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Sergio Negrete Cárdenas

Ciudadanos vs partidocracia

Sergio Negrete Cárdenas

La ciudadanía tiene la fuerza para hacerse escuchar por la partidocracia. La unión opositora y las candidaturas de no militantes deben ser sus metas rumbo a 2024.

Los partidos políticos representan a los ciudadanos, pero sus intereses son solo uno de los varios que sus líderes toman en cuenta. Esos organismos necesitan del voto para acceder al poder, pero los sufragios son la expresión de una voluntad individual, por definición fragmentada, un acto que puede ser resultado de intereses muy diversos. Habrá quien vote esperando un beneficio concreto, otros por identificación ideológica, mientras que también hay quienes votan por una persona (o contra otra, ejerciendo el llamado voto útil). Hasta hace pocos años esa fragmentación permitía a la partidocracia dividir a la ciudadanía y, si no vencerla, sí poder ignorarla, siempre alegando que había cumplido con sus electores.

Porque esos líderes tienen sus propios intereses, no necesariamente alineados con los de sus votantes. Están además los grupos de poder dentro del propio partido, aparte de los militantes de a pie, que también deben ser tomados en cuenta. Y no faltan las fuertes presiones externas, como son las del gobierno, sea del propio partido u opositor.

En toda esa competencia de intereses, es la hora de los ciudadanos. Porque un elemento ha cambiado dramáticamente el peso de los diversos actores en el juego partidista: las redes sociales. Son foros de ideas y denuncia, y a la vez memoria histórica, una hemeroteca viva que recuerda a los políticos lo que dijeron o hicieron años antes, evidenciando mentiras o contradicciones. Basta que una persona recuerde un dicho o hecho, y lo sustente con alguna evidencia, para que explote en las redes.

Las redes son también, quizá lo más importante, un canal de comunicación directa entre cualquier persona y el líder más encumbrado. “No se puede gobernar y leer periódicos”, decía uno de los personajes políticos en las novelas de Luis Spota. El secretario de Hacienda de John Major, primer ministro británico entre 1990 y 1997, dice en sus memorias que, precisamente, le aconsejaba que no leyera la prensa. Ese lujo ya no se lo pueden dar los dirigentes partidistas. Las redes son una caja de resonancia que amplifica, y también distorsiona, a favor del ciudadano.

Las redes además son, evidentemente, formas de comunicación entre los propios ciudadanos. Muchas veces los partidos políticos no van a la vanguardia, sino atrás, como ocurrió en las marchas ciudadanas multitudinarias en apoyo al Instituto Nacional Electoral que tuvieron lugar en meses recientes. Es el tiempo de proyectar esa fuerza sobre la partidocracia no solo para que sigan atrás, sino para que abran sus organizaciones a candidaturas de aquellos que no son militantes, pero tienen credenciales sólidas para ser representantes populares.

La unión opositora debe ser también otro objetivo prioritario para los ciudadanos. Solo con unión se tendría la proverbial fuerza para derrotar al régimen autoritario en que ha involucionado México. De lo que no hay duda es del afán presidencial de perpetuarse en el poder por medio de un heredero o heredera. No puede esperarse un juego electoral limpio de quien no tiene empacho en romper leyes si así lo considera conveniente para alcanzar sus objetivos. Lo que sí puede esperarse es que el inquilino de Palacio Nacional busque cooptar, comprar o amedrentar a los diferentes líderes partidistas opositores. La lupa ciudadana, magnificada por las redes, es esencial para que los dirigentes de la partidocracia entiendan que sus acciones están bajo permanente escrutinio, y que una desviación del camino será inmediatamente evidenciada y condenada –y podría costarles votos.

Partidos unidos y abiertos a candidaturas de no militantes: esa será la primera batalla de varias en la guerra partidista y electoral que culminará en 2024. Una batalla que los ciudadanos deberán ganar a la partidocracia. La paradoja, positiva, es que una victoria lo sería para todos, tanto los ciudadanos como los propios partidos. ~

25 de abril 2023

Letras Libres

https://letraslibres.com/politica/sergio-negrete-cardenas-ciudadanos-vs-...

El derrumbe de AMLO

Sergio Negrete Cárdenas

Por 14 años se cansó de despotricar contra el presente y de prometer un fabuloso futuro. Fue incansable recorriendo el país, igual de imbatible en su demagogia.Paulatinamente el mesiánico perdió más el piso mientras se extendía su inacabable campaña. Todo sería sencillo cuando por fin ganara la elección y se calzara la banda presidencial porque solo era cuestión de ser austero y honesto. Nadie había recorrido México como él, solo él había podido encontrar las soluciones a los grandes problemas de la nación. Se convirtió en el príncipe del diagnóstico simplista y la solución fantasiosa, que predicaba infatigable. Finalmente encontró numerosos oyentes, muchos porque creyeron ingenuamente que nadie podría ser más inepto o más corrupto.

A tres años y medio en el poder, el demagogo autoritario no tiene más remedio que enfrentarse a la realidad, por más que le guste evitarla. Presumía que todo era sencillo, no era ninguna ciencia, solo era cuestión de tener la autoridad moral que significaba el apoyo del pueblo. Hizo de sus caprichos política pública y de sus delirios grandes proyectos de infraestructura. Pensó que todo funcionaría porque así lo había ofrecido, ya se encargaría la realidad de amoldarse a sus palabras.

Como eterno candidato, las promesas no tenían plazo. Igual se creyó que ese pueblo que tanto lo amaba le permitiría reelegirse, y tendría muchos años para ejecutar sus visiones. Millones lo siguen apoyando, pero también millones lamentan el voto que le otorgaron. El año pasado perdió la posibilidad de cambiar la Constitución a placer, hace pocas semanas se le ninguneó en ese revocatorio que esperaba fuese ratificación arrolladora. Las redes sociales que tanto le ayudaron de candidato hoy reproducen su ineptitud y las numerosas corruptelas de sus familiares y colaboradores. El triunfal sexenio que no se cansó de imaginar se le deshace entre las manos.

En sus fantasías, al triunfo aplastante en la elección intermedia debía seguir el cuarto año de las obras extraordinarias, muestras concretas del genio que habita Palacio Nacional. En cambio, el tabasqueño no puede cerrar los ojos ante los desastres que promovió. El primero ha sido el aeropuerto que mandó construir contra los consejos de todos los expertos. Se le advirtió que sería una catástrofe, pero terqueó que sería maravilloso. Ahora trata de forzar vuelos en una terminal aérea sin concluir y pésimamente conectada.

Será peor con la refinería, a la que no podrá forzar a producir una sola gota de gasolina este año, y quizá tampoco en lo que resta del sexenio. Miles de millones de dólares hundidos en lo que fue un manglar, porque dictó que ahí se construiría. Peor calamidad será el Tren Maya. Desastres ecológicos y pozos sin fondo de recursos que debieron usarse en vacunas, quimios o escuelas.

A medida que avance más el sexenio, López Obrador seguirá acumulando frustración y resentimiento. Como ya ocurre hoy, el odio que lo caracteriza seguirá erupcionando, buscando justificarse, pretendiendo encontrar a otros para culparlos. Como López Portillo en los cierre de su gobierno, los pataleos de desesperación ante el colapso empeorarán la destrucción. El apasionado de la historia, el mesiánico que se cree el gran transformador de México habrá entendido, al no poder evadirse de la realidad, que su legado será uno de retroceso, polarización, destrucción y fracaso. Un ser enloquecido que, como tantos autoritarios, arrastrará al país en su caída personal.

6 de mayo 2022

El Financiero

https://www.elfinanciero.com.mx/opinion/sergio-negrete-cardenas/2022/05/...