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Los partidos políticos

Opinión
Artículos de opinión
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Tiempo de lectura: 4 min.

Las organizaciones, movimientos o partidos políticos son entidades de interés público originadas y creadas para promover la participación de la ciudadanía en la vida democrática de un país. Se diferencian fundamentalmente por el concepto del hombre y de la sociedad, entre otras, que sustenten. Estas asociaciones apoyadas en una determinada ideología, que compartirán sus militantes, simpatizantes y seguidores aspiran alcanzar el poder de una nación, para desde allí, con los hilos del gobierno en las manos desarrollar su programa político.

Los partidos políticos deben encausar la voluntad popular, ser intermediario entre el gobierno y el ciudadano y viceversa. Si no se está en el gobierno deben ejercer las funciones de oposición, siempre en atención al interés nacional, o ubicarse en la posición de "autonomía de acción " como ocurrió con COPEI ante el gobierno del Dr. Raúl Leoni (1964-69). Decidió como línea política la autonomía de acción, popularmente conocida como "doble A". Acompañó al gobierno en aquellas ejecutorias que consideró se correspondían con el Bien Común y se diferenció y confrontó las que estimó no alineadas con el interés nacional.

Son los partidos políticos sociedades intermedias mediante las cuales el pueblo se organiza y tiene canales de participación y expresión. En democracia es fundamental la existencia de los partidos políticos, ellos son los pilares donde descansa el andamiaje democrático y son la vía civilizada del pueblo para expresarse y hacerse representar. Una democracia sin partidos políticos será cualquier cosa pero democracia no es. Algo sin alma, sin espíritu y sin dignidad, podrá ser cualquier cosa, pero humano no es.

Mientras más fuerte, robustos y organizados sean las agrupaciones políticas, mayor será el nivel de sustentación de la democracia.

Si entendemos la democracia como el sistema de gobierno menos imperfecto. Que además de manera de ejercer el poder se ha transformado en manera de vivir en sociedad, si la vemos como un sistema perfectible y por ello diariamente debemos estar atentos, tenemos entonces el deber de cuidar las bases que la sostienen. No es recomendable desacreditar y caerle a palos a las entidades de interés público como los partidos políticos y menos en este tiempo en el que atravesamos una honda crisis no solamente política si no integral,

Debemos preocuparnos para que nuestros partidos políticos sean buenos y cada vez mejor. En Venezuela hay una gama ideológica como para satisfacer todas las corrientes del pensamiento. Si cada quien se agrupa con sus afines políticos y lo hace adecuadamente, como debe ser, estaríamos haciéndole un gran favor a la democracia. La idea es que nuestras organizaciones políticas mejoren y se adecuen a los nuevos tiempos, que actúen hoy como nunca en correspondencia con el más alto interés de la Republica, que sea el Bien Común, la justicia y la libertad motivo de sus desvelos. Entonces nos corresponde trabajar para que nuestras organizaciones mejoren y la manera adecuada de hacerlo es alertando, manifestando opinión y hacerla llegar a las instancias que consideremos prudente y necesarias, no cayéndole a piedra a las organizaciones y a sus dirigentes, esa no es la mejor manera, diría no es la manera.

Con frecuencia incurrimos en el error de atribuirle al partido los defectos de sus dirigentes. Eso, a mi entender no es sensato, no debe la organización cargar con los pecados de sus asociados.

En los años ochenta (como pasa el tiempo, siglo pasado), casi todos los medios de comunicación del país, particularmente las plantas de televisión parece se pusieron de acuerdo para caerle a palo a los partidos políticos y a sus dirigentes. Tuve ocasión de hablar con algunos dueños y editores y alertarlos sobre el asunto. Para mi asombro la respuesta de todos, por separado, fue la misma: No te preocupes que una vez que desaparezcan viene la clase gerencial para dirigir el país. Aquí a la vista de todos y viviéndolo diariamente están los resultados. No tropecemos con la misma piedra.

Es evidente el estado de debilidad en que se encuentran las organizaciones políticas venezolanas, ello debe y tiene que preocuparnos. Es de nuestro deber, por la democracia, por la libertad y por la patria coadyuvar voluntades y esfuerzos para que se revitalicen y logren nuevamente el grado de importancia que en el pasado reciente tuvieron. El deterioro de los partidos políticos no es nuevo, antes de aparecer Chávez en la escena política se sentía con mucha preocupación como el pueblo le retiraba su afecto a los partidos principales, a Acción Democrática y a COPEI. Lo de AD lo percibí desde afuera, lo de COPEI lo viví y sentí ingratamente de manera muy honda. La llamada polarización o bipolaridad era un mensaje de descontento con ambos partidos, lo que ocurría era que la alternativa validad frente a uno era el otro y la alternativa válida frente el otro era el uno. Hasta que apareció Chávez y convenció al país que él era alternativa válida para sacar a ambos partidos y así ocurrió. Entre otras razones Chávez es producto también del deterioro de los partidos fundamentales de entonces. Hoy estamos pagando por el desafecto del pueblo con los partidos más importantes y por la llegada de un señor que inicia el desastre nacional en que nos encontramos. Ciertamente la pérdida de la simpatía del pueblo con los partidos y sus dirigentes tiene sus explicaciones que no pretendo abordar en esta nota Si lo ocurrido en los últimos veinte años sirve como lección, creo que ella se ha asimilado y supongo se hacen votos y hay disposición para la enmienda. Colaboremos todos.