“Transiciones democráticas” es el título de un reciente libro editado por Abraham Lowenthal y Sergio Bitar en el cual, con el apoyo de varios especialistas, se analizan nueve casos de transiciones exitosas y pacíficas de regímenes autoritarios a gobiernos democráticos. Se entrevistan a 13 expresidentes y un Primer Ministro que tuvieron un rol fundamental en esas transiciones. Los países analizados son Polonia, España, Chile, México, Brasil, Gana, Sudáfrica, Indonesia y Filipinas. Obviamente, el libro debería interesar a todos los que están preocupados por la gravísima situación socioeconómica y política venezolana. Trataré en esta breve nota de mencionar algunos temas que pueden ser útiles para futuras transiciones. Las transiciones estudiadas son procesos graduales. Hay eventos y momentos que catalizan y aceleran los procesos. La grave crisis económica asiática de 1997-98, por ejemplo, contribuyó al colapso del régimen de Suharto en Indonesia y la caída del muro de Berlín y la desintegración de la URSS facilitaron las transiciones en Polonia y Sudáfrica. Algunas transiciones se iniciaron con aproximaciones entre sectores del régimen y elementos de la oposición: Brasil, España, México, Polonia y Gana. En otras, fue la respuesta de los regímenes frente a fuertes movilizaciones y presiones populares: Chile, Indonesia, Filipinas, Polonia y Sudáfrica. En la mayor parte de los casos las transiciones son el producto de negociaciones entre elementos del Gobierno y de la oposición: Brasil, Chile, Indonesia, México, Polonia, Sudáfrica y España.
Todas estas transiciones son el resultado de fuerzas y procesos fundamentalmente internos, pero condicionados por actores, eventos y contextos externos. Para la oposición democrática, en particular, es indispensable lograr el apoyo de la comunidad democrática internacional, incluyendo no solo gobiernos, sino organizaciones internacionales y ONG. Las fuerzas democráticas para desafiar la capacidad del régimen de gobernar y convertirse en viable alternativa de gobierno deben lograr un amplio apoyo interno y externo. Para lo cual es indispensable lograr la unidad y la coherencia entre los diversos grupos y personalidades que integran la oposición. Para tener credibilidad y legitimidad en la comunidad internacional hay que superar las diferencias en objetivos, estrategias, tácticas y liderazgos entre los opositores y forjar consensos y convergencias, enfatizar lo que los une y proteger los espacios de diálogo.
En cambio hay que aprovechar las divisiones en el régimen. Fernando Enrique Cardozo, en su entrevista, menciona la importancia de establecer relaciones de confianza con el sector militar. El fin del régimen autoritario, en estas transiciones, no se da hasta que por lo menos un importante sector del mismo percibe que la salida negociada es la única manera de evitar consecuencias muy negativas para el país y su futuro político y personal. Por tanto hay transición democrática y pacífica si hay segmentos del régimen que se convencen que la transición es conveniente o por lo menos es el mal menor para ellos. La oposición debe reforzar estos elementos del régimen dando garantías políticas, económicas y personales. Lowenthal y Bitar subrayan la importancia para la oposición democrática de proyectar una visión positiva y esperanzadora del futuro y la relevancia de la calidad y valentía de los líderes. Valentía que no necesariamente la tienen sólo los que proclaman soluciones maximalistas.
Ahora bien, en el caso venezolano, si se confirma la incapacidad del Gobierno, probablemente por sus divisiones internas, de concretar ni siquiera las pocas concesiones que prometió en la mesa de negociación, frente a los intermediarios internacionales, se crearán las condiciones para una fuerte reactivación de la movilización popular, que veremos muy probablemente al concluir el periodo de las fiestas navideñas.
@sadiocaracas
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