La política es una ciencia y un arte a la vez que trata sobre el gobierno de los Estados y de la organización administración de los mismos. Siendo la política el todo en el gobierno y su administración, también lo es en nuestra sociedad en su conjunto, nos toca y compromete a todos por estar todos comprometidos en ella, queramos o no. Como todos somos diferentes en pensamiento y a veces en palabras y obras, para lograr desenvolvernos en paz y civilizadamente es necesario y fundamental el diálogo y el acuerdo entre los factores involucrados, ello es esencial y lo demanda la política.
Jesús, el Enviado de Dios a la tierra, fue cuarenta días al desierto, con la seguridad que se encontraría con el diablo y dialogaría con él. Jesús no le temió al diálogo por tener la verdad y ser la vida. El diablo lo tentó severamente tres veces, pero antes las tentaciones el Enviado hizo valer su verdad. Jesús regresó a Galilea conforme con la verdad y Satanás se marchó derrotado en sus obscuros y maléficos deseos.
Como dijo José Artigas, prócer de la independencia uruguaya, “Con la verdad no ofendo ni temo”. Si tenemos la verdad ningún temor o presunción debe frenarnos de proclamarla y defenderla hasta hacerla triunfar, en cualquier escenario que sea necesario, por muy áspero e indeseado que sea. Por ello sostengo que debemos presentarnos con nuestras actas que son la verdad limpia y definitivas, en todas las instancias que consideremos, por ley o por circunstancias que debemos atender por el bien de todos.
Es necesario que la inteligencia política se profundice y busque caminos para superar esta incierta situación en paz y civilizadamente, antes que la desesperación y la angustia incontenibles provoque que el pueblo en la calle se desborde y pueda producir consecuencias que lamentaríamos siempre por la reacción de este régimen que será de violencia pura y deshumanizada.
Cuando se actúa en la cuestión pública con finura política y con la verdad, los resultados siempre serán buenos y deseados. Cuando se actúa sin consideración política los resultados pueden ser catastróficos. Acordémonos lo que ocurrió en nuestro país el 12 de abril de 2002, cuando Chávez renunció a la Presidencia de la República “La cual aceptó” producto de la presión ejercida por la manifestación pública más grande que recuerda Caracas y la digna posición del alto mando militar que esa vez actuó como debe ser y le correspondía. Se instaló un nuevo Presidente y procedió a dictar actos de gobierno desfasados e inconvenientes sin consultar la inteligencia política del momento, la torpeza no pudo ser mayor y provocó el regreso del renunciante cuya consecuencia aún sufrimos y padecemos.
Así pues, agotemos, más allá de las validad consideraciones jurídicas, las vías de la política que supone diálogo hasta más no poder y acuerdos. Repito, Jesús, nuestro Señor, habló hasta con el diablo y lo derrotó con la verdad. La verdad, que es la justicia, al lado de su incansable voluntad y autenticidad hicieron que Él se transformara en el líder más grande y fantástico de la humanidad, tanto que partió la historia en dos, antes y después de Él.
La verdad es nuestra mejor carta de presentación y no podemos admitir que sea desconocida y mancillada. Defenderla y hacerla valer es nuestro gran compromiso en este tiempo.