Desde que tomaron el poder evidenciaron ser perversos y el grado de sus acciones aumentó a medida que perdían popularidad. Hay muchos ejemplos, pero quizá uno de los más evidentes fue el asesinato del teniente Ronald Ojeda, asilado en Chile. Después de la paliza electoral que recibieron el 28 de julio quedaron turulatos por la organización que logró María Corina para divulgar las actas que evidencian el contundente triunfo de Edmundo Gonzáles. Irreflexivamente expulsaron a embajadores y demencialmente asesinaron, encarcelaron, torturaron a manifestantes, y cometieron el aberrante crimen de detener, torturar y enjuiciar a siete menores entre 15 y 17 años, incluida una niña, con la complicidad de la desalmada jueza Keidimar Ramos Castillo.
Maduro quedó tan turulato que declaró que el embajador Edmundo “era un caballero al que respetaba y esperaba le fuese bien en su exilio”, pero a los pocos días lo tildó de “viejo cobarde, sinvergüenza, delincuente y asesino”.
El Pithecanthropus del mazo expresó que “no le importaba lo que dijera el Centro Carter y que la OEA se puede ir a lavar ese chaleco”. El ministro del Interior está cada vez más soez y atolondrado.
El psiquiatra devenido en paciente se agrava cada día. No puede digerir que los gobiernos y parlamentos del mundo democrático aseveren que Maduro perdió la elección y que ya muchos reconocen a Edmundo como presidente electo. En su último arrebato de histeria calificó de basura el informe del Centro Carter y la presentación de las actas en la OEA por la señora Jenny Lincoln.
El canciller Yvan Gil cometió el exabrupto de decirle a un dirigente político español que “no se da cuenta que el imperio español fue expulsado por un ejército de llaneros descalzos y harapientos, que durante la guerra de independencia casi la mitad de la población venezolana ofrendó su vida por la independencia de un imperio criminal y genocida”.
Lo anterior evidencia que el atolondramiento de estos violadores de derechos humanos se debe a que los agarraron fuera de base, como se dice en el beisbol cuando un corredor se descuida y lo ponen fuera en una de las bases. Por sectarios, no se percataron del fenómeno político que es María Corina, que vetada de participar en la elección pudo traspasar sus posibles votos a Edmundo. Mucho menos creyeron que ella disponía de una organización perfecta y de unos voluntarios comprometidos en escanear y divulgar las actas. Eso los desequilibró.
Por otra parte, Maduro se hundió más al expresar su solidaridad con los terroristas de Hezbollah. Ayer , 7 de octubre, se cumplió un año de la masacre de niños, mujeres, hombres y ancianos perpetrada por Hamas, otra organización terrorista admirada por Maduro y su camarilla. Tanto esa masacre, como los misiles disparados desde el Líbano e Irán, no se deben a un choque de civilizaciones, de religiones o de ideologías y tampoco se trata de la lucha por un pedazo de tierra. Sin embargo, esos ingredientes están presentes para lavar el cerebro a un ejército de fanáticos armados y financiados por Irán, así como a sus cómplices por acción u omisión. Hamas y Hezbollah no representan a la admirada civilización árabe, ni a la iraní. Tampoco a los respetados musulmanes, ni a los palestinos que tienen derecho a una patria. Cabe recordar al sultán otomano Bayecid II (1481-1512), quien envió barcos a los reinos de Castilla y Aragón para trasladar y acoger en su imperio a los judíos expulsados por los llamados reyes católicos. La paz es posible, solo falta buena voluntad.
Maduro y sus acólitos están acorralados, por eso incrementaron la represión y están desesperados por lograr algún apoyo internacional, pero escogieron aliados de la peor calaña. Tendrán que aceptar la derrota electoral.
Como (había) en botica:
¡Bravo por la luchadora María Corina, galardonada por el Consejo de Europa con el premio Václav Hável por su defensa a los derechos humanos!
Contundente la respuesta de Edmundo y María Corina al falso diálogo del psiquiatra devenido en paciente.
¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!
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