBIN. En su caso, el gobierno de los Estados Unidos lo señaló por violación de los derechos humanos. Un crimen muy grave que lo hace sujeto de ser presentado ante la justicia en cualquier momento de su vida. El favor que le concede Maduro lo compensa con el apresamiento de gente inocente mediante la vulgar siembra de indicios, el desconocimiento de las órdenes de liberación de presos políticos dictadas por los tribunales, la tortura de venezolanos que tienen la desgracia de caer en las garras de sus esbirros. Le toca ser una fiera salvaje con tal de que Maduro se mantenga en el poder la mayor cantidad de tiempo posible al costo de vidas que sea necesario.

Otro individuo destacado por la administración americana como transgresor de derechos humanos ocupa la comandancia de uno de los más funestos cuerpos represores que ha visto nuestra historia. La inefable Guardia Nacional Bolivariana. Un grupo de desalmados que arremete contra población desarmada y que en su cobardía se alía con grupos paramilitares irregulares para apoyarse mutuamente en sus fechorías. Su comandante sabe, por supuesto, que de caer en desgracia se convertiría en un candidato a pagar las largas condenas que corresponden a violadores de derechos humanos.

Una cuarta pieza de este grupo es el vicepresidente de la república que fue señalado por el departamento del tesoro de los Estados Unidos como sindicado en el delito de narcotráfico. Coincidencialmente, el mismo delito con el que lo relaciona el tristemente célebre capo de la droga venezolano Walid Makled. Además, es relacionado con grupos terroristas del oriente medio.

Completa el Cartel el jefe de la banda. Sus sobrinos esperan sentencia por narcotráfico. No se dignó a lavarse la cara aunque fuese ordenando una investigación en nuestro país de los cargos que se le imputan a sus familiares. Para colmo de males, Maduro es señalado como presuntamente implicado en el delito de recibir dinero de Odebretch para financiar la campaña electoral del comediante eterno.

Sin entrar a nombrar otros miembros de la banda criminal, queda claro que el país está conducido por un cartel criminal que no está dispuesto a facilitar que la justicia los atrape. Para ello se les hace indispensable poner todo el poder de fuego del estado venezolano a su disposición. Para las mentes criminales no importa cuantas vidas haya que sacrificar. No se repara sobre las pérdidas materiales ni el impacto que las mismas puedan tener sobre la economía del país.

No es de la incumbencia de un cartel criminal el sufrimiento de la gente, que los niños mueran de hambre o por enfermedades para las cuales no tenemos medicinas, que los venezolanos sufran el flagelo del hambre mientras los militares y familiares de grandes cacaos se siguen beneficiando de las pingües comisiones que deja la compra de comida en el exterior.

La lucha no es contra un gobierno con fines políticos. Es contra un cartel con fines criminales. Y eso hace la lucha por la conquista del poder mucho más difícil. Es lo que hace que una evidente minoría viole la constitución que ellos mismos escribieron para convocar fraudulentamente una constituyente sin consultar al pueblo en el cual reside el poder para evaluar ese tipo de acciones. Para ello se han buscado a lo peorcito de sus filas. Abogados botados del postgrado de ciencia política de una prestigiosa universidad por plagio, sociólogos que no dieron la talla para culminar los mismos estudios de cuarto nivel.

Es absolutamente legítimo derrocar a un cartel criminal como el que usurpa el poder en Venezuela. Es un deber del pueblo venezolano rescatar esos espacios para la política honesta, la que se preocupa de resolver los problemas de los venezolanos, la que no está para enriquecer a familiares y amigos. La que viene a sacar el país adelante con esfuerzo y dedicación reconociendo en todo momento el poder del pueblo y el deber de rendirle cuenta en todo momento.

Aquí se habla mal de Chávez

José Vicente Carrasquero

Si alguna clase política ha mostrado unos altísimos niveles de disociación psicótica es el chavismo. En momentos en los que el país se hunde en el peor momento de su historia, a un militarete favorecidos por el proceso político se le ocurre imponer de manera fascista una instrucción que no se sostiene en la realidad. Pretende el individuo de marras que la gente no hable mal del responsable de que el venezolano esté sufriendo la peor calidad de vida de todo el continente americano.

La instrucción del militarcito demuestra algo muy preocupante. El espíritu golpista del 92 está vivito y coleando. Aquellos que de forma violenta intentaron derrocar a un gobierno democráticamente electo porque supuestamente coartaba la libertad de los venezolanos, pretende ahora impedir que la gente se exprese libremente y descargue su disgusto con quien al final es el responsable directo de su pésima situación.

Ya hemos visto a los compañeros de Chávez en aquellas aventuras golpistas comportarse como lo que verdaderamente son. Unos fascistas que pretenden imponer una forma de vivir, de actuar, de pensar y de obedecer. Estos primitivos que se colaron por el túnel del tiempo no tienen respeto alguno por los principios de la democracia. Ellos esperan poder seguir ejerciendo un poder omnímodo sobre la población para evitar rendir cuentas.

¿Y de qué tienen que rendir cuentas? Es sabido que el actual gobernador de un estado andino, mientras estaba recluido por los criminales intentos golpistas, escribía cartas a militares superiores pidiendo ayuda para no perder el apartamento que acababa de adquirir con un crédito hipotecario. ¿Cómo es posible que un tiempo después y habiendo solo ejercido cargos oficiales, este militar retirado muestre unos niveles de vida que no se compadecen con los emolumentos de un funcionario público?

He ahí un ejemplo trivial de las cuentas que no quieren rendir. ¿Cómo explicarle al país que se aparece en una lista de los Estados Unidos relacionados con el tráfico de narcóticos? ¿Cómo explicarle al país que se está en la lista de los sobornados por Odebrecht? ¿De qué manera se puede justificar el despilfarro de la riqueza más grande que haya tenido Venezuela desde el descubrimiento? ¿Cómo se le explica al venezolano que muchos niños murieron por desnutrición porque no hay suficientes alimentos?

Esta clase política que nos oprime es el conjunto de políticos más corrompido de nuestra historia. La corrupción no se mide solamente en la cantidad de dinero que se han robado. Se mide también en los hospitales que no cuentan con los suministros requeridos. En los números falsos de la misión barrio adentro para justificar el saqueo que los cubanos hicieron de nuestras riquezas, etc., etc.

La corrupción está en el ADN del chavismo. Habiendo el país recibido desde 1999 hasta ahora más del doble de la sumatoria de todo lo recibido por los gobierno de 1830 a 1998, no hay manera de explicar la situación menesterosa que vive la mayoría de los venezolanos. Lo que si se sabe es de cantidad de ex funcionarios chavistas y contratistas del gobierno que viven como grandes pachás en las principales ciudades de Europa y los Estados Unidos.

Es imposible no hablar mal de Chávez cuando uno se entera que los niños en Venezuela sufren desnutrición, asisten a escuelas de calidad cuestionable, no tienen acceso a la alimentación y mucho menos a una medicina de calidad. Abundan los casos de niños con cáncer que no reciben la atención que la constitución de Chávez supuestamente le garantiza.

¿Cómo no hablar mal de Chávez cuando se está una cola rogando que la comida no se acabe antes de que le llegue el turno? La sola mención de la guerra económica como explicación de las filas y la espera prolongada le recuerda a la gente que fue Chávez el que popularizó la orden ¡Exprópiese! Y que esas expropiaciones sirvieron para que unos cuantos se enriquecieran a costas del esfuerzo de quienes habían establecido empresas productivas.

Imposible no hablar del Chávez enemigo de la iniciativa privada. El que redujo dramáticamente nuestro aparato productivo. El que hizo imposible que Venezuela produzca los vehículos que necesita y peor aún los repuestos necesarios para que el parque automotor resista la tempestad chavista que nos empobrece.

¿A alguien en su sano juicio se le ocurre exculpar a Chávez de que seamos el país más pobre de las Américas? Que el ciudadano venezolano haya sido reducido a un individuo parroquial que gasta la mayor parte de su tiempo en lograr la supervivencia y no en el trabajo productivo y el crecimiento espiritual.

Imposible no culpar a Chávez del presidente a quien apoyó postreramente y que no calza los puntos para manejar siquiera una alcaldía rural. Un presidente limitado que carece la visión de un estadista del siglo XIX (19), no tiene nada que ofrecer en una época caracterizada por el rápido avance de la tecnología y la educación.

Lo escoltan militares golpistas responsables de las asonadas que en 1992 dejaron cientos de muertes en las calles. Personas que no tienen empacho en aplicar los métodos primitivos que buscaban imponer cuando quisieron acceder violentamente al poder.

El responsable de la desgracia que hunde a los venezolanos en la miseria es Hugo Rafael Chávez Frías. No puede esperar el tenientico que se benefició de la pasantía del comediante eterno por el poder, pedir a quienes salieron perjudicados que no ejerzan su natural derecho de despotricar del responsable de nuestros males.

Desde el terror que le produce tener que rendir cuentas, el tenientico barrunta tonterías insostenibles. Las encuestas hablan y lo muestran como lo que es. Un político que llegó al poder parasitando la imagen de Chávez. Quizás eso explique el que no quiera que hablen mal de él. De lo que estoy seguro es que los venezolanos no te vamos a complacer y seguiremos hablando mal de tu comediante eterno.

La mala noticia para el tenientico golpista es que el tiempo de rendir cuentas está llegando. Esperamos que el anaranjado te siente bien.

@botellazo

https://www.lapatilla.com/site/2017/01/30/jose-vicente-carrasquero-aquis...

La resurrección de la anti política

José Vicente Carrasquero

El año 2016 terminó con un balance negativo para el país en general. El más perjudicado con el errático accionar de la clase política fue sin duda alguna el pueblo. Los problemas que lo aquejan no figuraron entre las prioridades de la dirigencia. La inflación siguió hundiendo en la miseria a la inmensa mayoría de los venezolanos, la delincuencia tomó espacios que pertenecen a la ciudadanía, el estruendoso y escandaloso fracaso del chavismo no fue evaluado de forma tal que se tomaran medidas urgentemente necesarias. El diálogo resultó un escenario que permitió al gobierno seguir adelante con su burla a los principios de la democracia. La oposición cometió el grave error de desmovilizar la calle en momentos en que se necesitaba la mayor presión posible. El diálogo ha sido una guasa para el país en general. Un burladero en el cual el gobierno se refugió para no enfrentar los problemas que no sabe resolver.

En mi opinión, el resultado más grave del diálogo es el haber desatado los demonios de la crítica destemplada. La que sale de las entrañas y no de la pausada evaluación de la crítica situación que estamos viviendo. En los distintos grupos en que participo la voz que se impone es la que habla de la muerte de la MUD, de la necesidad de dar paso a nuevos liderazgos, de permitir que nuevos grupos tomen la dirección de la oposición para encausar nuestras luchas.

En 1999, un grupo de universidades hicimos una encuesta de cultura política centrada en el proceso político que vivía el país. Uno de los hallazgos más espeluznantes fue descubrir que el venezolano es políticamente iluso. Cuatro de cada cinco venezolanos afirmaban que la constituyente iba a resolver los problemas del país.

Los efectos de la anti política, ejecutada por líderes de opinión y promovida por los medios de comunicación ya había producido su primer resultado adverso: la elección de un militar precariamente formado, con una mezcla letal de todos los antivalores que puede reunir una persona para regir los destinos del país. Los resultados no se hicieron esperar. Un carácter débil, dúctil a través del halago hizo de ese militar un instrumento de Fidel Castro quien vio en él su sueño hecho realidad. La oportunidad de ponerle mano a ese reservorio petrolero que le permitiría, como en efecto sucedió, exportar la revolución cubana a muchos lugares del continente.

Dieciocho años después de haber saltado al vacío dándole paso a una clase política poco preparada y con una voraz hambre de enriquecimiento, muchos venezolanos vuelven a adoptar una actitud ilusa que raya en la inocencia.

Algunas acotaciones deben ser hechas para quienes piensan en soluciones mágicas. La primera de ella es que los liderazgos reales no piden permiso para tomar el control. Una prueba de su verdadera fuerza y capacidad para imponer sus ideas es poder desplazar a la dirigencia existente y convencer a quienes los apoyan de pasarse a este otro bando. Quienes piden permiso, solicitan que se le de paso a otros, están hablando de una forma de hacer política que no existe y que en todo caso no aplica a la grave situación que vive el país.

Que la MUD está muerta es otra afirmación cándida que no se corresponde con el panorama político actual. Hay que tener claro que la MUD es una organización paraguas que ha tenido, lamentablemente, una visión cortoplacista que ha hecho de lo electoral la justificación de su existencia.

Lo cierto es que la MUD como está no es adecuada para lucha que tenemos los venezolanos por delante. Esta organización política debe definir un propósito. Para ello debe caracterizar al adversario. No es difícil hacer ver ante el mundo que Maduro encabeza una dictadura militarista y peor aún bananera.

Una vez caracterizado el gobierno, hay que definir un propósito. No es otro que reponer la democracia en Venezuela mediante la salida del poder del dictador y sus adláteres. Para ello es preciso una declaración pública de cada uno de los líderes de los partidos que conforman la MUD renunciando a cualquier aspiración presidencial mientras se logra el objetivo. Además, asumir la agenda de los venezolanos. Hablar de propuestas concretas, encabezar protestas contra la delincuencia, contra la inflación que acaba con el poder adquisitivo de los venezolanos, en contra de una clase política corrupta como nunca en los anales de la historia.

Los líderes de opinión tienen un papel muy importante en esta coyuntura. Deben funcionar como fieles de la balanza. Deben guardarse para sí sus opiniones despectivas y en muchos casos irreales. Si alguno se siente con suficiente fuerza para asumir el liderazgo político, que salte al ruedo e imponga su forma de pensar a través de convencimiento de una buena parte del país.

Dios nos libre de la aparición de una nueva versión de los Notables. Grupo que en el pasado resultó altamente pernicioso para la democracia. Criticadores sin sustancia y sin propuestas que ayudaron a acabar con lo que se había hecho, para mal o para bien. Necesitamos líderes de opinión que propongan acciones para remediar problemas que ya todos conocemos.

La política es la única herramienta que tenemos por delante para acabar con un gobierno oprobioso que prefiere pagar a los capitales nacionales y extranjeros el oneroso costo una deuda irresponsablemente contraída. Esta política asumida por Maduro para garantizar a sus socios el pago de intereses y capitales ha tenido un altísimo costo en vidas de venezolanos que mueren por falta de medicamentos, por desnutrición o a manos de un hampa desbordada que supera con creces la capacidad de un aparato represivo que solo existe para perseguir y apresar opositores.

Se impone hacer política en positivo. Los políticos tienen que dar el primer paso para rescatar la confianza del pueblo. Hay que mostrar direccionalidad a resolver los problemas del país. Si la clase política no se aboca a resolver las dificultades de la población, ésta, como en el pasado, le pasara por encima y hará valer su fuerza soberana. Si esa resulta ser la vía, que Dios nos encuentre confesados.

Venezuela al garete

José Vicente Carrasquero

A raíz del proceso de diálogo que comenzó en Venezuela a finales de octubre, muchos analistas y personajes han opinado que se ha oxigenado al gobierno y que se le ha dado chance de tomar un respiro y mejorar su imagen frente al público.

Independientemente de mi posición frente al diálogo, creo que cualquier sentimiento de que el gobierno pueda salir fortalecido de este proceso es erróneo y no visualiza el país en la gravedad del contexto que le toca vivir día a día al venezolano de a pie. Extrañamente, en la mayoría de análisis y opiniones que he oído o leído, no veo que el actor político pueblo esté siendo tomado en cuenta y por lo tanto su influencia en cualquier evento que pudiera ocurrir está siendo sesgadamente despreciado.

Esto sucede porque la mayoría de los analistas políticos está reduciendo drásticamente el roster de actores políticos y piensan que los más destacados por sus posiciones de poder tienen el control de la situación. En otras palabras, se asume que tanto el gobierno como la oposición controlan una serie de variables que los mantiene sobre un tablero más o menos estable en el cual es posible predecir los resultados de determinados movimientos, ya sean estratégicos o tácticos.

Los acontecimientos que vemos en el país apuntan al contrario. Venezuela se mueve sin rumbo claro y la capacidad de tanto el gobierno como de la oposición para influir en esa dirección es casi nula. Tenemos un gobierno incapaz, compuesto por un conjunto de personajes grises que obedecen más al mantenimiento de un proyecto político desde una posición ideológica que desde el desempeño formal basado en el conocimiento de las tareas que tienen que realizar.

Para explicarme mejor, tenemos un presidente que no tiene ni la más remota idea de lo que está pasando en el país. Su nivel intelectual en perversa combinación con su formación hacen de él un artículo de utilería. No se ve en Maduro y en su discurso un diagnóstico adecuado de la situación que vivimos, no entiende lo que está pasando y por lo tanto, no será capaz de generar soluciones a la gravedad de la crisis venezolana.

Su equipo de trabajo no es muy diferente. El presidente del Banco Central de Venezuela hace todo lo contrario a lo que está previsto en la constitución. En los últimos meses, la inyección de liquidez en la economía ha generado una inflación sin precedentes en nuestra historia. Eso aparejado con decisiones tardías en la modificación del cono monetario para evitar el colapso que se inició a comienzos de Diciembre. Ni hablar del manejo del tema cambiario. Las autoridades económicas tienen como prioridad honrar la deuda externa para poder seguir pidiendo prestado. Eso quiere decir que para un gobierno presuntamente socialista, es más importante cumplir con los grandes, medianos y pequeños capitalistas que garantizar el abastecimiento de alimentos y medicinas para la población venezolana.

Istúriz destaca por su mediocridad política. El irrespeto a las instituciones habla de su pobre compromiso con las reglas de la democracia. Las mentiras que los voceros gubernamentales cuentan en los organismos internacionales claman ante los ojos de Dios. No se habla de que por primera vez desde que se mide opinión pública en Venezuela, el problema “hambre” aparece como un asunto que preocupa a los venezolanos.

Los economistas del gobierno dan pena. El discurso es impropio de personas que dicen ostentar títulos universitarios en la materia. La bobería de la guerra económica solo sirve para exponer la debilidad de un gobierno que no es capaz de detener el deterioro de la divisa nacional y la capacidad adquisitiva de la población.

La otra cara de la moneda muestra una oposición que no quiere jugar al extremo que la situación obliga. La Mesa de la Unidad Democrática debe declarar pública y formalmente que en Venezuela existe una dictadura. Asumiendo esa realidad, se plantea una forma de actuar totalmente distinta. No se debe reconocer y obedecer instituciones viciadas en su conformación como el Tribunal Supremo de Justicia o el Consejo Nacional Electoral. Se debe presionar a la Fiscalía para que tome cartas en el asunto de la corrupción e inicie investigaciones sobre las operaciones de narcotráfico que se han instalado en Venezuela durante lo que va de siglo.

La Unidad democrática tiene el reto de aparecer ante el público como eso, como una fuerza unitaria, con unicidad de criterio, con unicidad de propósito. Su agenda tiene que darle prioridad al pueblo. Hay que salirle al paso al problema del desabastecimiento, hay que hacer énfasis en el gravísimo estado de los sistemas de salud, hay que exigir que las policías en vez de reprimir a los ciudadanos que protestan legítimamente se dedique a proteger a los ciudadanos del hampa desbordada. La Unidad tiene que sincronizar su agenda con el sentir de la mayoría de los venezolanos aquejados por todos estos males.

Otras fuerzas políticas, de menos calado en la opinión pública, tratan de hacer lo suyo. Sin embargo, en mi opinión, siguen anclados al plano político. Los problemas sociales en Venezuela son de una envergadura nunca antes vista. La crisis económica ha desatado una serie de males que causan daños terribles al tejido social, que alteran las normas de convivencia, que ponen a unas personas contra otras, que nos proyectan ante el mundo como una sociedad escindida al borde de una guerra civil.

El país está, sin lugar a dudas al garete. Esta gran nave que es Venezuela se encuentra sin timonel, sin capitán que la dirija. Los motores apagados hace que nos movamos al compas de los fenómenos naturales, de las fuerzas innegables de la economía pesimamente manejada, de una política sin direccionalidad en la que imperan los intereses mezquinos de los que compiten por el poder y por una sociedad enferma en la que pululan los vicios que se generan por la necesidad de la supervivencia reducida a la capacidad del más apto.

Quienes piensan que alguien saldrá bien parado del proceso político que estamos viviendo, están equivocados. Venezuela es un volcán en erupción que nos dará una desagradable sorpresa más temprano que tarde.

Fuente: http://runrun.es/opinion/jose_vicente_carrasquero/289446/venezuela-al-ga...

@botellazo

Una vergüenza llamada Chavismo (I)

José Vicente Carrasquero

Los profetas del desastre de finales del siglo XX venezolano teníamos razón. No podíamos esperar de Hugo Chávez otra cosa que la conducción del país a los peores momentos de su historia. No se podía confiar que quien había participado en las mortales comiquitas militares de 1992 y dispensado una visita a Fidel Castro apenas salió de la cárcel tuviese intenciones de apegarse a la reglas democráticas.

De hecho, sus primeras actuaciones en la arena política venezolana fueron totalmente antisistema, buscando por la vía de la abstención la argumentación para una revuelta que diera al traste con el sistema democrático. Convencido por algunos amigos y otros oportunistas, decidió participar en las elecciones en momentos en que el continuo ataque de los medios de comunicación y otros intereses inconfesables habían socavado la base de confianza de los venezolanos en los actores políticos del momento.

Me cansé de oír decir a gente dispuesta a votar por Chávez que peor de lo que ya estábamos era imposible. Se me cayó la lengua usando el ejemplo de Chile y de otros países que habían sucumbido a los cantos de sirenas de los socialistas disfrazados de demócratas. Lamentablemente el tiempo me dio la razón.

Venezuela ha caído a la terrible categoría de territorio en disputa. Es un país que no tiene gobierno sino una comparsa que simula dirigir el estado mientras que en realidad conducen una cantidad de negocios que los hacen inmensamente ricos. Para colmo de males, introdujeron en Venezuela dos enfermedades de difícil erradicación: la guerrilla colombiana y el tráfico de drogas.

El chavismo hizo realidad el sueño de Pablo Emilio Escobar Gaviria. Puso a disposición del narco negocio todos los instrumentos que un estado puede brindar. Desde la infraestructura de aeropuertos, carreteras, autopistas, ríos y mares hasta la participación de las fuerzas policiales y militares directamente en el negocio. Ni hablar de los jueces.
Es así como Venezuela no es la sombra de lo que era en 1998. No éramos un país rico, pero se había hecho un esfuerzo gigantesco para corregir todos los errores de los populismos que gobernaron el país desde 1958. A pesar del bajo precio del petróleo, el cambio era libre y eso permitía que los venezolanos disfrutaran de bienes suficientes para satisfacer las necesidades de la población.

Un caudillo, grandilocuente, excelente comunicador y con mucho carisma nos retrotrajo a finales del siglo XIX. Obnubilado por la cantidad de recursos que entraban por el precio anormal del oro negro, pensó que tenía a Dios cogido por las barbas. Desató un ataque de expropiaciones y expoliaciones que nos tienen literalmente en la ruina. Regaló dinero a manos llenas a otros países. Dio combustible para calefacciones a barrios del país más rico del planeta. Construyó carreteras, escuelas y hospitales pero, en otros países.

Emborrachado por un poder que nadie le cuestionaba Hugo Chávez nos deja este legado que hoy sufrimos los venezolanos y que representa una vergüenza universal. Aunque parezca chistoso, tiene que darnos pena que la prensa argentina reseñara que la selección de ese país vino a jugar con la Vinotinto apertrechada de artículos de higiene personal y papel higiénico para evitarse inconvenientes.

Da vergüenza y un inmenso dolor leer reportajes diarios de niños que mueren de hambre o que sufren de desnutrición crónica. Un inmenso pesar que no haya manera de tratar niños con cáncer y ni siquiera la posibilidad de darles calidad de vida para que puedan morir con el menor dolor posible.

Vergüenza debe darle a los chavistas que cientos de miles de hogares venezolanos llore la pérdida de un ser querido a manos de un hampa desbordada mientras la policía y quienes la dirigen están más ocupadas persiguiendo políticos y tratando de sabotear las marchas legítimas del pueblo venezolano.

Vergüenza causa un chavismo que ve a los organismos de seguridad del estado dirigidos por un señor que fue delatado como participante en narcotráfico por otros militares venezolanos capturados en el exterior. Además, su cuñado, del que no se pueda decir que haya aprobado más allá del sexto grado sino fuese por el hecho de que llegó a general, dirige el órgano de represión de la dictadura. Dedicado a inventar fábulas de golpe de estado y crear expedientes a personas inocentes para meterlas a la cárcel. Estos dos individuos son parte de esa vergüenza que es el chavismo en este momento.

Una de las banderas electorales de Chávez fue el referéndum revocatorio del mandato a los funcionarios electos. Hasta él mismo, a pesar de las trampas y violaciones de derechos cometidos, se sometió a ese proceso. Sus vergonzantes herederos, que se llenan la boca diciendo ser sus hijos, hacen toda clase de trampas e ilegalidades para impedir que se realice la consulta popular.

Después de haber recibido entradas de dinero que montan más del doble de la sumatoria de los ingresos de los gobiernos desde 1830 a 1998, nos encontramos en la vergonzosa situación de no tener moneda. Y no la tenemos porque no se puede cambiar.

La vergüenza chavista se ve en el exterior con ancianos que llevan más de quince meses sin recibir sus jubilaciones o pensiones. Con estudiantes que deben dormir en la calle cual indigentes porque el gobierno les niega sus recursos. El muy mentiroso y vergonzoso Jesús Farías llegó a decir que se les había otorgado el dinero que les correspondía.

Esta vergüenza que es el chavismo tiene muchísimas dimensiones que apuntan a un país tristemente reducido a la categoría de territorio en disputa. La penetración de la guerrilla colombiana, la conformación de fuerzas insurgentes, la libre circulación de contrabandistas de todo tipo, la presencia del narcotráfico y de las bandas criminales hablan de una soberanía vergonzosamente ultrajada por la política de un individuo que no tenía a Venezuela como un sueño sino como un instrumento al servicio de la exportación de la revolución cubana.

Es hoy muy difícil encontrar a alguien que le reconozca a Chávez algún avance del país. Y es porque hoy nos encontramos en unos niveles de miseria y atraso que solo se explican a través de la perfidia de esta vergüenza llamada chavismo. Continuaré.

Sep 8, 2016 5:30 pm
Publicado en: La patilla.com