
Nuevamente nuestros Obispos, reunidos en Conferencia los primeros días de este mes, se dirigen al pueblo venezolano haciendo un análisis de la cruda situación que confrontamos todos y sugiriendo caminos para su superación.
Es bueno recordar la última consideración del Papa Francisco sobre lo que aún tenemos; fue muy claro, preciso y tajante, apartándose de la acostumbrada mesura del guía espiritual universal de la Iglesia Católica, pero el Sumo Pontífice entiende que mientras más aguda sea la situación más se requiere de claridad y firmeza y además a reiterado que en cuanto a nuestro doloroso caso, su voz es la de nuestros Obispos, máxime si es en Conferencia Episcopal.
En la referida Conferencia nuestros Obispos expresan que el Ejecutivo Nacional tiene una conducta de permanente control y represión de la disidencia política que causa inmensa preocupación, afirman que uno de los campos más afectados por ese control y censura es el de los medios de comunicación social. Dicen que las ultimas leyes son signo claro de avanzar en la represión y control. Nos indican que, en medio de muchas interrogantes y tensiones, el pueblo venezolano ha mantenido su deseo de cambio y una actitud cívica admirable. Nos señalan que no se puede ocultar la pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores y que los llamados “bonos” y las remesas enviadas desde el exterior apenas ayudan a paliar las grandes carencias. Concluyen los Obispos expresando la emergencia nacional de un profundo cambio con unión de las más diversas fuerzas civiles y militares, toda vez que está en juego el futuro de Venezuela.
Como siempre nuestros Obispos son claros y diáfanos ante la inmensa crisis que nos agobia a todos. Ellos también nos indican el camino a seguir que es el de lograr cuanto antes un cambio radical en la conducción del Estado.
“Con la Iglesia hemos topado”, dijo don Quijote expresando haberse encontrado con un hueso muy difícil de roer. Amanecerá y nos percataremos.