Lo ocurrido en nuestro país, el bestial e inaudito desconocimiento del régimen de la multitudinaria y rotunda voluntad popular expresada en la pasada elección presidencial, no es un incidente político cualquiera, con gravísimas consecuencia en todos los sectores y áreas del país, como para solamente quedarnos en cuestionamientos teóricos, proclamas o censuras, no, es un arrebato monstruoso de la verdad como muy pocos se registran en este mundo moderno y civilizado en que estamos y la respuesta debe ser proporcional y por supuesto de diametral sentido contrario que origine resultados concretos.
Se que nosotros, los venezolanos, somos el meollo, el epicentro del problema y como tal estamos emplazados e inmensamente obligados más que los demás, por deber con la Patria, con democracia, la justicia y con nosotros mismos, a atenderlo y resolverlo a satisfacción de la verdad, pero las naciones civilizadas del mundo libre deben también sentirse obligadas y no quedarse solamente en declaraciones y manifestaciones principistas, que son convenientes y pertinentes que agradecemos inmensamente, pero insuficientes, les falta acción concreta, hechos prácticos y contundentes a la altura de la magnitud del inmenso problema planteado que puede ocasionar graves distorsiones en la región.
Ahora bien, la paciencia del pueblo no es ilimitada, no es eterna, tiene sus límites, ella la paciencia, puede tocar un nivel tal que disponga no aguanta más y explote, si ya no hemos llegado a ese nivel pienso estamos bastante cerca y de ello ocurrir con seguridad será dejando atrás vías ortodoxas y apelando a hechos concretos podemos presenciar consecuencias que nadie desea y que lamentaríamos por siempre. Todo depende mucho de la actitud del régimen y si desde allá, desde el poder, nos lanzan plomo no pueden esperar que le devolvamos margaritas.
Desde esta nota formulo un clamoroso llamado al régimen a parar la persecución por pensar distinto y defender la verdad, a parar la judialización de los actores que buscan se respete y acate la decisión popular y que se disponga a dialogar para entre todos buscar caminos que nos conduzcan a la solución de esta dramática crisis nacional.
El silencio e inactividad de los últimos días no debe interpretarse como resignación, es solamente una posición expectante y esperanzadora con mucho optimismo a la espera que el régimen rectifique y articulemos juntos la solución que el país reclama. El silencio popular habla a estruendosos gritos se respete y acate la verdad que eligió a Edmundo González como Presidente de la República.
Si el régimen dice haber ganado ¿Por qué no presenta las pruebas que son las actas de votación de las mesas electorales del país y enrostrarnos que estamos equivocados? No lo hace ni lo hará porque sabe que allí solo está el triunfo abrumador del cambio. Como no presentarán las actas que es lo único que despeja las dudas, nosotros seguiremos en la lucha hasta el final y él, el final en esta etapa, es el triunfo de la justicia que es la verdad.