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Lo ocurrido

Artículos de opinión
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Lo que se consumó es un descomunal atropello a la voluntad popular cuando se desconoce groseramente e irrespeta la soberanía nacional expresada en la pasada elección del 28 de julio. No recuerdo en nuestra historia contemporánea algo similar sin que el pueblo con desbordante energía y voluntad decidida hubiese reaccionado. Ante lo ocurrido no podemos ni debemos permanecer tranquilos o indiferentes. Está en juego vivir en libertad o constreñidos por lo peor de la indignidad, está en juego la democracia y la justicia, en fin, está en juego vivir bien o sometidos como animales. Rescatamos la democracia y con ella la libertad y la justicia o nos sometemos a vivir apresados y exageradamente controlados. Sabemos que la usurpación sólo se mantiene por la fuerza, la vigilancia, el control, la persecución y las acciones violentas y criminales.

Edmundo González no pudo venir a nuestro país como lo había indicado y en el momento señalado por cuanto el régimen montó un despliegue de fuerza en tierra, agua y aire propio de tiempos de guerra, inclusive amenazó con derribar el avión en el que vendría Edmundo mediante un misil que tenían previsto. Por supuesto Edmundo González ante esa alarmante situación no podía ingresar al país salvo arriesgar severamente su vida y lo necesitamos vivito y coleando. Dijo Edmundo que vendría al país cuando las condiciones sean propicias y adecuadas. Ahora bien, esas condiciones no se presentarán por magia o simplemente por desearlas, ellas, las condiciones, tenemos que conquistarlas, lograrlas y hacerlas propicias con acciones concretas y definitivas.

Este menguado tiempo nos presenta un dilema histórico: una salida conveniente a la República y a todos nosotros o la descomunal contraria a la democracia, a la libertad y a la paz. Este dilema, ante una persona consciente y con valores, no debe tener mayores discusiones, necesario, urgente y racional es tomar el camino del bien y la prosperidad. Ante la obscuridad donde están los tránsfugas y violadores y la luz que nos acompaña, lo que nos corresponde por deber con la Patria es defender con toda nuestra voluntad y fuerza la claridad.

José Félix Ribas , en pleno campo de batalla en La Victoria el 12 de febrero de 1814, arengó a quienes lo acompañaban, entre ellos muchos jóvenes seminaristas, en los siguientes términos: “No podemos optar entre vencer o morir, necesario es vencer, viva la República”.

Hoy, parafraseando a Ribas, decimos, no podemos optar entre la obscuridad o la luz , necesario es la luz, viva la República democrática, libre y justa.