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Cuatro votos y un funeral

Opinión
Artículos de opinión
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Nunca antes, en mis 70 años de edad, 50 de ellos votando en todas y cada una de las elecciones programadas por el calendario electoral venezolano, incluidas las ausentistas parlamentarias de 2005, había visto yo una jornada electoral tan lúgubre, tétrica ni funesta como la del domingo 30 de julio de 2017, día de la asamblea nacional prostituyente… Y mire que en este país ha habido abstención y abstinencia, sobre todo en los últimos 25 años de pre y posrevolución bolivarista y narcisocialista.

Jamás antes, durante ni después de alguna elección se había desarrollado una tan abusiva, aberrante ni aberrada campaña electoral usando ventajista y oportunistamente de los recursos del Estado para ponerlos a la orden del gobierno de turno, alcahueteado no sólo por los órganos del poder público sino por los garantes del Estado de Derecho y protectores de los derechos civiles y humanos en una vil reacción de quienes pretenden, y casi que lo consiguen, acabar con una república ejemplo de gestas emancipadoras de los pueblos e impulsoras de la democracia como forma de gobierno.

Mi voz que se ve, se lee y se oye dijo que lo mejor que podríamos hacer quienes luchamos por la libertad y la democracia de Venezuela durante ese nefasto día 30J era quedarnos en casa para no hacer bulto en las calles ni asomarles posibilidad alguna de justificar la acción agresiva y torturadora de sus cuerpos policiales y colectivos represivos que estaban como las fieras hambrientas y hambreadoras que son a la espera de los jóvenes que ayer, hoy y siempre estarán en la calle manifestando su inconformidad.

Sin embargo, ya pasó lo que pasó y estos tracaleros gobernantes que engañan y se engañan sacaron sus cuatro pelagatos o gatos pelados para llevarlos nariceados a las urnas del funeral de la libertad y al velorio de la revolución en una jornada que a la luz de los observadores y medios locales, regionales, nacionales e internacionales fue de ausencia total del sabor y el calor del pueblo que por tradición ha tenido toda fiesta electoral en Venezuela.

Triste es que profesionales universitarios descendientes de hombres y mujeres que dejaron sus dientes, su sangre y su vida luchando por la democracia salgan en las pantallas televisivas a burlarse de nuestros jóvenes asesinados por la tiranía y a celebrar una jornada que más que electoral se asemejaba a un funeral, no sólo por la estela de muertos regados en las calles sino por el ambiente fúnebre de los electores en las “colas” forzosas que a punta de billetes y bolsas de comida colocaron a la entrada de los centros de votación para montar una farsa que pagarán caro…