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Laureano Márquez

La cuña blindada

Laureano Márquez

Entre los millones de cosas que le llegan a uno al teléfono para ayudarnos a no perder tanto tiempo leyendo libros, me enviaron la famosa cuña de la camioneta blindada. Lo tomé como una parodia de la corrupción y el mal gusto. Parecía una crítica mal lograda a la “enchufocracia” reinante. “Se podía haber dicho más”, pensé. Sin embargo, inocente uno, resulta que se trata de una cuña completamente en serio. El sabio Mevlana decía: “se visto cómo eres o sé cómo eres visto”. Aquí parece que a mucha gente ya no le importa ser vista como es, en todo el esplendor de esa terrible tragedia que ha traído el “socialismo” a Venezuela: la corrupción, la riqueza fácil y la ostentación grotesca de todo ello.

“Mi patrón, me la dio mi papá” (se refiere a la camioneta), comienza con una toma aérea de aproximación al lugar de blindaje al que supone uno, un hijito de papá, que lleva su camioneta a blindar. Me vino a la memoria una oportunidad en que fuimos a trabajar, Claudio Nazoa y quien suscribe, a Lechería en un hotel importante que tiene una marina. Desde la baranda de un yate con no menos 15 camarotes, un hijo de un enchufado nos reclamó nuestras críticas a una “revolución” que defiende al pueblo y preguntó –además– si nosotros estábamos pagados por Carlos Andrés Pérez. La escena era tan surrealista que parecía una broma. Resultaba increíble que desde ese gigantesco y lujoso cuasi Titanic, alguien estuviese defendiendo al pueblo. Pero resultó que la pregunta era en serio, formulada desde un yate por causa del cual, seguramente, muchas personas eran mucho más pobres.

“Marico, sobrepase el nivel, estoy en otro level” sigue la cuña. En Venezuela no es difícil sobrepasar el nivel si tienes la conexión adecuada. El nuevorriquismo, que pasa del subsuelo al nivel multimillonario, necesita exhibir su riqueza. “Papito en alta siembra, billete pa’ tirar pa’ arriba”. Seguramente esa “alta siembra” no es en el campo venezolano, quebrado por otras siembras a las que les conviene su destrucción.

“Papi me dijo: ‘hijo blíndala’ por algo será, tiene demasiado billete”. Luego va al lado del copiloto y abre la puerta y se baja una hermosa dama. “Me traje a una”, no completa la frase, no es menester. La dama pregunta luego que aparte de la camioneta, qué más va a blindar y él responde: “tú sabes, bebé, el juguetico”, señalando sus partes íntimas, suyas de él. “Soy un banco andante y quiero algo donde pueda meter efectivo”. Entonces le muestran una caja fuerte que va en la maleta de la camioneta.

La cuña en general es reveladora de este hombre nuevo, mal educado, sin escrúpulos, machista y criminal que ha producido esta tragedia política que agobia a nuestro país. Frente a esta muestra descarada de lo peor de este tiempo, tenemos que enaltecer y refugiarnos en nuestro lado luminoso.

No olvidar nunca que Venezuela es una tierra de gente talentosa, honesta, trabajadora y buena, con mentes cultivadas, poetas y escritores de renombre, músicos eminentes, maestros abnegados, médicos comprometidos, en fin, demasiada gente que mantiene nuestra esperanza blindada.

Twitter: @laureanomar

A propósito de Güiria

Laureano Márquez

Termina un año. Termina la segunda década del siglo XXI. Quizá los que nos precedieron, los soñadores de utopías imaginaron que para este tiempo la humanidad habría encontrado camino de justicia, equilibrio y libertad. Los venezolanos concluimos este año con la dura noticia de lo acontecido a nuestros paisanos en Güiria. No solo en las cárceles venezolanas se tortura, la vida en nuestra tierra se ha vuelto una tortura en sí misma de la que la gente huye poniendo en riesgo su vida.

Mientras el régimen venezolano persista, la gente preferirá el peligro de una eventual muerte, a la espera de la que le viene segura. Pienso en Güiria, la nuestra y tantas otras «güirias» en distintos lugares del planeta. Avanzado el siglo, la humanidad sigue huyendo de sí misma, como era en el principio.

El fin de año nos convoca a pensar el tiempo, nuestro tiempo, el tiempo todo del que formamos parte. Somos entre todos los animales que tuvieron la suerte de existir en este planeta, los únicos capaces de pensar y comunicar nuestros pensamientos. Detrás de estas líneas, que usted sin dificultad lee e interpreta, querido lector, hay miles de años de trayectoria: las pinturas rupestres, petroglifos, lenguas indoeuropeas, migraciones, la escritura cuneiforme, fenicios, griegos, romanos, navegantes, religiones.

Para el perro amable que mueve la cola a nuestro lado y que muestra una inteligencia que nos asombra, no existe el mundo, ni Dios como idea, ni la muerte como línea final de la existencia, ni el sistema solar, ni la luna y aunque también le afecten las cosas del universo, no hay ningún concepto en él.

Nuestro entendimiento ha constituido una cosmovisión del mundo, que a partir de principios que nos resultan hoy lejanos, ha ido edificando ideas complejas como justicia, libertad, derecho, democracia. Ideas para desplazarnos, comunicarnos, almacenar nuestros conocimientos, difundirlos, ideas para curar nuestras enfermedades, para alimentarnos mejor, para vivir más.

Sin embargo, concluye el 2020 y el hombre sigue huyendo del hombre, que es su principal amenaza. Si uno se detiene a pensar y evoca el viejo intelectualismo ético de los antiguos griegos, no logra comprender por qué a estas alturas no hemos alcanzado la sabiduría para construir sistemas económicos equilibrados, regímenes políticos democráticos y honestos, ciudadanos formados para vivir la libertad y el bien.

Vuelvo a Güiria, me pongo en la piel de mis paisanos, pienso en el desespero que les movió a tomar el riesgo de la muerte para partir, además, a un país cuyo régimen nos aborrece y remata a nuestra gente. Voy más allá: el mediterráneo, las costas de África, la frontera norte de México, Siria, Etiopía y tantos otros lugares en los cuales, como un preso que huye de una torturante prisión, la gente prefiere tomar el riesgo de morir en el escape antes de continuar con una existencia inviable.

El hombre huye del hombre. Huye de regímenes políticos tiránicos y corruptos y de la pobreza agobiante. Es oxímoron: la pobreza produce regímenes tiránicos que producen más pobreza que produce más tiranía. De esto huye la gente, de esto nace un negocio.

El ser humano, como ha hecho toda la vida, busca un lugar donde vivir mejor, donde alimentarse y existir en paz. En África apareció el hombre que luego migró a Europa. El hombre hace lo que ha hecho durante miles de años

¿Cómo revertir esta desigualdad? ¿Cómo lograr una humanidad más equilibrada política y económicamente? Mientras la tiranía y su correlato económico que es la pobreza, sigan perpetuándose, el ser humano tratará de escapar, cueste lo que cueste. Parece que nuestro desarrollo tecnológico como especie no va a la par de nuestro desarrollo espiritual: los teléfonos celulares llegan a todos los rincones del planeta, pero no las ideas de justicia y libertad. Todos bailamos al ritmo de Jerusalema, una canción que viene de África, sin saber que su letra –como quien traza un rumbo– dice: “Jerusalén es mi casa, sálvame y camina conmigo, no me dejes aquí”.

Quizá la humanidad tenga que aprender a bailar una mejor coreografía de justicia y libertad, comenzar a salvarnos unos a otros y caminar juntos a esa evocadora Jerusalén espiritual cuyo nombre significa “ciudad de la paz”, aunque la terrena no la haya conocido nunca. Probablemente tengamos que abocarnos a la astronomía interior, quizá nuestro prójimo proyecto tendría que ser llegar amarte.

Que Dios nos acompañe este 2021.

Twitter: @laureanomar

Corrupción espiritual

Laureano Márquez

¿Existe la “corrupción espiritual”? Sin duda. Es el mal que padece el actual régimen político venezolano desde su nacimiento. Recordemos algunas de las razones que motivaron el alzamiento militar del 4 de febrero de 1992:

1- “La gestión económica y política del presidente Pérez”. Argumentaban los golpistas que se trataba de un gobierno corrupto, que empobrecía a la población. Bueno, luego de 20 años de revolución, la pobreza extrema en Venezuela según cifras de la ONU y de Encovi, está alrededor del 80%. En cuanto a corrupción administrativa, según las investigaciones de “Transparencia Internacional”, Venezuela y Nicaragua, son los dos países más corruptos de América Latina. Si usted ve en el mapamundi la intensidad de los colores de los países por su corrupción, el nuestro aparece coloreado de rojo intenso, o quizá sea mejor decir de “rojo rojito”.

2- “Las políticas neoliberales implementadas en el país”. Chávez, contrario a las políticas neoliberales, propició la estatización de la economía, las expropiaciones y las importaciones en detrimento de la producción nacional. Luego de 20 años de revolución, el cambio del bolívar pasó de 64,03 por dólar en febrero de 1992 a 534, 379,95, ayer. Si mal no recuerdo, Chávez le quitó tres ceros a la moneda y Maduro cinco, de modo que estamos hablando de: 53.437.995.000.000,00 (creo que se lee: cincuenta y tres billones cuatrocientos treinta y siete mil novecientos noventa y cinco millones de bolívares, de los del año del golpe). Suena descabellado, así que no me hagan mucho caso y saquen sus propias cuentas (el hermano Isidro sabe que siempre fui malo en matemáticas).

El bolívar desapareció como moneda, Pdvsa dejó de producir petróleo y el país no tiene electricidad, gasolina, agua, ni gas y el régimen inicia el plan “leña adentro” asegurando que cocinar con leña y bañarse con totuma son lo máximo. Si esto no es liberalismo salvaje, que venga Dios y lo vea.

3- “El descontento de los sectores medios y bajos de las Fuerzas Armadas por los hechos de corrupción verificados en los altos mandos militares”. Creo que sobra cualquier comentario en este punto que no sea un: ¡ja, ja, ja, ja!

4- “La subordinación de las Fuerzas Armadas ante un liderazgo político que consideraban incapaz y corrupto”. Ya no hay subordinación alguna, ahora las Fuerzas Armadas son el liderazgo incapaz y corrupto.

5- “La utilización de las Fuerzas Armadas, en particular del Ejército y de la Guardia Nacional, en la represión del Caracazo”. Hoy nos resulta increíble que esta haya sido una de las razones del golpe. La cruel represión mostrada por el régimen queda claramente documentada en el informe de la ONU que da cuenta de las atroces violaciones a los derechos humanos que se cometen: ejecuciones extrajudiciales, torturas, detenciones ilegales, entre otras acciones que constituyen crímenes de lesa humanidad.

6- “El cuestionamiento a la posición sostenida por el presidente Pérez en las negociaciones relativas a la delimitación limítrofe con Colombia”. Este era uno de los argumentos de quien luego, en el gobierno, regaló el Esequibo y abrió la frontera a los guerrilleros.

El listado de las razones que motivaron el golpe febrero de 1992 es más largo, pero en cada punto en el que uno se adentre: “corrupción del poder judicial”, por ejemplo, lo que se encuentra es la total perversión de cuanta institución funcionaba o medio funcionaba en Venezuela.

Eso es, justamente, la «corrupción espiritual”, la negación total de los valores trascendentes del ser humano: justicia, solidaridad, respeto a la vida, honestidad, libertad. Es lo que hemos padecido en Venezuela en los últimos 21 años. Por eso, que el Tribunal Supremo de Justicia ratifique la condena a la jueza Afiuni por “corrupción espiritual”, un delito inexistente en la legislación venezolana, no deja de ser emblemático.

Si el TSJ fuese menos corrupto espiritualmente e hiciera justicia a su corrupción material, habría colocado en la sentencia: “condenamos a la jueza Afiuni porque a Chávez le salió del forro”. Eso habría sido mucho más decente.

10 de noviembre 2020

TalCual

https://talcualdigital.com/corrupcion-espiritual-por-laureano-marquez/

La cagastocracia

Laureano Márquez

Tomás Camba es un joven venezolano que acaba de ganarse una beca para asistir a uno de los campamentos de ciencia más importantes de la organización Stardom Up, en los Estados Unidos. Se fue de Venezuela a los doce años –tiene 14– y han descubierto en él habilidades extraordinarias para la ingeniería. Tomás tiene diseños para teléfonos que funcionan con energía eólica, entre otras ideas que han llamado la atención de la gente de ciencia por allá, donde esas cosas importan. Es de esperar que este niño haga grandes cosas en el terreno de la ingeniería. Es nuestro, lo produjimos nosotros, pero difícilmente vuelva, dado lo que se atisba en el horizonte.

Este país nuestro tiene una increíble capacidad para producir gente talentosa en todas las áreas de la ciencia y las artes, gente que tarde o temprano debe salir del país para triunfar. Somos un semillero de inteligencia que no aprovechamos, porque inteligencia y honestidad son en estos tiempos, la principal amenaza para quienes nos gobiernan. La pregunta se hace ineludible: ¿cómo en un país que tiene tanta gente brillante los peores siguen en el poder? Federico Vegas habla, en un extraordinario texto escrito en el portal Prodavinci, de la “cagastocracia”, que él deriva de “kakistocracia”, el gobierno de los peores.

Esta cagastocracia nuestra surge de dos variantes que aunan esfuerzos: la extraordinaria incapacidad intelectual y la repugnante condición moral. No es solo, pues, la increíble habilidad para demoler con absoluta falta de sentido común todo lo que alguna vez funcionó en el país, en un constante pulso entre incapacidad y corrupción –que vienen a ser los únicos motores que ha encendido el régimen–, sino también el estado de bajeza moral que detentan los líderes de la cagastocracia en su proceder: no existe freno alguno para perversidades de toda naturaleza, para la crueldad y para la violación de cuanto principio ético la humanidad conoce. Estos 18 años de entrenamiento en la ruindad, rinden en estos tiempos sus más acabados frutos.

Me refugio en este joven, repito su nombre: se llama Tomás Camba. Cada vez que por causa suya nombren a Venezuela, será para bien, para que el mundo nos vea como gente inteligente. En medio de esta debacle, seguiré sintiendo que el país que fue capaz de producirlo a él, tiene esperanza y redención, que lo bueno sigue allí, esperando su momento, su oportunidad de brillar, de construir ese país que está en nuestros sueños, de bondad, inteligencia, desarrollo, cultura y –sobre todo– libertad. Inevitable pensar, cuando se ve el talento juvenil en acción, en todos los que perdieron la vida en estos tiempos, asesinados, también en los torturados y encarcelados con saña cruel, por quien no tiene sensibilidad alguna para reconocer lo noble y lo bello.

Me invade la misma angustia de Vegas por la inutilidad de cuanto se escribe. La palabra y los argumentos solo son provechosos cuando queda un rastro de pensamiento en el destinatario. Razón tiene Alberto Barrera cuando señala que más que mediadores necesitamos traductores. Las palabras son cascarones vacíos. En el diccionario del poder, las palabras cambian de significado cada vez que usan, fluctúan, se devalúan también.

Cumplo otra semana con mi compromiso de escritura, ya sin rastro de humor, en espera de la próxima jugada de la cagastocracia que nos rige.