Si uno viaja en el tiempo, pero hacia el pasado, puede recordar que el partido Social Cristiano Copei nació con el estigma de fascista por su apoyo a la dictadura de Francisco Franco, en España, y Acción Democrática etiquetada como marxista gracias a los antecedentes de Rómulo Betancourt en su sarampión juvenil. Con el paso de los años Copei se deslastró de esa carga y pasó a ser un partido comprometido con la democracia y Acción Democrática demostró que no tenía nada que ver con el marxismo y menos con el comunismo soviético y luego cubano.
Los militantes de ambos partidos se ofendían si alguien los llamaba de «derecha» que era la acusación que les hacían constantemente el Partido Comunista primero y luego el MIR y el MAS. Ya no había derecha en Venezuela, los dos partidos que se alternaron en el poder durante cuarenta años eran socialistas y a mucha honra
Voy a obviar la llegada de Chávez al poder, asunto con el que se pueden llenar bibliotecas enteras y aterrizo en el régimen de Nicolás Maduro que de comunista lo único que tiene es la sumisión al régimen cubano. Claro que ellos se autoproclaman de Izquierda. Lo mismo que los Kirchner y en general el peronismo en Argentina, aunque el peronismo a lo largo de su funesta historia ha dado para todo.
Hubo unas primarias el 13 de agosto, el kirchnerismo se derrumbó y la candidata liberal-conservadora quedó a dos puntos del ganador. ¿Y quién es el ganador?, Javier Milei, un personaje que parece salido de la película argentina «Relatos Salvajes». Se proclama admirador de Donald Trump y de Jair Bolsonaro, se relaciona con el partido VOX, de España. Tiene entre sus propósitos, si gana la presidencia, permitir la venta libre de armas y de órganos humanos. Es «anarcocapitalista» lo que el mismo define como «enemigo del Estado». Niega el cambio climático. Es anticlerical y califica al Papa Francisco como una «encarnación del comunismo». Y, en caso de ganar la presidencia, eliminará los ministerios de Educación, Salud y Desarrollo Social que son «las cajas negras que usan los políticos para enriquecerse».
Si esa gran parte de los votantes por Milei que fueron los más pobres en las regiones y zonas más desasistidas, se hubiesen enterado que el programa anarcocatastrófico de su candidato es eliminar el gasto social, jamás lo habrían votado. Pero su voto y el de todos quienes sufragaron a favor del estrafalario ultraderechista no tuvo que ver con su programa, ni se enteraron. Fue el voto del hartazgo, de la venganza, un voto revanchista contra la clase política tradicional. Como el voto por Hugo Chávez en diciembre de 1998.
Imaginemos que Milei gana la presidencia y enseguida se declara enemigo del gobierno de Nicolás Maduro, ¿qué haría la oposición venezolana, la institucionalizada y la del común, la de Twitter, Facebook o Instagram? Puedo aventurar que la mayoría se proclamaría Pro-Milei.
Hemos llegado a un punto en que los términos Izquierda y Socialismo se han convertido en sinónimos de chavismo-madurismo. No queremos ver que existen Izquierdas democráticas como fue el MAS en Venezuela y como ha sido hasta ahora el gobierno de Gabriel Boric, en Chile.
Y países socialistas con avanzadas democracias como los escandinavos. Es así como de pronto ser de Derecha es la única respuesta que sirve de contrapartida al régimen que nos martiriza desde hace 24 años.
Con la mejor buena fe, algunos de mis más apreciados contactos me han enviado un supuesto himno de la Derecha con la petición de hacerlo viral. El texto que presenta el himno, dice: «Esta canción se está cantando en todo el mundo y se está convirtiendo en un himno mundial. El planeta ha despertado y está haciendo perecer el mal que la Izquierda le hace a la vida de todos los seres humanos» El video muestra una multitud que se va formando hasta constituir decenas de miles de personas que cantan bajo la dirección de un señor setentón, una canción en inglés con el siguiente texto: «Necesitamos despertar, estar alertas, necesitamos abrir nuestros ojos ahora. Necesitamos construir un futuro mejor y necesitamos empezar ahora. Por un planeta verde y limpio, no hay que esperar ni dudar, el planeta tiene un problema y hay que resolverlo ahora».
El fondo musical, para sorpresa de los enterados (por viejos) es Bellaciao, la canción de los partisanos italianos durante la segunda guerra mundial, luego himno antifascista, después secuestrada por los comunistas y ahora cantada en varios idiomas y países como un canto de libertad y de paz.
Una canción que habla de proteger el planeta de la contaminación («queremos un planeta verde y limpio»), no puede ser de ninguna de las ultraderechas que conocemos empezando por Donald Trump y su clon Jair Bolsonaro. Las derechas son absolutamente negacionistas del cambio climático y opuestas a cualquier acción internacional para enfrentarlo.
La reacción ante la supuesta Izquierda (en realidad es fascismo) del régimen inaugurado por Chávez y continuado (además de empeorado) por Maduro, ha provocado simpatías por Donald Trump, por VOX, por la Meloni, por el brutal Bukele y por todos aquellos para quienes la democracia como la conocimos, con respeto a la Constitución, a las leyes, a los derechos humanos y a la convivencia respetuosa entre opuestos, es un trasto viejo que podemos botar a la basura. ¡Qué tiempos maravillosos cuando la mayoría no estaba obligada a elegir entre extremos, ser del centro era tan cómodo!
Paulina Gamus es abogada, parlamentaria de la democracia.
Twitter: @Paugamus
https://talcualdigital.com/la-derecha-dura-pisa-fuerte-por-paulina-gamus/