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Sanciones: ¿tiro por la culata?

Opinión
Tiempo de lectura: 3 min.

Podría tener sentido la eliminación de las licencias de Chevron y otras petroleras si fuera solo una medida temporal, dentro de una estrategia más amplia para incentivar negociaciones que impulsen la economía y la democracia en Venezuela. Sin embargo, hay riesgos e reimponer sanciones ya que la administración Biden utilizó las sanciones petroleras de manera ineficaz y burocrática, condicionando su levantamiento a concesiones del gobierno de Maduro como si se tratara de una negociación con un niño. Al final es el sector privado venezolano y estadounidense los que más han sufrido esa burocrática forma de imponer sanciones a la economía. La simple práctica de poner y quitar sanciones poniendo condiciones sin una estrategia integral está destinada al fracaso.
El uso de las licencias presenta una gran contradicción, ya que deja la lucha por la democracia y de combate a la corrupción completamente en manos de EE. UU., debilitando el papel de los ciudadanos venezolanos. Con una economía sancionada, la lucha por la democracia recae únicamente en el presidente Trump y algunos políticos, mientras que los venezolanos pierden autonomía para impulsar cambios internos. Así como Trump ha instado a europeos y canadienses a asumir mayor responsabilidad en su seguridad, Venezuela necesita tener ciudadanos fortalecidos para defender sus propios intereses.
Sabemos que Venezuela sufre una crisis por la corrupción interna, lo que impide la inversión en salud y educación. Sin embargo, añadir sanciones que bloqueen la venta de petróleo solo empeora la situación, limitando las oportunidades de empleo y el financiamiento de líderes democráticos dentro del país. 
A diferencia de Cuba, donde los Castro controlan toda la economía, en Venezuela el sector privado sigue siendo predominante en la producción de petróleo y otros sectores. Los profesionales y trabajadores pueden elegir libremente dónde emplearse, y el propio presidente Maduro ha abierto empresas estatales al capital privado venezolano y estadounidense, algo que Fidel Castro nunca hizo. En Cuba, los ciudadanos ni siquiera pueden acceder libremente a restaurantes en La Habana. Chevron y otras empresas petroleras pagan buenos sueldos e ingresos a contratistas y ciudadanos venezolanos. 
Si, como se rumorea, fueron los diputados cubanos quienes presionaron por estas sanciones debido a la exigencia de sus votantes en Florida, el presidente Trump tiene el poder para hacerles entender que la vía para promover la democracia en Venezuela no es replicando el modelo de sanciones de Cuba.
Venezuela depende del petróleo para el 95% de sus ingresos en divisas. Al no tener acceso a los mercados de capitales internacionales ni poder vender legalmente su petróleo, el gobierno recurre a mercados negros y transacciones con criptomonedas, ampliando la corrupción y debilitando aún más a la ciudadanía.
En lugar de debilitar al gobierno, estas medidas alimentan la violencia política mientras reducen el espacio de acción democrática para los líderes dentro del país. Un aislamiento prolongado sin un plan de reconstrucción económica solo debilitaría la democracia en lugar de fortalecerla. Revocar la licencia de Chevron no solo aísla a Venezuela del mercado petrolero, sino que también posiciona a EE. UU. como el único impulsor de los cambios políticos en el país, lo que refuerza la dependencia externa en lugar de la autodeterminación venezolana.
Intentar reducir la capacidad financiera del gobierno de Maduro a través de sanciones es un verdadero "tiro por la culata", ya que debilita más a la ciudadanía que al régimen.
Si el objetivo de Washington es limitar la producción petrolera venezolana para favorecer el desarrollo de yacimientos en Alaska y otras regiones, sería un golpe inmerecido para el pueblo venezolano. Si EE.UU. decide no invertir en Venezuela, al menos debería permitir que Europa lo haga y dejar que Alaska compita con Venezuela atrayendo inversionistas.
Las sanciones pueden ser herramientas de presión, pero aplicarlas sin un plan de salida estructurado puede resultar contraproducente. Es imperativo que la Administración Trump adopte un enfoque más dinámico y creativo que la burocracia del expresidente Biden. El presidente Trump tienen muchas opciones creativas para aportar beneficios al sector privado venezolano y las sanciones a la producción y venta de petróleo no es una medida positiva.
Esperamos mucha creatividad y apoyo al sector privado venezolano por parte del Presidente Trump y que pronto haya humo blanco en las negociaciones entre gobiernos y lideres políticos. La estrategia de EE. UU. hacia Venezuela siempre debe ser fortalecer al sector privado venezolano y estadounidense. 

X: @alejandrojsucre

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