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Nuestro petróleo: antes y ahora

Artículos de opinión
Tiempo de lectura: 2 min.

Nuestro petróleo que ha debido ser la mejor palanca de desarrollo del país, fue transformado en estos últimos veinticinco años en un vulgar instrumento político-partidista y paradójicamente es hoy una inmensa calamidad nacional.

Lo teníamos todo, vivíamos, con los naturales inconvenientes, bien; nuestras reservas de petróleo eran y creo son las más grandes del mundo y estratégicamente seguimos teniendo una extraordinaria ubicación. 

Los cuarenta años de mayor desarrollo de nuestra historia, 1958-1998, fue posible al inteligente manejo y buen servicio de la inversión de nuestro hidrocarburo. Éramos entonces el país más rico de Latinoamérica y uno de los del mundo y para 1998 la producción petrolera era de 3 millones 500 mil barriles diarios. 

PDVSA estaba catalogada entre las cuatro empresas más importantes del mundo, teníamos refinerías de primer nivel y un extraordinario, capaz e inteligente equipo humano formado en nuestras universidades y en las mejores del exterior. Era una empresa prestigiosa, admirada y respetada y se constituyó en la gran herramienta de nuestro desarrollo. 

Todo cambió para mal cuando ganó la presidencia de la República Hugo Chávez: Despidió a más de 20.000 empleados de alta capacidad técnica y los reemplazó por incondicionales inexperto sin ninguna preparación en el asunto de los hidrocarburos, comenzó el saqueo a la empresa que la llamaron “Roja rojita” y la convirtieron en un brazo partidista del régimen, sus recursos se utilizaron para mantener la dictadura comunista del régimen Cuba y otras más, para comprar conciencias y hacerlas aliadas a sus inconfesables propósitos y desarrollar la política más baja y pueril que se conozca. 

La corrupción, la negligencia y la total carencia de talento transformaron en ruinas a la gran empresa: refinerías paralizadas, el país con más petróleo sin gasolina, la producción de PDVSA cayó estrepitosamente a 600.000 mil barriles por día y en consecuencia el ingreso nacional cayó a niveles sin precedentes. Se empezó la emisión de dinero inorgánico, es decir, sin ningún tipo de respaldo, lo que originó la espantosa hiperinflación que aún padecemos con la distorsión económica tal vez más aguda de nuestra historia.

Convirtieron nuestra joya en chatarra de la peor especie y hoy tenemos un país que está en los más pobres y con hambre del mundo, no por falta de recursos sino por la corrupción, asalto a nuestras riquezas y total ausencia de servicio e inteligencia. Se estima que lo robado es más de 400 mil millones de dólares que están colocados en paraísos fiscales a nombre de los asaltantes.

PDVSA no es hoy ni siquiera la sombra de lo que fue, el socialismo del siglo XXI le puso la mano y la transformó en escoria. Contiene la fábula que lo que tocaba el rey Midas lo transformaba en oro, este régimen lo que toca lo vuelve polvo y barro.

Recobrar a PDVSA está, entre otras tantas cosas, en lo que debemos hacer cuanto antes con la emergencia que el caso amerita.