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Manuel Delgado Campos

Reflexiones en cuarentena

Manuel Delgado Campos

El encierro cuarentenario me ha obligado, por una parte, a permanecer en el país más tiempo del que tenía previsto y por la otra, dedicarme a actividades no cotidianas, las cuales eran mi obligación como profesor universitario y Presidente del Consejo de Profesores Jubilados (CPJUCLA) de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado.

Por lo que, aunque suene redundante, deseo expresar una serie de preocupaciones, convertidas en angustias, respecto del quehacer universitario, con énfasis en lo que atañe a los jubilados.

Nuestras actividades se han visto tan reducidas que hasta se podría decir que anuladas. No es que fueran muchas, porque regularmente estaban limitadas a reuniones de frecuencia mensual de tipo cultural y recreativo, con preponderancia de lo musical, todo ello aunado a eventos deportivos propios de las personas de juventud prolongada.

Esa reducción no puede achacarse exclusivamente a la “cuarentena pandémica” la cual, por larga que sea, siempre será temporal. No, eso viene desde tiempo atrás cuando los recursos, tanto los asignados por el Estado Venezolano como por los aportes directos de los profesores, fueron disminuyendo drástica y continuadamente desde hace varios años, lo cual reduce la capacidad de desarrollar las mencionadas actividades.

Se suma a lo anterior, la baja capacidad de movilización de los profesores tanto en sus propios vehículos como en el deficiente transporte público. Causado también por los ínfimos sueldos y pensiones de jubilación. Si los llamamos irrisorios no es porque causen risa si no que más bien dan ganas de llorar.

Colateralmente, aunque no es responsabilidad directa de los gremios de jubilados, los sistemas de previsión social están prácticamente colapsados y es casi imposible atender los casos de hospitalización y cirugía y, muy deficientemente las consultas médicas externas al igual que los servicios de laboratorio.

Las sedes sociales, tanto las de profesores como las de empleados y obreros han sido invadidas o vandalizadas y en el mejor de los casos, en franco deterioro por falta de recursos para su mantenimiento.

En total, que la denominada cuarentena o más bien toque de queda, simplemente ha sellado con broche de maldad la actividad universitaria en general. No ha quedado hueso sano. Los ataques alevosos y continuados contra la infraestructura universitaria han causado mella en casi todo.

La alternativa de trabajo a distancia, a través de las diversas redes comunicacionales son, a veces, casi una falacia. Las fallas eléctricas, telefónicas y de la internet dificultan enormemente la intercomunicación. Situación esta que no es exclusiva de la UCLA si no que afecta por igual, en mayor o menor grado, a todas las universidades y otros centros educativos y de investigación.

Que podríamos hacer al respecto para paliar la situación mientras llega el “día después”, para el cual si hay muchos y muy buenos estudios y proyectos listos para ser aplicados. Yo me refiero a lo que pudiéramos hacer desde ya.

Con relación a la situación socio- económica de los profesores es muy poco lo que podemos hacer en la actualidad. El régimen nos tiene de manos atadas hasta para hacer elecciones de nuevas juntas directivas de los gremios.

Pero los profesores si podríamos hacer algo en favor de los estudiantes, en particular de los que están en los últimos años de carrera y a punto de graduarse. Un poco de sacrificio y una liberalización de criterios puede ayudar al uso de las ventanas, a veces abiertas, de los sistemas comunicacionales, para atender la culminación de algunas unidades curriculares y en particular trabajos especiales, informes de pasantías y trabajos de grado, sin necesidad de la presencia física.

No debemos aferrarnos como a un dogma de fe a los métodos tradicionales de enseñanza. Tengamos plena confianza en la responsabilidad y honestidad de nuestros jóvenes. Ellos son los más interesados en hacerlo bien ahora y en el futuro. Si algunos de nosotros no estamos al día con las más recientes tecnologías comunicacionales, seguramente encontraremos quien nos ayude y asesore. Hagamos el esfuerzo. La juventud en formación y Venezuela como nación lo agradecerán.

Para concluir, con relación a esta situación tan generalizada, me permito expresar que no hay que ser muy avispado ni de mente muy ágil para señalar unos culpables, quienes se han dedicado con la mayor tenacidad y alevosía a la destrucción de Venezuela.

Ingeniero Agrónnomo, Ph. D.

Profesor titular (J) de la UCLA

Barquisimeto, 08 de junio de 2020