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La resurrección de la anti política

Opinión
Artículos de opinión
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Tiempo de lectura: 4 min.

El año 2016 terminó con un balance negativo para el país en general. El más perjudicado con el errático accionar de la clase política fue sin duda alguna el pueblo. Los problemas que lo aquejan no figuraron entre las prioridades de la dirigencia. La inflación siguió hundiendo en la miseria a la inmensa mayoría de los venezolanos, la delincuencia tomó espacios que pertenecen a la ciudadanía, el estruendoso y escandaloso fracaso del chavismo no fue evaluado de forma tal que se tomaran medidas urgentemente necesarias. El diálogo resultó un escenario que permitió al gobierno seguir adelante con su burla a los principios de la democracia. La oposición cometió el grave error de desmovilizar la calle en momentos en que se necesitaba la mayor presión posible. El diálogo ha sido una guasa para el país en general. Un burladero en el cual el gobierno se refugió para no enfrentar los problemas que no sabe resolver.

En mi opinión, el resultado más grave del diálogo es el haber desatado los demonios de la crítica destemplada. La que sale de las entrañas y no de la pausada evaluación de la crítica situación que estamos viviendo. En los distintos grupos en que participo la voz que se impone es la que habla de la muerte de la MUD, de la necesidad de dar paso a nuevos liderazgos, de permitir que nuevos grupos tomen la dirección de la oposición para encausar nuestras luchas.

En 1999, un grupo de universidades hicimos una encuesta de cultura política centrada en el proceso político que vivía el país. Uno de los hallazgos más espeluznantes fue descubrir que el venezolano es políticamente iluso. Cuatro de cada cinco venezolanos afirmaban que la constituyente iba a resolver los problemas del país.

Los efectos de la anti política, ejecutada por líderes de opinión y promovida por los medios de comunicación ya había producido su primer resultado adverso: la elección de un militar precariamente formado, con una mezcla letal de todos los antivalores que puede reunir una persona para regir los destinos del país. Los resultados no se hicieron esperar. Un carácter débil, dúctil a través del halago hizo de ese militar un instrumento de Fidel Castro quien vio en él su sueño hecho realidad. La oportunidad de ponerle mano a ese reservorio petrolero que le permitiría, como en efecto sucedió, exportar la revolución cubana a muchos lugares del continente.

Dieciocho años después de haber saltado al vacío dándole paso a una clase política poco preparada y con una voraz hambre de enriquecimiento, muchos venezolanos vuelven a adoptar una actitud ilusa que raya en la inocencia.

Algunas acotaciones deben ser hechas para quienes piensan en soluciones mágicas. La primera de ella es que los liderazgos reales no piden permiso para tomar el control. Una prueba de su verdadera fuerza y capacidad para imponer sus ideas es poder desplazar a la dirigencia existente y convencer a quienes los apoyan de pasarse a este otro bando. Quienes piden permiso, solicitan que se le de paso a otros, están hablando de una forma de hacer política que no existe y que en todo caso no aplica a la grave situación que vive el país.

Que la MUD está muerta es otra afirmación cándida que no se corresponde con el panorama político actual. Hay que tener claro que la MUD es una organización paraguas que ha tenido, lamentablemente, una visión cortoplacista que ha hecho de lo electoral la justificación de su existencia.

Lo cierto es que la MUD como está no es adecuada para lucha que tenemos los venezolanos por delante. Esta organización política debe definir un propósito. Para ello debe caracterizar al adversario. No es difícil hacer ver ante el mundo que Maduro encabeza una dictadura militarista y peor aún bananera.

Una vez caracterizado el gobierno, hay que definir un propósito. No es otro que reponer la democracia en Venezuela mediante la salida del poder del dictador y sus adláteres. Para ello es preciso una declaración pública de cada uno de los líderes de los partidos que conforman la MUD renunciando a cualquier aspiración presidencial mientras se logra el objetivo. Además, asumir la agenda de los venezolanos. Hablar de propuestas concretas, encabezar protestas contra la delincuencia, contra la inflación que acaba con el poder adquisitivo de los venezolanos, en contra de una clase política corrupta como nunca en los anales de la historia.

Los líderes de opinión tienen un papel muy importante en esta coyuntura. Deben funcionar como fieles de la balanza. Deben guardarse para sí sus opiniones despectivas y en muchos casos irreales. Si alguno se siente con suficiente fuerza para asumir el liderazgo político, que salte al ruedo e imponga su forma de pensar a través de convencimiento de una buena parte del país.

Dios nos libre de la aparición de una nueva versión de los Notables. Grupo que en el pasado resultó altamente pernicioso para la democracia. Criticadores sin sustancia y sin propuestas que ayudaron a acabar con lo que se había hecho, para mal o para bien. Necesitamos líderes de opinión que propongan acciones para remediar problemas que ya todos conocemos.

La política es la única herramienta que tenemos por delante para acabar con un gobierno oprobioso que prefiere pagar a los capitales nacionales y extranjeros el oneroso costo una deuda irresponsablemente contraída. Esta política asumida por Maduro para garantizar a sus socios el pago de intereses y capitales ha tenido un altísimo costo en vidas de venezolanos que mueren por falta de medicamentos, por desnutrición o a manos de un hampa desbordada que supera con creces la capacidad de un aparato represivo que solo existe para perseguir y apresar opositores.

Se impone hacer política en positivo. Los políticos tienen que dar el primer paso para rescatar la confianza del pueblo. Hay que mostrar direccionalidad a resolver los problemas del país. Si la clase política no se aboca a resolver las dificultades de la población, ésta, como en el pasado, le pasara por encima y hará valer su fuerza soberana. Si esa resulta ser la vía, que Dios nos encuentre confesados.