En mis muchas notas críticas a este régimen me encargo de señalar errores, violaciones y barbaridades inconcebibles y algunos que me leen me han dicho que los errores que señalo también fueron cometidos en el pasado, a ellos les he dicho lo que hoy reitero: los errores de ayer nunca pueden justificar los de hoy.
Ciertamente en el periodo democrático se cometieron errores por acción y omisión, voluntarios o no; pero al menos existía un mínimo de consideración, respeto y tolerancia que nos permitían convivir en paz. Jamás se cometieron errores del tamaño y calibre de los de hoy.
Tanto fueron los errores de ayer que dio pie a lo que lamentablemente tenemos. Lo de hoy es flagrante y sistemática violación a nuestra Constitución; persecución atroz, encarcelamiento, tortura y hasta asesinato a la disidencia; hambre y pobreza que toca niveles no conocidos; hiperinflación la mayor del mundo; desempleo no conocido; inseguridad pública, personal y de bienes que nos constriñe y limita; degeneración de la institucionalidad de la Fuerza Armada, secuestro de todas las ramas y órganos del Poder Público nacional; corrupción en los tuétanos del régimen, se han robado más de 400 mil millones de dólares; servicios públicos deficientes en sumo grado, racionados e intermitentes, se va al rio en busca de agua y de leña para cocinar por qué no hay gas doméstico; somos una vergüenza internacional y cada vez estamos más solos y pare de contar porque necesitamos demasiado espacio.
Es un absurdo pretender defender lo que tenemos apelando a que ayer se cometían los mismos errores. Primero, es una inaceptable exageración comparar los inmensos y groseros errores de hoy con los de ayer y segundo, aquellos fueron seriamente sancionados, al extremo que lo que existía y era fundamental ya no lo es.
En esa irracional muleta de que los errores de hoy también fueron cometidos ayer, se esconde la defensa de este horror que destroza el país y nos maltrata a todos, pero tal vez por vergüenza no se expresan directamente y buscan ese subterfugio.
Lo de ayer fue criticado y sancionado, lo que nos corresponde hoy y ahora es enjuiciar lo que tenemos y hay que hacerlo de manera racional y objetiva, como creo me esfuerzo en hacerlo yo; escribo, hablo y opino estrictamente sobre la realidad como la percibo, triste, peligrosa y vergonzosa.