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La adivina comedia

Opinión
Artículos de opinión
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Tiempo de lectura: 2 min.

El régimen tiránico, a punto de consolidarse como dictadura, ha montado a plena luz del día y delante de todo el mundo un sainete llamado asamblea nacional prostituyente; una farsa, una bufonada que se convertirá en una tragedia cantada si logra bajar el telón con el caricato elenco en primer plano y con el guión comandado por las cheer leaders corifeas y coorinadoras del poder expectoral tan farsantes como quienes, en comparsa y al son de la sambuca, pescuecean por salir y aparecer en el reparto en busca del banquete y las canonjías prometidas y ofrecidas pero nunca repartidas.

Esa comedia adivinada por todo el mundo dentro y fuera del escenario, se presenta como la panacea de todos los males que trajo el régimen dizque revolucionario y bolivariano, pero precisamente sabemos que es otra ficción, una nueva parodia del poder para preservar el poder mismo en su propio beneficio y dejando al soberano sin pan ni circo y cada día más ávido de justicia, de libertad, de democracia, de decencia jurídica y de pudor institucional.

El averno que sufrimos será recordado como un edén en comparación con lo que nos vendría de esas villas y castillos que dibuja la misión viviendo a Venezuela, pues los que quieren perder y perderse son cegados por el Creador para que su paso al más allaíta sea quizás más traumático. Algunos de los bufones que bailan la conga en esta hora loca de la prostituyente fueron tomados por muchos de los aplaudidores como gente seria, pero resultaron ser tan farsantes como quienes les tiran la comida para que la recojan en esa merienda de indigentes refugiados aspirando, al menos, a que se las sirvan, y en un plato.

Los que creen en la paz de los sepulcros, pajaritos preñados, vacas voladoras y huevos de avioneta pintados en ese enredo comicial no saben lo que hacen, pero igual que los demás llorarán lágrimas negras y amargas porque su conciencia, que de seguro aflorará como delicuescencia, les mostrará la miseria infernal en sus lares, en sus propios nidos, sin siquiera unos cuantos bolos “fuertes” ni el plato de lentejas tantas veces prometido.

Desde ya la comedia se adivina y sus resultados se sopesan, pero nada podrá hacerse cuando el destino nos alcance y la tragedia que se vislumbra pase de ser algo virtual para transformarse en la realidad que muchos tememos pero que los actores por el régimen amancebados continúen silbando y tarareando la pegajosa musicalidad que produce el dinero contante y sonante, el puñado de dólares que la vil revolución y su ambición profesional sembraron en sus mentes retorcidas por la codicia. Sin embargo, pagarán; seguro que lo pagarán caro, la taquilla devolverá el costo del boleto…