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Artículos de opinión
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Tiempo de lectura: 2 min.

Ayer sábado, 13 de noviembre de 2021, ocurrió en mi un torbellino de emociones encontradas, por un lado, ver y oir, con incontenible alegría, a más de docemil músicos tocar al unísono la Marcha Eslava, original de P. I. Tchaikovski, seguida de piezas tan emblemáticas para los venezolanos como lo son Venezuela, de Pablo Herrero y José Luis Armenteros; Alma LLanera de Rafael Bolivar Coronado y Pedro Elías Gutierrez y, por supuesto, nuestro Himno Nacional Gloria al Bravo Pueblo.

Es significativo que la interpretación escogida para optar al Recod Guinnes de la 'Orquesta más Grande del Mundo', haya sido una obra que se indentifica con la lucha de un pueblo oprimido, el servio, contra sus opresores, los turcos del Imperio Otomano. La eterna lucha del bien contra el mal.

Por otro lado, me invadió la nostalgia, que afortunadamente no opacó mi alegría, de sentirme parcialmente ausente o mejor dicho, lejano fisicamente. Al igual que se sentirían millones de venezolanos esparcidos por el mundo, incluyendo muchos de los músicos formados en el Sistema Nacional de Orquestas de Venezuela, independientemente de su credo y pensamiento filosófico para decirlo de alguna manera.

Orgullo especial debemos sentir los compatriotas que creemos en que el sistema democrático que imperó en Venezuela durante cuarenta años desarrolló grandes obras y magníficos programas que perduran en el tiempo. Al respecto, vale la pena destacar el programa de becas Gran Mariscal de Ayacucho y a 'EL SISTEMA' como popularmente se le conoce a esa idea y proyecto del Maestro José Antonio Abreu; prodigio de inteligencia, constancia y paciencia. Cualidades que le permitieron convencer a los dirigentes de esa época para la creación y mantenimiento del mismo. El es merecedor del reconocimiento y más aún, el agradecimiento de todos los venezolanos y de muchos otros en el mundo entero quienes, de una manera u otra hemos sido impactados positivamente por esa idea, ahora realidad tangible que ha sobrevivido a muchas adversidades y que nos une solidariamente a todos, dentro y fuera de Venezuela. Es parte del honor que sentimos de ser venezolanos.

Estoy seguro de que el acto de ayer, con o sin Record Guinnes, marcó un hito en el sentimiento de la mayoría de los venezolanos, motivándonos a luchar denodadamente para que todas las cosas buenas desarrolladas en el país y que actualmente viven una hora menguada, recobren su explendor de antaño y lo superen con creces en un futuro cercano. En primer lugar, nuestro sistema educativo, desde el nivel elemental hasta el universitario, tan vapuleado y maltratado en los últimos tiempos. Que la justicia funcione equitativamente para todos, sin leyes ni instituciones acomodaticias y que, los derechos fundamentales de todos los venezolanos sean respetados.

Hagamos todos el esfuerzo para gestar nuestra propia Marcha Eslava que nos libere del oprobio y logremos borrar de la cara bonita de Venezuela esos lunares malignos que la afean. No importa que se disfracen o camuflen como músicos colándose entre la multitud. Que ni los unos ni los otros se apropien de lo que es de todos sin distingos de raza, religión o credo político. Los buenos somos más.

Vale la pena analizar restrocpectivamente, de manera individual o colectiva, lo bueno y lo malo de los últimos cincuenta años, en pro de mantener y mejorar lo primero, a la par de eliminar o aminorar los efectos de lo segundo. Seamos optimistas.

Sunrise, Florida