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Miguel Velarde

El gobierno avanza aceleradamente en la “nicaragüización” de Venezuela

Miguel Velarde

A veces uno ya no sabe si vive en un país, en una novela o en un circo. Eso es lo que sentimos hoy en Venezuela, una nación que en los últimos 18 años se ha convertido en un algo que sería muy cómico, si no fuera trágico.

No vamos a profundizar en los detalles de la crisis humanitaria que soportan millones en la miseria, ni tampoco vamos a tocar el tema de la violencia, que ha convertido al país en uno de los más peligrosos del mundo.

Como si todo esto no fuera suficiente, ahora se hacen públicas graves acusaciones contra altos mandatarios del gobierno que los relacionan con el narcotráfico y el terrorismo. No falta nada: vivimos en un estado fallido.

La respuesta a los reportes de los medios internacionales que evidencian esta realidad –porque la mayoría de los locales se convirtieron en panfletos de propaganda oficialista por complicidad o autocensura-, es sacar del aire las señales de CNN en Español y de TV Azteca de México, como si la verdad dejara de serlo por la censura.

En el país con la inflación más alta del mundo, con niveles de escasez de una nación en guerra, con aterradores índices de violencia, con niños que mueren por falta de medicinas y sin ningún respeto por los derechos más básicos, vemos a una oposición más preocupada por repartirse las migajas en unas elecciones para gobernaciones -que probablemente ni se realicen- que por salir de esto.

Aunque parezca increíble, a estas alturas de la desgracia que vivimos y de lo evidente que se ha hecho lo insostenible de la situación, el mundo mira con perplejidad que no exista una oposición seria que plantee un camino que nos permita superar esta tragedia.

Consciente de esto, el gobierno avanza aceleradamente en la “nicaragüización” de Venezuela, encarcelando, persiguiendo y silenciando a las voces que le incomodan y, paralelamente, construyendo una oposición a su medida, compuesta por quienes desde hace tiempo son sus cómplices; el “chavismo de la oposición” en su máxima expresión.

Mientras tanto, la gente se ha sumergido en un hondo foso de desesperanza, exactamente tan profundo como el régimen quería. Motivos le sobran, y no encuentra referentes ni nadie que le genere confianza para volver a levantarse, luchar y arriesgarse para salvar a su país de un destino que hoy parece ser inevitable. Mientras esto continúe así, no queda la menor duda de que el país seguirá recorriendo el doloroso camino de destrucción por el que transita desde hace mucho tiempo.

Un camino hacia nuestra perdición.

Editorial #345

Guayoyo en Letras, febrero 19, 2017.

http://guayoyoenletras.net/2017/02/19/editorial-345-nuestra-perdicion/?p...

“Estamos hartos”

Miguel Velarde

No importa por donde se camine, las calles de Venezuela transmiten todas las mismas sensaciones: desesperanza, desmoralización y mucha rabia. El presente asfixia por diferentes motivos a millones de personas y el futuro no presenta una esperanza de cambio.

Mientras el gobierno profundiza aceleradamente un modelo que ha destruido al país, la oposición se encuentra más dividida y confundida que nunca. Una parte de ella, incluso parece estar trabajando de la mano de quienes debería adversar.

El mayor problema que tenemos los ciudadanos es que no encontramos una referencia que nos inspire a soñar y a luchar; que nos dé confianza. No solamente estamos atrapados en una situación en la que algunos abusan y saquean, ni siquiera contamos con líderes que nos permitan pensar que esta situación va a cambiar.

Nos han traído a un punto en el que muchos estamos hartos de todo. Estamos hartos de los políticos que priorizan sus negocios y sus cuotas de poder a cambio de seguir condenando al país a un destino que solo lo va a llevar a una mayor destrucción.

Estamos hartos de la complicidad de los empresarios que se arrodillan mendigando unos dólares baratos ante un modelo que solo busca destruirlos, en lugar de luchar por trabajar y producir libremente.

Estamos hartos de la indolencia de la gente, de su egoísmo y su poco compromiso con lo que pasa en el país.

Estamos hartos de los cómplices: músicos, deportistas, artistas, periodistas y gente de todo tipo. Que por sus propios beneficios se hacen parte de un circo que busca justificar lo injustificable.

Estamos hartos de los malandros. De los de la calle y de los de traje. De aquellos sin valores ni principios que en medio de una crisis no les importa saquear a su país y dejarlo en ruinas, para ellos poder disfrutar de la buena vida.

Estamos hartos de las colas, de los precios y de los sueldos; estamos hartos del hambre.

Estamos hartos de vivir en un país sin justicia, sin medios libres, sin elecciones y sin instituciones. Estamos hartos de vivir en una mentira.

Estamos hartos de la estupidez populista que escuchamos en ambos bandos, con la que pretenden aprovecharse del sufrimiento de la gente y seguir engañándola. Como si este país no hubiera tenido suficiente populismo en su historia.

Estamos hartos del miedo. De sentirlo cada que ponemos un pie en la calle o, incluso, antes de decir o escribir lo que pensamos. Por temor a que nos persigan o nos maten.

Pero también es un momento en el que vale la pena preguntarnos: ¿no deberíamos estar hartos de nosotros mismos? ¿De aceptar todo el abuso que hemos venido aceptando?

¿No deberíamos estar hartos de que nuestros propios líderes nos mientan y prefieran dialogar y negociar a su conveniencia a costa de nuestro futuro?

¿No deberíamos estar hartos que nos sigan tratando como tontos y que nosotros nos dejemos?

¿No deberíamos estar hartos de que sean otros los que decidan nuestro destino mientras nosotros nos rendimos?

Independientemente de la decepción que podemos sentir por quienes en su momento consideramos nuestros líderes y en quienes depositamos nuestra confianza, ¿qué rol jugamos en esta historia?

No tenemos la menor duda de que el primer paso para que las cosas cambien es que cambiemos nosotros mismos. Que digamos “basta” a todo el abuso de ambos lados, que derrotemos todos nuestros miedos, busquemos la manera de dejar de ser víctimas de esta historia y comencemos a escribirla.

Es hora de ser diferentes, por una razón muy simple: porque estamos hartos.

Editorial #342

http://guayoyoenletras.net/2017/01/29/editorial342-estamos-hartos/