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María Corina no quiere gobernar

Opinión
Artículos de opinión
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Quién iba a creerlo. María Corina, la chica de Súmate, la que nos pidió que nos sumáramos y así lo hicimos, ahora nos pide, nos ruega, nos suplica, nos implora que nos restemos y nos dividamos en vez de multiplicarnos para hacerle frente al régimen sátrapa e infame con miras a salir de la tiranía campante. Curioso que Antonio Ledezma también se empate en ésa, siendo él un personaje moldeado, forjado y formado en las filas de Acción Democrática, un partido que entre sus muchos trofeos ostenta el de campeón mundial de la resistencia.

Lo de la aún joven MCM pudiera entenderse porque no tiene una experiencia política más allá de sus esfuerzos precisamente de buscar la vía electoral como forma y fórmula para dirimir nuestros desacuerdos entre los gobiernos y la sociedad civil sin otra interferencia que la voluntad de los venezolanos para votar, votar y votar como tantas veces lo hemos hecho desde 1948. A lo mejor María Corina no quiere gobernar, pero Antonio, repito, ha gobernado impuesto por su partido y electo por el pueblo, pero siempre en democracia y por eso, por luchar por nuestra libertad, es que está pagando injusta prisión.

Como la mayoría de los improvisados opinadores que aparecen por allí son jóvenes, muy jóvenes, afortunadamente, quizás desconozcan la historia de la resistencia que partidos como Acción Democrática (AD), Unión Republicana Democrática (URD) y el Partido Comunista de Venezuela (PCV) libraron desde siempre y por siempre y que nunca desecharon las salidas electorales que les pintó la dictadura perezjimenista. Votaron y llamaron a votar en 1952 con una tarjeta distinta, a sabiendas de que la trampa de los esbirros estaba montada, y ganaron.

Por supuesto que tal y como se sabía, la oprobiosa tiranía de Pérez Jiménez les escamoteó el triunfo; a unos los mandó al exilio, a otros los encarceló y, en el peor de los casos, a otros los mató, pero nadie se rindió ni dejó de luchar, incluso cinco años después, en el Plebiscito de 1957, adecos, urredistas, comunistas y “los reaccionarios” copeyanos (como los llamaban entonces), votaron y llamaron a votar y la gente salió a votar de manera masiva aunque sabían que la dictadura aquella, al igual que ésta, les tenía otra trampa montada.

Sí, les montó la trampa, pero esto no les quitó las ganas y salieron a votar, porque esas luchas eran, como deben ser hoy día, participativas y protagónicas de verdad-verdad, con dirigentes dejando el pellejo y las uñas en la calle y en las mazmorras de los tiranos. El plebiscito del ’57 también lo trampeó el general; sin embargo, el pueblo venezolano, encabezado por su juventud estudiantil, se impregnó de esa calle y esa lucha y un mes después el militar tirano cogió las de Villadiego en un avión que aquí está, en Maracay, de adorno en el Museo Aeronáutico.

De modo, pues, que este pueblo venezolano debe ocuparse de la historia y del conocimiento de los historiadores y sus textos y no estar pendiente de las “reses sociales”, esa estampida de aprendices de brujo de la Web que, a la menor campanilla madrinera, salen corriendo a repetir y repetir lo que oyen y leen sin detenerse a pensar qué será de ellos mañana o pasado, tarde o temprano…