Pasar al contenido principal

Condenados a muerte

Opinión
Artículos de opinión
Artículos de opinión
Tiempo de lectura: 3 min.

Una de las más importantes características de los veinte y dos años del gobierno “Revolucionario del Siglo XXI” es, sin lugar a dudas, su indetenible carrera hacia la destrucción total del país.

La crisis económico-social generada por el régimen, destruye el aparato productivo y la infraestructura de servicios, empobrece a la mayoría nacional y siembra el hambre por todos los rincones de la geografía venezolana. Entramos en el 8º año consecutivo de depresión económica y el 4º de hiperinflación. En 2020 el PIB cayó un 26%, lo que representa un acumulado de 76%, de acuerdo con cifras de la CEPAL. Esto significa una paralización brutal del aparato productivo nacional, cuya mercadería se suple parcialmente con importaciones.

La hiperinflación (3.713% en 2020, según cifras de la Comisión de Finanzas de la legal AN) y la devaluación sostenida y continuada del Bolívar han pulverizado nuestro signo monetario y disparado los precios de todos los bienes y servicios. El dólar ha sustituido, de facto, a la moneda nacional como medio de pago, es decir, para las transacciones comerciales, reduciendo la función del bolívar a las transacciones electrónicas, mientras el efectivo ha quedado para pagar el transporte urbano, a duras penas

La liberalización de las importaciones (exenciones tributarias, entre otras cosas), la dolarización de los costos y precios y el lavado de capitales han incrementado la actividad comercial y el abastecimiento, pero su adquisición es cada vez más inaccesible.

El rasgo más importante de la situación social es el empobrecimiento generalizado del pueblo, hasta el punto de la posibilidad de una hambruna. Este riesgo ha sido advertido por los organismos de la ONU especializados en la materia y sus primeras manifestaciones ya se han registrado en estados como Miranda, donde en septiembre 2020 se produjo la muerte de 18 infantes por desnutrición, por solo citar un caso.

La pobreza por ingresos se sitúa en más 90%, según datos de la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVI). Solo bastaría contrastar el salario mínimo mensual (Bs 1,8 millones) con el costo de la canasta básica que supera los Bs 500 millones.

El salario, las prestaciones sociales y el ahorro de los trabajadores y sus familias han sido pulverizados. Las contrataciones colectivas han sido sustituidas por unas tablas salariales de hambre que borran viejas conquistas y reivindicaciones alcanzadas en etapas anteriores y los derechos a sindicalización y huelga han sido borrados casi por completo.

La salud vive una situación similar resumida en los siguientes factores principales: deterioro de la calidad de vida y de las condiciones medioambientales (pobreza y hambre); infraestructura hospitalaria en decadencia y abandono; escasez grave de medicamentos, equipos e insumos médicos; encarecimiento de los precios de las medicinas y servicios; deserción creciente del personal especializado. Prácticamente, los trabajadores carecen de un Sistema de Seguridad Social que les permita superar la crítica, por no decir dantesca, situación que hoy están viviendo.

Con los pírricos salarios mínimos, menores a un dólar mensual y sueldos de hambre, con la congelación de la discusión de los contratos colectivos, con la criminalización y sangrienta represión de las luchas gremiales, la imposibilidad de poder ser atendido frente a un problema de salud por la carencia de coberturas suficientes de seguros HCM y el colapso de los centros hospitalarios de país, la ¨revolución¨ socialista del siglo XXI ha condenado a muerte a los trabajadores venezolanos.

Toca, en este momento crítico, mantener en alza las banderas de La lucha por la Vida transitando el camino de la Unidad de las fuerzas sociales para lograr superar la crisis social, política y económica generada por este régimen genocida.

No hay salida a la crisis con el chavismo en el poder. Desplazarlo del poder e iniciar una transición sigue siendo el objetivo principal de las fuerzas democráticas del país. En la lucha por la vida y contra una condena de muerte, se hace impostergable que todas, las sindicales, gremiales, culturales, deportivas se concentren en una sola lucha. El llamado a la unidad en la lucha es la única garantía para que los trabajadores logremos derrotar y superar la política de muerte que nos impone el régime