Un mismo día, un mismo mes, dos sucesos. Sesenta y cuatro años de diferencia. En 1957 una gesta. En el 2021 un sainete, es decir un acontecimiento tragicómico. En el primer caso una acción valiente de jóvenes estudiantes de liceos y universidades que unidos se declararon en huelga y realizaron manifestaciones en contra de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez. Por el contrario, este próximo domingo algunos políticos con años a cuesta pretenden luchar contra la dictadura de Maduro acudiendo desunidos a una elección que no cumple con los estándares democráticos. El sainete no es por acudir a votar a pesar de las turbias condiciones electorales, sino hacerlo desunidos, a última hora, con algunos candidatos seleccionados por repartición de cuotas políticas o poco calificados. El 21 N se celebra el Día del Estudiante por la gesta de 1957. Ojalá no tengamos que recordar este próximo 21N como el Día del Sainete y de la Ambición Política.
La huelga estudiantil evidenció el descontento contra el dictador y su intento de reelegirse mediante un plebiscito no contemplado en la Constitución. Sin duda esa gesta influyó en el alzamiento el 1 de enero del teniente coronel Martín Parada, acompañado por más de una docena de sus compañeros de la Fuerza Aérea, y del teniente coronel Hugo Trejo, el mayor Evelio Gilmond Báez y otros oficiales del motoblindado del cuartel Urdaneta.
La dictadura de Pérez Jiménez fue atroz y por lo tanto injustificable. Sin embargo, no destruyó al país. La de Chávez-Maduro ha sido también atroz, más larga y destructora de todas las empresas del Estado, de numerosas empresas privadas, de las instituciones, de la infraestructura y de los servicios básicos. De la primera fue relativamente fácil salir porque había unas Fuerzas Armadas con oficiales íntegros. A pesar de que el dictador decía que gobernaba en su nombre, muy pocos militares participaron en su gobierno y solo un puñado era corrupto. La dictadura de Maduro es ejercida por una banda criminal que incluye un gran número de oficiales y de jueces.
Cuando Pérez Jiménez, la dirigencia política opositora tomó consciencia de que era necesario unirse y permanecer unidos después del derrocamiento del dictador. Desde luego eso no se logró fácilmente, pero al final prevaleció el buen sentido y el interés por el país. La dirigencia actual, integrada por políticos relativamente jóvenes y algunos no tan jóvenes, no ha sido capaz de deponer interese partidistas o personales como medio necesario, aunque no suficiente, para lograr sacar a los usurpadores.
El 21 N vamos a elecciones en peores condiciones que en las anteriores, no solo por culpa del régimen, sino de la propia oposición. Respetamos a quienes han predicado la abstención, pero el voto es la única herramienta que tienen los ciudadanos en las actuales circunstancias. Lo demás es sentarse a esperar un milagro. La proliferación de partidos de maletín y de candidatos sin ninguna posibilidad evidencia que muchos asumen la política como un negocio.
Las elecciones del 21N no resolverán ninguno de los problemas, pero es importante intentar ganar algunas gobernaciones y alcaldías, con el objeto de estar en posición más favorable para ganar un eventual revocatorio presidencial. Algunos alegan que no les agrada determinado candidato de la oposición, en lo cual pueden tener razón, pero en todo caso debe ser mejor que el candidato del régimen.
El argumento de que votando se legitima al régimen y al CNE es débil. Desde que Chávez llegó al poder hemos votado en condiciones que no cumplen los requisitos internacionales. La abstención en las parlamentarias del 2005 se justificó porque fue un intento de descalificar al CNE y el costo político era prácticamente nulo, ya que todo indicaba que no obtendríamos más de una docena de diputados. En las presidenciales del 2018 y parlamentarias del 2020 la abstención se justificaba porque eran tan burdas que el mundo democrático no las reconocería. Las del 21N son regionales y municipales, y ningún país va a desconocer a gobernadores y alcaldes. Por lo tanto, si votamos podemos ganar algo. Si nos abstenemos perderemos lo poco que tenemos.
La insensatez de algunos dirigentes ya es un hecho. Ahora corresponde a los ciudadanos remendar el capote, votando por quienes perciben con más probabilidades de derrotar a los rojos. Ojalá podamos convertir el sainete en una gesta. No será fácil, pero tenemos que ser optimista. El 21N de 1957 fue una gesta. Ojalá el próximo 21N también lo sea.
Como (había) en botica:
Felicitaciones a los jóvenes que participaron en el gran concierto del día 13. El evento fue inoportuno por la pandemia, por ser propaganda electoral y para intentar tapar la decisión de la Corte Penal, pero la alegría y orgullo de los muchachos es lo importante. Su aprovechamiento político es típico de las dictaduras.
El presidente interino Juan Guaidó, acatando la Constitución, está firme en mantener el cargo mientras dure la usurpación de Maduro y en cambiar la directiva cuestionada de Monómeros. Interesada la posición de algunos partidos de planificar un golpe de Estado, de bloquear la designación de una nueva directiva en Monómeros y de no aprobar los recursos para cancelar los honorarios de los abogados que defienden los activos de las empresas en el exterior que Maduro puso en peligro de perderse.
¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!