
Todos sabemos de gente inteligente o así pensábamos eran, que inexplicablemente a la luz de la razón, están entregados a lo que tenemos. Muchos piensan que son atraídos por ansias de dinero fácil, por detentar poder y autoridad o por estar cerca del mandamás que sus resultados tiene, porque no existe racionalmente otra explicación.
Los entregados cuando ocurren a sus conciencias, que se supone tienen, deben tener la disyuntiva de estar o no al lado o dentro de esta amarga y cruda situación que todos calificamos de catastrófica. Dios permita rectifiquen y se coloquen en los valores y principios adecuados y puedan salir de la debilidad que tienen.
En Pativilca, Perú, el Libertador Simón Bolívar se encontraba enfermo en el momento que fue informado que la situación era muy mala y difícil y había un alto número de patriotas entregados a los realistas y que una de las trincheras leales también lo había hecho. Uno de los informantes le preguntó a Bolívar ¿Ahora que hacemos?, la respuesta del Libertador no se hizo esperar, “TRIUNFAR”. Cuando notamos que el enemigo tiene fuerza bélica, manejada por la cúpula armada y que algunos que considerábamos dignos, atendiendo a sus deleznables intereses personales, se quebraron y están del otro lado, lo que nos queda, es redoblar la lucha e imitando a Bolívar, internalizar TRIUNFAR.
Los entregados serán severamente enjuiciados por la historia y quedarán arraigados a la orilla del camino viendo la caravana de la democracia, la libertad y la moralidad pasar a ritmo de vencedores.
El triunfo nos espera y hoy como nunca él depende exclusivamente de nosotros, de lo que hagamos o dejemos de hacer. No tenemos alternativa, la justicia y el bien de la Patria y el nuestro nos imponen la entrega total para superar cuanto antes lo que aún tenemos, es el inmenso desafío que esta hora nos presenta y estar a la altura de él debe estar en lo más hondo de nuestro espíritu. Si así lo hacemos, Dios y la Patria lo reconocerán y agradecerán.