Las nuevas generaciones desconocen lo que es un sainete. Las no tan nuevas lo deben haber olvidado, porque se representan muy poco. Son o eran piezas teatrales cortas, de carácter popular y burlesco. Por extensión, la palabra se utiliza como referencia a un acontecimiento grotesco o ridículo. Últimamente se presentan varios sainetes, aunque no en teatros, ni de ficción. Se desarrollan en el eje Madrid- Barcelona-Caracas. Están relacionados con la literatura, la socialité, el deporte, la música y la política. Cada uno deja una moraleja. Al contrario de los conocidos sainetes escritos por Ramón de la Cruz y por Carlos Arnichez, en los que hay un personaje bueno y otro malo, en los que presenciamos no es fácil distinguir entre uno y otro.
El primer sainete, se basa en la relación entre un destacado escritor entrado en años y una señora, no muy joven, pero que se las echa y todas las semanas aparece en revistas faranduleras. La moraleja por extraer es que cuando se llega a cierta edad es mejor dejar de lado ciertas ilusiones o fantasías, lo cual es válido tanto para gente laureada, como para quienes permanecen más tiempo de lo prudente en los medios sociales a punta de matrimonios y de divorcios.
En política también hay que olvidarse de las fantasías, dando prioridad a lo que está en nuestras manos que, en nuestro caso, son las elecciones a pesar de los escollos.
El segundo lo protagoniza un jugador fuera de la cancha y una cantante en los escenarios. Al primero, como buen jugador que fue de la Liga, le encanta ligar. La cantante, claramente ofendida, le dedica una pegajosa canción y, burlándose de su habilidad defensiva, le metió un gol. La moraleja es que ligar tiene sus riesgos. Como dice Berna González en El País de España, “hoy las mujeres ya no lloran su despecho, sino que facturan”. La situación no está clara, pica y se extiende. Esto también es válido para los políticos que brincan talanqueras.
Estos dos sainetes dan pie para cotilleos en peluquerías y en revistas faranduleras. En los medios de comunicación escritos y en las redes ocupan más espacios que los grandes problemas que aquejan a la humanidad, como la pobreza, los desplazamientos de millones de personas de sus países por razones económicas o políticas, la invasión de Rusia a Ucrania, las violaciones de los derechos humanos en muchos países, los atropellos a las mujeres en Irán y en Afganistán o el calentamiento global. Incluso, quien esto escribe, tratando de eludir la reiterada mención a la situación política que nos aqueja, cayó en la tentación de dedicarle
unos párrafos a hechos que solo deberían incumbir a los protagonistas.
El tercero es obligatorio para no dejar de lado nuestra situación política. Se desarrolla entre uno que se dice defensor de la justicia y otro que se identifica con la voluntad popular. Ha sido el divorcio más traumático. Quizá porque era una relación incestuosa, debido a que los actores provienen de una tolda política común. Lamentablemente, este sainete nos atañe a todos los demócratas. No nos arranca sonrisas, sino rabia. Mientras trabajadores públicos de la educación, de las empresas estatales de Guayana y nuestros jubilados corren riesgos protestando por su situación socio-económica; mientras los presos políticos son torturados y el pundonoroso teniente coronel Igbert Marín Chaparro está en huelga de hambre y su vida corre grave peligro; mientras millones de compatriotas atraviesan a pie ríos, montañas y desiertos, huyendo del hambre, de la escasez de electricidad, de agua y de la inseguridad, algunos connotados dirigentes de la oposición se pelean en vez de unirse para salir del régimen opresor.
El vanguardista mayor acusó a dirigentes justicieros de tener vínculos con el gobierno de Nicolás Maduro. Los justicieros ripostaron que “la unidad está primero y que quienes dicen encarnar la voluntad del pueblo “predican el odio, mienten y fortalecen a Maduro”. Los dos grupos son tan insensatos, que, por defender sus intereses, favorecen al régimen usurpador.
Traicionan a parte del pueblo venezolano que inicialmente los percibió como la generación de relevo. Corren el riesgo de que, como en las malas representaciones, el público les dé laespalda. La moraleja es que tanto va el cántaro al agua hasta que se rompe.
¿Será posible que, por lo menos, cierren la boca? ¿Con qué cara solicitamos a otros gobiernos que nos apoyen, si nosotros nos ponemos zancadillas? ¿Será posible una reconciliación?
¿Valdrá la pena? Recordemos que a veces el divorcio es necesario y conveniente. Quizá las elecciones primarias pueden ser la oportunidad para callar a los necios y presentarle a nuestro electorado solo dos candidatos, cada uno apoyado por un bloque de partidos, con respaldo de organizaciones de la sociedad civil y de independientes.
La Conferencia Episcopal Venezolana sí habló lo debido y monseñor Besabe fue contundente en su homilía el día de la Divina Pastora, al expresar con angustia: “oremos por nuestra Venezuela, herida, maltratada y saqueada a más no poder, y que cesen las burbujas de la falsedad económica que pretenden ocultar al mundo la precaria situación en que están inmersos la mayor parte de los hermanos venezolanos” ¡Bravo!
Como (había) en botica:
Fue una masacre. No lo pueden ocultar. Oscar Pérez y seis compañeros fueron asesinados hace cinco años después de rendirse.
Recientemente falleció en el exilio César Vicente, pundonoroso capitán del tanquero petrolero Morui, quien se sumó al paro cívico de diciembre del 2002 en defensa de la democracia.
La nueva directiva de Pdvsa quizá, solo quizá, sea apropiada para la junta de condominio de un edificio pequeño.
Según denuncia El Nacional, el régimen está arremetiendo contra Carolina Briceño por su acucioso trabajo de investigación, junto con Ramón Hernández, de la estrecha relación entre los hermanos Morón y Nicolás Maduro Guerra.
Felicitaciones a la bellísima diseñadora de ropa y de sueños Amanda Dudamel, primera finalista en el Miss Universo, sobre todo por su actividad en favor de los menos favorecidos en el barrio de Petare.
¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!