Venezuela es el segundo país del mundo más infeliz, después de ser el país más rico de Sudamérica y uno de los veinte países más ricos del mundo, hoy estamos agobiados por la pobreza y hambre que toca niveles no conocidos. Pese a tener una de las mayores reservas comprobadas de petroleo del mundo, este régimen es absolutamente incompetente para su explotación y comercialización racionales y después de producir 3 millones 500 mil barriles diarios en 1998, hoy escasamente llegamos a 600 mil.
Estamos en la crisis más honda de los últimos cien años, la crisis humanitaria se agudiza cada día, más de 14 millones de venezolanos sufren de inseguridad alimentaria agravada, que equivale al 50% de nuestra población. Crisis política abismal cuando el país no cree ni tiene confianza en sus instituciones públicas, agravada por el desconocimiento del régimen de la voluntad popular expresada el pasado 28 de julio que eligió con más del 70% a Edmundo González como Presidente de la República.
Nadie que viva en nuestro país esta exento de un robo, un asalto, alguien apuntándolo con un arma, de bandoleros entrando a su casa para llevarse sus cosas y quizás, lo peor de todo, un secuestro.
El Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), que depende de las Naciones Unidas (ONU), informa que Haití es el país más pobre de América Latina y el Caribe, seguido de Cuba y Venezuela, que tienen una de las tasas de desigualdad de ingresos más altas del mundo.
Con un salario mínimo de Bs. 130 mensual, equivalente a $ 3, es el más bajo del mundo.
La corrupción, la escasez de medicinas, el cierre de industrias y empresas, el desempleo abismal, el deterioro de la producción y de la productividad, el autoritarismo, la persecución y tortura a la disidencia, la violación de los derechos humanos, la increíblemente catastrófica gestión económica, entre otros factores, han contribuido notablemente al agravamiento de la crisis que confrontamos.
Nuestro ineludible e irrenunciable deber con la Patria y con nosotros mismos es quitarnos esto de encima cuanto antes, para adecentar el país y colocarlo en el camino de su desarrollo integral en democracia, libertad y justicia para todos que supone bienestar y felicidad colectivas.