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Manuel Delgado Campos

La responsabilidad personal

Manuel Delgado Campos

Los placeres de la vida, aunque con ciertas limitaciones impuestas por las normas de convivencia humana, deben ser disfrutados plenamente. En eso consiste la libertad individual y el uso racional del libre albedrío. Es cada hombre o mujer de pensamiento racional el único dueño de su cuerpo y de su mente, por lo tanto, puede hacer con ellos lo que le de la gana mientras no cause daños a sus congéneres ni a la naturaleza, que en cierta forma es casi lo mismo.

Todos los placeres son saludables al organismo mientras sean disfrutados con moderación en cantidad, intensidad y extensión. Comer y beber lo que sea depende de ti, de tu estado de ánimo, de tu salud y de tu comportamiento social posterior.

La satisfacción de todas las necesidades humanas se constituyen en un placer tanto que, es un alivio y una fuente de felicidad momentánea la culminación de los actos uno y dos en el baño con toda tranquilidad.

La práctica del sexo constituye un placer divino y no un simple mandato reproductivo, disfrutarlo con responsabilidad es nuestro derecho. Nuestro deber es practicarlo con responsabilidad en cuanto a sanidad y consecuencias sociales se refiere. Con relación a esto último, surgen los temas de la anticoncepción y del aborto. No debe haber restricciones con relación a los métodos anticonceptivos, incluyendo la píldora del día después.

Si ocurre un embarazo indeseado, es la mujer, que en pleno uso de sus facultades mentales y atendiendo a sus derechos naturales y legales y, de acuerdo a sus convicciones morales, religiosas y de otra índole, quien puede y debe decidir sobre la continuación o interrupción del mismo.

El feto, mientras se gesta, no tiene vida independiente y es parte del cuerpo de la futura madre. Solo al momento del nacimiento el ser ser cobra vida independiente y propia de él. Sobrevivirá, con la ayuda necesaria, aún en ausencia de la madre porque ella podría morir en el momento del parto.

Las leyes extremadamente restrictivas del aborto solo propician la clandestinidad y la ilegalidad. Solamente la educación en general y particularmente la educación sexual pueden evitar, o al menos disminuir, los embarazos indeseados y los potenciales abortos. En un tema tan fuerte y controversial, es la mujer preñada, con el acompañamiento de su pareja, si la tiene, de sus familiares, amigos y consejeros apropiados, quien ha de tomar la decisión final. Es su cuerpo, es su vida, es su derecho, es su responsabilidad, es su dolor.

En cuanto al consumo de sustancias actual o potencialmente nocivas para la salud, es también responsabilidad de cada quien su consumo o uso. Dar un no definitivo a la adicción o moderar la misma, dependerá del conocimiento que se tenga sobre los pros y los contras. Esto es así, porque hay sustancias, que aún no siendo drogas, están llamadas a no ser consumidas o a hacerlo con moderación. Entre ellas tenemos el azúcar, la sal, algunas grasas y condimentos y, en particular el tabaco y el alcohol. Mientras más se conoce al respecto más sabia será la decisión.

Lo anterior es valido respecto del consumo de drogas y estupefacientes. Porque es la educación, el buen consejo y la posición moral de las personas lo que lograría reducir el consumo individual y colectivo de las mismas. La prohibición incita al deseo y por lo tanto propicia el consumo. Que cada quien, a sabiendas de las consecuencias, consuma lo que le de la gana. Sus decisiones buenas o malas darán resultados a futuro. Su futuro.

Por tal razón, la lucha antidrogas debe trasladarse, al menos parcialmente, del combate armado, altamente punitivo, hacia una legalidad que haga énfasis en la educación y el conocimiento del problema, incluyendo la propaganda masiva útil al respecto.

Sería un gran golpe a los carteles internacionales de la droga la legalización y control oficial de las mismas, desde su producción hasta el expendio y consumo controlado. Parte del dinero que se gasta actualmente en las costosas campañas contra la producción y tráfico pueden dirigirse hacia la educación sobre ese tema y aún sobraría dinero para fomentar la salud y la suplencia alimentaria. Lo cual fomentaría en las poblaciones mas vulnerables el concepto de mente sana en cuerpo sano.

La buena fe, la honestidad y la educación son la clave del éxito de todo programa con buena intención.

Sunrise, Florida

10 de mayo de 2023.

Individual y colectivamente

Manuel Delgado Campos

La desgracia que viene sufriendo el pueblo venezolano desde hace muchos años y cuyas causas tienen aún muchos más, ha sido analizada y descrita por muchos autores y especialistas desde diferentes puntos de vista, abarcando múltiples aspectos que incluyen lo económico, social, sanitario, educativo, agrícola, industrial, comercial y paremos de contar, porque ha sido todo o casi todo lo que se ha trastocado durante los más de veinte años que lleva al mando del país, el régimen ahora comandado por Nicolas Maduro y, durante mucho tiempo, por Hugo Chavez (QEPND).

Por lo tanto, es como llover sobre mojado adentrarme en la discusión de temas que, en su mayoría no soy especialista. Sin embargo, quiero expresar mi opinión sobre lo que hemos hecho y lo que deberíamos hacer, individual y colectivamente, para llevar al país a una situación medianamente aceptable y continuar hasta que sea realmente satisfactoria para la mayoría de los venezolanos.

Muchos compatriotas, y realmente fueron muchos, apoyaron, por múltiples razones, al régimen que recién se instauraba. Motivaciones filosóficas, ideológicas, partidistas y de interés económico, personal y grupal, prevalecieron en esas decisiones. Algunos hasta lo tomaron como una especie de venganza contra el estatus vigente hasta 1998.

Otros, muchos también, fuimos, aunque a veces lo neguemos, indiferentes en mayor o menor grado con relación a la situación que presentíamos iba a suceder. En general, aún los convencidos de que íbamos por mal camino no hicimos el esfuerzo suficiente o tomamos decisiones erradas para enmendar lo que se veía venir. Bueno, eso pasó y trajo las consecuencias que ahora estamos pagando todos, incluyendo muchos de los aparentemente son beneficiados económicamente, porque ellos también sufren de las falencias a las cuales está sometido el país, producto de políticas erradas y actuaciones desmesuradas, corruptas, delicuenciales.

Por lo tanto, debemos centrarnos en lo que deberíamos hacer de ahora en adelante individual y colectivamente. Lo que correspondería hacer por el bien de todos, a cada ciudadano y cada organización o institución de la denominada sociedad civil, para lograr el restablecimiento del estado de derecho lo cual, al final de cuentas arropa todo, desde la recuperación de la institucionalidad perdida hasta la libertad individual, de trabajo, de empresa, de pensamiento y expresión. Institucionalidad para fomentar la actuación honesta de individuos y organizaciones y, en consecuencia, generar el progreso continuado que Venezuela requiere con urgencia.

Bien sean empleados dependientes, trabajadores independientes, emprendedores, pequeños, medianos o grandes empresarios, jubilados, y cualquiera otro ciudadano, independientemente de su credo religioso, sexo u orientación política, todos deben utilizar sus energías en pro de una Venezuela decente, digna, no perfecta pero si perfectible, porque lograrlo es posible con el el esfuerzo conjunto de quienes de buena fe crean en ello.

Responsabilidad especial les toca a los forjadores de opinión como lo son los periodistas, escritores, articulistas y editores entre otros. Su opinión es siempre oída o leída por muchos y en tal sentido, orienta el comportamiento de la población. Se espera de ellos un sólido compromiso con el respeto a la ley y a la convivencia democrática.

Debemos ejercer diariamente el derecho a manifestar y protestar de manera pacífica pero evidente ante cualquiera agresión del régimen contra nuestros derechos ciudadanos, de cualquier naturaleza. Cada protesta por suave o sutil que sea es un granito de arena que se aporta y que vale la pena juntar. Perdamos el miedo porque ya más no podemos perder. Si alguien aún disfruta alguna prebenda la perderá a corto o mediano plazo, pero de manera indigna por falta de la lucha justa. El legado a nuestros hijos y nietos, más allá de los bienes materiales, debe ser el orgullo de haber combatido el mal haciendo el bien.

La Sociedad Civil representada por todas las organizaciones no dependientes del Estado, tales como sindicatos, asociaciones técnicas, profesionales y científicas, ONGs, fundaciones y similares debe actuar fuertemente en pro del restablecimiento del estado de derecho porque en ello se les va la vida. Basta ya de cobijarse bajo la excusa del apoliticismo, cuan diferente del apartidismo. Toda organización ha de tener una definición política acorde con sus objetivos, enmarcados dentro del estado de derecho nacional e internacional y atendiendo a la convivencia social y ecológica.

Toda agrupación u organización como parte de la ya mencionada Sociedad Civil, está en el derecho y en el deber de hacer valer el ejercicio y respeto de la Ley. Solo eso les permitirá su cabal funcionamiento y supervivencia a largo plazo. Expresado en términos coloquiales, de nada servirá hacerse los locos porque eso los hará sucumbir ante las apetencias malsanas de los personeros del régimen y, tarde o temprano, dejarán de ser lo que son.

A manera de ejemplo, el régimen ha logrado si no destruir, minimizar los sindicatos, asociaciones profesionales y fundaciones no afectos al oficialismo. Los cuales han logrado sobrevivir gracias a la solidaridad de sus asociados a quienes han servido, a pesar de las circunstancias, con gran honestidad y capacidad de sacrificio. Actuamos con valentía, honestidad y solidaridad o estamos perdidos.

Los dirigentes políticos y, en general, los miembros de partidos u organizaciones de corte similar y que funcionan como grupos de opinión, deben actuar con mucha firmeza y determinación en cuanto su oposición al régimen que oprime al pueblo venezolano. Pero deben actuar con mucha moderación y sindéresis cuando se trata de las relaciones dentro y entre las organizaciones opositoras al oficialismo. Aunque haya una amplia divergencia de criterios, esta no puede ser superior al objetivo común a todas las organizaciones y al pueblo venezolano: Restauración de la democracia plena, la libertad y el estado de derecho. La unidad cuando ha sido bien entendida y aplicada ha rendido frutos; aprendamos de esas lecciones y actuemos en consecuencia.

Vale la pena mencionar que muchos dirigentes políticos actuales deben ''bajarle dos'' a sus críticas y declaraciones, a veces altisonantes por decir lo menos. Todos son útiles en pro de objetivos comunes, pero no todos deben estar en primer plano. Hay quienes lo harían mucho mejor como asesores o consejeros, siempre que sea para bien. El exceso de protagonismo puede ser dañino para la persona misma, para su organización y para el país. Calma y cordura sería una buena postura. A este respecto es importante dar paso a nuevos liderazgos y a los liderazgos regionales bien entendidos. Eso también ha dado buenos frutos, siempre y cuando todo se conjugue en pro del magno objetivo de beneficiar al pueblo venezolano, deseoso de libertad, bienestar y de ejercicio libre de sus derechos.

Profesor Jubilado UCLA

17 de enero de 2022

Mi opinión sobre el 21N

Manuel Delgado Campos

Como ciudadano venezolano común y corriente, opino que el proceso electoral llevado a cabo en nuestro país el 21 de noviembre de 2021, nos ha dejado grandes lecciones y varias experiencias, gratas e ingratas, las cuales, sin ánimos de gran analista, me propongo comentar.

Una de ellas es que valió la pena votar, porque los resultados tanto en número de votos como en incidentes registrados, permitieron demostrar fehacientemente y con datos comprobables ante el mundo, ante el país y ante nosotros mismos una situación real, de la cual estábamos convencidos pero que el régimen podía rebatir con argumentos aunque no sustentados en cifras.

A pesar de la abstención, mayoritariamente opositora, bien fuera voluntaria u obligada por la diáspora, los resultados indican que que quienes nos oponemos al régimen comandado por Nicolas Maduro somos mayoría evidente y que su base de sustentación, en cuanto al número de votantes oficialistas, es cada vez menor. No hay dudas al respecto.

La presión nacional e internacional los obligó a simular una condiciones de mayor liberalidad y equidad para esas votaciones con miras a un reconocimiento internacional. Incluyendo el nombramiento de dos rectores no chavistas y la aceptación de misiones de observación internacionales, como fue la enviada por la Unión Europea; de comportamiento realmente independiente. Coincidiendo en sus observaciones y objeciones con las del Centro Carter. Las actuaciones posteriores de los funcionarios y organismos adscritos al régimen desnudaron su verdadera intención y quedaron al descubierto.

Las circunstancias propiciadas por la propia dirigencia opositora no permitieron, a pesar de los números, ganar gobernaciones y alcaldías adicionales a las que ya sabemos. Ese es un tema que ha sido ampliamente analizado por expertos en la materia y que obliga a toda la dirigencia y a todos quienes tengan influencia en la toma decisiones, a tomar conciencia al respecto y actuar en consecuencia. Sin unidad no hay éxito.

Mención especial merecen los acontecimientos de Barinas donde, aún sin unidad, un candidato opositor se impuso por sobre el candidato oficialista. Forzados a reconocerlo debieron acudir a las más burdas triquiñuelas 'institucionales' para arrebatar ese triunfo, por poco margen pero altamente significativo. Fué en Barinas, la tierra de los Chavez. Un solo candidato opositor para las elecciones de enero es de imperiosa necesidad.

Esta surgiendo una ´nueva´ dirigencia política, no necesariamente alacránica, colateral a la existente, particularmente a nivel regional y local que debe ser respetada y tomada muy en cuenta. Los números no engañan. Eso obliga a algunos de los líderes actuales a reconocer que el liderazgo no se conserva solamente por ser candidato para lo que sea en cualquier oportunidad. Se sigue siendo líder cuando se toman y se ayuda a tomar las mejores decisiones en favor de la mayoría por encima del beneficio personal o grupal. Rómulo Betancourt fue líder hasta el final y después de ser presidente nunca más fue candidato a algo.

Los oficialistas vencieron pero no convencieron y eso es extremadamente importante. Se van evidenciando las costuras y las diferentes posturas dentro de ese sector. Su fuerte es la violencia y la tracalería, poder que es difícil de superar a corto plazo pero que no es eterno.

Vale la pena comentar sobre las críticas que han recibido los gobernadores opositores por haberse reunido con Maduro. Si aceptaron las reglas de juego impuestas por el régimen para esas votaciones tienen que seguir en el, en tanto que sea para beneficio de sus estados. Queramos o no, Maduro sigue siendo el presidente de facto y a los hechos hay que atenerse.

Con todo lo ocurrido, especialmente las arbitrariedades cometidas por el sector oficialista, llámese 'gobierno' o partido, no será posible que sean eliminadas las llamadas sanciones internacionales, tampoco el precio puesto sobre las cabezas de algunos funcionarios. Eso sigue así y tiene peso. Los militares de alto rango deben pensar mucho al respecto.

Por último, el informe y hasta la expulsión apresurada de la Comisión Observadora enviada por parte de la Unión Europea dará mucha tela que cortar. Certifica lo ya conocido, lo deja muy claro, escrito y publicado. Fue altamente favorable su presencia y las consecuencias de su actuación están por verse. Si al régimen no le gustó, seguramente es un buen informe, imparcial y justo. Quien reniega de la justicia actúa de esa forma.

A mi entender, los venezolanos, en general, debemos pensar en los aspectos positivos de ese proceso 'eleccionario' y asimilar lo negativo para hacer las correcciones necesarias. Todos debemos convencernos de que el camino electoral ayuda y mucho, en la lucha multimodal en favor de una Venezuela libre, democrática y donde impere la justicia. Hagamos poco caso a quienes se cierran en posiciones extremas porque la mejor estrategia está en explorar todas las posibilidades.

Aprovecho la oportunidad para desearle a todos los compatriotas, dentro y fuera de Venezuela, una feliz navidad, disfrutándola hasta donde se pueda, y un esperanzador año 2022.

Sunrise, Florida

04 de diciembre de 2021

Fue emocionante

Manuel Delgado Campos

Ayer sábado, 13 de noviembre de 2021, ocurrió en mi un torbellino de emociones encontradas, por un lado, ver y oir, con incontenible alegría, a más de docemil músicos tocar al unísono la Marcha Eslava, original de P. I. Tchaikovski, seguida de piezas tan emblemáticas para los venezolanos como lo son Venezuela, de Pablo Herrero y José Luis Armenteros; Alma LLanera de Rafael Bolivar Coronado y Pedro Elías Gutierrez y, por supuesto, nuestro Himno Nacional Gloria al Bravo Pueblo.

Es significativo que la interpretación escogida para optar al Recod Guinnes de la 'Orquesta más Grande del Mundo', haya sido una obra que se indentifica con la lucha de un pueblo oprimido, el servio, contra sus opresores, los turcos del Imperio Otomano. La eterna lucha del bien contra el mal.

Por otro lado, me invadió la nostalgia, que afortunadamente no opacó mi alegría, de sentirme parcialmente ausente o mejor dicho, lejano fisicamente. Al igual que se sentirían millones de venezolanos esparcidos por el mundo, incluyendo muchos de los músicos formados en el Sistema Nacional de Orquestas de Venezuela, independientemente de su credo y pensamiento filosófico para decirlo de alguna manera.

Orgullo especial debemos sentir los compatriotas que creemos en que el sistema democrático que imperó en Venezuela durante cuarenta años desarrolló grandes obras y magníficos programas que perduran en el tiempo. Al respecto, vale la pena destacar el programa de becas Gran Mariscal de Ayacucho y a 'EL SISTEMA' como popularmente se le conoce a esa idea y proyecto del Maestro José Antonio Abreu; prodigio de inteligencia, constancia y paciencia. Cualidades que le permitieron convencer a los dirigentes de esa época para la creación y mantenimiento del mismo. El es merecedor del reconocimiento y más aún, el agradecimiento de todos los venezolanos y de muchos otros en el mundo entero quienes, de una manera u otra hemos sido impactados positivamente por esa idea, ahora realidad tangible que ha sobrevivido a muchas adversidades y que nos une solidariamente a todos, dentro y fuera de Venezuela. Es parte del honor que sentimos de ser venezolanos.

Estoy seguro de que el acto de ayer, con o sin Record Guinnes, marcó un hito en el sentimiento de la mayoría de los venezolanos, motivándonos a luchar denodadamente para que todas las cosas buenas desarrolladas en el país y que actualmente viven una hora menguada, recobren su explendor de antaño y lo superen con creces en un futuro cercano. En primer lugar, nuestro sistema educativo, desde el nivel elemental hasta el universitario, tan vapuleado y maltratado en los últimos tiempos. Que la justicia funcione equitativamente para todos, sin leyes ni instituciones acomodaticias y que, los derechos fundamentales de todos los venezolanos sean respetados.

Hagamos todos el esfuerzo para gestar nuestra propia Marcha Eslava que nos libere del oprobio y logremos borrar de la cara bonita de Venezuela esos lunares malignos que la afean. No importa que se disfracen o camuflen como músicos colándose entre la multitud. Que ni los unos ni los otros se apropien de lo que es de todos sin distingos de raza, religión o credo político. Los buenos somos más.

Vale la pena analizar restrocpectivamente, de manera individual o colectiva, lo bueno y lo malo de los últimos cincuenta años, en pro de mantener y mejorar lo primero, a la par de eliminar o aminorar los efectos de lo segundo. Seamos optimistas.

Sunrise, Florida

Carpe diem

Manuel Delgado Campos

Lo que voy a expresar pareciera como llover sobre mojado, pero no debemos cansarnos de ser reiterativos en la protesta contra el régimen que hoy detenta y usurpa el poder en Venezuela, por la forma en que aviesamente ha vulnerado la dignidad de todos quienes conformamos el denominado sector universitario, al igual que lo han hecho con otros grupos humanos y con las instituciones que ellos representan.

En aras del espacio y tiempo voy a limitarme a los docentes, pero ello es válido, en gran parte, para estudiantes, empleados y obreros.

Sueldos y salarios tan bajos que, si se dependiera exclusivamente de ellos, se estaría en la indigencia. Lamentablemente, hay colegas en esas condiciones. Quien, que se alimente deficientemente, sin recursos para ropa y calzado apropiados, sin medios de transporte propio o público y con la salud desprotegida puede cumplir eficazmente las labores que le son propias y a las cuales quiere dedicarse. Casi imposible.

Y en el caso de que, circunstancialmente, ese profesor tuviese los recursos económicos suficientes, donde y bajo qué condiciones ejercería su actividad de manera digna. Las instalaciones universitarias llámense aulas, laboratorios, talleres o campos experimentales están prácticamente destruidas o tan deterioradas que se hace muy cuesta arriba laborar en las mismas. Que estudiantes pueden recibir enseñanza alguna bajo esas condiciones. La capacidad de sacrificio no es infinita.

No podemos dejar de mencionar las precarias condiciones de seguridad personal, sanitaria, social y jurídica que imperan en la universidad y su entorno. Además, los servicios adicionales indispensables para cumplir de manera adecuada con todas las tareas y labores universitarias son actualmente inexistentes o no operativas. Su mantenimiento y su reposición prácticamente nulos, porque el régimen ha negado, desde hace mucho tiempo, los recursos tanto para los equipos como para el personal correspondiente. Esas personas estan en condiciones similares a las de los profesores y no pueden ejercer apropiada ni dignamente sus obligaciones.

Mención especial merece el esfuerzo perverso del régimen para destruir los sistemas de seguridad social y médico-asistenciales de los universitarios. Los institutos de previsión social y las cajas de ahorro funcionaban con un alto nivel de eficiencia y, gozaban de la aceptación y el aprecio de sus beneficiarios. Ahora, solo que queda el recuerdo de lo que fueron y poco puede hacerse para recuperarlos mientras permanezca en el poder ese grupo delicuencial, cuyo principal objetivo es el de practicar una especie de ''yijad'' contra todo lo que les huele a universidad autónoma y quienes la conforman.

La protesta debe ser de todos porque todos somos los afectados. No podemos dejar solos a los dirigentes gremiales máxime, cuando el régimen se ha empeñado en amenazar, minimizar y casi destruir la labor gremial universitaria. Han utilizado gran cantidad de artimañas, la mayoría de ellas ilegales, contra los dirigentes que de manera digna se oponen al estado actual de cosas. A las autoridades universitarias las han colocado en tan ambiguas y precarias condiciones que se les hace muy difícil tomar las decisiones acertadas y oportunas para contribuir a la búsqueda de las soluciones apropiadas. Están como entre la espada y la pared.

No nos queda otra que protestar y luchar hasta el infinito, si fuera posible, para recuperar y mejorar la Universidad venezolana. Al menos hasta los niveles que tuvimos hace más de veinte años. Los miembros del Consejo de Profesores Jubilados de la UCLA apoyaremos todo lo que pueda hacerse en ese sentido.

Ing. Agrónomo, Ph. D.

Profesor titular (jubilado) de laUniversidad Centroccidental Lisandro Alvarado

Barquisimeto, Venezuela.

12 de septiembre de 2021

¿O QUÉ? FEDECÁMARAS

Manuel Delgado Campos

La gente de FEDECÁMARAS que me disculpe, pero yo me pregunto, o son tontos o se hacen o son cómplices, o tratan de serlo, del régimen que lidera el ilegítimo Nicolás Maduro.

Leí, con cierto detenimiento, el documento publicado hace algunos días por esa organización empresarial y me llamó la atención que para nada se menciona la Asamblea Nacional legítimamente elegida el 2015 ni al gobierno interino de Juan Guaidó, ambas instancias reconocidas por más de 50 países, de los más representativos del mundo occidental y por organizaciones internacionales tan importantes como la OEA y la Unión Europea. Tal situación representa, en la práctica, un reconocimiento total al régimen y a los Poderes que lo conforman.

Es más, resaltan la importancia de la mal llamada Comisión Especial para el Diálogo, la Paz y la Reconciliación Nacional de Venezuela, la cual es parte de la parafernalia instalada por el régimen causante de todos los males que afectan a nuestro país desde hace muchos años, sin intenciones de rectificación.

Si actuaron de buena fe, creo que apuntaron mal, porque ese no es el "target" que les comprará sus ideas y proposiciones, buenas casi todas, y sus "buenas" intenciones. Si lo hicieron calculando algún beneficio particular o sectorial, sin considerar al país integralmente y sus circunstancias actuales, muy mal hecho por decir lo menos. Sacar ventaja de situaciones coyunturales poco favorece las soluciones más justas y permanentes.

El problema de Venezuela deriva hacia lo económico y social pero, es esencialmente político y por lo tanto todos los actores partidistas y de otra índole deben ser convocados. El PROBLEMA es integral y de esa manera hay que intentar la solución. Estoy convencido de que afincar al régimen sin respuesta positiva de su parte, no contribuye al restablecimiento del estado de derecho y de justicia en Venezuela.

20 de febrero de 2021

Yo lo viví, yo lo sentí y así lo cuento

Manuel Delgado Campos

Hace sesenta y tres años cursaba yo tercer año de bachillerato en el Liceo Agustín Codazzi de Maracay y recuerdo que durante varios meses hubo mucha agitación y manifestaciones estudiantiles en las cuales, probé por primera vez el fuerte olor y el mal sabor de los gases lacrimógenos. Yo no entendía mucho lo que estaba pasando porque era muy poco activo en lo que más tarde comprendí eran actividades políticas.

Ya en los primeros días del mes de enero de 1958 si me enteré de muchas cosas de las que antes casi nada se hablaba en familia, por ejemplo, por qué algunos parientes no podían visitar su Yaracuy nativo y por qué otros no podían dar clases en las escuelas públicas a pesar de ser maestros normalistas. Se develó el secreto de que eran miembros no muy connotados de un partido político proscrito, razón por la que no estaban presos, pero si confinados en su propio país.

El 23 de enero todo cambió con alegría cuando, una combinación de fuerzas y circunstancias permitió derrocar a quien por mucho tiempo consideramos que sería el último dictador venezolano: Marcos Evangelista Pérez Jiménez, elegido por el mismo y la Guardia Nacional. Personaje que confundió el concepto de progreso con el de la construcción masiva de obras civiles, monumentales y muy visibles. Muchas de poco impacto social. Podemos reconocer que dio continuidad a obras iniciadas o proyectadas por gobiernos anteriores, las cuales, de cualquier manera, se hubieran construido. Autopistas, avenidas, hoteles, algunos hospitales, edificios públicos y muchas viviendas en Caracas. Muy pocas edificaciones educativas, acueductos y sistemas de disposición de aguas residuales.

El analfabetismo superaba ampliamente el 50% de la población y las oportunidades de estudio post bachillerato eran prácticamente nulas para los estudiantes de bajos recursos económicos. Pocas instituciones universitarias y el alto costo de las matrículas era los dos principales obstáculos. La vía de escape para algunos fueron las instituciones militares, un poco mejor atendidas y además, daba la oportunidad a sus graduados de incorporarse a la clase dominante de entonces.

La etapa que se inició el 23 de enero de 1958 trajo consigo la reinstauración de un sistema de libertades, democrático y formal, de reconstrucción institucional del cual disfrutamos por cuarenta años, con muchas fallas y limitaciones pero que permitió tener un largo periodo de progreso sostenido y continuidad administrativa. Se fue gestando paulatinamente un país moderno, de lenta pero positiva inserción social gracias a la fuerza que se le imprimió a la educación, al menos durante los primeros veinte años. Un país estable, abierto al mundo y donde progresar honestamente no era difícil.

Insisto en el aspecto educativo porque durante el período democrático se multiplicaron los centros educativos de todos los niveles, hubo incorporación masiva de maestros y profesores, incentivos en forma de becas, ayudas estudiantiles, residencias y comedores casi gratuitos.

Eso permitió que muchos jóvenes con pocos recursos económicos cursaran estudios tanto a nivel técnico como universitario. Técnicos y profesionales que luego fueron útiles a si mismos, a sus familias y al país. Ejemplos comprobables de lo afirmado lo constituyen el Instituto Nacional de Cooperación Educativa (INCE), la gran cantidad de escuela técnicas construidas y los diversos programas de becas de estudio, entre los cuales destaca el denominado Gran Mariscal de Ayacucho. Todos aplicados sin discriminación política partidista. Han sido varios los libros publicados donde se deja constancia de todas las buenas obras y acciones de la democracia liberal que vivimos en esos cuarenta años.

Desafortunadamente, el comportamiento humano no es homogéneo, por lo que en ese periodo de crecimiento y prosperidad, entre tantos buenos se colaron algunos malos, los poco honestos, los pícaros y los corruptos, a quienes hicieron comparsa los resentidos de épocas anteriores, los seguidores de filosofías contrarias a la democracia y los nuevos resentidos que, por alguna razón, no accedieron a lo que ellos creyeron era un botín a repartir, los beneficios del poder.

Los gobiernos democráticos, buenos o regulares, defendían su obra de cinco años en cada oportunidad, pero poco hicieron por sembrar en la mente del pueblo el valor de ser libres, democráticos e institucionales. Que la permanencia y vigencia de las instituciones del Estado debían estar por encima de los gobiernos de turno no fue algo que caló en lo profundo de la conciencia de los venezolanos.

En cada cambio de gobierno cambiaban no solo los jefes máximos de las instituciones, si no también el funcionariado medio, independientemente de si esa institución y su personal lo estaban haciendo bien o mal. Como consecuencia se cambió el sentido de permanencia y de pertenencia institucional por el de pertenencia al carnet partidista, creando desconfianza, inseguridad laboral e incremento del clientelismo político.

Todas esas circunstancias, que ni los dirigentes y menos aún el pueblo llano pudieron analizar ni asimilar, alimentaron una sensación general de malestar y de convencimiento de que el sistema democrático formal se estaba agotando. Se configuró entonces una situación que fue aprovechada por los depredadores, internos y externos, disfrazados de salvadores para dar los conocidos zarpazos a la democracia, primero como golpes de estado aparentemente fallidos y luego, mediante una irracional campaña política colmada de propaganda engañosa no refutada eficazmente. El funesto resultado fue que de ello se convenció irresponsablemente a una gran mayoría de los venezolanos.

Para alivio de mi conciencia y de mi espíritu nunca he estado en ese grupo. Estoy tan convencido de que le debemos tanto a la democracia liberal que no hay fuerza en este mundo que pueda hacerme pensar lo contrario. Igualmente creo, sin lugar a dudas, que la democracia es perfectible y que sus fallas y errores, todos humanos, se corrigen con más democracia. El tiempo me ha dado la razón, piensen en lo que fue Venezuela hasta 1998 y lo que es ahora, cuando ya ni país puede llamarse dignamente.

24 de enero de 2021

Venezolanos, todos presos

Manuel Delgado Campos

En las noticias del martes 19 de enero de 2021, hubo dos expresiones que me llamaron la atención y que me llevaron a leer otras del mismo día o a recordar algunas anteriores. Las mismas fueron una, del Papa Francisco en comunicación dirigida a Monseñor Baltasar Porras que decía así: al pueblo venezolano probado por sufrimiento causado por el azote de la pandemia, la arrogancia de los poderosos y la creciente pobreza que lo estrangula; la otra, una declaración del Foro Penal Venezolano informando, que al momento, existen 354 presos políticos en Venezuela.

Lo anterior mi hizo pensar que todos los venezolanos, en diferentes circunstancias y lugares, estamos presos por razones políticas.

Primeramente, quienes sub viven en los múltiples calabozos y mazmorras que el régimen tiene diseminados por todo el país, principalmente en Caracas y sus alrededores. Allí están, al menos, los 354 mencionados.

Pero ¿qué libertad tienen aquellos que viven arrinconados por la extrema pobreza, la mala salud no atendida, la ignorancia y la falta de atención educativa? Muy poca, por no decir ninguna. Ellos son presos por causa de las políticas nefastas desarrolladas por el régimen castro-comunista desde hace mas de veinte años. Esa pobreza estrangula, paraliza, apresa bajo el comportamiento arrogante de los poderosos dirigentes y agentes del régimen, quienes no dudan en arrestar definitivamente a quien protesta por esa prisión de collar no-electrónico, cual es la miseria a la que cotidianamente está sometida la mayoría de la población venezolana.

Otros, con algo mas de recursos económicos, tampoco son libres porque ellos sufren grandes restricciones de movilización y comunicación debido a la falta o altísimo costo de los combustibles, deficientes servicios públicos de electricidad, teléfonos, internet, televisión y el exceso de alcabalas y puntos de control a todo lo largo y ancho del país. Ellos están presos en su casa, en su condominio, en su barrio. En otras palabras, tienen la ciudad por cárcel.

Mencionaremos a otro grupo de venezolanos que de alguna manera no sufre de grandes restricciones económicas y por esa razón, cuentan con los recursos financieros para pagar el combustible a cualquier precio y pagar las coimas exigidas para hacer o dejar de hacer en las alcabalas, oficinas del régimen y cuarteles. Esos tienen libertad condicional, si, a condición de que paguen lo exigido y eso también tiene un límite.

Poniendo a un lado las restricciones para viajar por causa de la pandemia del Covid-19, los venezolanos no podemos movilizarnos libremente hacia el exterior o desde el exterior hacia Venezuela porque el régimen impuso una política restrictiva, declarada o no, en cuanto a la emisión de pasaportes y sus prorrogas, mantenimiento de flotas aéreas y de aeropuertos, restricciones arbitrarias para el egreso o ingreso al país, numero de países con los cuales poder conectarse directamente y otras tantas. Hasta por tierra es casi imposible viajar legalmente a los países vecinos porque las autoridades del régimen asociados a grupos irregulares y delincuenciales tomaron para si el control de las fronteras. Salir o ingresar a Venezuela puede ser de todo menos un ejercicio de libertad, en último caso, una expresión del libre albedrio cuando las personas asumen el alto riesgo de huir por los caminos verdes. Total, que en este caso, se establecieron dos amplias prisiones, una interna y otra externa.

Por último, habría muchas dudas sobre la capacidad de libre movilización de los dirigentes y funcionarios del régimen, incluyendo sus altos jerarcas. Dentro de Venezuela deben estar acompañados de numerosos guardaespaldas y escoltas, que dudo sean de su entera confianza. No hay lugar público al que sean bienvenidos. Al exterior tampoco pueden ir porque, de acuerdo a la justicia internacional, la mayoría de ellos tiene órdenes de captura y precio a su cabeza. Ellos son presos de su propio miedo, de sus actuaciones políticas y personales. Solo le queda refugiarse en sus cuarteles, en sus bunkers, en sus palacios. Venezolanos, todos presos.

20 de enero de 2021

Es triste, mas que estricta

Manuel Delgado Campos

Lo que voy a contar a continuación sonará repetitivo en cuanto a la información contenida, pero quiero expresarlo desde el punto de vista de un ciudadano venezolano común, no un experto médico, economista o politólogo. Alguien que sufre y poco disfruta de lo que está ocurriendo en el mundo y particularmente en Venezuela.

Al respecto, he tomado como punto central de referencia la pandemia causada por el COVID-19, la cual ha dado tanto de que hablar como problema y es triste percatarse de que el tema ha sido muy mal manejado en todo el mundo, sobre todo en cuanto a la cuarentena, a veces laxa, otras estricta, pero que no ha funcionado tal como se esperaba y mucho menos como se deseaba.

Nunca ha sido fácil cumplirla, entre otras razones porque no siempre fue acompañada con suficiente fortaleza de las otras medidas preventivas, tales como el uso conveniente de las mascarillas apropiadas, del aseo personal y del distanciamiento social requerido. Respecto de este último aspecto es triste haber visto y seguir viendo mucha gente en las aglomeraciones más diversas, filas para hacer compras, unidades de transporte público casi desbordadas y, particularmente, espectáculos y fiestas con asistencia masiva.

Es triste que mientras algunos morían de tristeza o por otras causas encerrados en sus casas, otros, irresponsablemente, cometían actos que propiciaban la diseminación del virus y que de alguna manera llegarían a contagiar a los confinados.

Ha sido especialmente triste la forma en que este inmenso problema ha sido tratado en nuestro país aún desde sus días iniciales. Se comenzó con un sobre aislamiento y casi inmovilización de la población con una antelación exagerada, apelando con malicia a un motivo que si bien existía, la amenaza del COVID-19, ocultaba otro más urgente y quizá menos letal como lo fue la falta de gasolina.

Es triste que el régimen informara que el bajo número de casos en marzo 2020 se debiera a las medidas tomadas. La situación actual te indica que lo aseverado no se ajustaba a la verdad. Sucede que el país ya estaba casi paralizado internamente y muy aislado internacionalmente. Con o sin pandemia. La escasez de gasolina hacia muy difícil la movilización, aún entre poblaciones cercanas y el número de personas que viajaba desde el exterior hacia Venezuela era mínimo, casi insignificante en comparación con el movimiento aéreo y marítimo entre otros países.

Es triste que se aprovechó la ocasión para aumentar la represión política y de cualquier tipo de manifestación ciudadana, con el declarado objetivo de la protección de la salud del pueblo, tal como se ufanan los veceros del régimen en las abundantes cadenas de radio y televisión.

Es triste que se le dio un carácter casi exclusivamente militar-policial a las medidas anti pandemia y pareciera, que se cambió el lema de plomo al hampa por el de plomo al virus o a sus portadores. Hombres armados hasta los dientes, con armas de alto poder de fuego, ballenas y tanquetas. Todo un armamento para combatir la pandemia.

Es triste que por esa orientación de las medidas se diera lugar a numerosos incidentes abusivos y casi criminales, tal como el ocurrido con la abogado Eva Leal, agredida violentamente por una teniente de apellido Palmera. Una simple transgresión de una normativa de horario se transformó en un hecho noticioso de alcance internacional, casi equiparable al asesinato del señor Floyd por parte de un policía estadounidense. El abuso policial puede ocurrir en cualquier país y donde quiera que ocurra es condenable.

A manera de comentario ligero sobre ese incidente, es válido expresar que el mismo ocurrió cerca de un bosque llamado Macuto, que no es un Edén ni tiene arboles de manzana, pero si muchas palmeras y el barrio más cercano se llama El Manzano. Sucede también que fue Eva la primera mujer bíblica, la que cometió el pecado original. Y que, siendo leales a la historia, esto sería argumento para una novela o película que podría llevarse hasta una Palma de Oro, no de plomo.

Antes de volver mucho más en serio sobre la dramática situación que hoy vive nuestro país, también es triste y anecdótico el hecho de que los nidos de amor que existían como hoteles, en la vía Caracas-Los Teques, hayan sido transformados en nichos de temor para tener allí confinados a muchos sospechosos de ser portadores del conocido virus. Es triste también sospechar que a pesar de lo bien equipados que deben estar esos hoteles, la precaria situación en que viven no les permite a sus huéspedes tirar la casa por la ventana.

Es triste que se restrinja exageradamente la movilización de personas entre municipios adyacentes, sobre todo cuando configuran una conurbación interdependiente. Tal es el caso de los municipios Palavecino (Cabudare) e Iribarren (Barquisimeto), el primero es esencialmente una ciudad dormitorio cuyos habitantes, en su mayoría, laboran o ejercen alguna actividad en Barquisimeto. Se les está condenando, por una parte, a la inanición y por la otra, a ser transgresores de una norma establecida aceleradamente y sin un análisis a profundidad. Para mayor explicación de este ejemplo, podemos informar que desde el extremo oeste de municipio Iribarren, casi en Quíbor, a la población de Santa Rosa hay unos veinte kilómetros y se podía viajar sin restricciones legales, pero desde la urbanización La Hacienda (Palavecino) a la misma Santa Rosa, tres kilómetros, no se puede. Por cierto, que esa urbanización, aislada y casi privada, depende muchísimo más de Barquisimeto que de Cabudare.

Es triste que a la población más vulnerable económicamente se le someta a esa restricciones de movilidad, que ya de hecho ocurrían por las falencias del transporte público, mientras no se les suministra de manera deseable agua potable, electricidad, gas y otros servicios públicos. Al tiempo de que tampoco gozan de empleos apropiados para generar los ingresos mínimos para su sustento. Dependen, en su mayoría, de una errática distribución de bolsas de alimentos controlada por los miembros de un partido político y sus asociados.

Es triste percatarse que de ahora en adelante es cuando la pandemia nos afectará más severamente, haciendo evidente nuestra precaria situación sanitaria en general y hospitalaria en particular. Pobre mantenimiento de la infraestructura y muy baja dotación de equipos e insumos. Personal desprotegido, mal pagado y en muchos casos amenazados si manifiestan sus quejas y las fallas en sus instituciones.

El llamado de atención sobre todo lo descrito no puede ser solamente a los personeros del régimen y a los funcionarios públicos, es también para todas las personas, independientemente de su pensamiento político, religioso o de cualquier otra índole. Si todos tomamos conciencia de lo que está pasando, saldremos adelante con mas alegrías que tristezas de esta situación.

Ingeniero Agrónomo, Ph.D. Profesor titular (J) UCLA

Barquisimeto, 29 de junio de 2020

Reglamentismo exagerado

Manuel Delgado Campos

En América Latina y particularmente en Venezuela es tradicional que seamos exageradamente reglamentistas; para casi todo tenemos una ley, un reglamento, una norma, un estatuto, siempre con la noble intención de que las personas actúen dentro de unos patrones de comportamiento deseables y aceptables por la sociedad. Esto es particularmente aplicado a las instituciones públicas del país.

La reglamentación, en general, tiene sus ventajas pero también enormes desventajas cuando no se usan apropiadamente, particularmente cuando no nos cuidamos de su obsolescencia ni aplicamos los correctivos a tiempo y acertadamente.

Esta situación en Venezuela se ha exacerbado durante los últimos veinte años durante los cuales han sido promulgadas leyes para casi todo pero la mayoría de ellas violadas, con mucha frecuencia y sin el consiguiente castigo.

El ámbito universitario no escapa a esa condición, la cual ha frenado, en cierto grado, el apropiado desarrollo y progreso de las instituciones del sector, haciéndolas aún mas vulnerables a los factores adversos a las mismas. Esa exagerada reglamentación promueve la rutina, la inflexibilidad cuando de cambios se trata y limita la capacidad de innovación.

A ese respecto y a manera de ejemplo, existen múltiples reglamentos con relación a cuál debe ser el comportamiento de estudiantes y profesores, pero cuando alguno de ellos se salta, no solo el reglamento correspondiente, sino también el comportamiento ético acorde con su condición universitaria, son tantos los vericuetos legales y sub legales a los cuales se apela, que la sanción o castigo nunca llega o se aplica muy tardíamente. Sucede que, a veces, creamos marcos demasiado rígidos de cumplir pero procedimientos sancionatorios demasiado laxos y complicados.

Otro ejemplo fehaciente son los reglamentos de ingreso de profesores los cuales, hacen prácticamente imposible que un profesional o científico de reconocidos y demostrables méritos pueda ingresar, por primera vez, a la carrera docente en las categorías superiores del escalafón. Se sigue manteniendo la categoría de instructor como la vía preferencial de ingreso, destinada a profesionales recién graduados de poca o ninguna experiencia. Eso supone para las universidades un exagerado costo económico y de tiempo en la formación de su personal académico.

Las equivalencias y revalidas, de acuerdo a las disposiciones reglamentarias existentes, se manejan de manera muy arcaica, con base a los contenidos de materia por materia, sin ninguna consideración a la integralidad de la formación del aspirante a incorporarse, a mitad de camino, a una carrera o aquel que aspira a ejercer legalmente una profesión universitaria sin ser graduado de una universidad venezolana. Esta situación se hará cada vez más compleja a medida que aparezcan nuevas carreras y profesiones con diferentes nombres pero con contenidos muy similares.

Lo mencionado anteriormente nos lleva a pensar que la adaptación de nuestras universidades a un mundo en rápido y permanente cambio ocurre, en muchos casos, muy tardíamente, lo que trae como consecuencia, entre otros aspectos, lo lentos que se hacen los cambios de programas y curricula, no solo en cuanto a sus contenidos sino también en los métodos de enseñanza de los mismos, dificultando adaptarlos a las nuevas realidades locales, nacionales y mundiales.

La rigidez reglamentaria da poca oportunidad a cada profesor de innovar para mejorar los procesos de enseñanza-aprendizaje acorde con las características de cada materia, cada especialidad, cada ciencia, encasillándolas todas bajo un mismo patrón.

Sobre este tema, estoy convencido de que deben existir las leyes, reglamentos y normas necesarias como guía general para el buen funcionamiento institucional, pero con las vías procedimentales que propicien el dinamismo y la capacidad de actualización permanente de nuestras universidades, de acuerdo con los avances de la ciencia, de la tecnología, la cultura en general y en particular con el progreso de la humanidad a la cual pertenecemos.

Sobre este particular seguramente encontraremos posiciones encontradas entre los más tradicionalistas y los muy proclives al cambio, pero siempre, mediante el análisis y la discusión, ha de encontrarse un punto de equilibrio que beneficie a nuestras universidades. LQQD.

Profesor Titular (J), UCLA, Ingeniero Agrónomo, Ph.D.