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Eduardo Fernández

El cambio cultural

Eduardo Fernández

El cambio que proponemos para Venezuela es un cambio hacia adelante. No se trata de regresar al pasado; se trata de avanzar hacia un futuro de progreso y de bienestar para todas las familias venezolanas.

Desde el punto de vista cultural hay tres cambios fundamentales:

1.- De la cultura de la confrontación y del pleito inútil, a la cultura del diálogo cívico, del entendimiento fecundo y de la búsqueda de consensos para resolver los problemas del país.

2.- De la cultura del rentismo petrolero y del gigantismo estatal, a una cultura del trabajo útil, de la producción, de la productividad y del ahorro. No es posible ni aconsejable regresar al modelo del rentismo petrolero. Gracias a la renta petrolera y al enorme ingreso fiscal del que pudieron disponer nuestros gobiernos, Venezuela se convirtió en una nación sostenida por el estado, por la renta fiscal.

La Venezuela del futuro debe ser un país en el que los ciudadanos, con su esfuerzo, con su capacidad para producir bienes y servicios, con su productividad, generen unos ingresos que permitan pagar impuestos razonables para financiar el gasto público. No es el Estado el que debe mantener a los ciudadanos. Son los ciudadanos los que deben mantener al estado.

Este cambio representará mucho en la relación entre los ciudadanos y el Estado. Ya no será el imperio del abuso de la autoridad, del atropello y de la arbitrariedad, sino un estado moderno en donde quede perfectamente claro que el estado existe para servir a los ciudadanos y no al revés.

3.- Por último, el otro cambio cultural que promovemos es el de avanzar de la cultura de la corrupción a la cultura de la rectitud, de la responsabilidad ciudadana, del cuidado de los bienes públicos. En Venezuela siempre hemos tenido corrupción. En los últimos años, sin embargo, la corrupción ha llegado a niveles escandalosos e intolerables. El modelo rentista petrolero vino acompañado de una inmensa cantidad de corrupción, de despilfarro de recursos, de gastos innecesarios y de abandono de las verdaderas prioridades para la gente y para la comunidad.

La cultura de la rectitud supone un gran esfuerzo educativo por parte de toda la comunidad, no solo el estado y las escuelas públicas. Deben incorporarse también las familias, los gremios profesionales, los sindicatos, las universidades, el sistema educativo en general y, sobre todo, los medios de comunicación social. Una democracia moderna, sin corrupción, con respeto a los derechos humanos, con justicia social y con valores y principios es nuestro ideal.

Seguiremos conversando.

@EFernandezVE
Twitter: @ifedecve
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El cambio social

Eduardo Fernández

Los dos últimos artículos los he dedicado al cambio político institucional y al cambio económico. Hoy debo abordar al cambio social.

Razones evidentes me obligan a referirme antes a la terrible situación que está enfrentando la humanidad con la crisis que se presenta por la invasión de Rusia a Ucrania. Allí se están confrontando dos imperios que disponen de armas atómicas. Armas que tienen el potencial suficiente para acabar con la especie humana.

Hago mías las palabras de Su Santidad el Papa Francisco que nos pide a todos orar por la paz. Rechazamos la guerra. Ningún motivo puede justificar la apelación a las armas. Nada justifica la guerra. Mucho menos, entre potencias que disponen de armas nucleares que pueden acabar con todo vestigio de vida humana sobre el planeta.

Apostamos por el diálogo, por la diplomacia y por la solución pacífica de los conflictos. Ojalá los líderes de las potencias en conflicto escuchen la voz y los consejos del Papa Francisco.

En cuanto a nosotros, el tema del cambio social tiene que ver con el incremento alarmante de la pobreza y de la pobreza extrema en nuestro país. Nunca habíamos tenido tantas familias venezolanas viviendo con ingresos inferiores al nivel de pobreza. Nunca los pobres habían sido tan pobres. Víctimas de la pobreza, de la desesperanza, millones de compatriotas han abandonado al país en busca de mejores horizontes.

Resolver el problema de la pobreza, de la marginalidad, de la miseria, es una prioridad nacional. Prioridad impuesta por razones éticas y morales, en primer lugar. No es justo que tanta gente esté sufriendo los rigores de la pobreza y las consecuencias de las políticas equivocadas, en un país dotado de tantos recursos y de tantas posibilidades.

Además de las exigencias de la justicia social, resolver el problema de la pobreza y de la desigualdad responde a una racionalidad económica y a una racionalidad política. La recuperación económica de Venezuela supone la existencia de un vigoroso mercado consumidor.

Convertir a los pobres en consumidores es una exigencia de la economía nacional. Desde el punto de vista político, no puede haber una democracia sólida en un país con una minoría opulenta y una mayoría depauperada.

El cambio social que proponemos combina dos elementos: Inversiones que generen empleo y educación que capacite a los jóvenes venezolanos para asumir los nuevos empleos que se van a generar con la presencia de las nuevas y cuantiosas inversiones que requerimos. Empleos modernos, productivos, estables y bien remunerados.

Los pobres saldrán de la pobreza con la dignidad que supone un trabajo bien remunerado.

Seguiremos conversando.

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